jueves, 6 de abril de 2023

La teología acerca del sacrificio de Jesús (6/11)

En las notas de hoy y de mañana abordaremos una cuestión algo espinosa: a fines de 2015, en una entrevista difundida en marzo de 2016, el entonces Papa emérito Benedicto XVI expresó ideas acerca del significado y del valor del sacrificio redentor de nuestro Señor Jesucristo, que podrían ser vistas como disidentes con la doctrina católica. [En la imagen: fragmento de "Ecce Homo", pintura al óleo de 1604, atribuída a Michelangelo Merisi Caravaggio, conservada y expuesta en el Palazzo Bianco, Génova, Italia].

Opiniones de Joseph Ratzinger acerca del valor del sacrificio de Cristo
   
----------Luego de haber comentado en las notas anteriores el pensamiento de Alberto Maggi y de Carlo Molari acerca del significado del sacrificio redentor de nuestro Señor Jesucristo, ahora quisiera hacer un comentario a las palabras pronunciadas por Benedicto XVI en una entrevista de fines de 2015 con el jesuita Jean Servais. Recuérdese que Benedicto en ese momento ya estaba en la condición de Papa emérito.
----------De las preguntas hechas por el padre Servais, interesa la siguiente: "Cuando Anselmo dice que Cristo debía morir en la cruz para reparar la ofensa infinita que había sido hecha a Dios y así restaurar el orden infringido, usa un lenguaje difícilmente aceptable por el hombre moderno (cf. Gaudium et Spes IV 215.ss.) [...] ¿Cómo es posible hablar de la justicia de Dios sin correr el riesgo de romper la certeza, ya establecida entre los fieles, de que el Dios de los cristianos es un Dios 'rico en misericordia' (Ef 2,4)?".
----------Ahora bien, antes de examinar la respuesta del teólogo Joseph Ratzinger, considero necesario aclarar una premisa metodológica, haciendo presente que el pensamiento cristológico de Benedicto XVI, desde el momento en que se hizo efectiva su dimisión a la actividad pastoral petrina, en cuanto ella es acreditada y autorizada en cuanto tal, evidentemente ya no gozaba del carisma de la infalibilidad pontificia, que desde 2013 había pasado en cambio al papa Francisco, actual Papa reinante.
----------Es decir, Benedicto, desde el 28 de febrero de 2013, siguió siendo Papa, pero sólo en el ser, no en el obrar como Papa. Por eso, desde ese momento pasó a ser ciertamente un privilegiado colaborador del papa Francisco, dotado de una experiencia pastoral de la cual sólo él podía presumir en toda la Iglesia, después de la del Papa reinante, habiendo desarrollado el oficio petrino. Pero desde el día citado, desde que se hizo efectiva la dimisión al ministerium petrino (exactamente el 28 de febrero de 2013 a las 20:00 horas de Italia), su autoridad doctrinal descendió de nivel, y ya estaba por debajo de la del Papa reinante. Seguía siendo ciertamente una autoridad elevada, pero falible como la de cualquier otro fiel, aunque Ratzinger haya sido uno de los más grandes teólogos de la Iglesia contemporánea, piensen lo que piensen sus detractores modernistas.
----------Hecha esta premisa, estimo oportuno comenzar por dar yo primero una respuesta a Servais, basándome en lo que es posible recabar del Magisterio de la Iglesia y, en particular modo, del Catecismo de la Iglesia Católica (nn. 613-618). Después de lo cual pasaremos a examinar las palabras de Ratzinger.
   
El sacrificio de Cristo tal como es enseñado por la Sagrada Escritura
y explicado por la doctrina de la Iglesia
   
----------Digo, por lo tanto, que si el hombre moderno encuentra difícilmente aceptable el lenguaje de san Anselmo con el cual expresa el significado del sacrificio de Cristo, es necesario que haga un esfuerzo, que será para él muy provechoso, por comprender el lenguaje de san Anselmo, es decir, lo que él ha entendido decir, y el valor de lo que dice, porque la doctrina anselmiana, con buena paz de los modernistas, ha sido sustancialmente asumida por el dogma eclesial que ha pasado luego a la doctrina de la redención.
----------Por tanto, no se trata de cambiar el lenguaje y los contenidos de la doctrina anselmiana para contentar al así llamado "hombre moderno", como si éste fuera el criterio de la verdad de fe, mentalidad, ésta, típicamente modernista. En efecto, el criterio de la verdad cristiana no es la modernidad, sino la doctrina de la Iglesia. Ciertamente es necesario ser modernos, pero basándonos en la moderna doctrina de la Iglesia, que en este punto, por lo demás, no ha cambiado nada de la doctrina tradicional, como aparece evidente de la comparación de la doctrina del Catecismo de la Iglesia Católica con la del Concilio de Trento.
----------Tengamos presente que la obra salvífica de Cristo implica un aspecto humano -su pasión y muerte-, cosas que están al alcance de nuestra razón; y un aspecto divino -la justicia y la misericordia divinas-, las cosas que superan la comprensión de nuestra razón y permanecen misteriosas para nosotros, parecen paradójicas y pueden parecer escandalosas. Por eso san Pablo habla del "escándalo de la cruz" (1 Cor 1,23).
----------En efecto, un Mesías que se deja crucificar como condenado a muerte, abandonado por los suyos y derrotado por los poderosos, aparece a primera vista como un impostor y un personaje escandaloso. Por otra parte, la perspectiva de que el sufrimiento pueda conducir a la eliminación del sufrimiento o que la muerte pueda producir vida, parece a primera vista una tontería. Que un hombre mortal como nosotros pueda hacerse resurgir a sí mismo desde la muerte, que pueda ser el salvador del mundo, que pueda eliminar del mundo ese mal que parece inextirpable, y obtener de su muerte la bienaventuranza para toda la humanidad, en principio, a primera vista, a la razón un pensamiento loco y una cosa del todo imposible.
----------Tengamos presente también que el plan de la salvación ideado por el Padre y realizado por el Hijo, al haber sido un plan de amor concebido libremente desde la eternidad, habría podido ser también diferente de cómo es de hecho y como de hecho se ha llevado a cabo históricamente, y como, de hecho, es vinculante para nosotros a los fines de nuestra salvación.
----------Indudablemente, el plan que de hecho Padre e Hijo de común acuerdo han querido, tiene su propia lógica interna. No en vano el Hijo es el Logos del Padre, lógica que también puede ser percibida por nuestra razón, pero sólo en el presupuesto del plan ya elegido y decidido por el Padre, que también podría haber sido otro.
----------Aquí encontramos el límite del razonar de san Anselmo sobre el Misterio de la obra de Cristo. Parece que Anselmo, entusiasmado por la posibilidad por él descubierta de eliminar el aparente carácter paradójico de la cruz y de vincular este Misterio con nuestra razón y nuestra lógica, no se percató de que Dios, en su libertad de decisión, si hubiera querido, habría podido elegir otro plan y salvarnos también de otro modo. Por ejemplo, en lugar de exigir la reparación o expiación de los pecados, podría habernos sobreseido y perdonado a todos incondicionadamente, no permitiendo la perdición de nadie, por más obstinado que fuera el pecador.
----------Es la tesis de los actuales buenistas, perdonistas y misericordistas, que niegan que Dios castigue el pecado con el sufrimiento, la muerte y el infierno, porque esto contradiría la bondad divina y sería una crueldad, y afirman que Dios ejerce con todos solamente la ternura y la misericordia, que Dios no cancela el pecado, sino que sólo lo cubre, sin que sea necesaria penitencia, porque la concupiscencia es invencible y nadie está en mala fe y el pecado no es signo de malicia, sino de fragilidad, y la fragilidad debe ser compasionada, acompañada y aceptada, pero no reprendida ni condenada.
----------Según creen los buenistas, Dios no envía ningún sufrimiento ni ninguna desgracia. No hace morir a nadie. Sino que es el hombre quien, con su pecado, se atrae el sufrimiento y la muerte. Si la naturaleza envía calamidades es porque se venga de los daños que le hace el hombre. Dios no tiene nada que ver con los males que nos llegan de la naturaleza. Esos males no son castigo por nuestros pecados porque también golpean a los inocentes. No hay explicación para el sufrimiento de los inocentes.
----------Para los buenistas, el pecador no es una persona malvada, sino simplemente una persona diferente, un diverso, y hacia la diversidad es necesario tener respeto, porque la vida es bella porque es variada. Cada uno es libre de decidir lo que le para él es su bien, o sea lo que le conviene.
----------Pero en realidad todo esto no corresponde en absoluto a la enseñanza de la Escritura y a los datos de la fe católica, sino que más bien refleja las herejías de Lutero, empeorándolas, porque al menos Lutero aceptaba el sacrificio redentor y expiatorio de Cristo y la existencia de los condenados en el infierno.
----------Respecto a estas tesis buenistas, ya las he refutado, y repetidamente, en los muchos artículos que he venido publicando desde años atrás. Particularmente he subrayado esta doctrina con ocasión de la pandemia del covid, sosteniendo que la desventura que ha padecido toda la humanidad (y en cierto modo sigue todavía padeciendo en sus consecuencias) podía considerarse un castigo divino por los innumerables e inmensos desórderes morales vigentes hoy en todo el planeta. Por eso no voy a volver a este tema. Lo que ahora me parece importante es afirmar y recordar la doctrina católica de la relación entre justicia y misericordia en Dios en relación con el significado de la muerte y el sacrificio de Cristo.
----------Anselmo interpreta y explica la obra salvífica de Cristo haciendo uso de la categoría lógica de la necesidad, categoría que funciona muy bien, pero sólo bajo el presupuesto, por cuanto parece, de que el plan divino de hecho existente, sea el único posible; cosa que en cambio no es así, porque en realidad Dios habría podido haber escogido otro. Tal vez Anselmo no ha pensado en esto. Por eso parece afirmarse en él un sutil racionalismo, que intenta querer decir que las cosas ha sucedido así y no podían suceder de otra manera, aunque obviamente él está convencido de que se trata de un misterio de fe.
----------Por otra parte, se podría en cambio tomar en consideración la concepción islámica de la salvación, que nosotros los cristianos juzgamos falsa no porque en línea de principio Dios no hubiera podido salvarnos de esa manera, incluso sin la encarnación del Hijo, sino porque de hecho Dios ha querido la Encarnación.
----------O bien, de otro modo, el Padre hubiera podido enviar un Mesías como el que muchos esperaban en Israel, malinterpretando las profecías, un Mesías que en el curso de su vida terrenal liberara a Israel de sus enemigos e instaurara por la fuerza el reino de Israel sobre todos los pueblos, sin que él debiera sufrir y ser condenado por las autoridades, premiando a los justos y castigando a los malvados.
----------San Anselmo de Aosta [1033-1109] parte de la premisa de que la Encarnación es efecto de la libre elección divina, al observar que, una vez elegida esta vía, Dios no podía no mandar al Hijo a hacer lo que ha hecho, en la suposición de exigir una justa reparación por la culpa cometida por el hombre y de querer hacer por misericordia al hombre hijo de Dios en Cristo. En cambio, quien posteriormente habría de querer hacer de la Encarnación y de la Redención actos necesarios de la esencia divina será Hegel, para quien Dios es por esencia inmanente al mundo y tiene en su esencia la negación de sí y el retorno de la esencia a sí misma mediante la negación de la negación. En Hegel, por tanto, lo negativo, la muerte, no se sustrae a lo positivo, la vida, que convierte un negativo en positivo, transforma la muerte en la vida y el sufrimiento en la alegría; por tanto, es el mismo negativo el que, negándose a sí mismo, produce lo positivo.
----------Queda, pues, que en Hegel la muerte de nuestro Señor Jesucristo produce la vida, pero no porque Cristo sea la Vida, sino porque, según Hegel, la muerte de por sí, negándose a sí misma, produce la vida como negación de la vida. Así, para Hegel, la autonegación es necesaria para la afirmación y el retorno de la afirmación. Sin embargo, Hegel es incapaz de concebir a un Dios que sea sólo afirmación. Hegel tiene necesidad de un Dios que diga tanto sí como no al mismo tiempo.
----------También es necesario considerar que la obra divina de la salvación es narrada por la Sagrada Escritura según una doble modalidad expresiva, lingüística y conceptual, que está adaptada a nuestra capacidad de entender y de expresarnos, capacidad nuestra que es por su propia naturaleza limitada; por lo cual la obra divina, que trasciende los límites de nuestra capacidad de comprensión y de expresión, nos es presentada por la Escritura en categorías y palabras, que no pueden tener la pretensión de hacernos comprender todo y de expresarlo todo perfectamente, sino dejando al Misterio revelado un margen de sustancial incomprensibilidad e inexpresabilidad, que se adecua precisamente a aquello que es una verdad de fe.
----------Por lo tanto, siendo la obra de la salvación un misterio divino, debemos ser conscientes de que nuestros conceptos humanos, incluso nuestros conceptos más elevados, no son suficientes para comprender la sublimidad del misterio divino, aunque se usen analógicamente. Por eso la Sagrada Escritura, al narrarnos este altísimo misterio de justicia y de misericordia divinas, acompaña al concepto, más adaptado al aspecto humano del misterio, a la metáfora o a la comparación, más adecuados, en su pobreza expresiva, para expresar el misterio, de modo que con términos tan pobres no tenemos la presunción de poder englobar el misterio dentro de los límites de nuestra razón. Sin embargo, también es necesario evitar la tentación contraria de reducir la obra de Cristo a términos puramente humanos, como un hecho a nuestro alcance, olvidando el razonar por analogía y achatándolo todo al nivel de la univocidad.
----------Y por eso la obra de nuestro Señor Jesucristo es presentada por la Sagrada Escritura según diferentes esquemas o modelos interpretativos, que se complementan entre sí, y que deben ser recibidos todos con religiosa atención, aunque nos den la impresión de ser groseros y vulgares. Pero no nos corresponde a nosotros juzgar, porque si Dios ha elegido esas comparaciones y esas metáforas, quiere decir que ellas son adecuadas para expresar lo que Él entiende. Lo que podemos y debemos racionalmente demostrar es que Dios no nos dice cosas absurdas o escandalosas, sino cosas misteriosas, cuya sabiduría y utilidad moral están muy por encima de todo cuanto nosotros podemos imaginar para la salvación del hombre.
   
Los cuatro modelos
   
----------La Escritura nos presenta, por tanto, la obra salvífica de Nuestro Señor fundamentalmente bajo cuatro esquemas interpretativos o modalidades de realización: el de un sacrificio expiatorio o propiciatorio (esquema sacrificial), el del pago de una deuda (esquema comercial), el de la reparación de una ofensa (esquema jurídico) y el de una guerra de liberación (esquema liberacionista).
----------1. Según la primera modalidad, Jesús es el sacerdote de la Nueva Alianza, que, en obediencia al Padre, se ofrece a sí mismo como víctima de expiación en el altar de la cruz para la remisión de los pecados.
----------En efecto, la Carta a los Hebreos nos dice que el Padre "ha preparado un cuerpo" (Hb 10,6) para el Hijo. Y el Hijo responde: "He aquí que yo vengo para hacer, oh Dios, tu voluntad". ¿Qué ha querido el Padre? Evidentemente el sacrificio del Hijo. Jesús, por tanto, obedece al Padre que quiere que él ofrezca su vida para nuestra salvación. Y continúa la Carta: "es precisamente por esa voluntad que nosotros hemos sido santificados, por medio de la ofrenda del cuerpo de Jesucristo, hecha de una vez y para siempre" (v.10).
----------La Carta a los Hebreos entiende la ofrenda que Cristo hace de su propio cuerpo como ofrenda cultual, sacrificial, victimal y expiatoria de sí mismo como sacerdote de la nueva Alianza. Este concepto se encuentra en la Primera Carta de san Juan, donde se dice que el Padre ha enviado a su Hijo como "víctima de expiación (ilasmós) por nuestros pecados" (1 Jn 4,10; 2,2), mientras san Pablo afirma que Dios ha propuesto a Cristo como "víctima expiatoria (propitiationem, ilasterion) en su sangre" (Rm 3,25).
----------Ya el profeta Isaías había hablado de un Siervo de Yahvé, que salva al pueblo ofreciéndose a sí mismo en expiación (cf. Is 53,10). De tal modo, encontramos en las propias palabras de Cristo que el celebrante pronuncia en el momento de la Consagración la declaración explícita hecha por Cristo en la Última Cena, al instituir la Eucaristía y por tanto el Rito de la Misa: "Esto es mi cuerpo".
----------2. Bajo la segunda modalidad, el esquema o modelo comercial, Jesús es presentado como un rico comprador o mercader (recuérdese la antífona gregoriana O mirabile commercium), que nos ha comprado o rescatado al precio de su sangre. El término redención, de re-d-emptio significa volver a comprar. Jesús como Dios nos ha adquirido al crearnos; y pagando al Padre la deuda de nuestros pecados, es decir, tomando sobre sí nuestros sufrimientos, nos ha adquirido por segunda vez.
----------Jesús mismo ha entendido la ofrenda de su vida al Padre como pago de un rescate. En Mt 20,28 encontramos el término lytron, que quiere decir rescate. Pablo afirma que en la sangre de Cristo tenemos el rescate, la apolitrosis, que san Jerónimo traduce como redemptio, la "remisión de los pecados" (cf. Col 1,14). La Carta a los Hebreos dice que la muerte de Cristo "ha intervenido para la redención (apolytrosis, redemptio) de las culpas" (Hb 9,15). San Pablo dice que Cristo nos ha comprado (agorazo, emo) "a caro precio" (timé, pretio magno). Hay que señalar que timé también quiere decir resarcimiento, compensación, satisfacción.
----------San Pedro (1 Pe 1,8) y el libro del Apocalipsis (Ap 5,9) dicen que hemos sido redimidos por la sangre de Cristo: por tanto, la sangre de Cristo ha sido como una suma de dinero con la cual Cristo ha pagado al Padre nuestras deudas. Cristo ha dado satisfacción al Padre, nos ha comprado para Él, ha pagado en nuestro lugar una deuda que nosotros no podíamos pagar, mereciendo así nuestra salvación.
----------3. Según la tercera modalidad, Jesús aparece como un hombre justo, generoso y desinteresado obrador de justicia y de paz, el cual, si bien inocente, acepta pasar por culpable cargándose la pena a nosotros debida por nuestros pecados. Los paga él, da satisfacción al Padre, repara por la ofensa que le han causado nuestros pecados y obtiene del Padre el perdón de nuestros pecados, reconciliándonos entre nosotros y con el Padre (Is 53; Rom 5,11; 2 Cor 5,18; Ef 2,14.16; Col 1,20).
----------4. Según la cuarta modalidad, Jesús es el fuerte conductor y libertador, que con el poder de la Cruz nos guía en la buena batalla contra el pecado, la carne, el mundo y Satanás (Ap 14,14-15; 19,11-16); 20,9), nos libra del poder del pecado, de la muerte del demonio y nos guía a la libertad y a la bienaventuranza (Rm 6,22; 8,21; 2 Cor 1,10; 1 Tes 1,10; 2 Tim 4,18; 1 Pe 1,18; Ap 1,5).
----------Ahora bien, el razonamiento de san Anselmo sigue fielmente el desarrollo de estas ideas. Sin embargo, es necesario observar que la Escritura nos presenta la obra de Cristo en una forma metafórica como si Dios fuera una persona humana ofendida, enojada y despojada de lo que le pertenece, por lo cual debe ser aplacado, resarcido y propiciado con ofrendas, pago de la deuda y una obra de satisfacción.
----------Santo Tomás de Aquino, en la Summa Theologiae, resume todos los aspectos de la pasión redentora de Cristo en esta admirable síntesis: "La pasión de Cristo, en cuanto está relacionada con su divinidad, actúa por modo de eficiencia; en cuanto en cambio está relacionada con la voluntad del alma de Cristo, actúa a modo de mérito; en cambio, según que es considerada en la misma carne de Cristo, actúa a modo de satisfacción, en cuanto que por ella somos liberados del reato de la pena; en cambio a modo de redención, en cuanto que por ella somos liberados de la esclavitud de la culpa; a modo en cambio de sacrificio, en cuanto que por ella somos reconciliados con Dios" (Sum.Theol., III, q.48, a.6, 3m).
----------Ahora bien, todo esto que he expuesto resumidamente, debe ser aceptado por el fiel, porque entra en el dogma de la redención, pero debe ser entendido rectamente para no hacer de Dios un pobre hombre como nosotros, maltratado por nosotros, y hacer de nosotros personas magnánimas, capaces de actuar sobre Dios, apaciguarlo, cambiarlo o como si l pudiéramos dar algo que le faltara.
----------Por tanto, queriendo expresar en sentido propio la obra de Cristo, en el respeto por la infinita dignidad de Dios y teniendo en cuenta los límites del poder del hombre, debemos decir que Cristo no ha cambiado nada en Dios, no lo ha resarcido, no le ha dado nada que ya no tuviera, no ha pagado una deuda, no le ha dado satisfacción, como si Dios fuera un acreedor o un maltratado como pudiéramos ser nosotros. Sino que la obra de Cristo es para beneficio del hombre, es para el bien del hombre. En realidad, Dios podría muy bien vivir sin nosotros. El pecado no lo ha privado de nada, sino que solo ha perjudicado al hombre.
----------Por tanto, Cristo es propiamente Salvador y Liberador del hombre y esto como Sumo Sacerdote de la Nueva Alianza en su sangre; y los títulos de redentor, satisfactor, expiador, son, sí, verdaderos, irrenunciables y dogmáticos, porque se fundan en la Palabra de Dios, pero son secundarios y metafóricos.
----------Lo que Cristo sustancial y propiamente ha hecho es haber sido Sacerdote, es decir, Mediador de paz entre Dios y hombre, Mediador perfecto porque siendo hombre-Dios, eleva al hombre a Dios y atrae de Dios sobre el hombre la divina misericordia, ofreciéndose a sí mismo en el altar de la cruz como víctima de expiación, y ofrece en la Última Cena su propio cuerpo y su propia sangre en alimento de la vida eterna.
----------Por lo tanto, lo que nuestro Señor Jesucristo ha hecho propiamente es haber dado de tal modo gloria a Dios y haber obedecido a Dios haciendo resurgir al hombre de la muerte a la vida; lo que ha hecho es haberle enseñado el camino de la verdad y de la salvación; lo que ha hecho es haberlo convertido de injusto en justo, haberle dado la gracia del perdón, haberlo purificado y liberado del pecado, del sufrimiento y de la esclavitud de Satanás, haberlo reconciliado con Dios y haberlo conducido al paraíso del cielo.
----------Esto es lo que propiamente Cristo ha hecho, y que, sin embargo, es expresado por el dogma recurriendo a los arriba mencionados cuatro modelos o esquemas metafóricos, que sin embargo deben ser venerados y usados ​​como Palabra de Dios, pero rectamente entendidos en el sentido que he dicho, para no resolver o reducir la obra divina de la salvación en una especie de contratación comercial o de negociación o de arreglo jurídico, como podría ocurrir entre dos personas humanas cualesquiera.
----------Pues bien, una vez aclarados estos puntos, podemos ahora abordar la tarea de interpretar la respuesta que en 2015 el entonces Papa emérito, Benedicto XVI, ofreció a la citada pregunta formulada por el padre Jean Servais en la entrevista. Cosa que haremos en la nota de mañana.

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