miércoles, 26 de abril de 2023

Los nuevos falsos profetas (2/2)

Las doctrinas del "monje" laico Enzo Bianchi, al menos las que resultan de la conferencia aquí analizada, nos dan la medida de la sordidez, del desfallecimiento y de la impresionante decadencia del pensamiento católico en una temática tan importante como es la del dolor, la del mal, la de la enfermedad y la de la muerte, al haber descendido a un nivel de tal bajeza, donde nada queda de cristiano, sino un vago filantropismo, que en nada se distingue del punto de vista masónico o de la concepción iluminista. [En la imagen: vista parcial de los tres grandes paneles pictóricos, obra de la década de 1940 del artista chileno Carlos Valdés Mujica, realizada para la Capilla del Hospital Central de Mendoza, y ubicados en su presbiterio].

El sufrimiento
   
----------Dice Bianchi: "El cristianismo siempre ha combatido el sufrimiento, considerándolo un camino redentor y meritorio. Si la ética cristiana pide que la muerte no sea eliminada, ni negada, no es por una asunción del dolor ni en vista de la 'redención'. La enfermedad era para nuestra salvación, era redentora, por eso era necesario ofrecerla a Dios. La enfermedad, el sufrimiento, no sirve para nuestra redención. De hecho, podemos decir que el dolor no tiene sentido. El sufrimiento no es grato a Dios, de lo contrario sería sádico".
----------Respuesta. Respecto a esta declaración del monje Enzo Bianchi, hay que decir que el sufrimiento es ciertamente un mal que, como tal, debe ser eliminado o al menos aliviado, paliado. Por lo tanto, los alivios al sufrimiento, los sedantes, los calmantes, realizan una función positiva. Sin embargo, ellos deben eliminar la causa del dolor, pero no deben destruir las fuerzas sanas. Si el sufrimiento no puede ser quitado, entonces debe ser soportado. Incluso si el sufrimiento es insoportable, no debe ser mitigado o eliminado causando la muerte del paciente. Sin embargo, el sufrimiento puede ser bueno, por lo tanto expiatorio y redentor.
----------Es totalmente cierto que a Dios no le agrada ni quiere el sufrimiento como tal. Sin embargo, a Dios sí le agrada o quiere el sufrimiento redentor. El sufrimiento redentor es el sufrimiento de Cristo, que se ofrece como víctima de expiación o de reparación al Padre para la remisión de nuestros pecados. Por lo tanto, el sufrimiento redentor es un gran bien, que satisface o compensa al Padre por el pecado, purifica y expía las culpas, y prepara para la anulación del sufrimiento en la vida futura.
   
La conciencia
   
----------Dice Enzo Bianchi: "La conciencia no es nunca una voz que nos recuerda una ley que ya ha sido hecha. Es necesario reconocer la conciencia como instancia fundamental de la elección, en la vida y frente a la muerte. La conciencia dice a cada uno de nosotros, hombre o mujer, creyente o no creyente en Dios: 'Sé como eres', 'Haz conforme a aquello que tú eres' ".
----------Respuesta. No es ese el concepto de conciencia que nos enseña el Magisterio de la Iglesia y, en concreto, no es el que nos es enseñado por el Concilio Vaticano II, el cual en cambio dice: "en lo más profundo de su conciencia descubre el hombre la existencia de una ley que él no se dicta a sí mismo, pero a la cual debe obedecer, y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, advirtiéndole que debe amar y practicar el bien y que debe evitar el mal: haz esto, evita aquello. Porque el hombre tiene una ley escrita por Dios en su corazón, en cuya obediencia consiste la dignidad humana y por la cual será juzgado personalmente. La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquélla" (Gaudium et Spes, n.16).
----------En estas breves líneas, el Concilio Vaticano II recuerda tres veces la ley divina como aquella ley que encontramos en nuestra conciencia, con la cual ley estamos vinculados, a la cual debemos obedecer, y en relación a la cual debemos y deberemos responder ante Dios por nuestra comportamiento.
----------Pero de todas estas enseñanza no hay en Bianchi ni una palabra, de hecho, más bien hay todo lo contrario, porque se desprende claramente que el punto de referencia y la regla de la conciencia para él no es Dios, sino el hombre mismo ("haz conforme con lo que eres"). Bianchi habla como un perfecto ateo.
   
La sedación del dolor
   
----------Dice Bianchi: "El cuidado global de la persona contribuye a 'une morte apaisée', a un 'morir lo mejor que se pueda'. Es necesario practicar la sedación profunda y continua, hasta la muerte; de hecho, es necesario evitar todo sufrimiento. Los cuidados paliativos son un deber absoluto, porque el morir forma parte de la vida y debe ser suavizado para hacer la muerte más serena y aceptable".
----------Respuesta. El cuidado de la salud, y en concreto, el tratamiento del enfermo en grave estado, debe hacer vivir tanto como sea posible, no debe nunca hacer morir. Debe acompañar al paciente hasta la muerte, calmar el dolor tanto como sea posible. Pero el hecho es que no tenemos medicamentos que sean capaces de eliminar totalmente todas las formas de dolor, sin comprometer o suprimir la vida del paciente. Por otra parte, un producto que elimine el dolor matando al paciente, no es un fármaco, ni un sedante, sino un veneno, incluso si es usado con el pretexto de la sedación del dolor. El dolor ciertamente es un mal, pero es un mal peor suprimir la vida. No se puede suprimir un mal (el dolor) provocando un mal mayor (el asesinato del paciente).
----------Por otra parte, es necesario evitar la obstinación terapéutica, consistente en el mantener en vida al paciente con medios técnicos, de manera tal que las funciones vitales ya no surjan de los propios recursos del sujeto, sino que son inducidas mecánicamente desde el exterior, tal como es causado el movimiento de una máquina. Por lo tanto, el paciente está prácticamente muerto.
----------Sus movimientos dependen exclusivamente de la acción o alimentación mecánica proveniente desde afuera, de manera que, al suspender esta acción, cesan los movimientos del sujeto, pero no en el sentido de que su vida se extingue, sino en cuanto que el sujeto demuestra estar ya muerto y que en precedencia solo tenía una vida aparente, como la de un robot, que aparenta ser un viviente y en cambio es una máquina.
----------Sin embargo, la suspensión de la alimentación o estimulación, solamente está justificada cuando se está seguro de que el organismo del paciente ha perdido todas sus energías propias, lo que sólo sería la señal de que el enfermo ya no está en vida, y por tanto autorizaría la suspensión del tratamiento, que en este punto ya no tendría ningún sentido. Hace algunas décadas atrás, hubo en Italia un caso famoso, pero ciertamente no es el único. Eluana Englaro​ fue una mujer que estuvo en estado vegetativo debido a un accidente de tránsito desde el 18 de enero de 1992 hasta la fecha de su muerte. En febrero de 2009 fue llevada a un hospital privado de Údine, donde un equipo médico (constituido solo por voluntarios) la asistiría mientras permaneciese en él. Fue entonces que el 6 de febrero de 2009, Silvio Berlusconi redactó un decreto que pretendía obligar a continuar con el tratamiento de Eluana, pero el presidente italiano, Giorgio Napolitano, rehusó firmarlo, impidiendo que entrase en vigor. Finalmente Eluana murió a las 19:35 del 9 de febrero de 2009.
----------De todo lo que hemos venido considerando líneas arriba, se comprende el error cometido por los médicos de Eluana Englaro, que suspendieron la alimentación a un organismo todavía capaz de alimentarse por sí mismo y, por lo tanto, hay que decir que prácticamente la mataron. El trasfondo ideológico de una intervención de ese tipo no ha sido el deseo de no hacer sufrir a la pobre Eluana, porque ella no sufría, sino que ha sido una concepción materialista de la vida, según la cual un sujeto humano impedido o incapaz de comprender y de querer no es "persona" y por lo tanto no merece que lo dejen vivir.
----------Se entiente entonces a qué terribles consecuencias se podría llegar si este horrendo principio fuera aplicado, además de a los embriones y a los fetos, como ya se hace a enorme escala, también a otras vastas categorías de personas, como por ejemplo los recién nacidos, los niños, las personas en coma, los ancianos y los dementes o a aquellos que, en base a criterios equivocados, serían juzgados dementes o no son considerados seres humanos. ¡Al infierno con la misericordia!
----------Indudablemente existen situaciones, en las cuales el paciente ya no es capaz de soportar el dolor, por lo cual preferiría morir, antes que seguir con tanto sufrimiento. Y por otra parte, sucede que un familiar que lo asiste impotente, desconsolado a la vista de tanto dolor del familiar amado, y movido en cierto modo por la compasión, preferiría verlo muerto antes que verlo sufrir tanto.
----------Y, sin embargo, la persona razonable, incluso la persona no creyente, sabe que no es lícito procurarse o procurar la muerte para hacer cesar o evitar el dolor, por grande que el dolor sea. Pero es necesario comprender, excusar y tener compasión de aquellos desdichados, los cuales, abrumados por el dolor y por la angustia, víctimas tal vez de estados depresivos, sin ver un futuro que no sea un empeoramiento de la situación, pierden la cabeza y se suicidan, sobre todo si son personas carentes de una formación cristiana, que les hubiera podido ayudar a resignarse, a soportar la desgracia y a esperar la ayuda divina.
----------La tentación del suicidio con motivo de la intensidad del sufrimiento, puede darse también en los Santos, como le sucedió a santa Teresa del Niño Jesús, quien en los últimos días de su enfermedad, pidió que le quitaran de la mesita de noche cierto fármaco, para para no ser inducida a la tentación. Pero Dios, invocado con confianza, no deja de dar la fuerza para la soportación, como es demostrado por una infinidad de ejemplos de personas piadosas que se han encomendado a Él.
----------El médico -aunque la ley civil lo permitiera- no debe satisfacer en conciencia al paciente que solicita la eutanasia o la llamada "sedación profunda" o la "muerte digna", que son expresiones hipócritas para ocultar el delito, así como no puede satisfacerlo si le pide un veneno y tiene que hacer como el enfermero o el bombero, que interviene para contener a aquel que está a punto de tirarse desde el tejado de una casa.
----------Al enfermo que sufre, en ausencia de otras personas, el médico debe saber decir, si es capaz de ello, una buena palabra de consuelo o de confortación o de esperanza, no necesariamente basada en la fe cristiana, sino simplemente una palabra de carácter humanitario, si el enfermo no es un delirante o un ateo blasfemador y en plena ira contra Dios o contra el destino, en cuyo caso sólo es posible rezar, sin que por ello se le satisfaga en sus deseos dementes, aunque de algún modo comprensibles.
----------La buena muerte no es la eutanasia, sino el morir en la paz de la conciencia, no obstante los sufrimientos, serenamente soportados en pleno abandono en las manos de Dios, uniéndonos al sacrificio de Cristo, perdonando a los que nos han ofendido, confiando en que Dios tendrá en cuenta nuestras buenas obras, perdonará nuestros pecados y nos acogerá en el paraíso del cielo.
----------Entre otras cosas, es comprensible cuánto estas descaminadas ideas del monje laico Enzo Bianchi sobre la "sedación profunda" y, sobre todo, sus presupuestos ideológicos inhumanas y anticristianos, pueden favorecer la práctica del suicidio, sin esperar a ir al hospital para hacerse la eutanasia, como por lo demás ya está sucediendo, por ejemplo, en personas que son impresionables o no son capaces de tratarse debidamente ni de cuidar de sí mismas, que por ejemplo se han enterado de sufrir cáncer.
----------Indudablemente, es necesario que en tales casos, el samaritano, es decir, el asistente del enfermo o el médico, sepan sabiamente encontrar y adaptar las palabras a la concreta situación psicológica del enfermo, para no provocar reacciones contraproducentes. Si el enfermo es creyente, ¡claro que no a la Bianchi!, sino según el Evangelio, aceptará voluntariamente la llamada a la amabilidad de la Cruz.
----------Pero si el caso es que el enfermo en tal estado límite no fuera creyente, sería necesario tener cuidado y prestar atención a no escandalizarlo, porque el amor cristiano por el sufrimiento podría ser confundido con el masoquismo. Bianchi, en cambio, se equivoca al considerar "dolorismo" la concepción redentora cristiana del sufrimiento. En todo caso, el dolorismo que hay que rechazar es el de monseñor Bruno Forte y el de Karl Rahner, quienes admiten el sufrimiento en la naturaleza divina.
----------En este sentido, nos damos cuenta de lo preciosa y útil que es, allí donde sea posible o sea concedida, la proximidad al lecho del enfermo, sobre todo si se trata de creyente, de personas piadosas o de un sacerdote bien, siempre que sean personas bien preparadas. La seducción que hoy ejerce sobre muchos la perspectiva de la eutanasia es inversamente proporcional al declive de la pastoral sacerdotal, la cual debería ser una de las principales tareas del ministerio sacerdotal, sobre todo del párroco entre el rebaño a su cuidado, y, más en su raíz o fundamentalmente, esta situación se resiente de la decadencia de la visión cristiana de la vida, bajo el influjo de una concepción mundana y secularista, olvida el fin ultraterreno de la vida presente, así como la necesidad y el deber de orientar hacia él toda la vida terrena.
----------La citada conferencia de Enzo Bianchi, personaje que ha tenido gran éxito durante años en el mundo católico, nos da la medida de la sordidez, del desfallecimiento y de la impresionante decadencia del pensamiento católico en una temática tan importante como la del dolor, la del mal y la de la muerte, al haber descendido a un nivel de tal bajeza, donde nada queda de cristiano, sino un vago filantropismo, que en nada se distingue del punto de vista masónico o de la concepción iluminista. En Bianchi estamos ante un cristianismo corrompido y moribundo, para el que precisamente sería deseable practicar la eutanasia, para liberar a las almas de este alimento en descomposición y venenoso, y abrirlas al respeto de la dignidad humana.
----------Ciertamente, si un día debiera encontrarme en el hospital, al final de mi vida, que ya está llegando a su término, me preocuparía bien de no llamar a mi lado a un sacerdote según el modelo del "monje" Enzo Bianchi y, pudiéndolo hacer, recurriría a un verdadero sacerdote, que perdonara mis pecados, me confortara con los Sacramentos y la Palabra de Dios, para abrirme el camino a la vida eterna.
----------Y para poner punto final a este artículo, dos últimas anotaciones. Primero, la recomendación de volver a leer la Carta Samaritanus bonusde 2020, sobre el cuidado de las personas en las fases críticas y terminales de la vida, del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, que detalla e ilumina sabiamente los temas a los que me he referido en este artículo. Segundo, el pedirle al lector una oración por todos aquellos beneméritos sacerdotes, religiosos y laicos que, formando parte o no del Equipo Arquidiocesano de Pastoral de la Salud, en Mendoza, procuran conformar sus vidas a imagen del samaritano de la parábola de Nuestro Señor. 

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