Para Rahner, de la muerte de Cristo brota la vida, pero no en cuanto muerte expiatoria, porque para Rahner el dogma de la "expiatio vicaria" de Cristo es un mito superado, sino porque en la muerte misma existe la vida y la vida viene de la muerte. En definitiva, tal como Rahner entiende la pasión y muerte de Jesús, estamos ante otro mito y esta vez absurdo y blasfemo. [En la imagen: fragmento de "Ecce Homo", óleo sobre tabla de 1612, obra de Pedro Pablo Rubens, conservado y expuesto en el Museo Estatal Hermitage, San Petersburgo, Rusia].
Ex morte vita: la concepción hegeliana de la victoria de la vida sobre la muerte
----------Hegel tiene algunas páginas de la Fenomenología del Espíritu (Fondo de Cultura Económica, México 1971, pp.23-25) de extraordinaria concentración y densidad, donde el filósofo nos expresa en unas pocas líneas de poderosa expresividad y sugestiva profundidad su manera de entender la esencia y la acción del "Espíritu", noción fundamental de la filosofía hegeliana, en mi opinión la noción central, la noción cardinal, entendida la cual, nosotros estamos en posesión, me atrevo a decir, del secreto del sistema de Hegel.
----------¿Qué entiende Hegel por Espíritu? Indudablemente para él el Espíritu infinito, eterno y absoluto es Dios. Lo dice varias veces expressis verbis en sus obras. Y eso le hace ciertamente honor, hay que reconocerlo. De tal modo, Hegel dice que el Espíritu es el Absoluto, es el Sujeto, es la Idea, es el Concepto, es el Pensamiento, es la Razón, es el Devenir, es la Historia, es Dios.
----------Pero he aquí que inmediatamente sobrevienen los problemas, porque, según el modo de ver de Hegel, el Espíritu es "dialéctico". O, como dice Hegel, el Espíritu es "silogismo". No es un puro sí, sino que es sí y no. No es el "ipsum Esse per se subsistens" de santo Tomás de Aquino, perfecta interpretación del pasaje de Ex 3,14 y del "Yo Soy" pronunciado repetidamente por Cristo.
----------No. Sino que es el ser-no-ser lo que para Hegel sería el Devenir. Además, Hegel tiene esa famosa frase célebre, extremadamente indicativa de su teología y de su espiritualismo: "Dios no sería Dios sin el mundo". Por consiguiente, para Hegel Dios también está conectado con la materia. Por lo tanto, también la corporeidad y la materia, con todas sus adversidades, vicisitudes, peripecias, desgracias, conflictos, fracasos, sufrimiento, mal, muerte, pertenecen a Dios.
----------Dios es un Dios-en-el-mundo, inmanente al mundo. Dios no está en el cielo sino en la tierra. He aquí por qué, para él, el Espíritu es Devenir, porque el mundo está evidentemente en devenir, cambio, historia, alternancia de vida y muerte. Por tanto, el Espíritu de Hegel no es pura Vida, sino vida-muerte-vida. He aquí por qué el Espíritu es para él el "espíritu del mundo", mientras que bien sabemos lo que es para san Pablo el espíritu del mundo: es el demonio, aquel que Cristo llama "príncipe del mundo". Y estamos en el punto decisivo: no queda más que concluir que Hegel en el concepto del Espíritu, confunde a Dios con Satanás.
----------Además, Dios para Hegel es, de hecho como para santo Tomás de Aquino, identidad del ser y del conocer, y, como para Aristóteles, autoconciencia ("nóesis noéseos"); pero el problema es que Hegel concibe en tal modo no sólo el ser divino, sino también el ser como tal, cayendo en el panteísmo.
----------Hegel no cree en un puro Espíritu inmutable, separado de la materia. En esto, si se estuviera refiriendo sólo al espíritu humano, podríamos estar de acuerdo; pero el hecho es que él no concibe el espíritu si no conexo a la materia y al final su propio idealismo gnoseológico ("el ser es el ser pensado") se convierte en materialismo, ya que el ser es también ser material: y si el pensamiento coincide con el ser, acabará por coincidir con la materia. Recordemos que Marx no es más que un Hegel invertido, como afirmó el mismo Marx.
----------Por tanto, para comprender qué es y cómo actúa el Espíritu según Hegel, es necesario saber manejar la dialéctica del sí y del no y tener presente que la identidad del Ser con el Pensamiento no concierne sólo a Dios sino también al ser como tal. De ahí su panteísmo. En el pasaje que citaremos a continuación, Hegel nos dice cómo ve al Espíritu, fundado en el Intelecto y basado en la Negación. En medio de profundas intuiciones, no faltan siniestros destellos, que nos hacen comprender o vislumbrar que Hegel mezcla trágicamente lo divino con lo diabólico, el dios Odín con el Dios cristiano:
----------"Que lo accidental ut sic, separado del propio ámbito, que lo que está ligado a la vez que real sólo en su conexión con otro, adquiera su propia esencia determinada y una libertad distinta, todo esto es el inmenso poder de lo negativo; es la energía del pensar, del puro Yo. La muerte, si así queremos llamar a esa irrealidad, es lo más terrible; y para retener el mortuum, esto es lo que requiere la máxima fuerza. La belleza sin fuerza odia el intelecto, porque le atribuye tareas que ella no es capaz de realizar. Pero no esa vida a la que la muerte horroriza, y la destrucción evita, sino aquella que soporta la muerte y en ella se mantiene, es la vida del espíritu. Obtiene su verdad a condición de que se rencuentre en una absoluta devastación. Eso es este poder, pero no del mismo modo que lo positivo que ignora y no se preocupa de lo negativo, como cuando decimos de algo que es nada o que es falso, para pasar muy de prisa inmediatamente a otra cosa; por el contrario, el espíritu es esta fuerza sólo porque sabe mirar de frente a lo negativo y afirmarse junto a él. Esta permanencia y afirmarse es la mágica fuerza que convierte lo negativo en el ser" (op.cit., p.24).
----------Por cuanto respecta al significado del término "negación", es necesario que nos entendamos. Negar en general quiere decir quitar o anular algo positivo presupuesto. Pero el espíritu puede hacer esto de tres maneras: ya sea, 1) en un sentido lógico-dialéctico, a través del juicio negativo; y esta es una negación constructiva, necesaria para la ciencia, por lo cual aquí afirmación y negación son un pareja inseparable; o bien, 2) con un acto físico destructivo o corruptor, por lo cual hablamos de acciones negativas o influencias negativas; o finalmente, 3) con un acto moral de desobediencia o de rebelión.
----------Hegel, que notoriamente reduce toda la realidad a la lógica, extiende la forma dialéctica de afirmación-negación a toda la realidad. De ahí la extensión de la dualidad de los opuestos en el horizonte del mismo Absoluto, por lo cual en Dios hay ser y no-ser, en Dios existe lo verdadero y lo falso, el sí y el no, el bien y el mal y, en lo que respecta a nuestro tema, la vida y la muerte.
----------Hegel tiene sin duda la percepción de lo que es el espíritu, vinculándolo francamente al intelecto, al pensamiento, a la conciencia, a la persona, a la ciencia, a la libertad, a lo eterno, a lo universal, en su dominio sobre el espacio-tiempo. Sin embargo, la pregunta perturbadora que surge frente a este "espíritu", es la siguiente: ¿cuál es la relación de este espíritu con el bien y con el mal?
----------El gran problema del espiritualismo hegeliano, no obstante su gusto por la oposición, es que él nunca distingue el espíritu bueno del espíritu malo, sino que el espíritu parece ser a un mismo tiempo tanto bueno como malo. Nunca habla de un Espíritu Santo, incluso cuando habla de la Trinidad.
----------Esto inevitablemente se refleja en la relación vida-muerte. En realidad, para la fe cristiana existe un espíritu de la vida, que es el Espíritu de Dios, Dominum et vivificantem, y un espíritu mortífero, que el Evangelio llama "espíritu impuro", que es el demonio, aquel que, como Cristo dice, es "homicida desde el principio". Ahora bien, una exaltación de lo "negativo", un espíritu que "se afirma o mora en la muerte", un espíritu que recaba la vida de la muerte, ¿qué espíritu puede ser sino un espíritu diabólico?
----------Es evidente aquí el principio según el cual la vida vive en la muerte y la muerte vive en la vida. La vida no debe huir de la muerte, sino que debe estar con ella. Sólo así llega a vencerla haciendo que la muerte produzca la vida. Por consiguiente para Hegel no es la vida la que produce la vida negando la muerte, sino que es la muerte la que produce la vida desde la negación de la vida, negándose a sí misma.
----------En Hegel no encontramos las palabras del himno pascual. "Vita et mors mirando conflixere duello", porque en definitiva, vida y muerte, sin dejar de litigar, coexisten en la síntesis dialéctica, que no quita el conflicto, sino que lo supera y lo cubre, como la gracia luterana, que no quita el pecado, sino que lo subyuga. De ahí una legalización, más aún, una divinización, de la muerte.
----------Para Hegel, entonces, incluso la muerte quiere su parte en el concepto del Espíritu y de la divinidad. De aquí viene el ser-para-la-muerte heideggeriano, del cual brotan el ser auténtico y la vida (lo "incondicionado" y lo "insuperable"). De aquí viene para Rahner la muerte de Cristo, de la que brota la vida no en cuanto muerte expiatoria, un mito superado, sino porque en la muerte misma existe la vida y la vida viene de la muerte. ¿Pero no estamos ante otro mito y esta vez absurdo y blasfemo?
En la mitología germánica el conflicto en lugar de la expiación
----------La religión romana ciertamente prevé a Marte como dios de la guerra y a otros genios maléficos. Pero la divinidad suprema, Júpiter, el Padre de los dioses y de Minerva, es sabio, pacífico, justo y providente, aunque no deja de fulminar a los malvados con su rayo. En cambio, la divinidad germánica, cualquiera que sea, es concebida sobre el modelo de la lucha, de la agresividad y de la violencia. Es una divinidad siempre airada, implacable y siempre en guerra con alguien, ávida de posesión, de poder y de conquista.
----------Al Germano antiguo le falta el sentido tan vivo en la romanidad de la lex naturae, del jus gentium. En nombre de una libertad desenfrenada y subjetivista, le falta el sentido y el concepto de peccatum, del scelus y del crimen. En tales condiciones morales y sociales, es difícil imaginar cómo podría haber sido la convivencia entre los antiguos Germanos, aún cuando Tácito no los despreciaba.
----------Sin embargo, el hecho es que los propios Romanos nunca lograron someter a su pleno dominio a los pueblos Germanos. Solo en el siglo VIII comenzó la cristianización de Germania, cuando por el contrario, los países latinos ya eran cristianos a partir del siglo IV. Sólo los evangelizadores cristianos, con su caridad y su discernimiento, lograron comprender la peculiaridad y el lado bueno del alma alemana, sobre la base de lo cual fue posible construir la fe. Pero a los Alemanes siempre les ha resultado muy difícil asimilar el derecho romano, que la Iglesia también ha utilizado en el Derecho canónico. De esto da prueba la Reforma luterana. Permanece, gracias a Dios, la Sagrada Escritura como elemento de diálogo.
----------Sin embargo, en los antiguos Germanos faltaba el sentido de culpa y por lo tanto la necesidad de aplacar a la divinidad con sacrificios, porque la divinidad siempre está en polémica y controversia con el hombre, y los hombres están siempre en controversia con la divinidad. Después de todo, robar, oprimir, violentar y matar no constituyen una culpa para la religiosidad Germana, sino signo de libertad y de poder divino. La "voluntad de poder" nietzscheana y la "muerte de Dios", no son más que resurrección de la antigua ética de los Germanos. Por entonces la blasfemia equivalía a hacer teología y la magia se confundía con la religión.
----------En cuanto a la muerte, en la mitología germánica no hay necesidad de que se le asigne una función expiatoria, porque ella es principio de vida por su cuenta, sin necesidad de recurrir a sacrificios expiatorios. Después de todo, no hay nada que expiar, porque el perdón no existe, sino que sólo existe la venganza, o bien el perdón está asegurado incluso para aquellos que no se arrepienten.
----------Es necesario tener presente que el dios germánico nunca tiene paz, nunca descansa, es un héroe desventurado y tiene un destino trágico y grandioso. No es inmortal, sino que muere y resurge. No es inmutable, sino que se transforma. No trae paz, sino que suscita conflictos. No tiene el sentido de la universalidad, sino que siempre se pone del lado de alguno. Cuando le conviene, prefiere la mentira a la verdad. "Genio y libertino", según el conocido lema referido al romanticismo alemán.
----------El dios principal, Odín (Wotan), de hecho, no es el Dios de la vida y de la paz según el ideal de la pax romana. Sino que es un dios orientado a la vez a la vida y a la muerte, que quiere la vida y la muerte, un dios que conjuga el odio y el amor, un dios que une en sí la vida y la muerte.
----------La figura de Odín, en el Gran Diccionario Enciclopédico (Turín 1959) se describe así: "Odín es el principal dios celestial, armado con lanza. Se sirve de su sabiduría, astucia y poder sobre todo el universo para bien y para mal. Es el iniciador de la civilización humana, el inspirador del progreso, el creador de la tierra y de la primera pareja humana, es el dios de la guerra y de la muerte, espíritu inquieto y ávido de aventuras, violador de mujeres e inescrutable distribuidor de lutos y dolores. Su esposa es Frigg, con quien vive en Walhalla, la morada de los dioses, y con quien perecerá en la grandiosa catástrofe final, devorado por el lobo Fenrir".
----------En la Enciclopedia Católica, acerca de la religión de los Germanos, Odín es originariamente de carácter demoníaco, conductor en las noches tormentosas de la caza salvaje, es decir, de la hueste de las almas que él luego reconduce al seno de las montañas, más tarde perdió este carácter y asumió los atributos de un dios celestial, señor de la guerra y de la victoria, pero también de la vida espiritual y de la civilización.
----------Odín es padre universal y supremo ordenador del mundo, soberano del arte mágico e inventor de las runas, las primeras escrituras grabadas en altos estilos de piedra (los nazis tenían gran estima por estos escritos misteriosos, aún hoy observables en lugares deshabitados, creyendo supersticiosamente que contenían la profecía de la grandeza de Germania), tomadas del alfabeto latino y usadas como signos con fines adivinatorios. Como señor de la guerra, él trona en el maravilloso Walhalla, lugar feliz donde se reúnen los muertos en batalla, que continúan sus actividades guerreras realizadas en la tierra en medio de fastuosos banquetes, aclamados por las walkyrias, esclavas de Odín, vírgenes guerreras provistas de armadura y armas, que cabalgan en el cielo y eligen a los predestinados para sucumbir en el combate para conducirlos al Walhalla. Morir muerto combatiendo es el ideal de felicidad del antiguo Germano que merece su estancia en el Walhalla.
----------Pero para la religión germana también existía el lugar subterráneo de los muertos, gobernado por Hel, la diosa de la muerte. Pero aquí eran destinados los ancianos que morían de muerte natural, una muerte despreciable no digna del Walhalla. De Hel proviene el término alemán Hölle y el inglés hell, para designar el infierno. Solo los muertos en guerra son salvados del infierno.
----------A Odín se le atribuye una actividad creadora y la formación de la primera pareja humana, no en el sentido de creación de la nada porque se supone la existencia ab aeterno de la materia y de los dioses (véase al respecto, "el crepúsculo de los dioses", con música de Richard Wagner). El fin del mundo es concebido como trágico tanto para los hombres como para los dioses y una resurrección feliz descrita en la colección de poemas del Edda se debe a una influencia cristiana.
----------Ahora bien, semejante visión de la divinidad, como es la divinidad germana, señora de la muerte y de la guerra y con final trágico, sólo puede conducir a una visión dolorosa y lúgubre de la vida, siempre bajo el signo de la muerte. Una divinidad basada en el conflicto, en la violencia, en la rapiña y en la guerra, sólo puede generar un estilo de vida tendiente al crimen, al homicidio y al suicidio, hacia una vida amiga de la muerte, o dirigida a la muerte ("ser-para-la-muerte", sein zum Tode). La vida humana, así, cae bajo el horizonte freudiano del "instinto o pulsión de muerte" y vienen a la mente las palabras del libro de la Sabiduría (Sab 1,24): "Los malvados invocan la muerte sobre sí mismos con gestos y con palabras; considerándola amiga, se consumen por ella y concluyen alianza con ella, porque son dignos de pertenecerle".
----------El lema heideggeriano no es el lema franciscano "hermano, acuérdate que debes morir", porque debes dar cuenta de tus obras a Dios, no es un recordatorio del valor expiatorio de la muerte, sino una espera de la muerte como "momento de la plenitud definitiva de la libertad", como si la muerte fuera productiva, no por ser la muerte expiatoria de Cristo, sino simplemente en cuanto muerte.
----------De ahí proviene también el dicho de la masonería: "no hay vida sin muerte ni muerte sin vida". Y de aquí viene la falsa concepción de la muerte que Rahner atribuye al cristianismo y en particular a la muerte de nuestro Señor Jesucristo. Ella no es de matriz bíblica, sino hegeliana. De hecho Hegel traduce bien en términos dialécticos la teomaquia propia de la antigua religión germánica hecha de dioses crueles, semejantes a demonios sedientos de muerte y destrucción, en base a la falsísima idea de que no es la vida sino la muerte la que engendra la vida, al igual que para Hegel lo "negativo" produce lo "positivo".
----------Así, Rahner ha asumido directamente de Heidegger el concepto de la muerte, que Heidegger, a su vez ha tomado de Hegel, en las raíces de cuyo pensamiento es posible rastrear los temas de la antigua bélica mitología germánica. Por tanto, aquello que dice Rahner sobre el significado de la muerte de Cristo no se deriva de la Sagrada Escritura, ni tiene ninguna referencia ni siquiera a la religión natural reflejada por la antigua Roma, sino que refleja en su raíz la turbulenta y trágica teomaquia del antiguo paganismo germánico, el "crepúsculo de los dioses", musicalizado por el fascinante genio de Richard Wagner.
----------Es interesante cómo el sistema de Hegel ha sido designado como "pantragismo": que se describe por el hecho de que la diferencia retorna siempre, la diferencia repite toda identidad; por lo cual, Hegel es la esperanza de lo que nunca comienza ni termina, porque todo comienza a cada instante, y en ese sentido, es el eterno retorno del espíritu que vuelve a sí mismo. Y de hecho en Hegel, no obstante su celebración de la vida, no existe un verdadero triunfo de la vida sobre la muerte. Sino que la vida y la muerte están en pie de igualdad y se reclaman la una a la otra. No existe una verdadera vida eterna, libre de la muerte. Su enfoque dialéctico de si-no, hace que lo Eterno para él no sea pura vida, sino vida-muerte. El hecho de que en Rahner la muerte sea vista como afirmación de la vida es ciertamente una huella de esta visión mortífera hegeliana.
Estimado Padre, acabo de leer hoy el último de sus artículos sobre esta serie acerca del sacrificio de Jesús. He leído la serie completa.
ResponderEliminarSon palabras muy simples pero también muy importantes las que ha dicho.
Se necesitaría difundirlas a todos.
Nos ha recordado lo que es la misa y la verdadera naturaleza de Dios que solo podemos entender por analogía porque, como dice santo Tomás, son más las cosas que nos separan de Dios que las que nos unen. Como acertadamente ha recordado, en Dios no hay pasión y la imagen errónea que muchos tienen cuando se refieren a Él como un Padre distante, irascible, colérico pero también solo bueno y siempre dispuesto a aceptar todo y a todos porque nos acoge siempre, es equivocadísima. Por eso, las metáforas salvíficas tienen un significado que no debe ser malinterpretado. Es precisamente porque Dios nos quiere bien, que nos pide también colaborar en su justicia.
No estamos en absoluto seguros de tener ya un lugar en el Paraíso del Cielo. No estamos todos ya salvados como doctos teólogos han dicho y dicen o dejan entender. La misericordia de Dios no está desligada del sacramento de la Reconciliación, el cual no es una simple "cuestión psicológica" como he oído decir, sino un gesto simplicísimo que a Dios le basta si se hace con sinceridad como bien dijo Manzoni en el Innominado.
Uno sólo puede conmoverse ante la bondad, la sabiduría, la paciencia y la delicadeza de Dios hacia nosotros que nos ama desde siempre y nos quiere libres e íntegros, seguros de nosotros mismos, fuertes y conscientes de nuestros méritos, por pequeños que sean, si son presentados de la manera correcta ante Su divina majestad.
De modo banal, podemos decir que incluso aquellos que tienen un perro y lo aman bien, saben que el fiel compañero se siente mejor cuando lo recompensamos con comida si ha cumplido con su deber, hecho su trabajo (hacer la guardia, cuidar el rebaño, seguir un rastro, tirar de un trineo), es decir, cuando se satisface primero él mismo por cuanto ha hecho.
Como simple fiel sólo espero que la misa no sólo sea celebrada bien como ya se hace, sino que también la sienta yo y el celebrante y que se viva como un encuentro con el Señor en recuerdo de cuanto ha hecho y todavía sigue haciendo por nosotros con el don de la Eucaristía. Una misa sin acrobacias peligrosas ni "pruritos" por las novedades.
Estimado Joaquín,
Eliminarmis más sinceras felicitaciones por la excelente exposición que haces en tu comentario, escrito en un estilo elegante y persuasivo, sobre temas cuya dificultad hoy en día se siente mucho, tanto que lamentablemente muchos se desvían en estos temas; esto sea dicho sin juzgar su conciencia, dado el clima de ignorancia generalizada que puede hacer excusables ante Dios sus errores.
Rev. P. Filemón:
ResponderEliminarHe seguido con mucha tristeza todos sus últimos post sobre la doctrina de la Redención y sobre las herejías que se van propagando respecto de ella. Más allá de todas las cuestiones doctrinales, por usted magistralmente expuestas, me queda una pregunta humanísima y dolorosa: ¿por qué la autoridad competente nunca ha hecho nada (al menos que yo sepa) para censurar a estos teólogos que difunden herejías en torno a uno de los misterios más sublimes y conmovedores de nuestra fe? No digo que deban ser golpeados con las máximas penas canónicas y/o censuras, pero ¿por qué ni siquiera una advertencia por parte de las autoridades? ¡Solo nos queda orar a todos los Santos, y particularmente a los Santos Apóstoles Pedro y Pablo para que intercedan por su Iglesia!
Gracias, aguardo día a día sus escritos.
Nadia Márquez
Estimada Nadia,
Eliminartambién yo estoy muy asombrado y hasta puedo también decir entristecido por esta situación en la que tenemos la clara impresión de que muchos obispos descuidan su deber de corregir a los equivocados, que hoy son muy numerosos, eruditos, astutos y poderosos. Tengo la impresión de que muchos obispos se sienten intimidados por la aparente sabiduría de estos impostores, que a menudo no carecen de buenas cualidades.
Es posible que muchos obispos corrijan o traten de corregir a estos herejes de una manera privada, o siguiendo una via reservada, para no avergonzarlos en público y al mismo tiempo asegurarse de que estos teólogos sean apreciados por sus lados positivos.
Además, hay que tener presente que los fieles que quieren seguir la sana doctrina poseen abundantes medios de información, empezando por el Catecismo de la Iglesia Católica (que debería leerse, releerse y estudiarse a fondo, como práctica habitual para todo fiel que se precie de culto) y por los grandes Cristólogos de nuestro tiempo, que no faltan.
En fin, mi esperanza es que la tarea que hago en este blog pueda ser seguida por otros teólogos, por el hecho de que cumplo una obra de mediación entre el Magisterio y esos deficientes teólogos, de modo de explicar a la gente por qué motivo ellos se equivocan.
Me parece que los obispos desarrollan una labor educativa y formativa; pero en lo que, en mi opinión, más deberían empeñarse es en la crítica de los errores que son difícilmente reconocibles por el fiel común.
Sólo puedo compartir totalmente el pensamiento de Nadia y sumarme a los deseos del padre Filemón de la Trinidad para que los teólogos restituyan la sana doctrina en donde se han dedicado a destruirla. Oremos por los obispos, para que realmente abran los ojos y valientemente se pongan a trabajar por la defensa pública de nuestra hermosísima fe, cuando se ha cruzado la línea. ¡Dios es bellísimo, justísimo, buenísimo, poderosísimo, pacientísimo con todos nosotros!
EliminarEstimada Gabriela,
Eliminarle agradezco por estas hermosas palabras, que encuentran todo mi consenso. Me ha conmovido sobre todo la serie de entusiastas atributos superlativos, que usted le ha dedicado a Dios, al final de su comentario.
Sí, por supuesto, seguimos esperando que nuestros obispos, que son los maestros de la fe, escuchen al Espíritu Santo, que los ha consagrado obispos, para anunciar con parresía la Palabra de Dios y apacentar el rebaño, dispuestos a dar la vida para ello.
Estimado Filemón,
ResponderEliminarquisiera hacer la observarción, respecto a aquello que a los ojos de Scalia (y otros) parece una adición (impropia) por parte de la Iglesia a las palabras de la consagración eucarística, que si la fórmula "ofrecido en sacrificio por vosotros" no está formalmente presente en el texto de los sinópticos o en los textos paulinos, en los tres sinópticos leemos, respecto a la consagración del vino ahora convertido en la Preciosísima Sangre, que es "derramada por muchos, en remisión de los pecados" ("τὸ περὶ πολλῶν ἐκχυννόμενον εἰς ἄφεσιν ἁμαρτιῶν", "qui pro multis effunditur in remissionem peccatorum", Mt 26,28, cf. // Mc 14,24, Lc, 22,20). ¿Cómo se debería interpretar la frase en cuestión, según la cual la sangre de Cristo es "derramada [...] para la remisión de los pecados", si no en el único sentido posible, tal como lo entiende la Carta a los Hebreos y como siempre ha enseñado constantemente la Iglesia de Cristo? ¿No contiene esa frase acaso una referencia evidente a una ofrenda sacrificial? ¿No tenían acaso esas palabras una referencia obvia, en labios de un judío del siglo I, a la economía sacrificial del Templo, que era signo y prefiguración de la economía de la gracia? Entonces me parece absurdo, desde una perspectiva de fe, pretender identificar el verdadero "mensaje de Jesús" pretendiendo aislarlo de supuestas "incrustaciones ideológicas posteriores" debidas a los seguidores de Cristo, por no hablar del hecho de que con tal enfoque se vendría a descalificar de facto a todo el Nuevo Testamento, ya que cada uno de sus 27 escritos, incluidos los 4 Evangelios, son en última instancia obra de los discípulos del Señor...
En Cristo.
Estimado Berengario,
Eliminarestoy totalmente de acuerdo con tus comentarios.
Yo diría que ese "por" tiene un doble significado:
1) introduce un complemento de ventaja o beneficio o favor, y significa: "para favor o en beneficio de muchos";
2) y, en segundo lugar, indica la satisfacción vicaria, es decir, el hecho de que Cristo, mediante su sacrificio, expía nuestros pecados en nuestro lugar, por nosotros pecadores, que somos deudores insolventes, Él inocente, pero, en cuanto Dios, dotado de la virtud infinita de merecer la salvación para todos los hombres y obtener el perdón divino, haciéndolos partícipes de sus méritos.