jueves, 1 de septiembre de 2022

El papa Francisco contra el idealismo (1/4)

El papa Francisco, con su autoridad de Sumo Pontífice, Maestro de la Fe y Pastor universal, ha dado en mano a los filósofos realistas un arma para herir de muerte de un solo golpe al idealismo inmanentista, que tantos estragos ha venido haciendo en la Iglesia. [En la imagen: un fragmento de "Hundimiento del Titanic", pintura al óleo sobre lienzo de Max Beckmann, de 1912, actualmente en el Saint Louis Art Museum].

Con el papa Francisco la Iglesia ha aislado el virus del idealismo
   
----------El papa Francisco, en su encíclica Laudato si', en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium, y en otras ocasiones ha arrojado un rayo de luz decisivo, con la potencia de discernimiento y de crítica propia del Vicario de Cristo y Maestro de la Fe, sobre la atormentadísima, intricadísima y larguísima historia de las relaciones entre realismo e idealismo o, como él mismo dice, entre "idea" y "realidad". Ya he ofrecido un comentario sobre la encíclica Evangelii Gaudium en el artículo de este blog titulado El principio "la realidad es superior a la idea" en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium del papa Francisco (publicado en cuatro partes). A esa publicación me remito para una comprensión más profunda de lo que digo en el presente artículo.
----------Como nunca había sucedido en la historia del Magisterio de la Iglesia, el actual Romano Pontífice, esclareciendo la cuestión al reducirla y circunscribirla con extraordinaria agudeza teórica a sus términos esenciales, la ha resuelto definitivamente y claramente en modo preciso e incontrovertible, de manera que desde de ahora en adelante a los idealistas ya no se les da ninguna excusa ni resquicio para la escapatoria, mientras que a los realistas, hasta ahora no suficientemente apoyados y defendidos por la Iglesia frente a los idealistas, les ha dado plena satisfacción, confirmándolos, animándolos y dándoles la certeza de estar solo ellos en la estela de la verdad y en línea con la fe; y no los idealistas, los cuales, sobre todo a partir del modernismo (el "principio de la inmanencia"), han pretendido incluso suplantar en el oficio de interpretación de la Sagrada Escritura y de la divina Revelación, al realismo tomista con el idealismo nacido del racionalismo de Descartes y del subjetivismo de Lutero y desembocado en Kant y Hegel.
----------Se puede decir, por tanto, que con el papa Francisco el Magisterio de la Iglesia ha reconocido y aislado el virus del idealismo, acogiendo la larga serie de doctos análisis críticos y documentadas denuncias hechas hasta ahora desde finales del siglo XIX, especialmente por parte de ilustres tomistas, acerca de la falsedad y de la peligrosidad del fenómeno. De modo que ahora, fortalecidos por las palabras del Papa, lo que se necesita urgentemente es intensificar y mejorar la cura de esta enfermedad del espíritu, que lo estropea desde sus cimientos impidiendo el orden de la sana razón y por tanto el acceso a la fe.
----------No es de esperar, hasta donde se puede imaginar, que los idealistas desistan de su error, apelando a todos los pretextos, tanto porque desprecian el Magisterio de la Iglesia, como porque hoy han alcanzado en la Iglesia mucho poder y porque no ha sido todavía condenado su gran maestro, Karl Rahner, un fingido católico y un fingido tomista. Por ello presentaré más adelante el principio de su sistema idealista.
----------En cuanto al Papa, desvaneciendo toda sofística sutileza y toda astuta escapatoria, y mostrando, al modo de santo Tomás, pleno dominio de la cuestión, la reduce toda a una alternativa fundamental, que veremos, tal como para poder ser comprendida incluso por personas simples e indoctas.
----------Ya santo Tomás de Aquino en su tiempo, por su parte, aunque no conociera en absoluto el idealismo, arroja una luz decisiva en aquel fundamental y profético artículo de la Summa Theologiae (I, q.85, a.2), donde él se pregunta, seis siglos antes de Hegel, si el objeto del saber es la species o la res, y él responde con argumentos decisivos que es la res, es decir, opta por el realismo. En la cuestión del conocimiento no existe una tercera alternativa: o se es realista o se es idealista.
----------El papa Francisco, por su parte, con su particular carisma y autoridad de Sumo Pontífice, ha dado en mano a los realistas un arma para herir de muerte de un solo golpe al idealismo inmanentista, que siempre se ha jactado (véase por ejemplo Fichte) de ser la "verdadera ciencia", mirando con altivez a la "ingenuidad" del realismo, o vanagloriándose, con Hegel, de poseer el "saber absoluto", o, con Bontadini, de ser "irrefutable". Me viene a la mente la conocidísima historia del Titanic, otra muestra del orgullo humano, que fue presentado como "insumergible" y sabemos en cambio cómo terminó.
----------El Papa, con un movimiento hábil y muy oportuno, en éste su muy certero golpe de masa al idealismo en favor del realismo, ni siquiera menciona a santo Tomás, como muy bien habría podido haberlo hecho, acaso para no dar la impresión, en sí infundada, pero de hecho lamentablemente hoy frecuente, de que el realismo sea una visión de la realidad entre las otras (pues, como sabemos, se habla, por ejemplo, con desprecio del "objetivismo griego"), mientras que en cambio ella corresponde a la actitud o al funcionamiento de la mente humana como tal, se haga o no se haga referencia a Tomás de Aquino.
----------De hecho, también los aborígenes de Australia o los pigmeos del África central o los indios del Amazonas o los esquimales o los primitivos habitantes de Tierra del Fuego o los antiguos egipcios o chinos o indios o el hombre de Neanderthal, en cuanto pertenecientes a la especie humana, estando dotados de razón (siempre en el supuesto de ser mentalmente normales), han sido o son realistas sin siquiera obviamente haber oído hablar nunca de santo Tomás de Aquino, o milenios antes de que el Aquinate viniera al mundo, y sin embargo, Tomás de Aquino precisamente por la universalidad de su realismo, es llamado por la Iglesia Doctor Communis Ecclesiae y, como añadió en su tiempo el papa san Juan Pablo II, Doctor Humanitatis.
----------Por consiguiente, hoy está claro y establecido, tras las poderosas y decisivas palabras del papa Francisco (en los documentos citados, y que luego examinaremos), que no hay lugar en absoluto en la Iglesia para el idealismo, así como no hay lugar para esas doctrinas filosóficas que, por los más diversos motivos, impiden, destruyen o falsifican el conocimiento de fe y por lo tanto la verdad de fe.
----------El idealista, por tanto, ya no puede ser, como lamentablemente se ha creído durante mucho tiempo, un pedante compañero de viaje del realista en el camino del Evangelio y en la comunión con la Iglesia, sino que, como nos ha hecho entender el guarda y picador de boletos Jorge Mario Bergoglio, es un viajero abusivo, sin boleto, un gorrón, que está acorralado: o pagas el billete o boleto realista, y entonces puedes viajar conmigo y los pasajeros en el tren de la fe y de la salvación; o bien tomas otro tren, donde, según tú, esperes llegar a Cristo, quizás más seguro y más rápido que el realista. Tú solo.
----------Naturalmente, con esta histórica intervención, el Papa no pretende en absoluto entrometerse en el campo de la filosofía, no intenta hacerse el filósofo o sustituir el trabajo de los filósofos, los cuales conservan intacta su responsabilidad y libertad de pensamiento y de opinión, y por tanto la mencionada intervención no exime en absoluto a los filósofos y a los teólogos realistas de continuar exponiendo y refinando sus argumentaciones contra el idealismo y de responder a sus ataques, y de hecho de apreciar los lados positivos del mismo idealismo (esto lo hace con gran magnanimidad el mismo san Juan Pablo II en la encíclica Fides et ratio en el n.59), en obsequio y respeto a la apertura al diálogo y a la confrontación que hoy la Iglesia más que nunca la Iglesia pide a todos, empezando por los hombres de ciencia.
   
La esencia del idealismo
   
----------La cuestión realismo-idealismo gira toda en torno a la fundamentalísima cuestión del conocimiento y por tanto de la verdad, valores "no negociables", como dicen los últimos Papas, que, si no se respetan o son alterados o relativizados, deforman la doctrina de fe, o más en raíz bloquean el acceso a la fe, además de que por supuesto, en el plano natural, corrompen la vida de la inteligencia, con la lógica e inevitable consecuencia de hacer colapsar los enteros fundamentos de la vida moral.
----------Debe saberse que el idealismo tiene orígenes antiquísimos, porque refleja un defecto natural de la razón humana en su actual condición de herida por el pecado original. Para expresarnos con el lenguaje kantiano, que Kant refiere inapropiadamente al realismo, el idealismo es una "ilusión trascendental" a la vez sutil y grosera, sutil porque tiene un carácter metafísico; grosera, porque contrasta con el sentido común y los principios primeros de la razón, que funcionan incluso en la mente de un niño.
----------Así, encontramos el idealismo ante todo en India, en la literatura védica del siglo XI a.C. De aquí llega probablemente a la Magna Grecia en el siglo VI con Parménides, para quien el Ser es uno solo, identidad de pensamiento y de ser (to autò to noèin kai to èinai): para Parménides no hay ningún devenir, ninguna multiplicidad, ninguna diversidad, ninguna contingencia, ninguna finitud.
----------La palabra misma "idea" tiene remotísimos orígenes sánscritos: viene de vid, de donde proviene el griego v-idea y el latín visio, que significa precisamente el ver, la visión. La vidya en la filosofía india es la "videncia", la sabiduría. Pasando esta noción más tarde a Occidente, sin embargo, la visión de subjetiva deviene objetiva, vale decir, de interior a exterior, de idealista a realista.
----------En efecto, mientras en India el propósito de la vida es que el yo empírico (jivan, atman) tome conciencia de ser el Yo absoluto (el Ser = Sat, Brahman), en Occidente, con la Biblia, el yo está llamado a descubrir un real, un Tú delante del yo (obiectum), por encima del yo, su creador, que es Dios.
----------Por tanto, mientras la perspectiva del realismo greco-bíblico-romano es la de la unión con Dios, la perspectiva india es la de darse cuenta de ser Dios. Mientras para la Biblia el mundo es creado o producido por Dios, para la India el mundo es es aparición (maya) o materialización (avatàr) de Dios.
----------Por eso, mientras para la India existe sólo el Absoluto, y el mundo es una vana apariencia o aspecto o semblante, para la Biblia el mundo no es divino y tampoco es contrario a Dios, sino que es limitadamente bueno, le es inferior, es ideado por Dios y creado por Él a su imagen y semejanza, analógicamente partícipe de su ser. Se trata del gran tema de la analogía, mientras que el monismo indio está fundado en la univocidad de un único ser necesario, eterno y absoluto, siempre idéntico a sí mismo, por lo cual el ser de todos los entes es siempre la misma esencia divina. En la concepción india, los entes son variaciones del único Dios, así como los individuos son las determinaciones de lo universal. La convicción idealista, ya presente en Descartes, de que la existencia de Dios como Idea es de evidencia inmediata, mientras que la existencia de las cosas (la "realidad") debe ser demostrada, es una convicción de origen indio.
----------El idealismo afecta o simula una gran estima por el poder del pensamiento y la sublimidad de la idea, presenta la apariencia de una instancia de verdad y de certeza; se presenta como remedio para el escepticismo y amigo de lo Absoluto. Se presenta como el verdadero realismo. Pero si no nos dejamos engañar por estos rimbombantes propósitos, nos daremos cuenta de que el idealismo nace de una falsa espiritualidad, de una insaciable manía de grandeza y de una desmesurada voluntad de poder, que al final, como denuncia el Romano Pontífice, deja en los ingenuos que se dejan seducir el vacío y la muerte.
----------El idealismo nace de una necesidad de unidad, de universalidad y de totalidad: lo finito, lo múltiple, lo diferente, el devenir, lo material, lo parcial, el mal, deben ser resueltos en lo universal, en lo Absoluto, en la Idea, en el Espíritu, en el Pensamiento, en la Razón, en la "unitotalidad", como solía decir Soloviev. Al final solo Dios existe. El ser es Dios. "Todo lo que conocemos -dice Hegel- es siempre Dios"; pero, añado yo, sólo porque Dios es el mundo. Por eso todo idealismo es un monismo.
----------Lo que conlleva en los sistemas idealistas una notable compacidad, en el esfuerzo por hacer derivar todo de un único principio del saber y del ser; de modo que, si este principio viene refutado, todo se derrumba, como sucede en un edificio, en cuyos fundamentos se ha colocado una carga explosiva.
----------Aparte del hecho de que el idealista, al identificar a Dios con el mundo, no llega nunca a eliminar las contradicciones, como por ejemplo la que existe entre la bondad de Dios y la maldad del mundo, entre la verdad y el error, o entre la libertad del espíritu y la necesidad de la naturaleza, y en vano trata de cubrirlas con artificios dialécticos, que no crean armonía, sino contraposición o confusión.
----------En vano el idealismo afectadamente presenta la instancia de la verdad y de la ciencia, porque en realidad, haciendo partir todo de la autoconciencia (cogito) del sujeto o del yo, no logra evitar el subjetivismo, el fenomenismo y el relativismo conceptual y moral.
----------En efecto, el idealista confunde lo externo (extra animam) con lo extraño; cree que el realista, que admite una res extra animam in rerum natura, esté constantemente en el error por la incapacidad de alcanzar esta res. Pero la solución idealista de situar la res en lo interno del intellectus (inmanentismo) es a su vez incapaz de explicar la existencia del error, el cual consiste precisamente en la falta de adaequatio intellectus ad rem, lo que supone que la res sea lo externo como regla y criterio de la verdad.
----------Por eso el idealista, que siente siempre presente la res en su conciencia, muestra la apariencia de tener siempre razón, mientras que, según el idealista, el pobre realista, que sitúa al ser externo y por tanto extraño o ajeno al pensamiento, tropieza en vano y siempre en el error.
----------En fin, el idealista, como por ejemplo Gentile (por mencionar a uno, aunque ya daremos más adelante un elenco de ellos) habla del "yo", del "ser" y del "pensamiento" sic et simpliciter y en absoluto, identificándolos entre sí sin precisar la diferencia ontológica entre lo humano y lo divino, de modo que cae en el panteísmo. Es cierto que los idealistas distinguen un "yo empírico" y un "Yo absoluto", pero no se trata de dos personas diferentes -el hombre y Dios- sino sólo de dos planos diferentes del mismo Yo absoluto.

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