miércoles, 31 de agosto de 2022

Otra vez en escena la cuestión del monoteísmo islámico

El reciente atentado contra el escritor Salman Rushdie ha vuelto a poner en la escena del debate filosófico y teológico el monoteísmo islámico, sus características propias y su relación con el monoteísmo cristiano y con el monoteísmo judío, incluso en artículos periodísticos de difusión general, no siempre con criterios serenos y objetivos[En la imagen: detalle de una miniatura iraní del siglo xv. Mahoma recibiendo la revelación del ángel Gabriel. Aquí Mahoma aparece con el rostro descubierto, algo que no es habitual].

----------El libro Los versos satánicos volvió a estar en el ojo de la tormenta después del intento de asesinato que sufrió su autor, el escritor británico-estadounidense de origen indio Salman Rushdie [n.1947], mientras daba una conferencia en Nueva York el pasado 12 de agosto. La historia de aquel libro publicado en 1988, que desató una controversia mundial sin precedentes, y en pocos meses fue víctima de censuras, prohibiciones, amenazas de bombas, manifestaciones, quemas de libros y atentados con decenas de víctimas fatales, ha vuelto a recordarse en estos días, en muchos artículos periodísticos de difusión general. No hace falta que repita aquí aquella bien conocida historia, la cual, lejos de amainar con el tiempo, parece haber crecido y agravado. Mi interés es, en cambio, centrarme en el núcleo de la cuestión: el monoteísmo islámico.
----------Para decirlo en pocas palabras: el actual debate en torno a la religión islámica se centra sobre el punto de si el Dios del Corán es o no el mismo Dios de los cristianos. La respuesta que se presenta en muchos de modo más inmediato es que no es el mismo Dios, en cuanto que, mientras los cristianos creemos en un Dios trinitario, el Corán lo rechaza. En esta respuesta, aparentemente obvia, en realidad se esconde un sutil equívoco, que debe ser disipado. Para ser correctos, deberíamos más bien decir que nosotros y los musulmanes, como dice el Concilio Vaticano II, adoramos "al único Dios, viviente y subsistente, misericordioso y todo poderoso, Creador del cielo y de la tierra, que habló a los hombres" (declaración Nostra aetate, n.3). Por consiguiente, en realidad nuestro Dios y el de ellos es en sí mismo el mismo.
----------Se podría hablar de "falso dios" para los musulmanes en el caso que el Corán asignara a Dios atributos que no le corresponden. Pero esto, en su conjunto, no responde a la realidad. Si comparamos los famosos 99 atributos de Alá, recabados del Corán, con los atributos que santo Tomás de Aquino le asigna a Dios en la Summa Theologiae, notaremos una singular concordancia. Si, en lo que a mí respecta, precisamente debo pensar en un "falso dios", prefiero pensar en el dios de Hegel o el dios de Rahner, más bien que en el de Mahoma. La diferencia entonces no radica en el hecho de que existan dos Dioses: uno nuestro, verdadero, y el otro de ellos, falso. Y tampoco dos dioses diferentes. Esto sería un absurdo politeísmo, porque en realidad Dios es uno solo. Tanto nosotros como ellos creemos en un solo Dios, el cual, como resulta de los atributos que el Concilio Vaticano II asigna al Dios coránico, es el verdadero Dios.
----------El problema, por tanto, del contraste entre la teología cristiana y la coránica está en otra parte. Que nosotros y ellos seamos monoteístas, creyentes en el verdadero Dios, está fuera de discusión. El problema radica en el hecho de que el Corán, en nombre del Dios único, rechaza como politeísmo e impiedad el dogma cristiano de la Santísima Trinidad y, en consecuencia, de la Encarnación y de la Redención. El Corán no concibe cómo Dios pueda tener un "Hijo", porque, para tener un hijo, debería tener una esposa. Nótese la ingenuidad de esta objeción. Además, el Corán juzga absurdo pensar que Dios sea simultáneamente "uno y tres". Sin embargo, debemos reconocer que las objeciones del Corán no están privadas de una aparente sensatez, por lo cual deben ser tenidas en consideración y a ellas se debe responder.
----------La respuesta decisiva, como sabemos, está dada por el Concilio de Calcedonia del 451, en el cual se distingue en Dios la naturaleza divina una (fysis, del griego Φύσις) de la persona trina (hypostasis, del griego ὑπόστασις). En cuanto al Hijo, está claro por la revelación neotestamentaria (pensemos sobre todo en el Logos joánneo) que no debe ser entendido en relación al sexo padre-madre, dado que Dios es purísimo Espíritu sin sexo, sino en relación a una paternidad divina asexuada, por tanto no masculina, asimilable a la Mente que produce la Idea o el Pensamiento, de modo que nuestro Señor Jesucristo, en esta recta concepción, es "Imagen del Padre e Impronta de su Sustancia" (Heb 1,3), es modelo ideal y arquetipo en base al cual y a la luz del cual el Padre ha pensado, proyectado, querido y creado el mundo.
----------La cuestión no toca la existencia sino el conocimiento de Dios, es decir, lo que nosotros, hombres, sabemos o podemos saber de Dios, lo que Dios nos ha revelado de Sí mismo. Todos estamos de acuerdo en que Dios existe; el problema es saber del mejor modo posible quién es Dios, cuáles son sus verdaderos atributos, y qué es exactamente lo que Dios nos ha revelado acerca de Sí; además, saber de cuál profeta o de cuáles profetas debemos fiarnos para tener ese sublieme y tan anhelado conocimiento.
----------Es aquí donde se produce el choque entre Cristianos y Musulmanes: que para nosotros los cristianos el máximo Revelador de Dios es Jesucristo en el Evangelio, mientras que para ellos es Mahoma en el Corán, gracias a la revelación recibida del arcángel Gabriel. Ya inmediatamente aquí hay un motivo de contraste, porque los cristianos nos preguntamos cómo el mismo ángel haya podido por una parte anunciar a María su maternidad divina y por otra anunciar a Mahoma que Jesús es un simple profeta: ¿un ángel que se contradecir al anunciar en nombre de Dios la revelación divina ordenada a la salvación de la humanidad?
----------Queda el hecho de que el Dios del Corán es el verdadero Dios, aún cuando se podrían hacer algunas objeciones sobre algunos de sus atributos. Él es Dios, sí, ciertamente, pero conocido en modo mezclado con errores y bastante menos perfecto de cuanto lo conocemos nosotros por medio de Cristo como Dios Trinitario. Además, el peor problema es que el Corán no se limita a ignorar el misterio trinitario, sino que pretende refutarlo en base al Dios único conocido por la simple razón.
----------Sin embargo, esto no ha impedido que desde el siglo IX al XIII el Islam, en términos de monoteísmo, haya producido metafísicos y teólogos de alto nivel, como Averroes [1126-1198], Al-Kindi [801-873], Avempace [1085-1138], Al-Ghazali [1058-1111], Al-Farabi [870-950] y Avicena [980-1037], los cuales, con el propósito de dar un fundamento filosófico al Dios creador enseñado por el Corán, han oportunamente pensado en utilizar las ideas de Aristóteles, identificando la distinción entre esencia y existencia, como caracterizante metafísicamente de la criatura, así como el concepto de lo absolutamente Necesario, como caracterizante de la esencia divina. Y, como es bien sabido, fueron los árabes quienes en el Medioevo introdujeron en Europa el conocimiento de la metafísica y de la teología de Aristóteles, que luego fueron utilizadas por los doctores cristianos, como santo Tomás de Aquino y el beato Juan Duns Scoto, para interpretar el dogma cristiano.
----------El Dios del Corán tiene evidentes conexiones con el Dios veterotestamentario, majestuoso y severo, un Dios más temible que amable, diferente, como se sabe, del Dios neotestamentario, misericordioso y compasivo, "lento para la ira y grande en el amor", que quiere en Cristo ser amigo del hombre y habitar con la gracia en su corazón. De aquí la mística cristiana, fenómeno raro en el Islam y frecuentemente mirado con recelo, aunque allí también exista la tradición sufí, por lo demás probablemente influenciada por el cristianismo.
----------Aunque sea presentado por el Corán como revelado por Dios mismo, el Dios coránico es el Dios de la razón, o sea aquel Dios cuya existencia y atributos pueden ser demostrados por la razón aplicando el principio de causalidad y por analogía con las creaturas. De hecho, por ende, todos los hombres razonables conocen al menos implícitamente a este Dios, por lo tanto también los Musulmanes. A este Dios todos deben rendir cuenta de lo que se ha obrado para recibir el premio o el castigo eterno, como reconoce el mismo Corán.
----------Que luego Dios Hijo se haya encarnado, esto lo sabemos solo nosotros, los cristianos, mientras que, como es bien sabido, los Musulmanes rechazan esta doctrina, se den cuenta o no se den cuenta, lo entiendan o no lo entiendan, tengan o no tengan culpa. Pero hay que reconocer que el Corán, donde no se equivoca sobre Dios, es cuando no enseña nada que no corresponda a cuanto la misma razón natural puede demostrar sobre Dios (esta enseñanza, que encontramos en el Concilio Vaticano I, se puede considerar como fundamento del diálogo con el Islam promovido por el Concilio Vaticano II).
----------La religión islámica ha nacido de una necesidad religiosa y de unidad político-nacional del pueblo árabe, no satisfecho con el humillante contacto con el poderoso imperio bizantino, expresión de una civilización superior, cristiana, pero de tendencia imperialista y dividida por tormentosas y complicadas polémicas de carácter teológico, que tratan sobre todo del misterio trinitario y de los sacramentos.
----------Mahoma [570-632], por su parte, persona de ánimo religioso, enérgico y práctico, quería encontrar una religiosidad más simple que la que él conocía del complicado cristianismo bizantino, y creía haber encontrado la solución en un monoteísmo desprovisto del misterio trinitario y de todas las consecuencias que de ello se derivaban sobre el plano doctrinal, litúrgico, moral y social. Dotado también de grandes dotes como organizador político y estratega militar, Mahoma supo dar a aquellas necesidades de su pueblo una satisfacción tan adecuada, oportuna, específica, convincente y fecunda, como para permitir que su obra perdurara aún hoy, después de catorce siglos, y de hecho para fortalecer inmensamente al inculcar en la religión del Corán una extraordinaria fuerza de expansión, que perdura hasta el día de hoy en varios países del mundo, que pertenecen a otros pueblos que nada tienen que ver con los árabes.
----------El método de la expansión islámica por otra parte es muy diferente al método de difusión del cristiano. Mientras que el método de la expansión cristiana se funda sobre la fe en Cristo, hombre-Dios, que atrae a los hombres a Sí y al Padre celestial con la fuerza de la argumentación y de la persuasión, de una conducta integérrima, de una sabiduría sublime, del testimonio de un amor generoso, de los milagros y de las profecías, Mahoma, líder político, religioso y militar a la vez, excita y empuja a sus fieles a la conquista del mundo no sólo y no tanto con la persuasividad de la palabra, la sabiduría de las sentencias y el ejemplo de una conducta moral rigurosa, sino sobre todo con la fuerza de las armas, amenazando con la divina venganza a todos aquellos que no quieren acoger el mensaje coránico. Como es bien sabido, los que mueren en la guerra santa contra los infieles tienen asegurado el paraíso.
----------Tan pronto como surgió, el Islam se lanzó con increíble energía y audacia a la conquista del mundo y comenzó a aparecer en los territorios circunvecinos a Arabia, desde Siria, a Palestina, a Egipto, a Turquía, a los territorios del norte de África, que eran cristianos desde hacía siglos. La cristiandad se vio así agredida por estos ejércitos fanatizados. Los predicadores y propagandistas islámicos estaban acompañados por las tropas. Ante una actitud tan agresiva, la cristiandad se atemorizó y no vio mejor solución que reaccionar con la fuerza. De ahí las Cruzadas. Además de esto, el cristiano común sentía enorme indignación y repugnancia ante un ataque tan radical contra lo que su fe consideraba más sagrado y casi nadie se dio cuenta de que al fin de cuentas el Corán no predicaba una idolatría o un politeísmo, sino un monoteísmo, patrimonio de esa razón que poseen todos los hombres, Cristianos y Musulmanes, todos llamados por Cristo a la salvación.
----------¿Qué se debería haber hecho entonces? Una obra de discernimiento en la doctrina coránica entre lo verdadero y lo falso (el papa san Gregorio VII en el siglo XI escribió una sabia carta conciliatoria a Anazir, rey de Mauritania, citada por el documento del Concilio; pero se trata de un caso más bien único que raro). Lo primero, lo verdadera en la doctrina coránica, debía ser aceptado; lo segundo, los errores del Corán, debía ser refutado. Además, en materia de religión, era necesario demostrar con buenas pruebas la superioridad de Cristo sobre Mahoma, sin menospreciar sus méritos, y no limitarse a la indignada condena, y posiblemente se debía evitar el rechazo total y el enfrentamiento frontal.
----------Lo ideal hubiera sido que esta gravísima tarea la hubiera asumido la Iglesia, quizás dedicando al problema uno o dos Concilios ecuménicos. En cambio: nada. La cosa fue dejada en las manos de los teólogos, de los apologistas y de los Cruzados. Y así, la recíproca incomprensión se ha prolongado durante siglos. Parecía que todo el problema se resumiera en cómo defenderse de una epidemia. Se olvidó que también los Musulmanes estaban llamados a acoger el Evangelio. Mahoma, ciertamente, era un gran hombre; pero no podía ser antepuesto a Cristo. Es difícil comprender cómo este hombre, Mahoma, tan grande como se quiera, haya logrado y todavía logra polarizar en torno suyo a multitudes interminables de fieles en clara competencia con ese hombre mucho más sublime, porque es Dios, que es Nuestro Señor Jesucristo.
----------En el siglo XIII nacieron los Dominicos y los Franciscanos. Parecía que ellos podían hacer algo para acercar el Islam a Cristo. Partieron valientemente hacia Tierra Santa, dejaron mártires, pero ninguna de las dos Órdenes logró finalmente encontrar el método correcto: los Dominicos fueron demasiado drásticos y en 1291 fueron expulsados, para poder regresar solo a fines del siglo XIX, pero sólo para dedicarse a los estudios bíblicos, con la fundación de la famosa Escuela Bíblica de Jerusalem por obra del padre Marie-Joseph Lagrange [1855-1938]. El dominico san Raimundo de Peñafort [1175-1275] impulsó a Tomás de Aquino a escribir el famoso tratado apologético Summa contra Gentes, obra maravillosa, rica en argumentaciones racionales, pero que lamentablemente no refuta punto por punto, como hubiera sido útil, los errores del Corán, evidenciando cuanto se podía aceptar en la teología cristiana, por lo cual al final no dió apreciables resultados.
----------Los Franciscanos, por su parte, después del histórico y conmovedor encuentro de san Francisco de Asís [1181-1226] con el Sultán, siempre han podido permanecer en Palestina hasta el día de hoy, pero sólo por haber renunciado a convertir a los Musulmanes, por estos tolerados como ciudadanos de segunda categoría. Estando así las cosas, el documento Nostra aetate del Concilio Vaticano II sobre el Islam debe ser considerado de importancia epocal y un incentivo para una esperanza de reconciliación y de conversión de los Islámicos a Cristo. Nunca antes había sucedido que el Magisterio de la Iglesia reconociera de modo tan solemne las verdades teológicas contenidas en el Corán. Y como estas verdades ya habían sido definidas en otro lugar como pertenecientes al depósito de la fe (por ejemplo el Concilio Lateranense IV y el Concilio Vaticano I), es de considerar que aquí nos encontramos ante la doctrina del Magisterio infalible, lo cual llena el alma de una inmensa esperanza acerca de los futuros buenos resultados del diálogo con el Islam.
----------La revelación coránica de Dios es ciertamente rica en enseñanzas teológicas, cultuales, religiosas, ascéticas, morales y sociales, pero el Corán, sobre todo, es una martilleante contínuo sucederse y repetición casi sin aliento de preceptos categóricos y advertencias perentorias y amenazantes ante un fiel mudo, pasivo, que no debe hacer otra cosa que escuchar, creer, obedecer y combatir por la expansión del Islam en todo el mundo, porque el Islam y no el Cristianismo es el verdadero, absoluto y universal camino y regla del culto divino ("Islam"), de la virtud y de la salvación del hombre.
----------En cuanto al texto del Corán, tradicionalmente es entendido como Palabra de Dios en modo tal que no se admite que ella esté formulada o encarnada en una modalidad o forma humana, tal como para ofrecer aspectos ligados al tiempo o a las contingencias históricas. Esta mamera fundamentalista de interpretar el Corán, que, por otra parte, no es propia de todas las escuelas, tiene la desventaja de que viene a entender como Palabra de Dios concepciones, usos o prácticas actualmente inadmisibles o inhumanas, como por ejemplo la ley del talión o la pena de la lapidación, o una concepción degradante y humillante de la mujer.
----------Un gran valor del humanismo coránico está dado por la clara conciencia del destino eterno del hombre: o paraíso o infierno, aun cuando luego falte el dogma de la visión beatífica, fruto supremo de la gracia de Cristo, y se detenga en los goces puramente humanos, incluso sexuales. A diferencia del hombre bíblico o cristiano, que dialoga confidencialmente y libremente con Dios como el hijo con el padre o el amigo con el amigo en Cristo, el fiel musulmán parece siempre un soldado en guardia, que no debe hacer  más que ejecutar las órdenes. Por supuesto, existe la oración, que pide la ayuda y el perdón divinos; pero ella al final no es más que el pedir a Dios el cumplimiento inexorable de una voluntad fatalista, que está completamente divorciada de los deseos, del libre albedrío o de las iniciativas personales del fiel.
----------De modo que, ya sea por el amor o ya sea por la fuerza, quizás por medio de la conquista militar, el Corán debe imponerse en todo el mundo. Quien lo acepta, bien, pero quien no lo acepta u opone resistencia y no se convierte, merece la muerte o al menos debe ser ciudadano de segunda o esclavo del musulmán. Y quien se convierte al Islam, es obligado absolutamente a permanecer fiel, bajo la vigilancia de la autoridad civil-religiosa, y también del mismo ambiente social y familiar, porque, si debiera cambiar de idea, como por ejemplo hacerse cristiano, viene excluido de la comunidad y puede ser también ajusticiado.
----------Una grave laguna del humanismo coránico es la ausencia de esa conciencia de la humana fragilidad y tendencia al pecado que surge en el cristianismo a partir del dogma del pecado original. El hombre coránico, al no darse cuenta plenamente de la gravedad de las malas acciones humanas, ni siquiera es capaz de ponerles adecuado remedio, sobre todo porque no conoce los sacramentos, la vida eclesial y la gracia sanante, dones que nos han sido donados por Cristo. Esto no quita que quien está en buena fe pueda recibir esta gracia sin saberlo. Por otra parte, puede existir un bautismo de deseo.
----------Con todo, está presente en la ética islámica el amor por la virtud y el odio hacia el vicio, pero, dados esos presupuestos, se comprende bien que la virtud evangélica deba ser muy superior en principio a la virtud coránica, sin que por ello se quiera comparar personas y mucho menos pretender escrutar en el santuario de las conciencias. La religión islámica a lo largo de los siglos ha sido promotora de civilización, de ciencia, de arte, de cultura, de virtudes humanas, de bienestar económico, de organización política y estatal, pero no se la puede ni siquiera parangonar con la inagotable riqueza de la civilización nacida en Europa con el cristianismo, una civilización con efectos y resultados riquísimos e infinitos en los campos moral, jurídico, religioso, científico, técnico, artístico, político, social, económico, de los cuales se vale abundantemente el mismo mundo islámico tal vez para oponerse y boicotear a Occidente.
----------El enfrentamiento entre Cristo y Mahoma se impone hoy de manera cada vez más flagrante e inevitable. Lo malo es que la teología católica sufre hoy, sobre todo en el campo de la cristología, una crisis nunca vista en toda su historia, mientras intelectuales y hombres de cultura sienten la fascinación del esoterismo islámico, como le ha sucedido al tradicionalista gnóstico René Guénon, así como la atrácción del espíritu comunitario islámico, como le ha sucedido al filósofo comunista Roger Garaudy, ambos convertidos al Islam en el siglo pasado. En el campo católico, es deprimente ver a un cristólogo, por otra parte culto, como Schillebeeckx, elaborar una cristología en la cual está ausente la divinidad de Cristo, reducido al nivel de un simple "profeta escatológico" y "persona humana" habitada por Dios. Es un modo de contentar a Mahoma.
----------En los regímenes gobernados por las doctrinas islámicas, al menos en línea de principio, no existe el derecho a la libertad religiosa. Queriendo usar una broma, aunque el asunto es muy grave, allí lo que sucede es que "o tomas la sopa o saltas por la ventana". Hoy el Islam usa, para penetrar en los países cristianos, un método suave y capilar, como por ejemplo el fenómeno de los inmigrantes. Pero éstos, muy lejos de convertirse al cristianismo, se mantienen firmes en su religión y exigen de la pública autoridad con notable tenacidad que les sean concedidas las estructuras adecuadas para el ejercicio de su religión. En efecto, donde existe el derecho a la libertad religiosa, los Musulmanes saben aprovecharlo hábilmente para sus intereses, pero no conceden la libertad religiosa a los cristianos que viven en sus países.
----------La realidad islámica es extremadamente compleja y a menudo contradictoria. Si el islam es, por una parte, objeto de admiración por su disciplina y su fervor religiosos, por otra parte, suscita una comprensible ola de indignación y de horror ante lo que los terroristas islámicos están perpetrando en los países de minorías cristianas. Esto corre el riesgo de suscitar en ciertos ambientes algunas reacciones descompuestas, que no hacen más que atizar el fuego de un odio que nada tiene de cristiano, sino que nos retrotrae a los tiempos más oscuros de las Cruzadas y de las interminables guerras medievales.
----------Sin embargo, también es necesario tener en cuenta esa parte del Islam, razonable y pacífica, que trabaja para resolver el problema del terrorismo, en conformidad con las sentidas exhortaciones del papa Francisco. Es necesario en cambio renunciar absolutamente a las visiones unilaterales, resentidas y pasionales, y a las contraposiciones frontales, que muchas veces surgen de la ignorancia y de un malentendido deseo de reaccionar ante la violencia y de defender la civilización cristiana.
----------Existen, por otra parte, en los países occidentales muchísimos islámicos plenamente integrados en la realidad social que les ha acogido y que contribuyen lealmente con su trabajo al desarrollo y al bienestar de esos países. Sobre este delicado punto del diálogo con el Islam, sigue siendo válida la enseñanza del Concilio y de los Papas del postconcilio hasta el presente Pontífice. La enseñanza conciliar debería ser completada con una descripción precisa de los errores del Islam, que deben ser refutados, para iluminar a los fieles de Mahoma con la luz de Cristo. No debemos desesperar en la conversión de los Musulmanes, aunque en catorce siglos ellos no nos hayan dado prueba de estar interesados ​​por Cristo.
----------Pero también nosotros los cristianos debemos hacer un examen de conciencia y preguntarnos seriamente si siempre hemos sido verdaderos apóstoles para con ellos, verdaderos testigos, verdaderos evangelizadores. Indudablemente, lo que se siente faltar y lo que se necesita elaborar urgentemente es un plan sistemático para la evangelización de los Musulmanes, confiando en el hecho de que Cristo nos ha enviado a anunciar el Evangelio a todos los hombres y que Él ha dado por todos la propia vida, dándoles a todos la posibilidad de la salvación.

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