jueves, 15 de septiembre de 2022

A no olvidarlo: la razón es capaz de la verdad

Es verdad que la tarea primordial del Magisterio es la de enseñar las verdades sobrenaturales de la fe; pero esto no quiere en absoluto decir que la Iglesia, "experta en humanidad", como dijo san Paulo VI, no tenga una mirada particularmente premurosa, atenta y vigilante por la salud, la robustez y el progreso de la razón humana y de sus fundamentales contenidos filosóficos, de los cuales precisamente ella se sirve para expresar la verdad de fe y promover la actividad de la teología. [En la imagen: fragmento de "Apoteosis de Santo Tomás de Aquino", óleo sobre lienzo del 1631, de Francisco de Zurbarán, actualmente en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, España].

La razón humana y la fe, la filosofía y la teología
   
----------La razón humana, partiendo de la experiencia y constituyendo la ciencia experimental, se eleva al conocimiento filosófico, y de aquí, iluminada por la gracia, se eleva ulteriormente a la fe, sobre la cual se basa luego la teología, que es el esclarecimiento y la profundización de la verdad de la fe, interpretada por la Iglesia en el dogma, mediante el uso de la filosofía (philosophia ancilla theologiae).
----------Para quien quiera profundizar en la comprensión del proceso intelectivo resumido en el párrafo anterior, hay un sinnúmero de obras recomendables. Menciono algunas: A. Gardeil, Le donné révélé et la théologie (Les Editions du Cerf, Paris 1932); J. Maritain, Les degrés du savoir (Desclée de Brouwer, Bruges 1959); Y. Congar, La foi et la théologie (Desclée&Co., Tournai, Belgio 1962); C. Journet, Introduzione alla teologia (Edizioni Paoline 1956); B. Mondin, Scienze umane e teologia (Pontificia Università Urbaniana, Roma 1988); A. Livi, Filosofia e teologia (Edizioni Studio Domenicano, Bologna 2009); Vera e falsa teologia. Come distinguere l'autentica scienza della fede da un'equivoca filosofia religiosa (Casa Editrice Leonardo da Vinci, Roma 2012).
----------El conocimiento humano, tanto de la razón como de la fe, así como los objetos de estos dos niveles del saber, presentan un aspecto evolutivo y un aspecto, más importante, de estabilidad y de inmutabilidad, sobre todo en el campo de la fe: "Christus heri, hodie et semper".
----------Por ello las nociones fundamentales de la razón, y por tanto de las ciencias y de la filosofía, por una parte, y las nociones fuentamentales de la fe, y por lo tanto de la religión y de la teología, por la otra, son inmutables (Pio XII encíclica Humani generis; Paulo VI, encíclica Mysterium fidei). Por eso nuestro Señor Jesucristo dice: "Cielo y tierra pasarán; mis palabras no pasarán".
----------El objeto de la ciencia racional y de la fe puede por lo tanto y debe ser siempre mejor conocido, y esto constituye el aspecto evolutivo y progresivo del acto del saber; pero este saber, en cuanto a su contenido, permanece inmutable y mantiene siempre el mismo significado, aunque formalmente pueda y deba siempre ser acrecentado (como enseñaba, por ejemplo, san Vicente de Lerins).
----------La Iglesia, en la formulación de los dogmas, utiliza ciertos principios y nociones fundamentales de la razón, universales e inmutables, objeto espontáneo del sentido común y de la sana razón natural como tal. En efecto, la Revelación divina, al enseñarnos verdades suprarracionales y sobrenaturales, las ha mediado a través de los conceptos naturales de la razón, de modo que desde estos conceptos, por analogía y por medio de símbolos y parangones, nos es permitido captar algo de los contenidos divinos y sobrenaturales.
----------Por lo tanto, gracias a la fe, la verdad racional natural inmutable y universal sobre el hombre, sobre el mundo y sobre Dios, es una verdad que se purifica, se amplía, se enriquece y va más allá de sí misma, para captar de esa manera la verdad suprema de la Palabra de Dios.
----------Ahora bien, vale aclarar que la razón humana, en la posesión común y normal de sus propias fuerzas, no tiene necesidad de aprender o formar estas nociones fundamentales desde una particular filosofía, sino que a razón las forma espontáneamente y necesariamente por sí misma, aunque es cierto que siempre solicitada o movida por un mínimo de educación recibida.
----------Pero está claro que no hay necesidad de Aristóteles para formar la noción del ente, o de la esencia, o del ser, o de la verdad, o de la realidad, o de la materia, o de la forma, o de la sustancia, o de los accidentes, o del fin, o de los medios, etc., ni hay necesidad de aprender de Descartes que yo existo, o de Platón que existen las ideas, o de Kant que existe la cosa en sí, y así sucesivamente.
----------Ciertamente, la educación filosófica, al menos para quien puede recibirla y sea capaz de ella, es algo óptimo. Pero la filosofía no es absolutamente necesaria para el uso común de la razón y para captar la verdad de fe formulada en el Evangelio o en el dogma eclesial.
----------Las nociones racionales, de las cuales por lo tanto la Iglesia se sirve para formar los conceptos dogmáticos, interpretaciones infalibles de la Palabra de Dios, no deben ser entendidas necesariamente en cuanto refinadas o profundizadas por la filosofía, sino en su sentido común, originario, proporcionado a la razón de cualquier hombre sano de mente, por docto o indocto que sea.
   
Por qué la Iglesia toma cuidado de la razón
   
----------Y lo dicho en el párrafo anterior es así, porque el Evangelio, y por tanto el dogma, debe poder ser captado por cualquier hombre razonable. Si para comprender el Evangelio se debiera estar laureado en teología en Roma, o en Bolonia, o en París, estaríamos frescos y fritos, admitiendo (aunque no concediendo) que quien ha estudiado tales prestigiosas sedes de saber hoy pueda estar seguro de salvarse.
----------La Iglesia ha utilizado en los Concilios y en ciertas formulaciones dogmáticas conceptos que son rastreables en la filosofía de Aristóteles, filosofía adaptada y purificada por santo Tomás de Aquino. Pero, en base a cuanto he dicho hasta aquí, la Iglesia no ha esperado a santo Tomás para la utilización de aquellas nociones fundamentales, así como la razón humana desde la creación del hombre no ha esperado que surgiera Aristóteles o que apareciera Descartes para saber si existe la certeza o para saber qué es la verdad y qué vale el conocimiento humano, o qué es el hombre y si existe Dios, et similia.
----------Si la Iglesia ha utilizado, como de hecho ha utilizado, estos conceptos filosóficos, que han entrado en la formulación del dogma -por ejemplo, el de la transubstanciación- conceptos presentes en Aristóteles, es evidentemente porque los considera verdaderos y perennemente verdaderos. Esa certísima verdad que es la verdad de fe, no se edifica sobre lo falso, ni sobre lo incierto, ni sobre lo opinable. Y no se expresa en lo falso, en lo incierto o en lo opinable. Si la razón no captara la verdad, no podría servir de medio o trámite para la fe, que es suprema verdad. Quien ofende la razón, ofende la fe.
----------Por eso, cuando la Iglesia asume un concepto filosófico como expresión del dogma, no puede por ello mismo no canonizar implícitamente la verdad de ese mismo concepto, de modo que no pueda ser sustituido por otros en la formulación del dogma, sin falsificar o alterar el sentido del mismo dogma.
----------Para dar un ejemplo, si al definir la esencia del alma, nosotros usamos otra categoría, distinta de la usada por el Concilio de Viennes, "forma sustancial", y ponemos en su lugar "autoconciencia" o "centro de la persona", creyendo tal vez con ello expresar mejor el dogma con una categoría de la modernidad, nosotros en realidad no sólo alteramos el sentido del dogma, sino que mostramos un irrazonable desprecio por la categoría de "forma sustancial", indirectamente dogmatizada en aquella ocasión por la Iglesia. La verdadera filosofía moderna no es más que un desarrollo coherente de la filosofía antigua. Los hombres no han tenido que esperar a Descartes para saber que existe la verdad.
----------Es verdad que la tarea primordial del Magisterio de la Iglesia es la de enseñar las verdades sobrenaturales de la fe; pero esto no quiere en absoluto decir que la Iglesia, "experta en humanidad", como dijo san Paulo VI, no tenga una mirada particularmente premurosa, atenta y vigilante por la salud, la robustez y el progreso de la razón humana y de sus fundamentales contenidos filosóficos, de los cuales precisamente ella se sirve para expresar la verdad de fe y promover la actividad de la teología.
   
Por qué motivo Santo Tomás de Aquino
   
----------Aun cuando la Iglesia asume en el dogma categorías aristotélicas mediadas por santo Tomás de Aquino, no se aparta de sus tareas o de sus intereses primordiales, al contrario los cuida más que nunca, porque, si es cierto que su tarea específica e insustituible es la de enseñar la Palabra de Dios, sin embargo, la Iglesia es enviada por Cristo al hombre y a su razón para iluminarla, confortarla, corregirla y elevarla, a fin de que esa razón humana esté bien dispuesta para acoger la verdad de fe. La Iglesia no se interesa de establecer si Aristóteles ha dicho la verdad; y sin embargo asume las verdades de Aristóteles, como por otra parte de cualquier otro filósofo que pueda servir para arrojar luz sobre la Palabra de Dios.
----------De aquí podemos percibir la medida de la necedad del fideísmo luterano, que con el pretexto de exaltar la verdad de la Palabra de Dios, reduce a mera opinión, por no decir a sofismas y a errores aquella filosofía de Aristóteles, de la cual durante siglos la Iglesia se ha servido, con la mediación de santo Tomás de Aquino, para la interpretación del dato de fe.
----------Si la razón es opinión o apariencia o parecer, y sólo la fe es verdad y certeza, entonces la fe o bien se vuelve fanatismo o bien deviene opinión descabellada, sin el necesario presupuesto o soporte racional. La razón prepara la fe como el Bautista prepara a Cristo, como la gracia supone la naturaleza.
----------Sin embargo, Tomás ha tenido el mérito de mostrar con irrefutable claridad el fundamento incontrovertible de aquellas nociones primarias y preciosísimas, de modo que, si antes ya se tenía la certeza de su universalidad e inmutabilidad (por ejemplo Platón y san Agustín), con santo Tomás la razón humana, como enseña León XIII en la encíclica Aeterni Patris, ha adquirido una conciencia indestructible y nunca antes tan bien fundada, de su valor universal y perenne, incluso como base natural de las nociones de la fe.
----------Es cierto que muchos todavía hoy reconocen a santo Tomás de Aquino el mérito de haber utilizado a Aristóteles para la interpretación de las verdades de fe; pero hoy parece insinuarse la idea de que con la filosofía y la ciencia actuales se podría y se debería rehacer, y quizás mejor, lo que hizo Tomás en el siglo XIII, como si la filosofía de santo Tomás hubiera tenido ya su tiempo, su momento, y se necesitara utilizar nuevas y modernas categorías para interpretar el dato revelado. Evidentemente, esto va en contra de cuanto acerca de santo Tomás ha enseñado el Concilio Vaticano II y otros documentos del Magisterio posterior, como por ejemplo la Carta del papa san Paulo VI Lumen Ecclesiae, de 1974.
----------La secuela o seguimiento tomista prescrito por el Concilio Vaticano II propone los principios, el método y las nociones fundamentales del Aquinate, que deben ser utilizados como guía y criterio para una confrontación constructiva con el pensamiento moderno, a fin de asumir los valores a concebir como desarrollo de las premisas tomistas o en todo caso en armonía con esas premisas.
----------Ningún autor, después de la Sagrada Escritura y del Magisterio, debe estar por encima de Tomás en el animar el trabajo del teólogo, y es necesario evitar con cuidado la pretensión de algunos de haber descubierto la "verdadera alma" de Tomás disfrazándolo de idealista o de existencialista.
----------No hay duda de que la Iglesia no se desposa con ninguna filosofía particular, mientras que a todas las protege y las promueve. Si hasta ahora la Iglesia ha mostrado una preferencia por la filosofía aristotélico-tomista, no quiere decir que en un futuro no pueda surgir un genio filosófico universal superior al Aquinate. Algunos piensan que ya ha surgido e incluso mencionan el nombre...
----------Pero no es este el parecer de la Iglesia, la cual continúa viendo en santo Tomás de Aquino al Doctor communis Ecclesiae (tan sólo basta tener en cuenta la enciclica de san Juan Pablo II Fides et ratio, para reconocerlo), por el hecho de que el Aquinate, entre todos los teólogos, se distingue por su capacidad de captar y de expresar la verdad objetiva tanto en campo filosófico como teológico, virtud, esta, que fue ya de Aristóteles y debería ser la de todo verdadero filósofo: decir y mostrar con honestidad y desinterés la cosas como son, dejando de lado cualquier preconcepto, pasionalidad, partidismo o interés, que no sea sólo el de la verdad, presentando argumentos probatorios de lo que se afirma.
----------Tal actitud produce un saber cierto y motivado, es decir científico: cognitio certa per causas, un saber apto para volver a despertar un consenso universal por parte de todos aquellos que razonan rectamente. Y teniendo precisamente la Iglesia que anunciar al mundo un mensaje de salvación universal, entonces se comprende cuánto le interesa a la Iglesia una teología de este tipo.
----------Naturalmente, no siempre el teólogo, como ocurre por otra parte en todas las ciencias, llega a establecer doctrinas ciertas y objetivas. Y en todo caso las doctrinas del teólogo estarán siempre lejos de alcanzar la certeza de la fe o del dogma. Pero sucede que el caso es que el teólogo debe contentarse con meras hipótesis u opiniones legítimamente discutibles por colegas de opinión contraria.
----------Este fenómeno, el de la pluralidad de legítimas opinas teológicas, moderado con las debidas cautelas y las precauciones del caso, para no salirse de los rieles de la ortodoxia y del recíproco respeto, muy lejos de crear dificultades a la unidad de fe y al progreso de la teología, es la condición normal, dada la natural falibilidad de la razón humana y la inevitable existencia de diferentes puntos de vista, que sin embargo están hechos para integrarse recíprocamente en una superior síntesis.
----------Naturalmente Tomás no está exento de estos límites, sin caer nunca en graves errores, si se prescinde de los condicionamientos de su época, y aunque teniendo su propio inconfundible enfoque teórico -el famoso "intelectualismo" tomista-, muestra una extraordinaria capacidad para recoger y sintetizar entre sí las visiones más diversas en una inmensa riqueza de puntos de vista, que a todos abraza instaurando entre ellos un fecundo diálogo, ejemplar también para la teología moderna. Sin embargo, acerca de los puntos esenciales de la razón y de la fe, Tomás de Aquino es inflexible y, precisamente en nombre del pluralismo y de la libertad de pensamiento, se opone correctamente a quien quisiera traspasar las fronteras.
----------Es en este punto que Tomás no encuentra el favor de muchos teólogos contemporáneos, seducidos por un "pluralismo" indisciplinado, que al fin de cuentas es contrario a la seriedad y a la unidad de la ciencia teológica y a la rectitud de la fe. Estos teólogos, por lo demás, ni siquiera perciben el carácter científico de la teología, en cuanto que a ellos no les interesa tanto saber cómo son las cosas en sí mismas, algo que ellos consideran imposible, sino que más bien les interesa abrirse camino en el mundo académico.
----------De ahí la elección de un maestro de éxito, que ciertamente no es Tomás, sino que es uno de los personajes que más han influido y posiblemente satisfecho su deseo de auto-afirmación. Lo cual no excluye que se engañen ilusoriamente pensando haber encontrado en ellos el gran vate de los tiempos modernos.
----------Ellos no están haciendo un atento discernimiento en base a sanos principios, los cuales precisamente podrían ser los principios tomistas, sino que se dejan guiar por la emoción, por la imaginación, por la fantasía, o por los gustos personales u otras pasiones. Los más dotados aspiran a adquirir la fama de creadores o innovadores, para lo cual elaboran teorías originales, pero por fuera de la realidad.
----------Muchos no rechazan del todo a santo Tomás, también para no estar demasiado en el ojo, y sin embargo lo vacían desde dentro animándolo con otro espíritu, el cual puede ser Heidegger, Hegel, Kant, Schelling, Severino, Descartes, Bontadini, Barth, Lutero, Spinoza, Eckhart, etc.
----------Pseudo-filosófos, pseudo-teólogos, a veces meros dilentantes, payasos de la parodia actual, mercachifles del saber (que quizás han conseguido su licenciatura o su doctorado no haciendo verdadera filosofía o teología, sino mera colecta histórica acerca de algún monje del desierto o algún ignoto místico medieval). En realidad, no hacen otra cosa más que poner el propio yo por encima de la verdad de fe enseñada por el dogma eclesiástico. Aquello que entonces podría ser en ellos una visión u opinión personal digna de interés para ellos, si estuviera inserta en un contexto católico, se convierte en una idea fija, que impregna y malogra todo el sistema haciéndolo inutilizable. El ejemplo de santo Tomás de Aquino se presenta, por tanto, siempre actual para aquellos teólogos que verdaderamente quieren servir a las almas, a la Iglesia y a la verdad.

2 comentarios:

  1. Artículo muy interesante, como siempre. Gracias.

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    1. Agradezco su consenso, y me alegro que el artículo le haya sido de utilidad.

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