En Jesús está ciertamente el tema de la renuncia: "si tu ojo te escandaliza, quítatelo"; pero Jesús nunca muestra desprecio por el cuerpo o alaba el deseo de dejar el cuerpo. Los discípulos deben, sí ciertamente, estar al reparo del mal, pero en el mundo. El mal, o sea el pecado, no viene de afuera, del mundo material, sino del corazón, del espíritu, de la malicia de la voluntad. El mundo es malo en cuanto está bajo el signo del pecado; pero en sí mismo es bueno y creado por Dios. [En la imagen: fragmento de "Proposición de matrimonio en Helgoland", óleo sobre lienzo de Rudolf Jordan, 1834, en el Museo de Arte de Berlín, Alemania].
Para una correcta visión de la sexualidad
----------Es claro que en el enfoque dualista (al que antes se hizo referencia) existe la justa exigencia de mortificar las malas tendencias sensibles y de dominar las pasiones carnales. Pero se mantenía que, al menos en una cierta formación corriente, sobre todo de los jóvenes y de las religiosas, la preocupación por la castidad asumía un tono exagerado. Tanto es así que, como sabemos, "pureza" ha llegado a convertirse en sinónimo de castidad, como si la pureza no debiera ser una cualidad de toda virtud en cuanto tal.
----------Debería ser evidente que toda virtud debe ser pura. La castidad era la "bella virtud", como si las demás virtudes no fueran bellas y no hubiera virtudes más bellas. La "pureza de corazón", a la cual nos exhorta Jesús, era todavía la castidad, mientras que en realidad el "corazón" para el Evangelio no es la raíz sólo de la castidad, sino de todas las virtudes; así sucedía que virtudes en sí mismas más importantes, como la humildad, la justicia, la mansedumbre, la prudencia, el coraje, la misericordia, la sabiduría, la caridad, corrían el riesgo de aparecer en orden inferior. Todavía hoy en el confesionario se suele escuchar a los ancianos acusarse de "malos pensamientos", sobreentendiendo por ello faltas contra la castidad.
----------Pero el problema que existía subyacente a estas ideas era que el ejercicio del acto sexual implicaba una contaminación, una corrupción, una mancha. De ahí la idea de que la integridad, la belleza, la perfección, la inmaculabilidad es la virginidad, sin tener en cuenta el hecho de que las facultades que Dios nos da, están hechas para ser ejercitados -"se unirá a su mujer"- y que por tanto, desde un punto de vista natural, una facultad no utilizada no puede ser más perfecta que la misma en su ejercicio.
----------Por consiguiente, la observación que debemos hacer es que la corrupción será, en todo caso, un mal uso o mal ejercicio o mal funcionamiento de la facultad, pero no puede ser su simple y normal actuación según su natural finalidad. O, para expresarnos con Aristóteles, el acto es superior y más perfecto que la potencia. No tiene sentido hipotetizar que una potencia que no es actuada sea una cosa mejor que la misma potencia regularmente actuada. Y si queremos usar el lenguaje evangélico, deberíamos decir que los talentos recibidos de Dios deben hacerse fructificar, si no queremos sufrir el castigo amenazado por el Evangelio.
----------También el placer procurado por el acto sexual no es despreciable en sí mismo, sino sólo si este acto es contra la naturaleza (es decir, deforme o bien defectuoso con respecto a la integridad o a la finalización procreativa fisiológica) o se cumple fuera del orden moral. El placer normalmente es un bien consecuente a la satisfacción de una necesidad o a la actuación de una tendencia natural.
----------El animal se siente atraído por el placer, como por lo demás también nos sucede a nosotros. El animal sano, buscando el placer, cumple instintivamente el acto vital natural a él coligado. Nosotros, en cambio, en línea de principio, aunque también poseamos el instinto, sin embargo lo podemos dominar, por lo cual, por ejemplo, advertidos por la razón o por la conciencia de que el acto no es lícito, podemos, en línea de principio, resistir a la tentación, es decir al impulso irracional del instinto, en cuanto dotados de libre albedrío.
----------Así, en nosotros no siempre sucede que la atracción sensible nos conduzca al verdadero bien, porque desgraciadamente el pecado original ha creado en nosotros una búsqueda del placer, independientemente del hecho de que el objeto o el fin conectado sea moralmente bueno. A nosotros nos pueden complacer también tendencias morbosas o moralmente malas. Por eso, para saber lo que es bueno y lo que es malo, no siempre basta en nosotros el impulso de la pasión, sino que es necesario razonar.
----------Así se explica la existencia del pecado sexual: el acto o el objeto parece un bien, porque es agradable al sentido. Por esto, no es siempre de inmediata intuición el por qué un cierto acto sexual sea malo, en cuanto somos llevados a creer que lo que gusta siempre es bueno.
----------Se trata entonces de descubrir la preeminencia del bien honesto, bien inteligible, bien de la razón práctica (aquello que Kant llamaba "deber") por sobre el bien deleitable, es decir, el bien ligado a la tendencia sensible. Es éste, al fin de cuentas, el bien que nos debe interesar y guiar como seres racionales o, como decía santo Tomás de Aquino, agere secundum rationem.
----------Entonces, la razón práctica puede saber que en realidad ese placer que nos atrae no es un verdadero bien, es decir, un bien honesto, porque ese placer no nos estimula, en la hipótesis, a poner en práctica la ley moral. De aquí la obligación de seguir la recta razón, faltando a lo cual, la acción se convierte en pecaminosa.
----------En la Sagrada Escritura, sin embargo, el placer sensible es parangonado al placer espiritual, incluso al mismo gozo divino, de Dios puro Espíritu, que evidentemente no tiene sexo. Por eso es importante tener un concepto analógico del placer, vinculando el placer sensible al placer espiritual. Este es el modo de evitar tanto el rigorismo como el laxismo, evitar tanto a Orígenes como a Pannella, podríamos decir.
----------En efecto, Dios es el creador de toda forma y grado de placer. Radica en el hombre saber gozar de un placer honesto, ya sea físico o espiritual. Quien obedece a Dios, que conoce el camino para nuestra felicidad, digan lo que digan Nietzsche y Freud, sabe gozar la vida tanto de aquí abajo como de allá arriba. Los otros viven mal aquí abajo y al final, a menos que se vuelvan a Dios, terminan en el infierno.
----------Así el profeta Isaías se atreve a representar el amor de Dios por Israel con el amor del esposo por la esposa, y tratándose de esposo y esposa, no se puede evidentemente no pensar en el placer sexual: "Como goza el esposo por su esposa, así tu Dios gozará por tí" (Is 62,5). No obviamente que Dios goza sexualmente; sino que Él, sin embargo, como creador del sexo, contiene virtualmente y eminentemente (virtualiter et eminenter) también el placer sexual en Su infinita Esencia, así como la causa contiene en sí el efecto.
----------Dios ha creado tanto el placer físico como el espiritual, los cuales, en su voluntad originaria, deberían ser conjugados o estar unidos. Lo que no quita que puedan existir opciones de vida, como la virginidad, en la cuales, a fin de una mayor libertad y de experiencia del Espíritu, el sujeto renuncia al placer sexual, sobre todo en consideración al hecho de que en la vida presente la carne se opone al espíritu: "Si tu ojo te escandaliza, quítatelo". Pero también se podría decir: "Si no te escandaliza, puedes quedártelo".
Influencia del dualismo en el cristianismo
----------El lector ha entendido bien que la manera dualista, antes citada, de exaltar la virginidad, no era la correcta. Sin embargo, en cierta medida está presente, al menos en el modo de expresarse, también en los Padres y en los Doctores de la Iglesia, sobre todo en mariología y en la apología de la vida religiosa.
----------Ha sido la introducción de la ética de Aristóteles en el pensamiento cristiano en el siglo XIII, obrada, como es bien sabido, por santo Tomás de Aquino, la filosofía que ha planteado las bases para una sana ética sexual, verdaderamente conforme con la Sagrada Escritura. A este respecto, es necesario decir que Lutero, al haber acusado a Aristóteles de ser enemigo de la Biblia, no ha entendido nada.
----------Ciertamente, Aristóteles no es un teorizador de la virginidad, a la cual por otra parte Lutero odiaba, y sin embargo la ética de Aristóteles, que conjuga la conciencia de la ley natural con el conocimiento de la debilidad de la naturaleza humana, constituye la verdadera premisa para el correcto concepto de virginidad.
----------La Iglesia, por su parte, ya desde los primeros siglos, definió como verdad de fe la superioridad de la virginidad sobre el matrimonio, que había sido negada por el monje Joviniano [340-405], a quien santo Tomás de Aquino, precisamente por ese motivo, considera hereje (Sum.Theol., II-II, q.152, a.4). Lamentablemente esta herejía ha resurgido en los años del postconcilio, bajo pretexto de que el Concilio Vaticano II subraya la igualdad de todos los bautizados ante Dios. Sin embargo el mismo Concilio en varios lugares reafirma esta verdad (Perfectae caritatis, n.5; Lumen Gentium, nn. 42, 44).
----------Esta superioridad está dada por el hecho de que, mientras el matrimonio, por más que pueda ser una vocación a la santidad, tiene una finalidad, como la procreación, limitada a los confines de la vida terrena, la virginidad, pensemos en la relación entre personas consagradas de diferentes sexos, constituye ya desde ahora un signo y un ejemplo de la futura humanidad de la resurrección, cuando el amor de los esposos perdurará, aunque se haya conducido a término su función procreadora.
----------Por tanto, debemos decir que la virginidad consagrada es superior al matrimonio, pero no en el sentido falso, ya visto, de que sólo la virginidad corresponde al estado de integridad y pureza de la naturaleza; de lo contrario, por lógica consecuencia, nos veremos obligados a decir que el acto sexual es impureza y corrupción. Por el contrario, debemos decir que la virginidad consagrada es superior al matrimonio, pero en el sentido de que la virginidad constituye una más alta manifestación de la vida según el Espíritu.
----------Probablemente la concepción dualista le era conocida al apóstil san Pablo, como parece resultar de algunas expresiones por él usadas, que ciertamente tienen un vago sabor de ese tipo, como cuando habla de la lucha entre el "espíritu" y la "carne", o de la "liberación del cuerpo" (Rom 7,24), o del "hacer morir las obras del cuerpo" (Rom 8,13), o del deseo de ser "liberado del cuerpo" (Fil 1,23), o bien del pasaje del "hombre animal" al "hombre espiritual". Las "obras de la carne" son una serie de vicios (Gal 5,19).
----------Indudablemente el ideal de la virginidad aparece con el Nuevo Testamento. Juan el Bautista es virgen. También es virgen Juan Apóstol, el íntimo de Jesús. Virgen es la Madre del Señor. Virgen es Jesús mismo. No hay duda que Jesús es el fundador de la vida consagrada cristiana. Jesús propone el ideal de "algunos que se hacen eunucos con miras al reino de los cielos".
----------Sin embargo, en la ética evangélica, por austera y espiritualista que sea, no encontramos los duros acentos contra el cuerpo y la carne que están presentes en san Pablo. Para Jesús, "el Hijo del hombre come y bebe". Muestra un gran respeto por la mujer, incluso por las pecadoras. Él es premuroso por la salud física del prójimo, a la que restaura con numerosos milagros. Inaugura su misión participando en una cena de bodas. "¿Pueden los amigos del esposo ayunar mientras el esposo está con ellos?". En la Última Cena consagra su Sangre, siguiendo la costumbre del banquete pascual, a la tercera copa. Por ende, ya se había dado una buena bebida. Refiriéndose a la Eucaristía, san Agustín exclama: "Caro te excaecaverat? Caro te sanat!".
----------En Jesús está ciertamente el tema de la renuncia: "si tu ojo te escandaliza, quítatelo"; pero Jesús nunca muestra desprecio por el cuerpo o alaba el deseo de dejar el cuerpo. Los discípulos deben, sí ciertamente, estar al reparo del mal, pero en el mundo. El mal, o sea el pecado, no viene de afuera, del mundo material, sino del corazón, del espíritu, de la malicia de la voluntad. El mundo es malo en cuanto está bajo el signo del pecado; pero en sí mismo es bueno y creado por Dios.
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