viernes, 16 de septiembre de 2022

Cabos sueltos: Sacramentos a "divorciados vueltos a casar" (1/8)

Aunque hayan transcurrido ya unos cuantos años desde los Sínodos de Obispos referidos a la problemática del matrimonio y la familia (la III Asamblea General Extraordinaria, del 2014, y la XIV Asamblea General Ordinaria, del 2015), que tuvieron por fruto la exhortación apostólica postsinodal Amoris laetitia, del papa Francisco, del 19 de marzo de 2016, se mantienen las dudas, las confusiones y las controversias, acerca de la vexata quaestio de los Sacramentos para las parejas de los llamados "divorciados vueltos a casar". [En la imagen: el papa Francisco y una familia durante la Audiencia General del 15 de junio de 2022].

----------A mediados del pasado mes de junio fue presentado el documento "Itinerarios catecumenales para la vida matrimonial", como parte de las Orientaciones pastorales para las Iglesias particulares, texto preparado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, al final del Año dedicado a la familia. El propio papa Francisco presentó el documento, redactando un Prefacio, en el cual el Papa expresa también su confianza en que próximamente, como explica a los pastores, a los cónyuges y a todos los que trabajan en la pastoral familiar, se pueda publicar otro documento sobre acompañamiento a las parejas en situación irregular.
----------Respecto al tema concreto de los llamados "divorciados vueltos a casar", el Papa expresa: "Es mi ferviente deseo que a este primer Documento le siga cuanto antes otro, en el que se indiquen métodos pastorales concretos y posibles itinerarios de acompañamiento, dedicados específicamente a aquellas parejas que han experimentado el fracaso de su matrimonio y viven en una nueva unión o se han vuelto a casar civilmente. La Iglesia, en efecto, quiere estar cerca de estas parejas y caminar también con ellas por la via caritatis (cf. Amoris laetitia, 306), para que no se sientan abandonadas y puedan encontrar en las comunidades lugares accesibles y fraternos de acogida, de ayuda al discernimiento y de participación".
----------Han transcurrido ya unos cuantos años desde los Sínodos de Obispos referidos a la problemática del matrimonio y la familia (me refiero a la III Asamblea General Extraordinaria, del 2014, y a la XIV Asamblea General Ordinaria, del 2015). Las conclusiones y sugerencias de los Pastores en aquellas dos grandes reuniones de selectos Obispos de todo el mundo, tuvieron por fruto la exhortación apostólica post-sinodal Amoris laetitia, del 19 de marzo de 2016. Sin embargo, los debates, las controversias, las voces disonantes y hasta contestatarias a las directrices del Santo Padre no se han acallado, como tampoco se han detenido las falsas interpretaciones del tema y del mencionado documento pontificio, sobre todo en lo que se refiere a la cuestión de la Comunión para los llamados "divorciados vueltos a casar". Sin duda, la cuestión sigue abierta.
----------En este blog los lectores saben que no he retaceado esfuerzos por aclarar las directrices pastorales que se pueden recabar de la exhortación Amoris laetitia sobre la específica cuestión de los "divorciados vueltos a casar". Las publicaciones en este blog han sido numerosas, y los lectores pueden fácilmente volver a ellas a través del motor de búsqueda. Sin embargo, hay que recordar que el origen de la actual confusión pastoral sobre este tema no radica en la Nota 351 de Amoris laetitia (nota que rectamente entendida no debería crear problemas de interpretación), sino en la desafortunada Carta posterior del papa Francisco a los Obispos argentinos de la región Buenos Aires, que ha dado pie a falsas interpretaciones de aquella Nota 351.
----------La pasada semana se me ocurrió traer de vuelta el tema a la consideración, y surgió así un conjunto de diálogos con los lectores del blog, algunos de ellos, pocos, fueron intercambios en el foro de este sitio web, y otros, la mayoría, a través del correo electrónico. Tras el diálogo con mis interlocutores, mi primera impresión es que, aunque hayan pasado ya varios años de los candentes debates teológicos del 2015 y 2016, subsisten los equívocos, motivados en parte por alguna salvable ambigüedad en la mencionada Nota 351 de Amoris laetitia y en otras intervenciones subsiguientes del Papa, y en parte por la obstinada y tendenciosa propaganda de modernistas y pasadistas, queriendo llevar agua para su molino.
----------De modo que aquí me propongo retomar la cuestión en siete notas (más o menos), que pueden dar en un primer momento la imagen de una presentación desordenada, pero que estimo podrán ser útiles a los lectores, sobre todo porque estarán en general basadas y redactadas bajo el esquema de objeción/respuesta, siempre en base al material de las críticas u objeciones que, sobre el tema he recibido de mis lectores actuales y de mis interlocutores desde el año 2015. También agregaré, si viene al caso, la mención de otras objeciones que han circulado desde aquel año, y cuyas respuestas quizás no son por todos conocidas. Mi esperanza es que de este modo, al menos para algunos, pueda quedar claro que en la cuestión sub examine, aunque eventualmente puedan producirse cambios en la disciplina y la pastoral, en cambio la doctrina de la Iglesia acerca de los Sacramentos no puede sino mantenerse inmutable, aunque cada vez mejor conocida.
   
Un par de cuestiones preliminares
   
----------En primer lugar, antes de comenzar a tratar el tema, bajo el prometido esquema de las objeciones y sus respuestas, debemos tratar brevemente una cuestión terminológica preliminar. Se trata de un punto en el que es necesario arrojar luz, y sobre el cual quizás no se ha insistido lo bastante, sea en las objeciones como en las respuestas. Me refiero a la expresión "divorciados vueltos a casar", que ahora ha entrado en uso. Pues bien, es una expresión equivocada desde el punto de vista de la moral católica, tomada como lo es del lenguaje de la ley civil, que admite el divorcio, mientras que sabemos bien cómo el Evangelio lo prohíbe.
----------Sin querer rechazar la expresión "divorciados vueltos a casar", cosa ahora imposible en la práctica, pero para iluminar verdaderamente la cuestión a la luz de la moral católica, nosotros los católicos deberíamos decir, según el lenguaje tradicional de la Iglesia, que se trata de adúlteros concubinos. Por lo tanto, si ellos han disuelto el precedente matrimonio desde el punto de vista civil, y si este matrimonio fue un sacramento, está claro que tal matrimonio, si es válido, sigue siendo válido (por supuesto, los modos condicionales en esta frase no son superfluos, sino esenciales para la elucidación de los casos concretos).
----------En segundo lugar, como sabemos, Amoris laetitia y su famosa Nota 351, no concede el sacramento de la Comunión eucarística a los llamados "divorciados vueltos a casar". Sin embargo, eso no quita que el Romano Pontífice (se trate del papa Francisco o de su sucesor) pudiera concederla en el futuro (de hecho el papa Francisco podría hacerlo si sanara jurídicamente in radice la confusión legal creada en la práctica con su infelíz misiva a los Obispos argentinos). Ahora bien, y más allá de tal posibilidad, el temor de algunos, de que si el Santo Padre debiera conceder la Comunión a los llamados "divorciados vueltos a casar", cumpliría con ello por tanto un atentado a la indisolubilidad del matrimonio, no tiene ningún fundamento dogmático. De hecho, ese infundado temor es señal de que se confunde la ley civil con la ley eclesiástica.
----------La eventual concesión de la Comunión, no supondría en absoluto por parte de la Iglesia que el precedente matrimonio religioso deba considerarse disuelto, aunque se haya producido el divorcio civil, mientras que sigue siendo siempre validísimo para la eternidad, si ha sido un auténtico sacramento.
----------Es por lo tanto éste el verdadero marco en el cual, según la moral católica, debe ser situada en modo conveniente y fructífero esta grave cuestión de los llamados "divorciados vueltos a casar". Quien, por tanto, sostenga la oportunidad de que se les conceda la Comunión a estas parejas, deberá demostrar que tal concesión no sólo no conlleva ni supone vulnus, sacrilegio o perjuicio alguno para la validez del precedente matrimonio, sino que puede armonizarse, a pesar de todo, con un conveniente respeto de este vínculo precedente, de hecho para sacar precisamente de este pasado compromiso, ahora ya no practicable, por más que pueda parecer paradójico, fuerzas para vivir en gracia la nueva convivencia.
----------En efecto, aquello que puede conectar y crear continuidad entre la unión de antes y la unión actual, por más que sean uniones que están objetivamente en contraste entre sí, es la conciencia, como se supone, de haber vivido en gracia en la precedente unión y de vivir en gracia en la nueva, no obstante el pasado pecado de adulterio, que sin embargo ahora se supone perdonado por Dios.
----------La Iglesia podría imponer a los convivientes la obligación de mantener, si es posible, buenas relaciones con el cónyuge de la precedente unión, de sostenerlo económicamente, si tiene necesidad, y, si es posible, de tomarse cuidado de eventuales hijos que se han tenido en el precedente matrimonio. Precisamente, este tipo de indicaciones disciplinares y pastorales podrían formar parte de ese "otro documento, en el que se indiquen métodos pastorales concretos y posibles itinerarios de acompañamiento, dedicados específicamente a aquellas parejas que han experimentado el fracaso de su matrimonio y viven en una nueva unión o se han vuelto a casar civilmente", al cual se refirió el Papa en junio pasado.
----------En el nuevo vínculo, los vueltos a casar deberían mantener un recuerdo objetivo, sereno y amigable del cónyuge precedente, dispuestos a perdonar los agravios recibidos, aún cuando se diera el caso de que el cónyuge conservara sentimientos hostiles y no perdonara.
----------Por lo tanto ninguna damnatio memoriae; al contrario, aun cuando esto puede costar al propio orgullo o al propio comprensible resentimiento, los dos deberían siempre recordar ante Dios al precedente cónyuge y agradecer a Dios por todo el bien y los dones recibidos de Dios en el precedente matrimonio. Deberán también recordar con gratitud ante Dios todo el bien que se han deseado recíprocamente, quizás durante largos años, todos los acontecimientos felices y todas las experiencias positivas.
----------En efecto, incluso si los hombres han tratado de dividir con vanas y falsas "leyes civiles" (falsas por no estar fundadas en la ley natural) aquello que Dios había unido, el sagrado vínculo libremente contraído por la pareja delante de Dios en el momento de la celebración del sacramento, es absolutamente indisoluble, porque nadie puede separar aquello que Dios ha querido unir para la eternidad, a tal punto que los cónyuges que se han separado, para poder ser dignos del premio celestial, deben esperar reconciliarse y reunirse en el cielo para siempre, renovando los sagrados compromisos pisoteados en este mundo.
----------Por tanto, muy insensata, escandalosa, vergonzosa, sapiens haeresim e indigna del nombre cristiano, ha sido aquella propuesta presentada, en ocasión del Sínodo del 2015, por aquellos teólogos (por mencionar uno, Giovanni Cereti), que se han atrevido a fundamentar la admisión de la pareja de divorciados vueltos a casar a los Sacramentos sobre una supuesta facultad de la pareja de "anular el signo sacramental del matrimonio", una vez que los cónyuges constatan la imposibilidad de mantener la unión. Al contrario, es precisamente en nombre del respeto a la dignidad de los Sacramentos como medios ordinarios de salvación, que la Iglesia maternalmente y providentemente obra siempre todo lo posible para asegurar la posibilidad de la salvación incluso en las situaciones humanas más degradadas y desordenadas, conscientes del hecho de que Dios extiende su misericordia mucho más allá de la limitada aunque preciosa praxis sacramental de la Iglesia.

8 comentarios:

  1. El objetivo que tiene este sitio, como el de Bergoglio, es el de llevar tantas almas como sea posible a la impenitencia final y por lo tanto al infierno. Son herejías las que afirma el autor de estos artículos sobre la comunión de los divorciados vueltos a casar (= adúlteros).

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    1. Estimado Padre Jorge H.,
      no opongo ningún tipo de obstáculos a que un teólogo, en ámbito de común competencia teológica, critique mis artículos y manifieste sus objeciones a mis argumentos, sosteniendo sus posturas contrarias a las que aquí se exponen, con los debidos argumentos filosóficos y teológicos, siempre en fidelidad al Magisterio de la Iglesia.
      Incluso no tengo dificultad en que un teólogo me advierta de que alguna de mis afirmaciones fuera sospechosa de herejía: recibiría dispuesto tal acusación, y seguramente me ayudaría para indagar acerca de la firmeza de lo que sostengo y de los argumentos en los cuales me apoyo.
      Pero lo que a todas luces no es justificable es una mera acusación gratuita, sin fundamentación, como la que Ud. me hace.
      Esto me hace sospechar (también a la vista de otras intervenciones suyas de hace tiempo atrás, que recuerdo no haber publicado, porque sobrepasaban los límites del simple respeto humano), esto me hace sospechar, digo, que Ud. no cuente con los necesarios argumentos filosóficos y teológicos para sustentar la acusación de herejía que me hace.
      Lo invito, por tanto, a brindarme algún razonamiento suyo, en apoyo a sus acusaciones.

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  2. Padre Filemón, por favor trate de mantener los comentarios de este Padre Jorge, es un elemento mítico, fantástico, que nos entrega gratis la ocasión de muchas risotadas, por lo que le estamos muy agradecidos.

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    1. Yo propondría para este blog una columna de humor, quizás titulándola: "la humorada semanal del Padre Jorge".
      En mi opinión, tendría mucho éxito.

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    2. Si no estuviera en juego la salvación eterna de las almas, que es cosa muy seria, ¿sabes cuánta risa me darían las tonterías que se escriben en este blog sobre los divorciados vueltos a casar?
      ¡Vamos, J.M.C.! Sé muy bien que usted también es sacerdote! De modo que con más razón se lo tiene que tomar con ironía. De lo contrario, sería un indicio de que usted está en las antípodas de la Doctrina Católica, o quizás ni siquiera sabe por qué se hizo Sacerdote.

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    3. Escúchame bien, grandísimo idiota: te he de explicar de inmediato por qué me hice sacerdote y qué es lo que hago todos los días.
      Mientras tú juegas a un catolicismo de fantasía, recitando gorigoris en medio de una nube de incienzo, yo trabajo de la mañana a la noche como capellán en un gran hospital oncológico.
      Así que, si es que tus prejuicios te lo permiten y vienes a verme, te arrastraré de la oreja a la sala de oncología pediátrica, y seré yo, niño tras niño, cáncer tras cáncer, leucemia tras leucemia, te abofetee con la realidad en la cara, y así tal vez te haré desaparecer de tu cabeza enferma todas las odiosas mierdas que estás sembrando, un día con el pretexto de la "misa de Pablo VI", otro día "sobre el hereje Papa Francisco", y al día siguiente sobre el "sacramento del matrimonio", etc. .. etc ...
      Ah, por cierto: y cuando vengas no olvides de traer tus puntillas y encajes, tu incienzo, y tu misal de San Pío V, para que le expliques a los niños en fase terminal de tumor cerebral que para ir al cielo hay que celebrar tu... "misa de siempre".

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  3. Estimado padre Filemón.
    Lamento ver la deriva que ha tomado un blog como el que Ud. redacta. Sé que este comentario significa poco y nada, y no tengo la presunción de hacerle cambiar de opinión, así que no entraré en muchos detalles.
    No estoy de acuerdo con las posiciones que se sustentan en sus artículos sobre los divorciados vueltos a casar.
    Aún más: estoy decepcionado; pues fue en parte gracias a Ud. que, manteniendo mi mente abierta a ciertas ideas y a la catolicidad, evité tomar una deriva estrictamente tradicionalista en el peor de los sentidos (aquello que Ud. llama la herejía del pasadismo, lo cual no tiene nada que ver con la verdadera Tradición).
    Sin embargo, veo que aquí las cosas se apartan de la Tradición
    Saludos,
    Padre Jorge H.

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    1. Estimado Padre Jorge H.,
      no puedo hacer más que repetirle lo que antes le dije: aporte sus argumentos filosóficos y teológicos para sostener sus acusaciones. Si no lo hace, su posición aparece como indudablemente necia o, en todo caso, ideológica.
      Yo soy como usted un ser humano razonable, capaz de comprender razones y motivos. Aporte los motivos y razones de sus acusaciones. Pero no me acuse gratuitamente.
      Trate de leer con atención lo que vengo escribiendo sobre el tema que le preocupa, tenga presente que de ninguna manera sostengo lo que me imputa, porque en la actual disciplina de la Iglesia no es posible dar indiscriminada y descriteriadamente la Eucaristía a los divorciados, cosa que en el ejercicio de mi sagrado ministerio no hago. Lo que hago, es más bien repetir a las personas en determinadas situaciones de "irregularidad" que se atengan a lo dicho hasta ahora por la Iglesia al respecto. Por supuesto, no sin socorrerlos en sus necesidad de encontrar paz con Dios, asegurándoles que siempre pueden recuperar la gracia, arrepintiéndose de sus pecados, pidiendo perdón directamente a Dios, y haciendo penitencia.

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