miércoles, 7 de septiembre de 2022

La ética luterana (2/3)

Considerada la antropología luterana, pasemos ahora a la ética luterana. En las orientaciones éticas de Lutero y en sus consecuencias en el plano social, advertiremos las raíces de tendencias muy actuales: relativismo moral, ética de la situación, utilitarismo, buenismo. [En la imagen: fragmento de "Hércules en la corte de Onfalia", óleo sobre madera de haya, del 1537, de Hans Cranach, en el Museo Thyssen-Bornemisza, de Madrid].

Las orientaciones éticas de Lutero
   
----------Martín Lutero absorbe el saber moral en la concreta vida o acción moral. Lutero sabe que actiones sunt suppositorum, que la acción está siempre en lo concreto; sin embargo olvida el hecho de que la acción debe ser la aplicación de una norma universal, sea ella natural o evangélica, interior o exterior, basada en la universalidad de la naturaleza humana y del dato de fe
----------Lutero, como es bien sabido, ha partido de un sentido trágico, exagerado e insoportable del pecado. Pero su insistencia en el hecho de que el pecado es inevitable y en el deber de confiar en el perdón divino ha terminado por inducir hoy a muchos protestantes -los así llamados "protestantes liberales"- a no dar ningún peso al pecado y a considerarse inocentes, tanto más desde que el sentimiento de culpa es considerado una simple perturbación psíquica, que debe ser eliminada no con la confesión, sino con el psicoanálisis (la así llamada "depresión"), y esto también en relación con un extendido relativismo y subjetivismo moral, según los cuales ya no se cree en una ley moral universal y objetiva, sino que cada uno se regula como mejor cree, y en la seguridad que de todos modos se salva, también porque hoy ya no existe como antes la idea luterana de la predestinación a la condenación, sino que se piensa que todos se salvan.
----------Con el pecado original el hombre, según Lutero, lo ha perdido todo y se ha convertido en esclavo de la concupiscencia y de Satanás. La naturaleza está totalmente corrompida, de hecho está muerta (Col 3,3): la razón es rebelde y sofista, el libre albedrío está destruido y esclavizado. Sólo queda el hombre interior, la conciencia y la voluntad entendida no como facultad de elección entre el bien y el mal, sino como impulso del corazón sediento de libertad (aquella que luego los moralistas existencialistas y Rahner en el siglo pasado llamarán "opción fundamental", criticada por san Juan Pablo II en la encíclica Veritatis splendor), que, mediante la fe, obtiene la justificación y la gracia de la salvación.
----------En el estado presente, sin la gracia, esclavos de la concupiscencia, según el "reformador", con la razón entenebrecida, para la ética de Lutero es imposible observar los mandamientos y la ley. Cualquier cosa que haga, el hombre está siempre en estado de pecado mortal, hasta que, por impulso de la misma gracia, y no por precedentes razonamientos, abraza por fin la fe en Cristo, que nos pone bajo la guía del Espíritu, y nos hace libres, aunque continuemos pecando (la bien conocida "justificación forense").
----------Sea como sea, para Lutero, el hombre que ha vivido libre por la fe en Cristo, resucita de entre los muertos, obtiene la vida eterna y la resurrección en el mundo futuro. Las obras, sin embargo, como se sabe, no son necesarias para la salvación, no es necesario obedecer la ley, porque todo ello es imposible; basta la fe (sola fide) en que Dios es misericordioso y que me salva gratuitamente sin méritos.
----------No importa hacer penitencia, pues la penitencia sería también una vana presunción de salvarse con las obras. Dios nos toma como somos. Por esto Lutero suprime el sacramento de la penitencia. Para él basta el Bautismo. La penitencia es un auto-tormento, un inútil intento de corregirnos de los pecados, lo que según él es un esfuerzo de Sísifo, que no conduce a nada, sino a la desesperación y a sentir con terror y angustia (concepto fundamental de la espiritualidad protestante desde Lutero hasta Kierkegaard y Heidegger) el cernirse sobre nosotros de su ira divina, porque los pecados siempre se repiten los mismos. Por tanto, el esfuerzo ascético no sirve para nada: es mejor gozar de un buen pecado confiando en el perdón divino. Lutero decía que él cometía un pecado bueno para fastidiar al diablo (lo refiere Maritain en su ensayo sobre Lutero en Tres Reformadores). Claro que no sé, en verdad, si el diablo precisamente se fastidiara de ello.
----------La fe como conocimiento para Lutero es una fe falsa. Esta idea será condenada por el Concilio de Trento, el cual dirá en cambio que la fe en sí misma es un saber y es ya virtud, aun cuando ciertamente para salvarse es necesaria también la caridad. Este principio será reafirmado por el Concilio Vaticano I y por el Concilio Vaticano II, al tratar de la divina Revelación (constitución dogmática Dei Verbum, nn.1-5).
----------Lutero ni siquiera ve bien la caridad, en cuanto que también ella es para él una "obra", de la cual nos podemos jactar. Esto no quiere decir que él desprecie la acción o la práctica, todo lo contrario; solo que para él la salvación se sigue sólo de la fe y coincide con la fe, que para él no es acto de conocimiento o adhesión a dogmas, sino que es confianza de salvarse en virtud del encuentro con Cristo.
----------Aquellos a quienes la Iglesia Romana llama "santos", para Lutero son hipócritas, personajes fabricados o construidos sobre lo fantástico y sobre lo legendario. Son fariseos o, como se diría hoy con términos modernos, perfeccionistas o masoquistas. Es vano buscar una santidad irrealizable como hace la Iglesia de Roma. El hombre es eso que es: un pecador. El ideal no es el santo, sino el justo, es decir el hombre pecador justificado por la fe y no por las obras. Somos sí pecadores, pero eso no es para preocuparse: Dios es bueno y tiene piedad de nosotros. El infierno existe solo para los católicos romanos que no quieren creer en el valor de la fe y en la misericordia de Dios, y viven contando con sus propios méritos.
----------Lutero insiste mucho sobre la humildad, pero él no la entiende como obediencia a los mandamientos, mucho menos como obediencia a la Iglesia Romana, sinagoga de Satanás, gobernada según él por el Anticristo, el Papa (existen también hoy en día sedicentes católicos, los cuales, aunque no considerándose protestantes sino guardianes de la ortodoxia, sin embargo faltan de respeto al Papa de modo similar). Para Lutero la humildad es convicción del propio ser pecadores incorregibles, que sin embargo confían en la misericordia divina. Me parece evidente que se trata de una falsa humildad sugerida por el demonio.
----------Para Lutero no se debe actuar en vista del premio, sino sólo para corresponder a la llamada (Beruf) de Dios, que me ha predestinado a la salvación. De ello debo estar segurísimo precisamente para salvarme. Sin embargo, también debemos ser indiferentes al paraíso del cielo y al infierno y atender solo a la voluntad de Dios, aún cuando ella nos hubiera destinado al infierno.
----------No debemos buscar un Dios en sí, que es un impenetrable misterio, y no nos debe interesar; no es esta la tarea de la teología, sino que debemos buscar un Dios-para-mí, un Dios crucificado, por lo cual el verdadero teólogo es un crucificado. Debo disfrutar de la voluntad divina hacia mí más que si fuera al paraíso del cielo. Así algunos están predestinados a la salvación, otros a la condenación, sin ningún supuesto de libre albedrío, que no existe, y por tanto prescindiendo de cualquier mérito, que no tiene nada que ver en la adquisición de la salvación, sino sólo para las obras de este mundo. En efecto, es Dios quien mueve al hombre, haga lo que haga y no es el hombre quien se mueve a sí mismo con su razón.
----------Entonces en la oración no debo pedirle nada a Dios: eso sería egoísmo. Tenemos ya aquí al Dios "tapa-agujeros", con el que se la toma Bonhöffer. No debo pedirle que me libere de los pecados: sería inútil. Dios me soporta como soy. Simplemente debo agradecerle por su misericordia, por la cual me salvo no obstante mis pecados. Por lo demás, debo conformarme con la fuerza que Dios me da.
----------Lutero, como he dicho, con su polémica contra las obras, no niega que el cristiano deba darse a hacer: simplemente entiende decir que las obras no sirven para el más allá, pero para el más acá son necesarias. Por ello vemos cómo en la tradición protestante existe un gran activismo, a veces frenético, a la altura de los sistemas industriales y capitalistas y la carrera a veces loca por el enriquecimiento.
----------El quietismo se podría derivar de Lutero, pero en realidad es una falsa interpretación de él. De hecho, los protestantes nos acusan a los católicos de ser los indolentes y los perezosos, que descuidamos el progreso de la ciencia, de la industria y de la técnica y carecemos de iniciativa económica. Véase, por ejemplo, el aire de suficiencia con la cual los países protestantes del norte de Europa consideran la actividad económica y empresarial de Italia, de España o de América Latina, de tradición católica.
----------Como se sabe, para Lutero el libre albedrío no existe, por lo cual no tiene ningún poder en el dinamismo de la salvación o de la condenación. Lo esencial es creer ser salvados, y sólo con eso (sola fide) somos salvados. Quién confía en sus obras, no se salva, aunque al final sólo Dios sepa quién se salva y quién no se salva. Esta fe (confianza) es el único acto salvífico que se requiere de nosotros, la "opción fundamental", diría Rahner, la única "obra" que Dios nos pide. Todo lo demás lo da Él.
----------Y no importa en absoluto aquello que hagamos y que nos parezca bueno o malo. Son todos "me parece", todos actos relativos, miserables e inciertos: relativismo moral. Y por lo demás, no existe ni siquiera una ley natural objetiva y universal, sino sólo la concreta e imprevisible voluntad divina, momento a momento, (por encima de la ley, véase el sacrificio de Abraham), captada en la fe paradojal y "escandalosa", una voluntad sin fundamento racional y despótica, sin ley fija, sino que cambia según las circunstancias y las situaciones: ética de la situación. Así la "voluntad de Dios" puede ser aducida en cada caso, sin necesidad de dar explicaciones ni justificaciones, un cómodo instrumento en las manos de los prepotentes y de los astutos.
   
Consecuencias en el plano social
   
----------Como consecuencia de lo dicho, el luteranismo se presenta, al menos a primera vista, como un riguroso espiritualismo evangélico y personalista (el "hombre interior" de paulina memoria) que apunta a la simplicidad, a lo esencial y a lo originario, podando austeramente toda forma de adiciones o tradiciones humanas, que serían superposiciones inútiles, vacías y vanas teorías teológicas, creencias o ritualismos supersticiosos o mágicos, fariseísmos y judaísmos rígidos, exteriores e hipócritas, jactancia de las propias obras, influencias paganas, costumbres mundanas, relaciones de poder, juridicismos legalistas.
----------El luteranismo se sitúa así, de algún modo, en la línea de la espiritualidad afectiva y emotiva agustiniana, en la cual, por lo demás, Lutero, como Agustino que fuera en su juventud, había sido nutrido, no sin algo de la simplicidad y espontaneidad franciscanas. De Agustín rechaza el enfoque platónico y prefiere la temática de la gracia y del pecado. Sin embargo, Lutero acentúa exageradamente ciertos aspectos menos felices del agustinismo y descuida otros, y por eso cae en la herejía, aunque conservando indudablemente algunos grandes temas del agustinismo, lo cual, por lo tanto, es doctrina del Evangelio.
----------Uno de estos temas agustinianos de primera magnitud conservados en el luteranismo, que sin embargo en Lutero son llevados al extremo y desencarnados, es la relación de la conciencia subjetiva con Dios y con la Iglesia. Ciertamente Agustín acentúa mucho la relación del yo con Dios (noverim Te, noverim me) y con la Iglesia en clave altamente espiritual, pero Agustín no pierde en absoluto de vista el objetivo, histórico, social y encarnado de estos valores. No es que en Lutero esté ausente el sentido de lo concreto y de lo histórico, todo lo contrario, de hecho es incluso excesivo: pero ello viene de algún modo desplazado del plano de la objetividad social y eclesial al de la propia subjetiva experiencia o historia personal.
----------Por el contrario, tengamos en cuenta que en la visión católica, el alma humana está aquí abajo siempre unida al cuerpo, lo interior siempre está unido a lo exterior, el pensamiento a la acción, el individuo a la sociedad. En el plano de la vida cristiana, existe la conjunción de la fe con las obras, de la Escritura con la Tradición, de la moral con el derecho, del súbdito con el pastor, mientras que la Iglesia invisible es todo una con la Iglesia visible, la jerárquica con la del pueblo, la institucional con la carismática.
----------En cambio, es sabido cómo en Lutero el hombre, como hemos dicho, se resuelve en el propio mi-ser-hombre, mientras que la Iglesia pierde su aspecto universal, objetivo, visible, jerárquico, social, sacramental y litúrgico, para convertirse en una inaferrable y atemática comunidad "invisible", un concepto ciertamente cómodo y conveniente, para escapar de las propias responsabilidades eclesiales y disciplinarias.
----------Con mentalidad ockhamista, Lutero resuelve la Iglesia visible en una multiplicidad de comunidades que son las comunidades protestantes. La Iglesia católica ya no es vista como la Iglesia universal, sino como una comunidad entre las otras, y ni siquiera la mejor. En suma, en el plano de lo visible ya no está la Iglesia sino que están sólo las Iglesias. Pero esto daña gravemente por reflejo la sensibilidad social de Lutero, la cual, faltando esa sensibilidad social respecto a la Iglesia, acaba por faltar en general hacia el prójimo, sobre todo si se trata de aquel prójimo oprimido y necesitado.
----------También la ausencia en Lutero del sacerdocio ministerial y la simple presencia del sacerdocio universal de los fieles basado en el bautismo testimonia la negligencia del aspecto social visible de la Iglesia, considerando la esencial función social del sacerdocio.
----------Por otra parte, en el luteranismo, con la abolición de la vida religiosa, despectivamente enumerada en la categoría de las "obras", desaparecen los institutos religiosos tradicionalmente dedicados al cuidado de los pobres, de los enfermos, de los necesitados, de los peregrinos, de los dementes, de los ancianos, de los niños, de los jóvenes, y estas obras pasan al Estado, en el cual obviamente no existen esa caridad, esa generosidad, esa dedicación, ese desinterés, y esa caritativa premura por el prójimo, que sólo el instituto religioso masculino o femenino puede garantizar.
----------Asimismo, en el luteranismo tampoco existen santos de la caridad o, en cualquier caso, santos dedicados a obras sociales en sus diversas formas. En vano buscaríamos en el luteranismo a las Madres Teresa de Calcuta, a los san Martín de Porres, los san Juan Macías, los san Camilo de Lellis, los san Vicente de Paul, los Federico Ozanam, los Bartolomé de las Casas y mil otros santos de la Iglesia Católica. En este sentido, la supresión de las Órdenes religiosas obrada por Napoleón Bonaparte ciertamente se puede considerar un efecto trágico y devastador de la llamada "reforma" de Lutero.
----------La ética luterana, por lo tanto, conlleva efectos desastrosos en el ámbito de los deberes públicos y privados, de los derechos y de las virtudes morales, como por ejemplo la justicia social y el cuidado del bien común, suprema responsabilidad de la ética política y estatal. Ella pierde su objetividad y universalidad, no existe ya la ley natural universal, sino que la justicia es mi justicia, mi justificación, lo universal es absorbido en lo particular, lo abstracto en lo concreto.
----------Por lo tanto, paradójicamente, se desvanece en nombre del Evangelio el altruismo, la operosidad social y pública, y por tanto una verdadera justicia política, así como la percepción y el cuidado del bien común; el sujeto sólo busca sus propios intereses, por muy espirituales que sean, o se preocupa por el prójimo sólo en cuanto útil a sus intereses: y aquí tenemos el utilitarismo.
----------Se esfuma el sentido del interés común y salta al primer plano mi interés, mi salvación. De lo cual comprendemos cómo el luteranismo está en los orígenes de la ética liberal, que inspira los regímenes capitalistas de los siglos XIX-XX combatidos por el marxismo, aun cuando éste caiga luego en el exceso opuesto de despreciar la singularidad de la persona y disolver al individuo en el bien común.
----------Como lo ha demostrado con gran lealtad, y precisamente en un país protestante, el conocido sociólogo alemán Max Weber (1864-1920) en su célebre obra La ética protestante y el espíritu del capitalismo, la concepción según la cual el uso privado de los medios de producción, concepción teorizada y practicada por el capitalismo liberal, uso de los medios de producción entendido como signo y prueba de divina predestinación, tiene precisamente sus orígenes, por la mediación de Calvino, en la ética luterana. Ni siquiera en ciertos católicos enredados en cierto reticente ecumenismo encontramos tanta franqueza, como en este autor no-católico, pero honesto y de altísimo nivel científico.
   
La ética de Lutero y la ética de Marx
   
----------Llegados a este punto, para aclarar por contraste la ética luterana, es interesante su comparación con la marxista, la cual es una especie de imagen especular, que se encuentra en el extremo opuesto. De hecho, como es bien sabido, la ética marxista surgirá precisamente como reacción indignada y violenta contra el cristianismo hegeliano, en el cual la relación humana se resuelve en la oposición siervo-amo (hombre pecador contra Dios justo en Lutero), por lo cual toda la historia y experiencia de la vida humana se resuelve en Hegel en la trágica alternativa dialéctica entre el ser esclavos o ser amos, explotados o explotadores.
----------Esta alternativa en Marx pierde el aspecto personalista que tiene en Hegel, viene transpuesta al plano del conflicto social y se convierte en la lucha de clases, con la diferencia de que, mientras en Hegel triunfa el amo, o sea el yo absoluto de Fichte (residuo del luteranismo), en Marx, precisamente en virtud del proceso dialéctico por el cual lo positivo brota de lo negativo, el esclavo, mediante la revolución, triunfa sobre el amo y, al liberar a la clase obrera, libera con ello mismo a toda la humanidad e instaura la sociedad comunista.
----------En este punto en Marx, a diferencia de Hegel y de las visiones subjetivistico-liberales, existe una mirada realista apasionada dirigida a la entera humanidad "alienada", al hombre como tal, más allá de toda diversidad o desigualdad, cosa que no existe ni en Lutero ni en Hegel, y por tanto vienen de algún modo recuperados el universalismo bíblico-cristiano y la exigencia de la liberación de los oprimidos.
----------Pero el error de Marx, opuesto al de Hegel, radica en el hecho de que mientras en el panteísmo hegeliano Dios se expresa en el hombre o bien en el yo (de origen luterano), el llamado "sujeto", en el ateísmo marxiano el hombre como clase oprimida y al mismo tiempo liberadora, elimina al Dios amo y alienante, y se pone en su lugar, por lo cual, mientras la libertad en Hegel es todavía la libertad subjetivística de la conciencia individual de origen luterano, la liberación marxiana del hombre entendido como Gattungswesen, es decir, como género humano, tiene un carácter de objetividad ("realismo socialista") y requiere el ateísmo.
----------En Marx, dados los fundamentos materialistas puestos en la base de su sistema, no existe por tanto la liberación de la individual alma del pecado; el individuo es reconocido, es libre, tiene sentido o existe sólo en cuanto es ser social, sólo en cuanto se relaciona socialmente en la historia. El individuo no tiene ninguna relación, si no ilusoria y alienante, con un Dios trascendente, que no existe y es la hipostasiación fantástica del ideal del hombre. El Absoluto para Marx es sólo el hombre: "el hombre es Dios para el hombre" dice él. Por lo demás, esto ya era cierto para Hegel, claro que en clave panteísta falsamente cristiana.
----------De aquí el característico desprecio marxiano por la persona individual, sobre todo entendida en su interior relación con Dios. En Hegel, en cambio, en la estela de Lutero, la conciencia individual es absolutizada y carece de verdadero interés social objetivo y realista, que en cambio en Marx salta al primer plano, pero de un modo tan exagerado, hasta eliminar los intereses religioso-espirituales de la persona.
----------Es evidente en Marx la reacción contra el interiorismo asocial luterano, reacción que ya había surgido en Hegel, en la forma de un colectivismo y totalitarismo panteístas, los cuales reaparecen en Marx bajo forma atea y politizada. Marx acepta la instancia comunitaria que aparece en Hegel contra Lutero, pero se pasa por completo del lado del materialismo, negando el destino ultraterreno del alma y su inmortalidad.
----------En Lutero la conciencia del individuo rechaza a un Dios tiránico, identificado con el Dios de la Iglesia Romana, para sentir en sí la misericordia de un Dios perdonador, inmanente a la conciencia: buenismo. Marx, en cambio, solidario con las masas oprimidas por la religión y por los amos, estimula su liberación mediante la revolución, ignorando las exigencias de interioridad propias de la persona.

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