El último bastión de los idealistas es Karl Rahner. Pero hasta que la Iglesia no haya condenado este específico tipo de idealismo, es muy probable que ni siquiera la actual condena del idealismo hecha por el papa Francisco, por muy rotunda que haya sido, podrá tener efecto. Todo hace suponer que es necesaria y urgente una clara individuación y condena específica del idealismo rahneriano por parte del Magisterio de la Iglesia.
Algunos ejemplos de idealistas
----------El Medioevo, con su cultura profundamente marcada por el realismo cristiano, es totalmente ajeno al idealismo, si se hace excepción del agustinismo que, como he dicho anteriormente, es sustancialmente un realismo. A nadie en la Edad Media le viene en mente -habría sido considerado una locura o una impiedad- negar una res extra animam e identificar lo real con la idea. Sólo Dios y no la idea humana es el autor de la res. El mismo san Anselmo de Aosta [1033-1109], aunque en su famoso argumento ontológico cae en una sutil trampa idealista, estaba convencidísimo de la extramentalidad de lo real.
----------La única excepción, quizás aparte de Juan Escoto Erígena [815-877] y del cardenal Nicolás de Cusa [1401-1464], es Meister Eckhart de Hochheim [1260-1328], hombre de santa vida, pero probablemente víctima de un lenguaje místico intemperante, y no movido por una intención idealista consciente. Famosa, al respecto, ha permanecido su declaración presente en el sermón alemán Qui audit me: "oculus in quo video Deum est ille idem oculus in quo me Deus videt. Oculus meus et oculus Dei est una visio et unum conoscere".
----------Fue necesario esperar a René Descartes [1596-1650] para que el verdadero y propio idealismo moderno hiciera su ingreso en la escena de la historia de la filosofía, con su colocación como objeto primario del intelecto no al ente real, sino a la idea. Descartes es seguido de cerca por Baruch Spinoza [1632-1677], con su tesis: "La idea es lo primero que constituye el ser de la mente humana" (Etica demostrada según el orden geométrico, parte II, prop. XI, editorial Nacional, Madrid 1980, p.80).
----------Spinoza dará un paso hacia adelante, paso que, por otra parte, ya había sido sugerido por el mismo Descartes: esta idea primaria es la misma idea de Dios. Por lo tanto, Spinoza afirma que no hay necesidad de demostrar la existencia de Dios, como lo ha hecho Descartes. En efecto, es precisamente gracias a esta idea primera y evidente que concebimos las cosas (ibid, prop. XLV, p.160). Por eso, "el orden y la conexión de las ideas es el mismo que el orden y la conexión de las cosas" (Prop.VII, p.127).
----------Este principio, que reaparece con Vincenzo Gioberti [1801-1852] y se encuentra en Karl Rahner [1904-1984], parecería en una primera mirada de carácter realista: el orden de las ideas debe reflejar el orden de las cosas. Pero no es esto lo que quiere decir Spinoza. En efecto, si nos basamos en el contexto spinoziano mencionado aquí, Spinoza entiende decir que el orden del pensar humano es el mismo que el del pensar divino; de modo que, si Dios es el primum cognitum respecto a Sí mismo, también lo es para nosotros; pues por el hecho de ser el primero en el ser, es también el primero en el ser conocido por nosotros. Y si Él es la primera realidad, de la cual se sigue el mundo, pues bien, también para nosotros, según Spinoza, Dios es la primera idea, de la cual se siguen o derivan todas las demás y que hace posibles todas las demás.
----------A este saber Spinoza lo llama sub specie aeternitatis, es decir, "con la misma mirada de Dios" o "desde el punto de vista de Dios". Ahora bien, debemos decir que estas expresiones correctamente entendidas, es decir, en sentido realista, son del todo legítimas e inocentes. Ver las cosas como las ve Dios es una óptima aspiración, que constituye una alta sabiduría. Pero a condición de que nos entendamos bien sobre esta expresión. De hecho, no se trata -y esto es lo que quiere decir Spinoza- de poseer la ciencia divina en el modo en el cual Dios la posee, modo que es sólo de Dios y que se identifica con la esencia de Dios.
----------De hecho, nosotros podemos saber lo que es la ciencia divina en su diferencia con el saber humano, incluso de fe. Santo Tomás de Aquino [1225-1274], en la Summa Theologiae, tiene un espléndido tratado sobre la ciencia divina (I, qq.14-15). Pero nosotros, los seres humanos, no podemos conocer como ni en el modo divino en el cual Dios se conoce a Sí mismo y al mundo, aunque ciertamente, mediante la fe, podemos conocer, por divina revelación, cosas sobre Dios que Él es el único que conoce y que Él se ha dignado revelarnos por medio de nuestro Señor Jesúscristo. Cualquiera que, como Spinoza, entendiera la expresión sub specie aeternitatis en el sentido indicado, estaría completamente descaminado.
----------En cambio, en el recto sentido indicado, san Pablo dice: "Nosotros tenemos el pensamiento (vulgata: sensum, griego: nyn) de Cristo" (1 Cor 2,16), también se podría traducir: la "mente" de Cristo o la doctrina de Cristo, es decir, nosotros conocemos los misterios de Dios, que Cristo ha querido revelarnos (el mismo intelecto humano de Cristo, por muy iluminado que esté por la visión beatífica, permanece siempre infinitamente por debajo de la infinitud de su intelecto divino); pero Pablo ni siquiera sueña -lo consideraría una blasfemia- afirmar con esto que el cristiano tiene un modo de pensar idéntico al de Dios.
Otros ejemplos de idealistas
----------George Berkeley [1685-1753] expresa lo siguiente: "Tanto las cosas reales como las quimeras, es decir, las ideas debidas a nosotros mismos, no existen más que en la mente, y en este sentido son igualmente ideas" (Tratado sobre los principios del conocimiento humano, Alianza Editorial, Madrid 1992, p.53]. Esta claro que para Berkeley, las cosas son las ideas de las cosas.
----------Johann Gottlieb Fichte [1762-1814] dirá: "El Yo se pone a sí mismo y es en virtud de este puro ponerse por sí mismo" (Fundamento de toda la doctrina de la ciencia, ed. J.Cruz Cruz, Pamplona, 2005, p.46). Mientras que Friedrich Schelling [1775-1864] dirá: "En cuanto el Yo produce desde sí mismo toda cosa, en tanto toda cosa, no por casualidad este o aquel concepto, o bien la forma del pensamiento, sino todo el uno e indivisible saber, es a priori" (Sistema del idealismo trascendental, ed. Anthropos, Barcelona 2005, p.199].
----------Fichte y Schelling interpretan el "sum" cartesiano, consecuencia (ergo) del cogito, no en el sentido de consecuencia lógica, que podría también estar bien (era ya la consideración de san Agustín), sino en el sentido de consecuencia ontológica, como si Descartes dijera: "yo soy en virtud de mi pensamiento", como para decir: "Yo me doy el ser de mí mismo, en virtud de la idea o de la conciencia de mí mismo".
----------Georg W.F. Hegel [1770-1831] dirá de modo muy expresivo y claro: "La ciencia pura presupone la liberación de la oposición de la conciencia. Ella contiene el pensamiento en cuanto que implica también la cosa en sí misma, o bien la cosa en sí misma en cuanto que implica también el puro pensamiento" (Ciencia de la Lógica, Ediciones Solar/Hachette, Buenos Aires 1976, p.46).
----------La mencionada "oposición de la conciencia", para Hegel, es la desgracia de la gnoseología realista (la "conciencia infeliz") que, a los ojos del idealista, "opone" un sujeto cognoscente a un objeto conocido y, por lo tanto, viene calificada por Hegel, con desprecio y compasión, de "dualismo". Sólo el idealismo crea la conciliación, porque el sujeto es el mismo objeto, la idea es la realidad.
----------Giovanni Gentile [1875-1944]: "El pensar, como autocreación de la realidad absoluta, es conocer en cuanto querer, querer en cuanto conocer" (La religione, ed. Sansoni, Firenze 1965, p.337).
----------El idealismo gentiliano muestra claramente, en la estela del llamado "idealismo ético" de Fichte, que, si todo es pensamiento, también el querer y el actuar son pensamiento y, a la inversa, el saber y la verdad coinciden con la acción y la praxis. El más fuerte siempre tiene razón. De aquí vemos la justificación de la violencia y de la prepotencia de quien impone a los otros las propias ideas no porque sean correctas o conformes a la realidad, sino porque lo manda él o así lo ha decidido él. Es sobre todo en este punto de las consecuencias prácticas del idealismo que, como veremos, apunta la crítica del Papa.
----------Edmund Husserl [1859-1938]: "La subjetividad trascendental precede al ser del mundo en cuanto constituye en sí el sentido de ser que le es propio" (Lógica formal y lógica trascendental, ed. UNAM, Mexico 1962, p.330); "Como ego, yo soy absolutamente existente en mí y para mí" (Ibid., p.335).
----------Según Husserl, yo existo por mí mismo: nadie me ha creado. Dios es una idea mía en el horizonte de mi conciencia, que todo lo abarca. Yo no pienso un real o un ente extramental, cuya existencia la pongo entre paréntesis -la famosa epoché husserliana-, sino que pienso lo "pensado" (nóema, cogitatum), que son mis ideas. El saber es la descripción de los datos de conciencia, sin preocuparse, como hacen esos ingenuos realistas, de lo que está "fuera" de la conciencia. No lo sabemos y no nos interesa.
----------Sin embargo, Husserl admite lo real o el objeto como "dado" o "correlato de conciencia". Este aparece tal como es. Pero Husserl no se pregunta quién se lo ha dado y cómo hace para estar en la conciencia. Además, lo real es objetivo, pero para Husserl no existe independientemente de su relación a mí. De hecho, imitando aquí a Kant, Husserl sostiene que la "subjetividad" no reconoce en la realidad un sentido que ella tenga por cuenta propia, independientemente del sujeto, sino que el sujeto le da sentido -su bondad- a lo real.
----------Gustavo Bontadini [1903-1990] intentará moderar el idealismo gentiliano, pero no lo conseguirá. Dice: "El idealismo supone la experiencia realista, supone los reiterados intentos de llegar a la realidad última de las cosas y el desconcierto de encontrarse de este lado de la realidad".
----------Menos mal, sin embargo, que... ¡el idealismo ha llegado! De hecho, prosigue Bontadini: "Contra tal desconcierto, el idealismo reacciona convocando y reclamando al hombre a la realidad innegable de su propio pensamiento, pensamiento de algo en cuanto objeto del pensamiento. Es en este momento -el momento cartesiano- que surge el concepto de una realidad que es en cuanto es pensada y conocida" (Studi sull’idealismo, ed. Vita e Pensiero, Milano 1995, p.277).
----------Vemos en todas estas tesis idealistas cómo, según ellas, la realidad no existe en sí y por sí independientemente de mí, sino que lo real existe en cuanto yo lo pienso o es pensado por mí en mi idea. Si yo no pensara la realidad, esta no existiría. El ser, uno, total y necesario, coincide con el ser pensado o, para decirlo con el famoso axioma de Berkeley, esse est percipi. Y por lo tanto el yo pensante coincide con lo pensado. Y por tanto mi ser coincide con el ser uno, total y necesario.
----------La conclusión que indudablemente se debe extraer, es que realismo e idealismo, más allá de cualquier otra concepción del conocimiento, posible o de hecho existente, constituyen las dos únicas concepciones posibles del conocimiento, porque o es relación con la idea o es relación con lo real. Si está relacionado con la idea, tenemos el idealismo; si está relacionado con lo real, tenemos el realismo. Si identificamos ideal y real, tenemos idealismo; si distinguimos ideal y real, tenemos el realismo.
----------Y es evidente que el idealismo al fin de cuentas pone en juego nuestra relación con Dios: si soy yo quien crea la realidad con mi idea, o con mi "subjetividad trascendental", ¿qué necesidad hay de Dios? A menos que Dios sea yo mismo. Y esta es precisamente la loca conclusión metafísico-teológica del idealismo. En este punto nos preguntamos si y cómo puede existir un católico idealista.
----------Por eso Maritain tiene toda la razón cuando dice: "On ne transcende pas le réalisme et l’idéalisme, il n’y a pas de position supérieure qui les dépasse et les réconcilie, il faut choisir entre l’un et l’autre comme entre le vrai et le faux" (Les degrés du savoir, Desclée de Brouwer, Bruges 1959, p.195).
El idealismo de Karl Rahner
----------El último bastión de los idealistas es Karl Rahner [1904-1984]. Pero hasta que la Iglesia no haya condenado este específico tipo de idealismo, considero que ni siquiera la actual condena al idealismo hecha por el papa Francisco tendrá efecto. De todos modos, veamos brevemente en qué consiste este idealismo.
----------Este idealismo fue desarrollado por Rahner en los años 40 del siglo pasado y él tuvo la audacia de hacerlo pasar por una interpretación de la gnoseología y de la metafísica de santo Tomás. Muchos le han creído, considerándolo casi un nuevo santo Tomás. El texto fundamental al respecto es Oyente de la Palabra (Editorial Herder, Barcelona 1976, edición alemana de 1941), del cual el padre Cornelio Fabro hizo una poderosa refutación, desenmascarando irrefutablemente la operación deshonesta y fraudulenta.
----------Pero lamentablemente los rahnerianos ya habían conquistado un fuerte poder en la Iglesia, por lo que la grave y bien fundada denuncia de Fabro ha quedado, a nivel del Magisterio, sin ser escuchada, tanta ha sido la presión ejercida sobre él por los rahnerianos, sobre todo los jesuitas, convencidos, como ha dicho uno de ellos, de estar, con Rahner, ante el "icono del Concilio Vaticano II".
----------Al respecto, me permito expresar la convicción personal de que no basta que el Magisterio de la Iglesia recomiende a santo Tomás de Aquino, si luego no hace nada por desautorizar, refutar o condenar aquellas interpretaciones que falsifican radicalmente los principios fundamentales del Doctor Común. Es claro que en el problema Rahner aún está de por medio la grave cuestión, no del todo resuelta, después de sesenta años, de la interpretación del Concilio Vaticano II.
----------Al respecto, me gustaría discretamente hacer presente a los responsables que, como es bien sabido, cualquier organismo o institución de la sociedad civil que se precie y que tenga cuidado del bien público al que sirve, vigila sobre la cualidad de su producción y tiene premura de advertir o de señalar contravenciones, transgresiones, estafas o falsificaciones o en todo caso delitos, que perjudiquen el buen nombre de la referida institución y los intereses de los clientes, de los lectores, de los usuarios o de los consumidores, o como se prefiera decir, tomando las medidas necesarias del caso.
----------Con mayor razón la Iglesia, que tiene la muy superior responsabilidad del cuidado de las almas en orden a la salvación eterna, dotada como ella está por Cristo de todos los medios necesarios para este propósito, debería sacudirse de la actual inercia, pasividad, oportunismo y conformismo, tomar ejemplo del celo de las instituciones médicas, de los comercios, empresas o industrias culturales, alimenticias o comerciales o de cualquier otro tipo, en perseguir, en los debidos modos y con los adecuados medios, a los falsarios, a los sofisticadores, a los transgresores y a los estafadores. Aquí son válidas las palabras del Señor: "Los hijos de las tinieblas son más sensatos que los hijos de la luz".
----------Pero mientras tanto, nosotros hagamos nuestra parte. Al fin de cuentas, hay Alguien en el cielo que guía a la Iglesia y al Cual todos debemos rendir cuentas. Veamos entonces brevemente las tesis rahnerianas, en las cuales cualquier filósofo experto reconoce inmediatamente el inconfundible rostro del idealismo, aunque admitamos que, en este caso específico, se necesita una adecuada competencia, que no es propiedad de todos. Pero si sólo el médico o el especialista sabe diagnosticar una enfermedad peligrosa oculta, deber de los pacientes es el de escucharlo con confianza, si se preocupan por su salud.
----------Según Rahner, "la esencia del ser es conocer y ser conocido en una unidad originaria, a la que queremos llamar conciencia o transparencia ('subjetividad', 'conocimiento') del ser de todo ente. Esta es la primera proposición de la ontología en general. [...] La naturaleza del ser es conocer y ser conocido en una unidad originaria: en otras palabras, es ser consciente y transparente" (p.66).
----------"El ser, del cual se indaga toda la problematicidad originaria, es siempre también conocido" (p.67). "El ser del ente y el conocer constituyen una unidad originaria. [...] Ser del ente y conocer son correlativos, porque en su fondo son por sí todo uno. Sin embargo, con esto se afirma solo que el ser, en la medida en que es y aparece como tal (en una 'diferencia ontológica'), es el conocer mismo del ser en originaria unidad con él, que 'es' entonces el mismo sujeto cognoscente. [...] La naturaleza del ser es conocer y ser conocido en una unidad originaria, a la que llamamos desde el punto de vista gnoseológico conciencia de sí" (p.68).
----------Rahner habla de una "identidad originaria de ser y conocer" (p.69). "Ser es por sí conocer y conocer es por sí la capacidad que tiene el ser, por su misma constitución, de reflexionar sobre sí mismo, es su 'subjetividad'. [...] el acto cognoscitivo no es un chocar contra algo, un extenderse intencionalmente hacia lo externo. El conocer no sucede por contactum intellectus ad rem. Siendo el conocer y la cognoscibilidad propiedades intrínsecas del ser, no se puede captar la esencia de un individual acto cognoscitivo concibiéndolo como la relación 'intencional' de un sujeto cognoscente hacia un objeto diferente de él. [...] El ser por su naturaleza es conocer y cognoscibilidad, autoconciencia" (pp.70-71).
----------La cosa principal que se nota en estas declaraciones, repetidas varias veces, es la identidad originaria de ser y conocer, como para decir de ideal y real. Ciertamente, "originario" deja entender que exista un derivado, un originado, como si se admitiera que en este plano pueda darse la distinción entre idea y realidad. Se podría también pensar, en un primer momento, que esto originario sea lo divino.
----------Y en efecto es verdad que en Dios ser y conocer coinciden. Y sin embargo, no es esto lo que Rahner entiende, porque aquí él dice expresamente que no está hablando de Dios, no pretende hacer teología, sino metafísica. No quiere hablarnos del ser divino, sino del ser como tal, del ser metafísico. He aquí por tanto la insidia o trampa idealista en su desenlace panteísta, a causa de la confusión entre ser y ser divino.
----------Este "originario", por lo tanto, en la mente de Rahner, no es lo divino, sino aquello que es originariamente metafísico. Pero de hecho este originario rahneriano no es otra cosa que lo divino, porque, como he dicho, sólo en Dios coinciden ser y pensamiento, ser y conciencia. El verdadero originario ser metafísico es el actus essendi como acto del ente, que precisamente es originado por el ser. Por tanto, la coincidencia del ser con el conocer o con la autoconciencia ciertamente existe, pero no atañe a la metafísica, sino a la teología, porque es la teología, y no la metafísica, la que trata del ser coincidente con el pensamiento, o sea de la esencia de Dios.
----------Ahora bien, queda por preguntarse, llegados a este punto, por qué motivo Rahner hace esta infelicísima volterera cayendo irremediablemente en el panteísmo. Como he dicho repetidamente en este artículo, el panteísmo es el efecto en metafísica de la gnoseología idealista. ¿Porque? Porque la gnoseología idealista mira con desprecio las condiciones materiales y animales del conocimiento humano, a diferencia del realista, que comienza con el contacto con ellas a ejercitar la adaequatio intellectus ad rem.
----------Me refiero al valor del conocimiento sensible. El idealista, con Descartes, no quiere partir de la humilde pero basilar experiencia de los sentidos, sino que pretende partir inmediatamente desde lo ideal y precisamente de la autoconciencia (cogito). Este desprecio de Rahner por la actividad de los sentidos lo vemos cuando rechaza la idea de que el conocimiento pueda implicar un "choque" del sujeto contra el objeto.
----------Pero me gustaría imaginarme ahora pregunándole bonachonamente a Rahner: pero si yo, al caminar, choco descuidadamente una mesa, ¿eso no me demuestra la existencia de la mesa? Y si yo no me extiendo "intencionalmente" con la nariz para oler el perfume de una flor, ¿cómo hago para conocer su perfume? Se comprende que mi más alta aspiración es la de ascender a las alturas del espíritu; pero el ser humano no llega al conocimiento de las cosas espirituales, sino partiendo de las materiales.
----------En definitiva, la pretensión de partir de golpe desde la idea de Dios quiere decir pretender poseer un saber divino, porque sólo Dios parte de Sí mismo, desde la Idea de Sí mismo para conocer las cosas que Él crea. Nosotros, al contrario, es partiendo de las cosas creadas, que podemos conocer a Dios. "Invisibilia Dei per ea quae facta sunt, intellecta conspiciuntur" (Rom 1,20).
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