martes, 13 de septiembre de 2022

Reflexiones sobre virginidad, matrimonio y concubinato (3/4)

Jesucristo, con la propuesta de la vida religiosa, no pretende en absoluto hacer retornar al hombre al estado de soledad precedente a la creación de la mujer, porque tal estado, por explícita voluntad del Padre, es malo. En cambio, Jesús propone una nueva y mejor relación hombre-mujer, prefigurativa de la relación escatológica de la resurrección final, la cual, en la práctica de la virginidad, es fecunda de una generación espiritual, que edifica la Iglesia, inicio en la tierra del reino de Dios. [En la imagen: fragmento de "Pareja en el Père Lathuille", óleo sobre lienzo de Édouard Manet, realizado en 1879, que se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Tournai, Francia].

El matrimonio
   
----------Para el Evangelio, como para el libro del Génesis, el cuerpo, masculino y femenino, no es en absoluto malo, y tanto es esto verdad que el cuerpo deberá resucitar. Este tema, por lo demás, como es bien sabido, también está presente en el apóstol san Pablo; lo que nos hace comprender, no obstante algunos de sus puntos pesimistas y antifeministas, la perfecta adherencia del Apóstol de las Gentes a la doctrina de Cristo y que sus ataques contra el cuerpo o la carne no tienen nada que ver con el dualismo indio y significan simplemente el rechazo del cuerpo, no en cuanto tal, sino en cuanto esclavo del pecado. "Cuerpo de muerte" no quiere decir que el cuerpo procura la muerte, sino que el cuerpo, herido por el pecado, es mortal.
----------El acto sexual fisiológicamente normal es siempre genéricamente bueno, aunque no está dicho que lo sea siempre desde el punto de vista moral. Es moralmente malo y por lo tanto pecaminoso, cuando viene ejercido, bajo el impulso de la concupiscencia, fuera o antes del matrimonio, y entonces se tiene la fornicación, y en modo especial en esa unión o convivencia moralmente ilícita entre hombre y mujer, que acordamos en llamar "concubinato": una convivencia que puede tener la apariencia de la convivencia legítima, o sea el matrimonio, sin ser, sin embargo, un verdadero y completo matrimonio.
----------Peor todavía es la convivencia de dos sujetos del mismo sexo, porque allí no sólo se transgrede la finalidad espiritual de la unión hombre-mujer, sino que se compromete la misma función fisiológicamente normal del sexo. Lo que naturalmente no excluye el deber de tratar con respeto también a estas personas (incluso con leyes civiles). Pero no es este el lugar para desarrollar este delicadísimo tema.
----------El verdadero matrimonio es un pacto o contrato consciente, libre y voluntario, socialmente y jurídicamente reconocido, entre un hombre y una mujer fisiológicamente sanos y normales, en suficientes condiciones económicas, que se agradan y se aman, con el cual delante de Dios ellos se comprometen para siempre (indisolubilidad), según un amor exclusivo (monogamia) a ser una cosa sola, en fidelidad recíproca, tanto en la prosperidad como en la adversidad, abiertos a la generación y a la educación de la prole y al bien de la sociedad, ayudándose el uno al otro en la adquisición de la virtud. Como se sabe, Cristo ha elevado a sacramento, o sea a medio de salvación, este contrato natural.
----------El matrimonio polígamo concedido por el Corán supone una grave desestima por la mujer y contrasta con el proyecto bíblico "su mujer", es decir, "a cada uno la suya", y por tanto una sola ("una sola es mi paloma", dice Cant 6,8. Jesucristo tiene una sola esposa, aunque hoy ciertos ecumenistas descriteriados hablan de una multiplicidad de "iglesias"), principio, éste, ligado a la reciprocidad hombre-mujer. Esta reciprocidad, entiéndase bien, no se justifica sólo en relación con una adecuada educación de la prole, sino que es radicalmente (aquí tenemos el verdadero radicalismo, no el de Pannella y de Bonino) requerida por la plenitud del ser humano, que por su esencia ha sido creado con esta propensión y esta necesidad.
----------Como es bien sabido, todo esto no impide las segundas nupcias. Lo que quiere decir que sólo en el paraíso del cielo será superado el elemento de la exclusividad, pero no evidentemente en el sentido musulmán con las riendas sueltas, porque la doble relación celestial está fundada en dos matrimonios monógamos sucesivos que se contraen regularmente en la tierra.
----------La necesidad de un partner, que tanto se siente y a veces atormenta a los jóvenes, no es tanto la necesidad de desahogar el instinto sexual, cuanto la de tener una compañía para toda la vida. Es la voz del Génesis que se hace sentir, incluso si el joven no ha leído nunca la Biblia y un día se hará sacerdote o religioso.
----------Lo que obviamente no quiere decir que todos lleguen o puedan tener su partner, se trate o no se trate del matrimonio. Esta reciprocidad también se nota en muchas parejas de santos religiosos (es suficiente para todos el ejemplo de san Francisco y santa Clara). Sin embargo, se mantiene que esto es requerido por la plenitud de humanidad del individuo, como por ejemplo en el caso del peso corpóreo, que, en línea de principio, como dicen los médicos, debe ser tanto como exceda el metro: 70 kg para 1,70 m.
----------Lo cual, naturalmente, no quiere decir que también los grasos y los magros no puedan llegar al paraíso del cielo. No encontrar una mujer adecuada precisamente como amiga o como esposa, puede ser un sufrimiento; pero ello no debe convertirse en una tragedia. Tampoco debemos creer que esto pueda ser el signo de que Dios nos quiere o para la vida religiosa o para la vida sacerdotal. También aquí, en efecto, más que nunca, es necesario instaurar una relación honesta y fructífera y una sana confianza entre los sexos, sin que vengan a menos los compromisos asumidos.
----------Por otra parte, es necesario evitar la codicia de los musulmanes con la acumulación o colección de las concubinas, como si se tratara de coleccionar automóviles. La experiencia de la partnership no puede limitarse al campo de las relaciones que prevean la relación sexual y no es imposible, de hecho es deseable, tener más amigos en el otro sexo.
   
El porqué de la virginidad
   
----------En este punto, hagámonos algunas preguntas relativas al valor de la virginidad: ¿de dónde saca Jesús la idea de proponer "a algunos" el objetivo de la vida religiosa? ¿Qué sentido le da? No hay duda de que en la coyuntura de la naturaleza humana caída después del pecado original, Jesús representa la voluntad del Padre, pero una voluntad de emergencia, una especie de "presto rescate", no la originaria voluntad que de todos modos sigue siendo sustancialmente válida y algún día volverá en vigor.
----------Jesús, como se expresa Él mismo, viene a restaurar aquello que el Padre ha querido "al principio". Él, por mandato del Padre, viene a remediar los daños subsecuentes al pecado original y a elevar a la pareja humana a un estado de gracia, la filiación divina, desconocido en el estado de inocencia originaria.
----------Al fundar la vida religiosa, y en particular con la exaltación de la virginidad consagrada, nuestro Señor Jesucristo se propone tres fines: primero, mostrar la nueva vida según el Espíritu; segundo, favorecer una mayor dedicación a la vida espiritual, con una mejor victoria sobre la concupiscencia; tercero, hacer ver al mundo cómo la virginidad es una precursora de la vida eterna.
----------Con la venida de Cristo, el mandato del Génesis de que el hombre como tal, por lo tanto todo hombre, está hecho para unirse a su mujer, viene en alguna manera condicionado y limitado. No todos parecen llamados a esta unión, pero algunos parecen estar llamados a estar "solos", es decir, el hombre sin la mujer y viceversa. Por lo tanto, no la unión, sino la separación. Una separación cautelar -véase la tradicional "clausura"- en vista de una más profunda unión espiritual. Una separación que no dice hostilidad, sino amor.
----------En suma, existe la posibilidad para algunos, "a los cuales es dado a entender este discurso", de "dejar todo por Él" y por lo tanto practicar la abstinencia sexual, el llamado "voto de castidad" en vista de una mayor perfección: "si quieres ser perfecto" le dice Jesús al joven.
----------En todo caso, está claro que para la reproducción de la especie, no es necesario que todos ni sería posible que todos se dedicaran a la tarea reproductiva. Todos, sin embargo, en la medida de lo posible y según las circunstancias, deben poder vivir una sincera reciprocidad con el otro sexo, en vista de una fecundidad espiritual al servicio de la sociedad y de la Iglesia.
----------La relación hombre-mujer constituye la forma más radical y originaria de la sociabilidad humana. Para saciar la soledad del hombre, Dios no crea otro hombre, sino la mujer. Lo que quiere decir que el fin del ser mujer, incluso antes que la reproducción de la especie y por tanto el matrimonio, es el de garantizar al hombre su plena humanidad y la apertura a la relación social. No existe entre dos seres humanos una relación tan íntima y confidencial, tan estrecha y firme, como aquella que puede ser realizada entre el hombre y la mujer.
----------Dos varones juntos pueden realizar sobre el plano social, político y cultural grandes e incluso maravillosas empresas, que permanecen en la historia; pero ninguna obra humana vale tanto como vale el amor, donde la mujer es maestra incomparable, como dice la esposa del Cantar de los Cantares: "las grandes aguas no pueden apagar el amor, ni los ríos anegarlo" (Cant 8,7).
----------Por eso, en todas las místicas de la humanidad, el amor entre el hombre y la mujer es el símbolo de la unión del alma con Dios, la máxima obra que una criatura humana pueda hacer. La misma relación entre el Hijo y el Padre está mediada por el Espíritu Santo, que es el Espíritu del Amor.
----------¿Qué pide entonces nuestro Señor Jesucristo con la renuncia al matrimonio? ¿Significa esto acaso una renuncia a la sociabilidad? Para nada, en absoluto. Cristo, con la propuesta de la vida religiosa, no pretende en modo alguno hacer retornar al hombre al estado de soledad precedente a la creación de la mujer, porque tal estado, por explícita voluntad del Padre, es malo, como lo testimonia el libro del Génesis. En cambio, Jesús propone una nueva y mejor relación hombre-mujer, prefigurativa de la relación escatológica de la resurrección final, la cual, en la práctica de la virginidad, es fecunda de una generación espiritual, que edifica la Iglesia, inicio en la tierra del reino de Dios. Dejando todo por Cristo, hombre y mujer, los consagrados reciben ya desde ahora el céntuplo, en medio de las tribulaciones, y el premio en la vida futura.

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