martes, 27 de septiembre de 2022

Pecar contra la fraternidad: In odium fidei (3/4)

Ejemplo histórico de gran odiador ha sido Lutero: una vez que se rebeló contra el papa León X, se lanzó con furor contra él durante toda la vida, arrojándole toda clase de injurias y de falsas acusaciones, y reuniendo en torno suyo una masa de seguidores odiadores del Papa como él. Hoy sucede algo similar en ciertos sedicentes católicos, quienes, considerándose los depositarios infalibles de la Sagrada Tradición, con irracional desprecio por las doctrinas del Concilio Vaticano II, no ven en el Papa más que impiedad, pecados, escándalos y herejías. [En la imagen: fragmento de "La rendición de Granada", óleo sobre lienzo de Francisco Pradilla y Ortiz, finalizado en 1882, actualmente en la Sala de Conferencias del Palacio del Senado, Madrid, España].

El odio y la ira
   
----------1. La ira es un movimiento repentino, especialmente emotivo, impulsivo, ocasional, no se trata de un movimiento premeditado, sino ocasionado por un imprevisto insulto recibido.
----------2. La ira es un movimiento de breve duración, que es más bien estimulado e impulsado por la pasión incontrolada que querido por la voluntad deliberada.
----------3. La ira, así como se enciende tan fácilmente, también se extingue y se calma cuando el airado está encuentra su satisfacción por el acto impulsivamente cometido.
----------4. Y por eso el movimiento de ira, una vez cesado, eventualmente con una petición de excusas, es suficiente para la normal reanudación de las relaciones de amistad, aplicando la advertencia paulina "no se ponga el sol sobre vuestra ira" (Ef 4,26). Ninguna dificultad para reanudar el saludo recíproco.
----------5. La ira nace de una reacción apresurada o precipitada, una reacción no bien controlada, dictada eventualmente por una actitud de sospecha excesiva o de falsa interpretación. Puede tener un motivo sustanciante justo y correcto, como por ejemplo la voluntad de corregir o reprochar o la indignación por un escándalo o una herejía o por una grave injusticia. Es precisamente el modo de expresar esta indignación lo que es inapropiado y puede resultar ofensivo o demasiado severo.
----------6. La ira surge por motivos de escaso relieve, de muy poca importancia: opuestas opiniones, equívocos, malentendidos, pareceres contrarios, intereses secundarios. Por eso no afecta a la amistad y a la recíproca estima de fondo, vale decir, no afecta a la común elección por Cristo.
----------El odio es, en cambio, por norma o por lo general un pecado más culpable, porque:
----------1. El odio es un estado duradero o permanente de la mala voluntad del odiador contra la persona odiada, un estado que puede durar incluso toda la vida.
----------2. El odio es un estado mental hostil voluntariamente deliberado, cultivado y mantenido en el ser, y algunas veces incluso aumentado.
----------3. Aunque la persona odiada haya puesto sus excusas o pedido perdón y se muestre benévola o arrepentida, el odiador quita el saludo, evita encontrarse con el odiado, se dedica a difamarlo, a difundir mentiras contra él y, si tiene ocasión de hablar con él, siempre lo hace de modo hostil.
----------4. En el caso del odio estamos ante una forma de crueldad, de actuar despiadado y falta de misericordia, que atrae sobre el odiador el rayo de la ira divina.
----------5. El odiador está ciego frente a las buenas cualidades del justo. Sólo ve los defectos o presuntos defectos quizás agrandándolos. Si luego este justo es el mismo Jesucristo, propaga como verdad las calumnias sobre Él, da como realidad aquellas apariencias que podrían generar escándalo, se esfuerza por empequeñecer la figura de Cristo, reduciéndola a dimensiones puramente humanas o quizás patológicas.
----------6. El odiador fomenta y difunde el odio, organiza campañas de odio contra el justo, trata de reunir adeptos en torno a sí, busca conseguir seguidores que colaboren con él en la obra de denigración y difamación. Así nacen las sectas, los cismas y las herejías.
----------7. El pecador odia al justo porque, con su buena fama y sus buenas obras, eclipsa o pone sombras a su éxito mundano y sus brillantes manipulaciones, porque la elección de vida del justo es radicalmente opuesta a la suya como hijo del diablo. El odiador está sordo a todos los llamados que le hacen para que abra los ojos, y a las razones que le son dadas para defender al pobre perseguido.
----------Ejemplo histórico de gran odiador ha sido Lutero, quien, una vez que se rebeló contra el papa León X, se lanzó con furor contra él durante toda la vida, arrojándole toda clase de injurias y de falsas acusaciones y reuniendo en torno suyo una masa de seguidores odiadores del Papa como él.
----------Actualmente está sucediendo algo similar en ciertos sedicentes católicos, los cuales, considerándose los depositarios infalibles de la Sagrada Tradición, con irracional desprecio por las doctrinas del Concilio Vaticano II, no ven en el papa Francisco más que impiedad, pecados, escándalos y herejías.
   
¿Odiar al mundo o amar al mundo?
   
----------Una paradoja de la ética cristiana, que es una aparente contradicción, evidente para todos, presente sobre todo en la enseñanza del mismo Apóstol de la Verdad y del Amor, san Juan, son dos principios que da la apariencia de estar en palmaria y clara antítesis entre sí.
----------Se pueden resumir en los dos principios siguientes, uno improntado por el amor: "Tanto amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito" (Jn 3,16). Y el otro, improntado por el odio: "Amar al mundo es odiar a Dios" (Stg 4,4). "Todo lo que hay en el mundo proviene del maligno" (1 Jn 2,16).
----------Por una parte, el cristiano se presenta en oposición al mundo: la paz de Cristo no es aquella que da el mundo (cf. Jn 14,27). En el ámbito de este conflicto con el mundo se inserta la afirmación de Jesús: "No he venido a traer la paz, sino una espada" (Mt 10,35). Jesús es Aquel que "ha vencido al mundo" (Jn 16,33), como si el mundo fuera un enemigo. El discípulo del Señor con su fe "vence al mundo" (1 Jn 5,4).
----------Cristo parece estar contra el mundo (Jn 14,27) y declara que Él y sus discípulos "no son del mundo" (Jn 17,14). Ellos no deben amar al mundo (cf. 1 Jn 2,15). El reino de Cristo no es de este mundo (Jn 18,36). A la inversa, los enemigos de Cristo son de este mundo, pero Él no es de este mundo (cf. Jn 8,23). Él "se ha entregado a sí mismo por nuestros pecados para arrebatarnos de este mundo perverso" (Gal 1,4).
----------El mundo y los discípulos de nuestro Señor Jesucristo tienen intereses contrarios, porque ellos se entristecen de aquello de lo cual en cambio el mundo se alegra (Jn 16,20). Los discípulos no son amados por el mundo porque "no son del mundo" (Jn 15,19). Si el mundo los odia -les dice Jesús-, deben saber que lo odió a Él antes que a ellos (cf. Jn 15,18). El mundo obstaculiza la difusión del Evangelio (Mt 13,22; Lc 12,30). Por tanto, es necesario conservarse puros de este mundo (cf. Stg 1,27).
----------El mundo odia a Cristo. Jesús ha padecido el odio más doloroso: aquel que nos viene de quienes más deberían amarnos: hermanos, parientes, amigos, discípulos, maestros, compañeros, superiores, compatriotas, correligionarios: "Vino entre los suyos y los suyos no lo han aceptado" (Jn 1,11). Jesús dice: "el mundo me odia porque doy testimonio de él de que sus obras son malas" (Jn 7,7).
----------En consecuencia, también los discípulos de Cristo son odiados por el mundo. De hecho, Jesús les dice: "No os extrañéis si el mundo os odia" (1 Jn 3,13). "Si el mundo os odia, sabed que antes de vosotros me ha odiado a mí" (Jn 15,18). "Seréis odiados por todos a causa de mi nombre" (Mt 10,22).
----------"Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien a causa del Hijo del hombre" (Lc 6,22). Los discípulos, en cambio, no son del mundo, como tampoco Jesús es de este mundo (Jn 17,14s), sino que, con Cristo, son de lo alto (cf. Jn 8,23). En efecto, el mundo es malo porque "la muerte ha entrado en él por envidia del diablo" (Sab 2,24). Y su príncipe es el diablo (Jn 12,31).
----------Por otra parte, Jesús declara no haber sido enviado "para juzgar al mundo, sino para salvarlo" (Jn 3,17). "No he venido para condenar al mundo, sino para salvar al mundo" (Jn 12,47). Ya el Antiguo Testamento promete la salvación del mundo: "la abundancia de los sabios es la salvación del mundo" (Sab 6,24).
----------Nuestro Señor Jesucristo es "luz del mundo" (Jn 9,5). Él salva al mundo porque "quita el pecado del mundo" (Jn 1,29). Los discípulos son "sal de la tierra" (Mt 5,13). La carne de Jesús "da la vida al mundo" (Jn 6,3). Jesucristo ha venido al mundo "para salvar a los pecadores" (1 Tim 1,15). Jesús "sale del Padre" (Jn 8,42), viene al mundo, completa su obra de salvación y retorna al Padre (cf. Jn 13,1). Por medio de Cristo, Dios reconcilia consigo al mundo (2 Cor 5,19).
   
Es necesario distinguir el mundo en cuanto creado por Dios del mundo en cuanto sujeto a Satanás
   
----------Si prestamos atención a la doctrina bíblica sobre el mundo, la antinomia sobre la doble serie de textos contrastantes sobre el mundo (contraste del cual vimos sólo un resumen), que se concentra sobre todo en los escritos joánicos, se resuelve fácilmente considerando que en ciertos lugares de la Escritura el mundo aparece bueno y amable en el sentido ontológico de conjunto de las creaturas de Dios, lo que la Escritura llama "cielo y tierra" como conjunto unitario de los entes creados.
----------Sin embargo, hay que tener presente que el término bíblico "cielo" no significa sólo el cielo en el sentido físico o astral, sino que también tiene un sentido espiritual, como horizonte de la santidad trascendente sobrenatural. Así, Dios habita en el cielo. El cielo es imagen del paraíso. Jesús conduce al reino de los cielos. Él viene del cielo y, habiendo completado su obra, asciende al cielo. El cielo es la sede de los santos ángeles. Nuestra Señora está actualmente en el cielo en cuerpo y alma.
----------Pero el mundo también puede ser el conjunto de los sujetos espirituales (hombres y demonios) rebeldes a Dios, bajo el dominio del "príncipe de este mundo" (Jn 16,11), que "está bajo el poder del maligno" ( 1 Jn 5,19). Se trata del sentido moral. La conjunción de estos dos sentidos de "mundo" la encontramos en Jn 1,10: "el mundo fue hecho por medio de él, pero el mundo no le reconoció".
----------La expresión "este mundo" significa el presente mundo de los malvados. Tal expresión hace pensar que hay otro mundo. Y, de hecho, este es el mundo futuro (cf. Heb 6,5) de la resurrección gloriosa: "nuevo cielo y nueva tierra" (Ap 21,1). Entendiendo el mundo en este sentido, ni Cristo ni los discípulos pertenecen a este mundo, aunque Cristo haya vivido en este mundo y los cristianos vivan en este mundo.
----------También debe tenerse en cuenta que el conjunto de las creaturas no se agota en el mundo terreno y en el mundo celestial, sino que también existen el purgatorio y el infierno. Estos dos lugares de la vida de ultratumba también forman parte del conjunto de las creaturas.
----------Este mundo, en cuanto mundo donde reinan el sufrimiento, el pecado, la injusticia, la muerte y Satanás, tendrá una finalización, está destinado a pasar y a terminar. Todos esos males, sin embargo, están no obstante sujetados, limitados, en el mundo en cuanto bueno y creado por Dios. Por lo tanto, el mundo futuro del reino de los cielos se puede entender como este mundo en cuanto liberado de los males que lo aquejan, o, en línea con la sugerencia de san Pedro, se puede pensar en un mundo completamente nuevo, otro mundo, reconstruido desde sus fundamentos por Dios después de la destrucción del mundo presente. Pero en todo caso, como dice el Concilio Vaticano II, en el futuro mundo de la resurrección rencontraremos, embellecidos y mejorados, todos los bienes que hemos dejado o poseído o construido aquí abajo.
   
La conciliación del amor con el odio en Hegel
   
----------Georg Wilhelm Friedrich Hegel [1770-1831] presenta la ética cristiana como ética del amor creadora de unidad en la diferencia. Pero, ¿cómo concibe Hegel el amor? Según el esquema de su dialéctica. Recordemos que Hegel ignora la analogía del ser y el ser por participación, y también recordamos su concepción univocista-equivocista del ser, por lo cual para justificar la alteridad y lo diferente, utiliza sólo la categoría de la negación y de la contradicción. De ahí su dialéctica.
----------Y de ahí su concepción del amor, que para él no supone conveniencia o convergencia de dos yo en su distinción y diversidad, entre ellos similares y recíprocamente complementarios y proporcionados, unidos en la persecución de un mismo fin, sino que es unidad de su identidad, con su no-identidad, en la prosecución de un fin que es a la vez bueno y malo. Se comprende que con estas premisas, hasta el mejor amigo siga siendo enemigo. También Dios es enemigo del hombre y el hombre enemigo de Dios. Si esto no es el odio erigido como principio, más allá de la bella palabra "amor", dime qué es el odio.
----------Para Hegel no hay alternativa: o eres tú quien me oprimes o soy yo. O tú te sometes a mí o yo te saco del medio. El amor entre nosotros dos es sólo en estas condiciones. El discurso del papa Francisco sobre la fraternidad humana habría hecho reír a Hegel. Aunque Hegel se profesara admirador de la famosa tríada de la Revolución Francesa "égalité, liberté, fraternité", el único principio que efectivamente le complacía era la liberté, porque la igualdad y la fraternidad para Hegel eran sólo ese amor-odio en el cual se expresa la absoluta libertad del Yo o, como él lo llama, el "Espíritu" (Geist), que en la Lógica deviene la "Idea" (Idee).
----------Por otra parte, no olvidemos que para Hegel el devenir de la vida coincide con el devenir del concepto, con el movimiento de la razón. Y el devenir es: posición, negación de la posición, negación de la negación de la posición, por tanto reconstitución de la posición inicial, pero la negación es a la vez eliminada y superada, por tanto permanece. Hegel también expresa este movimiento dialéctico en términos fichtianos, que a su vez parten del cogito cartesiano y lo interpretan: el yo pone al no-yo en el yo. El Yo absoluto se divide en sí mismo dos opuestos, que son los polos de la dialéctica: amor y odio. Al mismo tiempo, según el místico luterano Jakob Böhme [1575-1624], muy admirado por Hegel, la misericordia y la ira en Dios representan respectivamente su bondad y su maldad, que en Dios se concilian en modo para nosotros incomprensible.
----------Ahora bien, Hegel no dice nunca explícitamente (y esto manifiesta una cierta astucia, como para no causar escándalo), que el odio entra en el concepto mismo del amor, pero lo sugiere, lo deja entender muy bien de su misma concepción dialéctica del amor, la cual, por lo demás, como se sabe, es consecuencia de su principio de contradicción, con el cual no ha temido en absoluto causar escándalo.
----------Por otra parte, hemos visto cómo el odio en cuanto tal es un movimiento natural de la voluntad, que rechaza el mal. Sin embargo, el error de Hegel no es éste. Se sabe que el odio supone el amor, porque es rechazo del mal que se opone al bien amado por el amor. Pero el hecho es que Hegel no admite un puro amor del bien, un amor absoluto, un amor totalmente inocente.
----------Para Hegel, Dios se expresa tanto en Cristo como en el demonio, vale decir, tanto en la justicia como en el pecado. De modo similar a como en Lutero, Dios predestina tanto al paraíso del cielo como al infierno. No se debe rechazar el demonio, porque concurre a la salvación, así como lo falso no se debe rechazar, porque concurre a la victoria de la verdad, porque no existe una verdad pura y absoluta, sino que la verdad, para Hegel, es síntesis de verdadero y de falso. Es siempre el mismo principio de la contradicción, que impregna todo el sistema. Hegel es coherente, no se contradice al contradecirse.
----------Dios se aliena de Sí en lo opuesto a Sí, en el enemigo de sí, que es el hombre pecador, míticamente representado como "demonio"; Dios mismo por tanto deviene "demonio", "se hace pecado", como Hegel cree, siguiendo a Lutero, que quiere decir san Pablo (cf. 2 Cor 5,21). Dios se aliena de Sí mismo, se pone a Sí fuera de Sí contra Sí. Por lo tanto, Dios mismo es el que pone el odio contra Dios.
----------Pero he aquí el "poder mágico de lo negativo", como dice en su famosa frase Hegel: el Dios que se niega a Sí mismo, se quita a Sí mismo, y se supera a Sí mismo y vuelve a ser Dios, y todo esto sería descrito en modo mítico, según Hegel, en el dogma de la Encarnación y de la Redención, que no es otra cosa que la negación de la negación que reconstituye la afirmación.
----------Así en Hegel, como el mal es necesario para la afirmación del bien, así el odio es necesario para la constitución y realización del amor. En este clima de pensamiento se comprende su famosa tesis, que dio impulso a la empresa de Hitler, de que la guerra es necesaria al progreso de la historia.
----------Por tanto, en definitiva, el amor mismo divino no es puro amor sin odio, cosa que para Hegel, en su pura identidad, sería una pura abstracción, sino que el amor real y concreto es síntesis de amor y de odio. Para Hegel Dios no odia el pecado sino al pecador y no justifica al pecador, sino al pecado. Lutero dice lo mismo.
----------Hegel, mediante el uso de las famosas expresiones de la "conciencia infeliz" y del "alma bella", ironiza y se ríe, con clara pero no confesada alusión, de la concepción católica del alma santa, infeliz entre las miserias de esta tierra, que aspira a un Dios celestial y trascendente, de bondad infinita, más allá de esas miserias, y cree en la posibilidad de ser totalmente purificada por la remisión del pecado como cancelación del pecado. En efecto, para él, luterano, el pecado no es cancelado por el perdón divino, sino que permanece y sólo es cubierto y "superado" por la mirada de un Dios cómplice porque Él también es pecador.
----------Esta concepción ética y teológica tiene para Hegel una aplicación en la vida social del Estado y de la Iglesia, con la oposición dialéctica esclavo-amo y la oposición conservación (derecha)-revolución (izquierda). Marx, como es sabido, retomará estas oposiciones en su contexto ateo-materialista.
----------Jacques Maritain [1882-1973] claramente demuestra cómo, siguiendo el dinamismo de la dialéctica amor-odio, la ética política y eclesial de Hegel llega a ser una síntesis de tiranía y de anarquía, así como a nivel ético fundamental el amor es síntesis de amor y de odio, de justicia y de pecado y a nivel teológico Dios es síntesis de bondad y de malicia. Ahora bien, todo esto tiene su fundamento metafísico precisamente en el hecho de que para Hegel el ser no puede existir sin ser negado en el no-ser.
----------También es necesario tener presente que para Hegel la Iglesia y el Estado como colectividades humanas de relaciones interpersonales, son la actuación o realización concreta de Dios mismo en la historia (lo expresa netamente en su Fenomenología del Espíritu). Vale decir, para Hegel, Dios, como Yo absoluto, se actúa o realiza dialécticamente en la vida social y comunitaria mediante los conflictos de los opuestos partidos, así como lo universal se concretiza en los opuestos particulares.
----------Por eso mismo, una tarea tanto del gobernante como del pueblo no es la de buscar, sobre la base de la consideración teórica de una ideal unidad abstracta, sanar los conflictos y hacer desaparecer los contrastes y la conflictualidad social contraria a la historia y a la voluntad de Dios, sino por el contrario, los conflictos deben ser mantenidos y alimentados porque afirman la diversidad y la libertad de los individuos.
----------Para Hegel, la concordia y la quietud vendrían a ser signos de uniformismo y de estancamiento social. En cambio, son la discordia y la inquietud las que se constituyen en fuentes de vitalidad y promotoras de renovación. Lo que hay que hacer, según Hegel, es sobrepasar los conflictos en una superior unidad, que es la unidad del amor y del odio, así como Dios es la unidad del bien y del mal.
----------En suma, Hegel no cree en la existencia de una bondad absoluta, que esté totalmente libre de mala intención, totalmente exenta del odiar el bien, ni siquiera en Dios. Al contrario, para Hegel Dios es precisamente el Yo absoluto que sintetiza en sí los dos opuestos del yo y del no-yo, del bien y del mal, del amor y del odio.

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