La apelación a la "Tradición" para saber qué es de fe y qué no lo es, de por sí no basta, e incluso es ilícito e impío, si se pretende apelar directa y subjetivamente a la Tradición, para impugnar o contradecir o "corregir" la enseñanza doctrinal de un Papa o de un Concilio, dado que son precisamente los custodios e intérpretes supremos y definitivos de la Tradición.
----------El error se agrava entonces, si entre los contenidos de la Tradición no es posible discernir cuáles son aquellos verdaderamente permanentes, inviolables e insuperables, y cuáles en cambio son los contenidos viejos y superados. La Tradición no es cuestión de duración temporal, sino del valor intrínseco de verdad, por encima del tiempo, del contenido de la Tradición. Es necesario saber distinguir en la Tradición lo que está ligado al tiempo y a las contingencias históricas pasajeras, de lo que esencialmente pertenece a lo Eterno y lo Absoluto, es decir, a la voluntad institucional de Cristo ("derecho divino") -por ejemplo los sacramentos- que no podrá jamás ser, ni será jamás cambiado o abandonado por la Iglesia.
----------Así que no es suficiente en todo caso decir: "desde hace 2000 años" -admitiendo que lo sepamos con certeza- "siempre se ha pensado o hecho así", porque en cambio no está dicho que se deba continuar haciéndolo siempre así. Hay un pasado que es ahora pasado muerto y sepultado. No tendría sentido sacar un cuerpo de la tumba como si fuera la restauración de los valores del pasado. Lo que es justamente pasado, es bueno que permanezca pasado, de lo contrario sería como querer traer de vuelta esas "cosas pasadas" (2 Co 5,19), de las que habla San Pablo. Sin embargo, una verdad antigua es mejor que un error nuevo.
----------Existen, por lo demás, con respecto a la Tradición, novedades absolutas, que nunca antes habían existido. Sin embargo, si la Iglesia instituye cosas nuevas ignotas para la Tradición precedente, como por ejemplo los ministerios femeninos o el novus ordo Missae, los cuales no son una ruptura con la Tradición, sino simplemente quiere decir que esas cosas estaban implícitamente contenidas en la Tradición.
----------Estas son las líneas del verdadero "giro profético", de la verdadera reforma que esperamos del papa Francisco. Por supuesto que no debe escuchar a los laudatores temporis acti, y hace bien en rebatirlos, pero sobre todo no debe escuchar a los aduladores y los falsos amigos, sino a los que lo quieren realmente bien, que lo exhortan a unir doctrina y pastoral, conservación y desarrollo, continuidad y progreso, fidelidad e inventiva, incluso si el verdadero amigo puede tener el tono del recordatorio o del reproche. Las "revoluciones" populistas, descriteriadas y de bajo precio, hay que dejárselas a los dictatoriales ambiciosos, barrigudos y demagogos de aquellas naciones que ustedes ya saben..., sin rebajar su sagrada dignidad de Vicario de Cristo.
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