Las particulares características con las que viene desarrollándose el pontificado del papa Francisco, con sus originales formas expresivas y de comunicación, ya sea en su palabras como en sus gestos, siguen suscitando preguntas, reflexiones, y propuestas de variado tipo, para su recta comprensión.
----------Supongo que los lectores recordarán aquella conocida opinión del Cardenal Gerhard Ludwig Müller [1947-....], expresada hace algunos años atrás, en 2015, cuando todavía desarrollaba sus funciones como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe para el papa Francisco. Según su personal opinión, el ministerio del Papa tendría necesidad de una "reestructuración teológica".
----------Para hablar con absoluta franqueza, no creo estar capacitado para poder decir qué cosa exactamente el Cardenal alemán había intentado decir con aquella insólita expresión. Sin embargo, en base a haber seguido muy asiduamente estos años las declaraciones y escritos de Müller, quien con mucha frecuencia se ha referido a la teología del oficio de Pedro y sus sucesores en la Iglesia, me considero más o menos familiarizado con sus ideas al respecto, por lo que intentaré expresar mi modesta hipótesis interpretativa.
----------Desde hace mucho tiempo, el oficio petrino ha sido objeto de estudio y de aclaración por parte de la teología, ya sea a través de la exégesis y teología bíblica, como de la reflexión teológica sistemática. Sin embargo, como sabemos, la investigación teológica está en continuo progreso, por lo cual no es de extrañarse que el cardenal Müller haya propuesto la idea de una nueva estructuración del oficio de Pedro.
----------Según me parece entender las palabras de Müller al referirse a la "necesidad de una reestructuración teológica del ministerio petrino", no se trataría tanto de una clarificación especulativa del dogma del primado y del magisterio del Sumo Pontífice o de la infalibilidad pontificia, sino, hasta donde sugiere y hace pensar el término "estructuración" (más relativo a la praxis que a la teoría), parece tratarse de una nueva concepción del ejercicio y de la autoridad del ministerio papal, por supuesto en continuidad con lo que el dogma enseña, pero más conforme al Evangelio y más adecuada a las exigencias de nuestro tiempo.
----------A mi modo de ver, se trataría, más específicamente, de aclarar la diferencia, el distintivo y diverso valor, el diverso valor autoritativo, en los pronunciamientos religiosos, morales o teológicos del Papa. Vale decir, distinguir: 1) cuáles son aquellos que lo implican como Sucesor de Pedro y maestro de la fe, en diversos grados de autoridad y de infalibilidad -las verdaderas y propias enseñanzas pontificias del Papa en cuanto Papa, prescindiendo de las circunstancias, del lenguaje o de los modos, medios o niveles expresivos-, y 2) cuáles son en cambio las teorías o las opiniones o los pareceres, de por sí discutibles, que el Papa expresa o manifiesta como doctor privado, o sea como simple creyente, sujeto a la humana falibilidad, y condicionado por las cambiantes influencias del contexto histórico, cultural y social, en el cual vive.
----------En el pasado, bien podríamos decir hasta el pontificado de san Juan Pablo II, los Papas, en sus discursos o enseñanzas, no tomaban nunca o casi nunca en campo doctrinal posiciones personales como doctores privados o simples teólogos, preocupados sobre todo por su oficio pontificio y por dar absolutas certezas al pueblo de Dios. Esto no se manifestaba sólo en las rarísimas ocasiones de las solemnes definiciones dogmáticas, llamadas "ex cathedra", sino también en las enseñanzas ordinarias, casi cotidianas, como aparece sobre todo con la abundantísima enseñanza del venerable papa Pío XII.
----------En cambio, a partir del papa Wojtyla, y cada vez con mayor frecuencia, con el papa Ratzinger, hasta el Papa actual, no desdeñan manifestar con franqueza, simplicidad y humildad (admitiendo también sus mayores o menores cualidades y limitaciones humanas), incluso expresando simples opiniones en el campo moral o teológico, que pueden ser útiles pero también cuestionables o revisables.
----------De ahí, sin embargo, la necesidad de que la Santa Sede, a través del propio Sumo Pontífice, o de sus representantes en los organismos competentes, defina con exactitud el límite que separa: 1) el primer tipo de pensamientos y expresiones, o sea, el Papa como doctor de la fe, y 2) el segundo tipo de declaraciones, es decir, el Papa como hombre entre los hombres, que da con modestia su contribución humana al conocimiento del Evangelio y no se avergüenza de compartir las limitaciones y la falibilidad de sus hermanos, que son también las suyas, dispuesto también él a aprender y a ser corregido por ellos.
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