jueves, 30 de abril de 2020

De los Carbonarios a Bergoglio: el proyecto de la Nueva Iglesia (3/5)

En el recorrido histórico que aquí hacemos, buscando la ilación desde los Carbonarios de principios del siglo XIX hasta el actual pontificado del papa Francisco, no debemos pasar por alto que la Instrucción Permanente de la Alta Vendita y documentos anexos (fechados en 1820-1846) surgieran precisamente en las vísperas de la denominada Primavera de los Pueblos, o sea 1848, el Año de las Revoluciones, producidas sólo dos años después de la última fecha de aquellos documentos secretos.

----------El año 1848 fue llamado Año de las Revoluciones por la oleada revolucionaria que prácticamente acabó con la monarquía en Europa. Tras el período de la Restauración, de predominio monárquico desde el Congreso de Viena de 1814-1815, la Revolución de 1830 puso fin al Ancien Regime en Francia; mientras que en España, su desaparición sobrevino tras la muerte de Fernando VII, en el reinado de Isabel II; y consecutivamente las revoluciones fueron cambiando el rostro político, social, moral y religioso de toda Europa. Y esto fue así por su condición de revoluciones liberales, lo que dio nombre al siglo XIX: el siglo del liberalismo. El triunfo del liberalismo se sintió en todos los órdenes de la vida, también en la religión.
----------Lo importante es entender que no se trató sólo de una revolución política. Es verdad que el liberalismo de los años 1800s implicaba una doctrina política y económica, pero se fundaba en una ideología vinculada a las ideas de la Ilustración del siglo XVIII. Era una concepción antropocéntrica del mundo, en la que Dios era irrelevante. Para el liberalismo los hombres no sólo debían ser libres e iguales, sino también autónomos, o sea desvinculados de la Ley Divina, no reconocida socialmente como norma suprema. De ahí las consecuencias en la ley civil positiva: libertad de conciencia y pensamiento, absoluta libertad de asociación y de prensa, y la idea del pueblo como fuente de toda legitimidad del poder y la autoridad. Por lo demás, el liberalismo no hacía ninguna diferencia entre la religión católica y las demás religiones: en cualquier caso la religión era sólo un asunto privado, y la Iglesia, separada del Estado, debía quedar al margen de la vida pública y sujeta al derecho común y a la autoridad estatal, como cualquier otra asociación.
----------Mirada superficialmente la ideología liberal tenía elementos de genuina raigambre cristiana, pero mezclados con otros elementos opuestos a la Fe católica, los que favorecían la secularización de la vida social, el naturalismo religioso, el indiferentismo y, en última instancia, el ateísmo. Para los católicos fue difícil orientarse en esta maraña de ideas: por un lado sentían rechazo por los elementos ideológicos claramente contrarios a la Fe y se inclinaban a conservar las posturas tradicionales respeto a los derechos de Dios y de la Iglesia en la vida social, pero por otro lado también se sentían atraídos por los dulces cantos de sirena de las palabras "fraternidad, libertad e igualdad", que parecían plenamente evangélicas en las predicaciones dominicales, en boca de los respetables clérigos de entonces, propulsores de las campañas "libertadoras" de aquella época.
 
La aparición de los "católicos liberales"
 
----------Sin embargo, ese rechazo inicial de los fieles hacia las "nuevas ideas" se sintió cada vez menos, y el siglo XIX vio aparecer una nueva raza de católicos, que en lugar de sentirse confundidos por las nuevas ideas liberales, no tuvieron inconveniente en asimilarlas creyéndolas compatibles con su Fe. Eran hombres que buscaron utópicamente un compromiso entre los dos mundos, el antiguo y el nuevo, asimilando lo que creían que aparentemente era bueno en los principios y declaraciones de 1789, para integrarlos en la Iglesia. Hubo así, muchos clérigos, infectados por el espíritu de la época, que fueron atrapados en aquella "red" de la que hablaba la Instrucción de la Alta Vendita, esa red que había sido "arrojada a las sacristías, los seminarios y los monasterios". Estas nuevas generaciones de católicos llegaron a ser conocidos como los "católicos liberales". Sin embargo, su auténtica condición de "católicos" fue puesta enseguida en tela de juicio por la misma Sede Petrina, que aún se mantenía como celosa guardiana del sagrado depósito de la Fe.
----------Puede decirse que los "católicos liberales" del siglo XIX mostraban todavía gran devoción al Sumo Pontífice. Sin embargo, la respuesta de Roma frente a los errores modernos fue clara y contundente, contraria a las aspiraciones del "catolicismo liberal". A lo ya mencionado en la nota anterior, debo agregar aquí que, antes de las acciones del papa Pío IX y su Syllabus, la encíclica Mirari vos del papa Gregorio XVI, publicada el 15 de agosto de1832, ya condenaba los puntos de vista fundamentales de los grupos católicos liberales: la igualdad de trato a todas las creencias, que conducía al indiferentismo religioso; la separación completa entre Iglesia y Estado; la libertad de conciencia; y las libertades ilimitadas de opinión y de prensa.
----------El beato Pío IX [1846-1878] decidió publicar inmediatamente los textos de la Instrucción permanente de la Alta Vendita, que habían llegado a manos de su predecesor, y se mantuvo en la misma senda abierta por Gregorio XVI [1831-1846], en clara oposición a los errores modernos, sin contemplaciones, porque respecto a los recién aparecidos "católicos liberales", no vaciló en declarar que entre ellos se encontraban "los peores enemigos de la Iglesia". Roma no modificó esta postura con León XIII [1878-1903], quien también confirmó la autenticidad de los documentos de la Alta Vendita, y volvió a publicarlos. Sin embargo, a pesar de toda esta acción pontificia opositora a los errores modernos, el número de los católicos liberales iba en aumento.
 
El modernismo y el papa san Pío X

----------La crisis producida por la aparición y propagación de los católicos liberales alcanzó su punto máximo a principios del siglo XX, cuando aquel liberalismo nacido de los ideólogos revolucionarios de 1789, que había estado "difundiéndose en el viento" pasó a ser viento huracanado con el modernismo, sobre el cual aquí no me explayaré, pues creo que será suficiente decir sobre él lo que resume en su libro El Anticristo (The Antichrist, Roman Catholic Books, Harrison, NY 1981), el padre Vincent Miceli sj [1915-1991], al identificar la herejía de ese tiempo describiendo su "trinidad de padres": 1) su antepasado religioso es la Reforma Protestante; 2) su padre filosófico es la Ilustración; 3) su pedigree político proviene de la Revolución Francesa. El papa san Pío X [1903-1914], reconoció en el modernismo a la plaga más mortal para la Fe católica. En su encíclica Pascendi [1907], contra el modernismo, declaró que la obligación más importante del Papa es garantizar la pureza e integridad de la doctrina católica, y que si no hiciera nada, habría fallado en su deber esencial.
----------San Pío X libró lo que puede llamarse una verdadera guerra personal contra los errores del modernismo: además de publicar su encíclica Pascendi, aprobó el decreto Lamentabili [1907], del Santo Oficio, una especie de nuevo Syllabus, catalogando 65 proposiciones modernistas. Además el Papa instó al juramento anti-modernista a todos los sacerdotes y maestros de teología, y desarrolló una decidida política de purga de los seminarios y universidades de los profesores modernistas, excomulgando a los tercos y desobedientes.
----------A través de esas medidas, se produjo un hecho histórico innegable: san Pío X detuvo en su tiempo la propagación del modernismo. Sin embargo, me pregunto: ¿su labor fue suficiente como para cumplir el lema y objetivo general que se había él mismo impuesto al inicio de su pontificado? La respuesta es también históricamente obvia: no; y es de suponer que el papa Giuseppe Sarto sabía que en 1903 se había fijado una meta inalcanzable para él: "Instaurare omnia in Christo". Pienso que fundamentalmente porque ya habían pasado definitivamente esos tiempos en que la Iglesia actuaba como aquel caballo blanco del Apocalipsis que salía "vencedor para seguir venciendo" (Ap 6,2), y ya tan solo se trataba de "reanimar lo que queda y está a punto de morir" (Ap 3,2). Pero esto es sólo una conjetura personal, y lo digo apenas de paso, porque dije que aquí no iba a hacer exégesis del Apocalipsis, sino tan solo teología de la historia, aunque, pensándolo bien, ¿se puede hacer completa teología de la historia sin recurrir a la profecía de san Juan?
----------Acerca de eso último, existe una anécdota muy reveladora del tiempo de san Pío X. Se cuenta que cuando en cierta ocasión recibió de un prelado las felicitaciones por haber erradicado tan graves errores del modernismo, el Papa respondió de inmediato, diciendo que a pesar de todos sus esfuerzos, no había logrado matar a la bestia, sino que solo la había llevado a la clandestinidad. Advirtió que si los líderes de la Iglesia no estuviesen atentos, el monstruo del modernismo podría retornar en el futuro más virulento que nunca.
 
(Pronto, la cuarta parte de esta serie).

2 comentarios:

  1. Padre Filemón: Ud. no puede desligarse del Apocalipsis para hacer teología de la historia. Lo que dice aquí, da a entender que Ud. bien lo sabe.
    Es de desear que en un futuro nos escriba de la aplicación del Apocalipsis a nuestros tiempos.
    Por supuesto, el lema de san Pio X ya era imposible de cumplir si entendemos que ya se estaba viviendo la Iglesia de Sardes desde la Revolución Francesa, o quizás desde el Renacimiento.
    ¿En qué Iglesia del Apocalipsis estamos viviendo en estos tiempos, según su opinión?

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  2. El mensaje de la Virgen del Buen Suceso es claro: "La primera razón del apagamiento de la luz del Santuario es que desde el final del siglo XIX y en gran parte del siglo XX, varias herejías se propagarán en este país, que será entonces una república independiente"

    Se trata del liberalismo y del modernismo agazapado. Lo curioso es que dice "gran parte del siglo xx" (no todo); quizás sea porque San Pío X los frenó de modo eficaz.

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