viernes, 23 de febrero de 2024

Los pequeños grupos ideologizados (12/13)

El defecto fundamental de los lefebvrianos y filolefebvrianos es el no haber comprendido el giro histórico dado por san Juan XXIII a la pastoral de la Iglesia frente al mundo moderno. Herederos del anti-modernismo, por una parte eficaz pero por otra parte demasiado severo de la Pascendi, se han mantenido detenidos en aquel modelo de Iglesia que fue propuesto por Pío XII, ciertamente la verdadera Iglesia, pero carente de cuanto ella ha realizado y ha progresado en estos sesenta años del postconcilio, por haberlo confundido como traición a la Tradición y claudicación a los errores de la modernidad. [En la imagen: el obispo lefebvriano Richard Williamson].

Los errores teológicos de los modernistas
   
----------Como veníamos diciendo, los modernistas no saben qué es la Iglesia porque son inmanentistas historicistas. La máxima categoría de su mente estrecha, terrena y "carnal", como diría el apóstol san Pablo, es la categoría de la historia, es decir, de lo mudable, de lo transitorio, de la temporalidad, de lo incierto, de lo precario y de lo corruptible. No pueden pensar en nada que trascienda el tiempo, el devenir y la historia y, por tanto, en nada que no sea esencialmente la materia. No tienen el concepto de la eternidad. Todo pasa, nada permanece. Es la filosofía de Heráclito. Pero nuestro Señor Jesucristo dice "cielo y tierra pasarán; mis palabras no pasarán". Por consiguiente ¿cómo hacen para llamarse católicos?
----------Por eso, como hemos dicho, no comprenden la inmutabilidad del dogma católico, porque no saben comprender el valor de la esencia abstracta, que obviamente, prescindiendo del espacio-tiempo, es inmutable. Esensialmente, el intelecto de los modernistas está tan inmerso en la imaginación, que a ellos se les escapa el puro ser, lo puro inteligible, lo eterno, lo absoluto, lo infinito; no saben elevarse al plano de lo trascendente y de la metafísica para hacer verdaderamente teología y no mitología.
----------Ahora bien, la eclesiología enseñada por el Concilio Vaticano II representa sustancialmente el mismo concepto de Iglesia que encontramos en los tratados teológicos del preconcilio, y no podría ser de otra manera, dado que la Iglesia no puede cambiar en el definirse a sí misma. Cambian las formas accidentales, las formas históricas, pero la Iglesia trasciende la historia. De la Iglesia se podría decir parafraseando aquello que Cristo dice de sus palabras: "cielo y tierra pasarán, pero la Iglesia no pasará".
----------Volviendo a la cuestión de la naturaleza divina, decimos que Dios es, como enseña el Concilio Vaticano I (Denz. 3001), ciertamente una sustancia individual, y su acción es "fuego devorador" (Ex 24,17); pero no debemos confundir esta concreción espiritual y divina, comprensible sólo por medio de la abstracción intelectual, con la concreción de lo material que cae bajo nuestros sentidos.
----------Por eso los modernistas rechazan cualquier tipo de teología especulativa para sustituirla por una "teología narrativa", como ellos suelen decir. Para los modernistas el teologizar no es un indagar, un demostrar o un deducir, sino sólo un imaginar, un simbolizar y un narrar.
----------Para los modernistas, Dios mismo no es inmutable, sino que deviene, no es puro espíritu, sino espíritu materializado. Toman como pretexto el dogma de la Encarnación para sostener que Dios se transforma en hombre y el hombre se transforma en Dios, el hombre está en Dios y Dios está en el hombre, no en el sentido de que Dios esté presente en el hombre o el hombre esté presente a Dios, como creador del hombre, sino en el sentido de que la esencia misma de Dios es la del ser en el hombre, como si Dios fuera un atributo del hombre, y es la del ser del hombre en Dios, como si el hombre fuera un atributo de Dios.
----------De aquí se comprende bien que para ellos la Iglesia, ni siquiera en su futuro escatológico, trasciende el devenir, el tiempo y la historia. No saben nada acerca de la vida eterna y a ellos no les interesa lo eterno. Al igual que para Comte, también para ellos "todo es relativo y éste es el único principio absoluto".
----------Por consiguiente, según lo que sostienen los modernistas, ¿qué nos espera después de la muerte? ¿Qué pasa con la inmortalidad del alma? Los modernistas hablan de "resurrección inmediata" y de "Iglesia escatológica", lo que sin embargo es una total fantasía de ellos, porque una idea semejante no tiene ningún fundamento dogmático. Pero nosotros sabemos lo que ellos hacen con el dogma.
   
Los errores de los lefebvrianos
   
----------Pasemos ahora a considerar el otro bando o alineación o "pequeño grupo ideologizado", como dice el Papa, el de la galaxia lefebvriana y filolefebvriana, que el Santo Padre llama genéricamente "indietristas". Son mucho menos numerosos que los modernistas, los cuales poseen una gran parte del poder en la Iglesia, en el clero, en el episcopado, entre los Cardenales y en las instituciones de la Iglesia.
----------El defecto fundamental de los lefebvrianos y filolefebvrianos es el de no haber comprendido el giro histórico dado por el papa san Juan XXIII a la pastoral de la Iglesia frente al mundo moderno. Herederos del anti-modernismo, por una parte eficaz pero por otra parte demasiado severo de la Pascendi, se han mantenido detenidos en aquel modelo de Iglesia que fue propuesto por Pío XII, ciertamente la verdadera Iglesia, pero carente de cuanto ella ha realizado y de cuanto ella ha progresado en estos sesenta años del postconcilio, por haberlo confundido como traición a la Tradición y claudicación a los errores de la modernidad.
----------Los lefebvrianos no han entendido que el modelo de Iglesia propuesto por el Concilio Vaticano II es el modelo que la Iglesia presenta desde siempre y que siempre presentará hasta el fin del mundo, porque la Iglesia no puede equivocarse ni cambiar en el definirse a sí misma, ni la esencia de la Iglesia es mutable. Creer que el Concilio haya cambiado la esencia de la Iglesia quiere decir carecer de fe en la autoridad de la Iglesia y no saber distinguir lo que en la Iglesia puede cambiar de lo que no puede cambiar.
----------Por tanto, los tratados teológicos católicos dedicados a la eclesiología precedentes al Concilio siguen siendo sustancialmente válidos. A ellos el Concilio añade sólo algunas aclaraciones sobre la esencia de la Iglesia, suprime usos y costumbres superados, mejora las costumbres y las leyes eclesiales, propone a la Iglesia un programa de acción para nuestro tiempo, le prescribe cómo hoy ella debe vivir su relación con el mundo, esclarece ciertos aspectos de la condición escatológica de la Iglesia, aclara las condiciones de pertenecer a la Iglesia, esclarece la colegialidad y la sinodalidad de la Iglesia, la relación recíproca entre fieles y pastores, la Iglesia como pueblo de Dios guiado por el Espíritu Santo.
----------Al mismo tiempo, los lefebvrianos, si bien por una parte han sabido reconocer los errores de algunos teólogos del postconcilio como por ejemplo Schillebeeckx, Teilhard de Chardin, Schoonenberg, Cox, Hulsbosch, Von Balthasar, Rahner, Küng, Moltmann, Gutiérrez, Metz, Schillebeeckx, Sobrino, Segundo, Boff, Forte, Kasper, y otros, por otra parte en cambio, los lefebvrianos no han sabido reconocer los méritos de estos teólogos ni los de otros, que han sabido anticipar o contribuir al progreso de la teología y de la Iglesia promovido por el Concilio, como de Lubac, Maritain, Chenu, Congar, etc.
----------En lugar de aceptar la interpretación de las doctrinas del Concilio Vaticano II hecha por el Magisterio postconciliar, que ha demostrado y demuestra su ortodoxia, han tomado por buena la falsa interpretación dada al Concilio por modernistas como Küng o Rahner, y así, los lefebvrianos han llegado al punto de juzgar como modernista al propio Magisterio pontificio postconciliar.
----------Para considerarse libres de adherir a las nuevas doctrinas del Concilio, sostienen, contra afirmaciones contrarias del Magisterio y contra la realidad de los hechos, que el Concilio ha sido sólo pastoral, y toman como pretexto que no contiene nuevas definiciones dogmáticas. De ahí su negativa a aceptar las nuevas doctrinas del Concilio, olvidando el hecho de que el católico está obligado a prestar el obsequio de su inteligencia y de su voluntad también a aquellas enseñanzas en materia de fe y de moral, en las cuales el Magisterio no manifiesta la voluntad de definir como verdad de fe. Pero esto no significa que cuando la Iglesia enseña en materia de fe y de moral pueda caer en el error, sino que enseña siempre la verdad.
----------Otro error de los lefebvrianos es el de sostener un concepto errado de Tradición (véase de monseñor Marcel Lefebvre, La tradición "excomulgada", Ediciones Fundación San Pío X, España 1991), lo que les lleva a negar la continuidad de las enseñanzas del Concilio respecto a la Tradición. Hay quienes, como es el caso de Brunero Gherardini (Quod et tradidi vobis. Vita e giovinezza della Chiesa, Casa Mariana Editrice, Frigento 2010), sostienen que el Concilio presenta un concepto errado de Tradición, cuando en cambio es equivocado lo que propuso Gherardini, que precisamente se negó a aceptar cuanto en esa materia enseña el Concilio.
----------Típico error del lefebvrismo ha sido el de Romano Amerio, quien en uno de sus análisis de las doctrinas del Concilio Vaticano II (Iota unum. Studio sulle variazioni della Chiesa cattolica nel secolo XX, Edizioni Lindau, Torino 2009) lo ha acusado de haber cambiado la esencia de la Iglesia. Evidente incapacidad para distinguir lo que en la Iglesia puede cambiar de lo que no puede cambiar. Sin embargo, son correctas las críticas de Amerio a posiciones modernistas, sedicentes interpretaciones del Concilio.
   
Virtudes y defectos del Concilio
   
----------Todo Concilio, gracias al impulso del Espíritu Santo, hace avanzar a la Iglesia por los caminos del reino de Dios, pero en cuanto obra humana, siempre contiene límites y defectos pastorales, cuyos efectos negativos requieren un nuevo Concilio que los remedie y así hasta el fin del mundo. El Vaticano II no hace excepción a esto. Ciertamente ha abierto una época nueva, remediando la excesiva severidad que había sido iniciada por el Concilio de Trento tanto en lo interno de la Iglesia como hacia el mundo.
----------Para comprender la obra del Concilio en sus virtudes y en sus defectos, es necesario leer los discursos de san Juan XXIII en preparación al Concilio o el famoso discurso inaugural (discurso de convocatoria del Concilio, del 25 de diciembre de 1961, y discurso de apertura del Concilio, del 11 de octubre de 1962), que dan al Concilio su enfoque. El mérito de la pastoral de san Juan XXIII, que ha inducido a convocar el Concilio, ha sido el haber comprendido que era necesario que la Iglesia asumiera los valores de la modernidad.
----------El Papa nos dice que es necesario saber reconocer los aspectos positivos de la modernidad e integrar en la Iglesia los progresos realizados por la modernidad. Es el mismo programa de reforma de la Iglesia, que ya había sido propuesto por grandes teólogos como Journet, Maritain y Congar. También había algo en De Lubac, Von Balthasar y Rahner, pero mezclado con errores modernistas.
----------Hay, sin embargo, en esta actitud optimista del papa Juan una sombra de ingenuidad, una ingenuidad que no tenía Pío XII, espíritu agudo y extremadamente vigilante, que era muy consciente del renacido modernismo, escondido bajo la propuesta de progreso planteada por la nouvelle théologie.
----------Además, en relación con este excesivo optimismo, otra sombra en la pastoral de san Juan XXIII es el no haber querido dar a conocer íntegramente el mensaje de Nuestra Señora de Fátima. Ella nos advierte que la humanidad ha caído, es rebelde a Dios y por eso se avecinan castigos divinos. María nos los hace presentes no para asustarnos, sino para infundir en nosotros el odio al pecado y para estimularnos a la conversión.
----------Ciertamente, no se debe exagerar en el resaltar los males de nuestro tiempo: también es necesario reconocer los lados buenos. Pero evidentemente a Juan XXIII no le parecía oportuno hablar de la amenaza del castigo. Y, de hecho, en el Concilio no se habla nunca de castigos divinos, que también son un lugar tradicional de la predicación cristiana reformadora basada en el genuino Evangelio.
----------En cambio, todos los reformadores de la tradición cristiana, comprendido el propio Martín Lutero, siguiendo el camino de los profetas del Antiguo Testamento, siempre han incluido en su predicación en pro de la reforma eclesial la amenaza de los castigos divinos. De hecho, si alguien nos hace una calurosa exhortación a hacer ciertas cosas, pero no nos advierte de las consecuencias negativas del no hacerlas, creemos que se trate de cosas puramente facultativas u opcionales, que si no las hacemos no pasa nada. Así ha sido para muchos el mensaje conciliar: bellas propuestas; pero luego prefiero regularme de otra manera. Para los modernistas, el Concilio Vaticano II nos presenta un Dios misericordioso que no castiga a nadie. Para los lefebvrianos, el castigo divino se cierne sobre quien acepta el Concilio.
----------El papa Juan pensó, en parte engañándose, que habría de bastar hacia el mundo moderno una actitud de benevolencia y de exhortación para poderlo persuadir. Es aquí donde vemos el punto débil de la pastoral del Concilio, no en la doctrina, que es óptima, sea lo que sea de lo que piensen los lefebvrianos.
----------Parece que el papa Juan haya catalogado las profecías de Fátima entre los profetas de desventuras. Ciertamente el profeta nos anuncia cosas hermosas. Pero es necesario un cierto precio para obtenerlas, mientras que, con el pretexto de que son dones de la gracia, las quisiéramos tener inmediatamente, sin esfuerzo y sin sacrificio alguno. Pero este no es el plan de Dios: ha costado la sangre de Cristo.
----------Una cosa son los profetas de desventuras y otra cosa distinta son las advertencias de Nuestra Señora en Fátima. Quien ve en la modernidad sólo decadencia y prevaricaciones ciertamente se equivoca. Sin embargo, es cierto que tenemos necesidad de convertirnos y de recuperar los valores olvidados.
----------Benedicto XVI ha sido el único Papa del postconcilio que, dirigiéndose a los lefebvrianos, expresó críticas al Concilio, haciéndole presente a los lefebvrianos que si querían estar en comunión con la Iglesia, debían aceptar las doctrinas nuevas del Concilio, pero que al mismo tiempo era lícito "discutir la parte pastoral".
----------Afirmación de la máxima importancia la de Benedicto, porque finalmente, después de casi cincuenta años del final del Concilio, llegaba un reconocimiento sumamente autorizado de una cierta posición crítica que se manifestó desde el inmediato postconcilio, no en relación con las doctrinas, sino con el enfoque pastoral según los puntos que examinaremos en nuestra próxima nota.

12 comentarios:

  1. Estimado Padre, usted dice:

    "Ahora bien, la eclesiología enseñada por el Concilio Vaticano II representa sustancialmente el mismo concepto de Iglesia que encontramos en los tratados teológicos del preconcilio, y no podría ser de otra manera, dado que la Iglesia no puede cambiar en el definirse a sí misma."

    Pero el Cardenal Wojtyla ha dicho que:

    “La Iglesia de nuestro tiempo se ha hecho particularmente consciente de esta verdad y, por ello, a su luz, ha logrado redefinir, en el Concilio Vaticano II, su propia naturaleza.” Cardenal Karol Wojtyla, prédica del retiro de Cuaresma de 1976 a Pablo VI y a la Curia romana en el Vaticano, publicado en Signo de contradicción, BAC, Madrid, 1978, p. 24.

    Él ha sido uno de los principales artífices del concilio y luego papa, su parecer tiene mucho peso y creo que debe ser tenido en consideración a la hora de efectuar una lectura objetiva del "evento conciliar"...

    Luego usted dice:

    "Para los modernistas, Dios mismo no es inmutable, sino que deviene, no es puro espíritu, sino espíritu materializado. Toman como pretexto el dogma de la Encarnación para sostener que Dios se transforma en hombre y el hombre se transforma en Dios, el hombre está en Dios y Dios está en el hombre, no en el sentido de que Dios esté presente en el hombre o el hombre esté presente a Dios, como creador del hombre, sino en el sentido de que la esencia misma de Dios es la del ser en el hombre, como si Dios fuera un atributo del hombre, y es la del ser del hombre en Dios, como si el hombre fuera un atributo de Dios."

    Pero Francisco sostiene lo contrario:

    “Dios no puede estar sin nosotros: Él no será nunca un Dios sin el hombre; ¡es Él quien no puede estar sin nosotros, y esto es un misterio grande! Dios no puede ser Dios sin el hombre: ¡este es un gran misterio! (...) Pensemos también en el Padre, en nuestro Padre, que no puede estar sin nosotros, y que en este momento nos está mirando” Audiencia general del 07/06/2017.


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    1. Estimado alesolap,
      le doy una brevísima pista interpretativa de las citas que me ha ofrecido. Las indico por el orden en que usted las ha formulado.
      1. El Papa usa la palabra "redefinir" no en el sentido de cambiar definición, sino en el sentido de definir mejor, porque cualquier Papa sabe mejor que nosotros que la esencia de la Iglesia es inmutable y por eso su definición es una sola. Si se puede dar cambio en el definir, no es cambiar la definición, sino que es una definición aún más clara, más precisa y más rica.
      2. Estas expresiones del Papa no deben entenderse en sentido metafísico, sino que son expresiones enfáticas, características del lenguaje místico y pastoral. Quiero decir que, desde un punto de vista metafísico, Dios habría podido existir perfectísimamente solo, desde el momento que Él es el ser perfectísimo.
      Por consiguiente, desde este punto de vista, Dios no tiene necesidad de nosotros, sino que somos nosotros los que tenemos necesidad de Él. De hecho, Él nos ha creado del todo libremente y por amor.
      En cambio, el lenguaje del Papa es el lenguaje del amor, como vemos en el Cantar de los Cantares, que es precisamente el símbolo de la unión del alma con Dios. Aquí tenemos el mismo lenguaje que expresan los enamorados: "sin ti no puedo estar". En este sentido Dios nos ama tanto que no puede vivir sin nosotros.

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  2. (Continuación del comentario anterior) - Luego usted afirma:

    "Los lefebvrianos no han entendido que el modelo de Iglesia propuesto por el Concilio Vaticano II es el modelo que la Iglesia presenta desde siempre y que siempre presentará hasta el fin del mundo, porque la Iglesia no puede equivocarse ni cambiar en el definirse a sí misma, ni la esencia de la Iglesia es mutable."

    Pero Francisco sostiene que:

    “Muchos piensan distinto, sienten distinto, buscan a Dios o encuentran a Dios de diversa manera. En esta multitud, en este abanico de religiones, hay una sola certeza (…): todos somos hijos de Dios” Vídeo del Papa de enero de 2016.

    “El mundo ha cambiado y la Iglesia no puede encerrarse en supuestas interpretaciones del dogma. Tenemos que acercarnos a los conflictos sociales, a los nuevos y a los viejos, y tratar de dar una mano de consuelo, no de estigmatización y no sólo de impugnación” Entrevista con Joaquín Morales Solá el 05/10/ 2014.

    “Un cristiano restauracionista, legalista, que lo quiere todo claro y seguro, no va a encontrar nada. La tradición y la memoria del pasado tienen que ayudarnos a reunir el valor necesario para abrir espacios nuevos a Dios. Aquel que hoy buscase siempre soluciones disciplinares, el que tendiese a la seguridad doctrinal de modo exagerado, el que buscase obstinadamente recuperar el pasado perdido, posee una visión estática e involutiva” Entrevista con el Padre Spadaro en agosto de 2013.

    “Dialogar significa estar convencidos de que el otro tiene algo bueno que decir, acoger su punto de vista, sus propuestas. Dialogar no significa renunciar a las propias ideas y tradiciones, sino a la pretensión de que sean únicas y absolutas” Mensaje para la 48 Jornada mundial de las comunicaciones sociales.

    “Si un niño recibe su educación de los católicos, protestantes, ortodoxos o judíos, eso no me interesa. A mí lo que me interesa es que lo eduquen y le quiten el hambre” Entrevista con Gerson Camarotti en julio de 2013.

    “No hay que pensar que el anuncio evangélico deba transmitirse siempre con determinadas fórmulas aprendidas, o con palabras precisas que expresen un contenido absolutamente invariable” Evangelii Gaudium, 24/11/2013, § 129.

    “Este buscar y encontrar a Dios en todas las cosas deja siempre un margen a la incertidumbre. Debe dejarlo. Si una persona dice que ha encontrado a Dios con certeza total y ni le roza un margen de incertidumbre, algo no va bien. Yo tengo esto por una clave importante. Si uno tiene respuestas a todas las preguntas, estamos ante una prueba de que Dios no está con él. Quiere decir que es un falso profeta que usa la religión en bien propio. (…) El riesgo que existe, pues, en el buscar y hallar a Dios en todas las cosas, son los deseos de ser demasiado explícito, de decir con certeza humana y con arrogancia: ‘Dios está aquí’. Así encontraríamos sólo un Dios a medida nuestra” Entrevista con el Padre Spadaro en agosto de 2013.

    Estas declaraciones de Francisco me parecen difícilmente conciliables con la naturaleza de la Iglesia y de la fe católica tal cómo Ella siempre lo ha expresado a través de su magisterio...

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    1. 3. El Papa entiende decir que todos estamos llamados a ser hijos de Dios en Cristo. Este estado de filiación determina el concepto de Iglesia. En esta Iglesia puede participar cualquiera, sea cual sea la religión a la que pertenezca, siempre que esté en ella en buena fe y viva honestamente.
      El Papa, al hablar de religiones diferentes, se refiere evidentemente a una diversidad legítima y no entra en la delicada cuestión de los errores que ellas contienen, errores de los cuales la Iglesia católica está exenta.
      Aquí el Papa destaca los defectos de los filolefebvrianos. Uno de estos defectos es dar por cierto lo que no es cierto. Y esto puede ser efecto de presunción.
      4. Por cuanto respecta a la interpretación del dogma, el Papa desaprueba la absolutización de interpretaciones del dogma hechas con demasiada seguridad, y además, al prohibir las estigmatizaciones, se refiere a actitudes de fácil condena, pero está claro que no desaprueba en absoluto la prudente refutación del error y repite muchas veces que la doctrina no cambia.
      5. El Papa parecería a primera vista aceptar el indiferentismo religioso, pero evidentemente esto no es posible, como usted sabe. Creo que pretende subrayar cuáles son los derechos fundamentales del hombre y la necesidad de que reciba una educación. Está evidente que la primacía del cristianismo sobre otras religiones sigue sobrentendida.
      6. El Papa no excluye en absoluto el deber de transmitir las fórmulas dogmáticas en su inmutabilidad, pero quiere subrayar la necesidad de acompañarlas con una predicación que sepa aportar también opiniones interesantes o nuevas propuestas o el trabajo de inculturación, de modo que las fórmulas dogmáticas se comprendan bien y cada vez mejor.
      7. También aquí está claro que el Papa no falta de respeto frente a las certezas teológicas, que constituyen el valor del buen teólogo, sino que con razón pretende desaprobar un cierto estilo de evangelización y una cierta manera de pensar, que pretenden dar certezas incluso donde la certeza no existe.

      Si usted es habitual lector de mi blog sabe que reconozco que estas y en otras afirmaciones del Papa, que pueden crear dificultades, pueden ser instrumentalizadas por los modernistas y ser malinterpretadas.
      Ellas corresponden a los primeros años de su pontificado, cuando en realidad tenía un tono demasiado polémico contra los pasadistas y parecía demasiado indulgente con los modernistas.
      Desde entonces, el Papa ha aclarado mejor sus intenciones de fondo, de modo que hoy podemos ver cómo ha logrado una mayor imparcialidad.
      Este aspecto de su conducta se refiere a la pastoral, donde el Papa puede ser criticable. Lo importante es escucharlo e interpretar bien sus pronunciamientos doctrinales, donde siempre nos enseña la verdad.

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  3. Estimado padre Filemón; Usted dice:
    "Al mismo tiempo, los lefebvrianos, si bien por una parte han sabido reconocer los errores de algunos teólogos del postconcilio como por ejemplo Schillebeeckx, Teilhard de Chardin, Schoonenberg, Cox, Hulsbosch, Von Balthasar, Rahner, Küng, Moltmann, Gutiérrez, Metz, Schillebeeckx, Sobrino, Segundo, Boff, Forte, Kasper, y otros, por otra parte en cambio, los lefebvrianos no han sabido reconocer los méritos de estos teólogos ni los de otros, que han sabido anticipar o contribuir al progreso de la teología y de la Iglesia promovido por el Concilio, como de Lubac, Maritain, Chenu, Congar, etc".

    Ante todo le hago presente que estoy completamente de acuerdo con todo lo que usted ha dicho en este largo pero delicioso artículo sobre los modernistas y los lefebvrianos.
    Pero usted habla de los lefebvianos y de su supuesta "teología", como si entre ellos hubiera teólogos.
    En realidad, los lefebvrianos (y me refiero a los cismáticos) entiendo que no van a universidades y facultades de teología, ni cuentan con títulos que los habiliten como competentes para dedicarse a la teología. En cualquier caso, me parece que son autodidactas, teólogos por esfuerzo personal, si es que hay alguno entre ellos, pero sin títulos habilitantes.
    Por eso rechazan los libros de los teólogos después de 1958, así como rechazan la Reforma litúrgica, o la guitarra en la Messa, o el ecumenismo, o la libertad religiosa, o la arquitectura moderna en las iglesias, etc. Para ellos todo lo que es moderno es demoniaco, incluyendo en esto a la teología después del Concilio. No debemos darle muchas vueltas: son "indietristas" como dice Francisco.
    Sergio Villaflores (Valencia, España)

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    1. Estimado Sergio,
      los lefebvrianos se preocupan mucho por la teología escolástica. Entre ellos es admirado el propio santo Tomás.
      Sin embargo, su defecto, como es sabido, es el de no aceptar la renovación de los estudios teológicos y del método de la teología promovidos por el Concilio Vaticano II.
      Precisamente por esto, ellos no se sustraen a un serio compromiso de estudio, que incluso puede implicar la adquisición de títulos académicos, que sin embargo, lamentablemente, ellos utilizan para poner en práctica su modo de hacer teología, que el Santo Padre, con toda razón, califica como indietrista.

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  4. Usted dice que los lefebvrianos, "para considerarse libres de adherir a las nuevas doctrinas del Concilio, sostienen, contra afirmaciones contrarias del Magisterio y contra la realidad de los hechos, que el Concilio ha sido sólo pastoral, y toman como pretexto que no contiene nuevas definiciones dogmáticas".

    Esos lefebvrianos o filolefebvrianos que afirman que el Concilio Vaticano II "ha sido sólo pastoral", se contradicen a sí mismo en el momento en que rechazan las nuevas doctrinas del Concilio (que Benedicto XVI les pidió aceptarlas), porque con ese rechazo están a la vez afirmando que el Concilio no es sólo pastoral, sino también doctrinal.
    Sergio Villaflores (Valencia, España)

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    1. Estimado Sergio,
      su observación es muy aguda y me encuentra perfectamente de acuerdo.

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  5. Aquellos que usted llama indietristas ​​no sienten nostalgia del pasado, sino que tienen el pudor de permanecer anclados en la doctrina y la "traditio" de la Iglesia. Querer mantener firme la doctrina no significa en absoluto no aceptar nada más, sino simplemente no aceptar todo lo que vaya en contra o ponga en duda la doctrina que conocemos bien. Ciertamente la confusión no la crean quienes defienden fielmente la verdadera doctrina, sino quien continuamente, con novelismos confusionarios, la desacredita o crea situaciones de ambigüedad e incomprensión. Los llamados pasadistas son sujetos que sufren y no tienen ningún motivo para defenderse más que querer, querer, y querer la verdad de la doctrina según todas, y cuando digo todas quiero decir todas, las enseñanzas de Jesús. Le recuerdo: la negación o la duda acerca de los "novissimi", el silencio ensordecedor sobre la gracia y sobre la salvación del alma, para terminar con el misericordismo que justifica toda culpa y todo pecado a cualquiera y cualquier cosa haya cometido.

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    1. Estimado Bruno,
      cuando el Papa habla de indietristas ​​no pretende en absoluto ofender la Sagrada Tradición, de la cual él es, precisamente, el custodio infalible.
      Y si usted se considera fiel a la Tradición, entonces no debería sentirse ofendido por la calificación de indietrista, porque en tal caso no va a usted dirigida. Si usted es defensor de la Tradición, de la que el Papa es el garante infalible, no debería sentirse ofendido por ese calificativo, porque ese calificativo a usted no le corresponde.
      Sin embargo, el hecho de que usted se sienta ofendido, me hace sospechar que usted esté, efectivamente, entre aquellos que el Papa llama indietristas. De hecho, por lo que usted dice, tengo la impresión de que usted se opone a las nuevas doctrinas del Concilio Vaticano II.
      En el hipotético caso que así fuera, usted debería tener presente que no sería usted un auténtico defensor de la Tradición, debido al hecho de que las nuevas doctrinas del Concilio no entran en absoluto en contraste con la Tradición, sino que nos la hacen conocer mejor.

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    2. Con Benedicto XVI, todos los indietristas, excepto los lefebvrianos, aceptaron el Concilio Vaticano II en su totalidad, a pesar de algunas reservas o críticas, incluso ocultas, pero lo aceptaron igualmente indirectamente. Por otra parte, hay un libro que es suyo y se titula: "El concilio traicionado" Ahora bien, el verdadero problema de los indietristas surge con el papa Bergoglio, pero no surge por un hecho conciliar, sino por las entidades presuntas y posteriores al Concilio, de lo cual usted está de acuerdo, si no fuera por las modificaciones doctrinales que deberían ser apéndices del Concilio. Ahora bien, el problema está precisamente aquí, es decir, surge en el momento en que se pretende afirmar que las innovaciones doctrinales estén en perfecta armonía con el Concilio. Los intietristas, que, como dije, con Benedicto eran todos adherentes al Concilio, no entienden qué aspectos doctrinales, como los que mencioné anteriormente y muchos otros, tienen que ver con la doctrina y no con el Concilio, y algunos iluminados piden explicación de cómo interpretar las innovaciones doctrinales. No ha habido ninguna respuesta y todo estuvo bien "Señora Marquesa". Después, los réprobos que piden explicaciones son despedidos, ahuyentados, y así todos los que se reconocían en la doctrina hasta Benedicto ahora se sienten traicionados. ¡Pero cuidado!: no se sientan traicionados por el Concilio, sino por quienes quieren proponer nuevas doctrinas que no ayudan, sino que, por su ambigüedad e inadecuación, crean división y desorientación. Y por eso nunca será suficiente una nueva aclaración que acabe haciendo a unos aplaudir y no mover ni un milímetro la opinión de otros. Terminaré con un ejemplo. Si continuamos confirmando la teología de la misericordia absoluta, es decir, el misericordismo, afirmando que esta misericordia salva a todos, seguiremos enviando a muchos al infierno...

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    3. Estimado Bruno,
      respondo a su discurso dividiéndolo en algunos puntos.
      Preguntémonos en primer lugar ¿a quién se refiere el Papa con el término indietrista? No se refiere sólo a quienes se oponen a su magisterio, sino también a quienes se oponen a las doctrinas nuevas del Concilio Vaticano II, y esto se debe al hecho de que entre estas nuevas doctrinas y el magisterio del papa Francisco existe una continuidad.
      Por esta razón, yo le desaconsejo usar el término indietrista referido únicamente a quienes se oponen a las enseñanzas del papa Francisco, con la pretensión de negar que sean indietristas quienes aceptan el Concilio.
      Por cuanto respecta a la respuesta a los grupos de católicos, incluidos los Cardenales, que en el pasado han presentado dificultades al Papa, tal vez se pueda decir que el Papa podría haber estado más abierto y disponible al diálogo. Sin embargo, cabe señalar que hoy por hoy, ante ciertas preguntas, que le son planteadas al Papa, a la vista está que el Papa está dispuesto a responder, él mismo o a través del Prefecto de la Fe, que es el único prefecto de la Curia Romana que participa en su carisma de infalibilidad, al menos de modo indirecto, cuando el Papa aprueba los textos del DDF.
      Por cuanto respecta al buenismo, podemos decir con certeza que desde hace sesenta años nos hemos dado cuenta de la difusión de un cierto buenismo que, con el pretexto de la misericordia, acaba por favorecer el laxismo moral y hoy más que nunca pagamos el precio de esta falsa misericordia, ante el desolador espectáculo de la corrupción de las costumbres y también ante el riesgo de la tercera y última guerra mundial.
      Llegados a este punto, ¿qué nos queda por hacer? Sí, podemos criticar al Papa dentro de los límites que he dicho y explicado en numerosos artículos de mi blog, que son límites constructivos, pero no podemos ir más allá de esos límites para criticar al papa Francisco a nivel doctrinal.
      Por lo tanto, en la escucha de su magisterio auténtico, podemos encontrar los principios para traer la paz a la Iglesia afligida por el contraste entre indietristas y modernistas y también para llevar adelante la reforma conciliar en su correcta interpretación dada por los Papas del postconcilio.

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