miércoles, 28 de febrero de 2024

Una interpretación pasadista del Magisterio de la Iglesia

En fin, debe quedar claro que el intérprete auténtico acerca de la naturaleza, de los fines, de la autoridad y de los grados del Magisterio de la Iglesia, no puede ser ningún laico o sacerdote u Obispo o Cardenal, individualmente considerados, sino solamente el propio Magisterio de la Iglesia y, en particular, el propio Romano Pontífice reinante, que siempre es el último eslabón de la cadena de la Tradición que remonta a los Apóstoles, y en concreto y sobre todo remonta a Pedro, a quien nuestro Señor Jesucristo aseguró: "Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido poder para zarandearlos como el trigo, pero yo he rogado por ti, para que no te falte la fe. Y tú, después que hayas vuelto, confirma a tus hermanos" (Lc 22,31-32).

El Magisterio de la Iglesia visto con mirada filo-lefebvriana
   
----------Con el sugestivo título de "Nota breve sobre el Magisterio eclesiástico para católicos perplejos", el padre Christian Ferraro (oriundo de la ciudad de Buenos Aires, antes miembro del Instituto del Verbo Encarnado y actualmente formando parte del equipo de formadores del seminario de la diócesis francesa de Fréjus-Toulon) ha publicado el 22 de febrero en el blog del padre Javier Olivera una nota que no desmiente las reminiscencias filo-lefebvrianas de su título, el cual nos trae a la mente aquella famosa "Carta abierta a los católicos perplejos" del obispo Marcel Lefebvre escrita a principios de los años 1980s del siglo pasado.
----------En un texto breve, el sacerdote argentino explica qué es el Magisterio de la Iglesia, pero su explicación no difiere de la que podría haberse expuesto seis décadas atrás, salvo por algunos párrafos sospechosos. Es cierto que el padre Ferraro trata de ponerse a salvo de la acusación de lefebvrismo al citar, con fuerza, las enseñanzas del papa san Juan Pablo II acerca del sacramento del Orden y de la imposibilidad de que pueda existir en la Iglesia católica un sacerdocio femenino (de hecho, sería de maravillarse que un lefebvriano citara con loa al papa Wojtyla o alguna de sus enseñanzas). Sin embargo esta cita, al igual que la parte central de su artículo tiene claras connotaciones pasadistas (o "indietristas", como suele decir el Papa), en clara consonancia con el sesgo ideológico del blog en el que se ha publicado el artículo.
----------Los filolefebvrianos, a los cuales el Santo Padre llama "indietristas" y yo llamo pasadistas, conforman una de las dos corrientes extremas de esos a los que recientemente el mismo papa Francisco ha llamado "pequeños grupos ideologizados". Los más numerosos (y más poderosos) son sin embargo los grupos modernistas, pero los indietristas también tienen lo suyo, y hacen su propio ruido. Como he dicho, hace tiempo que los vengo llamando pasadistas, y se los denomina filo-lefebvrianos porque, no obstante estar aún visiblemente unidos al Romano Pontífice, sin embargo comparten algunas ideas de los cismáticos lefebvrianos, pero sin llegar a formar parte de ninguna de las sectas que conforman la galaxia de seguidores de Lefebvre.
----------El padre Ferraro comienza su nota diciendo que le fue "inspirada por algún que otro comentario de algún que otro lector que reconoce encontrarse en una situación de perplejidad de conciencia al verificar que hay afirmaciones del 'magisterio' de la Iglesia que parecen oponerse entre sí. La solución a tal perplejidad es relativamente fácil y no obedece a preferencias subjetivas, sino a la naturaleza misma del Magisterio". Hago la observación que, por cuanto respecta a la situación de perplejidad ante eventuales afirmaciones del Magisterio, el recurso más simple al alcance de todos los fieles para resolver tales perplejidades es recurrir al Catecismo de la Iglesia Católica, disponible incluso en el propio sitio oficial de la Sante Sede.
----------En segundo lugar, llama inmediatamente la atención que el padre Ferraro no se cuide de sugerir que hay afirmaciones del "magisterio" (así escribe Ferraro) que parecen oponerse entre sí en razón de "la naturaleza misma del Magisterio". Ahora bien, si queremos interpretar (como corresponde) de modo católico las palabras de Ferraro, debe quedar claro que el Magisterio de la Iglesia no tiene en sí mismo ninguna naturaleza contradictoria en sus afirmaciones, algo que no parece estar del todo claro a como Ferraro se expresa.
   
Explicando la naturaleza del Magisterio
   
----------A continuación el padre Ferraro, explica la naturaleza del Magisterio, diciendo que "se entiende por Magisterio (eclesiástico) el ejercicio de la autoridad de enseñar que Jesucristo confió a la Iglesia, en sus pastores (el Papa, los Obispos y, en dependencia de ellos, los demás sagrados ministros).
----------El Magisterio está al servicio de la transmisión del mensaje de Jesucristo. Por consiguiente, carece de toda autoridad para proponer algo que modifique ese mensaje. En otros términos: el Magisterio no está por encima ni de la Biblia ni de la Tradición, sino que está a su servicio como garante de la conservación inalterada del 'depósito' y de su correcta interpretación, siempre coherente consigo misma y jamás contradictoria ni 'caleidoscópica' (cfr. 1Tim 6,20; 2Tim 1,14), porque Jesucristo 'es el mismo ayer, hoy y lo será para siempre' (cfr. Heb 13,8), de tal modo que la Iglesia, en cuanto transmisora fiel de su mensaje es 'columna y fundamento de la verdad' (1Tim 3,15)".
----------Seguidamente Ferraro se refiere a la obligación de escuchar al Magisterio, y dice: "En cuanto que, mediante los ministros que han recibido el sacramento del orden sagrado, la Iglesia ejerce el oficio de enseñar, la Iglesia se llama 'Iglesia docente'; en cuanto a los miembros que escuchan y reciben la enseñanza del Magisterio, la Iglesia se llama 'Iglesia discente' -o sea, Iglesia que es discípula, que aprende-.
----------Hay obligación seria y grave de escuchar y obedecer a la Iglesia docente, bajo pena de no poder acceder a la salvación. En efecto, rechazar el Magisterio de la Iglesia equivale a rechazar a Jesucristo; y rechazar a Jesucristo equivale a rechazar a Dios Padre. Es por eso que Jesús dijo a sus apóstoles: 'Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado' (Lc 10,16)".
----------A continuación, el padre Ferraro indica que hay "diferentes tipos de escucha según los diferentes pronunciamientos del Magisterio: Hay pronunciamientos que son definitivos y, por consiguiente, inmutables; hay otros que no son definitivos y que, por consiguiente, pueden cambiar, habida cuenta de algunas circunstancias.
----------En todo lo que esté claramente definido por el Magisterio, hay que prestar una adhesión de fe; quien no lo hiciere, no posee la fe católica (sea obispo, sacerdote, monja, religiosa, laico...) -por ejemplo, la imposibilidad del sacerdocio femenino es doctrina ya definida explícitamente por Juan Pablo II: todos los que piensan de otra manera se encuentran fuera de la fe católica-.
----------En toda cuestión que no esté claramente definida y allí donde el Magisterio exprese sólo una consideración que queda abierta a ulteriores precisiones y eventualmente correcciones, se debe prestar un obsequio religioso. La expresión «obsequio religioso» significa que se acepta de buena voluntad y no sólo exteriormente sino, ante todo, interiormente esa enseñanza, con la estimación positiva de que, en principio, tiene que ser una enseñanza correcta, aunque no haya habido intención de definir. Esta disposición interior es una disposición de obediencia respetuosa y sincera que nace de la fe".
----------Finalmente, Ferraro expone las que él llama "distintas modalidades de ejercicio del Magisterio", diciendo: "Pero es justamente aquí donde surge la perplejidad, es aquí donde surge esa difícil situación de conciencia. Hay obispos que promueven la teología de la liberación, claramente marxistizante; otros, que promueven la teología del pueblo, claramente sincretista. Hay sacerdotes que dicen que la doctrina ha cambiado; otros que dicen que no. Hay sacerdotes u obispos que dicen que la Iglesia estuvo equivocada durante casi dos mil años, mientras que otros sostienen lo contrario. ¿A cuáles seguir? ¿Todo lo que ellos dicen pertenece a ese 'Magisterio que obliga', que refleja la voz de Jesucristo? NO".
   
Algunas observaciones a la anterior exposición de Ferraro
   
----------En el conjunto de la exposición que hasta aquí he transcripto de su artículo, estoy de acuerdo con la substancia del discurso. Sólo que debo hacerle algunas observaciones puntuales para completar y actualizar la exposición, porque, como resulta evidente, no podemos seguir exponiendo la naturaleza del Magisterio de la Iglesia tal como se hacía seis décadas atrás, sin tener en cuenta ni mencionar las importantes clarificaciones que el propio Magisterio ha hecho en estos sesenta años acerca de su misma naturaleza.
----------Primera observación. Es necesario hacer presente que en 1998, el papa san Juan Pablo II, por medio de la Carta Apostólica Ad Tuendam Fidem y de la Nota Explicativa de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ha enseñado que la autoridad doctrinal de la Iglesia está sujeta a tres grados. No puedo suponer que el padre Ferraro, uno de los responsables de la formación de futuros sacerdotes en el Seminario de la diócesis de Fréjus-Toulon, ignore Actas del Magisterio de semejante importancia. Sólo digo que llama la atención que no se haya cuidado de hacer referencia a lo que estos documentos enseñan, pues estos textos clarifican con un mejor conocimiento la naturaleza del Magisterio de la Iglesia.
----------Segunda observación. Según las mencionadas Actas, la doctrina definida como de fe pertenece al primer grado. En el segundo grado se habla de doctrinas definitivas. En el tercer grado se trata todavía de doctrinas de fe y de moral, y sin embargo son doctrinas que no son declaradas definitivas, pero esto no impide que se trate de doctrinas perennemente verdaderas y por tanto no falsificables.
----------Por cuanto respecta a la insistencia de Ferraro en mencionar la perplejidad de los fieles al constatar contrastes doctrinales por ejemplo entre obispos o sacerdotes, repito lo ya dicho: los fieles pueden resolver tales perplejidades confrontándose con lo que enseña el actual Catecismo de la Iglesia Católica (CIC), al cual (otro dato sorprendente) Ferraro en su texto no menciona en absoluto.
----------Tercera observación. Es necesario aclarar la expresión del padre Ferraro acerca de que "el Magisterio no está por encima ni de la Biblia ni de la Tradición, sino que está a su servicio". Al respecto, es necesario recordar que, si bien es cierto que el Magisterio de la Iglesia está al servicio de la Tradición y de la Escritura, fuentes de la divina Revelación en cuanto entrambas son Palabra de Dios, sin embargo, por voluntad de nuestro Señor Jesucristo, el Magisterio es el que nos interpreta infaliblemente los datos de la Escritura y de la Tradición. Ferraro tampoco menciona este esencial detalle.
   
Magisterio ordinario y magisterio extraordinario
   
----------Dice luego Ferraro: "Y, entonces, ¿cómo es posible que un ministro autorizado no refleje la voz de Jesucristo? Pues bien, para entender esto ha de saberse que el Magisterio tiene dos modos de ejercicio: ordinario y extraordinario. El primero puede ser singular (el magisterio que ejerce cada obispo en su diócesis, incluido el obispo de Roma) o universal (el Magisterio del episcopado en su conjunto y en plena coherencia a lo largo de los siglos, en comunión con la tradición apostólica -no debe ser identificado, pues, con la mayoría 'democrática' de los obispos de un determinado sector o época-). El segundo puede ser colegial o personal".
----------Tal como solía enseñarse décadas atrás, Ferraro dice: "El Magisterio extraordinario es infalible CUANDO DEFINE: un concilio ecuménico cumple con las condiciones de infalibilidad, pero sólo resulta infalible cuando define y solamente en aquello que define. Por ejemplo, el Concilio Vaticano II reúne las condiciones para el ejercicio del Magisterio extraordinario auténtico, pero no propuso de manera explícita y formal ninguna definición de fe; sí lo hizo, en cambio, el Concilio Vaticano I. Asimismo, el Papa es infalible cuando define una verdad de manera solemne y formal haciendo uso explícito de su autoridad como sucesor de Pedro. Por ejemplo, lo que hizo Juan Pablo II al definir la imposibilidad del sacerdocio femenino".
----------Finalmente, el padre Ferraro termina su artículo afirmando: "El magisterio ordinario singular es falible: esto no quiere decir que se equivoque siempre, sino que siempre está la posibilidad de que haya algún error. En cambio, el Magisterio ordinario universal es infalible. Por eso, una innovación, cualquiera ella sea, que se oponga al Magisterio ordinario universal no puede ni debe ser escuchada, aceptada o seguida, la proponga un sacerdote, un obispo, un Papa o hasta 'un ángel del Cielo' (Gal 1,8)".
   
Últimas observaciones
   
----------En esta última parte de la breve nota publicada por el padre Christian Ferraro, hay algunos elementos pasadistas de cierta gravedad, que se hace necesario corregir.
----------Ante todo, hay que decir que la distinción entre magisterio ordinario y magisterio extraordinario resulta del significado de las mismas palabras. El primero se refiere a contenidos que vienen continuamente propuestos al Pueblo de Dios. El segundo se refiere a contenidos que tienen un carácter de novedad o de rareza y, por tanto, son contenidos más importantes que los del Magisterio ordinario.
----------Estoy de acuerdo cuando el padre Ferraro afirma que Magisterio extraordinario es cuando el Romano Pontífice define solemnemente un nuevo dogma. Sin embargo, por cuanto respecta a la infalibilidad, es necesario que nos entendamos sobre la palabra "infalibilidad". Magisterio infalible quiere decir simplemente que es siempre verdadero y no puede nunca venir a menos o fallar. Simplemente eso.
----------En cambio, por el modo como el padre Ferraro se expresar, me parece que Ferraro sostiene que el Papa puede equivocarse toda vez que no define un nuevo dogma. Si nos atenemos solamente a la doctrina del Concilio Vaticano I, uno podría tener efectivamente tal impresión. Y, de hecho, recurrir a la definición de la infalibilidad pontificia expresada en la constitución Pastor aeternus del papa Pío IX en el Concilio Vaticano I, es uno de los hipócritas expedientes que usan los lefebvrianos (y a veces también los filo-lefebvrianos) para sentirse eximidos de aceptar las nuevas doctrinas del Concilio Vaticano II, pues es cierto que en el Concilio de nuestro tiempo no existen solemnes definiciones de ningún dogma.
----------Sin embargo, el papa san Juan Pablo II, a través de la mencionada Nota ilustrativa de la Congregación para la Doctrina de la Fe a su Carta Apostólica Ad Tuendam Fidem, de 1998, pone en claro que el Magisterio ordinario de la Iglesia enseña la verdad todas las veces que trata acerca de materia de fe y de moral, y en este sentido el Magisterio de la Iglesia es infalible también cuando el Romano Pontífice no proclama un nuevo dogma en su Magisterio extraordinario. Hoy esto es esencial decirlo.
----------Ahora bien, si en cambio un obispo o un Papa expresa, sea incluso en el ámbito de la fe y de la moral, una simple opinión suya, entonces está claro que se puede equivocar. Pero si el Papa habla como Maestro de la fe es infalible, en todos y cada uno de los tres grados de autoridad.
----------Por cuanto respecta a la noción de Magisterio ordinario universal, consiste en la enseñanza ordinaria en materia de fe y de moral del Papa en unión con los Obispos esparcidos por el mundo o bien reunidos en Concilio Ecuménico. Claro que hay que hacer la precisión de que, mientras el Papa es infalible por sí solo, prescindiendo del episcopado, el episcopado es infalible sólo en unión con el Papa y bajo el Papa.
   
Conclusiones
   
----------En este blog son ya numerosísimas mis publicaciones acerca de las interpretaciones dadas por los modernistas al Magisterio de la Iglesia. Tales erróneas interpretaciones neo-modernistas son bastante fáciles de individuar y refutar, porque, al fin de cuentas, el modernismo de ayer y de hoy es siempre historicista y relativista, negando la inmutabilidad de los dogmas y de la doctrina de la Iglesia.
----------Algo más difícil es individuar las interpretaciones que dan los pasadistas al Magisterio de la Iglesia, por el hecho de que ellos, indietristas o filo-lefebvrianos, afirman la inmutabilidad del dogma y de la doctrina de la Iglesia y se autoproclaman custodios de "la Iglesia de siempre". Sin embargo, ese "siempre" de ellos no abarca la totalidad todavía progresiva del Magisterio de la Iglesia, que va desde Pedro a su actual Sucesor. Los cismáticos ortodoxos orientales detienen ese progreso en el siglo XI, mientras que los cismáticos lefebvrianos lo detienen en 1958, ambos por el mismo motivo: negar la autoridad doctrinal del Papa.
----------En definitiva, luego de todas estas reflexiones, debe quedar claro al lector, que el intérprete auténtico acerca de la naturaleza, de los fines, de la autoridad y de los grados del Magisterio de la Iglesia, no es ni el padre Christian Ferraro, ni el padre Filemón de la Trinidad, ni ningún laico o sacerdote u Obispo o Cardenal, sino el propio Magisterio de la Iglesia y, en particular, el propio Romano Pontífice reinante, último eslabón de la Tradición que remonta a los Apóstoles y, en concreto, a Pedro, a quien Jesús aseguró: "Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido poder para zarandearlos como el trigo, pero yo he rogado por ti, para que no te falte la fe. Y tú, después que hayas vuelto, confirma a tus hermanos" (Lc 22,31-32). 

41 comentarios:

  1. Perdone hermano Filemón, dónde pone las afirmaciones climatológicas de la Laudato Si? La afirmación que hace el Pontífice sobre la existencia de cambio climático antropogénico es infalible? Segundo, què hacemos con las contradicciones? Por ejemplo la afirmación del papa Francisco que la pena de muerte es inadmisible con la declaración de anatema para el que niegue que el poder temporal pueda matar? Ambas proposiciones son infalibles o sólo lo es la segunda, como parece evidente? El cardenal Fernández afirmó que la Iglesia se equivocò durante siglos. Dónde queda la infalibilidad?
    Arcadio
    Es obvio que no.

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    1. Estimado Arcadio,
      en este artículo, y en otros artículos en los que he tratado de la cuestión a la que usted hace referencia, he dicho de manera detallada y motivada que la infalibilidad del magisterio concierne a materias de fe o conexas con la fe.
      Ahora bien, todas las materias que usted menciona en su intervención están fuera de esta materia.
      Se trata de directivas de carácter pastoral, disciplinario, jurídico y prudencial, que indudablemente deben ser consideradas con respeto y en principio (en línea de máxima) deben ser puestas en práctica. Sin embargo, está claro que no se gozan del don divino de la infalibilidad.

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  2. Estimado padre Filemón: He leído la carta apostólica del papa Juan Pablo II, y la Nota añadida por la Congregación de la Fe, pero veo que en estos textos nunca se dice que estas enseñanzas gocen de infalibilidad en la proposición de "doctrinas enunciadas por el Romano Pontífice o por el Colegio de los Obispos cuando ejercen el Magisterio auténtico, aunque no tengan la intención de proclamarlas con un acto definitivo".
    Por otra parte, si el Magisterio de la Iglesia fuera infalible y no pudiera equivocarse, no sé cómo explicaría usted, por ejemplo, algunos de los errores que la historia registra como propuestos por un Sumo Pontífice, como por ejemplo la enseñanza de Juan XXII sobre la "demora" de la visión beatífica para las almas separadas; a no ser que se diga que no se trataba en esos casos de un "Magisterio auténtico". Pero entonces hay que definir qué se entiende por "Magisterio auténtico".

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    1. Estimado José,
      usted me plantea la misma objeción que días había recibido de otro lector, al que le contesté con detalle. Como no tengo nada mejor que explicarle lo mismo, aquí transcribo mi respuesta:
      Reconozco que la palabra "infalible" es usada solamente en el Concilio Vaticano I, cuando se hace referencia a la proclamación solemne de un nuevo dogma, lo que ocurre rarísimamente.
      Sin embargo, nos tenemos que preguntar: ¿qué significa la palabra infalible? Pues bien, esta palabra hace referencia a una proposición doctrinal, cuya verdad es inmutable y no puede nunca ser negada o desmentida, o bien no puede ser falsificada, o bien no puede nunca venir a menos o fallar. En otras palabras, es una proposición siempre verdadera, es decir, donde la Iglesia dice la verdad, una verdad que sigue siendo verdad para siempre, eternamente.
      Ahora bien, ¿por qué motivo la Iglesia ha reservado la palabra infalible sólo para las definiciones dogmáticas? Se trata simplemente de un motivo lingüístico, o sea pastoral; es decir, se trata de una elección verbal, que bien podría ser cambiada.
      Por consiguiente, cuando yo he usado esta palabra para referirme también al segundo y al tercer grado de autoridad de las doctrinas, reconozco haber hecho una elección personal, una lícita elección teológica, que puede ser también discutible o cuestionable quizás por otro teólogo, pero que, en mi opinión, es una opción teológica que ayuda a comprender que la Iglesia enseña también en el segundo y en el tercer grado una verdad indiscutible, perenne y no falsificable.
      ¿Por qué entonces he adoptado este término, "infalible" para referirme al segundo y tercer grado de autoridad de las doctrinas del Magisterio? Precisamente para impedir la operación de aquellos católicos que, bajo pretexto, por ejemplo, del hecho de que las doctrinas del Concilio Vaticano II no contienen ninguna definición dogmática, se permiten rechazarlas porque, según ellos, serían contrarias a la Tradición (así lo afirman por ejemplo los indietristas o filolefebvrianos). Por el contrario, la Iglesia ha enseñado que las doctrinas de los Concilios Ecuménicos son infalibles.
      Este expediente lingüístico mío sirve también para bloquear la actitud de los modernistas, los cuales no creen en la inmutabilidad de la verdad, por lo cual ellos se consideran libres de disentir de cualquier grado de autoridad del Magisterio de la Iglesia, mientras que yo, hablando de infalibilidad en el sentido que he dicho, les recuerdo a ellos, que, en cuanto buenos católicos, están obligados a reconocer que la Iglesia enseña la verdad en los tres grados de autoridad.
      Por cuanto respecta al famoso caso de Juan XXII, no se trataba de magisterio auténtico, sino de una opinión personal suya, de la que se retractó en su lecho de muerte. El hecho fue aclarado por el siguiente Papa, Benedicto XII, el cual definió el dogma de la visión beatífica inmediatamente después de la muerte.
      La definición de magisterio auténtico ya está contenida en la Nota de la Congregación para la Doctrina de la Fe, donde se habla del Magisterio ordinario que hace referencia a una materia de fe o de moral acerca de la cual la Iglesia se abstiene de declararla definitiva. Esto no quiere decir que no sea definitiva, sino simplemente significa que la Iglesia no pretende usar este atributo en este nivel de autoridad.
      Esto significa entonces que también a este nivel la Iglesia enseña doctrinas que no pueden ser falsificadas, vale decir, significa que también a este nivel la Iglesia enseña doctrinas que en el futuro no podrán dejar de ser verdaderas.

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  3. "hay afirmaciones del «magisterio» de la Iglesia que parecen oponerse entre sí": esto es lo que dice el P. C. Ferraro.

    "hay afirmaciones del "magisterio" (así escribe Ferraro) que parecen oponerse entre sí en razón de "la naturaleza misma del Magisterio"": esto último entrecomillado NO lo dice el P. C. Ferraro. No sé de dónde lo sacó usted, fray Filemón. Inventando frases es fácil contestar a otro...

    Y volviendo a lo primero, es bastante obvio: no hace mucho el magisterio decía que no se podían bendecir parejas de homosexuales, mientras que ahora dice que sí se pueden bendecir. He aquí las afirmaciones del magisterio que parecen oponerse entre sí.

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    1. Estimado Anónimo,
      en primer lugar, por cuanto respecta a la acusación que usted me hace, he reproducido textualmente todo el texto de la nota del padre Cristian Ferraro, y he citado perfectamente literal el pasaje que usted indica. Luego, en mi comentario, como corresponde, para encontrar sentido a su expresión, he unido ambas expresiones del mismo pasaje, que el mismo autor de la nota relaciona.
      Por lo tanto, no es correcto lo que usted dice, no he inventado frases atribuyéndolas a Ferraro.
      En segundo lugar, por cuanto respecta a que, según usted "es bastante obvio"... y aquí debo unir lo presupuesto por usted... "que hay afirmaciones del magisterio de la Iglesia que parecen oponerse entre sí". En tales casos, como he dicho en mi artículo, las perplejidades por estas "apariencias" se solucionan recurriendo al Magisterio de la Iglesia, también en el caso puntual por usted citado.
      En conclusión, así como he manifestado mi acuerdo con pasajes del texto de Ferraro, también he hecho observaciones precisas que entiendo alcanzan para cualificar su publicación como pasadista o "indietrista" como dice el Papa. Si usted desea discutir tales observaciones que yo he hecho, con gusto recibiré sus observaciones y objeciones.

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    2. El P. Ferraro dice: "La solución a tal perplejidad es relativamente fácil y no obedece a preferencias subjetivas, sino a la naturaleza misma del Magisterio".

      Fray Filemón dice: "hay afirmaciones del "magisterio" (así escribe Ferraro) que parecen oponerse entre sí en razón de "la naturaleza misma del Magisterio"".

      Es decir, mientras el P. Ferraro dice que la solución a la perplejidad ante la aparente oposición viene por la naturaleza misma del magisterio, fray Filemón dice que se oponen por la naturaleza misma del magisterio. ¡Vaya perfecta citación!

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    3. Estimado Anónimo,
      reconozco que la forma como me expreso en el párrafo que usted cita no es del todo clara. Sin embargo, le pido que tenga en cuenta el punto al que me refiero: mi intención es dejar en claro que en el Magisterio de la Iglesia (en cualquiera de los tres niveles indicados por Ad tuendam Fidem y la Nota Ilustrativa) no existe ni puede existir contradicción, sino que siempre se trata de doctrina verdadera no falsificable ni reformable en el futuro.
      Y ese punto es, precisamente, el que no está claro en toda la nota que aquí se analiza.
      Al menos, le pido que reconozca que he sido honesto y he citado TODO el texto del citado artículo del padre Ferraro.
      En este caso específico que usted discute, he citado TODO el pasaje. Lo vuelvo a citar: "...una situación de perplejidad de conciencia al verificar que hay afirmaciones del 'magisterio' de la Iglesia que parecen oponerse entre sí. La solución a tal perplejidad es relativamente fácil y no obedece a preferencias subjetivas, sino a la naturaleza misma del Magisterio".
      Por lo tanto, existen en ese pasaje las dos expresiones que yo vinculé, precisamente porque están vinculadas entre sí, y de este modo: "la solución a tal perplejidad" - "obedece" - "a la naturaleza misma del Magisterio".
      Tal vez usted pueda indicarme lo que, en opinión suya, quiere decir aquí el padre Ferraro.
      Por mi parte, en mi artículo digo que allí hay una sospecha de filo-lefebvrismo o pasadismo o indietrismo, sospecha que se hubiera eliminado sólo con que Ferraro hubiera dicho por ejemplo, que el Magisterio siempre enseña la verdad en doctrina y Moral, o que el Papa nunca se equivoca cuanto enseña como Maestro de la Fe, o que el Papa no puede ser hereje, u otras declaraciones similares.

      Al contrario de ello, las sospechas se corroboran con otros pasajes del texto del padre Ferraro, como cuando dice que "el Papa es infalible cuando define una verdad de manera solemne y formal haciendo uso explícito de su autoridad como sucesor de Pedro" (con lo que se refiere sólo al primer grado de autoridad, según Ad tuendam fidem y la Nota de la CDF, pero no en los demás grados), o cuando dice Ferraro que "una innovación, cualquiera ella sea, que se oponga al Magisterio ordinario universal no puede ni debe ser escuchada, aceptada o seguida [así] la proponga [...] un Papa...", lo cual es algo que no puede ser dicho por un católico.

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  4. "la autoridad doctrinal de la Iglesia está sujeta a tres grados".

    La Nota no dice eso así. De hecho, la expresión "grados" no aparece en la Nota.

    "En el tercer grado se trata todavía de doctrinas de fe y de moral, y sin embargo son doctrinas que no son declaradas definitivas, pero esto no impide que se trate de doctrinas perennemente verdaderas y por tanto no falsificables".

    No lo impide, ciertamente, pero tampoco lo implica necesariamente.

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    1. Estimado Anónimo,
      no hams discusiones sobre palabras, sino sobre los conceptos que expresan esas palabras.
      En todo caso, usted hace referencia a traducciones. Pues bien, en la versión en español de la Nota Ilustrativa a la Carta Ad tuendam Fidem, se habla de "apartado", en la versión en italiano se habla de "comma", que es el mismo término usado en la versión en latín, y así sucesivamente.
      Por lo tanto, usted debe darse cuenta, por el mismo contexto y el significado de lo que está enseñando el Prefecto de la Fe, cardenal Ratzinger, en esa Nota, como representante del Papa, y con la infalible autoridad del Papa, es precisamente de grados de autoridad en las expresiones del Magisterio de la Iglesia, referentes a sus contenidos.
      Con respecto, a lo segundo que usted dice, me remito a lo explicado al señor José Parente en un comentario anterior al suyo.

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    2. Lo que ocurre es que la atribución de la infalibilidad a la enseñanza en lo que respecta a las doctrinas del "tercer apartado" es algo que Ud. defiende sin fundamento en el mismo magisterio. De hecho, no lo ha dado y, cuando se le pide el mismo, no lo da. Es una interpretación suya que no tiene sostén.

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    3. Estimado Anónimo,
      la infalibilidad de las enseñanzas de ese tercer grado resulta claramente de la siguiente cita: el n.10 de la Nota Doctrinal ilustrativa: "10. La tercera proposición de la Professio fidei afirma: 'Me adhiero, además, con religioso obsequio de voluntad y entendimiento, a las doctrinas enunciadas por el Romano Pontífice o por el Colegio de los Obispos cuando ejercen el Magisterio auténtico, aunque no tengan la intención de proclamarlas con un acto definitivo'. A este apartado pertenecen todas aquellas enseñanzas -en materia de fe y moral- presentadas como verdaderas o al menos como seguras, aunque no hayan sido definidas por medio de un juicio solemne ni propuestas como definitivas por el Magisterio ordinario y universal".

      Es necesario que nosotros notemos cómo en estas palabras se habla claramente de enseñanzas verdaderas en materia de fe y de moral.
      Decir que se trata de enseñanzas verdaderas o decir enseñanzas infalibles es lo mismo, en cuanto que las enseñanzas de fe y de moral se refieren a una verdad que evidentemente no puede ser falsificada, no puede cambiar y no puede ser negada.

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    4. Dice la Nota: "o al menos como seguras".

      De modo que usted atribuye infalibilidad cuando la Nota no lo dice ni lo implica.

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    5. "Decir que se trata de enseñanzas verdaderas o decir enseñanzas infalibles es lo mismo" No. Esto es un sequitur lógico. Serían forzosamente verdaderas si fueran infalibles, pero no puede derivar la infalibilidad de que sean "verdaderas o al menos como seguras". El error suyo es que admite "grados de infalibilidad", lo que también es un error lógico y filosófico.

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    6. Estimado Anónimo,
      sí, sé que en el 3° grado se habla de enseñanzas dadas al menos como seguras, pero aquí la Iglesia se expresa en materia de fe y de moral.
      Reitero que, cuando el Magisterio enseña en campo doctrinal, no puede equivocarse, sino que siempre dice una verdad que no pasa.
      Por lo tanto el adjetivo "seguro" se refiere al hecho de que se trata de enseñanzas verdaderas, ya que es la verdad que da la seguridad. Lo opuesto a la seguridad es la incertidumbre o incerteza o inseguridad. Por lo tanto, si también en este grado la Iglesia no nos enseñara la verdad, no hablaría de seguridad.
      Lo que es motivo de inseguridad no es el conocimiento de la verdad, que está ligado al saber y a la fe divina, es decir, a la fe teologal, sino que es la opinión, la cual consiste en el hecho, por ejemplo, de cuando yo sostengo una tesis, pero con temor de cometer un error.
      En cambio, cuando nosotros aceptamos doctrinas del 3° grado, estamos seguros de no estar cometiendo errores, no porque estemos ante un dogma definido o definible, sino porque estamos ante la verdad y, por tanto, ante la infalibilidad.

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    7. Estimado Anónimo,
      como ya he dicho, el término "infalible" es usado por la Iglesia simplemente para hacer referencia a una verdad que no puede fallar, es decir, una verdad perenne e inmutable.
      Por consiguiente, el discurso correcto que debemos hacer es decir que estas enseñanzas son infalibles porque son verdaderas y no a la inversa. Por eso es del todo legítimo hablar de grados de infalibilidad, así como se habla de grados en la certeza del conocimiento de la verdad.
      En este sentido podemos hablar de grados de verdad, no en relación a grados de realidad, sino en referencia a diferentes grados de certeza con la cual nosotros adherimos a la verdad o a la realidad.
      Usted parece sostener que la infalibilidad existe o no existe, y de aquí deduce que no existen grados de infalibilidad. Por aquello que ya le he dicho, creo haberme explicado al aclararle en qué sentido se puede hablar de grados de infalibilidad.
      En este punto podríamos conectar la cuestión de los grados de certeza doctrinal con el desarrollo del dogma. Quiero decir que los tres grados de certeza o de infalibilidad, no se refieren solamente a una proposición de la cual nosotros conocemos la verdad, sino que estos tres grados de certeza acompañan también el desarrollo del dogma en el sentido de que el trabajo de explicitación del dato revelado se acompaña con un crecimiento de la certeza.
      Le doy un ejemplo. La verdad de la Inmaculada Concepción de María siempre ha sido sabida desde el inicio de la historia de la Iglesia. Estábamos en el 3° grado de autoridad de la Iglesia. Pero luego, ¿qué cosa ha sucedido? Ha sucedido que el pueblo cristiano y el Magisterio, meditando sobre este misterio, han conseguido progresivamente una mayor certeza y claridad acerca de la verdad de la Inmaculada Concepción.
      En este punto la Iglesia ha promovido esta verdad del 3º al 2º grado, lo que ha significado que esta verdad, inicialmente aprobada por el Magisterio, ha entrado en el Culto Litúrgico, el cual es una lex credendi.
      En 1854 Pío IX ha considerado que hubiera llegado el momento de dar una definición dogmática, debido al hecho de que la certeza del Magisterio y del Pueblo de Dios había ulteriormente madurado. Y así esta verdad ha pasado del 2° grado al 1° grado.
      Todo este progresivo proceso cognoscitivo es seguido y promovido por el Magisterio de la Iglesia, de modo tal que ella, cuando se da cuenta de que la certeza está madura para ser definida de modo solemne como de fe divina, entonces proclama una definición dogmática (https://www.vatican.va/content/pius-ix/it/documents/18541208-costituzione-apostolica-ineffabilis-deus.html).
      Una pregunta que podemos plantearnos es la siguiente: si antes de la definición dogmática ya existía el Magisterio de la Iglesia sobre este punto, ¿por qué la Iglesia permitió a los teólogos discutir entre ellos si María era o no inmaculada?
      Se trata de un fenómeno que manifiesta la liberalidad maternal de la Iglesia, porque por una parte la Iglesia admitía la Tradición que la había llevado a instaurar el Culto de la Inmaculada Concepción, pero por otra parte miraba con benevolencia la discusión entre teólogos, considerándolos en buena fe e igualmente devotos de Nuestra Señora. De hecho, era necesario aclarar cómo se había producido la redención del pecado original en el caso de la Virgen María.
      Pío IX consideró que en sus tiempos estuviera maduro un juicio definitivo, bajo forma de definición dogmática, de modo tal que convirtiera en inútil cualquier discusión teológica.
      Dicho esto, es necesario reiterar que la infalibilidad del Magisterio no se realiza sólo en el 1º grado, sino también en el 2º y 3º grados. En efecto, en este caso Pío IX, para definir el dogma, se basa en la Sagrada Escritura, en los Padres, en la Tradición y en el Magisterio precedente.

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  5. Estimado fray Filemón:

    Ud. dice: "El primero [magisterio ordinario] se refiere a contenidos que vienen continuamente propuestos al Pueblo de Dios. El segundo [magisterio extraordinario] se refiere a contenidos que tienen un carácter de novedad o de rareza y, por tanto, son contenidos más importantes que los del Magisterio ordinario".

    Sin embargo, Pío XII, en Munificentissimus Deus, reconoce que la asunción de la Santísima Virgen, que el mismo definió extraordinariamente, pertenecía ya a la enseñanza del magisterio ordinario. A tenor de lo cual lo que Ud. sostiene no parece correcto.

    Dios lo bendiga.

    In Domino,

    Federico Ma.

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    1. Si son novedad o rareza, no son magisterio.

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    2. Estimado Federico,
      cuando la Iglesia eleva de grado una proposición doctrinal y pasa del segundo grado al primero, aquello que antes era magisterio ordinario deviene extraordinario, en el sentido del hecho de que la proposición venga definida como dogma, es un hecho extraordinario.
      Esta extraordinariedad es relativa al hecho que, definiendo un dogma, la Iglesia pretende dar aún más importancia a una proposición doctrinal que ya pertenecía al magisterio ordinario.
      El magisterio extraordinario es un magisterio que se pronuncia muy raramente y se refiere a aquellas que son definiciones de los nuevos dogmas.

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    3. Estimado Anónimo,
      le recuerdo que una de las funciones esenciales del magisterio es la de ayudarnos a conocer siempre cada vez mejor el dato revelado. Esto implica la definición de nuevos dogmas, cuya novedad no consiste en el hecho que se trate de una doctrina nueva, que se añada a la precedente revelación, por el hecho de que el Magisterio no nos revela nuevas verdades, sino que nos hace conocer siempre cada vez mejor esas verdades que Cristo ha consignado a los Apóstoles.
      Pero la novedad de un nuevo dogma reside en el hecho de que venimos a conocer mejor una misma verdad, que ya venía enseñada por el Magisterio ordinario.
      Por ejemplo, el dogma de la Inmaculada ya estaba contenido, a un nivel inferior de autoridad, en el Magisterio ordinario derivado de la divina revelación. Se ha tratado de un dogma nuevo en el sentido de que se ha agregado a los dogmas precedentes.
      ¿Por cuál motivo la Iglesia proclama un nuevo dogma? Por dos motivos. Uno, por un motivo pastoral, porque se preocupa de manera especial de que esa determinada verdad sea proclamada. Segundo motivo, para dar mayor certeza, sobre todo a verdades de fe particularmente importantes.
      Por ejemplo, una verdad como el purgatorio es ciertamente de fe, pero no se puede decir que esté entre las más importantes. Por tanto no parece oportuno elevarla al primer grado.
      Por cuanto respecta a la rareza, ella es un dato de hecho, que concierne precisamente al magisterio más solemne y extraordinario, es decir, de primer grado, vale decir, cuando la Iglesia define un nuevo dogma.

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    4. estimado, alucino que escriba que el Purgatorio no es dogma o verdad de ¨primer grado¨como lo llama usted. Hay por lo menos dos concilios con definiciones dogmáticas sobre éste. Y es un dogma de suma importancia tanto doctrinaria como pastoralmente.
      Arcadio


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    5. Estimado Anónimo,
      le agradezco por la corrección. En efecto, la existencia del purgatorio es un dogma de fe, por tanto una verdad de primer grado, definida por el Concilio de Lyon II en 1274 y contenida en la Profesión de Fe prescrita al emperador bizantino Miguel Paleólogo, con la siguiente declaración: "los fieles quienes verdaderamente arrepentidos, mueren en caridad, antes de haber satisfecho con frutos dignos de penitencia por los pecados cometidos y por las omisiones, son purgados después de la muerte con castigos purificadores" (Denz.856) y reiterado en el Concilio de Florencia en 1439 (Denz.1304) .
      El dogma del purgatorio fue reiterado aún más por el Concilio de Trento en 1547 con las siguientes palabras: "después de haber recibido la gracia de la justificación concedida a todo pecador penitente, la culpa es remitida y el crimen del castigo eterno es destruido, de modo que antes que se abra la puerta al reino de los cielos, se mantiene un reato de pena que debe cumplirse en este mundo o en el purgatorio” (Denz.1580).

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    6. Sergio Villaflores3 de marzo de 2024, 5:08

      Padre Filemón, me sorprende a mí también que haya pasado por alto el dogma de la existencia del purgatorio... Pero no puedo creer que no lo supiera. ¿Qué le ha pasado?...

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    7. Estimado Sergio,
      bueno, sé que eres habitual lector de este blog, y seguramente recordarás mis varios artículos acerca del dogma del purgatorio, que he publicado en estos años.
      ¿Qué me ha pasado?, preguntas. Creo que cuando llegues a mi edad lo entenderás un poco mejor.
      De todos modos, mi frase ha sido la siguiente: "...una verdad como el purgatorio es ciertamente de fe, pero no se puede decir que esté entre las más importantes. Por tanto no parece oportuno elevarla al primer grado".
      Tal frase es correcta hasta el punto. Dije que es verdad de fe, dije que no está entre las más importantes. Hasta allí todo correcto. El lapsus memoriae se produjo al olvidar por un momento que era dogma definido, lo cual recordé ante la prudente mención que otro lector me hizo al recordármelo.
      Como he dicho: te darás cuenta mejor de qué significan estos lapsus de memoria cuando llegues a los ochenta...

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  6. Es lógicamente contradictorio que una proposición no definitiva y reformable sea a la vez infalible. Si es reformable o si es no definitiva, no es infalible.

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    1. Estimado Anónimo,
      el hecho de que en el tercer grado la Iglesia hable de proposiciones no definitivas no quiere decir que sean reformables o que sean falibles. Simplemente la Iglesia se abstiene de decir que son definitivas.
      ¿Por qué en el tercer grado se abstiene de decir que son definitivas, mientras que lo dice en el segundo grado? Porque el decir que son definitivas es importante pastoralmente en cuanto estimula más la atención de los fieles. El abstenerse de decirlo, en cambio, es señal de que a la Iglesia le preocupa menos esa verdad dada, es decir, le importa pero no tanto como las verdades definitivas.
      Importante también es la distinción entre lo definido y lo definitivo. Lo definido pertenece al primer grado, en el cual tienen lugar las llamadas definiciones dogmáticas, por las cuales tenemos el dogma definido.
      En cambio, lo definitivo, como he dicho, pertenece al segundo grado. También aquí tenemos el mismo expediente pastoral. Cuando la Iglesia define, quiere decir que en ese momento ella pronuncia una verdad de fe, a la cual sostiene en el máximo grado. En cambio, con lo definitivo ella empeña un grado inferior de autoridad.
      El pasaje de la verdad del 3°, al 2°, al 1°, se asemeja, como decía el beato Henry Newman, al crecimiento de un organismo viviente que gradualmente se robustece. Similarmente, el pasaje a los grados superiores hace, sí, que una verdad asuma mayor importancia, sea proclamada con mayor fuerza y ​​sea objeto de particular atención por parte de la Iglesia.

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    2. Yo no sè como hace para convencerse de que este pàrrafo de la Ad Tuendam Fidei indica que las doctrinas de tercer grado también son infalibles. Está claro que el cardenal Ratzinger dice que no lo son:
      "Como ejemplos de doctrinas pertenecientes al tercer apartado se pueden indicar en general las enseñanzas propuestas por el Magisterio auténtico y ordinario en modo no definitivo, que requieren un grado de adhesión diferenciado, según la mente y la voluntad manifestada, la cual se hace patente especialmente por la naturaleza de los documentos, o por la frecuente proposición de la misma doctrina, o por el tenor de las expresiones verbales"

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    3. Estimado Anónimo,
      mi afirmación, según la cual también las doctrinas del 3° grado son infalibles, se basa en el hecho de que se trata de materia de fe o de moral.
      Como ya he dicho, el término "infalible" significa "siempre verdadero". Ahora bien, es evidente que, si la Iglesia enseña en materia de fe o de moral, lo que enseña es siempre verdadero.
      Por cuanto respecta a las palabras de Ratzinger, la expresión "en modo no definitivo" hace referencia simplemente al 2º grado, donde se habla de "modo definitivo", pero el hecho de que falte en el 3º grado el modo definitivo, es sólo una manera para definir el 3° grado y para diferenciarlo del 2° grado.
      El 3º grado representa una forma inferior de autoridad, pero no significa en absoluto que las doctrinas del 3º grado puedan ser falibles, tanto es verdad esto, que si en este grado la Iglesia pide el obsequio religioso del intelecto y de la voluntad, tal como lo pide, en cuanto son "enseñanzas propuestas por el magisterio auténtico ordinario", enseñando materia de fe o de moral, entonces eso quiere decir que este obsequio no puede ser desdicho o negado, por el hecho de que se trata de verdades irreformables o bien infalibles.

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  7. Estimado padre Filemón:
    Admiro su exposición acerca del dogma de la infalibilidad pontificia, y el modo sencillo y de sentido común que usted nos explica el progreso doctrinal que se ha producido en la Iglesia sobre esta materia, particularmente con la Carta Ad tuendam Fidem del papa san Juan Pablo II y la Nota doctrinal ilustrativa de la CDF.
    Es mi opinión, una vieja opinión que vengo teniendo desde hace muchos años, que el indietrismo está en cierto modo asociado a la superstición y la magia (en cierto modo, digo).
    Así como los indietristas están de tal manera apegados a determinados ritos de la Misa según liturgias hoy abrogadas, considerando que la Misa debe ser sine qua non celebrada con tales y tales ritos, a modo de un mago o hechicero que si no repite determinados gestos y palabras, no realiza bien el conjuro para "dominar" a su dios (he ahí precisamente la magia); de la misma manera me parece que los indietristas consideran que la "infalibilidad" es cierto "poder" que Dios ha otorgado al Papa (de hecho lo es), pero concebido a la manera del poder que se ha otorgado desde su nacimiento al brujo o bruja para que, expresando de determinado modo ciertas palabras ("ex cathedra", otra expresión que los indietristas entienden de modo mágico) se produce el sortilegio, es decir: el dogma.

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    1. Usted es un atrevido, y además ignorante. En primer lugar, la liturgia tradicional no está abrogada. En segundo lugar, ningún tradicionalista piensa en la divina liturgia como "magia para realizar un conjuro para dominar a su dios". Antes de decir estupideces, hable con un tradicionalista. La veneración que un fiel tradicional tiene por la liturgia proviene de que ésta expresa la fe de la Iglesia a lo largo de generaciones, y realiza en forma maravillosa el misterio de la Pascua por medio de gestos y palabras que proceden de los Apóstoles y de los Padres.
      Arcadio

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    2. Anónimo:
      le diré algo, y voy a dejar de lado los epítetos de ignorante, atrevido y que hablo estupideces, con los que ha querido ofenderme, y voy a dejar también de lado la pregunta de sentido común acerca de quién le ha dado vela en este entierro, porque de hecho, mi comentario iba dirigido al padre Filemón, que espero me conteste.
      Estoy seguro que el padre Filemón al menos entenderá lo que he comentado, aunque no puedo asegurar, por supuesto, que él esté de acuerdo.
      Pero está visto que usted no me ha entendido. Pues yo dije que la comparación entre indietrismo e idolatría y magia la hacía "en cierto modo" (y lo escribí dos veces). Pero... usted, que no es atrevido ni ignorante, y que muy lejos de mí está el decirlo, entendió las cosas al pie de la letra.
      Pues bien, pese a que, como dije, nadie le ha dado vela en este entierro, le haré una simple pregunta: ¿a qué Misa llama usted "tradicional"? Porque yo me he referido a "Misas abrogadas".
      De acuerdo a su respuesta, entenderé varias cosas: si usted es católico o no, si es de veras tradicionalista o indietrista. Ya con eso podríamos empezar a dialogar...

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    3. Dígame usted cuáles son las misas abrogadas y yo le diré qué es la liturgia tradicional

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    4. Estimado Anónimo,
      me extraña que me haga tal pregunta, pues para un católico es elemental la respuesta. Se trata de un conocimiento elemental: al quedar instaurado el nuevo rito romano de la Misa en 1970 ha quedado abrogado todo rito romano precedente, el cual sólo ha sido permitido (salvo en el período 2007-2021) por indulto particularísimo del Sumo Pontífice, como se mantiene actualmente.

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    5. Sigue mostrando su ignorancia. Lea Summorum Pontificum, de Benedicto XVI: el rito romano extraordinario jamás ha sido abrogado, como dice explícitamente el Papa. Tampoco lo ha abrogado Francisco, sólo ha puesto algunas condiciones para su celebración. No hay un solo documento que abrogue el ¨rito romano precedente¨, como torpemente dice usted.
      Arcadio.

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    6. Arcadio: sigue usted adornándome con sus epítetos. Siga así, que se está ganando el cielo.
      Yo contesté a su pregunta, pero usted no ha contestado a las que yo le había hecho. Por lo tanto, el adjetivo que habría que añadir a su nombre salta a la vista, pero no seré yo quien lo añadiré.
      Pablo VI abrogó el Misal de 1962 al instaurar el Novus Ordo Missae a fines de 1969, de lo contrario habría debido modificar la ley canónica de la Iglesia. Por lo tanto, la expresión de Benedicto en SP debe interpretarse referida al rito romano en cuanto lex orandi divina no en cuanto lex orandi eclesiástica, pues de lo contrario debería haber modificado el CDC. La vida actual del Misal de 1962 corre por los carriles de la situación de indulto, tal como regía en tiempos de san Pablo VI y san Juan Pablo II.

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    7. Estimado Ernesto,
      la magia es un pecado gravísimo, porque supone el panteísmo, es decir, la convicción de la identidad del propio yo empírico con el Yo Absoluto.
      En esta visión, el hombre se atribuye a sí mismo poderes divinos, de modo tal que, con esta presunción, atrae hacia sí las potencias demoníacas y realiza, efectivamente, prodigios, gracias a la presencia de estas fuerzas.
      En mi opinión, en los filofevrianos no está tan presente una mentalidad mágica, sino más bien una forma de rigidez mental y de soberbia pedantería, por la cual les falta elasticidad y aprecio por lo que es nuevo, que ellos lo ven en ruptura con lo antiguo, y no lo ven por tanto como una explicitación y un desarrollo de lo antiguo.
      Para ellos, una práctica o una doctrina, que tenga característica de novedad, no la ven sustancialmente idéntica a la práctica o doctrina también anterior a esta novedad, sino que la ven como otra doctrina, distinta, o bien como una doctrina errónea.
      Además, en mi opinión, su conservadurismo depende también de la herética presunción que ellos tienen de conocer la Tradición mejor que el Papa, por lo cual, llegados a este punto, su riesgo, siempre según mi opinión, no es tanto la magia, cuanto más bien el gnosticismo, una ideología (i.e. herejía en el usual lenguaje de los últimos pontífices) que ha sido fuertemente condenada por el actual Papa.
      En todo caso, yo vería más la mentalidad mágica en los modernistas, pues su gnosticismo está vinculado a la praxis. Por ejemplo, la dialéctica hegeliana implica un actuar de oposición basado en un concepto de Dios, que se niega a sí mismo. En esta visual, el filósofo se considera a sí mismo como manifestación divina en este proceso dialéctico, que él entiende y practica como manifestación de la divinidad, que, oponiéndose a sí misma, retorna a sí misma negándose a sí misma.
      ¿Dónde está la magia aquí? La magia aquí reside en la convicción del filósofo de poseer un poder divino.

      Más allá de todo esto, te felicito por tu paciencia, la delicadeza y el respeto que has tenido en tus diálogos, pese a las formas ni mínimamente educadas de tu interlocutor (actitud lamentablemente habitual en pasadistas).
      La persona que colabora conmigo en la administración de este blog me consultó acerca de si debía borrar los mensajes de Arcadio, por su insolencia. Entendí que debíamos ser misericordiosos con él, y darle una oportunidad, aunque quizás lo mejor hubiera sido eliminar sus intervenciones. Que me sepas disculpar, entonces, si con esta decisión te he forzado de algún modo a responder a quien en justicia no se le debía responder.
      Por último, tus respuestas a las cuestiones litúrgicas planteadas, aunque concisas, han sido correctas. Son temas que han sido ya extensamente tratados en este blog.
      Se ha puesto una vez más en claro que una cosa es el sano tradicionalismo, legítimo y necesario en la Iglesia, pero otra cosa muy distinta es el indietrismo, que ni siquiera llega a comprender qué significa Tradición. Es el pasadismo o indietrismo o filo-lefebvrismo, siempre potencialmente cismático y hereje.

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  8. Estimado padre Filemón: Me ha parecido muy interesante e importante toda su explicación acerca del concepto y la naturaleza de la infalibilidad pontificia, y sobre los tres grados de la autoridad del Magisterio de la Iglesia. Pero me parece que lo que me queda claro de su artículo, y que a mi entender es el foco de la cuestión, es que: queda absolutamente demostrado que la explicación que ha dado el padre Christian Ferraro es una exposición pasadista, o indietrista, como dice el papa Francisco, porque no tiene para nada en cuenta lo que la Iglesia ha dicho de sí mismo y de su enseñanza, en estos últimos sesenta años. Pero creo que eso es decir poco, porque afirmar que el Papa se equivoca cuando enseña sobre fe y moral... bueno, bueno! ¿Cómo llamar a eso sino una sospecha de herejía? Corríjame usted si me equivoco...

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    1. Sergio Villaflores1 de marzo de 2024, 18:05

      Herminia: no hay duda que el artículo no tiene por objeto el tema de la infalibilidad pontificia, sobre el cual el padre Filemon de la Trinidad ya ha publicado varios artículos, examinándolo exhaustivamente. El punto central del artículo es la demostración del pasadismo o indietrismo o filo-lefebvrismo en la exposición que el padre Christian Ferraro hace acerca del Magisterio de la Iglesia. Lo cual queda perfectamente demostrado.
      Sergio Villaflores (Valencia, España).

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    2. Querida Herminia,
      has comprendido bien mi artículo. Algunos de los comentarios en el foro han derivado al tema de la naturaleza de la infalibilidad pontificia, que ya he tratado otras veces, y en detalle. Pero ya ves, las cosas han que repetirlas y repetirlas, porque no todos leen mis artículos anteriores, antes de comentar sobre algún tema. Pero sí, efectivamente es como tú dices: lo importante del artículo es analizar la nota publicada por el padre Christian Ferrado, la cual, por cierto tiene mucho de bueno, repito, mucho de bueno. Sin embargo, lamentablemente, hay graves errores en Ferrro, que lo ubican claramente en oposición al Magisterio de la Iglesia, al punto de suponer que el Papa pueda enseñar errores en materia de fe y de moral, como se desprende implícitamente de lo que dice.

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    3. Estimado Sergio,
      le agradezco su consenso acerca de mi artículo, y su cotidiana compañía en este blog.

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  9. Filemón querido, hermano: gracias por todos tus esfuerzos. Tómate un descanso, te lo mereces. Aunque tu descanso significaría privarnos de tus reflexiones diarias, que tan útiles son para nosotros, tus hermanos sacerdotes.
    Excelentes y precisas tus críticas al enfoque pasadista acerca del Magisterio pontificio. Sorprende que un docente de Seminario diocesano enseñe sobre esta materia pasando por alto, u olvidando (ex profeso?) la carta Ad tuendam Fidem y la nota doctrinal adjunta. Ni hablar de la afirmación de Ferraro de suponer la posibilidad de que el Papa se equivoque en materia de fe y moral. Si así fuera, ¿para qué está el Papa en la Iglesia, entonces?
    Ahora se entienden las noticias que llegan a cerca de las vigilancias sobre esa diócesis francesa...
    En otro orden de cosas, gracias también por tu nota de hoy, informándonos sobre el nuevo modo de ver el relato del sacrificio de Isaac. Tu nota de hoy es una hermosa perla, una buena noticia. Además, sumamente interesante como un nuevo fundamento revelado para la doctrina de la libertad religiosa, sumado a los que ya había.
    Gracias, hermano, y que Dios te bendiga.

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