Hoy, Miércoles de Cenizas, iniciamos el tiempo litúrgico de la Cuaresma, y mientras se nos impone un tiznajo de inservible polvo sobre nuestra frente se nos dice: "polvo eres y al polvo volverás", remitiéndonos a una de las divinas frases del libro del Génesis. [En la imagen: detalle de "La Creación de Eva", uno de los frescos de Miguel Angel, pintados entre 1508 y 1512, en la bóveda de la Capilla Sixtina, en el Vaticano].
----------"Polvo eres y al polvo volverás" (Gén 3,19). Estas palabras, que se pronuncian en el rito del Miércoles de las Cenizas, son realmente aterradoras y parecen querer arrojarnos a la desesperación. ¿Dónde está, entonces, el Dios de la misericordia? ¿Cómo puede Dios definir así, "polvo", a ese hombre, a quien Él ha creado a su imagen y semejanza? ¿Adónde ha ido a parar la imagen y semejanza de Dios? ¿Acaso está destruida? ¿Está destruida la razón? ¿Está destruido el libre albedrío? ¿El pecado es permanente? ¿Es el hombre un "ser-para-la-muerte"? ¿Acaso la concupiscencia es invencible?
----------Al escuchar la frase, se tiene la clara sensación de las palabras despectivas y cargadas de odio de una persona fuertemente ofendida y enojada, o de un espíritu de venganza, que subraya de manera exagerada y ofensiva la culpa, la fragilidad y la debilidad del adversario, a fin de humillarlo y aterrorizarlo, en el cual no encuentra nada bueno ni útil, sino sólo repelente material de descarte para arrojar a la basura. Cristo mismo hablará de la "ghehenna", el vertedero de inmundicias de Jerusalén.
----------No se hace ninguna mención a la inmortalidad del alma, notoriamente una de las enseñanzas más importantes y consoladoras de la Biblia, como si estuviéramos ante una concepción materialista del hombre: un hombre totalmente destruido o eliminado. El espíritu parece no existir. En realidad es una forma enfática de referencia a la tragedia del hombre, consecuente al pecado original, por lo cual es necesario estar atento y tener cuidado de no caer en los excesos de Lutero o del materialismo.
----------Nos parece encontrarnos delante de un Dios que ya no ve al hombre como su amada creatura, sino como un odioso enemigo al que hay que distanciar de sí mismo y arrojar a la nada. Hay mucho material para el nihilismo leopardiano del hombre que viene de la nada y a la nada retorna. El hombre, "una pasión inútil", como decía Sartre. El hombre, "una pura nada", como encontramos en las proposiciones de Eckhart condenadas por el papa Juan XXII (Denz., n.976). Un "ser-para-la-muerte", según la antropología de Heidegger. Parece uno encontrarse delante de esas estatuas de arena que los niños construyen en la playa y que, abandonadas a sí mismas y al viento, luego son disueltas por otros niños para divertirse.
----------"Polvo eres y al polvo volverás". Está claro que se trata de una áspera expresión retórica, que debe ser interpretada con gran prudencia, insertándola en el amplio contexto de la enseñanza bíblica y en particular poniéndola en relación con el dogma de la Redención.
----------El tema bíblico del polvo es muy importante y lamentablemente poco se habla de él en la homilética, en la pastoral y en la literatura ascética. Y sin embargo, es muy instructivo. El polvo, para los Antiguos, que no poseían los modernos conocimientos de la química y de la microfísica, que hoy nos muestran las maravillas de este mundo inmenso, dinámico y variadísimo, invisible a simple vista y ojo desnudo, pero que esconde formidables energías, representaba lo más despreciable que se pudiera imaginar, la disolución extrema, caótica y más total de una cualquiera sustancia material, viviente o no viviente, natural o artificial.
----------El polvo no interesa a nadie y es simplemente algo de lo que es necesario deshacerse y liberarse, el emblema de lo que no vale nada y es necesario tirarlo o si acaso arrojarlo contra el enemigo en señal de desprecio. Es por antonomasia aquello que hay que rechazar, que hay que ignorar y hay que despreciar.
----------El polvo, a veces asociado con la imagen del barro, de la arena y de las cenizas, sin embargo, también para la Sagrada Biblia, no está completamente desprovisto de su propia dignidad, aunque esta fuera mínima. De hecho, es utilizando el polvo del suelo, aquello que Aristóteles podría llamar "materia prima", como Dios moldea el cuerpo del primer hombre, Adán (Gen 2,7), infundiendo en él un "aliento de vida", es decir, el alma espiritual, de modo que Adán "se convierte en un ser viviente" (ibid.).
----------De cualquier modo, aparte de este uso, digno por cierto, que sólo Dios, creador del hombre y de la materia, puede permitirse, el hombre antiguo no tiene ningún interés ni obtiene ningún beneficio técnico o práctico del polvo, es decir, de las minúsculas partículas de la materia, como podría hacerlo hoy quizás la moderna química. El polvo, sin embargo, asume diferentes significados simbólicos, siempre conectados con la idea de la desintegración, de la dispersión, de la disolución, de la destrucción, de la humillación, de la inutilidad, del sinsentido o insensatez, de la derrota, de la nada, del luto y de la muerte.
----------De esta manera, la Biblia habla de "polvo" como falta de fundamento (Job 4,19), de manera similar a la "arena" (Mt 7,26); del polvo como algo vano e insignificante (Gén 18,23; Job 5,6; Sal 30,10; 103,14; Is 5,24, Jer 17,13; Sab 11,22); como la nada en la cual se cae con la muerte (1 Mac 2,63; Job 10,9; 34,15; Sal 22,16,30; 90,3; 104,29; Qo 3,20); como condición de humillación (1 Sam 2,8; 1 Re 16,2; Sal 113,7); como símbolo de luto, amargura, penitencia: sentarse en el polvo (Job 42,6; Sal 44,26; 119,25; Jer 6,26; Lam 3,16); cubrirse de polvo (Jos 7,6; 1 Sam 4,2; 2 Sam 1,2; 15,32; Ne 9,1, etc.).
----------El polvo es arrojado en señal de desprecio hacia el enemigo (1 Sam 16,13; Is 52,2; Mt 10,14; Lucas 10,11; Hch 13,51). A lo sumo tiene un significado positivo para expresar una grandísima cantidad de personas o de cosas (Gén 13,16; 28,14; 2 Cr 1,9; Zac 9,3). La serpiente genesíaca está condenada a "comer polvo" (Gén 3,14), para significar cuán insensatas han sido las brillantes promesas que hizo a los Progenitores, quienes de ahora en adelante también comerán polvo por haber seguido a su maestro.
----------¿Por cual motivo en Cuaresma recordamos las antes mencionadas tremendas palabras del Señor? El motivo está dado por el hecho de que este período litúrgico tiene como finalidad prepararnos para la Pascua, que representa la plenitud final de la vida cristiana en la resurrección. Ahora bien, la Cuaresma se propone hacernos volver a recorrer o seguir el camino espiritual, que desde el pecado, desde el polvo al cual hemos sido arrojados, alcanza la plenitud de la vida nueva en la Pascua. Se aprecia el valor de la meta, cuando se tiene bien claro el punto de partida. El camino de la Cuaresma hacia la Pascua es una síntesis litúrgica de todo el camino de la vida presente desde la miseria del polvo hacia la Pascua eterna de la resurrección.
----------La Cuaresma, por tanto, tiene como objetivo hacernos recordar el pecado original, es decir, el mal que en Adán hemos hecho y que ha causado la situación de miseria de la vida presente. Debemos recordar de qué cosa debemos resurgir para poder llegar a la Pascua. Y por consiguiente, qué debemos hacer o no hacer en orden a este propósito. He aquí las prácticas cuaresmales de penitencia, de mortificación, de enmienda, de conversión, de fraterna caridad, de más intenso fervor por las buenas obras y de búsqueda de Dios.
----------¿Pero cómo es entonces que el hombre se levanta o resurge del polvo? Ese "eres polvo" no debe ser tomado literalmente. Debe ser entendido bien. El hombre con la muerte no vuelve al polvo. Entonces, ¿qué significa eso de "recuerda que polvo eres y al polvo volverás"? No debemos exagerar las consecuencias del pecado original, como lo ha hecho Lutero. La naturaleza humana está herida, está debilitada, no totalmente destruida. Está inclinada al mal, pero no es esencialmente malvada.
----------El alma sobrevive a la muerte del cuerpo. La razón todavía ve. La voluntad todavía tiene fuerza. Deben ser purificadas, sostenidas, ayudadas, curadas. El hombre sigue sabiendo que Dios existe. Pero he aquí que Dios ha tenido piedad de Adán pecador incapaz de reconciliarse con Él.
----------Ya inmediatamente después de la caída, Dios promete a Adán una futura venganza contra la serpiente (Gén 3,15). Es la oscura profecía del advenimiento de la cruz de Cristo, que ha levantado a Adán y a su progenie del polvo, ha restaurado la imagen de Dios desfigurada por la culpa, perdonándolos, liberándolos del pecado, de la muerte y de Satanás y elevándolos al estado de hijos de Dios en el Hijo Jesucristo.
----------Se trata, como nos dice el apóstol san Pablo, de "mortificar", "crucificar" y "sepultar" en el bautismo al "hombre viejo", carnal, corruptible, esclavo del pecado y de Satanás e inclinado al pecado, para devenir gradualmente y siempre más "nueva creatura", "hombre nuevo", espiritual, a imagen de Cristo, movido por el Espíritu Santo, hijo de Dios y de la resurrección.
----------Así, la entera vida cristiana es una larga Cuaresma en preparación a la Pascua eterna. Ella, en su ciclo litúrgico y en su significado ascético, es un sucederse de muertes y de resurrecciones, de renuncias y de conquistas, de abandonos y de adquisiciones, de sacrificios y de ganancias, de victorias y de derrotas, de sufrimientos y de alegrías, de Cuaresmas y de Pascuas, gracias a lo cual el hombre viejo gradualmente se va extinguiendo, mientras el hombre nuevo crece y avanza.
----------Por eso, experimentamos ya desde ahora los inicios y los pródromos de la resurrección y de la vida futura a la que aspiramos, experimentamos la inmortalidad en la vida mortal, la incorruptibilidad junto con la corrupción, la gracia junto con el pecado, la fortaleza junto con la debilidad, un tesoro en un vaso frágil, la alegría en el sufrimiento, lo que Pablo llama "primicias y arras del Espíritu Santo". El reino de Dios ya está presente, pero no ha alcanzado todavía su plenitud final.
----------Las miserias visibles progresivamente desaparecen, "pasa la escena de este mundo", mientras lo invisible comienza a devenir visible, la noche va cayendo y la luz está avanzando. El misterio se está desvelando, el mundo nuevo está surgiendo. Con nuestra muerte el hombre viejo será completamente muerto, mientras el nuevo, que está germinando ya ahora, aparecerá en toda su gloria. Aquello que nos espera es ciertamente todavía misterioso, pero está en línea con lo que experimentamos ya ahora, porque es el mismo misterio de salvación, de santidad y de beatitud.
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