martes, 27 de febrero de 2024

El mundo del espíritu y la conciencia humana (2/2)

Cada ciencia tiene su método que vale sólo en relación a los límites y a la dignidad de su objeto. Querer abordar con los métodos de la física problemas de metafísica significa, en el mejor de los casos, dar soluciones simplistas que al final resultan ilusorias en un campo delicadísimo de la vida humana. [En la imagen: fragmento de "El despertar de la conciencia", óleo sobre lienzo de 1853, obra de William Holman Hunt, conservado y expuesto en el Tate Britain, de Westminster, Londres].

Visibilia et invisibilia
   
----------Quien no sabe elevar la propia mirada desde las cosas sensibles, visibles, temporales y derivadas, hacia aquellas cosas que son las primarias, superiores, supremas y eternas, puramente inteligibles, invisibles, divinas y espirituales, es considerado por las grandes sabidurías de la humanidad como un necio, un tonto. En cambio, sabio es aquel que sabe que el espíritu vale más que la materia, que la materia tiene origen del espíritu, el mundo de Dios, el ser material del pensamiento divino.
----------Quien con su propia conciencia, con su propio intelecto, con su propia razón y con su propia voluntad, no sabe dominarse y disciplinarse a sí mismo, no sabe tener bajo control sus propios instintos, sus propias pasiones, sus propias fantasías y su propio cuerpo, y en lugar de elevar su espíritu, como debería, a las cosas divinas, renuncia a su propia dignidad para rebajarse al nivel de las bestias, es considerado por las grandes sabidurías de la humanidad un individuo despreciable y bestial.
----------Como ha demostrado Aristóteles, la incapacidad de distinguir la realidad corpórea de la realidad espiritual y reducir esta a aquella, es signo de falta de inteligencia metafísica, es decir, es señal de la incapacidad de sobrepasar con el intelecto el plano de la experiencia sensible para elevarse al plano espiritual, vale decir, elevar el propio saber desde la física, que considera las causas segundas y los compuestos de materia y forma, a la metafísica, la ciencia del puro ser, de lo puro inteligible, de lo puro inmaterial, de los puros espíritus, de las puras formas, de las causas primeras y divinas, hasta la causa de las causas que es Dios.
----------La metafísica nos hace tomar conciencia de que la realidad no es plana, sino jerárquica, está hecha a escalas. Existen grados de ser y de realidad. Desde lo más bajo, la materia prima, encontramos una serie de pasos por los cuales el ente superior tiene un poder que el inferior no tiene. Las plantas pueden hacer más que lo que hacen los minerales. Los animales hacen más de lo que pueden hacer las plantas. El hombre tiene poderes superiores a los de los animales. Los ángeles son más poderosos que el hombre. Dios es el omnipotente, el Altísimo, creador y señor del cielo y de la tierra.
----------La distinción entre realidades materiales y realidades espirituales, entre materia y espíritu, entre el compuesto de materia y forma y la pura forma no es sólo un dato de razón claramente demostrado por Platón y por Aristóteles, sino que es también un dato de la fe cristiana, es un artículo de fe del Símbolo Apostólico: visibilia et invisibilia. No sólo eso, sino que los entes materiales y espirituales no se encuentran todos en el mismo grado de dignidad ontológica, sino que Dios los ha creado según diferentes grados de dignidad ontológica, de modo tal que los más bajos están ordenados a los más altos y están al servicio. de los más altos, hasta llegar al supremo ente que es Dios mismo, causa primera y fin último de todos los entes.
----------Ahora bien, el espíritu humano muestra una doble tendencia defectuosa: o la occidental, que consiste en el parangonar la relación entre materia y espíritu a aquella que existe entre realidad e imaginación, o la oriental, consistente en el parangonar la relación entre espíritu y materia a la relación entre realidad y apariencia. El occidental exagera el valor de la materia y acaba en el ateísmo. El oriental exagera el valor de su espíritu y, despreciando la materia, acaba en el panteísmo.
----------Jacques Maritain (véase Ciencia y Sabiduría, Desclée de Brouwer, Buenos Aires 1944) delinea con una aguda comparación la diferencia entre la mentalidad occidental y la oriental: dice Maritain que para el Oriente es evidente que Dios existe. El problema es si existe el mundo. Para el Occidente, en cambio, es evidente que existe el mundo. El problema es si existe Dios.
----------Típico representante de Occidente es Aristóteles. En cambio, Parménides con su monismo ontológico y Platón con su dualismo parecen representar influencias orientales en Occidente. Descartes con su racionalismo es típico representante de Occidente. Sin embargo, su idealismo hace pensar en Oriente.
----------Sabiduría equilibradora y conciliadora es, en cambio, la sabiduría bíblica. Y no en vano Israel se sitúa (también geográficamente) en el medio entre Occidente y Oriente, abrazándolos a ambos y liberándolos de sus excesos materialistas, el occidental, y espiritualista, el oriental.
----------Pues bien, a estos grados del ser corresponden grados del saber: la experiencia sensible capta al individuo material concreto; la física es la ciencia del ente sensible, móvil y cuántico; la matemática es la ciencia del ente en cuanto imaginable y atemporal; por último, la metafísica es la ciencia del ente en cuanto ente, indiferentes a lo material y espiritual, y por tanto puramente inteligible.
----------La teología es la ciencia del primero y sumo ente, que es Dios. La fe es el conocimiento de Dios mediante la revelación cristiana. La experiencia mística es la experiencia de la presencia de Dios en el alma en gracia. Finalmente, la visión beatífica de Dios en el cielo es el sumo grado del saber propio del paraíso del cielo.
----------Ahora bien, me gustaría preguntarle a Faggin: ¿la experiencia mística que dice haber tenido encaja en el plano del saber que he mencionado? Si no fuera así, no se trataría de verdadera experiencia mística, sino de una extraordinaria e intensísima experiencia emotivo-imaginaria de la totalidad como unidad del individuo con el Todo, que tiene mucha afinidad con el panteísmo indio o budista.
   
El hombre es una sustancia material animada por un alma espiritual
   
----------Por otra parte, es necesario recordar que la naturaleza humana completa es sólo aquella que resulta de la unión del alma con el cuerpo. Dado que el alma es incorruptible e inmortal, en cuanto sustancia simple, mientras que el cuerpo es corruptible y mortal, en cuanto compuesto, el alma, como está demostrado por la filosofía y es enseñado en el dogma proclamado por el Concilio Lateranense V en 1513, sobrevive al cuerpo, separada del cuerpo, que es depositado en el sepulcro.
----------La individual persona es el sujeto humano dotado de una naturaleza humana compuesta de alma y cuerpo. La persona es sólo este individual sujeto. El alma separada en la ultratumba no es persona, porque aquí la naturaleza humana no es completa.
----------Que el hombre está compuesto de espíritu y cuerpo es dogma enseñado por el Concilio Lateranense IV de 1215 y se lo demuestra también racionalmente, como han hecho Sócrates, Platón y Aristóteles.
----------Es cierto, sin embargo, como señala el apóstol san Pablo, que, a consecuencia del pecado original, por desgracia existe en nosotros un doloroso e innatural conflicto entre el espíritu y la carne. Pero este estado no corresponde en absoluto a la voluntad originaria de Dios Creador, que ha creado al hombre, varón y mujer, compuestos de espíritu y cuerpo para que el uno y el otro formen una única sustancia. Y por este motivo el Concilio de Vienne de 1312 enseña con mucha precisión y dogmáticamente que el alma racional es la forma sustancial del cuerpo del hombre.
   
El físico no debe interferir en la metafísica
   
----------El físico, ciertamente, está llamado a trabajar junto con el metafísico por el bien de la humanidad, pero sin la pretensión de responder él a las demandas o preguntas planteadas por el metafísico. El físico debe dejar responder a estas preguntas a Parménides, a Platón, a Aristóteles, a santo Tomás de Aquino, a Hegel, a Heidegger, a Severino. El problema de la conciencia está estrechamente conectado con el del ser, porque la conciencia no es otra cosa que la reflexión intelectual sobre el ser pensado. Ahora bien, la cuestión del ser, la seinsfrage, como dice Heidegger, no es asunto del físico, sino del metafísico.
----------El físico no se interesa, como sí se interesa el metafísico, del ente como tal o del puro ser o de la totalidad del ser, sino sólo del ente móvil, sensible y medible o cuántico. La física es cuántica por su esencia, ya que la cantidad y el espacio-tiempo son accidentes de la sustancia material mensurables con el método matemático, que caracteriza el método del saber físico.
----------La ciencia física no tiene ni siquiera que tratar directamente con la sensación o la experiencia o el sentimiento, salvo que se consideren como presupuestos gnoseológicos, en cuanto todo nuestro saber parte de los sentidos, pero la física en cuanto ciencia, es ciencia de lo universal; ella abstrae de lo sensible individual, contingente y concreto del aquí y ahora, y formula en forma matemática las leyes universales y necesarias de los fenómenos o movimientos deterministas, ciertos, mensurables, constantes, verificables y calculables de la naturaleza física viviente y no viviente, humana y subhumana.
----------Con la física o la matemática no se resuelve el problema del ser o del todo, ya sea material o espiritual. La física responde a las cuestiones planteadas por el mundo material, sensible e imaginable, no por el mundo invisible, no sensible, no imaginable y espiritual, al cual la conciencia pertenece.
----------El físico, ciertamente, debe ejercitar la conciencia para hacer física. Pero él, como físico, no sabe nada de la esencia espiritual de la conciencia, la cual no es en absoluto objeto de su saber, excepto en lo que respecta a las bases y condiciones fisiológicas y neurológicas cerebrales de su ejercicio. Y aquí puede prestar servicios utilísimos para permitir, favorecer y potenciar el sano y lúcido ejercicio de la conciencia.
----------Ciertamente, la física cuántica nos abre horizontes interesantísimos de conocimiento sobre aquello que es la relación entre mente y cerebro a nivel atómico y, al hacernos comprender mejor la semejanza de la actividad fisiológica electromagnética cerebral con los dinamismos físicos cuantificables y experimentales estudiados por la física cuántica, nos ofrece la posibilidad de construir máquinas o dispositivos, los cuales, en su funcionamiento, incrementan, reproducen o imitan la actividad cerebral, para así ofrecer a la humanidad un precioso servicio también desde el punto de vista médico-terapéutico.
----------Sin embargo, es necesario que los físicos, como el prof. Faggin, a quien le somos agradecidos por sus descubrimientos y por sus invenciones, tengan la modestia y la sabiduría de mantenerse dentro de los límites de sus competencias, reconociendo como hace el prof. Faggin, la obra espiritual e intencional de la conciencia, de las ideas, de los conceptos, del saber, del conocimiento, del intelecto, de la razón, de la voluntad y del libre albedrío, pero sin la pretensión de darle un fundamento científico y teórico, que no corresponde a la física sino a la metafísica, a la psicología, a la moral y a la doctrina de la fe.
----------Cada ciencia tiene su método que vale sólo en relación a los límites y a la dignidad de su objeto. Querer abordar con los métodos de la física problemas de metafísica significa, en el mejor de los casos, dar soluciones simplistas que al final resultan ilusorias en un campo delicadísimo de la vida humana.
----------Las verdaderas tragedias no vienen, como cree Faggin, de la distinción inocente y ciertamente necesaria entre materia y espíritu, entre ciencia y espiritualidad, sino de aquellas que son falsas experiencias místicas, fuentes de autoexaltación y megalomanía, que producen falsos profetas e impostores. No se resuelve el conflicto confundiendo sino distinguiendo. Sólo así es posible unir.
----------De hecho, el riesgo, en el mejor de los casos, es el de confundir la experiencia mística con un sueño extraordinario de la imaginación creadora y de la emoción calentada por un fogoso sentimiento, pero nada más que eso. La visión de lo espiritual no es alcanzada y mucho menos la visión de lo divino.
----------Entonces, que el profesor Federico Faggin continúe su preciosa labor, y prosiga con sus investigaciones, pero que al mismo tiempo tenga confianza en la competencia de sus colegas filósofos y en el Magisterio de la Iglesia: todos estamos con él para trabajar al servicio de la humanidad. Así como nosotros aprendemos de él, él también debe tener la humildad de aprender de nosotros.

6 comentarios:

  1. Estimado Padre Filemón:

    "El alma separada en la ultratumba no es persona, porque aquí la naturaleza humana no es completa".

    Si el alma separada en el más allá, antes de la resurrección de los cuerpos, no es una persona, ¿qué es entonces? Ya sé la respuesta: es un alma separada. Pero entonces, ¿qué significa que el alma pueda vivir en el más allá si no vive como persona? El hombre es una persona, pero entonces el hombre no vive después de su muerte, sino que vive su alma, que no es una persona... No entiendo...

    Sergio Villaflores (Valencia, España)

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    1. Estimado Sergio,
      es necesario ver qué entendemos por persona humana.
      Para comprender esto, preguntémonos en general qué es la persona.
      La persona es un ente espiritual individual subsistente. De tal modo, también el ángel y Dios, que son puros espíritus, son personas.
      ¿Por qué he dicho que el alma separada no es persona? Porque, a fin de que exista la persona, es necesaria una naturaleza individual completa. En el caso del ángel y de Dios, tenemos una naturaleza completa. En el caso del alma separada, sin embargo, no tenemos una naturaleza completa, porque falta el cuerpo. En este sentido he dicho que el alma separada no es persona. En efecto, la persona humana es un sujeto o un ente sustancial subsistente en una naturaleza compuesta de alma y cuerpo.
      Puestas estas premisas, también se puede decir que el alma separada tiene cuanto menos relación con la personalidad; en todo caso se podría decir que es una persona incompleta.
      Puedo agregar que, siendo el alma la parte más noble de la persona, en tal sentido el alma separada conserva la parte más noble de la persona humana, a la espera de reasumir el propio cuerpo.

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  2. Leyendo este artículo y las reflexiones del físico Saggin y su comentario, padre Filemón, me ha recordado un estudio que hice en su momento sobre la relación entre mente y cerebro, en el que sostengo y demuestro que el alma no tiene orígenes biológicos, refutando la afirmación mecanicista de los fenómenos cerebrales que sostiene que el cerebro es el origen de conciencia, del pensamiento, de las emociones y de toda actividad psíquica, y esta conclusión es aceptada por casi todos los neuro-científicos. En consecuencia, los fenómenos vitales deberían interpretarse total y exclusivamente sobre la base de las leyes de la física y la química.
    De hecho, esto es lo que escribe G. Brunetti, humanista-científico, profesor universitario y escritor:
    "Sin embargo, en las últimas décadas, importantes descubrimientos nos han proporcionado conocimientos fundamentales. Nuestro conocimiento actual del cerebro muestra que el dualismo cuerpo-mente es una doctrina superada. Estamos lejos del 'dualismo alma-cuerpo', del concepto de que el cerebro (entidad material) y la mente (entidad inmaterial) sean dos sustancias separadas, según el planteamiento de Descartes. Para los neuro-científicos, es el cerebro el que 'produce' eso que hemos llamado 'mente'. La mente es algo que el cerebro 'hace'. El cerebro 'es' nuestra alma, nuestra mente. Una conclusión que pone en profunda crisis nuestras milenarias concepciones filosóficas y teológicas, a partir del pensamiento de Platón, padre de la filosofía occidental e 'inventor' del alma, independiente del cuerpo y, por tanto, inmortal. La mente, por tanto, 'no es otra cosa que el cerebro' (S. Le Vay), por tanto 'reducida' a un proceso biológico, ya no a una sustancia inmaterial, sino a una sustancia material". (G. Brunetti, Las alas del alma. De la neurona al pensamiento).
    Personalmente creo y estoy convencido que la ciencia por sí sola no puede demostrar la existencia del alma ni de Dios, así como no puede demostrar la existencia de la vida psíquica, porque como usted dice, esa no es su tarea sino que es tarea de la metafísica y de la teología. . De hecho, el punto crucial es precisamente el hecho de que la vida psíquica no existe en la ciencia, ni como propiedad de la materia ni de ningún proceso físico, químico o biológico. Por tanto, no es la ciencia la que demuestra la existencia del alma, sino la razón la que encuentra en la ciencia la confirmación de la naturaleza trascendente de la vida psíquica con respecto a la materia y sus procesos. Es la razón la que analiza tanto las teorías científicas como los fenómenos observables (incluido el fenómeno de la vida psíquica), entendiendo así que en física la vida psíquica no existe; existen todos los procesos naturales que conocemos, físicos, químicos y biológicos, pero no hay vida psíquica.

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    1. Estimado Aureliano,
      lo triste e increíble, por la ignorancia que supone de la historia de la filosofía, es que cada vez que surge la cuestión del alma y del cuerpo, se polemiza con Descartes y con Platón, ignorando que la doctrina del alma y del cuerpo en su verdad, confirmada por el dogma del Concilio Lateranense IV de 1215, no está en absoluto ligado al dualismo platónico-cartesiano, que opone el alma al cuerpo como si fueran dos sustancias separadas, por no hablar de la posición extremista de Platón, quien, si tiene el mérito de haber demostrado la inmortalidad del alma, en cambio, como es sabido, considera el cuerpo como una especie de prisión de la que el alma se debe liberar.
      Lo que no puedo entender y me crea la sospecha de una ignorancia culpable, es el obstinarse en ignorar la psicología de Aristóteles, que, si por un lado satisface al más correcto experimentalista, por el otro, aplicando el principio de causalidad, lleva a perfección la demostración platónica de la espiritualidad y la inmortalidad del alma, entendida como forma sustancial de la materia prima, categorías que serán aprobadas por la Iglesia y extendidas incluso a la naturaleza de los Sacramentos.
      En la psicología de Aristóteles se reconoce la dificultad por parte del alma para gobernar el cuerpo, dificultad que para nosotros, los cristianos, proviene del pecado original, pero Aristóteles está muy lejos de concebir el cuerpo como una carga de la cual el alma se debe liberar, porque para él la naturaleza humana está compuesta de alma y cuerpo, lo que posteriormente ha confirmado el dogma cristiano.
      Por tanto, si queremos hablar de dualismo alma-cuerpo, éste ciertamente existe, pero es simplemente un hecho doloroso, del cual sólo podremos liberarnos con la reconciliación entre el cuerpo y el alma, a la que nos permite ir alcanzando la ascética cristiana.
      Por otra parte, se debe considerar algo que Aristóteles ignoraba, a saber, que el destino último del hombre no es el alma separada, ni siquiera en una contemplación del Absoluto, sino, de acuerdo con las exigencias de la naturaleza humana, es la reconstitución de la unidad alma-cuerpo en la futura resurrección.

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    2. Perfectamente de acuerdo con usted. Nos encontramos hoy ante una visión y concepción materialista y mecanicista de la vida, incluida la vida humana, en todos sus niveles. Podemos hablar de un materialismo metafísico o cosmológico, concepción que sostiene la primacía de la materia, según el cual la única realidad que podemos decir que existe es la materia con todo lo que se deriva de sus continuas transformaciones. La materia es el fundamento, la sustancia única de todas las cosas, de la realidad material, incluida la mente y el pensamiento, y es independiente del sujeto. La materia es la causa de todo y lo es a través de la fuerza expresada por los átomos que la constituyen.
      Lamentablemente, esta concepción de la realidad también ha tenido consecuencias devastadoras a nivel antropológico; asistimos a concepciones dualistas o monistas a nivel filosófico, científico y religioso causadas también por una ignorancia culpable, pero también por un rechazo de la metafísica realista que afirma y sostiene la existencia de una realidad objetiva más allá de nuestras percepciones e interpretaciones. En otras palabras, el mundo existe independientemente de nosotros y de nuestra conciencia.

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    3. Estimado Aureliano,
      me complacen mucho estas notas suyas de antropología, en las que usted expresa la necesidad de seguir las enseñanzas de Aristóteles y de santo Tomás.
      Según esta doctrina, el cuerpo humano es una sustancia material animada por un alma espiritual, la cual da vida al cuerpo en todos los niveles vitales, el vegetativo, el sensitivo y el espiritual, además de causar los movimientos del cuerpo.
      Usted habla de un cuerpo vivo en potencia. La expresión no es clara. Como yo lo entiendo, usted quiere poner el cuerpo en relación con el alma, en cuanto ella constituye el acto de ser del cuerpo. Y sobre esto estoy totalmente de acuerdo. Sin embargo, quisiera decir que, propiamente hablando, un cuerpo vivo en potencia no es simplemente un cuerpo sin alma, porque un cuerpo de este tipo ya no es un cuerpo humano, sino que es un cadáver. Lo que usted dice podría hacer pensar en una futura resurrección, en el sentido de que un cuerpo actualmente sin alma, es decir, un cuerpo muerto, está vivo en potencia en cuanto volverá a reasumir su propia alma.
      O bien se podría decir que un cuerpo vivo en potencia es una simple sustancia material, como por ejemplo la sustancia química, la cual deviene viva una vez que, bajo forma de alimento, es asumida por un sujeto viviente, por el cual deviene materia viviente de este sujeto.
      Por cuanto respecta a la separación del alma del cuerpo, tenga presente que ella es separable, tanto es así que esto sucede en el momento de la muerte, en que el alma se separa del cuerpo.
      Si usted en cambio quiere considerar la naturaleza humana en su esencia, se puede decir que alma y cuerpo son inseparables, en cuanto constituyen los dos componentes esenciales de la naturaleza humana.

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