Dado que el sexo de aquí abajo, en nuestra actual condición de peregrinos, está constitutivamente estructurado en función de la generación, finalidad que estará ausente en la resurrección, nosotros no sabemos, por ahora, cómo se configurará físicamente la comunión escatológica varón-mujer, es decir, cómo serán exactamente el cuerpo masculino y el cuerpo femenino no generativos de los resucitados. La ausencia del matrimonio (Mt 22,30), de la cual habla el Señor, no quiere decir ausencia de la unión varón-mujer, sino ausencia de la generación, que es precisamente el fin del matrimonio. Aquella mujer no tendrá siete maridos, sino siete amigos. [En la imagen: fragmento de "Triunfo de Santo Tomás de Aquino sobre los herejes", fresco de finales del siglo XV, obra de Filippo Lippi, en la Capilla Carafa, en la iglesia de Santa María sopra Minerva, en Roma, Italia].
El placer sensible en el cuerpo resucitado
----------El cuerpo resucitado, para Tomás, tiene todos los sentidos en acto: "Todos admitimos que en los cuerpos resucitados hay alguna sensibilidad" (Summa Theologiae, Suppl., q.82, a.3). "El ocuparse de los sentidos acerca de los sensibles no impedirá en modo alguno la divina contemplación" (ibid.). La alegría del encuentro entre varón y mujer estará libre de toda perturbación: "Estará ausente la confusión del mutuo verse, porque no existirá la libido que incite a actos torpes, de los cuales nace la confusión" (Ibid., q.81, a.3).
----------Sin embargo, Tomás ve la unión sensible entre varón y mujer sólo en el cuadro del acto generativo de la vida presente y no como expresión del amor ("una sola carne"), que trasciende las condiciones de aquí abajo; por lo cual, considerando que en la futura condición de los resucitados ya no será necesaria la reproducción de la especie, Tomás excluye en ellos la unión sexual (ibid, q.81, a.4).
----------Nos podríamos preguntar, sin embargo, si, considerando que en la resurrección el amor entre varón y mujer será perfecto, la tesis de santo Tomás pueda regir, aun cuando naturalmente, en caso negativo, debemos de cualquier modo reconocer con franqueza y humildad que en la vida presente, de viadores en esta tierra, no tenemos idea de cómo podrá configurarse y expresarse una diferencia sexual no generativa, porque esta diferencia sexual por ahora está hecha para servir a la generación.
----------Esta diferencia entre varón y mujer puede ser imaginada sólo en relación al sexo tal como lo conocemos ahora, pero está claro que ésta es una imagen del todo inadecuada para representar la misteriosa y sublime belleza y dulzura de la unión escatológica, en la cual varón y mujer seguirán siendo animal racional, pero esta animalidad será transfigurada por el espíritu de un modo que sobrepasa nuestra actual imaginación aquí abajo, contaminada por las consecuencias del pecado original.
----------Por consiguiente, es necesario prestar atención, en lo que respecta a la consecución de la felicidad, que una cosa es la inclinación universal y necesaria del hombre hacia la felicidad, y otra cosa bien distinta es la inclinación actual de la voluntad humana hacia Dios. En base a cuanto en este artículo he venido diciendo, es claro que las dos cosas no siempre y necesariamente coinciden en cada hombre, porque también hay quienes eligen poner su felicidad no en Dios, sino en las creaturas.
----------En verdad, todos tienen necesidad de Dios para ser felices. Pero a pesar de todo esto, no todos ponen su felicidad en Dios. La tendencia hacia la felicidad es esencial e inevitable en todo hombre. Eso es claro, pues nadie quiere ser infeliz. De hecho, pueden existir casos de masoquistas auto-lesionistas, que experimentan gusto en el ser infelices o en el autodestruirse. Pero estos son raros casos patológicos. En cambio, la tendencia voluntaria e intencional hacia Dios es efecto, en cada uno, de libre elección. Por consiguiente, Rahner se equivoca cuando identifica la orientación a priori del hombre hacia la felicidad con la orientación del espíritu hacia Dios o, como él la llama, con la "auto-trascendencia hacia Dios", con la consecuencia herética de que entonces todos los hombres tienden hacia Dios y todos los hombres son salvados. Con esta tesis, Rahner ignora la oscilación propia del libre albedrío, que puede elegir por Dios pero también sustraerse.
----------A este respecto, es necesario prestar atención a que, cuando santo Tomás de Aquino dice que el libre albedrío puede elegir los medios (I, q.84, aa.3-4), pero no el fin, porque ello está preconstituido, se refiere al aspecto formal del fin, es decir, al fin precisamente como aquello en vista de lo cual se eligen los medios. Pero Tomás no excluye en absoluto la necesidad de dar un contenido al fin. Y esto está en manos del libre albedrío, como resulta evidente, cuando el Aquinate se pregunta en qué consista la beatitud, o bien en qué consista el verdadero fin último del hombre (I-II, q.2). Y aquí, pasando revista las diversas posibilidades, es evidente que enumera opciones posibles y, por lo tanto, pone en juego el libre albedrío.
El placer sensible está ordenado al espiritual
----------Ahora bien, así como el cuerpo está al servicio del alma, el sentido está al servicio del intelecto y la afectividad debe servir a la voluntad, de ello se sigue que el placer sensible, que es efecto de las potencias más bajas, debe tender al placer espiritual, o estar finalizado en el placer del espíritu, que es efecto de la potencia más alta. "Las operaciones y los placeres del intelecto son más puros que las operaciones y placeres sensitivos, en cuanto más inmateriales" (In Aristotelis Ethicorum, op. cit., n.2056).
----------Tomás dedica entonces una parte de su doctrina sobre el placer a la tarea de demostrar la primacía de los placeres espirituales sobre los placeres sensibles, y que, si los inferiores los obstaculizan, no hay que tener dudas en sacrificar los inferiores en pro de los superiores, por mucho que esto nos pueda costar, sabiendo que lo que queda aquí abajo por el reino de Dios, nos será devuelto centuplicado ya desde la vida presente, junto con tribulaciones, y la certeza de la gloria futura (Mt 19,29).
----------Retomando a Aristóteles, Tomás recuerda que el deleite propiamente humano, por encima del placer animal, es el placer de actuar según recta razón, es decir, según virtud. Es un placer que toca la voluntad y por tanto el espíritu. Este placer no necesita del concurso del placer sensible, sino que es suficiente en sí mismo, mientras que el placer sensible no sería humano, si no estuviera moderado por la razón.
----------Dice el Aquinate: "Para aquellos que aman el bien de la virtud, son apetecibles las cosas que son agradables según naturaleza, es decir, aquellas cosas que convienen según razón, que es la perfección de la naturaleza humana. Y por eso los hombres virtuosos se deleitan en estas cosas. Tales son las operaciones según virtud, que son naturalmente placenteras para el hombre, en cuanto cumplidas según recta razón. Por lo cual no son sólo agradables respecto a los hombres mismos, sino que lo son también por sí mismas. En cambio las operaciones viciosas son agradables para aquellos hombres a quienes son conformes según los hábitos corruptos que ellos poseen. Por tanto, dado que lo que es de por sí y es tal según naturaleza, vale más, el placer según virtud es mejor que los demás placeres" (op. cit,. l.I, c.IX, lect.XIII, n.156, p.42).
----------Aristóteles llega a comprender la primacía del placer de la razón respecto al placer del sentido, pero como pagano ignora naturalmente los goces superiores del espíritu, que provienen de la vida de fe. Y aquí tenemos la paradoja cristiana de la alegría de la Cruz, tema obviamente importante en el cristiano Tomás, pero sobre el cual no nos detendremos para no salir de nuestro tema, que trata del placer sensible.
----------Un criterio que usa santo Tomás para sostener la primacía del placer espiritual está dado por el hecho de que los bienes sensibles, una vez gozados, sacian y si se añaden otros, crean fastidio y hacen mal, como la comida, por ejemplo. En cambio, el disfrute de los bienes del espíritu puede cansar por motivos extrínsecos ligados al cuerpo, pero estos goces no tienen término nunca, porque estos bienes en sí mismos no cansan y de hecho perfeccionan al sujeto (I-II, q.33, a.2).
----------En segundo lugar, el criterio para juzgar la conducta moral de un hombre no es el placer sensible, sino el placer espiritual: "Es según el placer de la voluntad que se juzga si un hombre es bueno o malo" (ibid., q.34, a.4). Es bueno el hombre que se deleita en la virtud; malo, el que se deleita en el vicio. El placer sensible no es un criterio suficiente para juzgar de la bondad de un acto humano, si este placer no es según virtud. Por tanto, siempre volvemos al placer de la virtud, que es un placer espiritual.
----------En tercer lugar, Tomás parangona los pecados espirituales con los pecados carnales. Ambos géneros de pecados implican un placer, espiritual en el primer caso; sensible, en el segundo, pero obviamente pecaminoso. Así como los primeros ofenden valores más altos, son más graves y tienen más malicia. Asimilan al hombre al demonio. Los segundos, en cambi, por mucho que embrutezcan al hombre, reflejan mayormente su fragilidad. Asimilan al hombre a las bestias.
----------En cuarto lugar, Tomás retoma el tema platónico, que luego también encontramos en la Escritura, de la transitoriedad, precariedad e incerteza de los placeres sensibles, comparados con la permanencia, inmutabilidad y certeza de los placeres espirituales: "los placeres sensibles y corporales se realizan en el movimiento y en generación" (ibid., q.34, a.3). El argumento no parece demasiado persuasivo, considerando que los placeres sensibles están destinados a resucitar en la vida futura.
Las razones de la abstinencia sexual
----------La consecución de los bienes más altos puede eventualmente requerir la renuncia al placer sensible. Pero la abstinencia sexual en la vida presente (o como dice Jesús, el volverse "eunucos para el reino de los cielos", Mt 19,12) no está motivada por la perspectiva de una total extinción de la unión entre varón y mujer en la vida futura; al contrario, sirve para purificarla y prepararla para su ennoblecida repristinación tal como ella era y había sido querida por Dios en el Edén ("una sola carne").
----------Similarmente, si uno se fractura un brazo, debe mantenerlo inmóvil e inutilizado, a fin de que la fractura haya sido recompuesta, porque en su condición de miembro fracturado, no puede ser utilizado. Así, la unión sexual, expresión de por sí natural de la unión espiritual, en la vida presente, a causa de la concupiscencia, de hecho es un obstáculo para las altas elevaciones del espíritu.
----------Santo Tomás motiva, por tanto, el voto de castidad con la exigencia de permitir al sujeto, en la vida presente, la máxima libertad posible para consagrarse a Dios (II-II, q.186, a.4). Sin embargo, cuando trata del propósito de la virginidad, bajo la influencia de san Ambrosio, alaba este propósito porque mantendría la "integridad de la carne" (ibid., q.152, a.1) evitando su "corrupción", como si el acto sexual no fuera actuación de una potencia natural. Es evidente aquí la influencia platónica, que hace olvidar a Tomás el principio aristotélico de que el ejercicio de una potencia vital sensible no corrompe al sujeto, sino que lo perfecciona. Pero, como sabemos, para Platón la actividad del cuerpo no favorece, sino que aprisiona al alma en la materia.
----------La tarea de aquí abajo, para Tomás, es, por tanto, la de conseguir que gradualmente, por medio de una adecuada y perseverante disciplina ascética, sostenida por la gracia, vuelva a constituirse esa unidad de la persona y esa concordia entre varón y mujer, esa conjunción entre alma y cuerpo, esa armonía entre espíritu y sexo, entre voluntad y pasión, entre mente y corazón, entre apetito sensible y apetito espiritual, que existía en el Edén y que tendrá que retornar y revivir en plenitud en la futura resurrección.
----------Sabemos que en la resurrección se producirá la unión del varón con la mujer, que es la unión más perfecta que pueda existir entre dos personas humanas y que procura, como reconoce santo Tomás, el máximo de todos los placeres sensibles, precisamente porque es una unión amorosa interpersonal en una perfecta complementariedad recíproca. De hecho, todos los demás placeres están ligados al sostenimiento y al interés del individuo, mientras que aquella unión es la actuación de la más perfecta y más íntima relación social del individuo, que es un bien superior a aquel propio del individuo.
----------Sin embargo, dado que el sexo de aquí abajo está constitutivamente estructurado en función de la generación, que estará ausente en la resurrección, nosotros no sabemos, por ahora, cómo se configurará físicamente la comunión escatológica, es decir, cómo serán exactamente el cuerpo masculino y el cuerpo femenino no generativos de los resucitados. La ausencia del matrimonio (Mt 22,30), de la cual habla el Señor, no quiere decir ausencia de la unión varón-mujer, sino ausencia de la generación, que es precisamente el fin del matrimonio. Aquella mujer no tendrá siete maridos, sino siete amigos.
----------El Salmo expresa de manera terrena estas amistades escatológicas: "Hijas de rey están entre tus predilectas; a tu diestra la reina de oro de Ofir" (Sal 45,10). El amor exclusivo, necesario y característico para el matrimonio, será sustituido por un amor preferencial. Esta pluralidad de relaciones varón-mujer tiene alguna confirmación, si queremos, en la institución veterotestamentaria del concubinato, usual en los soberanos o en personajes eminentes, incluso santos, como vemos en Abraham, David y Salomón. Naturalmente, está claro que esta institución no es más que un tosco símbolo y una pálida sombra de las amistades celestiales, ya que allá arriba la concupiscencia habrá desaparecido totalmente, siendo sustituida por una serena reciprocidad personalista entre varón y mujer en pie de igual dignidad.
----------En cambio, el concubinato bíblico supone una masculinidad connotada por una sensualidad abrumadora y avasallante, que Jesús llama "dureza de corazón" y ligada a una concepción de la relación varón-mujer sobre el modelo señor-súbdito, por no decir amo-esclavo, consecuencia del pecado original (Gn 3,16).
----------Ciertamente existe la institución veterotestamentaria del matrimonio, según la cual tenemos que la esposa está acompañada por la concubina, la primera homologada a una súbdita; la segunda a una esclava. Pero en cualquier caso la mujer no es considerada por el varón como una persona en pie de igualdad, que le sea "similar" (Gén 2,18) y que pueda ser un interlocutor (Gén 2,23), de modo que sea con ella "una sola carne" (Gén 2,24), sino más uno o más sujetos atractivos y placenteros, de los cuales el varón es propietario para satisfacer su concupiscencia, así como se posee una bodega de buenos vinos o una despensa llena de quesos franceses. Algo de esta concepción lo encontramos en la concepción paulina del matrimonio, aunque monógamo, entendido como "remedio a la concupiscencia".
----------Cristo, como es sabido, propone el modelo edénico (Mt 19,8) y el modelo escatológico (Mt 22,30), aunque todavía estemos en la vida terrena. En lo que respecta a la relación varón-mujer, como en todas las cosas, Cristo ha venido para restaurar lo que era "al principio", para conducirlo al fin, o sea a la plenitud de la resurrección final, a través de la cruz. La abstinencia sexual representa el momento de la cruz necesario para rencontrar el Edén y conducirlo a la resurrección. Es el enyesado del brazo, que prepara la readquisición de su motilidad. Es el ayuno cuaresmal después del exceso, para preparar el banquete de la Pascua.
¿Entonces usted considera que en el cielo habría unión sexual entre varones y mujeres? ¿Sí o no?
ResponderEliminarEstimado Anónimo,
Eliminardoy por supuesto que usted es el mismo que formuló la pregunta siguiente, que no es la misma, pero similar. Contesto, entonces, en mi siguiente respuesta, a la segunda pregunta.
¿Usted considera que en el cielo habrá placeres sexuales?
ResponderEliminarEstimado Anónimo,
Eliminarnosotros, peregrinos en esta tierra, no sabemos cómo será la configuración física de la sexualidad escatológica, porque la sexualidad de la vida presente tiene una finalidad procreadora. En cambio, la sexualidad escatológica será puramente unitiva. La diferencia entre estos dos propósitos de la unión varón-mujer se encuentra en los capítulos 1 y 2 del libro del Génesis.
En el capítulo 1 tenemos el matrimonio, entendido como una unión con finalidad procreadora. En cambio, en el capítulo 2 se propone un propósito unitivo y no se menciona la procreación, ya que Dios crea la pareja varón y mujer con la intención de que la persona no viva sola, sino en comunión con otra, y este es el paradigma de la vida social.
Cabe agregar también que en la intención divina o designio divino la pareja representa la plenitud de lo humano, en cuanto que la ayuda recíproca no concierne sólo al procrear, sino también a aquella que es la plenitud de la vida humana y espiritual, de modo que entre varón y mujer no hay sólo una reciprocidad física, sino también espiritual.
Esta reciprocidad entre varón y mujer es un deber moral, educativo y formativo, y una obligación universal, que sirve a cada uno para completar su propia personalidad y enriquecer la personalidad del otro sexo con la riqueza del propio sexo, según la voluntad de Dios, por el bien de la familia, de la sociedad y de la Iglesia.
La sexualidad es una realidad muy compleja, que involucra a la entera persona: cuerpo, biología, emoción, pensamiento, voluntad, sentimientos, compromiso social, cultural, moral y eclesial.
Nuestra fe nos dice que resucitaremos con nuestros cuerpos, por lo tanto masculino y femenino, que todo será bien, y que todo mal será vencido.
Por lo tanto, también la sexualidad humana, que "es un don de Dios", como dice el papa Francisco, contribuirá ciertamente, aunque para nosotros de manera todavía envuelta en un misterio, a la plenitud de la alegría y a la felicidad en el paraíso del cielo.
Profundizar la belleza y la realidad de la sexualidad desde una perspectiva escatológica puede ser muy útil, sobre todo hoy, no sólo para la pareja y la familia, sino también para la Iglesia y para la sociedad.
Voy ahora a suponer que usted es un laico, unido en matrimonio a su esposa. Por cuanto respecta al amor que ahora los une, ustedes, ya desde ahora, al realizar el plan divino sobre ustedes, pueden pregustar las alegrías de la futura unión de ambos en la vida gloriosa de la resurrección.
Este estupendo ideal debe seguir sosteniéndolos en el difícil camino cotidiano, en la recíproca aceptación de vuestras debilidades, en la ayuda mutua, en la unión con Cristo.
Me parece que usted debería aclarar que no habrá en el cielo unión sexual o coito entre varón y mujer. En tiempos de inflación sexual parece importante aclararlo.
EliminarEstimado Anónimo,
Eliminarla perspectiva de la unión entre varón y mujer en la resurrección es precisamente el paradigma que sirve para regular la unión entre varón y mujer en la vida presente. La actual práctica de uniones desordenadas y lujuriosas es precisamente el signo de que tenemos necesidad de un punto de referencia, de una regla, de un ideal, de un modelo y de un ejemplo que nos llegue de la revelación divina.
Este modelo ya está presente en el capítulo 2 del Génesis, donde se dice "serán una sola carne", debido al hecho de que varón y mujer se completan entre sí en el determinar la plenitud de lo humano. Éste, como ya he dicho, es el significado de las palabras del Génesis: "Quiero hacerle una ayuda semejante a él", que es la consecuencia de las otras palabras: "No es bueno que el hombre esté solo".
La unión varón-mujer es la unión humana más perfecta que exista y por tanto es el paradigma y el principio de toda otra unión humana, como la amical, familiar, social, política, cultural, étnica, nacional, eclesial.
Dado que la persona humana está compuesta de alma y cuerpo, y dado que el cuerpo es sexuado, la unión escatológica entre varón y mujer, unión que retoma la unión protológica, será necesariamente una unión en todos estos niveles, y por tanto espiritual y corporal.
Desde esta perspectiva, sabiendo que en el paraíso del cielo encontraremos todo bien, no se puede excluir que también el placer sexual alcanzará esa plenitud y perfección, que está en el plan originario de la creación, aún cuando no conocemos cómo será nuestro cuerpo glorioso.
Sabemos que actualmente en el paraíso del cielo hay dos cuerpos resucitados, el de Jesús y el de la Virgen, por tanto un cuerpo masculino y un cuerpo femenino. Sabemos que también todos nosotros resucitaremos con nuestro cuerpo, ya sea masculino o femenino.
Este dato es muy importante, porque la sexualidad forma parte de la naturaleza humana, formada por un cuerpo y alma masculinos o femeninos, y este aspecto también participará de la beatitud eterna.
¿No me va a responder, Filemón?
ResponderEliminarEs una pregunta sencilla: ¿usted piensa que habrá en el cielo unión sexual entre el varón y la mujer o no?
Gracias.
Dios lo bendiga.
Estimado Anónimo,
Eliminarle pido que relea mis respuestas anteriores, para poder comprender en qué sentido ya le he respondido afirmativamente acerca de que en el paraíso del cielo, es decir, después de la resurrección de los cuerpos, la unión varón-mujer implicará también el cuerpo, aunque, aquí en la tierra no podemos saber el modo.
Si usted tiene realmente interés en profundizar esta verdad doctrinal, que forma parte ya del Magisterio de la Iglesia, puede releer también, con paciencia, mis artículos sobre el tema.
La doctrina de la Iglesia sobre la unión escatológica varón-mujer, está basada en el capítulo 2 del libro del Génesis, y ha sido profundamente desarrollada y enseñada por el pasa san Juan Pablo II en sus Catequesis desde el 5 de septiembre de 1979, al del 5 de mayo de 1982.
El paradigma de la unión sexual varón-mujer no es el actual del sexo en el presente estado de caída, sufriendo las consecuencias del pecado original. Debemos redescubrir el paradigma de la unión varón-mujer al que estamos llamados, el escatológico. De ahí que exista en la Iglesia peregrina el estado religioso y el voto de castidad, o el celibato sacerdotal, como signo anticipadores de esa unión varón-mujer que será la escatológica.