jueves, 8 de febrero de 2024

Los pequeños grupos ideologizados (2/13)

Ninguno de los "pequeños grupos ideologizados" vería hoy con agrado la convocatoria a un Concilio Ecuménico en la Iglesia. Semejante iniciativa sería rechazada tanto por los modernistas como por los pasadistas. Pero efectivamente, sería necesario un nuevo Concilio, para confirmar y desarrollar las conquistas doctrinales y morales del Concilio Vaticano II y para corregir cierta tendencia buenista y misericordista, demasiado indulgente con los vicios y errores, tendencia que hoy ha alcanzado niveles intolerables y dañosísimos para la Iglesia y para la humanidad. El laxismo moral más salvaje y libertario está sustituyendo a la disciplina moral que siempre ha sido predicada por el cristianismo. Pero la gran pregunta es: ¿qué cosas debería hacer este nuevo y deseable Concilio? [En la imagen: fotografía de una de las sesiones del Concilio Vaticano II].

¿Un nuevo Concilio?
   
----------Los pasadistas (o indietristas, como los llama el Papa) rechazan las doctrinas del Concilio Vaticano II, por considerarlas sospechosas de modernismo. Pero asimismo los modernistas, desde hace tiempo, no han estado del todo satisfechos con las doctrinas y directivas innovadoras del Concilio Vaticano II, al no considerarlas lo suficientemente avanzadas. Para ellos, todavía están hasta cierto punto atrapadas por residuos de la -para ellos- aborrecida escolástica medieval y por rigideces dogmáticas que consideran superadas.
----------Por ejemplo, el cardenal Walter Kasper sostiene que en el Concilio Vaticano II existen "contradicciones" entre algunas doctrinas, que, según él, abren a un progreso real, y otras, que en cambio hacen de freno, pues según él son residuos superados y superables del preconcilio. En realidad se trata de la referencia a valores tradicionales, algo que para el modernista es humo en los ojos. Véase mi artículo: Una interpretación modernista del Concilio Vaticano II, habitual y falsa, con la que están de acuerdo los lefebvrianos (publicado en octubre del año pasado). Por ejemplo, el decreto Unitatis redintegratio dice en el n.3, que los protestantes deben alcanzar la plenitud de su comunión con Roma corrigiendo sus errores.
----------Y así, como ejemplo de lo que Kasper denomina "residuos del preconcilio" que no deben tenerse en cuenta en los textos conciliares, podemos mencionar la opinión suya de que, así como hoy se ha comprendido que Lutero tenía razón, entonces, tales advertencias del decreto sobre el Ecumenismo deben ser suprimidas. Por lo cual Kasper de hecho, ni siquiera en sus años al frente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, nunca ha hablado de esa componente esencial de la obra ecuménica: que los luteranos reconozcan sus errores, ni él jamás haya dado un paso en tal sentido.
----------Por eso, los modernistas han estado desde hace tiempo (aunque ahora no lo están tanto) soñando con un nuevo Concilio que reduzca aún más el dato dogmático tradicional, elimine el concepto de "herejía" y acentúe la orientación modernista y la atenuación o dilución del Evangelio, para actuar en plenitud el programa de Rahner y Schillebeeckx, considerando también el permanente éxito de sus ideas. Dado que consideran ya superadas las doctrinas del Vaticano II, han venido ansiando un nuevo Concilio superador. Pero el caso es que hoy ya no se sienten tan seguros del buen éxito de su empresa, dado el fracaso que han tenido con su proyecto de "Papa modernista", a la vista de lo actuado por Francisco en sus once años de pontificado.
----------Sin embargo, debemos reconocer que, de hecho, la Iglesia, desde los años del inmediato postconcilio hasta hoy, sólo ha opuesto una débil resistencia a los errores de Rahner y Schillebeeckx, y de hecho ha tolerado su amplia difusión, aunque, siguiendo las enseñanzas pontificias desde entonces hasta hoy, podemos constatar que los Papas, al darnos la interpretación correcta del Concilio, niegan implícitamente las imposturas de esos dos teólogos. Y sin embargo esto no quita que su condena explícita siga siendo una necesidad.
----------En mi opinión, sería necesario efectivamente un nuevo Concilio, pero para confirmar y desarrollar las conquistas doctrinales y morales del Concilio Vaticano II y para corregir cierta tendencia buenista y misericordista, demasiado indulgente con los vicios y errores, tendencia que hoy ha alcanzado niveles intolerables y dañosísimos para la Iglesia y para la humanidad. El laxismo moral más salvaje y libertario está sustituyendo a la disciplina moral que siempre ha sido predicada por el cristianismo. Ahora bien, este nuevo y deseable Concilio debería sustancialmente hacer algunas cosas:
----------1. Es necesario recuperar la tradición sin dejar de lado los avances logrados tras el postconcilio.
----------2. Es necesario mantener el diálogo y la prudente confrontación con la modernidad, pero a la vez tener el coraje, con sabio discernimiento, de denunciar y corregir sus errores.
----------3. Es necesario conservar los más amplios horizontes de la misericordia aparecidos después del Concilio Vaticano II, pero al mismo tiempo redescubrir y reactivar la práctica de la justa disciplina o severidad en el temor de Dios, como expresiones de la caridad y de la justicia.
----------4. Es necesaria una reforma litúrgica que, sin renunciar a los aspectos ecuménicos introducidos por el Vaticano II, redescubra la dignidad y el carácter sagrado de la celebración de los sacramentos.
----------5. Salvando el valor de la colegialidad episcopal y de la Iglesia local, es necesario que el Romano Pontífice recupere su rol de guía de los obispos, sobre todo en el campo de la doctrina.
----------6. Es necesario que el propio obispo, en el concreto ámbito de su diócesis, sea de mayor ayuda al Papa en el campo de la doctrina y de velar por ella en su propio clero y laicado.
----------7. Considerando la cantidad y la dificultad de las cuestiones doctrinales, es necesario que el Dicasterio para la Doctrina de la Fe sea potenciado y se ponga a más estrecho servicio del Sumo Pontífice para la promoción y defensa de la sana doctrina y la corrección de los errores.
----------8. En el debido respeto de la libertad de pensamiento y de opinión en ámbito teológico, los obispos deben sin embargo estar más vigilantes acerca de las doctrinas enseñadas por los teólogos que actúan en su diócesis, especialmente aquellos que son responsables de la formación del clero.
----------9. Teniendo bien en claro que el problema lefebvriano es una cuestión a tratar en ámbito ecuménico, al igual que el problema de los demás cristianos no-católicos, sin embargo, se necesita dar una solución al antiguo conflicto entre filo-lefebvrianos y modernistas, de modo que en la estructura eclesial el componente tradicionalista armonice serenamente y constructivamente con el componente progresista.
----------10. Es necesario que las obras misioneras, manteniendo su enfoque humanitario y asistencial, recuperen más espacio para su tarea específica, que es el anuncio explícito y argumentado del Evangelio, aunque con la gradualidad que es requerida por el variar de las situaciones y de las exigencias.
----------11. Es necesario rechazar ese proselitismo que atrae a la gente al propio grupo o asociación más que a la Iglesia o que presenta una Iglesia no postconciliar, sino preconciliar, y se necesita redescubrir una sana apologética, con argumentos persuasivos adaptados a nuestro tiempo, que sepa mostrar la belleza de la fe de la Iglesia, defendiéndola de las falsas acusaciones sin triunfalismos.
----------12. El Papa debe gobernar la Iglesia sirviéndose preferiblemente de sus primeros colaboradores oficiales, que son in primis el colegio cardenalicio reunido en el Consistorio y, según las necesidades o las oportunidades, recurriendo a los Dicasterios y progresivamente a los demás organismos de la Santa Sede; debe ser prudente en el confiarse a los colaboradores llamados "amigos", hombres de partido, elegidos por él por sus opiniones o preferencias personales, pero en el aspecto práctico incapaces de ayudarle en el estar super partes con esa mirada superior y universal, inspirada por Cristo, que debe ser prerrogativa suprema del padre común y del pastor universal de la Iglesia. De hecho, en estos casos existe un fuerte riesgo de favoritismo por parte del Papa y de adulación del Papa por parte de los preferidos. Es una forma moderna de nepotismo.
----------13. El Papa debe imponerse en la Iglesia en cuanto Papa, es decir como Vicario de Cristo, pero siendo claro anunciador, aunque con gradualidad, del Evangelio integral, sin recortes, sin descuentos, sin reticencias ni diluciones, en nombre de los intereses doctrinales y pastorales de la Iglesia, y no tanto como personaje emergente o destacado en el ámbito internacional, como inventor de "nuevos paradigmas", y mucho menos aún como representante de una determinada tendencia política o religiosa o cultural, por muy influyente que esa tendencia fuera en la Iglesia y por más que fuera apreciada por los poderes mundanos.
----------14. La misma Secretaría de Estado, como ya lo dice la misma palabra, es una simple "secretaría". Por lo tanto, ella no participa en absoluto en el gobierno papal de la Iglesia, como sí participa en cambio en tal gobierno el colegio cardenalicio en el Consistorio. El Papa no se sirve de la Secretaría de Estado para gobernar, sino simplemente para publicar sus actos de magisterio y de gobierno, y para representarlo ante la Iglesia, ante los Estados y ante el mundo. Ella, como cualquier secretaría, es una simple "cadena de transmisión", un órgano de representación del Santo Padre, responsable de la preparación, diseño, tramitación, redacción, formalización, catalogación, recopilación, archivo y edición de los documentos oficiales personales del Papa, mediación y comunicación entre el Papa y los Dicasterios y viceversa.
----------15. A pesar del reconocimiento de los méritos teológicos de Karl Rahner, siendo ahora evidentes, después de sesenta años de aplicación, los efectos deletéreos sobre todo en campo moral, de sus doctrinas y falsas interpretaciones del Concilio, es necesario corregir de una vez por todas, a la luz del Magisterio de la Iglesia y en particular, como ordena el Concilio, de la doctrina de santo Tomás de Aquino, sus errores referentes a la doctrina del conocimiento, del ser, de Dios, del hombre, de la fe, de la gracia, de la cristología, de la Santísima Trinidad, de la moral, de la Iglesia, de los sacramentos, del sacerdocio, de la escatología.
----------16. La Santa Sede, en la administración del IOR (Instituto para las Obras de Religión, popularmente llamado Banco Vaticano) y de las otras obras que requieren un compromiso financiero, evite dejarse influenciar por presiones externas, por ejemplo, las de la masonería.
----------17. La jerarquía, sin venir a menos en su sensibilidad ante los problemas más graves de la justicia, de la libertad y de la paz en la tierra, evite sin embargo un excesivo intervencionismo en los asuntos políticos, dejando a los laicos su propia autonomía en el ámbito de lo temporal, y mire ante todo a abrir los horizontes de la trascendencia y de la eternidad, instándolos a alzar la mirada hacia el cielo, y guiando a la humanidad hacia el fin último de la historia terrena. No imponga como si fuera doctrina de la Iglesia una particular línea política. Sepa alzar la voz a favor de los oprimidos frente a un gobierno dictatorial y tiránico.
----------18. Debe promoverse debidamente el rol del sínodo mundial de los obispos, que es ciertamente una expresión significativa de la colegialidad episcopal cum Petro y sub Petro.
----------19. Es necesario que el colegio cardenalicio, elector del Sumo Pontífice, pueda tener la iniciativa, a su arbitrio y en casos graves, de exigir al Pontífice, rendir razones ante la Iglesia de sus actos claramente no conformes a los deberes del oficio recibido o ajenos a los límites de su autoridad, dispuesto eventualmente a enmendarse, como lo hizo Pedro ante el reclamo de Pablo. Esto requerirá una reinterpretación del canon 1404 del Código de Derecho Canónico, que de ahora en adelante deberá referirse sólo a la autoridad doctrinal y no ya a la acción pastoral, al gobierno de la Iglesia o a la conducta moral del Papa.
----------En este nuevo y deseable Concilio al que debemos aspirar, no sería necesario convocar a todos los obispos del mundo, como se ha hecho hasta ahora, incluido el último Concilio. Y ello porque en el Vaticano II se ha visto la poca practicidad de una cosa de tal género, porque es prácticamente imposible e irrealista hacer discutir adecuadamente por años a una asamblea de 2000 personas, además de la inconveniencia de mantener a los obispos alejados de su diócesis durante años. También hay que considerar que los modernos medios telemáticos permiten una fácil comunicación con los obispos ausentes.
----------Sobre todo, debe tenerse presente que en el Concilio Vaticano II, dada la gran cantidad de temas a tratar (una mole inmensa), se tuvo que recurrir, por necesidad de las cosas, a grupos más restringidos de obispos o a comisiones de expertos, muchos de los cuales no eran obispos ni delegados de obispos, los cuales han debido preparar ellos al menos los borradores de los documentos conciliares, que debían ser votados por la asamblea general, asumiendo a veces un poder que demostró ser excesivo.
----------Por otra parte, este repliegue o solapamiento de la labor que debió haber sido episcopal, hizo posible la infiltración, entre los Padres conciliares, de teólogos cripto-modernistas, los cuales, intoxicados después del Concilio por un malsano protagonismo, han tomado la mano a los obispos, sentando las premisas de todos los daños que habrían de causar en las décadas subsiguientes hasta hoy.
----------Pero se comprende también que en una situación tan artificiosa, con cuánta aproximación y malestar o incomodidad la asamblea conciliar haya tenido que tomar nota y examinar los borradores preparados por las comisiones y en su mayor parte haya tenido que apresurarse y confiar en el trabajo realizado. Lo mismo valía, entonces, que al Concilio hubiera acudido sólo una representación del episcopado mundial.
----------Un relato interesante y rico en noticias de la increíble agitación de los espíritus, pero también del grandioso y fructuoso multiplicarse de intercambios, que tuvieron lugar durante las labores del Concilio, en medio de maniobras de todo tipo, intuiciones luminosas, esfuerzos agotadores y discusiones interminables, es el Diario del Concilio (Edizioni San Paolo 2005) del padre Yves Congar, quien fuera perito del Concilio.
----------El desarrollo de los Concilios Ecuménicos han podido ocurrir de modo diferente en siglos anteriores, cuando en las asambleas conciliares estaban presentes como máximo ciento cincuenta o doscientos obispos, los cuales, por otra parte, todos ellos sabían latín. Y además, las cuestiones en el orden del día fueron siempre mucho más limitadas y claras, urgentes y a los ojos de todos, a diferencia del Concilio Vaticano II, donde surgieron, para ser sometidas al discernimiento de un enorme número de Padres conciliares, muchas cuestiones inesperadas e impensadas, de las cuales ni siquiera se conocía su sentido y utilidad.
----------En cambio, en los precedentes Concilios, un número restringido de especialistas, es decir, los propios Obispos, sin necesidad de muchos "peritos" o "expertos", tenían la comodidad y la facilidad de tomar rápidas y seguras decisiones. En tales condiciones era efectivamente posible discutir y confrontarse todos a una. Por esto, para evitar que se repitan los inconvenientes del Vaticano II, en el próximo Concilio será suficiente con convocar sólo a representantes de Obispos elegidos por sus hermanos.
----------Pero el problema, por ahora, es que, invadidos como estamos por los modernistas, probablemente sean pocos los que adviertan las exigencias que he señalado, claramente fastidiosas para ellos. Sin embargo, es necesario tener confianza en que, tratándose de exigencias razonables, urgentes y conformes con la naturaleza y los fines de la Iglesia, estas exigencias se harán sentir cada vez más en el Pueblo de Dios y en los Obispos, con el agravarse de la crisis provocada por los modernistas y la nefasta reacción de los pasadistas.
----------De hecho, no veo cómo se podría salir de esta crisis, sino con un nuevo y deseable Concilio, que atienda a las exigencias que he señalado. Así es como siempre ha ocurrido en momentos similares en la Iglesia. Los modernistas, por su parte, dado que por ahora dirigen los acontecimientos según sus deseos, sintiéndose dueños de la Iglesia y engañados ilusoriamente por el éxito que logran en el mundo, perseveran ciegamente hacia el abismo, al igual que los pasadistas, ciegos también ante las necesidades de la Iglesia.
----------Pero, como está dicho en la Primera Carta a los Tesalonicenses, "como un ladrón en la noche, así llegará el día del Señor. Cuando digan: 'paz y seguridad', entonces de repente les sobrevendrá la ruina, como los dolores de una mujer encinta; y nadie escapará" (1 Tes 5,1-3).
----------Está claro que los modernistas verían como humo y espejos las propuestas que he presentado, dado que ellos van exactamente en el sentido opuesto a su dirección. Ni hablar de los pasadistas, enfermos de nostalgia. Pero nada impide que ambos partidos, estimulados por el Espíritu Santo, puedan tener un repensamiento, puedan cambiar de opinión y tal vez, como el hijo pródigo, darse cuenta de que están comiendo algarrobas de cerdo. Llegados a este punto, conscientes de la gravedad de la situación, podrían convertirse en promotores del nuevo Concilio, pero sin embargo naturalmente no en sentido modernista ni en sentido restauracionista del preconcilio, sino según las verdaderas exigencias actuales de la Iglesia.

7 comentarios:

  1. Héctor Beghiristain8 de febrero de 2024, 15:25

    Acerca de lo que aquí se dice del ecumenismo... después de todo, ¿qué es el ecumenismo, desde un punto de vista lógico?... sino una astuta duplicación del concepto de 'catolicismo', pero privado del atributo de verdad, y de apostolado; para convertirlo en un concepto de horizontalidad no axiológica. ...

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    1. No, estimado Héctor, el verdadero ecumenismo es diálogo en la verdad común y compartida, para conducir al hermano a la plenitud de la verdad o para dejarnos conducir a la plenitud de la verdad.

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    2. Héctor Beghiristain9 de febrero de 2024, 7:06

      Estimado padre Filemón: sería hermoso y consolador... pero si hemos tenido un mandato preciso, el de ser portadores de una Verdad que salva, el diálogo sólo puede estar fundado en ella y apuntar a ella. De lo contrario, ¡estamos relegados a un eclecticismo que roza el latitudinarismo!

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    3. El verdadero ecumenismo es trabajar con todo lo de uno mismo para que se elimine el escándalo de la separación. Siento este escándalo como un sufrimiento profundo... Ya a principios del siglo XX en el grupo Les Dombes, que se reunían en la abadía del mismo nombre cerca de Lyon, un grupo que incluía a eminentes teólogos católicos, ortodoxos y de varias confesiones protestantes, se llegó a la producción conjunta de documentos que establecían concordia sobre dogmas como la transustanciación, la virginidad de María Santísima, los sacramentos, el primado de Pedro... Documentos muy autorizados pero que encontraron resistencias, especialmente políticas, por ejemplo en los distintos patriarcados con respecto al primado Petrino, resistencias también de los protestantes, pero no todos, con respecto a la teología sacramental... Dado que los pastores y los jefes de todas las iglesias (incluida la católica) también ostentan y ejercen un poder económico, político y territorial.
      Lamentablemente, el camino es largo, también porque pocos trabajan en lo que nos une y mucho más en lo que divide... Pero si realmente amamos a la Iglesia, que es el Cuerpo Místico de Cristo, debemos comprender que este Cuerpo vive su más escandalosa división precisamente en la fragmentación confesional, todos debemos trabajar por la unidad.

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    4. Y puedo testimoniar, habiendo vivido durante años en una comunidad católica con vocación ecuménica, que viviendo juntos, al final, son muchos los protestantes que deciden acercarse a los sacramentos, y muchos católicos que, a ejemplo de los protestantes, se deciden a profundizar de modo radical su relación con la presencia del Verbo en Su Palabra.

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    5. Héctor Beghiristain10 de febrero de 2024, 8:42

      Estimado Sr. Ferrero: trabajar "sobre lo que une"... "hermanos separados"... con otras mil sofísticas variaciones acrobáticas. Estas pseudo-logías me las han ido imponiendo desde pequeño, ¡vamos, seamos serios! Si el lenguaje sigue siendo rehén del juego hermenéutico, que pospone, indefinidamente, el encuentro con la "res"... ¡podemos también fingir estar de acuerdo, sobre la base de un ilimitado y recíproco hablar en equívocos!

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