martes, 20 de febrero de 2024

Los pequeños grupos ideologizados (10/13)

La Iglesia todavía hoy, y repetidamente por boca del Santo Padre, recomienda a santo Tomás de Aquino, sabio utilizador en clave católica del pensamiento de Aristóteles, porque Tomás, Doctor Común (i.e. Universal) de la Iglesia, es incomparable en el poner término a las controversias, en el crear acuerdos entre adversarios, en la promoción del diálogo entre posiciones adversas, en el jugar como factor de mediación en los contrastes doctrinales, que son fuentes de discordias entre el eternalismo y la revolución, entre opuestos extremismos. [En la imagen: fragmento de "La Virgen de la Costura", fresco realizado entre 1609 y 1611, obra de Guido Reni, conservada en la capilla de la Anunciata, en el Palacio del Quirinal, Roma, Italia].

Los datos a tener presentes para la solución del problema. Qué es el modernismo
   
----------Veamos ahora cómo se configuran los dos bandos enfrentados. Empecemos por los modernistas. Como se sabe, fue llamado "modernismo" por Pío X el vasto complejo de doctrinas heréticas que surgieron en tiempos del Santo Pontífice, mientras que los propios exponentes de este movimiento se designaron a sí mismos con este término, naturalmente en tono de jactancia y en sentido positivo, como de católicos que pretendían modernizar la cultura católica teniendo en cuenta las conquistas culturales de los tiempos modernos.
----------San Pío X, sin embargo, no vio en el modernismo nada más que un cúmulo de errores, "la suma de todas las herejías", sin reconocer en ello nada positivo, sobre la base de una general condena de la "filosofía moderna". El remedio propuesto por el Papa era el puro y simple retorno a santo Tomás de Aquino y a la teología escolástica, sin mencionar para nada una posible asunción crítica de los valores de la modernidad.
----------De hecho, los modernistas estaban movidos por el deseo de modernizar la Iglesia en el sentido de abrirla a los valores del pensamiento moderno. La instancia, como es evidente, no era equivocada. La idea era buena. Efectivamente, desde los tiempos del Humanismo la Iglesia había permanecido retrasada o a la zaga frente a los progresos que se habían venido verificando en el campo de las ciencias humanas, con daño para el progreso de la teología y de las costumbres morales, que toman su alimento de las ciencias para una vida cristiana orientada continuamente a la conquista del Reino de Dios.
----------Esta instancia o necesidad de progreso y modernización de la Iglesia, sin embargo, no había salido a la luz o no se manifestaba en teólogos, moralistas y filósofos bien formados en la vida cristiana, sino en hombres seducidos por los errores de la modernidad, de modo que ellos, carentes del debido discernimiento que debería basarse y estar guiado por las directrices provenientes de la Tradición, de la Escritura y del Magisterio de la Iglesia, tomaron como criterio para la delicada y compleja operación el mismo pensamiento moderno, a la luz del cual hicieron una criba o selección en el patrimonio de la doctrina católica para elegir en ella sólo lo que estaba de acuerdo con la modernidad, vale decir, para comportarse al revés de cómo deberían haber actuado: en lugar de juzgar el mundo a la luz del Evangelio, tomaron del Evangelio sólo lo que concordaba con el mundo, juzgando el resto como obsoleto, anticuado o incluso erróneo.
----------En la encíclica Pascendi Dominici gregis, del papa san Pío X, del 1907, están expuestas las doctrinas erróneas, pero no se nombran los autores en los cuales los modernistas se inspiraban o de los cuales estaban influenciados. Se nota, en general, una influencia del kantismo, del positivismo, del idealismo, del protestantismo y del racionalismo iluminista. Detrás del fenomenismo  (nn. 7, 8, 26, 57) se reconoce a Kant y Comte; detrás del agnosticismo (nn. 7, 9, 10, 13, 57, 65, 68, 77) y de lo incognoscible (nn. 11, 13, 27, 81) se reconoce a Spencer y la mística pagana; la privada inspiración, la experiencia individual (n.21), el fideísmo (nn. 11, 29, 61), la negación y falsificación de los Sacramentos (n.38), el rechazo del Magisterio de la Iglesia (n.86) y el rechazo de la Tradición (nn. 25, 36, 51, 90) recuerdan claramente a Lutero; el indiferentismo religioso (nn.12, 14, 22, 25), y la negación de lo sobrenatural (n.15) hace pensar en el iluminismo y en la Masonería; el ateísmo (n.22) hace pensar en Demócrito, Feuerbach y Marx; el subjetivismo (nn. 59, 70, 77, 81), la idolatría de la filosofía moderna (nn.75, 85), la conciencia religiosa auto-referencial (nn. 8, 42) y el desprecio por la filosofía escolástica (nn. 75, 85, 87) se refieren claramente a Descartes y Lutero. Su luteranismo viene explícitamente declarado (n.32); la manía de la innovación (nn. 20, 75) y el racionalismo (nn.3, 32) hacen ciertamente referencia a Descartes; la inmanencia vital (nn.10, 33, 34, 65, 73) y la falsa noción de progreso (nn.55) remiten claramente a Hegel y el inmanentismo hace pensar, además de en Hegel, también en la antigua gnosis, en Meister Eckhart y en la teosofía de Helena Blavatsky; la necesidad de lo divino (nn. 10, 38, 41, 50, 73, 74) remite al pelagianismo, al voluntarismo de Ockham, Fichte, Schopenhauer, Marx y Nietzsche; la perversión del eterno concepto de verdad (n.20) ciertamente remite a Protágoras y a la sofística griega; el subconsciente (nn. 10, 11, 14) hace pensar en Herbart y anticipa a Freud; el sentimiento (nn. 11, 12, 14, 16, 18, 77) recuerda a Schleiermacher y los románticos alemanes; la negación de la divinidad de Cristo mediante una falsa crítica histórica (nn. 13, 27) recuerda a Reimarus, Baur, Bauer y Strauss y Renan; la evolución del dogma y el relativismo dogmático (nn. 16, 18, 19, 20, 48, 49, 54, 55, 65, 68, 72) remiten a Heráclito, Schelling, Lessing, Von Harnack, Wellhausen y Dilthey; la experiencia religiosa (nn. 25, 39, 68, 78, 79) hace pensar en la mística protestante o india y en William James; el conciliarismo (nn. 45, 52) hace pensar en Marsilio de Padua; la negación de la divinidad de Cristo (n.60) hace pensar en Arrio; el panteísmo (n.80) hace pensar en Spinoza y en el idealismo alemán; la soberbia antropocéntrica (nn. 82, 83, 84) hace pensar en Giordano Bruno y al antropocentrismo mágico cabalístico y renacentista; que la Iglesia no tiene un origen divino, no ha sido fundada por Cristo, sino que ha nacido de la simple conciencia religiosa (n.41) es una tesis derivada de la Masonería; el concepto de que "todo debe ser mudable" (n.48), de que "no hay nada inmutable en la Iglesia" (n.54); la legitimación del conflicto intraeclesiales y de la contradicción (nn. 51, 69) hace pensar ciertamente en la dialéctica hegeliana.
----------Estando así las cosas, podemos distinguir el término modernismo en sentido histórico del modo de designar un muy preciso método teológico en sí independiente, como el que he definido y descripto, del momento histórico en el cual fue realizado por primera vez, y tal como para poderse actuar en otros momentos históricos, como ha sucedido a partir del período postconciliar hasta nuestros días.
----------Han cambiado los autores a los cuales se remitían los modernistas de la época de Pío X, pero el método, el espíritu, el enfoque de fondo siguen siendo los mismos. He aquí por qué todavía hoy podemos hablar de modernismo, pero no en el sentido usado por los lefebvrianos, que tienen razón al llamar "modernistas" a teólogos como Leroy, Laberthonniére, Blondel, Maréchal, Teilhard de Chardin, Rahner, Schillebeeckx, Boff o Küng. Obviamente existen grados de gravedad del error, pero el error en sí mismo siempre se puede designar con el mismo nombre, así como una enfermedad puede estar en una fase leve o en una fase aguda.
----------Está claro que teólogos como Tyrrell, Buonaiuti, Fogazzaro o Loisy, fueron modernistas de un modo más grave de cuanto lo fueron aquellos que he citado anteriormente. Los Papas del postconcilio no usan sino rarísimamente el término modernista, pero está claro que cuando hablan de secularismo, subjetivismo, idealismo, relativismo, gnosticismo o mundanidad espiritual, se refieren al modernismo.
----------Si hoy algunos hablan de los modernistas usando impropiamente el eufemismo de progresistas (pues no hay en sí nada malo en el progreso, y por eso mismo hay en la Iglesia sanos progresistas), con más necesidad debemos hablar más bien de modernistas, porque es un término que aporta claridad y muestra la gravedad de la posición de quienes se lo merecen. Aunque hoy a nadie le guste designarse con la palabra modernista, está claro que no podemos darle a esta palabra exactamente el mismo sentido que le daba san Pío X, partiendo de aquella su visión excesivamente severa, a la cual me he referido líneas arriba. Repito entonces: debemos llamar a los actuales modernistas con el término modernistas, y no con el ambiguo de progresistas. A decir verdad, entre aquellos que hoy confunden ambos términos, no son pocos los que los usan unívocamente revelando su propia ideología pasadista o indietrista, opuesta a todo tipo de progreso en la Iglesia.
----------Por consiguiente, si hoy hablamos de modernistas, debemos precisar que reconocemos en ellos aspectos positivos, que han precedido a las doctrinas del Concilio Vaticano II o han concurrido a su formación. El caso más emblemático es el de Rahner, quien, a pesar de merecer plenamente esta calificación de modernista, sin embargo ha dado al Concilio una contribución universalmente válida y reconocida.
----------Líneas arriba mencioné que no debemos hablar de modernismo en el sentido usado por los lefebvrianos, quienes tienen razón al llamar modernistas a teólogos de la época del papa san Pío X y a otros teólogos actuales. Sin embargo, no tienen razón los lefebvrianos cuando llaman modernistas a las nuevas doctrinas del Concilio Vaticano II. Si así lo hacen, llegando al punto de acusar de modernismo a los Papas del postconcilio, es porque no saben apreciar el valor de la contribución dada a esas doctrinas por un Rahner y por otros teólogos progresistas. Está claro entonces que los lefebvrianos usan aquí el término de modo equivocado, confundiendo por modernismo el sano progreso teológico promovido por el Concilio Vaticano II.
   
El nudo fundamental de la cuestión
   
----------La raíz primera del conflicto que hoy atormenta a la Iglesia entre indietristas y modernistas reside en una cuestión de fondo metafísica que involucra a entrambos: el problema de cómo poner de acuerdo lo mutable con lo inmutable, el ser con el devenir, el ser con el actuar, la estática con la dinámica, la estabilidad con la historicidad, el permanecer con el cambiar, la tradición con el progreso, la conservación con la evolución, la fidelidad con la renovación, el dogma con la pastoral, la firmeza con la flexibilidad, la conservación de la ley  con la adaptación de la ley, la fidelidad al pasado y la proyección hacia el futuro.
----------La diferencia entre los dos partidos radica en el hecho de que mientras los indietristas son platónicos estancados en el ser e incómodos o en malestar en el devenir, los modernistas son heraclíteos engolfados en el devenir e incapaces de mirar el ser. Los primeros intuyen con el intelecto, pero desconfían del sentido; los segundos se dejan seducir por el sentido y nublan el intelecto. Los primeros conocen el espíritu, pero desprecian la materia; los segundos aprecian la materia, pero son miopes en el espíritu.
----------Los primeros son inmovilistas, los segundos son subversivos. Los primeros son rígidos y rigoristas; los segundos son muelles y laxistas. Los primeros separan; los segundos confunden. Para los primeros el ser es vertical, para los segundos es horizontal. Es necesario explicar a entrambos cómo en la Iglesia los dos valores de fondo del ser y del devenir deben ser conjugados.
----------Quien en el ente deviniente ha visto correctamente y ha sido capaz de decirnos cómo se concilian ser y devenir, cómo se concilian estasis y movimiento, cómo se concilian mutable e inmutable, en un único ente, dando a cada uno de los dos componentes lo suyo, ha sido Aristóteles.
----------Así, para Aristóteles el ente viviente corpóreo tiene una identidad suya propia, tiene una esencia y unas propiedades específicas e individuales, tiene materia y forma, está compuesto de sustancia y accidentes, tiene un ser y un actuar, acopla en sí la inmutabilidad de la esencia con el dinamismo del actuar, está en el espacio y en el tiempo, se desarrolla y progresa, aunque manteniendo intacta su identidad.
----------Es necesario considerar el crecimiento de la sustancia viviente. Ella posee una esencia inmutable y las potencialidades que en la fase del desarrollo del sujeto producen efectos siempre mejores. En la vida biológica, en un cierto momento, el proceso de crecimiento se detiene y comienza una fase de declive que conduce a la muerte. No así para la Iglesia. Ella es un organismo viviente en continuo crecimiento porque es un organismo espiritual y el organismo bien dirigido y alimentado no conoce declives ni decadencias.
----------De esta manera, en el caso de la Iglesia, estamos ante una sustancia viviente, una persona mística, el cuerpo místico de Cristo, como enseña el apóstol san Pablo, aunque compuesta de personas, el pueblo de Dios o comunidad cristiana. Y así como un cuerpo tiene muchos miembros, así nosotros somos miembros de este cuerpo, partes integrantes de esta persona mística.
----------Por lo tanto, no debemos perder de vista que nuestro tema es la Iglesia, sustancia viviente. Es una comunidad humana que crece, se desarrolla, se renueva, progresa en la historia. Es necesario tener muy clara su esencia. No cambia su esencia. Cambian sus formas históricas.
----------¿Cómo reconocer y apreciar el progreso de la Iglesia pero manteniendo inalterada su esencia? Como viva persona corpóreo-espiritual, la Iglesia tiene un alma y un cuerpo, una mente, una voluntad, desarrolla en la historia y en el espacio una acción, se acrecienta, se expande, se perfecciona, se conserva y al mismo tiempo progresa, se defiende de las fuerzas enemigas, se nutre de la verdad y de la gracia de Cristo, es guiada por el Espíritu Santo, está en camino hacia el Padre y la Jerusalén celestial.
----------La Iglesia todavía hoy recomienda a santo Tomás de Aquino, sabio utilizador en clave católica del pensamiento de Aristóteles, porque Tomás, Doctor Común (i.e. Universal) de la Iglesia, es incomparable en el poner término a las controversias, en el crear acuerdos entre adversarios, en la promoción del diálogo entre posiciones adversas, en el jugar como factor de mediación en los contrastes doctrinales, que son fuentes de discordias entre el eternalismo y la revolución, entre opuestos extremismos.
----------El tomismo, a lo largo de los siglos, siempre ha puesto en mano de los Pontífices óptimos instrumentos doctrinales para mantener unida a la Iglesia, salvar las diversidades, resolver las disputas, promover la paz y la concordia. Tanto la rigidez como el laxismo están fuera de la voluntad de Dios y son factores de conflicto y de decadencia, porque no son la verdad total, sino posiciones parciales y unilaterales.
----------El secreto para conciliar el ser y el devenir, la identidad con la diversidad, la unidad con el pluralismo, la historia y la metafísica, la tradición y el progreso, lo permanente con el cambio, reside en comprender bien qué cosa es lo uno y qué es lo otro, conciliándolos como nos viene enseñado por el pensamiento aristotélico-tomista que siempre ha sido recomendado por la Iglesia.
----------El punto de aplicación de la conjunción de esos factores que a nosotros aquí nos interesa, es la vida de la Iglesia de hoy, desgarrada por un antagonismo entre indietristas ​​y modernistas, al que es necesario poner fin lo antes posible para obtener una vida eclesial serena y fructuosa, según el programa del Concilio Vaticano II.
   
Los errores de los modernistas de ayer y de hoy
   
----------Los modernistas parten de un concepto de filosofía de origen cartesiano, por el cual el filósofo se presenta como un revolucionario del pensamiento, un radical reformador o renovador del pensamiento, como alguien que finalmente ha descubierto la verdad después de milenios de dudas y de incertezas e ilusiones. Por lo tanto, ellos presentan su sistema como completamente nuevo y original, desvinculado de cualquier precedente, divorciado de cualquier tradición, por lo cual todo lo que ha sido pensado antes de aparecer ellos debe ser descartado y relegado a un pasado ya superado.
----------Pero en realidad, si nosotros confrontamos o comparamos lo que ellos quisieran hacernos pasar como un formidable descubrimiento suyo, que nadie había hecho nunca jamás, y conocemos la historia de la filosofía, nos daremos cuenta de que el pensamiento que ellos quisieran presentar como adecuado para los tiempos modernos, no es más que la reedición de los ya muy viejos errores filosóficos de los albores de la filosofía griega, como los de Anaximandro, los de Parménides, los de Meliso, los de Heráclito, los de Demócrito, los de Protágoras, los de Sexto Empírico, los de Pirrón, etc.
----------En cuanto a los teólogos modernistas, detrás de su instancia o necesidad de satisfacer las exigencias del pensamiento moderno, y detrás de la pretensión de expresarse en un lenguaje comprensible para el hombre de hoy, si nosotros examinamos con atención lo que les gustaría hacernos creer, y al mismo tiempo conocemos la teología de Lutero, nos daremos cuenta de que su pretensión de interpretar la Biblia mejor que la Iglesia y contra el dogma, el Magisterio y la Tradición, no es otra cosa que el reflejo de las herejías de Lutero empeoradas por el panteísmo de Spinoza o por el protestantismo liberal del siglo XIX, como por ejemplo el de Schleiermacher o el de Bultmann del siglo pasado.
----------Los errores de los modernistas tocan el ámbito de la gnoseología y la metafísica. Parten de un concepto erróneo del conocimiento y del ser. Analicémoslos entonces.
   
Los errores gnoseológicos de los modernistas
   
----------Sus errores en gnoseología son muchos y variados. Me limito a elencarlos y dar una breve descripción, porque abordar cada uno de ellos alargaría demasiado este artículo y al fin y al cabo basta con consultar una buena historia de la filosofía contemporánea. Esos errores son el fenomenismo, la fenomenología, el empirismo, el idealismo, el subjetivismo, el relativismo, el cientismo, el fideísmo, el gnosticismo, el agnosticismo.
----------1. Fenomenismo: sostiene que la realidad no tiene existencia en sí, no es una esencia subsistente, sino que se presenta sólo como algo que se da en el espacio y en el tiempo, a lo que se denomina fenómeno. A esta posición también se la suele llamar fenomenalismo.
----------2. Fenomenología: preferentemente atribuida a Edmund Husserl y a su método, que subraya el carácter intencional de la conciencia y la necesaria epojé o prescindencia o puesta entre paréntesis de todo juicio, de toda teoría, a fin de que emerja el fenómeno en cuanto tal, es decir, no como apariencia, sino como manifestación originaria de la realidad en la conciencia.
----------3. Empirismo: corriente de pensamiento que sostiene que nuestro conocimiento deriva de la experiencia en cuanto considerada como la única fuente de conocimiento.
----------4. Idealismo: sostiene que la verdadera realidad la constituyen las Ideas, y no las cosas materiales (Platón); o bien, que el espacio y el tiempo no tienen existencia independientemente de la subjetividad humana (Kant); o bien y sobre todo, se niega realidad independiente a lo finito, al objeto, que, estando destinado a devenir otro, no puede gozar de existencia autónoma como tal, lo que conlleva aceptar su idealidad, en cuanto mero momento en el desarrollo de lo Absoluto (Hegel).
----------5. Subjetivismo: factor primario para toda verdad y moralidad es la individualidad psíquica y material del sujeto particular, siempre variable e imposible de trascender hacia una verdad absoluta y universal.
----------6. Relativismo: corriente de pensamiento que niega la existencia de verdades absolutas, ya sea en el ámbito del conocimiento, de la moral o de la metafísica.
----------7. Cientismo: también llamado cientificismo, afirma la aplicabilidad universal del método y el enfoque científico, y la idea de que la ciencia empírica constituye la cosmovisión más acreditada o la parte más valiosa del conocimiento humano, con la exclusión de otros puntos de vista.
----------8. Fideísmo: a Dios no se puede llegar por la razón, sino solamente a través de la fe.
----------9. Gnosticismo: pretende obtener un saber absoluto mediante una experiencia mística y extática, más que por medios meramente racionales e intelectuales.​
----------10. Agnosticismo: niega la posibilidad de conocer lo suprasensible, lo trascendente.
----------En cuanto a los errores metafísicos, su exposición se presta a un cuadro sintético más breve, que podemos resumir en cuatro puntos: 1) ser y pensamiento; 2) ser y devenir; 3) ser y actuar; 4) ser y aparecer. Trataremos de ellos en nuestra próxima nota.

2 comentarios:

  1. El Concilio Vaticano II ha traído muchos bienes y frutos a la Iglesia y el que quiere entenderlo lo entiende fácilmente. No existe ninguna herejía en los documentos del Concilio.
    La crisis es política antes que religiosa, de hecho yo diría que es política pero no únicamente italiana o europea u occidental. Italia, Roma y Europa son un campo de conquista. Por eso las potencias del mundo piensan que los católicos estamos divididos. No estamos divididos, los católicos estamos cancelados o anulados por motivos políticos. Debemos desaparecer, porque esto es lo que los nuevos amos del mundo están tratando de hacer.
    Mientras tanto acostumbrémonos a comer insectos, cantar y festejar el carnaval...

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    Respuestas
    1. Estimada Marina,
      estoy de acuerdo en reconocer que los males actuales de la Iglesia, de Europa y de Occidente, no provienen del Concilio Vaticano II, sino de fuerzas políticas imperialistas, que quieren subyugarnos.
      Esto no quita mi admiración por los estadounidenses, pero me temo que este desafortunado contraste hoy vigente entre pasadistas y modernistas (Trump y Biden) también está creando grandes dificultades en los Estados Unidos.
      En cuanto a Rusia y China, ciertamente también tienen objetivos imperialistas hacia Occidente. Lo mismo puede decirse del Islam.
      ¿Qué debemos hacer entonces?
      Pues bien, necesitamos alimentar más que nunca nuestra fe católica, que, como dijo Benedicto XVI, presupone la civilización greco-romana, que la Iglesia ha utilizado para formarse a sí misma, y que propone al mundo aquellos valores no negociables de los que hablaba el mismo Benedicto XVI y que han sido retomados por el papa Francisco.

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