jueves, 8 de junio de 2023

Concepto católico y concepto luterano de la justificación (3/4)

La gracia no es, como creen los luteranos, como un desodorante esparcido en un ambiente maloliente, a fin de que el hedor siga estando presente pero tapado por el olor del desodorante. La gracia es el "perfume de Cristo" (2 Cor 2,15), que sustituye el "hedor del pecado mortal", como lo llamaba santa Catalina de Siena. Por eso sigue siendo válida la condenación de la concepción luterana de la gracia, hecha por el Concilio de Trento. [En la imagen: fragmento de "Lutero ante la Dieta de Worms", pintura de Anton von Werner, de 1877, actualmente en la Galeria Estatal de Arte de Stuttgart, Alemania].

Justo y pecador
   
----------Es conocida la tesis luterana de la corrupción total de la naturaleza humana como consecuencia del pecado original. Lutero ha expresado lo siguiente: "Digo que tanto en el hombre como en los demonios las fuerzas espirituales no sólo han sido corrompidas por el pecado, sino completamente destruidas, de modo que ya no hay en ellos más que una razón depravada y una voluntad enemiga y adversaria de Dios, cuyo único pensamiento es la lucha contra Dios" (W XL, 1, 293, 24-27, I, 55).
----------Y es igualmente conocida la corrección hecha por el Concilio de Trento: "El libre albedrío no ha sido en absoluto extinguido, aunque se ha atenuado e inclinado al pecado" (Denz.1521). Luego nos gustaría preguntar a Lutero cuál es la confiabilidad que puedan tener, sobre estas bases, sus razonamientos, confianza que durante cuarenta años él les ha prodigado profusamente, para convencernos de sus ideas (la edición Weimar de las Obras completas cuenta hasta ahora 63 volúmenes).
----------Lutero cree que el esfuerzo del libre albedrío en la observancia de la ley no conduce a nada, sino que "esto no hace más que aumentar su ceguera y su impotencia" (Erasmo, Il libero arbitrio, p.239). Afirmación del todo falsa, porque en realidad, como lo demuestran las prácticas ascéticas no sólo de los cristianos, sino de todas las civilizaciones, el ejercicio metódico y una buena educación, con el socorro de la gracia, robustecen la voluntad, aunque siempre en un condición de humana fragilidad y pecaminosidad.
----------Como es bien sabido, para Lutero el hombre nunca, en ningún momento, puede estar libre de pecado: "en esta vida el pecado siempre se adhiere a la carne. Dios limpia en nosotros este pecado, que sin embargo permanece. No que el pecado esté ausente (como dicen los sofistas que se debe obrar bien, a fin de que no tengamos en nosotros consciencia de no tener pecado); el pecado está presente, pero Dios lo ignora y está oculto a sus ojos" (W XL, 1, 233, 24-27; 31-234; 12-13).
----------¿Por lo tanto, san Pablo era un sofista, cuando dice no ser consciente de ninguna culpa? (cf. 1 Cor 4,4). Lutero razona a la inversa de san Pablo: éste se siente inocente, y se encomienda con confianza, y "con temor y temblor" (Fil 2,12) al juicio de Dios y dice: "no por esto estoy justificado" (v.4).
----------Lutero, por el contrario, con presuntuosa arrogancia, no obstante el reproche de la conciencia, está absolutamente cierto de estar justificado, totalmente seguro de ello, y de hecho afirma: "debemos absolutamente dar como cierto que estamos en gracia, que nosotros agradamos a Dios a causa de Cristo, que nosotros tenemos el Espíritu Santo" (W XL, 1, 575, 32-33).
----------El Concilio de Trento obviamente aprueba la confianza en la divina misericordia, pero precisa que ella no puede basarse en una certeza de salvarse prescindiendo de las buenas obras, y condena tal actitud como "vana haereticorum fiducia" (Denz.1533, 1534, 1562, 1565).
----------Por eso, cuando san Pablo dice: "No cumplo el bien que quiero, sino el mal que no quiero" (Rom 7,19), no quiere decir que no hace nunca nada bueno, él que es uno de los más grandes Santos del cristianismo, sino que es una profesión de humildad, con la cual simplemente se refiere al hecho de que a veces el impulso (fomes concupiscentiae), que él advierte a hacer el mal es tan fuerte, que supera la fuerza de la voluntad, atenuando con eso mismo la culpa, dado que disminuye el deliberado consentimiento.
----------"La justicia cristiana consta de dos cosas, dice Lutero (W XL, 1, 228, 33-229), la fe del corazón y la imputación de Dios: la fe es ciertamente la fe formal, pero no basta, porque después de la fe quedan las reliquias del pecado en la carne: ese sacrificio de la fe comenzó en Abraham, pero finalmente no es cumplido sino con la muerte. Es el motivo por cual es necesario que venga la otra parte de la justicia, que la perfecciona, y que es la imputación divina". Para Lutero, Dios no imputa al hombre su pecado, no porque el pecado sea cancelado, sino porque Dios no tiene en cuenta el pecado.
----------Lutero sostiene que no se puede nunca estar seguros de estar exentos de pecado, ni siquiera después de una buena confesión. No estamos nunca en buena fe. No somos nunca sinceros: "No se puede estar ciertos de no cometer muchos pecados mortales precisamente en las mejores operaciones a causa del ocultísimo vicio de la vanagloria o del amor propio" (Prop.48 de la disputa teológica de 1518).
----------Pero es lícito preguntarse: Lutero, que aquí se muestra tan desconfiado acerca de la rectitud de nuestras intenciones y frente a la voz de nuestra conciencia, ¿con qué cara ha podido entonces sostener, con absoluta certeza, estar en lo correcto, cuando en la dieta de Worms de 1521 hizo apelación a su propia conciencia por rebelarse contra la Iglesia de manera tan descarada?
----------Lutero cree que el hombre está siempre en estado de pecado mortal porque confunde el pecado con la concupiscencia. Es significativa esta expresión de Lutero: "El pecado, es decir, las malas inclinaciones, deben ser reconocidas como pecado" (W 2, 737). Este es un grave error, porque crea escrúpulos, por lo cual se corre el riesgo de que, para liberarse de estos escrúpulos, se caiga en el laxismo bajo el pretexto de la misericordia. Y este error fue denunciado por el Concilio de Trento (Denz.1515.). El pecado es un acto. La concupiscencia es un estado. Los pecados también se pueden multiplicar, pero cada vez pueden ser cancelados por el perdón divino. La concupiscencia, en cambio, como tendencia al pecado, permanece de por vida, incluso en los santos.
----------Pues bien, la Declaración conjunta de 1999, que aquí estamos analizando, no da muestra de que los luteranos hayan recibido esta distinción y explica de este modo el famoso dicho luterano de que el cristiano es "al mismo tiempo justo y pecador": "El cristiano es en verdad justo porque Dios Ie perdona sus pecados mediante la Palabra y el Sacramento, y le atribuye la justicia de Cristo, que él hace suya en la fe y que Ie convierte en justo ante Dios. Ahora bien, viéndose a sí mismo, reconoce que, por la ley, sigue siendo totalmente pecador, pues el pecado sigue viviendo en él" (n.29). "Ciertamente el poder esclavizante del pecado se ha quebrado por los méritos de Cristo: el pecado no es ya 'dominador' del cristiano, porque ha sido 'dominado' por Cristo, con quien el justificado está unido mediante la fe" (ibid.).
----------Estas explicaciones no resuelven la bien conocida contradicción de la fórmula luterana, porque evitan citar el elemento que pone bajo luz la contradicción, es decir, la gracia. Que también el hombre justo, es decir, quien está en gracia, es pecador, no causa dificultad, si se refiere al hecho de que el hombre, en la vida presente, por más justo y santo que sea, tiene la tendencia a pecar (fomes peccati) y de hecho, como dice el Concilio de Trento (Denz.1537), peca venialmente a menudo e inevitablemente. En tal sentido es posible estar al mismo tiempo en gracia y pecar venialmente. Con el pecado venial no se pierde la gracia.
----------El problema es el del pecado mortal. El hecho de que la Declaración no mencione esta distinción no contribuye a una clarificación del discurso. Pero lamentablemente es evidente el intento de encubrir las cosas con una cortina de humo, porque, si ésta se quitara, reaparecería la contradicción. Pero aún en tal caso, las medidas adoptadas no sirven para cubrirla, también por la impropiedad y ambigüedad de las expresiones.
----------Por consiguiente, nos preguntamos, en primer lugar, si puede existir en esta vida un "hombre completamente justo". En realidad, un hombre del todo justo puede existir sólo en el paraíso del cielo. Aquí abajo nadie, ni siquiera los más santos, son del todo justos, sino que siempre conservan defectos, está presente en ellos la concupiscencia, y pecan a menudo al menos venialmente.
----------Así pues, menos aún puede existir, y es grotesco el solo pensarlo, un hombre que sea "del todo pecador", es decir, pecador desde todo punto de vista, vale decir, un hombre carcomido por todos los vicios, contrario a todas las virtudes y en el grado máximo concebible de la malicia humana. Por lo tanto, la mera idea de un hombre "del todo justo y del todo pecador" es una absurdidad absolutamente impensable, que ciertamente no se le ha venido a la mente ni siquiera a Lutero.
----------Indudablemente, un hombre cuyos pecados han sido perdonados es un hombre en gracia y en tal sentido es justo, aun cuando, como he dicho, siga siendo pecador en potencia, es decir, está sujeto a la posibilidad de pecar y dentro de breve tiempo caerá en algún pecado venial, que sin embargo no le quitará la gracia. En cambio, si cayere en pecado mortal, pierde la gracia.
----------Y en tal sentido, no se puede ser simultáneamente justo y pecador, es decir, pecador en acto, así como no se puede estar simultáneamente vivo y muerto o un paisaje no puede encontrarse simultáneamente en el día y en la noche, "por la contradicción que no lo permite", diría Dante. Después de todo, se comprende cómo Lutero haya concebido su idea, si partimos del presupuesto de que para él la gracia no da vida al alma, sino que es extrínseca a un alma muerta.
----------La Declaración no corrige para nada el falso concepto que Lutero tenía de la gracia como "manto" o "capa" que cubre el pecado. La gracia no es la simple "justicia de Cristo", porque ésta, en su infinidad, pertenece exclusivamente a Cristo, y el cristiano no es Cristo, sino que la gracia es participación, como tal finita, en el alma, de la vida divina de Cristo. La gracia quita el pecado, no lo oculta. Es cualidad sobrenatural, que el alma puede adquirir, recibiendo el perdón divino, pero que también puede perder por el pecado.
----------La gracia no es un desodorante esparcido en un ambiente maloliente, a fin de que el hedor siga estando presente pero tapado por el desodorante. La gracia es el "perfume de Cristo" (2 Cor 2,15), que sustituye el "hedor del pecado mortal", como lo llamaba santa Catalina de Siena. Por eso sigue siendo válida la condenación de la concepción luterana de la gracia, hecha por el Concilio de Trento (Denz.1528s, 1545s, 1561). Esta concepción luterana de la gracia ha sido refutada a la luz de la doctrina de santo Tomás de Aquino por el Siervo de Dios padre Tomas Tyn en su tesis de licenciatura en teología De gratia divina et iustificatione. Oppositio inter theologiam Sancti Thomae et Lutheri, Studio teologico Domenicano, Bologna 1976.
----------Una última observación: el justo en gracia no "domina" el pecado, según la tesis luterana de la Declaración, sino que está libre y exento de él, al menos del pecado mortal. En el momento y por todo el tiempo que está en gracia, está sólo ocasionalmente sujeto al pecado venial. En todo caso, digamos que el justo domina y refrena las malas inclinaciones, impidiéndoles que pasen al acto con el pecado. Se debe notar que los autores espirituales enseñan que es posible estar libres de pecados mortales incluso de por vida.

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