Cualquier laico que sea invitado por cualquier motivo a participar en una misa usando el Misal de 1962 puede responder sencillamente que se lo impide la Iglesia en su conciencia, a través tanto del dictado como del espíritu de la constitución Sacrosanctum Concilium del Concilio Vaticano II: ningún auténtico fiel católico, que sea plenamente consciente de tal nombre, puede volver a ser mudo espectador de un rito destinado sólo para el clero, sino que debe participar de la única acción (acción de Cristo y de la Iglesia) tal como el Novus Ordo Missae, en continuidad con la tradición, se lo permite hacer. [En la imagen: fragmento de "La Última Cena", óleo sobre lienzo de 1748, obra de Marcos Zapata, conservado y expuesto en la Catedral de Cuzco, Perú].
Contradicción y participación: dialogando acerca de la "paz litúrgica"
----------En realidad, pensaba terminar (al menos por ahora) con nuestras reflexiones acerca de la "paz litúrgica", con la cuarta nota, publicada el día de ayer. Sin embargo, un email escrito por un culto lector, que me plantea dos cuestiones importantes, me obliga a retomar aquí el tema, para continuar el debate y la confrontación de ideas. De modo que transcribo a continuación las dos preguntas que se me han planteado, a las que acompaño mis respuestas. Comienza diciendo el lector: "Leyendo sus reflexiones, padre Filemón, acerca de los significados de 'paz litúrgica´, que pueden ser significados correctos o falsos, esto me lleva a hacerle dos preguntas. La primera se refiere a su frase en relación con el motu proprio Summorum Pontificum, cuando usted dice que 'introduce un paralelismo muy peligroso entre formas contradictorias del mismo rito romano'".
----------Quisiera saber, cómo esta afirmación suya puede ser compatible tanto con Sacrosanctum Concilium n.23 que, hablando de la reforma que se ha de hacer, dice expresamente: 'no se introduzcan innovaciones si no lo exige una utilidad verdadera y cierta de la Iglesia, y sólo después de haber tenido la precaución de que las nuevas formas se desarrollen, por decirlo así, orgánicamente a partir de las ya existentes'; y también con Instrucción General del Misal Romano n.6 cuando dice: 'es fácil ver cómo ambos Misales romanos, aunque entre ellos medie una distancia de cuatro siglos, recogen una misma e idéntica tradición. Pero si se examinan los elementos internos de esta tradición, se entiende cuán acertada y felizmente el primero es completado por el segundo'. En realidad no es fácil comprender cómo el nuevo Misal sea fiel a los dictados de la constitución Sacrosanctum Concilium, que pedía que las nuevas formas se derivaran de las anteriores, ni cómo los dos Misales puedan conservar la misma e idéntica tradición, y al mismo tiempo puedan ser dos formas contradictorias del mismo rito romano.
----------En lo que respecta al tema de la participación activa me gustaría saber qué entiende usted por este concepto y si ella es posible solamente en el Novus Ordo o es posible también en otras formas rituales.
----------Pienso también que para comprender el concepto de participación activa sea fundamental reconocer los principios directivos de Sacrosanctum Concilium, que estaban en la base de la reforma y que siguen siendo fundamentales para llevar a los fieles a una activa celebración de los misterios. Según el papa san Juan Pablo II, estos principios son: la centralidad del Misterio Pascual, la lectura de la Palabra de Dios y la liturgia como epifanía de la Iglesia en oración. Como recordaba el mismo Papa: 'Ahora que la mayor parte de los libros litúrgicos han sido publicados, traducidos y puestos en uso, sigue siendo necesario tener presentes constantemente estos principios y profundizarlos' (Vicesimus quintus annus, n.5).
----------Creo que más que detenerse en la participación activa en abstracto, es mejor profundizar en estos principios y traducirlos en nuestra celebración.
----------Finalmente, quisiera sólo mencionar que el verdadero sujeto de la celebración es el Christus totus, el Cristo total, vale decir, Cristo que asocia siempre a su Iglesia. Perder de vista este concepto hace difícil comprender dos cosas: la primera, que todos, sacerdotes y fieles, participan porque participan cada uno a su modo, del sacerdocio de Cristo y por tanto participan más según se identifiquen con Cristo a través de la palabras y los gestos de la celebración; y la segunda, que el sujeto asociado a Cristo es toda la Iglesia, la noción de Iglesia universal es fundamental y se sitúa antes de la Iglesia particular y de la comunidad tanto ontológica como temporalmente. Muchas gracias por su atención".
----------Me gustaría aprovechar las dos preguntas planteadas por este culto lector, para aclarar aún más mis perplejidades con respecto a este tipo de lecturas de la constitución Sacrosanctum Concilium.
Respondo a la primera pregunta
----------Empecemos por tratar de responder a la primera pregunta. Es absolutamente claro que la constitución Sacrosanctum Concilium y la Instrucción General del Misal Romano (vale decir, el texto conciliar referido a la liturgia y su reforma, y las premisas para uno de los ordines más importantes de la reforma litúrgica) entienden la Reforma litúrgica del Concilio Vaticano II como un acto de continuidad. Es la misma Iglesia católica de rito romano, que había venido celebrando según el rito tridentino, la que mediante un acto de Reforma, continúa siendo ella misma, también en y mediante el nuevo rito.
----------La lógica de la argumentación de los dos mencionados textos (SC e IGMR) es, evidentemente, una justificación de la continuidad, no obstante los actos de discontinuidad, como son, precisamente, las "reformas". Me parece verdaderamente curioso que se pueda utilizar esta argumentación, del todo aceptable y compartible, para invertir el razonamiento, sosteniendo que, al afirmar la continuidad, se debe poder admitir que el rito a reformar y el que lo reforma, son igualmente legítimos. Esto no es un razonamiento, sino un sofisma, porque elimina la historia como factor decisivo para evitar la contradicción.
----------Me explico. Lo que era hasta 1969 el rito romano, se ha convertido, a partir de 1970, en algo diferente, permaneciendo igual a sí mismo. En la historia se puede entender bien que no hay contradicción entre una celebración de 1673 y una de 1994. Pero si en 2010 se ha pretendido poder celebrar, indiferentemente, o con el rito de 1673 o con el de 1994, entonces se crea, inevitablemente, una contradicción patente e inevitable. Esos dos ritos, que no son contradictorios sino complementarios desde el punto de vista diacrónico, se vuelven en cambio contradictorios e incompatibles desde el punto de vista sincrónico.
----------Porque el niño se viste como niño y el anciano se viste como anciano: no hay contradicción en la historia del sujeto. Pero si, al mismo tiempo, un niño puede vestirse de niño o de anciano, entonces la contradicción se puede explicar por dos motivos: o porque estamos en carnaval o por alguna dificultad o enfermedad del sujeto. ¿Hace falta que haga más concreta la ironía de mi metáfora?
----------Por eso personalmente encuentro verdaderamente curioso que se puedan invocar las claras palabras de la Sacrosactum Concilium y de la Instrucción General del Misal Romano, que justifican la lógica discontinuidad de la Reforma para afirmar la continuidad de la tradición ritual, con el único propósito de sostener la ilógica vigencia contemporánea (sincrónica) del nuevo rito y de aquel viejo rito que ha sido precisamente la razón de la reforma, a causa de sus límites, sus lagunas, y sus defectos.
----------Por otra parte, en cuanto se abandonan las abstracciones de los funcionarios de la curia, y se va a lo concreto, a la pastoral diocesana y parroquial, esto es evidentísimo: ¿cómo se puede retornar a una liturgia de la palabra tan pobre como la del Misal de 1962? ¿Cómo se puede sentir nostalgia por una oración universal del Viernes Santo que llama "infieles" a nuestros hermanos mayores? La contradicción entre las dos "formas del rito romano" (expresión usada desde 2007 a 2021) aparece en el momento en el cual, eliminada la historia, se pretende equipararlas abstractamente. Este es la peligrosa tentativa obrada por Summorum Pontificum, fuera de toda tradición, y con los resultados inevitablemente lacerantes que conocemos.
Respondo a la segunda pregunta
----------Vengamos ahora a la segunda pregunta. La participación activa, como a menudo se olvida, es la verdadera razón de la Reforma litúrgica. Todo aquello que ha sido proyectado por Sacrosanctum Concilium es a fin de promover una forma de participación en el misterio del culto que se aleje del modelo (clásico para los laicos) de la pasiva asistencia. No debemos olvidar que todavía la encíclica Mediator Dei volvia a formular así el modo en que los laicos debían "asistir" a Misa, desarrollando en sus almas "los mismos sentimientos de Cristo" en modo independiente respecto de los ritos.
----------Hacer de la liturgia los "ritos y oraciones" en los cuales todos tomen parte (aunque en la diversidad de ministerios) determina la exigencia de una global reforma de todos los ordines. Por eso, observando la historia de los últimos sesenta años, debemos reconocer que la exigencia y necesidad de "actuosa participatio", habiendo determinado la Reforma litúrgica, no puede ser compatible con los ordines precedentes a la Reforma. De lo contrario, deberíamos pensar que la Reforma litúrgica haya modificado inútilmente e innecesariamente las secuencias rituales, los textos rituales y los gestos rituales que, ya en cuanto tales, podían favorecer esta forma plena de participación. El "Christus totus", que el lector menciona con razón como uno de los conceptos-clave, no admite una participación sólo para determinadas clases.
----------De aquí se deriva una consecuencia muy simple: hoy por hoy, sólo con el Novus Ordo Missae se puede garantizar la participación deseada por Sacrosanctum Concilium, no con el Misal de 1962, dado que, para conseguirla, la Constitución conciliar sobre la Liturgia pide que los ordines sean modificados, vale decir, reformados. Por eso, repitiendo el testimonio de un laico, desde hace ya algunos años, sugiero a cualquier laico que sea invitado por cualquier motivo a participar en una misa tridentina responder sencillamente que se lo impide la Iglesia en su conciencia, a través del dictado y del espíritu de la constitución Sacrosanctum Concilium: ningún auténtico fiel católico, plenamente consciente de sí, puede volver a ser mudo espectador de un rito destinado sólo para el clero, sino que debe participar de la única acción (acción de Cristo y de la Iglesia) tal como el Novus Ordo Missae, en continuidad con la tradición, se lo permite hacer.
Concluyendo
----------Las dos preguntas formuladas por el lector, como puede verse, están estrechamente relacionadas. Se trata de dos cuestiones conexas. En razón de un concepto más profundo de "participación" -donde está en juego la común participación en la única acción de Cristo- se ha iniciado hace sesenta años una Reforma al servicio de la continuidad de la tradición ritual romana.
----------Introducir, repentinamente, en 2007, una negación de todo esto, haciendo posible a cualquier sacerdote -sin ninguna condición- el poder celebrar "sin el pueblo" indiferentemente con el rito vigente o con el rito ya no vigente, me parece ceder gravemente a una lectura nostálgica e individualista de la tradición ritual, que sustría a los Obispos la guía y dirección de la liturgia en su propia diócesis. Este modelo de supuesta "iglesia universal" es demasiado funcional al individualismo clerical auto-referencial para poder aspirar a ser verdaderamente creíble. Providencialmente este peligro de mistificación litúrgica ha sido cancelado, al menos a nivel canónico, con el motu proprio Traditionis custodes, que ha vuelto a encauzar jurídica y teológicamente la Reforma litúrgica y, por ende, el Movimiento litúrgico, en su auténtico camino.
Lo que dijo San Juan Pablo II fue: Siete i nostri fratelli prediletti e, in un certo modo, si potrebbe dire i nostri fratelli maggiori.
ResponderEliminarEse pueblo judío rechazó al Mesías, y lo sigue rechazando.
Está certificado que así se rezó durante más de diez siglos.
Es una nostalgia de la verdad.
No se tiene caridad para con los judíos escondiéndoles o edulcorando la verdad.
Estimado Anónimo,
Eliminares cierto que la caridad exige la verdad, y la enseñanza de la verdad es una forma de caridad.
Sin embargo, la sustancia de su comentario no es compartible.
Una parte del pueblo judío aceptó al Mesías, y de aquellos judíos que aceptaron al Mesías nació la Iglesia. Por otra parte, no todos los que entonces formaban el pueblo judío tuvieron ocasión de comprender el mensaje de Jesús, en el propio tiempo de Jesús. Con mucha más razón los actuales hebreos miembros de la nación israelí, en tierra israelí o dispersos por todo el mundo.
Por eso, si comprende esto que he dicho, puede comprender que es misión de la Iglesia, y misión nuestra en cuanto católicos (también misión suya si tiene ocasión) el diálogo evangelizador hacia los hermanos mayores, miembros del pueblo judío. De ahí el nuevo impulso dado por el Concilio Vaticano II al diálogo judeo-cristiano.
Obviamente eso debía manifestarse en el rito de la Misa, "fons et culmen" para la fe y la vida de los cristianos. De ahí las modificaciones que se han hecho a los textos rituales y gestos rituales que indicaban un marcado e injusto desprecio hacia los judíos (como lo he explicado detalladamente en artículos recientes).
Por consiguiente, me parece inutilmente provocativa su frase "Está certificado que así se rezó durante más de diez siglos. Es una nostalgia de la verdad". Usted parecería decir que si un pecado (un acto de injusticia) se ha cometido durante diez siglos, entonces ha dejado de ser pecado y se ha vuelto virtud.
Nadie está negando la verdad, nadie está negando que el único Mesías y Salvador es Jesucristo, y que aquel judío que en buena fe rechaza al Mesías comete un error y peca. Pero esto no quita que sea un error, una injusticia, una ofensa a nuestros hermanos mayores, llamarlos en la liturgia (¡nada menos que en la Misa!) "infieles", "pérfidos", o "deicidas" o, si viene al caso, cuantas cosas más se han dicho a través de la historia. ¿Cómo estaría en tal caso cumpliendo la Iglesia de ese modo su misión evangelizadora?
Hasta siento vergüenza de tener que recordarle a Ud. estos conceptos que son del todo obvios. Pero que usted parece haber pasado por alto.
Estamos en un silogismo de 4 términos. Porque pueblo judío está en el mismo argumento en 2 sentidos distintos.
EliminarSi hablamos de pueblo judío desde el punto de vista étnico, es cierto que muchos son cristianos. Y ahí comprendemos desde la Virgen, los apóstoles y todos los primeros cristianos hasta el día de hoy.
Si hablamos desde un punto de vista teológico, entonces comprendemos en ese término a los judíos después de Cristo que no lo aceptan como mesías.
Son dos cosas muy distintas.
Si fue una injusticia o pecado rezar esa oración durante diez siglos, significa que la Iglesia mandaba la injusticia o el pecado bajo pena de pecado. Tema complicado porque rezándola cometo una injusticia y si se la rezaba se desobedecía y se cometía un pecado.
En fin.
Estimado An.,
Eliminarno es como usted dice. Desgraciadamente usted se equivoca en los dos pasajes de su comentario. Trate de pensar con calma y buen sentido común, por favor.
1)
La expresión del rito romano referida al pueblo judío en la oración del Viernes Santo no tiene ningún supuesto "sentido teológico" que la asamblea eucarística de fieles esté obligada a entender más allá de su simple sentido común, como si se tratara de gnosis para iniciados. No. Se trata simplemente de los judíos, el pueblo de la Antigua Alianza, nuestros hermanos mayores, el pueblo elegido por Dios, elección que permanece para siempre. Por todos ellos rezamos el Viernes Santo. Ya lo expliqué detalladamente en las siete notas publicadas a fines de mayo bajo el título: "El pueblo judío: identidad y misión".
2)
De ninguna manera fue injusticia o pecado referirse a los judíos según el Misal romano antiguo, como "pérfidos" o "deicidas". Sin embargo, la Iglesia ha crecido en su Fe y en su vida de la gracia, ha comprendido mejor la identidad del pueblo elegido, y ha crecido en virtud, y ya no los trata como antes. Por eso no ha sido injusticia o pecado si un sacerdote antes rezaba con el Misal anterior o con el Breviario antiguo usando esos términos irrespetuosos hacia los judíos. Pero ahora sí. La Iglesia crece, progresa, avanza, en Fe y en vida de gracia. Los ejemplos históricos de esto son muchos. Por ejemplo, la orden dominicana tiene santos canonizados que han participado en tribunales de la Inquisición que han mandado al poder civil a herejes a pena de muerte. Esos santos no pecaron por eso, ni pecó el poder civil. Pecaría hoy la Iglesia si lo hiciera. Respecto a este tema del maltrato a los judíos en la liturgia preconciliar, he publicado dos notas bajo el título "Textos anti-judíos en la liturgia anterior al Vaticano II" en los primeros días de este mes de junio.
Sobre el punto 2) referido a injusticias que no eran y ahora son... prefiero no referirme.
EliminarSobre el 1) La oración pide que quite el velo de sus ojos, para que reconozcan a Jesucristo, nuestro Señor.
Eso no se pide para alguien que reconoce a Jesucristo.
Por lo tanto es claro que no se refiere a los judíos como etnia, sino a aquellos que no reconocen a Jesucristo desde el judaísmo después de Cristo.
Estimado An.,
Eliminarusted está tomando unas palabras del Misal que ha sido abolido. De todos modos vale igualmente lo que he dicho.
La Oración por los Judíos en el rito romano actual del Viernes Santo dice así:
"Oremos también por el pueblo judío, el primero a quien habló el Señor Dios nuestro, para que acreciente en ellos el amor de su nombre y la fidelidad a la alianza."
"Dios todopoderoso y eterno,
que confiaste tus promesas a Abraham y a su descendencia,
escucha con piedad las súplicas de tu Iglesia,
para que el pueblo de la primera alianza
llegue a conseguir en plenitud la redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor."
Ahora bien, está claro que el Pueblo de Dios reunido en asamblea eucarística, está rogando por todos los judíos. No existe en esto ningún velado sentido teológico que deba ser explicado a los fieles, sencillos o cultos, de cualquier condición e instrucción. El pueblo de Dios, con su simple sentido común, entiende que está orando para que ese pueblo de la primera alianza, llegue a poseer la plenitud de las promesas que se le han prometido a ese pueblo en particular, porque Dios es siempre fiel a sus promesas, sean judíos en buena o mala fe, creyentes o no, que hayan creído o no en el Mesías.
Y esto también puede aplicarse a las antiguas oraciones por los judíos, ahora abolidas.
Su buen sentido común le debe indicar a usted que en la Asamblea eucarística se reza (se reza ahora y se rezaba también antes) por todo el pueblo elegido, por los judíos todos.
Respecto al segundo punto, entiendo entonces que usted ha comprendido perfectamente mi razonamiento. Me alegro por ello.
Se preguntaba: ¿Cómo se puede sentir nostalgia por una oración universal del Viernes Santo que llama "infieles" a nuestros hermanos mayores?
EliminarEvidentemente se hablaba de la vieja oración del Viernes Santo por los judíos.
Por eso tomé las palabras de la vieja oración, porque es lo que se discutía. No se discutía sobre la oración actual. Por eso aclaré la comprensión del término judíos en esa oración. La anterior oración que pedía que quitara el velo de sus ojos para que también reconozcan a Jesucristo no se aplica a los cristianos, por más que su etnia sea judía.
Es imposible aplicar la oración de otro modo.
Así que con la antigua oración se rezaba por los judíos que no habían abrazado la fe cristiana. Y se pedía por su conversión para que acepten a Jesucristo.
Pensar que se podía referir a una persona de etnia judía y de fe cristiana no es posible. Porque esa persona ya reconoció a Jesucristo.
Estimado An.,
Eliminargracias por su aclaración.
A decir verdad, no me queda claro si todos los "Anónimos" que aquí han comentado son los mismos. El primer Anónimo (el del 20 de junio de 2023, a las 13:11) manifestaba una clara negación de las actuales enseñanzas de la Iglesia y una escandalosa obstinación por despreciar al pueblo judío hechándoles en cara su "infidelidad", "perfidia", "deicidio", y todas las ideas que podían derivarse de las injustas expresiones de los textos litúrgicos ya abolidos en el anterior ritual del Viernes Santo. Ahora, el último "Anónimo" parece más comprensivo.
Sea como sea, se trate o no de los mismos "Anónimos", mis palabras en todo caso valen lo mismo. Me explico entonces, por última vez:
En el rito abolido, el viernes santo, no se pedía meramente por los judíos que no habían abrazado la fe cristiana. sino, por los "pérfidos judíos"... "obcecados"... Eso ciertamente no es caridad.
Providencialmente, la Iglesia ha abolido tales oraciones. No se puede sentir nostalgia por esta "verdad", en la que no hay caridad. Providencialmente el papa san Juan XXIII advirtió estas injusticias hacia nuestros hermanos mayores, y cambió estos textos; y el Concilio Vaticano II y los Papas del post-concilio avanzaron en el camino del diálogo judeo-cristiano.
"Porque el niño se viste como niño y el anciano se viste como anciano: no hay contradicción en la historia del sujeto. Pero si, al mismo tiempo, un niño puede vestirse de niño o de anciano, entonces la contradicción se puede explicar por dos motivos: o porque estamos en carnaval o por alguna dificultad o enfermedad del sujeto".
ResponderEliminarMuy buena imagen, querido Padre Filemón. Es sin más ni más lo que pienso cuando veo a uno de estos tradicionalistas vistiendo sus sotanas y sus capas, sus fajas y sus tricornios, sus mucetas y sus puntillas. O están de carnaval o están de la cabeza.
Estimado Ross,
Eliminarhe dicho que yo no quería poner tan clara la ironía...
Disculpen, pero no puedo hacer silencio sobre una cosa: sentir nostalgia por expresiones inconvenientes en los misales antiguos, que son claramente errores en la pastoral de la Iglesia, por el ejemplo el trato hacia los judíos en los misales antiguos, me parece que es una clara muestra de obediencia, y más que eso, una clara falta de respeto filial hacia lo que la Iglesia ha reconocido sabiamente ya hace mucho tiempo atrás. Ha sido el papa Juan XXIII quien, también antes del Concilio, había reconocido esos errores en el Misal tridentino.
ResponderEliminarMuy de acuerdo. Pues sería como tener nostalgia del pecado. Al pecado, doble pecado, porque no hay arrepentimiento del pecado, y se tiene nostalgia del pecado.
EliminarEstimado Sergio y Anónimo,
Eliminarcomparto en un todo sus conceptos.
Uno de los motivos (importantes, aunque por supuesto no el único) para la Reforma litúrgica impulsada por el Concilio Vaticano II, es el defectuoso tratamiento hacia los judíos en el Misal y en el Oficio de Horas, anteriores a los actuales. Esto lo he demostrado en dos artículos recientes.
Se siente vergüenza ajena de sólo pensar que haya sacerdotes que celebren Misa con antiguos misales, o recen sus horas con el anterior Breviario, con semejante trato hacia los judíos. Está claro que del "sentire cum Ecclesia", no parecen entender nada.