lunes, 5 de junio de 2023

Reflexiones sobre el rito de la paz

El rito de la paz es fruto de la recuperación de una práctica celebratoria que la gran tradición ritual medieval y moderna había casi por completo marginado o perdido. En la tradición que precedió al Concilio Vaticano II estaba presente sólo en la Misa Solemne y con una limitación sustancial a los clérigos. Venimos, pues, de siglos en los cuales el rito de la paz o no estaba presente o era reducido a un gesto brevísimo, aunque significativo. Lo hemos recuperado hace menos de sesenta años y es sorprendente que la resistencia sea, sobre todo, contra su excesiva visibilidad y duración. Es cierto que a veces sucede que el rito de la paz trasciende sus fronteras, implica la reciprocidad de toda la asamblea, con movimientos y migraciones y desplazamientos y saludos, etc. pero ¿es esto sólo negativo? ¿Acaso el modelo del rito eucarístico debe ser el de una asamblea absolutamente inmóvil? ¿Qué burocrática oficina romana puede tener esto como un ideal? [En la imagen: fragmento de "Pax vobiscum. Jesús resucitado se aparece a sus discípulos, obra de Duccio di Buoninsegna, témpera sobre madera del 1308 a 1311, conservado en el Museo dell'Opera del Duomo, Siena, Italia].

¿Paz sin canto y sin gesto? Problemas de un documento poco claro
   
----------Siempre con el ánimo de reflexionar sobre el sentido de los ritos de la liturgia romana, a fin de hacer algún modesto aporte que ayude al desarrollo del Movimiento litúrgico y a una más cabal implementación de la Reforma litúrgica impulsada desde el Concilio Vaticano II, quisiera traer hoy al recuerdo del lector un documento de hace casi una década atrás, emanado por el Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Se trata de la Carta Circular del 8 de junio de 2014 "El significado ritual del don de la paz en la Misa", firmada por su entonces prefecto, el cardenal Antonio Cañizares Llovera, y su secretario, el arzobispo Arthur Roche (quien es el actual prefecto del dicasterio). Quisiera aquí recordar el contenido del breve documento (que consta de sólo ocho párrafos) para luego plantear algunas cuestiones sobre la oportunidad y la forma argumentativa de este texto disciplinar litúrgico.
----------Reitero que, al tratar de modo teórico y especulativo una cuestión de disciplina litúrgica como la que consideraremos en este artículo, siempre salvada por supuesto la debida obediencia a las normas litúrgicas emanadas por la Sede Apostólica, estamos sin embargo en el plano del gobierno pastoral de la Iglesia, que es campo sujeto a la falible prudencia pontificia, por lo cual se trata del ámbito de lo libremente opinable, en lo cual podemos teóricamente tener consensos o disensos con lo dispuesto por Roma. Por tanto, pongo por delante que de este modo deben ser recibidas estas reflexiones, vale decir, como personal opinión de quien escribe este artículo, y que manifiesta algunos disensos en el nivel teórico, sin que estos disensos en nada disminuyen la obligación de obediencia a la actual disciplina de la liturgia romana.
   
El sentido teológico del rito de la paz en la celebración eucarística
   
----------Vayamos inmediatamente al texto del documento (sus pasajes se ofrecen aquí en cursiva). En primer lugar, en sus dos primeros números, la Circular presenta sumariamente el sentido teológico del rito de la paz dentro de la celebración eucarística. Simplemente transcribo esos dos primeros números, sobre los que no considero necesario aquí explayarme en detalles.
----------1. "La paz os dejo, mi paz os doy" (Jn 14,27), son las palabras con las que Jesús promete a sus discípulos reunidos en el cenáculo, antes de afrontar la pasión, el don de la paz, para infundirles la gozosa certeza de su presencia permanente. Después de su resurrección, el Señor lleva a cabo su promesa presentándose en medio de ellos, en el lugar en el que se encontraban por temor a los Judíos, diciendo: "¡Paz a vosotros!" (Jn 20,19-23). La paz, fruto de la Redención que Cristo ha traído al mundo con su muerte y resurrección, es el don que el Resucitado sigue ofreciendo hoy a su Iglesia, reunida para la celebración de la Eucaristía, de modo que pueda testimoniarla en la vida de cada día.
----------2. En la tradición litúrgica romana el signo de la paz, colocado antes de la Comunión, tiene un significado teológico propio. Este encuentra su punto de referencia en la contemplación eucarística del misterio pascual -diversamente a como hacen otras familias litúrgicas que se inspiran en el pasaje evangélico de Mateo (Mt 5,23) -presentándose asi como el 'beso pascual' de Cristo resucitado presente en el altar (cf. Missale Romanum, ex decreto SS.Concilii Tridentini restitutum summorum pontificum cura recognitum, Editio typica,1962, Ritus servandus, X, 3). Los ritos que preparan a la comunión constituyen un conjunto bien articulado dentro del cual cada elemento tiene su propio significado y contribuye al sentido del conjunto de la secuencia ritual, que conduce a la participación sacramental en el misterio celebrado. El signo de la paz, por tanto, se encuentra entre el Pater noster -al cual se une mediante el embolismo que prepara al gesto de la paz- y la fracción del pan -durante la cual se implora al Cordero de Dios que nos dé su paz-. Con este gesto, que 'significa la paz, la comunión y la caridad' (Congregación del Culto, Instrucción Redemptionis sacramentum, 25 marzo 2004, n.71), la Iglesia 'implora la paz y la unidad para sí misma y para toda la familia humana, y los fieles se expresan la comunión eclesial y la mutua caridad, antes de la comunión sacramental' (Missale Romanum, editio typica III, 2000, reimpresión enmendada 2008, Ordenación General del Misal Romano, n.82, cf. Benedicto XVI, exhortación Sacramentum caritatis, 2007, n.49), es decir, la comunión en el Cuerpo de Cristo Señor".
   
Las instancias del Sínodo de Obispos del 2005 y la respuesta del Dicasterio del Culto
   
----------A continuación, el documento aclara que se está interviniendo sobre un tema que había surgido del Sínodo sobre la Eucaristía y del cual la exhortación apostólica postsinodal Sacramentum caritatis habla en el n.49, delegando a la Congregación competente para tratar más adelante la cuestión, tanto en lo que respecta a la ubicación del gesto en la secuencia de los ritos eucarísticos, como en cuanto a sus modalidades, invitando en todo caso a recuperar una cierta sobriedad.
----------3. "En la Exhortación Apostólica post-sinodal Sacramentum caritatis, el papa Benedicto XVI había confiado a esta Congregación la tarea de considerar la problematica referente al signo de la paz (Sacramentum caritatis, n.49, nota n.150), con el fin de salvaguardar el valor sagrado de la celebración eucarística y el sentido del misterio en el momento de la Comunión sacramental: 'La Eucaristía es por su naturaleza sacramento de paz. Esta dimensión del Misterio eucarístico se expresa en la celebración litúrgica de manera específica con el gesto de la paz. Se trata indudablemente de un signo de gran valor (Jn14,27). En nuestro tiempo, tan lleno de conflictos, este gesto adquiere, también desde el punto de vista de la sensibilidad común, un relieve especial, ya que la Iglesia siente cada vez más como tarea propia pedir a Dios el don de la paz y la unidad para sí misma y para toda la familia humana. [...] Por ello se comprende la intensidad con que se vive frecuentemente el rito de la paz en la celebración litúrgica. A este propósito, sin embargo, durante el Sínodo de los Obispos se ha visto la conveniencia de moderar este gesto, que puede adquirir expresiones exageradas, provocando cierta confusión en la asamblea precisamente antes de la Comunión. Sería bueno recordar que el alto valor del gesto no queda mermado por la sobriedad necesaria para mantener un clima adecuado a la celebración, limitando por ejemplo el intercambio de la paz a los más cercanos' (Sacramentum caritatis, n.49)".
----------Cabe señalar que esta indicación de la Carta Circular del 2014 deriva precisamente de la urgencia de un adecuado testimonio de paz, en un mundo lleno de conflictos y discordias. Al respecto, este documento también se expresa en su número 4:
----------4. "El papa Benedicto XVI, además de destacar el verdadero sentido del rito y del signo de la paz, ponía en evidencia su gran valor como aportación de los cristianos, para colmar, mediante su oración y testimonio, las angustias más profundas e inquietantes de la humanidad contemporánea. Por esta razón, renovaba su invitación a cuidar este rito y a llevar a cabo este signo litúrgico con sentido religioso y sobriedad".
----------Previa consulta realizada a las Conferencias Episcopales, el Dicasterio del Culto finalmente determinó que el rito de la paz permanecería en su posición clásica para el rito romano, es decir, como parte integrante de los ritos de comunión, entre el Padre Nuestro y la fracción del pan: 
----------5. "El Dicasterio, en base a las disposiciones del papa Benedicto XVI, se dirigió a las Conferencias de los Obispos en mayo de 2008 pidiendo su parecer sobre si mantener el signo de la paz antes de la Comunión, donde se encuentra ahora, o si cambiarlo a otro momento, con el fin de mejorar la comprensión y el desarrollo de tal gesto. Tras una profunda reflexión, se ha visto conveniente conservar en la liturgia romana el rito de la paz en su puesto tradicional y no introducir cambios estructurales en el Misal Romano. Se ofrecen a continuación algunas disposiciones prácticas para expresar mejor el contenido del signo de la paz y para moderar los excesos, que suscitan confusión en la asamblea litúrgica justo antes de la Comunión".
----------Enseguida, por lo tanto, el documento reitera la importancia de dar testimonio de la paz, y de inmediato ofrece una serie de sugerencias prácticas sobre este rito:
----------6. "El tema tratado es importante. Si los fieles no comprenden y no demuestran vivir, en sus gestos rituales, el significado correcto del rito de la paz, entonces se debilita el concepto cristiano de la paz y se ve afectada negativamente su misma fructuosa participación en la Sagrada Eucaristía. Por tanto, junto a las precedentes reflexiones, que pueden constituir el núcleo de una oportuna catequesis al respecto, para la cual se ofrecerán algunas líneas orientativas, se somete a la prudente consideración de las Conferencias de los Obispos algunas sugerencias practicas":
----------a) En primer lugar se señala que el rito de la paz tiene ya su significado de oración y de ofrecimiento de la paz en el contexto de la Eucaristía. ¡Por tanto, también se puede omitir!: "Se aclara definitivamente que el rito de la paz alcanza ya su profundo significado con la oración y el ofrecimiento de la paz en el contexto de la Eucaristía. El darse la paz correctamente entre los participantes en la Misa enriquece su significado y confiere expresividad al rito mismo. Por tanto, es totalmente legítimo afirmar que no es necesario invitar 'mecánicamente' a darse la paz. Si se prevé que tal intercambio no se llevara a cabo adecuadamente por circunstancias concretas, o se retiene pedagógicamente conveniente no realizarlo en determinadas ocasiones, se puede omitir, e incluso, debe ser omitido. Se recuerda que la rúbrica del Misal dice: 'Deinde, pro opportunitate, diaconus, vel sacerdos, subiungit: Offerte vobis pacem' (Missale Romanum, Ordo Missae, n.128)".
----------b) En base a esto, es posible prever que, en lugar de gestos familiares o profanos de saludo, se prevean otras modalidades: "En base a las presentes reflexiones, puede ser aconsejable que, con ocasión de la publicación de la tercera edición típica del Misal Romano en el propio País, o cuando se hagan nuevas ediciones del mismo, las Conferencias consideren si es oportuno cambiar el modo de darse la paz establecido en su momento. Por ejemplo, en aquellos lugares en los que se optó por gestos familiares y profanos del saludo, tras la experiencia de estos años, se podrían sustituir por otros gestos más apropiados".
----------c) Se señalan explícitamente como abusos: la introducción de un canto por la paz, el movimiento de los fieles de sus lugares, el alejamiento del presbítero del presbiterio, la superposición entre intercambio de paz y saludos, felicitaciones, condolencias, etc: "De todos modos, será necesario que en el momento de darse la paz se eviten algunos abusos tales como: La introducción de un 'canto para la paz', inexistente en el Rito romano (en el Rito romano no está tradicionalmente previsto un canto para la paz porque se preve un tiempo brevísimo para dar la paz solo a los más cercanos. El canto de la paz sugiere, por el contrario, un tiempo mucho más amplio para el intercambio de la paz); los desplazamientos de los fieles para intercambiarse la paz; el que el sacerdote abandone el altar para dar la paz a algunos fieles; que en algunas circunstancias, como la solemnidad de Pascua o de Navidad, o durante las celebraciones rituales, como el Bautismo, la Primera Comunión, la Confirmación, el Matrimonio, las sagradas Ordenes, las Profesiones religiosas o las Exequias, el darse la paz sea ocasión para felicitar o expresar condolencias entre los presentes (cf. Ordenacion General del Misal Romano, n.82: 'Conviene, sin embargo, que cada uno exprese sobriamente la paz solo a los que tiene mas cerca'; n.154: 'El sacerdote puede dar la paz a los ministros, permaneciendo siempre dentro del presbiterio, para no alterar la celebración. Hágase del mismo modo si, por una causa razonable, desea dar la paz a algunos fieles'; Instr. Redemptionis sacramentum, 25 marzo 2004, n.72)".
----------d) Se invita a preparar catequesis adecuadas sobre el sentido y las modalidades del rito litúrgico: "Se invita igualmente a todas la Conferencias de los Obispos a preparar catequesis litúrgicas sobre el significado del rito de la paz en la liturgia romana y sobre su correcto desarrollo en la celebración de la Santa Misa. A este propósito, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos acompaña la presente Carta circular con algunas pistas orientativas".
----------El documento concluye con una esperanza: que una mayor claridad a nivel litúrgico pueda contribuir a un testimonio más eficaz a nivel de testimonio existencial, entre los pacificadores:
----------7. "La intima relación entre lex orandi y lex credendi debe obviamente extenderse a la lex vivendi. Conseguir hoy un compromiso serio de los católicos de cara a la construcción de un mundo más justo y pacifico implica una comprensión más profunda del significado cristiano de la paz y de su expresión en la celebración litúrgica. Se invita, pues, con insistencia a dar pasos eficaces en tal materia ya que de ello depende la calidad de nuestra participación eucarística y el que nos veamos incluidos entre los que merecen la gracia prometida en las bienaventuranzas a los que trabajan y construyen la paz".
----------Finalmente, la Carta Circular indica que la paz del Resucitado se anuncia y se realiza en la celebración también a través de un gesto humano elevado a la esfera de lo sagrado:
----------"Al finalizar estas consideraciones, se exhorta a los Obispos y, bajo su guía, a los sacerdotes a considerar y profundizar en el significado espiritual del rito de la paz, tanto en la celebración de la Santa Misa como en la propia formación litúrgica y espiritual o en la oportuna catequesis a los fieles. Cristo es nuestra paz (Ef 2,14), la paz divina, anunciada por los profetas y por los angeles, y que Él ha traído al mundo con su misterio pascual. Esta paz del Señor Resucitado es invocada, anunciada y difundida en la celebración, también a través de un gesto humano elevado al ámbito sagrado".
   
El rito de la paz en cuanto tal: una argumentación confusa y contradictoria
   
----------Las primeras impresiones que tuve al leer en su momento el texto de este documento fueron las de incomodidad y de desproporción. Y mi impresión se mantiene casi una década después.
----------El rito de la paz es, en efecto, fruto de la recuperación de una práctica celebratoria que la gran tradición ritual medieval y moderna había casi por completo marginado o perdido. En la tradición litúrgica que precedió al Concilio Vaticano II el rito de la paz estaba presente sólo en la Misa Solemne y con una limitación sustancial al ámbito de los clérigos. En la Iglesia venimos, pues, de siglos en los cuales el rito de la paz o no estaba presente o era reducido a un gesto brevísimo, aunque sin duda significativo. Lo hemos recuperado hace menos de sesenta años y es sorprendente que la resistencia sea, sobre todo, contra su excesiva visibilidad y duración. Es cierto que a veces sucede que el rito de la paz trasciende sus fronteras, implica la reciprocidad de toda la asamblea, con movimientos y migraciones y desplazamientos y saludos, etc. pero ¿acaso es esto sólo negativo? ¿Para quién, en la tierra, el modelo del rito eucarístico debe ser una asamblea absolutamente inmóvil? ¿Qué oficina burocrática puede tener esto como un ideal?
----------Por tanto, si es razonable pensar que ordinariamente el signo de la paz pueda referirse al intercambio con quien esté vecino a mi lugar, no hay ninguna necesidad de definir como abuso una práctica diferente, más amplia y más articulada. Desde mi punto de vista, hubiera preferido líneas interpretativas orgánicas, antes que listas de abusos. Ya va siendo hora de que esta vieja y trasnochada lógica de pretender favorecer los usos con elencos de abusos sea señalada como ineficaz y miope. Es una estrategia de retaguardia.
----------También me gustaría señalar un grave problema de orden lógico del documento sobre el que aquí tratamos. Quizás su redacción sea el resultado de demasiados compromisos, pero lo cierto es que la versión final tenía que tener en cuenta que un lenguaje necesita de una gramática y de una sintaxis fiables. El texto de la circular presenta varios errores que se concentran, en particular, en el párrafo 6/a. Lo repito para su análisis: "Se aclara definitivamente que el rito de la paz alcanza ya su profundo significado con la oración y el ofrecimiento de la paz en el contexto de la Eucaristía. El darse la paz correctamente entre los participantes en la Misa enriquece su significado y confiere expresividad al rito mismo. Por tanto, es totalmente legítimo afirmar que no es necesario invitar 'mecánicamente' a darse la paz. Si se prevé que tal intercambio no se llevara a cabo adecuadamente por circunstancias concretas, o se retiene pedagógicamente conveniente no realizarlo en determinadas ocasiones, se puede omitir, e incluso, debe ser omitido. Se recuerda que la rúbrica del Misal dice: 'Deinde, pro opportunitate, diaconus, vel sacerdos, subiungit: Offerte vobis pacem' ".
----------Este texto habría tenido necesidad de una buena resistematización antes de ser publicado. Tal como está, parece de difícil comprensión, si no se quiere caer en constantes contradicciones. En este pasaje se afirma: 1°. que el rito de la paz ya tiene sentido por el contexto en el que se sitúa; 2°. que el rito de la paz toma sentido del modo con el cual es cumplido (y no del contexto); 3°. que el intercambio de la paz no puede ser reducido a un acto mecánico; 4°. que el intercambio de la paz debe ser cumplido sólo cuando puede asumir significado, y por tanto ¡puede o incluso debe ser omitido porque no es necesario!
----------Parece francamente paradójico que hace nueve años se escribiera (en los inicios del actual pontificado) toda una Circular para recordar que el rito, que implica problemas, puede ser fácilmente celebrado omitiendo la parte más delicada, o sea ¡el intercambio de la paz! De hecho, si se siguiera punto por punto este párrafo fatigoso y contradictorio, se correría el riesgo de llegar a un desenlace paradojal: el vaciamiento del rito de la paz, ¡retornando al régimen preconciliar de 1962, obviamente sólo pro oportunitate!
   
Paz, rito y canto: una dificultad para permanecer en la lógica de la Reforma litúrgica
   
----------Una segunda dificultad, aún mayor, se debe señalar cuando el documento presenta la lista de los abusos, en el primer lugar brilla la prohibición de introducir "un canto por la paz, inexistente en el Rito Romano" (n.6/c). Aquí uno debe detenerse y meditar. ¿Qué significa la expresión "inexistente en el Rito Romano"? En primera impresión, esto parece bastante claro. No existe tradición canora referida al rito de la paz. Bien. Eso es cierto. Pero preguntémonos: ¿existía de verdad, en la Iglesia medieval o en la Iglesia moderna, un rito de paz que pudiera suscitar una tradición ritual de canto? Nuevamente en este caso, lamentablemente, tenemos que responder: no. Y este es el punto más delicado.
----------Si la historia milenaria de la pax Domini, como atestiguan por ejemplo reconocidos liturgistas como Josef Jungmann, Vincenzo Raffa y tantos otros estudiosos, había perdido toda evidencia ritual para la asamblea, ¿cómo es posible invocar la "no existencia de la tradición ritual romana" para impedir que hoy, ante un rito que ha adquirido su nueva consistencia y poder, pudiera surgir una tradición de canto? ¿Por qué deberíamos hacer depender la tradición ritual futura de una tradición ritual no sana? Y si la tradición ya no era sana, en el legítimo progreso, precisamente por su calidad decaída, ¿no debería ser comprendida la experiencia de un rito de la paz no sólo actuado, sino sentida, cantado y vivido? ¿Por qué el "cantar la paz" debería ser cualificado, sin medios términos, como un abuso? ¿No es este quizás, precisamente, el peor abuso? ¿No es permanecer cerrados, de manera auto-referencial, en las prácticas ya conocidas, sin dejar que sople el Espíritu con libertad, a través de las nuevas formas de experiencia y de expresión eclesial?
----------Además de todo, me parece que una tradición de canto de la paz está ya muy presente en la gran tradición del Agnus Dei. "Dona nobis pacem" es una expresión que se ha enriquecido con miles de melodías y de armonías diferentes. ¿Por qué no debería ocurrir lo mismo para la "Pax Domini"?
   
Relación entre rito de paz y vida de paz: correlación completamente extrínseca
   
----------Una tercera dificultad, inicial y final, deriva de la ambigua relación que establece el documento entre paz existencial y paz ritual. La insistencia con la que el documento habla de la exigencia de una más adecuada "formación" en la paz de la entera estructura eclesial aparece singularmente en tensión con esta minimización del rito de la paz. Casi parece que una verdadera catequesis de paz sólo pueda ser asegurada por una marginación, por una contracción, hasta por una parcial omisión, del rito de la paz. Este es quizás uno de los aspectos más paradojales de este extraño documento. Que se preocupa sólo de limitar el rito de la paz, señalando como abusos todas las formas de explicitación simbólica y de correlación con la vida del rito mismo, salvo para luego pretender que precisamente esta contracción y remoción del rito de la paz pueda asegurar a toda la Iglesia un testimonio luminoso en el construir la paz en el mundo.
----------No hay ninguna duda de que los ritos introducen una cierta estilización en la experiencia cotidiana. Intercambiarse la paz, en la asamblea eucarística, es expresión de un don recibido, de una ulterior gratuidad, que luego el banquete eucarístico sella. Pero la pretensión de que la celebración eucarística se inmunice de los gestos de paz ordinarios, y de ese modo no acceda a los simbolismos corporales, canoros, espaciales y personales de la vicencia de paz, parece ser el signo, preocupante, de una grave incomprensión de la tradición: tanto de la tradición humana como de la tradición ritual litúrgica. Lo que parece sorprendente cuando se trata precisamente de un texto emanado por una competente Congregación romana.
   
Conclusión
   
----------Esta Carta circular de 2014 se insertaba en una cadena de documentos que habían venido suscitando demasiadas perplejidades durante años. Puede decirse que todo comenzó en 2001, con Liturgiam Authenticam; se continuó, en 2004, con Redemptionis Sacramentum, y se arribaba en 2014, casi en tono menor, a esta desafortunada Carta circular. Es muy difícil sostener que para "conseguir hoy un compromiso serio de los católicos de cara a la construcción de un mundo más justo y pacifico" sea necesario reducir cualquier impacto simbólico y ritual del gesto de paz. Una cosa es evitar la confusión, y otra cosa distinta es transformar una Misa con el pueblo en una Misa privada, cosa que a veces parece subyacer en esta Circular. Esta de 2014, se trataba de una intervención sustancialmente clerical y que corría el riesgo de endurecer o hacer más rígida la celebración, tasvasándola a un modo frío y auto-referencial.
----------Si bien no se puede desconocer que existen algunos problemas en la actual celebración del rito de la paz en nuestras asambleas litúrgicas parroquiales, sin embargo, tampoco puede desconocerse que el remedio aquí sugerido, francamente hablando, parece peor que la enfermedad. He señalado en otras ocasiones que el papa Francisco, durante su pontificado, no ha estado sólo rodeado de falsos colaboradores (o mejor mistificadores) modernistas, sino también pasadistas. Este documento de 2014 es una prueba de ello.

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