miércoles, 14 de junio de 2023

¿Pero qué "paz litúrgica"? (1/5)

En los últimos quince años la expresión "paz litúrgica" se ha excuchado sobre todo como reclamo de sectores pasadistas en la Iglesia, que solicitan al Romano Pontífice les sea reconocido un supuesto "derecho" a dar culto a Dios según formas rituales hoy no vigentes en la Iglesia de rito romano. A veces también se ha usado la expresión "reconciliación litúrgica". Pero en la última década no han sido sólo expresiones de extremistas del pasadismo católico, sino también términos usados por Obispos y hasta por Cardenales. ¿Qué hay detrás de tales términos? ¿Qué quieren expresar en realidad? No pocas veces la intención de desfigurar el Concilio Vaticano II. Cuando no se trata, hipócritamente, de disimular la actitud de su total rechazo. [En la imagen: fragmento de "La cena en Emaús", óleo sobre lienzo de alrededor de 1538, obra de Jacopo da Ponte, Bassano, conservada y expuesta en el Kimbell Art Museum, Fort Worth, Texas, USA].

----------De modo similar a algunas de sus frecuentes y numerosas locuciones, las cuales no siempre han sido meridianamente claras en su intención expresiva, el recorrido que ha llevado al papa Francisco, desde 2013 a 2021 a legislar rigurosamente sobre disciplina litúrgica con la carta pastoral Traditionis custodes, no ha seguido un camino siempre rectilíneo en sus apariencias, sino a veces muy sinuoso, complicado, podría decirse tentativo o experimental, hasta llegar a su expresión definitiva sólo recién el 16 de julio de 2021, con la promulgación del mencionado motu proprio, al que han seguido posteriores explicitaciones, aclaraciones y actualizaciones, sobre todo por parte del Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
----------Es sabido que clarificando de tal manera el papa Francisco sus directivas de pastoral litúrgica para la Iglesia de rito romano ha producido algunas reacciones que demuestran incomprensión y rechazo por parte de los sectores del pasadismo católico, más o menos intoxicados por los errores lefebvrianos, que no admiten los motivos muy claros argumentados por el Santo Padre para su decisión disciplinar: el rechazo al Novus Ordo Missae, el rechazo al Concilio Vaticano II, y el rechazo al magisterio de los Papas del post-concilio, es lo que está imbricado en el "derecho" que aducen los sectores pasadistas para celebrar la Misa según el rito romano anterior a 1970. En realidad, ellos pretenden seguir llamándose "católicos" con derecho a rechazar la Misa del rito actual como inválida, y al Concilio Vaticano II y a los Papas del post-concilio como herejes.
----------Parece bueno, entonces, procurar una mirada serena, lo más objetiva posible, libre de prejuicios, acerca de lo acontecido en la Iglesia desde la aparición en 2007 del motu proprio Summorum pontificum, del papa Benedicto XVI, y sobre todo desde el inicio del actual pontificado, en 2013, hasta la actualidad, en lo referente a algunas ocasiones en que se han utilizado las expresiones "paz litúrgica" o "reconciliación litúrgica", sobre todo cuando han estado en boca de encumbrados exponentes eclesiales.
----------Es cierto que prestar demasiada atención a la cotidianidad de las expresiones de exponentes de la Jerarquía, tal cual hoy son abundantemente propaladas por los medios de comunicación, puede llevar al desquicio o, al menos, a considerarlas sólo de modo superficial sin discriminar peso y medida de su valor. Pero el extremo opuesto, o sea el no darles ninguna importancia, nos hace perder de vista una comprensiblemente valiosa fuente para comprender el devenir actual de la Iglesia y, en la temática que estamos examinando, nos puede hacer pasar por alto algunos hechos que nos ubican en su razonable motivación lo decidido por el Papa en Traditionis custodes. Es cierto que algunos hechos del devenir actual de la Iglesia no son gratos ni edificantes, pero no podemos desconocerlos si queremos en verdad vivir el presente.
----------A mediados de la semana que pasó tuve ocasión de dialogar epistolarmente con un doctísimo teólogo italiano, anciano sabio y aún lucidísimo, quien durante años fue colaborador del papa san Juan Pablo II en la Curia romana, de quien me siento ampliamente deudor respecto al desarrollo de algunas ideas teológicas y también en la profundización del sentido de un amplio abanico de doctrinas católicas. Sin embargo, en el diálogo mantenido días atrás, no logro comprender bien por qué motivo, mi docto interlocutor, al menos por un breve momento, parecía desorientarse: dió la impresión de dudar del valor de la ciencia histórica, o más bien le ponía límites a la libertad de la investigación histórica sobre ciertas cuestiones que afectan a la Iglesia, y deslizó: "...mi temor es que, dada la notoria hostilidad de tanto pensamiento laicista e iluminista contra la Iglesia, una mayor puesta en evidencia de ciertos temas pueda contribuir a su difamación...".
----------Quienes tienen perfectamente en cuenta la doble condición divino-humana de la Iglesia (de lo cual es totalmente consciente mi sabio interlocutor) no pueden albergar esa clase de temores. La indagación histórica, como cualquier ciencia (y la historia también lo es, aunque en el más bajo de los grados científicos), tiene valor por sí misma, independientemente del uso, tanto bueno como malo, que pueda luego llegar a hacerse de los datos históricos, también de los hechos que han ocurrido, digamos, en los últimos quince años.
----------El conocimiento de la trama a veces demasiado humana (y frecuentemente muy obscura) del devenir de la Iglesia en el mundo, nos ayuda a entender el sentido de los hechos, incluso de aquellos de los cuales somos contemporáneos, sin excluir a los más recientes. Estas son las razones por las que ahora me referiré a un hecho que tuvo por protagonista al cardenal Robert Sarah, hace ocho años atrás.
----------Ahora bien, el ejercicio de la autoridad en la Iglesia romana, es una cosa seria. Tiene necesidad de una doble condición: se tiene autoridad si se está a cargo de un ministerio, pero se tiene autoridad sólo si se ejerce ese ministerio con autoridad, autoritativamente. Simplemente el "tener autoridad" y el actuar "con autoridad" no son lo mismo. No porque se hable con autoridad se es cardenal, pero no porque se es cardenal se está dotado, automáticamente, de una palabra autoritativa.
----------Si un simple bautizado hubiera pronunciado la frase con la cual se abría una entrevista concedida por el cardenal Sarah en los primeros meses de 2015, podría ser simplemente considerado como fruto de ligereza, de descuido y de superficialidad. Pero si es el Prefecto de la Congregación para el Culto quien dice esas palabras, entonces la cuestión es distinta, se vuelve mucho más seria. Escuchemos esta pista inicial, que está justo al comienzo de la entrevista. Dijo Sarah: "El Concilio Vaticano II no ha pedido nunca rechazar el pasado y abandonar la Misa de san Pío V, que ha engendrado a numerosos santos, ni abandonar el latín, pero al mismo tiempo es necesario promover la reforma litúrgica deseada por ese Concilio".
----------Frente a una entrevista que arranca de este modo, no se pueden pasar por alto dos iniciales errores irremediables: 1. la idea de que el Concilio Vaticano II no haya pedido el abandonar la Misa de san Pío V; y 2. que esta presunta intención no esté en contradicción con el "promover la reforma litúrgica".
----------Si en el año 2015, a solamente dos años del inicio del pontificado del papa Francisco, quien era entonces el Prefecto de la Congregación del Culto no lograba captar la interna contradicción entre estas dos declaraciones suyas (así como tampoco captaba la falsedad de la primera) este hecho se convertía en un problema relevante para la implementación misma de la Reforma litúrgica. Realmente sorprende que el cardenal Sarah lograra permanecer todavía en su cargo de Prefecto del Culto hasta febrero de 2021. Por cierto, aunque en ocasiones no lo ha parecido, el papa Francisco sabe tomarse las cosas con calma.
----------Si el Concilio ha querido la "reforma litúrgica" es porque el rito tridentino aparecía (hace ya sesenta años) cargado de limitaciones y de defectos, que debían ser cuidadosamente superados. Si el Concilio no hubiera querido abandonar la Misa de san Pío V, no habría previsto explícitamente una Reforma de la misma. ¿Pero, cómo se puede imaginar un Concilio que reforma un texto ritual para poderlo conservar tal y cual está? ¿En qué mundo al revés podría existir una tal condición? ¿En qué burbuja de realidad virtual estaba viviendo en 2015 el cardenal Sarah? ¿Y cuántos cardenales debían todavía verse luchando por defender semejante "monstrum" lógico y pastoral? ¿No se daba cuenta el Prefecto del ridículo al que se estaba exponiendo?
----------Por supuesto, cuando ese mes de marzo de 2015 fueron publicadas estas expresiones del cardenal Robert Sarah, no faltaron teólogos, liturgistas, sensatos obispos y cardenales, que públicamente clamaron por el despropósito de estas palabras del Cardenal Prefecto, y suponemos que también habrán clamado por ello ante el Santo Padre. Sin embargo, como hemos dicho, parece que el papa Francisco supo tomarse estas "dificultades de la marcha" en la Reforma litúrgica, con bastante calma y previsión.
----------Pues bien, el Romano Pontífice ya ha aclarado, y esto repetidas veces, y de forma totalmente equilibrada, que en el plano litúrgico el Concilio Vaticano II es un "evento irreversible". Algo más de dos años después de esta entrevista a Sarah, el Santo Padre, en su discurso a los participantes de la 68° Semana Litúrgica Nacional italiana, el 24 de agosto de 2017, decía serena y claramente: "...dopo questo lungo cammino possiamo affermare con sicurezza e con autorità magisteriale che la riforma liturgica è irreversibile".
----------Por consiguiente, no se requiere otra cosa más que el universal buen sentido común y la ausencia de prejuicios, para entender que el Concilio Vaticano II no puede ser para nada comprendido si se supone (de modo totalmente arbitrario y subjetivo, como lo hacía Sarah en 2015) que no haya querido modificar el rito tridentino. El centro de la constitución Sacrosanctum Concilium es precisamente el hacer avanzar la condición del rito romano de un paradigma a otro, mediante una reforma del rito.
----------En esta transformación del Rito Romano, su continuidad está asegurada solamente por una cierta discontinuidad (no hace falta aquí volver a aclarar la distinción entre la necesaria discontinuidad y la imposible ruptura, un tema que ya hemos explicado con detalle en otros artículos de este blog). Es el texto mismo de la Sacrosanctum Concilium el que aclara inequívocamente cómo es necesario modificar profundamente el modo de celebrar, de escuchar la palabra, de orar por todos, de dar la homilía, de usar los lenguajes modernos, de crear unidad entre palabra y sacramento, de concelebrar, de comulgar bajo las dos especies. Este es el dictado explícito de Sacrosanctum Concilium y es visible para todos, está bajo los ojos de todos los cristianos. ¿Cómo hace, entonces, no un simple creyente, sino incluso el Prefecto de la Congregación del Culto -es decir, el máximo responsable del culto en la Iglesia católica- para ignorar esto e incluso contradecirlo? ¿Es acaso compatible con su autoridad de Prefecto esta completa falta de autoridad?
----------Pero esto no es todo. El equívoco, malentendido fundamental, es lo que se presenta como el "fin" de toda esta distorsionada reflexión: es decir, la "paz litúrgica". Según el cardenal Sarah, crear las condiciones para una "paz" dependería de un nuevo paralelismo entre rito antiguo y rito nuevo. Y está aquí, a mi entender, el punctum dolens, que ya había caracterizado al motu proprio Summorum pontificum, que también tenía la intención de "traer la paz" y que, en cambio, sólo ha generado más discordia, y por eso fue finalmente abrogado. Pero Sarah, imprudentemente e ingenuamente, libera y desvincula la lógica de Summorum pontificum de su originaria justificación (es decir, la paz con los lefebvrianos separados de la Iglesia), y pretendía (¡todavía en 2015 y en pleno pontificado de Francisco!) convertir los dictados de Summorum pontificum (tergiversándolos) en regla de una "paz" interna a la entera "universa ecclesia" de rito romano.
----------También acerca del motu proprio Summorum pontificum, el cardenal Sarah expresaba en aquella entrevista una opinión cuanto menos arriesgada: "Lamentablemente no ha sido un éxito total porque los unos y los otros están 'aferrados' a su propio rito excluyéndose recíprocamente. En la Iglesia, cada uno debe poder celebrar en base a su propia sensibilidad. Es una de las condiciones para la reconciliación".
----------Decir de un fracaso que "no ha sido un éxito total" es ya una hermosa forma de mistificación y de hipocresía. Pero el verdadero problema es que el señor Cardenal tendía con estas palabras a equiparar sobre el mismo plano a los que siguen al Concilio y a los que lo niegan: serían sólo "sensibilidades diferentes", igualmente legítimas. Este es otro error irremediable, irreparable, sobre todo para un Prefecto de Dicasterio romano. ¿Cómo pudo el papa Francisco mantener en su puesto a este Prefecto durante seis años más? Me permitiré ser más claro: si un cardenal quiere la paz, esto ciertamente es algo bueno. Pero si para lograr la paz incita aún más a la confusión, esto no es bueno, sino peligroso e imprudente. Y esto estaba a la vista de todos ad litteram en la expresión de Sarah, salvo para aquellos que no lo querían ver.
----------Por otra parte, y conviene recordarlo, si un Cardenal es titular de una autoridad al estar al frente de un Oficio, es bueno que la ejerza y ​​merece el máximo respeto en el ejercicio de tal autoridad. Pero si se da el caso que justifica su autoridad con argumentaciones, tales argumentaciones resultarán fuertes no porque estén sostenidas por un Cardenal, sino solo por su valor intrínseco y su autoridad intrínseca. En este caso las premisas del razonamiento del cardenal guineano son falsas: el Concilio ha querido explícitamente superar el rito tridentino y no al contrario. Mientras que las consecuencias del razonamiento del cardenal, son ilusorias: la paz no se genera creando confusión, sino con una decidida orientación hacia la Reforma.
----------Estas consecuencias paradojales de Summorum pontificum y, peor aún, de las falsas argumentaciones que a partir de Summorum pontificum extraían el cardenal Sarah y otros funcionarios dotados de alguna autoridad, permitían solamente que franjas marginales y nostálgicas de la Iglesia se vieran protegidas por exponentes de la Curia romana carentes de sentido de la realidad y de verdadero contacto con las comunidades vivas, pero que solían sentirse a gusto en el contacto con los nostálgicos que peregrinaban por ejemplo a Chartres con banderolas escenográficas de los tiempos de las Cruzadas.
----------A decir verdad, viviendo siempre en las oficinas de la Curia, estos buenos cristianos se imaginan una Iglesia que en realidad no existe y acaban por descuidar a la que existe. Decía un Secretario de Dicasterio hace algunos años: "Dondequiera que voy, encuentro seminaristas que me preguntan por el rito antiguo…" ¿Pero adónde iba este secretario? ¿Donde vivía este secretario? ¿A quiénes se refería? ¿A quiénes daba crédito? Engañarse y engañar nunca constituye una virtud…
----------Se trata más bien de la enfermedad de la "auto-referencialidad", que el papa Francisco acertadamente había señalado ya en diciembre de 2014, como criterio general de las quince enfermedades de la Curia romana, que el Santo Padre diagnosticaba. Un Prefecto auto-referencial es una autoridad privada de autoridad.
----------A partir de febrero de 2021, su eminencia el cardenal Robert Sarah, ya no era Prefecto para el Dicasterio del Culto y de la Disciplina de los Sacamentos.
----------Deberíamos ponernos en oración también para que la divina Providencia, en sus inescrutables designios, no permitiera que los cristianos estuviéramos en peligro de recibir nuevamente declaraciones como las del cardenal Sarah en aquel marzo de 2015. Y ponernos en oración también para que la Iglesia pueda recuperar el terreno perdido con ese tipo de intervenciones. Para ello, sería conveniente que en el futuro, los Cardenales, o los Prefectos de Dicasterio, antes de dar entrevistas, estudiaran un poco el tema del que pretenden hablar, con el fin de esperar conservar al menos una pizca de verdadera autoridad.

6 comentarios:

  1. Estimado padre Filemón, quizás el tono de su artículo sea un poco fuerte y seguramente no es lo que usted quiere, pero su intervención, al igual que lo fue Summorum Pontificum, me parece que puede tomarse como presagio de guerra y no de paz.
    Lo que yo me pregunto es por las razones por las cuales el cardenal Sarah duró tanto en su cargo..., quizás porque fue nombrado por el propio papa Francisco. Probablemente lo de Sarah no ha sido tan grave como para hacerlo arrepentir al Papa. Quién sabe... No podemos conocer todos los entresijos de la Curia.

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    1. Estimado Anónimo,
      creo que si alguien ataca brutalmente al Concilio Vaticano II y a la Reforma (tanto la reforma litúrgica, como la reforma de la Iglesia), se tiene el derecho a la legítima defensa, si me permite la expresión. De lo contrario se hace creer que quien defiende la normalidad conciliar (como modestamente pretendo que sea mi caso) esté "haciendo la guerra a alguien". No. No le está permitido a nadie que de veras se quiera llamar "católico" y pretenda ser un cristiano digno de tal nombre, decir mentiras sobre el Concilio Vaticano II, ni siquiera les está permitido a los Papas y a los Cardenales. Esta es la única intención de mi artículo, que por eso no puede ser demasiado dulce que digamos con el señor Cardenal que entonces era nada menos que Prefecto del Culto. Sólo he querido indicar cuáles son las condiciones de la paz. Ciertamente no la confusión propuesta por el entonces Prefecto Robert Sarah.

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  2. Filemón: usted habla de un camino "sinuoso" y vacilante del papa Francisco en las cuestiones referentes a la liturgia y en particular sobre la Misa tradicional. Mi opinión es que eso sucedía porque no esperaba que Benedicto prolongara tanto su vida como Papa emérito. Creo que Francisco tenía la intención de anular Summorum desde el inicio mismo de su gobierno, pero se contuvo ante la presencia de Benedicto. Cuando Benedicto enfermó o ya estaba demasiado anciano para ofrecer alguna resistencia, Francisco decidió el momento de cumplir lo que tenía proyectado desde el principio.

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    1. Estimado Anónimo,
      usted propone su opinión sobre hechos acerca de los cuales no tenemos testimonios fehacientes: ni el papa Benedicto XVI se refirió a diálogos con el papa Francisco acerca de lo que debía hacerse en ámbito de disciplina litúrgica una vez iniciado el nuevo pontificado, ni el papa Francisco se refirió a diálogos con Benedicto sobre este tema.
      Podemos pensar que es natural que Benedicto, como papa emérito, no hablara del tema, dado el silencio casi absoluto en el que se había encerrado, sobre en todo en temas que se refirieran a la labor de gobierno del Obispo de Roma, labor que ya estaba en manos del nuevo Papa. En cambio, podemos pensar que hubiera sido posible que Francisco se refiriera al tema, dada su amplia locuacidad y temperamento expansivo.
      En todo caso, lo que el papa Francisco ha expresado es que Benedicto fue su interlocutor habitual, y a él recurrió en diversas ocasiones. Por lo cual no podemos excluir que los problemas planteados por Summorum Pontificum también fueran conversados en íntimos diálogos entre el Papa y el papa emérito.
      Aquí, por tanto, estamos en el ámbito de lo opinable. Tan válida es su opinión como otras.
      Puedo acordar con usted en que Francisco, desde el inicio de su pontificado, tenía pensado restringir el permiso para celebrar con el Misal de 1962. [Un paréntesis: el hablar de "Misal de 1962" es el modo correcto de expresarse. La expresión que usa usted, "misa tradicional", es incorrecta, pues la Misa es siempre "tradicional", siempre responde a la "Sagrada Tradición" doctrinalmente y se inscribe en la línea de la "tradición ritual" romana. La expresión "misa tradicional" es usada hipócritamente por el pasadismo lefebvriano para negar valor de tradición ritual a la Misa de Paulo VI, lo cual constituye, en mi opinión, uno de los puntos por los que ellos caen en sospecha de herejía, además de otros].
      Mi opinión es que, dado que en julio de 2021 (cuando fue promulgado Traditionis custodes), según existen testimonios, Benedicto estaba en pleno uso de sus facultades mentales (aunque disminuído físicamente), el texto de la nueva disciplina jurídica, en su núcleo intencional, ya era conocido por Benedicto, y suponía un extenso diálogo de Francisco con el papa emérito.
      Pero, como le he dicho, estamos en el ámbito de lo opinable, pues al momento no contamos con indicios que nos sugieran una u otra cosa.

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  3. Disculpe, Filemón, pero me parece que dedicar tanto esfuerzo para explicar lo que todos sabemos, no parece tener mucho sentido ni utilidad. Los tradicionalistas que se han quedado apegados al misal anterior apenar si llegarán a ser con suerte el 0,1% de los católicos en el mundo. ¿Qué importancia puede tener este problema? El 99,9% de los católicos hoy selebran la Misa actual, que es la misa de siempre, la misa tradicional, porque es la misma Misa que delebró Jesús en la Ultima Cena, con las modificaciones y adaptaciones que la Iglesia le ha hecho para este tiempo, como lo ha hecho en todos estos 2000 años de historia.
    Entiendo que el único sentido que esta cuestión puede tener, y creo que es la razón por la que el Papa Francisco ha tomado cartas en el asunto, es porque en el reducido círculo de la Curia Romana y entre los cardenales de la anterior camada, hay algunos tradicionalistas (Sarah, Burke, ¿y no sé si alguno más?) que siguen añorando el vetus ordo. Por tanto, ¿puede tener alguna importancia lo que diga Viganó, o Schneider o algún obispo cismático?
    No le veo sentido.

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    1. Estimado Ángel,
      puedo comprender lo que usted pretende decir, y también puedo sustancialmente compartir lo que usted dice.
      Respecto a las dimensiones del "problema pasadista", si bien es cierto que sus dimensiones cuantitativas son mínimas (probablemente en cuanto al número de fieles los porcentajes podrían ser los indicados por usted), sin embargo, esas dimensiones pueden ser diferentes de diócesis a diócesis, o de regiones del mundo respecto a otras regiones.
      En tal sentido, la región de Cuyo, a causa de una historia común de antiguos obispos de mayor o menor tendencia conservadora, la "cuestión del pasadismo" aun se mantiene con alguna vigencia. Aclaro que no estoy afirmando que los antiguos obispos cuyanos (como por ejemplo, Buteler, Kruk o Laise...) hayan sido "pasadistas", sino que estoy diciendo que han sido de una tendencia conservadora, pero católica y ortodoxa, la cual, contemporáneamente a ellos o con posterioridad a ellos, ha sido asumida y malentendida de manera extremista y heterodoxa por sectores de fieles pasadistas lefebvrianos o filo-lefebvrianos. De hecho, no ha sido casualidad que la FSSPX haya montado enclaves en Mendoza, San Rafael y San Luis, dado que no es una hermandad sacerdotal que se arriesgue a instalarse en zonas en las que no pueda tener presupuesta una base de difusión, y menos arriesgarse a asentarse en zonas de persecución anticristiana (además de priorizar ciertas clases o franjas sociales).
      De modo que, por tratarse de un blog mendocino, y además para manifestar claramente un equilibrio entre las corrientes modernistas y pasadistas, es que asumo este enfoque, y trato de señalar errores y virtudes de una y otra tendencia, con el fin de incentivar el diálogo y la conversión de ambos sectores polarizados.

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