Debemos mantener la confianza de que incluso las uniones más desdichadas siguen siendo siempre uniones de seres humanos, que de todos modos poseen esa conciencia moral que no puede nunca extinguirse del todo, y por tanto tampoco puede perderse del todo esa estima por el amor entre hombre y mujer, que en la vida consagrada se vive a la luz de la virginidad. La misericordia de Dios elimina la distancia infinita entre el pecado y la gracia. [En la imagen: fragmento de "The Boating Party", óleo sobre lienzo de Mary Stevenson Cassatt, de 1894, actualmente en la National Gallery of Art, Washington, USA].
La vida nueva donada por Cristo
----------Dado que la relación hombre-mujer, en el plan divino, es esencialmente una relación de amor ("serán una sola carne" dice el libro del Génesis) y una relación de pareja ("su mujer”), y dado que el amor continuará en la futura resurrección, nos podemos preguntar si también en el paraíso del cielo, aunque ciertamente haya cesado la obra de la generación, al menos para algunos, sobre todo para las parejas conyugales, estará presente el placer sexual, como expresión del amor.
----------La Escritura, indudablemente, nos presenta la alegría de la vida futura, que, dada la presencia del cuerpo, no puede dejar de tener aspectos físicos, no sólo como gozo espiritual, sino también con imágenes extraídas de los placeres terrenos. Isaías habla, por ejemplo, de un banquete con "suculentos manjares y excelentes vinos" (Is 25,6), cuando sabemos que en el paraíso del cielo la alimentación ya no será necesaria. Pero la unión hombre-mujer, a parte de la procreación, también expresa el amor y el amor "no pasará jamás" (1 Cor 13,8). Así también la alegría del estar juntos en la mesa puede ser distinta del acto de nutrirse. También se puede comer solo. El banquete entonces quiere representar la alegría de la compañía y del amor recíproco.
----------No parece convincente la tesis de aquellos que dicen que, dado que gozaremos de un gozo espiritual supremo, no sentiremos para nada la falta del gozo físico. Ese tipo de argumentación es un discurso que huele a platonismo. Ya que entonces podríamos preguntarnos qué sentido tiene en tal caso la resurrección del cuerpo, y por qué Dios nos ha dado la facultad de gozar con los sentidos.
----------Es cierto que el placer físico vale mucho menos que el espiritual y, sin embargo, el placer espiritual no puede reemplazar al placer físico. En efecto, puedo decir: es cierto que experimento mucho más placer al leer a santo Tomás de Aquino que al beber un vaso de coca-cola. Pero también es cierto que la lectura de Tomás, aunque calma mi sed de verdad, no puede sustituir a la coca-cola.
----------Por otra parte, es innegable el altísimo valor de la virginidad tal como es exaltado por el Evangelio. Pero se puede objetar que dado que Dios es creador del placer físico, en la visión beatífica y en la unión con Él el placer físico puede estar virtualmente contenido y presente en el espiritual.
----------De modo que aquí estamos ante un misterio, acerca del cual el Magisterio de la Iglesia no nos da aclaraciones. Lo que nos ha dicho recientemente con san Juan Pablo II es que existirá el amor entre hombre y mujer. Pero cómo sera el aspecto físico y sensible de este amor, no lo sabemos.
----------Es un terreno abierto a las indagaciones y a las hipótesis teológicas. Lo importante es no ir más allá de lo que enseña la Iglesia, negando por ejemplo o poniendo en duda, a la manera gnóstica del platonismo o del hinduismo, la diferencia sexual o bien cayendo en el hedonismo islámico.
----------Incluso la teoría del gender, la ideología del género, que admite otras formas sexuales además de aquellas formas naturales del hombre y de la mujer, es evidentemente incompatible con una sana escatología, así como por supuesto con las normas de la ética sexual.
----------Por otra parte, para arrojar algo de luz sobre este misterio, podemos usar, con prudencia y sobriedad, imágenes, preferiblemente las bíblicas, sacadas del amor como se vive aquí abajo, quitando aquello que hay de malo, inconveniente y caduco, y manteniendo lo bueno, lo conveniente y lo permanente. Por ejemplo el Cantar de los Cantares. Una pista puede ser dada por el c.2 del Génesis, que se limita a hablar de la unión hombre-mujer, mientras que el c.1 es superado, en cuanto trata de la reproducción de la especie.
----------Pero separar convenientemente y claramente estos dos aspectos contrarios es una cosa muy difícil; algo que, por lo demás, no nos debe sorprender, tratándose de una condición de vida trascendente, de tal sublimidad y carácter misterioso, que se comprenden entonces las palabras del apóstol san Pablo cuando nos dice: "aquellas cosas a las cuales ni ojo vió, ni oído oyó, ni entraron jamás en corazón de hombre, ésas ha preparado Dios para aquellos que le aman" (1 Cor 2,9).
----------En el Edén original el Padre había querido la armonía y la complementariedad recíproca entre hombre y mujer; a cada hombre su mujer y viceversa, en la fidelidad y en el amor recíprocos, sobre un plano de igualdad y de mutuo respeto, en la apertura a la procreación. Pero si es misteriosa esta condición primitiva, aún más misteriosa y sublime es la condición escatológica del paraíso del cielo.
----------Ahora bien, lo que ahora nos es claro, también porque de ello hacemos experiencia en nuestra vida, es que el pecado original ha roto esa armonía originaria que existía entre el hombre y la mujer, y ha hecho al uno enemigo de la otra. El uno ahora quiere explotar a la otra, transformada en puro instrumento de placer. El uno se aísla de la otra y no se preocupa por la otra. El uno se cierra a la otra, le teme y desconfía de ella como de una tentación. Los dos se divierten y disfrutan engañándose y halagándose mutuamente. El uno se convierte en obstáculo para la otra en la búsqueda de Dios, o bien el uno pretende sustituir a Dios para la otra. Desaparecida la exclusividad del amor, los dos se traicionan recíprocamente.
----------Desaparecen la seriedad y la perseverancia del amor, que se convierte en superficial, una simple aventura, esclavo de la volubilidad, de los estados de ánimo y de los sentimientos del momento. El hombre oprime y violenta a la mujer: esta lo seduce y lo engaña con su encanto, estimulando su concupiscencia, que a menudo es irresistible y lo lleva a buscar satisfacción incluso en el adulterio o en actos diferentes de los normales o en relaciones diferentes de aquella con la mujer.
----------Sin embargo, la inclinación y la necesidad del matrimonio permanecen, y Cristo viene a restaurar su belleza elevándolo a la dignidad de sacramento. El acto conyugal no está sólo abierto a la generación, no es sólo expresión de amor e incentivo al amor, sino que es también remedio a la concupiscencia para aquellos sujetos que son incapaces de controlarse. La unión de los esposos, según la enseñanza de san Pablo, viene a simbolizar, a representar y a participar de la unión misma entre Cristo y la Iglesia.
----------Pero debe tenerse presente que la reciprocidad hombre-mujer no agota su significado en los límites de la vida presente, como pudiera parecer a algunos, considerando que la reproducción de la especie, a la cual apunta el matrimonio, termina con la vida presente.
----------En cambio, debemos decir y repetir que la futura resurrección de los cuerpos significa que cada uno de nosotros resucitará con su propio cuerpo determinado por su sexo. El que aquí abajo ha sido varón, resucitará varón; quién ha sido mujer, resucitará mujer.
----------Por tanto, aquel dicho de Jesús: "serán como ángeles", referido a la pregunta acerca de la suerte del matrimonio en la resurrección, debe ser entendido en el sentido de que ya no habrá aumento numérico de la especie, pero no que no habrá alguna relación entre hombre y mujer, en cuanto esta relación no está sólo dirigida o finalizada a la generación, sino que debe también expresar la perfección final de la persona y del amor recíproco, el cual evidentemente está destinado a durar eternamente.
----------Cristo dona a los cónyuges los recursos sobrenaturales que, vividos en la comunión eclesial, los sostienen y los fortalecen en el cumplimiento de sus deberes. Sin embargo, se mantiene que la práctica del matrimonio y la edificación de una familia se presentan hoy más que nunca, en una sociedad descristianizada como la nuestra, dificilísimas, frecuentemente realizables sólo parcialmente.
----------Hoy la cuestión es ésta: ¿la Iglesia debe continuar diciendo como antaño: o el matrimonio o ausencia de vínculo, o bien podrá legalizar, en precisas condiciones y debidas garantías, ciertas uniones donde exista la buena voluntad, pero la incapacidad objetiva reconocida para cumplir con todos los deberes del matrimonio? He aquí la cuestión de la relación entre matrimonio y concubinato.
Concubinato y matrimonio
----------El discurso que hoy se hace de "parejas convivientes" es un eufemismo hipócrita, con el cual se pretende ocultar un estado o un acto pecaminoso bajo apariencias inocuas, como lamentablemente ocurre hoy en diferentes casos, como por ejemplo el hablar de "interrupción del embarazo" para evitar decir aborto, o por ejemplo hablar de "gay" para los homosexuales (no puedo imaginarme lo alegres que son los homosexuales; el orgullo es una falsa alegría, que oculta el vacío interior), o hablar de "pedófilos" (= "amantes de niños") para evitar la palabra pederastas, o de "eutanasia" (= buena muerte) para la supresión de los enfermos o hablar de "eugenesia" o "limpieza étnica" en lugar de genocidio.
----------En este punto, suelo decir en broma que también nosotros los frailes somos "convivientes" y además del mismo sexo. En moral es muy importante la lealtad del lenguaje y la atención al aspecto formal, es decir al motivo o a la razón del acto, más que al acto mismo tomado en su materialidad.
----------De lo contrario, no comprenderíamos por qué motivo un mismo acto, desde el punto de vista material deba ser lícito en un caso, y deba ser pecaminoso en otro caso. Unirse a una prostituta puede ser un acto fisiológicamente normal como la unión entre marido y mujer. ¿Por qué en el primer caso la cosa no es lícita, mientras que lo es en el segundo caso?
----------Lo mismo dígase para la virginidad. No está en absoluto dicho que el simple no ejercicio de la facultad sexual sea una virtud. Puede ser causado por frigidez o por enfermedad mental o por prejuicios rigoristas o por impotentia coeundi. Es solamente un especial tipo de abstinencia sexual, dictado por aquellos nobilísimos motivos que hemos visto antes, el que merece nuestro elogio y nuestra admiración.
----------En cuanto al concubinato (llamado eufemísticamente "convivencia" o "cohabitación") es algo que quisiera evidenciar o exaltar el amor prescindiendo de la generación. Por lo tanto, parecería a primera vista tener alguna semejanza con la unión escatológica. Sin embargo, hay un abismo.
----------En efecto, aparte del hecho de que esta pareja no está interesada en absoluto en la visión beatífica, tanto que también esa pareja podría quedarse en el infierno como los Paolo y Francesca de Dante, la visión beatífica en cambio es el supremo gozo común de la pareja escatológica, por lo cual en ella el amor es plenitud y purificación final del auténtico amor, sustancialmente espiritual, vivido aquí en la tierra.
----------Por el contrario, el amor concubinario es meramente mísero egoísmo y explotación recíproca, quizás subsecuente al adulterio, sobre la base del hedonismo más descarado, a menos que se trate quizás a veces de unión sincera, pero que por diversos motivos, culturales, psicológicas, sociales, ambientales o económicos, la pareja, libre de vínculos precedentes, no se sienta o no esté objetivamente (y por tanto sin culpa) en grado de afrontar una verdadera y propia unión conyugal, con todos los pesos, las cargas, los deberes, los compromisos y las obligaciones que ella conlleva.
----------Sin embargo, el pecado o vicio del concubinato radica en suma en el hecho de que el concubinato no se funda ni se mantiene sobre una unión espiritual entre los dos orientada a Dios, ni se alimenta con una relación sincera y continua con Él, sino de la explotación del uno sobre el otro, sobre la base del placer o de intereses o propósitos deshonestos (existen, por ejemplo, parejas que se dedican a la difusión de doctrinas heréticas, al terrorismo u otro tipo de actividades delictivas). Este modo lujurioso e impío de realizar la relación hombre-mujer es contrario a la dignidad humana y la degrada al nivel de las bestias.
----------El concubinato puede, de todos modos, tener algún elemento del matrimonio, aunque sin embargo, sin realizarlo en plenitud, y de hecho eventualmente dañándolo o desacreditándolo con falsas doctrinas, sobre todo en relación con la observancia de las normas éticas de la unión conyugal y de las finalidades de la verdadera unión hombre-mujer, que solamente se da en el matrimonio, unión exclusiva e indisoluble.
----------Es bien sabido que aún en la actualidad, y quizás hoy más que nunca, están muy extendidas las ideas contra el matrimonio, la familia y la virginidad, en cuanto las leyes de la Iglesia en esta materia son consideradas opresivas. De ahí los movimientos así llamados "radicales", que se autodefinen así porque consideran ir a la "raíz" de la existencia humana, desde la cual sacar el criterio y la fuerza de su liberación de las cadenas medievales con las que oprime la Iglesia.
----------La doctrina del gender, o ideología del género, se inserta en este cuadro. La idea de fondo es que no existe una naturaleza humana fija, determinada e igual para todos, sino que cada uno es libre de moldear su propia naturaleza individual con las cambiantes decisiones de su libre voluntad. Estas ideas están ahora muy extendidas entre los rahnerianos.
----------A esto se agrega un elemento de epicureísmo, para el cual no es lo agradable que se funda sobre lo honesto, sino que es lo honesto lo que depende de lo agradable. El efecto de esta concepción es que la regla del actuar ya no es lo honesto, sino el placer, no importa cual sea el contenido de la acción.
----------Como los cátaros, los radicales, no admiten una ley moral natural referente al sexo, sino que lo consideran como algo contingente, opinable y manipulable, a disposición de la voluntad del individuo, pero con la diferencia de que, mientras los cátaros relativizaban el sexo para gozar en el más allá -¡pobres chitrulos!-, Pannella y Bonino, mucho más sabios, lo relativizan para disfrutarlo en el más acá.
----------Es evidente en estas ideas, el intento de sustituir el matrimonio por el concubinato, sin dejar de llamarlo "matrimonio", siempre con ese lenguaje hipócrita, ya señalado. Ahora bien, esto no quiere decir que ciertas formas de concubinato, bajo ciertas condiciones, no puedan ser legalizadas y toleradas. En tal caso, ciertamente ya no las llamaríamos así, con ese nombre, sino que se las podría llamar "uniones civiles", de manera que el matrimonio será siempre una unión civil; pero una unión civil no será necesariamente matrimonio.
----------También el Estado debería hacer esta razonable distinción, y debería hacerla por su propio bien; pero está claro que la Iglesia se reserva de todos modos el derecho de hacerla, incluso prescindiendo del lenguaje utilizado por el Estado. La Iglesia, en efecto, nunca podrá renunciar a su concepto del matrimonio, que no es más que el contrato natural elevado por Cristo a sacramento, condenando al mismo tiempo el concubinato, al que seguirá llamando por su nombre, porque a la Iglesia no le gustan los equívocos y los recursos astutos e hipócritas, sino que usa el lenguaje de su Señor, que es el lenguaje del "sí, sí, no, no". Que el Estado haga, por su parte, lo que crea mejor en su concepto de matrimonio.
----------Por otra parte, la ley civil puede permitir convivencias que, por excusantes, atenuantes o motivos aceptables, no alcanzan a observar en plenitud todas las obligaciones esenciales del matrimonio, a condición de que ellas también puedan y quieran dar su contribución al bien común. La unión civil puede ser disoluble. El divorcio civil del matrimonio religioso para la Iglesia sigue siendo canónicamente nulo.
----------La grave cuestión que, incluso después de los Sínodos sobre la Familia del 2014 y 2015, y también después de la exhortación apostólica postsinodal Amoris Laetitia sigue planteada hoy, es si la Iglesia debiera tomar en consideración estas formas de matrimonios imperfectos o incompletos, de qué modo tomarlos en consideración, en cuáles casos y bajo cuáles condiciones. Siempre estamos a la espera, confiados en una respuesta orientativa y eficaz de nuestros pastores bajo la guía del Santo Padre.
----------¿Por qué he insertado el discurso sobre la virginidad en un tema tan escabroso? Porque debemos tener confianza de que incluso las uniones más desdichadas siguen siendo siempre uniones de seres humanos, que de todos modos poseen esa conciencia moral, que no puede nunca extinguirse del todo, ni por tanto perder del todo esa estima por el amor entre hombre y mujer, que en la vida consagrada se vive a la luz de la virginidad. La misericordia de Dios elimina la distancia infinita entre el pecado y la gracia.
Estimado padre Filemón,
ResponderEliminara la vez que la agradezco por la riquísima reflexión sobre el tema, le pregunto acerca de la conclusión, en la que Ud. ha escrito: "La grave cuestión que, incluso después de los Sínodos sobre la Familia del 2014 y 2015, y también después de la exhortación apostólica postsinodal Amoris Laetitia sigue planteada hoy, es si la Iglesia debiera tomar en consideración estas formas de matrimonios imperfectos o incompletos, de qué modo tomarlos en consideración, en cuáles casos y bajo cuáles condiciones. Siempre estamos a la espera, confiados en una respuesta orientativa y eficaz de nuestros pastores bajo la guía del Santo Padre".
Al respecto, quisiera hacer referencia a aquel Motu Proprio del Papa de agosto de 2015 (la Carta Apostólica en forma de Motu Proprio Mitis Iudex Dominus Iesus, sobre la reforma del proceso canónico para las causas de declaración de nulidad matrimonial en el Código de Derecho Canónico), y le pregunto: en ese Motu Proprio ¿usted cree que se han tomado en consideración algunas de las graves cuestiones a las que Ud. con tanta claridad y competencia se ha referido en este artículo y relativas al tema tan delicado de la declaración de nulidad, sin correr el riesgo de encubrir, en cambio, verdaderos matrimonios en defensa de los "vueltos a casar"?
Gracias y Ave María.
Nadia Márquez
Estimada Nadia,
Eliminaren mi artículo yo me he referido fundamentalmente a las decisiones que se esperaba que tomara el Santo Padre sobre la base de las propuestas del Sínodo sobre la Familia del 2015, y que en parte (aunque no totalmente) fueron cuestiones que recibieron respuesta en la exhortación Amoris Laetitia del 2016. Está claro que siguen abiertos muchos interrogantes, sobre todo porque tanto AL como aquella carta del Papa a los Obispos argentinos, ha dejado ambigüedades y ha dado lugar a equívocos de interpretación.
En cuanto al Motu proprio sobre las causas de nulidad, por Ud. mencionado, mi perplejidad en aquel momento y aún hoy todavía, es que, aceptando como motivo de nulidad la declaración de las partes, el juez pueda ser engañado por falsa declaración.
Se puede sospechar ("legítima sospecha") en efecto que las partes quieran en realidad un divorcio, y para obtener este fin, sean movidos por un juicio parcial, demasiado subjetivo (quizás en buena fe), o que mientan, o exhiban una falsa prueba de nulidad, a la cual el juez esté obligado a creer en su palabra. Sería como preguntarle a un ladrón: ¿tú has robado? Es muy probable que él diga que no.
Ciertamente es necesario tener confianza en las palabras de los otros, pero se debe evitar la ingenuidad y la credulidad, sobre todo si se es juez en una causa tan importante.
Se necesitará corroborar tal declaración con pruebas y testimonios de terceros, objetivas y verificables.
El tema de los "vueltos a casar" aquí entra solo colateralmente, en cuanto que las partes podrían declarar lo falso acerca del "matrimonio precedente".