sábado, 20 de agosto de 2022

Guillermo de Ockham, su metafísica, y cuestiones conexas (1/3)

Guillermo de Ockham debería haber meditado más en aquella sentencia metafísica del libro de la Sabiduría: "De la grandeza y belleza de las criaturas por analogía se conoce a su Autor" (Sab 13,5). Sus truncos estudios filosóficos y teológicos en Oxford y sus obras, desafortunadamente, signan la deriva herética de esa corriente oxoniense de pensamiento que llegará hasta Lutero y el protestantismo de nuestros días. [En la imagen: un fragmento de un retrato de Guillermo de Ockham en un vitral de un templo de Surrey, Inglaterra].

Una paradojal metafísica materialista
   
----------La expresión "metafísica materialista" puede parecer una contradicción en los términos, ya que es difícil comprender cómo pueda existir una metafísica, que etimológicamente significa "más allá de la física", que se reduzca a la física, es decir, a la ciencia de las cosas materiales. Sin embargo, si consideramos la concepción ockhamista de la metafísica, nos damos cuenta de que este es precisamente el caso.
----------Naturalmente, aquí debemos tomar la palabra metafísica en el sentido amplio de "visión global de la realidad", algo de lo cual ninguno de nosotros puede prescindir, porque todo aquello que uno piensa, lo piensa dentro de la concepción que se ha hecho de la realidad, no importa si de tipo materialista o espiritualista.
----------En este sentido podemos decir que todos tienen una metafísica. En tal sentido, Ockham tiene, por su propia declaración, una metafísica, y por tanto una filosofía del ente; sólo que aquí no se trata del ente en cuanto ente, del ente en sentido universal, sino de este particular ente, del ente individual material, determinado y concreto, existente aquí y ahora, objeto de mi experiencia sensible, uno de todos los entes de tal tipo.
----------El objeto de la metafísica, por lo tanto, para el fraile franciscano inglés Guillermo de Ockham [1285-1347], es el ente individual actualmente existente. Ciertamente digna de apreciación es esta consideración, que supone implícitamente la percepción del acto de ser. Pero tal atención concierne más al encuentro interpersonal, la literatura, la historia o la crónica de actualidad, que a la metafísica.
----------La metafísica, ciertamente, presta suma atención al acto de ser o a la existencia individual; pero su objeto, el ente, no se resuelve en la existencia individual. Su objeto es mucho más amplio. De hecho, el ente es principalmente la sustancia, es decir, el sujeto subsistente (suppositum) de una esencia en acto de ser posible o real. El ser, por otra parte, no es sólo el subsistir, o el ser en sí, propio de la sustancia, cuyo vertice es la persona; sino que es también el inherir en la sustancia, el ser-en, propio del accidente.
----------Por otra parte, el ente que es el individuo concreto es un agente en acto o en potencia. Pero el metafísico no se contenta con captar al agente en acto o en movimiento; sino que va al origen, al principio, a la causa del devenir, del movimiento, del cambio, del pasaje de la potencia al acto, de lo posible a lo actual. No sólo el actuar, sino también el sujeto agente entra en el horizonte del ser. No sólo lo mutable, sino también lo inmutable, que es su presupuesto y fundamento, entra en el horizonte del ser.
----------La metafísica, además, debe saber captar la nada, de la cual es extraído o creado el ser por obra del creador; la metafísica debe saber captar el ser en la base del devenir, el motor detrás del movimiento, la causa más allá del efecto, el fin más allá del medio, la realidad más allá de la apariencia, lo real más allá de lo ideal; la cosa más allá del fenómeno, el fundamento más allá de lo fundado, lo participado (per essentiam) más allá del participante (per participationem), el principio más allá del principiado, el todo más allá de la parte, lo eterno más allá de lo temporal. Por consiguiente, la metafísica busca el puro ser, más allá de sus participaciones, imitaciones, derivaciones, creaciones.
   
Ockham y su concepción de la metafísica
   
----------Según el francés Pierre Alféri, en Ockham la metafísica deviene un "fantasma". Me parece exagerado. Prefiero el juicio del padre Tomas Tyn, para quien Ockham sitúa a la metafísica "sobre el camino de la disolución". No estamos todavía en Hume o en Comte o en el Círculo de Viena; y, sin embargo, en ellos está la salida de las premisas de Ockham. Este, por su parte, vive en un clima europeo de cristiandad, en el cual todavía durante siglos la metafísica será considerada una ciencia. Pero la carcoma ockhamista se abrirá camino hasta la actual desolación, alba de un nuevo renacimiento después del Concilio Vaticano II.
----------Para comprender la manera como Ockham entiende el saber metafísico, debemos ver cómo concibe el conocimiento. Ockham lo entiende platónicamente como un ver. Esto también se encuentra en santo Tomás de Aquino y en Juan Duns Scoto, pero ellos tenían presente que Platón hace una analogía entre el ver físico y el ver intelectual. Mientras que el ojo sano ve inmediatamente la casa que tiene delante sin necesidad de representaciones, el ojo del espíritu tiene necesidad de formar un concepto (eikòn en Platón, nòema en Aristóteles) de la casa, porque la mente no está siempre proporcionada al objeto o bien el objeto está ausente, por lo cual la idea de la casa no es la casa extramental, sino la casa en el alma.
----------En base a esta concepción del conocer, la metafísica para Ockham es la intuición del ente singular o individual experimentado por el sentido (cognitio intuitiva). Lo que hace entender que Ockham apreciaba el acto de ser del ente. Esta apreciación del actus essendi se acerca a la concepción tomista, sólo que lamentablemente Ockham se detiene en este actus essendi del individuo y no considera el actus essendi como tal en su universalidad, por lo cual la metafísica para él es la simple consideración global y aproximada del conjunto de los entes individuales indicados con el nombre común de "ente".
----------De tal modo, Ockham rechaza como inútil la mediación conceptual, demostrando haberse hecho del conocimiento un concepto demasiado simple y, querríamos decir, materialista, al homologar tout court toda forma o plano del conocer al del sentido externo, que precisamente no se sirve de representaciones o imágenes, bastando, según él, para el acto del conocer, el intelecto y la cosa.
----------No es que él ignore la labor abstractiva del intelecto (cognitio abstractiva) y por tanto el ente ideal o de razón (ens ideale vel rationis), todo lo contrario. Sólo que para él sirve sólo para la lógica y la matemática, que no captan la realidad, que para él es sólo singular, sino que se refieren a formas producidas por el pensamiento o métodos para organizar racionalmente el dato de la experiencia y operar sobre él técnicamente.
----------Se sigue que Ockham olvida la función ejemplar de la idea, tan cara a Buenaventura y a Scoto, y esto repercute nocivamente en teología a propósito de las ideas divinas y, por tanto, de la relación en Dios entre ciencia y voluntad. Para Ockham, Dios crea sin basarse en la idea de la criatura a crear. Dios no crea lo que ha ideado, lo que sabe o piensa, sino lo que quiere; de modo que no quiere lo que es por Él visto como bueno, sino que es bueno lo que quiere, y así lo ve como bueno, aunque fuera contrario a la razón humana.
----------De hecho Ockham, aunque verbalmente declare respetar el principio de no-contradicción, en la práctica de su pensamiento muestra no preocuparse por las exigencias de la necesidad lógica, por lo cual, a causa de su empirismo, no es capaz de demostrar con certeza verdades fundamentales como la inmortalidad del alma, el carácter absoluto de la ley moral y la existencia y los atributos de Dios.
----------Sobre la base de esta gnoseología empirista logicizada y matematizada, realista sí, pero cerrada a la sustancia espiritual, Ockham llama "ente" al nombre que designa el conjunto de los entes singulares sensibles. Así él no obtiene por abstracción un concepto universal del ente, abierto al espíritu, que sería el objeto de la metafísica, porque el ente, para él, siendo absolutamente múltiple, no tiene una universalidad real, sino que lo universal en la metafísica es solo el nombre "ente", con el cual designamos el conjunto de los entes.
----------Los muchos entes, para Ockham, no tienen nada en común entre ellos, simplemente son diferentes los unos de los otros y no están unificados por una única razón de ente, sino solo por el nombre "ente", nombre con el cual los designamos. La multiplicidad, para Ockham, no está unificada por lo uno, sino que es una de por sí. No existe una unidad inmanente a los muchos, porque los muchos, aunque diferentes entre sí, ya están unidos de por sí. Es claro cómo un principio de tal género conduce en teología a un pluralismo caótico, a la negación del monoteísmo, a la afirmación del politeísmo y a la sustitución de la religión por las religiones, con el pretexto de que una religión es diferente de la otra.
----------En efecto, para Ockham, como es bien sabido, lo universal no existe en la realidad, no existe en los individuales entes, sino sólo como nombre, por lo cual el concepto no es la representación mental y abstracta, obtenida de la experiencia, de un real unum in multis, es decir la esencia de la cosa, inmanente siempre idéntica a sí misma en los individuos de un mismo género o de una misma especie, sino que es sólo un ente mental en torno al cual nosotros reunimos los individuos de una misma especie, así como en un armario reunimos todos los abrigos, de los cuales hacemos uso. La predicación de lo universal (unum de multis) no es la predicación de una única esencia de muchos, sino de un solo nombre de muchos.
----------Aún así, Ockham no niega la predicación trascendental del ente por encima de los géneros y especies, sólo que el trascendental ockhamista -siempre estamos ahí- no es otro que la predicación del nombre verum, res, unum, aliquid, bonum y pulchrum, referidos no al ente en cuanto ente, que es una vacuidad, sino al conjunto concreto de los entes colectivamente y confusamente tomados en un único golpe de ojo.
----------Así la incomprensión del verdadero sentido universal del ente metafísico provoca por consecuencia en Ockham el desorden o ruptura o descompaginación de los trascendentales. Lo verdadero no está fundado en el ser sino en lo bueno, que prevalece sobre el ser; el ente es este ente (aliquid); el ente real (res) es reducido a lógica y lenguaje; el uno trascendental es reducido al uno numérico; la relación es un simple ente de razón. La metafísica, así, es fagocitada en parte por la física y en parte por la lógica. El ser o es materializado en la física o es volatilizado en la lógica y repensado según el ente de razón lógico formalizado en el lenguaje.
----------Ockham, por otra parte, dice que el ente no se puede definir, porque sería necesario recurrir a un género más vasto, del cual género el ente debería ser la diferencia. Ahora bien, sin embargo -lo reconoce- no existe un género más vasto, porque el ente es el más vasto de todos. Pero Ockham no se da cuenta que el ente no tiene necesidad de ser definido, porque todos saben espontáneamente de qué se trata, dado que la noción del ente es la primera, en la cual todas las otras se resuelven y que está presupuesta en todas; por lo cual todo aquello que pensamos y decimos, lo pensamos y decimos en referencia al ente. Santo Tomás de Aquino define más bien el ente como id quod est o id quod habet esse. ¿Pero, qué pueden querer decir estas expresiones para alguien que, como Ockham, no sabe ir más allá de la experiencia del sentido?
   
La verdadera noción del ente
   
----------Por otra parte, debemos señalar que el concepto del ente, único entre todos los conceptos, contiene en sí implícitamente sus diferencias, a diferencia del género, al cual las diferencias son extrínsecas. Por eso el ente no es un género, sino que está por encima de todos los géneros y es un trascendental. Lo que quiere decir que no es un concepto unívoco, sino análogo.
----------Decir que la noción del ente es analógica, quiere decir que el ente es polisemántico o plurisignificante como ningún otro concepto. El ente, como dice Aristóteles, "se dice en muchos modos" (pollachòs legòmenon). Es necesario distinguir el ser del modo de ser y, por tanto, el significar del modo de significar. Cada individual ente tiene su modo de ser y de ser significado diferente del otro. Hasta aquí llega Ockham. Donde falla es en el comprender que existen modos de ser trascendentales, genéricos y específicos, que nos llevan a superar el restringido punto de vista del individuo para abrir la mente al ilimitado campo del ser.
----------A Ockham se le escapa el ente como tal, cerrado como está en el ente que es este ente, y tiende a reducir el ente a este ente. Es el signo de una inteligencia demasiado ligada al sentido e incapaz de abstraer. Esto le crea una notable dificultad para comprender los valores espirituales, metafísicos, morales y religiosos. Sin embargo, él era teólogo y religioso; por eso sorprende esta escasa sensibilidad hacia un mundo de valores, en el cual habría debido sentirse perfectamente a su gusto, y que habría debido constituir el centro de sus intereses y de su vida. ¿Qué sentido tiene hacer teología en esas condiciones?
----------Con todo, es necesario señalar que Ockham no es tan materialista como para ignorar la noción y el primado del espíritu, y que para él el único sujeto libre, y supremamente libre, es Dios. Es difícil comprender cómo en un clima metafísico tan desfavorable quede intacta la noción del Dios libre y omnipotente, y en consecuencia la libertad del hombre. Parece tratarse de un residuo de la formación franciscana recibida, que sobrevive, aunque dificultosamente, en el mundo intelectual escéptico y paganizante, que Guillermo ha dejado imprudentemente entrar en su espíritu al contacto con el fascinante y peligroso clima de la universidad oxoniense, con su orgulloso y pedante engreimiento, que ha pervivido a través de los siglos: esa hinchazón de la ciencia, de la que san Francisco de Asís habría huido como de la peste.
----------La verdadera apertura al espíritu, en efecto, proviene de una mente no restringida a la simple ciencia experimental, sino atenta a los signos y a los reclamos de la trascendencia, que entiende el ser en su valor analógico. Es necesario observar, como de hecho observa cualquier mente sana, que los entes más diversos o diferentes entre sí caen bajo la misma noción del ente, por lo cual esa noción, aunque se mueve en el mundo de la materia, nos permite así elevarnos al mundo del espíritu y de lo divino.
----------La noción del ente, ciertamente tiene su propia unidad o identidad, es reconocible, pero no es la unidad absolutamente precisa de lo unívoco, del género o especie que sea. Es en cambio la unidad relativa de una real variedad o pluralidad que tiende al uno o que deriva del uno. Es una pluralidad de significados similares o disímiles entre ellos, ordenados todos con proporcionalidad y armonía a un supremo analogado, que constituye la referencia semántica para la unidad de significado del concepto. Así tenemos los grados del ser, del saber, de la vida, del actuar, de la perfección, de la virtud, etc.
----------La analogía satisface la exigencia de unidad e identidad de significado, propia de la univocidad, dirigida a hacer ciertamente que el silogismo funcione y no tenga cuatro términos. Pero para tal unidad no siempre es necesaria la univocidad, como cree Scoto, sino que puede bastar la relación de muchos significados diferentes a uno (pros en, dice Aristóteles), como sucede en la analogía.
----------La universalidad de la noción analógica, por otra parte, abstrae, como todo universal, de los inferiores, pero no completamente, como lo hace el género, sino que los contiene implícitamente en sí misma. La abstracción metafísica, por tanto, prescinde de la materia, pero al mismo tiempo no la excluye. No rechaza la materia, pero tampoco se acomoda plenamente sobre la materia. La abstracción metafísica se destaca por lo alto sin olvidar lo bajo. Habita en el cielo sin olvidar la tierra.
----------Lo análogo es pluri-significante como lo equívoco, ¡pero existe entre ellos una notable diferencia! En lo análogo los analogados son, en efecto, muy distintos entre ellos, pero en armonía entre sí, por ejemplo: vida vegetativa, vida sensitiva, vida racional, vida angélica, vida sobrenatural, vida beatífica, vida divina. Es siempre vida, ¡pero con qué notables abismales diferencias!
----------Lo análogo es polisemántico sin ser confusionario como lo equívoco. Une distinguiendo, mientras que lo equívoco ensambla caóticamente, casualmente, sin orden y unidad y confundiendo. Lo equívoco, en efecto, es un nombre que esconde en sí significados entre ellos desordenados y contradictorios. La palabra "can" puede indicar el animal que ladra, como la constelación del can y el gatillo de la pistola: todas cosas que nada tienen que ver entre sí, si no fuera por lejanos parangones.

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