miércoles, 24 de agosto de 2022

La metafísica evolucionista de Teilhard de Chardin (1/2)

Algunas obras recientemente publicadas dan prueba de la vigencia de las ideas del padre Pierre Teilhard de Chardin. Una buena ocasión, pues, para ofrecer al lector algunas consideraciones críticas sobre el pensamiento del famoso jesuita, con particular atención a los principios de su filosofía.

La vigencia del pensamiento de Teilhard de Chardin
   
----------El pensamiento del padre Pierre Teilhard de Chardin [1881-1955] continúa suscitando vasto interés. Muestra de ello es que siguen publicándose libros, ensayos y artículos dedicados a su obra. En abril de este año el jesuita padre Agustín Udías Vallina ha podido publicar su librito Los Ejercicios Espirituales con Teilhard de Chardin (ediciones Mensajero 2022), obra más bien recopiladora y populizadora, mientras que hace pocos años fue publicado un libro de mayor aliento, Teilhard de Chardin. Aberrazioni (ediciones Effedieffe 2015), publicación crítica de un escrito del Siervo de Dios monseñor Pier Carlo Landucci [1900-1986], gran filósofo y teólogo. Por lo tanto, aprovechemos la ocasión para ofrecer al lector algunas consideraciones críticas sobre el pensamiento del famoso Jesuita, con particular atención a los principios de su filosofía.
----------Antes que nada, aclaro que renuncio en este artículo a ofrecer al lector referencias textuales, ya que las tesis de Teilhard son universalmente conocidas. Considero que es más útil en cambio reflexionar sobre su alcance metafísico y sobre las consecuencias que se derivan en el plano moral. Entonces se comprenderá mejor el por qué del famoso Monitum contra Teilhard publicado por el Santo Oficio en 1962.
----------La primera observación que se podría hacer es que en Teilhard falta la noción de acto de ser, sustituido por la evolución. Por lo tanto, para él no existe un ser fijo e inmutable, independiente del devenir y del cambio. El ser o la esencia, para él, es el ser que deviene, como en Heráclito. Todo evoluciona, todo cambia, nada es inmutable, nada es definitivo. El devenir mismo es eterno: desde siempre y para siempre. Nadie duda de la existencia de entes mutables. Pero para Teilhard no existe ente que no cambie, incluso Dios.
----------La noción del ser está sustituida por la de "evolución", que en Teilhard es entendida como proceso de transformación universal por el cual la materia por sí misma se transforma en el espíritu y se eleva al nivel del espíritu, hasta Dios: evidente ausencia de la distinción entre acto y potencia y de la conciencia que nada pasa al acto si no es a causa de un acto preexistente. La materia es ya por sí misma originariamente viva, consciente y en acto, y por eso, para elevarse y evolucionar, no tiene necesidad de un acto externo superior y trascendente que la actúe. Se eleva por sí. Es ya esto un principio del ateísmo.
----------Por consiguiente, está claro que en Teilhard de Chardin falta la noción de causa eficiente, que es causa de la transformación, que no es otra cosa que la evolución, la cual por lo tanto no es, como cree Teilhard, principio por sí misma, sino que es causada por el acto de ser de la forma, que se sustituye a otra forma (trans-formatio) en una misma materia, la cual materia es precisamente sujeto o potencia de ser, que puede actuarse adquiriendo una forma o ser informada por la forma.
----------Lo que quiere decir que la materia no puede existir por sí sola, no puede darse la forma por sí misma, y no puede ser si no formada, mientras que la forma, que tiene de por sí el acto de ser, no dice que deba necesariamente dar forma a una materia. Lo que supone la existencia de una forma inmaterial y esto es precisamente el espíritu.
----------De hecho, Teilhard habla de "espíritu", pero tiene una noción falsa de él, incapaz como es Teilhard de concebir entes o formas inmateriales. Esto supone, en efecto, otra distinción fundamental, también ignorada por Teilhard: la distinción entre materia y forma.
----------Ahora bien, faltando en Teilhard la noción del ser, falta en consecuencia la del no-ser, es decir, la noción de la nada. Por eso, en Teilhard falta la correcta noción del mal y de la creación, entrambas ligadas a la idea del no-ser. Obviamente, sin embargo, dado que luego, de hecho, nadie puede pensar si no tiene al menos implícitamente la noción del ser, quien rechaza formalmente esa noción, como hace Teilhard, debe recurrir a un sustituto fantástico, que habitualmente es el devenir. Y así es para Teilhard.
----------La diferencia con Heráclito es que Teilhard, en cuanto católico, es monoteísta; y de hecho es monista, se podría decir sobre las huellas de Parménides: todo es Uno; lo múltiple es Uno, o mejor tiende evolutivamente a ser Uno, sin luego claramente nunca lograrlo, de lo contrario se rompería el principio del devenir. Por lo tanto, todo se confunde: ciencia y fe, principio y fin, ser y devenir, alma y cuerpo, materia y espíritu, mundo y Cristo. Para Teilhard, distinguir significa separar. Pero lamentablemente, al unir confunde.
----------Por otra parte, Teilhard de Chardin no tiene la percepción de la analogía del ser y del ser por participación. Por consiguiente, no capta la distinción entre lo uno y lo múltiple, entre lo idéntico y lo diverso. Por esto, para él los grados del ser (vale decir, cuerpo inanimado, vida vegetativa, vida sensitiva, vida racional, vida espiritual, vida sobrenatural, vida divina) no son verdaderamente distintos unos de otros y tales, por lo cual el grado inferior requiere ser causado por una causa superior, sino que para Teilhard es el grado inferior el que causa el superior. Todo surge ab aeterno desde abajo, aunque teniendo ya en sí y potencialmente o implícitamente el Todo. Una tesis absurda y absolutamente indemostrable.
----------Para Teilhard, en efecto, la Materia eterna es de por sí divina, coincidente con el Mundo; es ab aeterno infinita multiplicidad, que progresivamente se unifica por sí misma en el proceso de la evolución (y esto según Teilhard sería la "creación" tal como él la entiende); se eleva evolutivamente en el tiempo desde los grados ínfimos del ser hasta explicitar abiertamente y supremamente su divinidad y espiritualidad primero en el hombre con la antropogénesis y al final de todo al nivel Crístico.
   
De la Ontogénesis a la Cristogénesis
   
----------Y este proceso sería Jesucristo. Por tanto, Cristo no tanto entendido como singular individuo humano históricamente definido, sino Cristo "cósmico" y "universal" identificado con el Mundo, de modo que la Iglesia, Cuerpo de Cristo, se identifica con el mundo.
----------Así Teilhard usa el término "Mundo" con mayúscula, porque para él es la totalidad de lo real. El mundo, para él, no es sólo el de los físicos y de los biólogos, sino precisamente como Materia eterna, -también esta palabra la usa con mayúscula- del mundo emergen todos los grados y las formas del ser, comprendido lo espiritual y lo divino, incluidas la Iglesia y la Santísima Trinidad.
----------Por lo tanto, la ontogénesis coincide con la Cristogénesis. Cristo en Teilhard es ciertamente Alfa y Omega, pero siempre entendido como Cristo cósmico, como Logos interior a todas las cosas, omnia in omnibus, no como individuo humano, que es el Jesucristo predicado por el dogma eclesial. Para Teilhard, el Cristo individuo humano es solo una imagen popular del verdadero Cristo, que es el Cristo cósmico existente ab aeterno como Mundo que deviene Dios, y muestra al final lo que está al inicio.
----------Por consiguiente, su noción de Dios no es la del ipsum Esse per se subsistens. Para Teilhard, Dios no es puro Espíritu, desprovisto de materia y existente ab aeterno antes de la creación del mundo. Para Teilhard ciertamente Dios existe. Pero está escondido ab aeterno en la Materia eterna, que evoluciona hacia lo alto, hasta el vértice supremo divino, donde Dios se revela como Santísima Trinidad.
----------Ahora bien, sin embargo ya la misma razón natural, si no queremos caer en lo absurdo y en lo blasfemo, nos obliga a afirmar perentoriamente y con total certeza, que Dios no es el vértice del mundo, sino que en cuanto Ser absoluto y perfectísimo, existe por Sí y para Sí (aseitas) antes del mundo ("Ahora, Padre, glorifícame junto a Ti, con la gloria que yo tenía contigo antes que el mundo existiera", Jn 17,5) y muy bien podría existir solo sin el mundo. Es el mundo el que depende de Dios, no al revés.
----------Por otra parte, uno puede preguntarse si Teilhard realmente cree en una jerarquía de los entes o bien considera que todo pase a todo, confundiendo lo alto con lo bajo y lo bajo con lo alto. En efecto, incluso admitido, pero no concedido, que la materia se eleve por su sola fuerza al nivel del espíritu, o que la naturaleza se eleve por sí misma a la gracia, o que el hombre se eleve al nivel de Cristo, ¿qué credibilidad o fundamento pueden tener el primado del espíritu o de Cristo, si luego todo está ya precontenido en la materia primordial y eterna?
   
El problema de la creación
   
----------¿Qué pasa entonces con la creación de la nada? La nada para Teilhard, como habíamos dicho, no existe, porque según Teilhard la creación no es una producción de la nada, sino una unificación de la infinita multiplicidad material originaria.
----------Pero Teilhard ni siquiera se da cuenta de las trágicas implicaciones de su aparente optimismo evolucionista: no se da cuenta que negar el ser no es admitir el devenir, sino que es afirmar la nada. Por consiguiente, detrás del rostro aparentemente sereno y triunfante del teilhardismo existe en verdad el espectro inquietante del nihilismo.
----------La observación que debemos hacer es que la verdadera creación supone a Dios como Acto puro e infinito y al mundo no todavía existente. Nada pasa de lo posible a lo actual o de la potencia al acto o de lo imperfecto a lo perfecto, si no en virtud de un ente ya en acto. La nada por sí misma no se da el ser. No se puede dar lo que no se tiene. La causa, para poder dar el ser al efecto, debe ya virtualmente contener en sí misma el efecto. La creación de la nada quiere decir precisamente que la creatura, el ente causado, no se da el ser por sí, ni lo tiene por sí, sino que lo recibe de la Causa del ser, es decir, de Dios, que ya por Sí ab aeterno es la plenitud absoluta del ser, capaz de producir tanto la materia como el espíritu.
----------Y por otra parte, el concebir la creación como unificación de una pura multiplicidad material infinita, como hace Teilhard, además del carácter absolutamente fantástico de una idea de este tipo, no supone en manera alguna plantear radicalmente la cuestión del origen del mundo, es decir, de su existencia causada, sino darlo como presupuesto injustificado y además supone siempre una Materia eterna ya divina, que por intrínseca energía se eleva o emerge a los planos supremos de la realidad comprendido Dios. No es entonces Dios que crea el mundo, sino que es el mundo el que crea a Dios.
----------Por lo tanto, falta en Teilhard el concepto de causalidad eficiente, que dice propter quid unumquodque et illud magis. En cambio para Teilhard el efecto, que para él es el escalón superior de la evolución, -por ejemplo, el hombre que deriva del simio- no es algo menos, sino que es algo más, porque Teilhard permanece engañado por la efectiva precedencia temporal del ente inferior del cual surge el ente superior y lo confunde con una primacía ontológica. Confunde el post hoc con el propter hoc: si el hombre temporalmente viene después del simio, no quiere decir que sea causado por el simio.
----------De hecho, en Teilhard existe el primado del fin y del progreso. Se va de lo bueno a lo mejor. Sin embargo, el efecto del actuar supera la causa agente. En Teilhard no es el acto lo que conduce a la potencia al acto, sino que es la potencia, como materia, que teniendo ya en sí el acto -o, como la llama Teilhard, la "energía"- se eleva a sí misma, se trasciende en un plano superior.

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