sábado, 13 de agosto de 2022

¿Es que acaso puede haber un ateo en buena fe? (3/3)

El único modo concreto que tiene el hombre de negar la existencia de Dios no es el demostrar que no existe, obra absurda e imposible, sino que es oponerse a su voluntad con el pecado. El verdadero y propio ateísmo, nocivo para uno mismo y para los demás, castigado por Dios, no es tanto el negar la existencia de Dios o el no pensar en Dios, sino que es la culpa moral, que consiste simplemente en el desobedecer la voluntad de Dios.

"Ni caliente ni frío" (Ap 3,16)
   
----------Por fuera de esa alternativa tan neta que hemos considerado al final de la nota anterior, existen hoy posiciones sedicentes católicas, como por ejemplo la de Hans Küng [1928-2021], teólogo que en sus textos mantiene el pie sobre dos estribos, a semejanza de Kant: para Küng no se puede demostrar racionalmente la existencia de Dios, pero tampoco se puede demostrar racionalmente el ateísmo. Por lo tanto, él se profesa por su cuenta teísta, pero no tiene en absoluto la perspectiva de refutar al ateo.
----------En cuanto a Immanuel Kant [1724-1804], se plantea, ciertamente, el problema de la existencia de Dios, y dice querer refutar a los ateos, pero luego hace un agujero en el agua por haber comenzado mal y haberse detenido en el plano de los fenómenos, por lo cual él ha quedado míseramente pegado a la tierra y no ha llegado a elevarse al plano del espíritu y de la trascendencia, ámbito que es el único en el que podemos encontrar a Dios, ya que Kant no alcanza a ver la causalidad sino como causa de los fenómenos físicos.
----------Sin embargo, Kant no carecía de la percepción de lo espiritual. Tanto es esto cierto que la prueba de la existencia de Dios por medio de la conciencia del deber moral es sin duda eficaz. Pero entonces no se entiende cómo hace para saber que el deber exige la existencia de Dios si no sabe si Dios existe. Nihil volitum nisi cognitum. La razón práctica kantiana no pone en práctica lo que la especulativa ha visto, sino que posee ya por sí la verdad sobre Dios. Se entiende entonces cómo Fichte juzgará suficiente la práctica como para establecer la verdad. Y eso permanecerá hasta Marx.
----------Pero aquí Kant no da ninguna prueba de espiritualidad. Y por otra parte, si no nos elevamos por encima de las causas de los fenómenos y no sabemos entrar en el horizonte de la causa espiritual, es lógico que no alcancemos a encontrar a Dios, porque lo buscamos donde no está. Dios es espíritu y no un fenómeno entre los fenómenos. Si el cardenal Cayetano, docto tomista del siglo XVI, hubiera podido hablar con Kant, le habría repetido sus famosas palabras: disce elevare ingenium aliumque rerum ordinem ingredi.
----------Esta sorprendente incapacidad de Kant de elevarse por encima de los fenómenos para llegar a la metafísica, la muestra cuando asegura que el intelecto especulativo no puede conocer lo que supera los límites de la experiencia, cuando luego por otra parte prueba que sabe moverse muy bien en el mundo del espíritu con su obra dedicada a la crítica de la razón pura.
----------Kant nunca ha reflexionado seriamente sobre cómo, por cuáles medios y por qué él estaba en posesión de nociones relativas a la vida del espíritu y de dónde las había obtenido. Se habría dado cuenta de que en realidad él sabía lo que es la metafísica y estaba perfectamente al corriente de la posibilidad de un saber metafísico, porque él mismo lo practicaba.
----------Si Kant solamente se hubiera detenido sobre la cuestión del ser, no hubiera tenido ninguna dificultad para descubrir a Dios. Con todo el interés que Kant había demostrado por los problemas del espíritu, del alma, del conocimiento, de la conciencia, del intelecto, del juicio, de la idea, del concepto y de la razón, no se comprende por qué nunca jamás le vino en mente especular sobre el ser, que es precisamente la "cosa en sí", espíritu y materia, vale decir, la realidad, que es el objeto del pensamiento, del intelecto, del conocimiento, de la conciencia, del juicio, del concepto, de la idea y de la razón.
----------Por tanto, Kant se equivoca gravemente al sostener en la Crítica de la razón pura que la demostración racional de la existencia de Dios, sobre todo si se apoya en la filosofía escolástica, "fuera de las escuelas nunca ha convencido a nadie". ¿Acaso cree que sus enrevesadas y sofísticas elucubraciones acerca de la imposibilidad de tal demostración convencen a alguien, que no sea de los que dan por hecho lo que quiere demostrar? ¡Pobre Kant! Tanto esfuerzo para escribir un libro de 650 páginas para llegar, tras girar y volver a girar, a la desoladora conclusión de que la razón especulativa no puede demostrar la existencia de Dios, es decir, que fracasa en su fin último, que es precisamente el de conocer racionalmente a Dios!
----------En esta línea, un caso notable de desprecio de la razón acerca de la cuestión de la existencia de Dios es el de Hans Küng. Él, en efecto, en su grueso volumen de 950 páginas Existe Dios? (de las ediciones Cristiandad, Madrid, 1979), dice: "Dios no puede ser conocido como algo objetivo, previamente dado a nosotros. No cabe demostrar de forma convincente para todos que Dios existe" (p.747); "parece imposible, por tanto, una deducción de Dios partiendo de la experiencia de la realidad del hombre y del mundo por medio de la razón teórica, para demostrar su realidad en conclusiones lógicas" (ibid.); "la negación de Dios no puede refutarse por caminos puramente racionales" (p.774); "en el plano de la lógica rigurosa, las pruebas de la existencia  de Dios son tan poco concluyentes como el amor" (p.781); "no debemos hablar de unos 'praeambula fidei' como infraestructura racional de la teología dogmática, establecidos gracias a una argumentación racional de la razón pura" (p.786).
----------En conclusión, Küng, contra la enseñanza explícita de la Biblia y de la Iglesia, excluye la competencia de la razón tanto en la tesis teísta como en la tesis atea, pero al mismo tiempo da preferencia a la primera.
----------Pero en esta opción, siendo, como él dice, no una cuestión de dar razón o afirmar error, sino simplemente de "confianza", Küng prefiere la teísta, pero sin una convicción sincera, dejando espacio también a la tesis atea, objeto de una diferente "confianza". Por eso, no tiene sentido para Küng el problema de preguntarse si un ateo puede o no estar en buena fe, como no tendría sentido que, por ejemplo, un fraile dominico se preguntara si alguien que elige hacerse fraile franciscano está o no está en buena fe. Simplemente el fraile dominico es diferente al fraile franciscano y eso basta. No todos están obligados a hacerse dominicos. De donde vemos lo lejos que está Küng de un correcto examen del problema y lo hipócrita y doble que es su posición de falso católico, que está por el sí, pero no excluye el no, para que parezca que está por el sí, pero manteniéndose bueno también el no y aparentar un alma liberal que sabe comprender incluso al "diferente".
----------Hans Küng en su libro declara abiertamente no aceptar ninguna evidencia objetiva y primaria, ni sensible ni racional y, en consecuencia, rechaza el valor eminentemente racional del principio de causalidad, el cual se funda precisamente sobre las primeras evidencias del sentido y de la razón. Por tanto, en Küng la razón es incapaz de ponerse en movimiento y proceder con su fuerza lógica natural, sino que oscila entre el sí y el no.
----------¿Por qué? Porque evidentemente el mismo Küng, con toda su exaltación de la libertad, no deja libre a la razón para avanzar hacia la verdad, pasando del efecto a la causa y de las premisas a la conclusión teológica; mientras que al mismo tiempo no se da cuenta de cuánta violencia hace el ateo a la razón al bloquearla a mitad de camino en su recorrido hacia Dios.
   
El ateísmo como opción de vida
   
----------El único modo concreto que tiene el hombre de negar la existencia de Dios no es ciertamente el demostrar que no existe, obra absurda e imposible, sino que es oponerse a su voluntad con el pecado. El verdadero y propio ateísmo, nocivo para uno mismo y para los demás, castigado por Dios, no es tanto el negar la existencia de Dios o el no pensar en Dios, sino que es la culpa moral, que consiste simplemente en el desobedecer la voluntad de Dios. En tal sentido puede ser prácticamente ateo también el más docto teólogo, que sabe con absoluta certeza que Dios existe y es capaz de demostrar irrefutablemente su existencia.
----------¿Y esto por qué es así? Porque cada uno de nosotros, ni bien en sus primeros años comienza a razonar y a interrogarse sobre el por qué de las cosas y de sí mismo, se da cuenta por sí solo que debe existir un por qué último de la vida y de la existencia, un valor absoluto, primero y último, que da sentido a todo el resto. Cada uno de nosotros se da cuenta de que Dios existe como causa primera del mundo y, puesto delante de Él, hace su elección de vida o por Él o contra de Él, tal vez no considerándolo en Sí mismo, sino en un humilde objeto de la vida cotidiana, en el cual aunque implícitamente está involucrada la relación con Dios, por ejemplo un mandato de la mamá, al cual el pequeño puede obedecer o desobedecer.
----------Pero en este acto aparentemente banal y sin consecuencias, en realidad la voluntad del pequeño, quizás sin plena conciencia, toma posición ante Aquel que ha descubierto ser Dios, Aquel que es el sentido y fin último de su vida, su supremo bien. Pero el pequeño podría rechazarlo como su propio bien poniendo su propio bien no en Dios sino en sí mismo. Se trata de aquello que los moralistas llaman "opción fundamental".
----------Saltan fuera entonces todas las excusas para intentar una justificación de su rechazo a Dios. La historia de las religiones y de la filosofía es la historia de todas las infinitas tentativas o expedientes (la idolatría, el politeísmo, el panteísmo, el mismo ateísmo) sugeridos a los hombres por el diablo o por la insensatez o por la locura de sustraerse a la mirada de Dios y para cancelarla del horizonte de la conciencia a fin de absolutizar la propia voluntad en una falsa libertad que conduce a la perdición.

6 comentarios:

  1. Lecturas memorables, únicas. Solo el resumen histórico justificaría por sí solo una página dedicada. ¡Gracias padre Filemón!

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    1. Estimado Mauro,
      te agradezco mucho tus buenas palabras. Ora por mí, para que pueda ser de utilidad a la Iglesia y a las almas.

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  2. Sergio Villaflores14 de agosto de 2022, 5:54

    Estimado padre Filemón:
    Me parece magistral cómo, en el breve espacio de tres artículos, usted ha logrado no solo resumir de manera brillante el camino del ateísmo filosófico con sus repercusiones en la falsa teología, sino también desenmascarar las falsas certezas de las que el ateísmo muchas veces se disfraza, de hecho, incapaz de reconocer su dependencia del pecado de soberbia.
    Me parece magistral cómo, en el breve espacio de tres artículos, usted ha logrado no solo resumir de manera brillante el camino del ateísmo filosófico con sus repercusiones en la falsa teología, sino también desenmascarar las falsas certezas de las que el ateísmo muchas veces se disfraza, de hecho, incapaz de reconocer su dependencia del pecado de soberbia.
    ¡Qué gran contradicción existencial viven esos ateos que se esfuerzan al máximo por aliviar el sufrimiento material de los pobres! Un ejemplo ha sido el médico milanés Gino Strada, fallecido el año pasado, quien después de haber practicado personalmente la medicina y la cirugía en varias zonas de conflicto bélico en la Cruz Roja, fundó Emergency, la asociación humanitaria internacional para la rehabilitación de las víctimas de la guerra, llegando a asistir a millones de pacientes.
    En una entrevista de 2019, a la pregunta "¿Dios?" él respondía: "No siento ninguna necesidad de Dios. Pienso que el significado de las cosas está en las cosas mismas, no fuera ni arriba".
    Me pregunto si tanto activismo filantrópico no hunde también sus raíces en el incansable pero desesperado intento de paliar el sentimiento de culpa que provoca el rechazo de Dios Padre...

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    1. Estimado Sergio,
      Gino Strada decía que "las cosas tienen significado por sí mismas". Sí, eso es cierto, pero eso no quiere decir que existan por sí mismas; sino que han sido causadas. ¿Y quién las causa? ¿Y la gente a la cual Strada ha hecho el bien, esa gente existe por sí misma? Entonces, ¿qué necesidad tenían de él esas personas? Pero si Strada se da cuenta de que lo necesitan, ¿cómo dice que esas personas tienen significado en sí mismas? Aquellos a los que él ayudaba deberían habérselas arreglado por sí solos. ¿Y cómo hacía él para hacer el bien que hace? ¿Es él la fuente absoluta del bien? ¿O hay Alguien que le permite hacerlo? Si alguien que hace el bien no reconoce que hay Alguien que le permite hacer el bien, es un desagradecido.
      Y hay algo más: hace el bien a los demás y no se lo hace a sí mismo buscando ese Bien supremo e infinito que es Dios ¿Acaso no tiene necesidad de Dios? ¿Pero quién se cree que es? ¿Autosuficiente como Dios?
      ¿Está implícito el amor a Dios en su amor al prójimo? ¿O hace el bien porque tiene el capricho de hacer el bien como estaría dispuesto a hacer el mal de la misma manera, por capricho? Entonces, ¿quién lo controla? ¿No puede hacer lo que le parece?

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  3. Estimado padre Filemón:
    Me gustaría que me aclarara algunas cuestiones acerca de lo planteado por el Catecismo, en el número 2125, sobre los atenuantes del pecado de ateísmo. El Catecismo dice que "el ateísmo es un pecado contra la virtud de la religión", sin embargo, me parece que decir cuál es la responsabilidad de los sujetos es una cuestión mucho más difícil, ya que solo Dios es quien puede entrar en el ámbito de la conciencia. Me parece que no podemos decir con certeza que ningún ateo esté actualmente privado de la gracia de Dios.
    Gracias.
    Ignacio del Hoyo (Burgos, España)

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    1. Estimado Ignacio,
      el pecado de ateísmo no admite parvedad de materia y ni siquiera atenuantes, como si pudiera ser un pecado venial, porque concierne al sentido último de la vida, es decir, aquello de lo cual depende la salvación o la condenación. Es imposible que el ateo, si es verdaderamente ateo, esté en gracia de Dios. En todo caso, el problema es saber, caso por caso, si ésta o aquella persona es verdaderamente un ateo.

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