domingo, 14 de agosto de 2022

El éxito del neomodernismo martinista

Sería un grave error de discernimiento pastoral si la Sede Apostólica pensara que para la urgente exigencia y oportunidad de lograr una plena aplicación del Concilio Vaticano II, fueran suficientes las necesarias correcciones disciplinarias que se están tomando contra las corrientes pasadistas (pseudo tradicionalistas). El papa Francisco, o su sucesor, deberá de una vez por todas detener con firmeza la aún muy viva y exitosa difusión de las corrientes modernistas (pseudo progresistas) rahnerianas, sobre todo en su vertiende martinista.

----------Una necesidad urgente de la Iglesia en la actualidad, a sesenta años del Concilio Vaticano II, sigue siendo la de una recta y plena aplicación del Concilio, lo cual no excluye la necesidad ni la oportunidad de algunas modificaciones o correcciones de ciertas directivas pastorales, que sobre todo por la prueba de los hechos, han revelado ser menos prudentes o incluso contraproducentes.
----------Por cuanto respecta al aspecto doctrinal o dogmático del Concilio, el problema, aún después de tanto tiempo, sigue siendo el de la recta interpretación, a causa de un lenguaje no siempre claro, de algunas de sus doctrinas, sobre todo las nuevas, que explicitan y desarrollan los datos de fe tradicional.
----------El Magisterio de la Iglesia, en estos sesenta años, se ha esforzado mucho por explicar el verdadero sentido de las doctrinas conciliares -baste pensar en las encíclicas de san Paulo VI o de san Juan Pablo II o en el Catecismo de la Iglesia Católica-; pero al mismo tiempo no ha obrado lo suficiente para corregir las malas interpretaciones, sobre todo de marca modernista, que en el curso del tiempo han hecho siempre más pie, han ganado cada vez más terreno, procurándose la patente de la interpretación mejor, más moderna y avanzada, respecto de la propuesta por los mismos Pontífices, a tal punto que esto ha hecho que a muchos la interpretación de los Pontífices les ha llegado a parecer como superada y ligada a la teología del pre-concilio.
----------Desgraciadamente, los Pontífices, en su generoso intento de mantener el diálogo con los modernistas, no se han defendido suficientemente de estas acusaciones, de modo que el éxito de las interpretaciones de corte modernista es un éxito que los mismos Pontífices han permitido de algún modo, quizás para no provocar males mayores, y ha sido así que en el mundo católico se difundiera y se afirmara una doble visión de la Iglesia y del catolicismo, casi dos corrientes aparentemente de igual legitimidad, y coexistentes no obstante los contrastes entre ellas: una corriente mayoritaria, o al menos muy poderosa e influyente en todos los niveles de la Iglesia, pastores y fieles, con exponentes presentes en la misma jerarquía y colegio cardenalicio, y sobre todo en los ambientes teológicos y académicos, fuerte en poderosos medios publicitarios, expresión de la interpretación modernista del Concilio, y una corriente minoritaria, fiel a la interpretación de los Pontífices.
----------Aquella corriente modernista, la primera mencionada, sabe ocultar muy bien sus raíces disruptivas y demoledoras, y su venenosa duplicidad, bajo las apariencias de un catolicismo que se presenta como moderno, aggiornado, culto, agradable, moderado, complaciente, mitigado, tolerante, comprensivo, abierto, ecuménico, tranquilo y laborioso, enemigo de todas las exageraciones y de todos los fanatismos.
----------Un catolicismo señorial y cortés, acomodaticio y oportunista, astuto y maniobrero, que calma las iras, atenúa los contrastes, amante del pluralismo y de la diversidad, que suaviza las posiciones, evita las polémicas, las rigideces y las puntillosidades doctrinales, que conoce la buena educación, que media entre los opuestos, que a todos respeta, a todos acepta, a todos comprende, a todos excusa, por todos tiene compasión, a todos está abierto, a todos salva, de nadie es enemigo, de todos es amigo, al menos de palabra.
----------Se trata de una hermosa fachada, aparentemente grandiosa y por ello seductora, que sin embargo ya a simple vista, a una mirada atenta, muestra las grietas y los parches, detrás de los cuales no es imposible distinguir el vacío, el nihilismo y la sordidez. Un gigante con pies de barro. Y esto es así porque falta un sincero amor por la verdad y por los valores absolutos, falta la honestidad y la limpidez intelectual, faltan las bases y las certezas metafísicas, sustituidas por la duda, por los expedientes, por las conveniencias subjetivas, por el relativismo y por el laxismo moral, por el escepticismo, por el acomodamiento diplomático, por la erudición chispeante, por la banal bonhomía, por la fingida piedad.
----------Cuando viajé por primera vez a Italia, en los años ochenta, no fueron pocos los que me hablaban del cardenal Carlo Maria Martini [1927-2012] como de un personaje que pretendía ubicarse en alternativa al Papa, y él nunca jamás lo desmintió: hasta a pocos meses antes de su muerte, en el Corriere della Sera, se atrevió a afirmar que la Iglesia de Ratzinger se habia quedado dos siglos retrasada. Incluso en el mismo diario de la masonería, siempre en ese período, decía, con aparente contradicción, que nunca jamás la Iglesia había estado tan bien como en nuestros días y citaba a Karl Rahner como ejemplo de gran maestro.
----------Como sabemos, a la muerte de los últimos Papas, los grandes emisarios de los poderes modernistas hacían regularmente mención del nombre del cardenal Martini como "papabile", pero el Espíritu Santo, como era de esperar y se esperaba por parte de los buenos, ha sido de opinión diferente. En otra ocasión Martini dijo que para salvarse no se necesita la Iglesia, sino que basta con el Espíritu Santo, contradiciendo en ello el Concilio de Florencia del 1439-1442, el cual en cambio proclama la famosa sentencia "extra Ecclesiam, nulla salus", lo cual, naturalmente, no quiere decir que Dios no pueda salvar con medios sólo conocidos por Él, como dice el Concilio Vaticano II, a quien sin culpa suya no ha oído la predicación del Evangelio. Pero esto no quiere decir que tal hombre no pertenezca a la Iglesia. Pertenece a ella sin saberlo.
----------Famosa es también, por otra parte, la tesis del cardenal Martini, según la cual "existe en nosotros un ateo en potencia que grita y susurra cada día sus dificultades para creer", de modo que según Martini la fe no es certeza absoluta e indiscutible, como enseña la Iglesia, sino continuo debate e incerteza, incertidumbre nunca jamás resuelta entre el sí y el no. No es difícil imaginar cuál conducta moral puede surgir de semejantes ideas. Y de hecho, son bien conocidas las posiciones laxistas de Martini en ética sexual y el favor que él otorgaba al sacerdocio de la mujer, al falso profetismo de Enzo Bianchi, además de su ecumenismo relativista y buenista, en la línea del cardenal Walter Kasper. Además, no fueron pocas las ocasiones que he tenido en mi estadía en Italia de recibir lamentaciones de sacerdotes y seminaristas formados en la escuela de Milán.
----------No discuto la gran preparación bíblica de Martini; pero me pregunto: ¿de qué sirve tanta erudición, si después falta una clara fidelidad al Magisterio de la Iglesia, que debería ser ejemplar en un Cardenal de la Santa Romana Iglesia? ¿Este grave error acaso no significa cercanía de Martini con el luteranismo?
----------Notable ha sido, poco tiempo antes de su muerte, la presentación que hizo Martini del libro de Vito Mancuso sobre el alma, donde el Cardenal hace malabarismos entre el sí y el no evitando condenar como habría debido hacerlo, con claridad e indignación, -aunque en este punto no podía hacer la presentación-, los horribles errores del falso teólogo, cosa que ciertamente ha contentado a los cientos de miles de admiradores de ambos, pero no sé cuánto ha contentado a una clara conciencia de católico y de hombre razonable. Me detengo aquí y no voy más allá. Ya son significativas las pruebas que he dado.
----------Ahora bien, el martinismo, en mi opinión, es incluso más insidiosamente peligroso que el rahnerismo, que es indudablemente su fundamento teológico. En efecto, Karl Rahner [1904-1984] sustenta principios gnoseológicos, lógicos y metafísicos contrarios al dogma católico, que Martini, mucho menos dotado desde el punto de vista especulativo, no ha asumido explícitamente. Sin embargo, Rahner también posee la habilidad de traducir sus abstrusas, complicadas y retorcidas elucubraciones pseudo-trascendentales, en términos accesibles y conceptos simplificados e incluso populares, muy seductores. Rahner es muy hábil en el relativizar la conceptualidad del dogma con su "experiencia atemática preconceptual" (Vorgriff) y su gnoseología evolucionista y modernista, pero luego sabe usar con extrema habilidad la más articulada y estudiada conceptualidad para instilar sus errores en la mente de los desprevenidos. Rahner se sirve del concepto para destruir el valor del concepto y para sustituir el concepto falso por el verdadero.
----------Rahner, ciertamente, no era un exégeta sino un teólogo o se hacía pasar por teólogo o es considerado como tal por quienes no saben qué es la teología. Es cierto que el teólogo no toma en consideración los temas bíblicos individuales para comentarlos. Al teólogo le es necesario y suficiente citar los pasajes bíblicos sobre los cuales fundamentar sus tesis teológicas. Pero estas citaciones no tienen necesidad de ser frecuentes y sistemáticas, como sucede en el exégeta o en el biblista o incluso en el teólogo bíblico. El teólogo en sentido propio y estricto, sobre todo el sistemático o especulativo, es decir, el verdadero teólogo que no se limita a expresar simplemente un pensar religioso o vagamente cristiano, construye su saber mediante rigurosos razonamientos y sólidos principios filosóficos y metafísicos, siempre sometido al magisterio de la Iglesia.
----------Ahora bien, Rahner, aunque ha sido explícitamente sostenedor del principio sola Scriptura, como Lutero, y descuidaba la Tradición, rarísimamente citaba en sus obras y en sus conferencias pasajes de la Escritura, porque sabía bien que casi siempre esos pasajes les serían contrarios; pensemos, por ejemplo, en los pasajes de la Escritura que tratan de la importancia de los conceptos dogmáticos, del Magisterio de la Iglesia, de la Tradición, del carácter absoluto de los contenidos de la ley moral, del libre albedrío, de la composición del hombre de cuerpo y alma, del mérito, del pecado y de la gracia, del paraíso del cielo, del purgatorio y del infierno, de la Parusía de Cristo al fin del mundo, del valor del sacerdocio y del sacrificio de la Misa, etc.
----------Martini, partiendo de Rahner, aún refrenado por cierto pudor o modestia o tal vez por prudencia, elaboraba un catolicismo que, si bien no asume el panteísmo rahneriano, recoge sin embargo su antropocentrismo buenista filo-luterano, y, nótese bien, un luteranismo todavía más alejado del catolicismo cuanto lo fuera el propio Lutero, ya que el biblicismo martiniano es el que Rahner deduce explícitamente de Bultmann, conocido protestante liberal del siglo pasado, seguidor de Heidegger como lo fue el propio Rahner.
----------Martini, por lo tanto, atenúa el hegelianismo rahneriano y elabora un catolicismo cercano a Lutero, pero sin separarse completamente de las herejías de Lutero, ni de las de Rahner. Un catolicismo de compromiso que quiere ser catolicismo, pero sin despegarse del todo, por un ecumenismo mal entendido, oportunista y confusionario, ni de Rahner, ni de Lutero. Se trata de una falsa interpretación del ecumenismo querido por el Concilio; pero en ello radican las razones del éxito del biblicismo martiniano.
----------El problema planteado por el martinismo es que el martinismo, por su respetabilidad, su prestigio, su aparente moderación y su éxito internacional, siempre en aparente armonía con la Santa Sede, se ha afianzado en el colegio cardenalicio, constituyendo una poderosa corriente, que con mucha probabilidad apoya a la corriente kasperiana y a la de los otros cardenales filo-rahnerianos o filo-modernistas. Sin embargo, es fácil imaginar que dentro del sacro colegio exista actualmente una situación de fuerte malestar, dada por el hecho de que también el martinismo, por más que sea un rahnerismo mitigado y suavizado, no está del todo libre de los principios corruptores y disolventes del rahnerismo, estrechamente conjugado con la herejía luterana en sus ulteriores desarrollos hegelianos y heideggerianos.
----------Por tanto, lo que desde este blog auspiciamos y por lo cual rezamos es que la mejor corriente del colegio cardenalicio, que se ha expresado en los últimos sínodos contra las tendencias nocivas, libre de tentaciones modernistas o conservadoras, quiera estar cercana al Santo Padre en la tarea que se le impone con cada vez mayor urgencia, gracias a la asistencia del Espíritu Santo y a la intercesión de la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia y Reina de los Apóstoles, de desarrollar con claridad, decisión, sabiduría y energía, la insustituible función de principio y garante de la unidad de la Iglesia, induciendo a penitencia a los pecadores, abatiendo a los soberbios, consolando a los débiles, reconciliando entre sí las facciones adversas, en la armonía entre las diversas corrientes en la reciprocidad de los dones recibidos, en la victoria sobre las fuerzas satánicas, para la común edificación del reino de Dios y la irradiación del Evangelio a todo el mundo.

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