lunes, 15 de agosto de 2022

Dos actitudes hacia el Romano Pontífice

Ha habido dos grandes figuras en la historia, ejemplos antitéticos, paradigmas de dos opuestas actitudes eclesiales, que se destacan a lo largo de los siglos para enseñarnos que se puede morir inocente, asesinado por hermanos de fe, mientras que se puede sobrevivir en el pecado con éxito, ya sea dando la apariencia de ser los verdaderos católicos del futuro, o ya sea, en el polo opuesto, aparentando ser los defensores de la Tradición y queriendo enseñarle esto al mismísimo Vicario de Cristo. [En la imagen: detalle de "Savonarola predicando contra la prodigalidad", pintura de Ludwig von Langenmantel, obra de 1879, en Munich].

----------En el complejo debate, que sigue siendo actual pues ha perdurado desde la llegada del papa Francisco al solio pontificio, acerca del significado que se debe dar a la variedad y multiplicidad tan diversificada de los gestos, de los comportamientos y de las enseñanzas del Sumo Pontífice, puede ser útil intentar arrojar luz sobre los principios que nos deben guiar para valorar, en la medida de cuanto es posible, un pontificado que, junto a estilos completamente tradicionales, muestra exploits que a primera vista parecen desconcertantes por su inusualidad respecto al comportamiento de los Papas precedentes, incluso retrocediendo en el tiempo. No es necesario dar ejemplos, que están a la vista de todos, sino que vamos a entrar de inmediato in medias res. Para ello, he pensado en proponer al lector el caso de dos personajes gigantescos y famosísimos de la historia del cristianismo, los cuales, si bien vivieron hace muchos siglos, pueden aportarnos elementos de reflexión y válidas enseñanzas acerca de la cuestión que nos proponemos, vale decir, cómo juzgar el comportamiento de un Papa: cuáles son los límites y el alcance de su autoridad, dónde el buen católico debe obedecer tranquilamente y dónde en cambio le es permitido plantear críticas y reservas.
----------Tanto Girolamo Savonarola [1452-1498] como Martín Lutero [1483-1546] han sido reformadores de la Iglesia: ¡pero qué diferencia! Mientras Savonarola parte de la idea que la Iglesia tiene de sí misma, tal como es concebida por el Magisterio, considerándola conforme al Evangelio, Lutero se hace la convicción de que la esencia de la Iglesia que es presentada por el papado, falsifica el ideal evangélico y por tanto pretende corregir al Papa sobre el concepto de Iglesia. De ahí las lógicas consecuencias: mientras que para Savonarola la reforma, en la línea de la enseñanza de santa Catalina de Siena, es una cuestión de caridad, es decir, de puesta en práctica de la verdad en la obediencia al Papa Maestro de la fe, sin escatimar al Papa filiales y sentidos llamados al cumplimiento del deber, para Lutero es una cuestión de verdad, en el sentido que se trata de hacer que la Iglesia redescubra su esencia evangélica desfigurada por las enseñanzas del papado.
----------Naturalmente, no es que a Savonarola no le importara la verdad, porque, como buen Dominico, hizo de la verdad la estrella guía y la pasión de toda su vida y la causa de su martirio, sino la caridad en cuanto precisamente realización de la verdad, íntegralemente y lealmente por él aceptada del Magisterio de la Iglesia. Lutero también, ciertamente, se presentó como sostenedor de la verdad; pero ¿cuánto debemos creerle en su declaración, cuando vemos la obstinación y la deslealtad con las cuales la rechaza?
----------Así, Savonarola, aunque justamente severo contra las costumbres morales del papa Alejandro VI, ni siquiera sueña con hacerle reproches en campo doctrinal, donde reconoce y respeta plenamente al Sucesor de Pedro, y aun cuando en un cierto momento propugna la convocatoria de un Concilio, lo hace siempre sobreentendiendo que el Concilio debe reformar la Iglesia bajo la guía del Papa, lo cual es completamente ajeno a la inicial apelación al Concilio hecha por Lutero; llamamiento que, influido inicialmente por el conciliarismo husita, abandonará posteriormente, sabiendo que para la Iglesia es inconcebible un Concilio no presidido por el Papa, ese Papa al que Lutero impugnaba no sólo en su conducta moral, sino precisamente en su derecho a ser Papa, algo que a Savonarola nunca jamás absolutamente le ha venido en mente. ¡No hagamos de Savonarola un husita! Un Papa puede ser depuesto, pero no puede ser depuesto el Papado.
----------El profetismo savonaroliano se atenía rigurosamente a los ejemplos de los profetas bíblicos, según los cuales, si por una parte su misión le compelía a Savonarola a hacer un llamado a la fidelidad a Dios, por la otra parte le impulsaba a propugnar con fuerza y ​​sin compromisos ni concesiones la aplicación de la Palabra de Dios en la vida eclesial y en la misma vida política.
----------No debemos sorprendernos al respecto, nosotros, que somos hijos de la mansedumbre y del diálogo promovidos por el Concilio Vaticano II, de la severidad de los castigos divinos y humanos amenazados por Girolamo Savonarola, quien entraba en el perfil de los usos y costumbres de su tiempo, con la misma pena de muerte tanto para los criminales como para los herejes. Incluso la reforma savonaroliana del Estado florentino de inspiración evangélica, en neto contraste con el fariseísmo pagano de Maquiavelo, debemos verla en su tiempo. Aunque Florencia fuera corrupta, seguía siendo una sociedad cristiana, muy diferente de las modernas sociedades laicistas de hoy, ideológicamente pluralistas, por no decir ateas, para gobernar las cuales no sería en absoluto oportuno ni posible un Estado cristiano, y es ya desde hace mucho tiempo que han sido aceptados los derechos fundamentales del hombre.
----------Algunos, como Ludwig von Pastor, en el tercer volumen de su famosísima Historia de los Papas, han querido ver en esta conducta de Savonarola una excesiva severidad e intransigencia; pero con ello han descuidado la necesidad de ubicarse en la mentalidad de la época, que no hacía excepción ni siquiera a los Santos, como se pueden mostrar tantos ejemplos de la historia.
----------En cambio, el profetismo luterano es diferente, basado ciertamente también él en la Biblia, pero una Biblia adulterada e interpretada en contraste con el Magisterio de la Iglesia, por lo cual el proyecto eclesial y político luterano no podía no falsificar las verdaderas exigencias y perspectivas del Evangelio. También es interesante la diferencia concerniente a la excomunión que fue irrogada tanto a Savonarola como a Lutero, conectada con cuento he dicho. Entrambos suscitaron la indignación del Papa por su actitud crítica frente a él. Pero muy diferente fue la crítica al Papa en Savonarola y en Lutero. Savonarola reprendió la conducta inmoral de Alejandro VI y se opuso a sus injusticias sobre la base de excelentes principios éticos y doctrinales, distinguiendo la falibilidad del hombre de la infalibilidad del Vicario de Cristo.
----------Muy por el contrario, Lutero, agredió desconsideradamnte y descriteriadamente al Papa precisamente como Vicario de Cristo acusándolo de herejía, una acusación fruto de su necedad, sobre la base de principios heréticos y dejándose llevar por un odio furioso y blasfemo.
----------Savonarola fue excomulgado injustamente y por envidia por el papa Alejandro VI, circundado de falsas informaciones, sin ninguna motivación válida ni doctrinal, dada la pureza de la doctrina savonaroliana, ni moral, dada la nobleza de sus virtudes, y más allá de que la excomunión fue inválida por vicio de forma y porque contenía falsas acusaciones, y por tanto fue nula y jurídicamente inconsecuente. Savonarola, entonces, fue asesinado después de un proceso injusto e irregular, en odio a la fe. En efecto, el odio a la fe (odium fidei) no es sólo el del impío y del hereje, sino que también puede ser el del creyente, que, por envidia, odia al creyente acusándolo falsamente de herejía, exactamente lo que hizo Alejandro VI. Por eso es indudablemente lícito, a propósito de Savonarola, hablar de martirio.
----------Es desconcertante que Savonarola haya sido enviado a la muerte como si fuera un criminal precisamente por quien debería haberlo alabado y apoyado en su heroica batalla por Cristo, es decir, por el mismo Vicario de Cristo, papa Alejandro VI, cegado por el odio y engañado por las calumnias de los enemigos del fraile. En la tragedia de Savonarola tenemos el episodio terrible del padre que asesina a su hijo.
----------El caso de Girolamo Savonarola es más único que raro en toda la historia del papado y del martirologio: ese mismo Papa que tiene de Dios la tarea de canonizar a los mártires, llega a convertirse en verdugo de un mártir. Es de notar, por otra parte, que Alejandro VI celebró correctamente las canonizaciones. Savonarola, en cambio, fue martirizado por Alejandro VI. Algo que resulta increíble.
----------De donde vemos la delicadeza, aunque también la extrema oportunidad, por las razones que diremos, de una eventual Causa de Beatificación de Savonarola, Causa que, siguiendo una devoción secular por el Mártir, ha sido propugnada hace algunos años atrás por los Capítulos Generales de la Orden Dominicana en base a estudios esclarecedores ya definitivos, como los del padre Giacino Scaltriti.
----------En la Orden Dominica y también en otros lugares, después de la muerte de Savonarola, surgieron dos corrientes de opinión frente al famoso florentino: una, demasiado leal a las censuras de Alejandro VI, encabezada por el mismo Maestro de la Orden Gioacchino Turriani, corriente que difundió la fama como de "desobediente", cuando el mismo Papa luego se arrepintió de lo que le había hecho a Savonarola, mientras que el sucesor, Julio II, dijo que de buen grado lo habría hecho Santo; y otra corriente de opinión, sabia y perspicaz, en la cual figuran algunos Santos como santa Catalina de Ricci, san Felipe Neri y, en tiempos recientes, el beato Giorgio Frassati, los cuales lo veneraban como Santo y como Mártir.
----------Muy diferente el destino póstumo del luteranismo, que se ha configurado y se configura hasta nuestros días como factor de una trágica división en la Iglesia, que ni siquiera el ecumenismo iniciado por el Concilio Vaticano II ha logrado remediar y que, de hecho, fomenta otras herejías, como la del modernismo. Ningún católico de buen sentido común piensa en hacer santo a Lutero, quien por otra parte ha despreciado el culto de los Santos, a diferencia de Savonarola, devotísimo de los Santos, comenzando por la Santísima Virgen, y objeto de veneración a lo largo de los siglos hasta hoy. Savonarola, en efecto, es un modelo perfecto y actual de predicador dominicano franco, valiente, ardiente, observante, generoso, amante de la sana doctrina, de la Iglesia y de las almas. Por tanto, sirve de modo excelente para hacer comprender la diferencia entre el Papa como Maestro de la fe y el Papa como supremo magistrado y pastor universal de la Iglesia.
----------El Papa es infalible en la potestas docendi, no en la potestas iurisdictionis sive gubernandi Ecclesiam, ni es impecable en su conducta moral. En estos campos puede cometer graves culpas, por lo cual se entiende cómo a Dante, que lo entendía, pudo ocurrírsele mandar a Bonifacio VIII al infierno. No hay duda que los Santos son modelo de obediencia; pero es necesario terminarla de una vez por todas por exaltar un género de obediencia supina y temerosa, una falsa obediencia, que viene a ser en la práctica una connivencia con el pecado y una sumisión al prepotente. Se obedece al bien y no al mal.
----------Quien obedece al mal con la excusa de la obediencia no es un santo, sino un hipócrita o un falso. Esta sacrosanta verdad es necesario "gritarla sobre los tejados", decirla finalmente en voz alta contra todos los fanáticos y los siervos de los poderosos. Santo es también el que rechaza la falsa obediencia. Lo cual, por lo tanto, no nos exige tomar las vestes de los contestatarios del sesenta y ocho o la arrogancia de los Rahner, los Schillebeeckx, los Küng, los Kasper, los Mancuso, los Lefebvre, los Viganò, o los Minutella, como tantas figuras de hipocresía, se trate de modernistas o de pasadistas, sino obedecer a Dios antes que a los hombres. Los verdaderos desobedientes, en cambio, como Lutero y todos los herejes, deberían ser censurados con fuerza, en lugar de convertirlos en campeones de la libertad y de la reforma.
----------El papa Alejandro VI, Rodrigo Borgia, reconoció, por otra parte, viviendo todavía el fraile, que la doctrina de Savonarola era ortodoxa, y él mismo, después de haberlo hecho condenar a muerte con una vana acusación de desobediencia, se arrepintió del gravísimo acto, alegando como excusa que había sido mal informado y que lo había excomulgado fuera de su intención (praeter suam mentem). Scaltriti, de hecho, en su libro El último Savonarola, demuestra que las órdenes dadas a Savonarola por el papa Alejandro VI fueron injustas e ilegítimas y, por lo tanto, inválidas. De ahí la consecuencia de la invalidez de la excomunión motivada por el Papa con el hecho de que Savonarola habría desobedecido.
----------Savonarola, en cambio, sintió de inmediato la injusticia y por tanto la nulidad jurídica de los mandatos papales, en cuanto que, como él mismo lo mostró claramente, eran "contra la caridad", es decir, contra la voluntad de Dios y, como decía santo Tomás de Aquino, la orden injusta de un superior, es decir, contraria a la ley divina o de la Iglesia, no merece ser obedecida, porque en este caso "talis oboedientia esset illicita" (Summa Theologiae, II-II, q.104, a.5, 3m). De modo similar, para el Aquinate una excomunión, incluso pontificia, puede ser injusta o ilegítima y, por eso mismo inválida y nula, y por consiguiente sin efecto.
----------En ese caso, la persona afectada queda completamente libre de la injusta e infamante disposición y de sus consecuencias, por lo cual la víctima conserva intacto su honor y su buena fama entre los buenos fieles y permanece en comunión con la Iglesia y con el Papa, no en cuanto ha errado, sino en cuanto Papa, Vicario de Cristo. La mala figura la hace el prelado que le ha excomulgado, incluso si fuera el Papa, el cual está obligado a reparar y a restituir a la persona inocente afectada su honor y su buena reputación. "Si sit talis error ex parte sententiae, qui sententiam nullam esse faciat, non habet effectum, quia non esset excommunicatio" dice el Aquinate (Summa Theologiae, Suppl., q.21, a.4). Con esto mismo vienen a caer las disposiciones disciplinarias o punitivas vinculadas a la excomunión.
----------Lutero, en cambio, como es bien sabido, fue justamente excomulgado por el papa León X con óptimas razones basadas en sus herejías y en la arrogancia y obstinación de su conducta. De lo cual se ve la diferencia abismal que separa la conducta de Savonarola de la de Lutero hacia el Papa. Savonarola sabía muy bien dónde es necesario obedecer al Papa y dónde está permitido resistirle. Por eso, en el caso de Lutero, fue gravísima la culpa de aquellos que, con desprecio de la excomunión, en vez de llamar a Lutero a la obediencia al Papa y a que se retractara de sus herejías, condescendieron a su furia herética y antipapal sin tomar en ninguna cuenta el valor y los efectos de la excomunión.
----------La historia nos sorprende: el caso es que Savonarola, excomulgado injustamente, es ajusticiado; Lutero, excomulgado correctamente, salva su pellejo. Una cierta responsabilidad en estas horrendas injusticias tiene ciertamente la familia Medici, poderosísima dinastía florentina, que dio a luz durante dos siglos, precisamente durante el neopaganismo renacentista, a muchos obispos y cardenales e incluso a dos Papas, León X y Clemente VII, quienes marcan una parte tristemente destacada en la historia del luteranismo, después de que los Medici de finales del siglo XV contribuyeran a la desgracia de Savonarola, conduciendo al libertinaje, el lujo, la codicia y el poder desmedido de la clase política florentina, tan despreciada por las vehementes prédicas del profeta dominico, y también favorecida por el Papa. Lutero en cambio hizo una enorme confusión entre el Papa como hombre y el Papa como Papa, haciendo objeto de su impío e implacable odio herético la figura del Papa no solo en su aspecto humano, sino también en su misión divina.
----------Tanto Savonarola como Lutero sitúan en el centro de su interés la salvación mediante la cruz de Cristo, y se proponen una reforma de la Iglesia a la luz del Evangelio. Sin embargo, profundas son las diferencias. Savonarola, haciéndose religioso, pretende hacerse santo dejando el mundo corrupto. Ama la observancia regular y siente la necesidad de luchar contra los pecados en la sociedad y en la Iglesia, corrigiendo las costumbres corruptas, a la luz de una fe perfectamente ortodoxa y cristalina.
----------Lutero, en cambio, temiendo fuertemente y casi con espanto de no salvarse, se hace religioso para tener mayor seguridad de salvarse, pero, infectado de una concepción ockhamista de la relación del hombre con Dios, según la cual Dios es bueno pero aparece como un déspota hostil al hombre, mientras que el hombre se salva obedeciendo irracionalmente a Dios, no se sitúa en la correcta relación con Dios, porque no puede conciliar en Dios la sabiduría con la bondad, la misericordia con la severidad, el temor con el amor, la confianza con la reverencia. Habiendo llegado a un punto de insoportable exasperación, como es bien sabido, Lutero, creyendo recibir la iluminación divina que, a su decir, le "abría las puertas del paraíso del cielo", se convenció de modo entusiasta, fanático y obstinadísimo de esta idea suya, casi como si estuviera en juego su eterna salvación y la de toda la humanidad, de modo que permaneció apegado durante el resto de su vida a la idea de que Dios de todos modos lo perdonaba, aun si él quedaba siempre atado al pecado y vencido por el pecado, haciéndose la idea de que la gracia podía coexistir con el pecado.
----------Así se explica el empeño frenético, prodigioso e incansable que Lutero puso a lo largo de toda su vida en difundir su idea por todas partes, considerándose mensajero del verdadero Evangelio contaminado por el Papa de Roma, y por tanto nutriendo cada vez más en los años siguientes hasta su muerte un odio feroz contra el Romano Pontífice, que había condenado su idea, reafirmando la doctrina tradicional de la justificación. De nada valieron todos los intentos hechos para disuadir a Lutero de esta herejía. No había absolutamente nada que hacer, y de hecho esta herejía terminó difundiéndose en Europa y en el mundo en los siglos siguientes hasta nuestros días. Lutero consideró incluso este principio, por el cual abusaba del concepto paulino de la justificación, como la piedra angular misma de la fe cristiana, "articulus stantis et cadentis Ecclesiae", y como es bien sabido, logró atraer a sí a un número sinfín de seguidores, precisamente los llamados "protestantes", sin que ni siquiera la reforma tridentina haya podido frenar este fenómeno.
----------Nada de todo esto se advierte en Savonarola, quien conocía y aceptaba la verdadera doctrina de la justificación y la hacía el eje de su vida espiritual y de su predicación, anticipándose así a las decisiones del Concilio de Trento. Savonarola, siguiendo a santo Tomás de Aquino y la doctrina de la Iglesia y de los Santos, no tiene problemas en ver en Dios un Padre sabio y misericordioso y a la vez un Juez justo y clemente. Sabe vivir esta verdad y sabe transmitirla a los demás. De tal modo Savonarola hace experiencia de la misericordia divina sin tomar a esta, como hace Lutero, en pretexto para evitar el ascetismo moral, el ejercicio de las buenas obras y la enmienda de sí mismo. Por eso Savonarola no siente nunca la tentación de abandonar la austeridad de la vida religiosa, con la excusa aducida por Lutero de que las buenas obras, los sacrificios y las penitencias no bastan para la salvación, porque sabe muy bien que la observancia regular de los religiosos y de los monjes, bien moderada y regulada, es un factor esencial, aun cuando secundario, en el camino de santificación, al contrario de Lutero, que, bajo el manto de la falsa idea de que Dios perdona siempre, aunque uno no esté arrepentido, vuelve a la vida secular renunciando a disciplinar las propias pasiones y a tener a freno la tendencia a la falsedad, propia de la razón humana oscurecida por el pecado.
----------Es esta falta de disciplina de la razón, contagiada de ockhamismo, la que combinada con la soberbia y la embriaguez del éxito obtenido, conduce a Lutero a la herejía, cosa absolutamente ajena al camino espiritual de Savonarola, el cual en cambio sabe que al pecador arrepentido el pecado le es verdaderamente cancelado, aun cuando luego, dada la inclinación al mal de los hijos de Adán, el pecado siempre reaparece una y otra vez. Pero cada vez el pecado puede ser cancelado por la gracia. En cambio Lutero, con el pretexto de que la condición de pecador es invencible, no se esfuerza por vencer el pecado, sino que se acomoda a él, gozando  en el pecar, con la excusa de que aún así Dios perdona, y considerándose perdonado sea como sea.
----------Tanto Savonarola como Lutero son devotos del Crucifijo, como salvación y expiación divina de los pecados, pero entendiendo tal devoción en modo marcadamente opuesto: mientras que Savonarola ve en el Crucifijo un Dios que está en armonía con la razón, que pide las buenas obras y que por consiguiente es amigo del hombre, Lutero, malinterpretando el concepto paulino de la Cruz como "escándalo" (1 Cor 1,23) de los Judíos, y confundiendo mal de pena y mal de culpa, imagina padecer con Cristo sin enmendarse del pecado, sin el ejercicio recto de la razón y el de las virtudes naturales, por él despreciadas como jactancia pelagiana y farisaica ante Dios de las propias obras y de los propios méritos.
----------Por cuanto respecta a la difícil cuestión de la relación de la Iglesia con el Estado, diferente es la actitud de Savonarola y de Lutero. Savonarola se siente fuertemente atraído por el deber de proponer públicamente a su ciudad-estado, Florencia, el modo con el cual el Evangelio debe servir al bien común político con referencia al bien espiritual y moral de las personas y de la sociedad, en relación al pecado y a la justicia. Lutero también concibe que el príncipe cristiano debe esforzarse, en la medida de su competencia y de su poder, para ayudar a la Iglesia a encarnar el Evangelio en la historia y en la sociedad civil. Tanto el uno como el otro dan directivas a los príncipes y a los ciudadanos inspiradas en el Evangelio.
----------Sin embargo, mientras que para Savonarola el Papa, valiéndose de su ministerio de Vicario de Cristo y soberano temporal de los Estados de la Iglesia, tiene la tarea, a la luz del Evangelio, de supremo juez, regulador y promotor de la acción de los príncipes cristianos, Lutero, no le da al Papa ninguna autoridad de tal género, sino que el Papa es a lo máximo un soberano temporal como todos los demás, con el agregado de la pretensión infundada de representar a Cristo por encima de todos los demás. Por tanto, para Lutero, la Iglesia tiene más bien necesidad de ser ordenada y organizada según el Evangelio, también para la realización de su misión tanto política como espiritual; sin embargo la Iglesia en la tierra no tiene necesidad de un único centro visible de unidad, de una única dirección central, como sería el Papa en Roma, sino que es una colectividad o una colegialidad de cristianos guiados por grupos, principados o naciones por sus respectivos pastores bajo la única guía celestial de Cristo y del Espíritu Santo.
----------Para Lutero no hay un Papa, supremo soberano espiritual y terreno, por encima de los príncipes, sino que cada príncipe bajo la guía del Emperador de los Romanos, es cabeza de la Iglesia para su territorio, ya se trate del propio principado o del conjunto del Sacro Romano Imperio. Savonarola, por su parte, se esforzó intensamente por el bien público de Florencia, promoviendo una república popular, que hacía poner bajo la realeza de Cristo. Savonarola tenía estima por el proyecto del rey de Francia Carlos VIII, quien estaba convencido, siguiendo la predicación inflamada de santa Juana de Arco, de que Francia hubiera sido elegida por Dios para derrotar a los Turcos y liberar a Jerusalén del dominio musulmán.
----------Por ello Savonarola se esforzó para que Florencia, siendo bloqueados a la luz del Evangelio los proyectos de señorío de la familia Medici, enemiga del rey, se aliara con Carlos VIII. Salvo que, sin embargo, el rey de Francia también consideraba a Alejandro VI un Papa simoníaco y por tanto ilegítimo, por lo cual también pensó en derrocarlo y hacer de Italia un territorio de pasaje que permitiera a sus tropas llegar a Tierra Santa. Por ese motivo el Papa odiaba a Carlos VIII, también por el hecho de que el Pontífice, con el único pretexto de ser el Vicario de aquel Cristo, a quien "se ha dado todo poder en el cielo y en la tierra", olvidando la otra frase, en cual el Señor delante de Pilato declara que su reino "no es de este mundo", pretendía expandir mediante su familia, los Borgia, su dominio en Italia. Por eso el Papa ordenó a los Florentinos que se unieran a la Liga, que el Papa había constituido contra Francia, obteniendo incluso el apoyo del emperador Maximiliano. Pero los Florentinos, celosos de su libertad, a instancias de Savonarola, se negaron a obedecer al Papa, lo que hizo aumentar la indignación del Papa contra Savonarola, y lo llevó a añadir un nuevo motivo para acusar al fraile de desobediencia, cuando éste no socavaba en nada los intereses de la Iglesia y del reino de Dios, sino sólo las miras expansionistas del papa Borgia.
----------Por el contrario, el luteranismo, desde sus orígenes, mostró cuán falsa fuera su reforma de la Iglesia y cuánto su evangelismo exaltador de la interioridad y de la conciencia encubría en realidad miras temporalistas, de las cuales de inmediato se aprovecharon los príncipes alemanes para saquear las propiedades católicas, para fortalecer su poder, su independencia y su rebelión contra el emperador Carlos V, quien con celo ejemplar les exigía la aceptación de las justas medidas pontificias contra Lutero y sus seguidores. Un grave vicio del príncipe renacentista, al cual ni siquiera los Papas, incluido por tanto Alejandro VI, llegaron a sustraerse, fue la sed de dominio personal (hoy diríamos "dictadura") sobre los más amplios ámbitos posibles de la sociedad, una sed muy acentuada y exaltada en el famoso Príncipe de Maquiavelo. Extender los propios dominios era considerado un objetivo normal, deseado y admirado por todo hombre fuerte, y señal de heroísmo, aun al precio de eliminar deslealmente (ya sea haciéndose el "zorro", o haciéndose el "león", para usar las expresiones del Secretario florentino) a los opositores o a los pretendientes al mismo territorio.
----------Así se explican tantos delitos de los siglos XV/XVI, incluida la muerte de Savonarola. Es triste tener que decir esto, pero es cierto. Pequeñas y grandes familias o clanes, con solo que estuvieran dotados de cierto prestigio o poder económico o político, desde los Medici hasta los Borgia, aspiraban, como entonces se decía, a la "Signoria". Savonarola, por el contrario, atento a la ética política de santo Tomás de Aquino, según la cual el príncipe no es el artista que plasma al pueblo, como si fuera la materia de una obra de arte, sino que es "vicem gerens multitudinis", anticipando así la moderna democracia, elaboró ​​para Florencia un estatuto político, en el fondo realización del ideal evangélico de la fraternidad y de la autoridad como servicio, que al principio tuvo gran éxito, pero que pronto fue frustrado por la envidia conjunta de los Medici y de los Borgia y de los mismas franjas populares -los llamados "compagnacci"-, que prefirieron el régimen laxista, sensual y paganizante de los Medici a la austeridad evangélica y al rigor moral del profeta dominico.
----------Savonarola y Lutero, ambos educados en la pobreza religiosa, son completamente ajenos a cualquier mira de poder terrenal. Su única aspiración, ciertamente, es la predicación del Evangelio para la edificación del reino espiritual de nuestro Señor Jesucristo, pero con la fuerte diferencia de que mientras Savonarola predica el Evangelio en su pureza en comunión con el Magisterio de la Iglesia, Lutero predica un Evangelio contaminado por la herejía en rebelión contra la Iglesia. Savonarola, quedó solo, como Cristo, y permaneció fiel al Papa Maestro de la fe, no obstante los golpes recibidos. Lutero, en cambio, defendido por los impíos, se rebela contra el Papa que quiere corregirlo de sus errores.
----------Savonarola y Lutero: dos reformadores, dos rebeldes excomulgados. El primero promueve una verdadera reforma, el segundo promueve una falsa; el primero se rebela contra el pecado; el segundo se rebela contra el Papa; el primero, excomulgado y asesinado siendo inocente, el segundo excomulgado y libre, aunque siendo culpable. El primero muestra cuándo el Papa puede estar equivocado. El segundo muestra cuando el Papa sabe condenar. Una lección para nuestros días, en los cuales todos tienen algo que decir sobre el Papa, a propósito y a despropósito: están los astutos que quisieran instrumentalizarlo para fines de poder haciéndose pasar por católicos; y están los otros, en cambio, para quienes todo lo que hace el Papa nunca está bien, lloriqueando anacrónicamente y con nostalgia a los Papas del preconcilio.
----------Las dos grandes figuras de Girolamo Savonarola y Martín Lutero, ejemplos antitéticos, paradigmas de dos opuestas actitudes eclesiales, se destacan a lo largo de los siglos para enseñarnos que se puede morir inocente asesinado por hermanos de fe, mientras que se puede sobrevivir en el pecado con éxito, ya sea dando la apariencia de ser los verdaderos católicos del futuro, o ya sea, en el polo opuesto, aparentando ser los defensores de la Tradición y queriendo enseñarle esto al mismísimo Vicario de Cristo.

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