viernes, 12 de agosto de 2022

¿Es que acaso puede haber un ateo en buena fe? (2/3)

Como enseña la Escritura, mientras la afirmación de la existencia de Dios es fruto de un riguroso razonamiento (Rom 1,20; Sab 13,5), el ateísmo nace de la necedad (Sal 14,1 y 53,2). El ateísmo no es fruto de una convicción razonada, sino que por lo menos es fruto de una razón que funciona mal, una razón desviada, que fracasa en su objetivo último. [En la imagen: detalle de un retrato de Johann Gottlieb Fichte, de autor desconocido].

¿De dónde viene el ateísmo contemporáneo?
   
----------El ateo es aquel que no piensa en Dios o rechaza a Dios en sus intereses intelectuales y en su actuar moral; pero sabe muy bien que existe y que debe rendirle cuenta de sus actos. Por eso su conciencia nunca tiene paz y siempre trata, pero en vano, de sofocarla. En todo caso, prefiere hacer su voluntad y por eso vive como si para él Dios no existiera.
----------Todas las objeciones que él hace a la naturaleza de Dios o a sus atributos, a su existencia o a la demostrabilidad de tal existencia, son vanos pretextos de los cuales él trata de convencerse, pero de los cuales él antes que nada sabe que son en vano. Se regodea en la contradicción del pensar y en la incoherencia de la vida. Hace de su tormento interior su satisfacción y lo descarga sobre los demás atormentándolos.
----------Pero preguntémonos ahora: ¿qué ha pasado en los últimos siglos, para que hayamos llegado a este punto? ¿Cómo y por qué ha sucedido este cambio de época? ¿Cómo juzgarlo? ¿Esto ha sido un progreso o una regresión? Según los promotores de las actuales Constituciones de los Estados, sobre todo la masonería y el liberalismo, obviamente ha sido un progreso, en cuanto que, luego de la Reforma protestante, se ha creado en Europa, a causa de las guerras de religión, una tal conflictualidad interna, por lo cual la religión no parecía ya apta para garantizar la paz y la concordia, sino que parecía más bien que fuera causa de conflictualidad, por lo cual algunos filósofos y moralistas ya del siglo XVII comenzaron a proponer, por ejemplo Pierre Bayle [1647-1706], que el Estado ya no debería estar basado en la religión cristiana, sino en simples derechos del hombre y de modo especial en los valores de la fraternidad, de la libertad y de la igualdad.
----------En efecto, algunos, de orientación escéptica y de tendencia libertina, se convencieron en el siglo XVIII de que la creencia en la existencia misma de Dios no fuera un dato cierto, objetivo y universal y, por tanto, vinculante para todos los hombres, no fuera un dato de la razón común a todos los hombres, sino un simple una opción afectiva, racionalmente infundada, de igual valor que la elección atea, ella también subjetiva y, sin embargo, no dañina para al bien del hombre y del bien común.
----------También existe, sin embargo, como bien ha puesto en luz Georg Siegmund [1903-1989], un origen racionalista del ateísmo, entendido como condición de la plena racionalidad del hombre. Ciertamente su origen es cartesiano, aunque Descartes personalmente fuera católico. Sin embargo, el racionalismo cartesiano, a causa de su cerrazón al misterio, pone en dificultad lo sobrenatural y prepara el racionalismo iluminista y masónico decididamente cerrado a lo sobrenatural.
----------Pero, como ha hecho notar agudamente el padre Cornelio Fabro [1911-1995], en el cogito cartesiano, llevado a sus extremas consecuencias, a través de Fichte, ya exite in nuce el ateísmo. Y de ello se ha dado cuenta perfectamente Marx cuando afirma: "La confesión de Prometeo 'en una palabra, yo odio a todos y a cada uno de los dioses', es la confesión de la filosofía, su sentencia contra todos los dioses del cielo y de la tierra, que no reconocen la auto-conciencia humana como la divinidad suprema. [...] Prometeo es el santo y el mártir principal del calendario filosófico".
----------Parece notarse en el hebrero Marx una resonancia de la polémica de los profetas bíblicos contra los dioses de los gentiles, si no fuera porque aquí en lugar de Yahvé tenemos la egolatría del panteísmo alemán.
----------De hecho, el cogito y la razón cartesianos a su vez preparan la razón y el "yo pienso" kantianos, que combinan el escepticismo especulativo con la arrogancia de la razón práctica. Dios es admitido sólo como idea de la razón. Con Fichte y Hegel, la razón humana deviene divina. Dios existe, pero soy yo. No hay ningún Dios que me trascienda. Declara Fichte: "Yo soy inmortal, imperecedero, eterno, cuando decido obedecer la ley de la razón. Yo me convierto a mí mismo en fuente de mi ser y de mi aparecer; y desde ese momento tengo la vida en mí mismo, independientemente de algo fuera de mí". Esto ya es ateísmo implícito en el panteísmo. Y de hecho, el ateísmo marxista surgirá del panteísmo hegeliano.
----------En este proceso elefantino de la razón cartesiana, es particularmente interesante el pasaje de la razón kantiana a la fichtiana. La primera sigue siendo todavía la razón humana, con sus límites y su falibilidad, que se distingue en razón especulativa y razón práctica. Pero mientras la primera es demasiado tímida, la segunda es demasiado pretenciosa, y ya casi similar a la razón divina.
----------Con Fichte hay un salto, que permanecerá en Hegel: la razón es de por sí divina, por lo cual el hombre razonable es un ser divino, es Dios. En efecto, según Fichte yo no soy creado por Dios, sino que yo me "pongo" (setzt) a mí mismo. Por consiguiente, de Dios no hay necesidad. Se entiende que Fichte haya sido acusado de ateísmo y apartado de la enseñanza.
----------La razón kantiana, en cambio, se asemeja a esos cómodos interiores -la autoconciencia- de la fría Alemania del norte, acogedores, luminosos y cálidos, donde todos los objetos de la casa -los objetos de la razón- son bien conocidos y puestos en orden por el dueño de la casa -la razón-, mientras afuera -la oscura e impenetrable "cosa en sí"- ruge una tempestad de nieve, cuyo espantoso espectáculo sólo puede ser visto a través de los cristales de las ventanas -los "fenómenos"-. Ciertamente, entre estos agraciados objetos está también Dios, pero no entendido como reflejo de la realidad externa, sino como Idea producida por la razón. ¿Pero qué Dios es este?
----------El ateísmo está ya a las puertas. Será suficiente Feuerbach para que los atributos divinos, incluida la razón, sean sustraídos a Dios y transferidos al hombre. El Dios trascendente desaparece: he aquí nacido el ateísmo en nombre de la razón. Marx y Comte continuarán por este camino: Marx niega a Dios en nombre de la razón materialista-dialéctica; Comte en el siglo XIX y el Círculo de Viena en el siglo XX en nombre de la ciencia experimental. Pero en el siglo XX aparece también el ateísmo del instinto, que, si no fuera por respeto a los autores, suponiendo que lo merecieran, podríamos llamar "ateísmo bestial", que no se eleva al nivel de la razón, sino que se detiene, como en los animales, a nivel del instinto: el ateísmo lascivo de Freud y el ateísmo furioso de Nietzsche.
----------Fue así que en los siglos XIX y XX el ateísmo hizo ulteriores progresos y hasta quiso presentarse incluso como teoría científica, de tal manera que debía ser aceptada por todos, y por lo tanto por el Estado, so pena de frustración del pleno desarrollo mental y moral del hombre, y del bien mismo de la humanidad, mientras que el teísmo y la religión comenzaron a ser presentados como freno y oscurecimiento de la ciencia (Comte), peligrosas y fantásticas ilusiones, que privan y alienan al hombre de su propia dignidad (Feuerbach), fuente de injusticias sociales (Marx), teorías vacías e insensatas (Círculo de Viena y Bertrand Russell), ideas demenciales o idiotas (Freud, Odifreddi).
----------Es muy importante tener presente que, como enseña la Escritura, mientras la afirmación de la existencia de Dios es fruto de un riguroso razonamiento (Rom 1,20; Sab 13,5), el ateísmo nace de la necedad (Sal 14,1 y 53,2). El ateísmo no es fruto de una convicción razonada, sino que por lo menos es fruto de una razón que funciona mal, una razón desviada, que fracasa en su objetivo último. ¿El sujeto se da cuenta de esto? La afirmación teísta nace, en efecto, de una razón que funciona normalmente y que procede y se desarrolla naturalmente en toda su fuerza innata, espontáneamente y libremente, hasta sus extremas consecuencias y últimas conclusiones, acompañada y sostenida por una voluntad solamente deseosa de la verdad.
----------El afirmar que Dios existe no es una discutible opinión, no es un partido tomado, no es una "fe irracional", no es fanatismo, no es oportunismo, sino que es lúcida afirmación sustentada por pruebas irrefutables y al alcance de todos. Es un saber, es ciencia certísima e irrefutable. Pruébese a leer sin prejuicios la obra magistral de 900 páginas de uno de los más grandes teólogos del siglo pasado, el dominico Réginald Garrigou-Lagrange, Dieu son existence et sa nature (Beauchesne, Paris 1950), y se verá lo que queda de la crítica kantiana.
----------El saber que Dios existe no es un dato de fe, no es dato inmediato y originario de la conciencia o de la experiencia, no es un principio primero de la razón, no es una verdad inmediatamente evidente, sino que proviene de un razonamiento por el cual, partiendo de la consideración de la existencia de las cosas externas sensibles y de la consideración de la existencia del propio yo, aplicando el principio de causalidad de modo analógico, la razón concluye irrefutablemente que Dios existe.
----------No es inmediatamente evidente la contradictoriedad de la negación de la existencia de Dios, sino que debe ser demostrada. Está claro que el id quo nihil maius cogitari potest de san Anselmo debe ser pensado como continente en sí necesariamente de la existencia real. Pero la existencia real pensada no es todavía la existencia real afirmada. Ciertamente es contradictorio el concepto de un Ente necesario que no es necesario. Pero debemos refutar al ateo y demostrarle que su posición es contradictoria, porque esto no aparece inmediatamente. Negar la existencia de Dios no es como negar el principio de no-contradicción. Ciertamente el ateísmo es contradictorio, pero se necesita demostrarlo.
----------No basta pensar en la esencia de Dios para estar autorizados a afirmar su existencia real. La afirmación legítima y justificada de la existencia de Dios no está motivada por el hecho de que nos imaginemos un ente del cual no se pueda imaginar uno mayor, y por tanto un ente absolutamente necesario, cuya esencia sea la de existir. Sino que surge de la necesidad de explicar la existencia de los entes contingentes, lo que conduce a la afirmación de una causa primera. Sólo en este punto, preguntándonos cuál debería ser la esencia de tal causa para que pueda cumplir la función de causa primera, estamos obligados a poner la existencia de un ente, en el cual la esencia coincida con el ser. Por lo tanto, es sólo después que hayamos demostrado la existencia de Dios como causa primera partiendo de las cosas, que podemos concebir la esencia de Dios como id quo nihil maius cogitari potest, que para ser tal, no puede no tener en sí la existencia.
----------Tratándose de un proceso fundamental de la razón natural, aunque esté privada de cultura o de instrucción, como puede ser la razón de un niño, no es posible que el sujeto no tenga alguna conciencia al menos confusa e implícita de ello, también porque el resultado no es efecto de la simple razón, sino de la voluntad; y el yo es muy señor y consciente de sus actos voluntarios. El ateísmo, repitamos una vez más, no es una simple tesis de la razón, sino el efecto de una elección voluntaria. No en vano se habla frecuentemente de "ateísmo postulativo", y con toda razón.
----------Motivo frecuente de ateísmo es el escándalo experimentado ante el problema del mal. El razonamiento típico que hace caer en el ateísmo es aquel narrado por Raissa Maritain, en referencia al ateísmo en el cual ella misma cayó de joven. Frente a la existencia del mal, ella se encontró ante una especie de callejón sin salida que la conducía a negar o uno u otro de dos atributos divinos: la bondad y la omnipotencia.
----------Ella se decía a sí misma: si Dios existe debe ser bueno y omnipotente. Pero si permite el mal, o no es bueno o no es omnipotente. Por lo tanto, no existe. Es interesante, en cambio, cómo santo Tomás aprovecha precisamente la existencia del mal para demostrar la existencia de Dios. Dice que el mal es privación de bien en un sujeto bueno. Pero si existe un bien causado, debe existir la causa primera y ésta es Dios.
   
Necesidad de recurrir al principio de causalidad
   
----------El ateísmo nace sustancialmente de una aplicación incorrecta del principio de causalidad. El ateísmo nace de una grave y voluntaria disfunción de la razón en el ejercicio de aquel acto fundamental por el cual, considerando el efecto, se busca e indaga la causa proporcionada, necesaria, satisfactoria y suficientemente explicativa. Por consiguiente: el ateo ve el efecto, pero no quiere reconocer la causa. En el fondo, el mecanismo perverso del ateísmo está todo aquí.
----------De hecho, ¿qué hace el ateo? Su razón, en un cierto momento del razonar sobre las cosas o sobre sí mismo, se da cuenta o tiene la vaga percepción o vislumbra adónde conduce y hacia qué cosa concluye la aplicación final, integral y radical del principio de causalidad, bloquea su proceder para impedirle llegar a la meta, porque la voluntad no quiere sacar las consecuencias que debería sacar del encuentro con Dios, poniendo en práctica sus mandamientos.
----------Se trata de un acto de frustración o interrupción de un proceso vital, similar a lo que sucede en ciertos pecados sexuales, como la masturbación, el onanismo o la sodomía: el sujeto impide que el acto sexual llegue a su natural conclusión porque aquello que le interesa no es que el acto alcance su finalidad, sino simplemente el poder disfrutar del placer sexual. El ateísmo podría así ser definido como una masturbación intelectual.
----------La razón, en lugar de trascenderse y superarse en la Alteridad divina, no avanza sino que retorna sobre sus pasos. Ella gira sobre sí misma y hacia sí misma narcisísticamente: un acto de sodomía intelectual. La razón en su proceder puede encontrar un obstáculo. Pero mientras la razón honesta lo quita y avanza más allá del impedimiento, la razón deshonesta de quien no quiere llegar hasta el fondo y quiere evitar encontrarse con Dios, dándose cuenta del obstáculo, se detiene allí, creyendo y haciendo creer que ya está en el final del recorrido, cuando en realidad la razón está bloqueada a mitad del camino.
----------El concepto de causalidad, llevado al extremo de su significado, originariamente encontrado al preguntarse el por qué de los fenómenos, conduce a la razón a la idea de creación entendida como el causar el ser del ente desde la nada. Es decir, conduce al descubrimiento de una Causa no sólo eficiente y productora del devenir de las cosas, sino de su mismo ser: productio totius entis, como dice santo Tomás, sin presuponer ningún sujeto precedente, como sucede en cambio en nuestro producir o causar humano y en la naturaleza.
----------Por eso, quien no distingue ontológicamente y analógicamente el efecto de la causa y, por tanto, no entiende a Dios como causa primera absoluta, no puede hacerse la idea de creación. Y por tanto no puede hacerse la idea de Dios. Puede concebir un ente absoluto, infinito, necesario y perfectísimo, un id quo nihil maius cogitari potest, pero no sabe hacerse una idea de la relación de Dios con el mundo y con él.
----------El verdadero descubrimiento del Dios creador del cielo y de la tierra, no está suficientemente asegurado por la simple aunque poderosa intuición de san Anselmo de Aosta, francamente bíblica y luego hecha propia por santo Tomás de Aquino, del Ser máximo y necesario, identidad de esencia y ser, sino que es verdaderamente alcanzado sólo a partir de la experiencia del ente contingente, ente causado y creado, por Aquel Que Es, aunque fuera tan sólo una humilde flor o un humilde gorrión. Y el ente contingente, cualquiera que sea, un ángel o un grano de arena, nos dice: no me he hecho solo, sino que es Él quien me hace existir. Es sólo en este punto que descubrimos el ipsum Esse.
----------Significativo al respecto es el pasaje de Sab 13,1, donde es evidentísima la aplicación del principio de causalidad: "Sí, vanos por naturaleza son todos los hombres que han ignorado a Dios, los que, a partir de las cosas visibles, no fueron capaces de conocer a Aquel que es, al considerar sus obras, no reconocieron al Artífice". La primacía de la causa sobre el efecto está claramente expresada: "si estupidizados [fascinados] por la hermosura de estas cosas, ellos las consideraron como dioses, piensen cuánto más excelente es el Señor de todas ellas, ya que el mismo Autor de la belleza es el que las creó. Y si quedaron impresionados por su poder y energía, comprendan, a partir de ellas, cuánto más poderoso es el que las formó. Porque, a partir de la grandeza y hermosura de las cosas, se llega, por analogía, a contemplar a su Autor" (Sab 13,3-5).
----------Otro pasaje significativo es el de la Carta a los Romanos: "Desde la creación del mundo, sus atributos invisibles, su poder eterno y su divinidad, se hacen visibles a los ojos de la inteligencia, por medio de sus obras" (tois poièmasin, per ea quae facta sunt) (Rm 1,20).
----------El principio de causalidad es una ley y una fuerza teorética inagotable ínsita o inherente a la razón, constitutiva de la razón, es el resorte gnoseológico del camino de la razón, que partiendo de las primeras evidencias del intelecto y del sentido, y apoyándose en ellas, como base cierta e indestructible, avanza segura en el conocimiento argumentado y comprobado de la verdad, es decir, en la ciencia. Esto es lo que empuja a la razón a avanzar hacia metas cada vez mayores puesto que no se sacia sino con la conquista de su máximo Objeto, que es Dios. Como dice san Agustín: Inquietum cor nostrum donec requiescat in Te.
----------Los pasos de la razón en su proceder se suceden los unos a los otros según un movimiento espontáneo, lógicamente necesario y consecuencial, pero al mismo tiempo son guiados por la voluntad, la cual, si es humilde y amante de la verdad, hace que la razón arribe a la afirmación de la existencia de Dios. Pero si la voluntad es soberbia, y odia la verdad porque el sujeto está apegado al propio yo, entonces la razón se cierra en sí misma y a la trascendencia y produce inevitablemente el ateísmo.
----------En la discusión acerca de la cuestión de la existencia de Dios, es necesario comenzar por ponerse de acuerdo sobre el significado que debe darse a la palabra "Dios". Hoy no existe ya el problema del politeísmo. Todos admiten que si Dios existe, es uno solo. Esto produce mucho beneficio para la discusión, porque también el ateo en este punto parte de un concepto correcto de la divinidad. No hay nadie hoy que, como Nietzsche, niegue al Dios único y auspicie un retorno del politeísmo.
----------Con la palabra "Dios" se puede entender una causa primera, es decir, una causa que sea sólo causa, por lo tanto una causa no causada. De lo contrario, el problema se repropone. En cambio, con la causa primera el preguntar cesa y la razón queda satisfecha. Entonces surge la pregunta: ¿existe una causa primera? Así como es necesario trascender el mundo físico, es necesario utilizar un concepto analógico y metafísico de causalidad, que toque el ser como tal y no sólo el ser físico. Es la noción de causalidad usada por Tomás en las cinco vías y es lógico que entonces arribe a Dios, que está por encima de las causas físicas.
----------Una vez demostrada la existencia de una causa primaria del universo, se impone el problema de cómo concebir su esencia. En efecto, uno podría concebir como causa primera lo que no es causa primera. ¿Cuál es la verdadera causa primera? ¿Cómo debería ser? He aquí, entonces, que santo Tomás se propone en las cuestiones 3 a la 26 de la Primera Parte de la Summa Theologiae, establecer los atributos de la esencia divina, para así obtener el verdadero concepto de Dios.
----------Es posible creer en el verdadero Dios con un concepto defectuoso, aun cuando tal defectuosidad no pueda superar un cierto límite sin que el concepto venga desvirtuado por completo y no se pueda ya hablar de Dios, sino más bien de un ídolo. El concepto de Dios, por ejemplo, en san Anselmo, en Eckhart, en el Cusano o en Rosmini es defectuoso; pero es sin duda el verdadero Dios. El Dios coránico presenta muchos atributos correctos, pero otros lo contradicen. El concepto platónico o aristotélico de Dios es muy elevado, pero faltan algunos atributos, como por ejemplo la creación.
----------En efecto, es posible llamar "Dios" a lo que no es Dios.Todos tenemos necesidad de un dios. Sobre algo debemos detenernos o apoyarnos, sobre alguna cosa debemos contar en definitiva, en alguien debemos creer o confiar en última instancia, aunque solo sea en nosotros mismos. Quien niega lo absoluto, absolutiza lo relativo. Quien no adora al verdadero Dios, adora uno falso, aunque no lo llame "Dios".
----------Hay quien cree ser ateo porque sin saberlo rechaza un concepto erróneo de Dios, Maritain habla al respecto de "pseudoateísmo". Esta persona puede parecer atea sin serlo. Hay muchos, por ejemplo, que se prodigan por el bien del prójimo y creen ser ateos. Ahora bien, ellos pueden ser ateos aparentes o pueden ser realmente ateos. Teniendo la posibilidad o la oportunidad, es bueno que el pastor haga una verificación, de modo tal de hacer presente y de explicar a tal persona que el ateísmo no fundamenta ningún amor por el prójimo, sino sólo el propio beneficio, mientras que el verdadero amor por el prójimo se funda en el amor a Dios. Si tal persona abre los ojos, le agradecerá al pastor que lo ha iluminado y se dará cuenta con alegría de que no es ateo en absoluto. Si, por el contrario, es verdaderamente ateo, reaccionará de mal modo, como si hubiera sido ofendido.
----------Los que son premiados por Cristo en el juicio universal en Mt 25,34-40 han amado al prójimo por amor de Dios sin darse cuenta claramente. A este respecto, es muy importante cuanto está dicho en la Constitución dogmática Lumen Gentium del Concilio Vaticano II: "La divina Providencia no niega los auxilios necesarios para la salvación a quienes sin culpa no han llegado todavía a un conocimiento explícito (expressam) de Dios y se esfuerzan en llevar una vida recta, no sin la gracia de Dios" (n.16).
----------Como ya he dicho, mal ha interpretado este texto Rahner, creyendo que aquí el Concilio se está refiriendo a los ateos. Para nada. El conocimiento de Dios implícito no es en absoluto ateísmo, sino que es siempre conocimiento de Dios. Tampoco es lo que Rahner llama "experiencia originaria atemática preconceptual de Dios" por el simple motivo de que ella no existe. Se trata, en cambio, de ese conocimiento de Cristo que está implícito en los mencionados premiados de Cristo en el cap. 25 de Mateo.

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