domingo, 21 de agosto de 2022

Guillermo de Ockham, su metafísica, y cuestiones conexas (2/3)

La historia de la filosofía inglesa es muy instructiva: es un perverso círculo que comienza en Guillermo de Ockham y desde aquí es todo un sucederse y un alternarse y superponerse agitado de grosero empirismo y de etéreo espiritualismo, hasta la actualidad. [En la imagen: fragmento de un dibujo titulado "frater Occham iste" (éste es el hermano Occham), de un manuscrito de la Summa Logicae de 1341].

Los defectos de la metafísica de Ockham
   
----------Desgraciadamente Guillermo de Ockham no logra captar la analogía del ente. Ockham, quien sobre esto hubiera hecho bien en escuchar a santo Tomás de Aquino, y exasperando el univocismo scotista, rechaza la noción analógica del ente, por lo cual, como hemos dicho, el ente para Ockham se reduce a ser nada más que el conjunto de los entes individuales sensibles, indicados con el nombre común pero equívoco de "ente", que no contienen nada de universal, sino sólo en todo caso algo de común, así como de una sala común no decimos que es universal, sino sólo que es capaz de reunir a muchas personas.
----------El concepto del ente en Ockham es unívoco no en el sentido de Juan Duns Scoto del concepto simple, sino precisamente en el sentido de abstraer de todo, de modo que al final no quede ya nada. Por ello, el concepto ockhamista del ente no tiene un contenido objetivo, sino que es un puro nombre para designar el conjunto de los entes determinados y concretos. Es el mismo proceso que seguirá Hegel, con la diferencia de que mientras Ockham es realista, es decir, no niega lo concreto, y tiene al menos la honestidad de detenerse en el vacío que es llenado por el nombre, Hegel, además de reducir el ser a pensamiento, tiene la pretensión de haber descubierto el devenir como oposición del ser con la nada.
----------Ockham admite así un concepto de ente universal unívoco absolutamente vacío, porque cualquier contenido para él es singular o en todo caso determinado, y por lo tanto anularía lo universal; mientras que entiende como equívoco el nombre "ente", porque lo entiende como signo de los entes, cada uno de los cuales, por su singularidad, no tiene con los otros nada en común.
----------Por consiguiente, para Ockham el ente es como un contenedor de por sí vacío, pero que puede y debe ser llenado por los entes determinados, es decir, por las diversas ciencias particulares. De tal modo, el ente no es más que el nombre que designa al contenedor "ente"; es como la simple etiqueta "vasos", que ponemos en un cajón que contiene vasos.
----------Sin embargo, siendo teólogo, Ockham no olvida la cuestión de cómo predicar el ser de Dios y de las criaturas. Pero el caso es que él rechaza la noción analógica del ente, que es la que permite a la mente humana ascender a Dios a partir de las cosas terrenas, tendiendo un puente entre la mente y Dios. Ockham es sostenedor de la teología negativa sin el soporte de la positiva, cosa que, como nota santo Tomás, vuelve vana a la misma teología negativa, porque es como quien dice que un elefante no es un limón, sin decir qué es el elefante o como quien le quita la cáscara a la banana y tira la banana.
----------Ockham, evidentemente, además de desconocer la operación fundante que establece la noción del ente con sus primeros principios, también desconoce la operación abstractivo-ascendente, operación que abstrae imperfectamente la forma de la materia (abstractio formalis) imaginable (matemática) y sensible (física) y conduce a la noción analógica del ente, que es propia de la metafísica, y cree que sea suficiente una abstracción horizontal de lo universal desde lo particular (abstractio totalis).
----------Así, en él el conocimiento metafísico, Ockham no trasciende la matemática y la física, sino que está al nivel de ellas, de modo que no puede alcanzar el plano de la pura espiritualidad. En consecuencia, para Ockham, el químico, el carpintero, el rotisero, el físico, el lógico, el matemático y el gramático están en el mismo plano de conocimiento que el metafísico. No existen grados del saber. Con el pretexto de que la noción del ente está al alcance de todos, Ockham olvida el hecho de que desgraciadamente nuestra inteligencia, consecuentemente al pecado original, para poder progresar en la verdad, debe entrar por la puerta estrecha de la disciplina y de la purificación, enseñada por la metafísica.
----------De hecho, para Ockham el paradigma de la ciencia es la ciencia experimental. Y por eso la metafísica y la teología no se elevan al nivel de la ciencia y no alcanzan su certeza, porque sus conclusiones no pueden ser empíricamente verificadas y no son necesarias. El mismo principio de causalidad no asegura la necesidad de las conclusiones, porque causa y efecto son entes individuales sin un nexo necesario.
----------Lo mismo ocurre con el principio de finalidad. Sabemos de un cierto fenómeno que es repetitivo, pero no sabemos si será siempre así (quia), porque no podemos saber con certeza por qué las cosas suceden así y por qué no siempre pueden ir así (propter quid). En este punto de Ockham, Hume está ya precedido en siglos. La demostración propter quid es solo condicional: si... entonces...
----------Para esta paradojal metafísica, es probable que Dios exista, pero no es seguro, no hay certeza de ello. Ockham considera ciertas sólo las verdades de fe. Por supuesto que eso es una gran cosa. Pero esas certezas están privadas de su soporte racional y de fundamento apologético, por lo que su certeza es frágil y fácilmente pueden plegarse hacia la herejía o disolverse en la apostasía.
----------Ockham, por lo tanto, no conoce los grados del ser (ontología) que fundan los grados del saber (gnoseología). Falta el pasaje gnoseológico desde la simple aprehensión de la esencia a la afirmación del ser en el juicio. Por tanto, no aparece el acto de ser como actuación de la esencia, potencia de ser. De aquí, por consecuencia, Ockham no asciende a Dios Acto puro. Predica una "teología negativa"; pero sin el presupuesto de la positiva, fundada sobre la analogía del ser, no se comprende lo que niega.
----------Por el contrario, santo Tomás de Aquino, con su buen sentido común, al término del ascensus ad Deum, niega también él que podamos predicar el ser de Dios, pero precisando que se trata del ser en aquellos límites en los cuales nosotros concebimos el ser. De lo contrario, al negar el ser tout court, al negarlo sin más, se termina por confundir la teología negativa con el ateísmo.
----------La mente, por lo tanto, desafortunadamente, en Ockham no alcanza a elevarse desde la sustancia material, compuesta de materia y forma, a la sustancia espiritual, pura forma subsistente. No ve la distinción real de sustancia y accidentes, por lo que no puede ascender a Dios como pura Sustancia.
----------Por consiguiente, en Ockham Dios no motiva aquello que hace, no porque el motivo supera la comprensión de nuestra razón, sino simplemente porque no tiene motivo. Dios crea sin ideas. ¿Pero no es irreverente una idea de tal género? Por lo demás, sin embargo, está en coherencia con la famosa tesis de Ockham de que, si Dios quisiera, podría legitimar el adulterio.
----------Podemos preguntarnos qué ha ocurrido entonces con la función ejemplar del Verbo divino crucificado, devoción tan cara a la espiritualidad franciscana, Cristo Verdad hecha persona, "per quem omnia facta sunt" (Jn 1,10), Cristo Pensamiento e Imagen del Padre, en el Cual y por medio del Cual el Padre proyecta y crea todas las cosas, para que tengan su verdad y por consecuencia su bondad.
----------¿Qué queda de Cristo en Ockham? Cristo en Ockham arriesga no aparecer ya el Logos crucificado para nuestra redención, sino que se reduce en modo casi arrriano a un mero hombre de pueblo anarquista y revolucionario en lucha por la liberación terrena del hombre del yugo de los poderosos, sin excluir al Papa.
   
Un balance
   
----------Llegados a este punto, procuremos ordenar y sintetizar nuestras varias conclusiones. En Ockham, el designar sustituye al concebir, la palabra sustituye al pensamiento, el concepto sustituye a lo real, como en el idealismo, porque el concebir ya no es un conocer, es decir, ya no es una representación de lo real, sino que es una simple entidad mental que significa un individual ente inmediatamente intuido por el sentido. Por lo tanto incluso el realismo de Ockham es sospechoso y hace guiños al idealismo. En el fondo, es ya precursor de Hegel al reducir la realidad a la lógica y, de hecho, como Heidegger, al lenguaje.
----------Se sigue así la consecuencia de que la metafísica se resuelve en una organización y formalización lógico-gramatical-sintáctica del lenguaje y una visión sintética o interdisciplinar de los métodos de las ciencias individuales. El ente de razón lógico sustituye al ente real y la semántica deviene una metafísica. Como dice el padre Orlando Todisco, se trata del pasaje "de la ontología a la filosofía del lenguaje": ya no la atención al ser real, sino a la corrección sintáctica y lógica del lenguaje, entendido no ya como expresión del ser, sino como signo nominal y lingüístico, del conjunto de los entes.
----------El pensamiento de Guillermo de Ockham nos da una gran lección: nos hace comprender cómo materialismo e idealismo se corresponden, se implican y se reclaman mutuamente. Materialismo e idealismo interactúan, uno reacciona al otro, sin salir del círculo mágico en el interior del cual están condenados como enemigos-amigos a repelerse y a confundirse el uno con el otro.
----------Desde este punto de vista, es necesario advertir que la historia de la filosofía inglesa es extremadamente instructiva. Este perverso círculo comienza con Ockham y desde aquí es todo un sucederse y un alternarse y superponerse agitado de grosero empirismo y de etéreo espiritualismo: desde el vulgar materialismo de Hobbes al idealismo empirista de Locke, al inmaterialismo teológico de Berkeley, caso, éste, extremadamente interesante de este reclamarce recíproco del idealismo y del materialismo. En efecto, para Berkeley, la materia no existe simplemente porque él ha materializado el pensamiento reduciendo la intelección a la percepción (esse est percipi), como luego hará Hume.
----------De aquí partirá el subsecuente empirismo inglés, que influirá en el propio Lutero ("sum occamicae factionis"), el hedonismo renacentista, el sensismo francés y los libertinos del siglo XVIII, el positivismo de Comte, hasta llegar a Bertrand Russell y Wittgenstein, con sus conexiones con el Círculo de Viena de la década de 1920, sin excluir el mismo existencialismo hasta Heidegger, ya que ¿qué es esa "existencia" y ese "estar ahí" (Dasein), sino siempre de nuevo el individuo incomunicable y empírico de Ockham? ¿Y cuál es la base de la libido freudiana, que hoy hace la apología de la lujuria, con inmensa masacre de almas y gravísimos escándalos, sino una vez más el individuo absolutizado de Ockham?
----------El ockhamismo conlleva la incapacidad de distinguir la sustancia material de la espiritual porque reduce el intelecto al sentido y no quiere acoger nada que no sea objeto de la experiencia sensible o cuanto menos imaginable. Si se acoge un mundo de entes abstractos, como la lógica y la matemática, no es de ninguna manera para elevarnos al conocimiento del ente metafísico, que para el ockhamismo es un vagar en el vacío, un maná insípido, sino sólo para poner orden racional a los datos de la experiencia, para establecer las reglas del lenguaje y para estimular los asuntos económicos y el progreso de la ciencia y de la técnica.
----------En el ockhamismo desde la experiencia sensible no se asciende en absoluto al mundo del espíritu. Y si se admite el mundo del espíritu e incluso el mundo de la fe cristiana, se lo concibe como un meteoro caído del cielo, no se sabe cómo ni por qué, un dato a priori de la intuición o un dato inmediato de la conciencia o un hecho inmediatamente experimentable, reduciéndolo al nivel del dato sensible.
----------Ockham reduce el saber al poder, la teoría a la praxis, precediendo así de algún modo en siglos al praxismo marxista y al de la teología de la liberación de Leonardo Boff. La consecuencia que seguirá en moral es que el criterio del bien y del mal no será un valor objetivo espiritual, universal, trascendente y eterno, la consideración de un modelo ideal, recabado argumentativamente de los datos de los sentidos y de las inclinaciones naturales de la persona humana, sino la atracción o la repulsión contingente, que experimenta el apetito sensible del sujeto individual en contacto con los diversos objetos de la experiencia.
----------Con el pretexto de que Dios es libre de hacer o de ordenar lo que quiera, y que la criatura es contingente, la consecuencia será que todas las leyes de la naturaleza y del hombre ya no tendrán nada de cierto y de necesario, sino que se volverán contingentes, mutables e inciertas.
----------Ockham reduce la existencia de la criatura a su esencia individual. Tiene razón al considerar contingente la existencia de lo creado. Pero debemos recordar que las esencias poseen características necesarias, sin las cuales ellas son destruidas; y en base a la esencia humana el hombre está sujeto a leyes de conducta, transgrediendo las cuales, fracasa en alcanzar su fin. En cambio, para Ockham también la esencia cambia y termina por perder sus características necesarias, poniendo en peligro su propia existencia.
----------Por consiguiente, es necesario recordar que ni siquiera Dios, supremo custodio de estas leyes, que Él ha establecido, podría transgredirlas o mandar transgredirlas, sin faltar en su sabiduría y bondad, cosa impía de solo pensarla. De ahí la impiedad de la idea de Ockham, según la cual, si Dios quisiera, podría ordenar el adulterio.
----------Ockham tiene razón al distinguir un poder de Dios absoluto de un poder de Dios ordenado, siendo el primero lo que, salvado el principio de no-contradicción, Dios podría hacer si quisiera; y el segundo, lo que Dios ha dispuesto efectivamente e históricamente según el plan actual de la creación y de la salvación. Pero debe tenerse presente que incluso de potentia Dei absoluta Dios no puede ordenar el pecado. Ni vale tampoco el argumento de Ockham de que, si Dios mandara el adulterio, no sería pecado, porque es impensable que Dios mande algo contrario a su sabiduría y por tanto a su voluntad.
   
Una desviación de la espiritualidad franciscana
   
----------El caso Ockham hace comprender claramente a qué puede conducir la desviación de una gran espiritualidad como la franciscana. Corruptio optimi pessima. Nada más malvado que el ángel caído. Al fin y al cabo, desventuras como la ocurrida a Ockham pueden suceder y de hecho suceden, mutatis mutandis, también en otras grandes espiritualidades, como la dominicana.
----------Piénsede por ejemplo en el caso Eckhart, o en el caso Giordano Bruno o en el caso Schillebeeckx, tres grandes personalidades no sin genio, pero que, a semejanza de Ockham para su Orden, han deformado ciertos aspectos estupendos de sus respectivas espiritualidades: en Eckhart, la teología mística joánnea del Logos es convertida en panteísmo cristológico; en Giordano Bruno, el "heroico furor" de la fuerza invencible del intelecto es convertido en arrogante aspiración al poder mágico; en Schillebeeckx, la base histórica y humana de la fe y del cristianismo es convertida en arrianismo empirista y relativista.
----------En Ockham aparece evidente el juego de una serie de valores distorsionados: la percepción de la singularidad de la persona concreta se ha materializado en la idolatría de lo individual material. La Palabra hecha carne deviene palabra carnal. La simplicidad en el pensar deviene simplismo de la cotidianeidad. La fraternidad deviene aplanamiento y jacobinismo. La humildad deviene astuta renuencia a elevar el intelecto. La pobreza deviene la navaja que corta la sublimidad de los trascendentales. La mansedumbre deviene servilismo. La libertad deviene desobediencia al Papa. La ascética es sustituida por la cavilosa controversia escolástica. La mística deviene turbio sentimiento. La fe deviene fideísmo. La caridad deviene voluntarismo.
----------Con Ockham decae y se desvanece peligrosamente el ímpetu especulativo y espiritual, que caracteriza a la primera escuela teológica franciscana parisina de san Buenaventura y del beato Duns Scoto. ¿Por qué? Es que en el ambiente parisino, que se ha vuelto prestigioso, fluyen numerosas corrientes de pensamiento no todas conformes al catolicismo, al contrario, se hacen sentir fascinantes influencias paganas y musulmanas. La interpretación y la utilización de Aristóteles, aunque ahora permitido por la Iglesia, no es fácil.
----------Ockham, a diferencia de santo Tomás, de san Buenaventura y del beato Duns Scoto, atentos a evitar las carencias de la metafísica y de la teología de Aristóteles y a utilizar los aspectos más elevados de su pensamiento, interpreta a Aristóteles con ojo materialista, perdiendo de vista la nobleza de su metafísica, de modo que Ockham viene a privar a la fe cristiana de su necesario soporte racional.

2 comentarios:

  1. Estimado padre Filemón:
    Usted dice: "Desde este punto de vista, es necesario advertir que la historia de la filosofía inglesa es extremadamente instructiva. Este perverso círculo comienza con Ockham y desde aquí es todo un sucederse y un alternarse y superponerse agitado de grosero empirismo y de etéreo espiritualismo".
    Desde hace tiempo mantengo interés por una cuestión acerca de la cual no tengo todavía conclusiones ciertas: si ha sido tan fuerte esa tradicional corriente filosófica empirista entre los pensadores ingleses, ¿hasta qué punto esta corriente ha influido y acaso se revela en el pensamiento del cardenal John Henry Newman?
    Agradeceré de buen grado cualquier pista al respecto.

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    1. Estimado Hilario,
      francamente, debo decir que no tengo ese nivel de conocimiento del card. Newman, tal como para permitirme responder en modo satisfactorio a su pregunta.
      Una cosa que diría se puede dar por cierta es que, al menos en su período católico, Newman no pudo haber sido un empirista a la manera de Ockham, porque este tipo de empirismo impide el realismo del conocimiento y por lo tanto la posibilidad del conocimiento de fe.

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