jueves, 11 de agosto de 2022

¿Es que acaso puede haber un ateo en buena fe? (1/3)

En medio del actual clima de buenismo imperante, plantearse una pregunta como la del título puede parecer provocativo. ¿Acaso puede haber un ateo en buena fe?, es pregunta que hoy puede causar escándalo, y es posible que más de un lector pudiera reformularla en sentido contrario: ¿acaso puede no haber un ateo en buena fe?... [En la imagen: un detalle del Retrato de Friedrich Nietzsche, pintado por Curt Stoeving].

¿Es el ateísmo una opinión como cualquier otra?
   
----------¿El ateo está en culpa o puede estar en buena fe? Considerando el buenismo imperante, podría parecer una pregunta provocadora: ¡pero es obvio que está en buena fe! De hecho, considerando que todos se salvan, ¡el ateo tiene el paraíso del cielo asegurado! Sin embargo, no es tan cierto y en este artículo me propongo escandalosamente demostrar que -bajo ciertas condiciones- el ateo está en culpa, a menos que el lector no se retraiga disgustado a la sola vista del título y esté dispuesto a escucharme. Espero al menos suscitar la duda, porque es sólo así que demostramos verdadera caridad hacia el ateo.
----------Pero antes que nada: ¿es posible demostrar a un ateo que Dios existe? ¿Es posible demostrarle que se equivoca? Ciertamente que, en línea de principio es posible, tanto más que él no llegaría a saber algo que antes no sabía, sino que llegaría a tomar o a retomar conciencia de aquello que, quizás inconscientemente, ya sabía. Pero lamentablemente sucede que los ateos son personas ya creyentes, que han abandonado la fe ya desde jóvenes y se han endurecido en esa convicción con actitud arrogante. Son personas que no buscan la verdad, sino que quieren encontrar un pretexto para su mala conducta.
----------La Escritura nos enseña claramente que nadie ignora, al menos implícitamente, que Dios existe y que todos deben rendirLe cuentas por sus acciones. "Dios retribuirá a cada uno según sus obras" (Rm 2,6). La Biblia nos dice en términos muy claros y sin demasiados cumplimientos que cualquiera que niegue la existencia de Dios es un necio. Es imposible ignorar en buena fe que Dios existe, porque este saber no proviene de una información accidental, recibida por aprendizaje y proveniente de los otros, sino que cada uno de nosotros, al aplicar rectamente y espontáneamente la propia razón, que pasa del efecto a la causa, y al preguntarnos cuál es la causa primera de la realidad, se da cuenta de que Dios existe.
----------Digamos sin rodeos y sin posibilidad de equívocos, que el ateísmo es un pretexto para hacer la propia voluntad en lugar de la de Dios. Como voluntad de rechazar la voluntad divina para hacer la propia, el ateísmo es pecado mortal. Si el ateo es, por lo tanto, un cultor de los valores morales, del bien común o de la fraternidad universal, no lo es ciertamente en cuanto ateo, sino por una propia elección de conveniencia, reservándose siempre la libertad de transgredir estos valores, cuando pueda serle conveniente. El respeto a los valores universales supone la fe en Dios, que es su principio universal. El ateísmo, en cambio, de por sí conduce al sujeto al subjetivismo y al individualismo, es decir, a desinteresarse del bien común o de los intereses comunes, para buscar solamente su propio provecho personal.
----------Debemos considerar que la voluntad humana, aun después del pecado original, está por Dios constitutivamente inclinada hacia Él, pero como ella es libre, tiene la posibilidad de constituir o considerar su bien no a Dios sino a sí misma. Ella está hecha para un bien absoluto que es Dios, pero por su libre elección puede absolutizar lo relativo. Está hecha para un bien infinito, pero por su libre elección puede considerar lo finito como si fuera infinito. Está hecha para lo eterno, pero puede elegir lo temporal. Está hecha para el ipsum Esse, pero puede preferir el devenir; está hecha para la vida, pero puede elegir la muerte.
----------Todo hombre, pues, con un simple razonamiento, sabe que Dios existe; pero ello puede repugnarle, porque lo siente como un freno a la afirmación de sí mismo y de su propia libertad. El ateísmo no surge de ninguna necesidad de verdad, como querría hacernos creer Friedrich Nietzsche [1844-1900], ni de la necesidad de vencer la superstición, como quisiera convencernos Tito Lucrecio Caro [99-55 a.C.], ni de siempre nobles razonamientos científicos, como querría hacernos creer Auguste Comte [1798-1857], ni de sinceras aspiraciones a la grandeza humana, como querría hacernos creer Ludwig Feuerbach [1804-1872] o de la necesidad de luchar por la liberación de los oprimidos, como querría hacernos creer Karl Marx [1818-1883], sino de esos mezquinos, sórdidos y desgraciados intereses antes mencionados.
----------Estas cosas es necesario decirlas con la debida discreción a los ateos a fin de que tomen conciencia de su situación, se corrijan y abandonen el camino de la perdición. Es necesario liberarlos del horrendo precipicio en el cual cayó el conde Giacomo Leopardi [1798-1837], aquel poeta, filósofo, erudito y filólogo del Romanticismo, que creía que el ser es ilusión y nada, viene de la nada y va hacia la nada.
----------Las famosas cinco vías de santo Tomás de Aquino [1225-1274] para demostrar la existencia de Dios, ¿qué finalidad tienen entonces? ¿Acaso pretenden demostrar que Dios existe a alguien que no lo sabe, así como yo podría demostrar en un proceso judicial que ha sido la esposa, junto a su amante, quien asesinó al marido, como sucedió hace más de cincuenta años en Mendoza con el famoso crimen del profesor Avelino Maure? En absoluto. Santo Tomás no pretende llevar al lector al conocimiento de algo que no sabe, sino reforzar la convicción ya poseída, al menos implícitamente, por el lector.
----------En base a este presupuesto, la moral tradicional siempre ha considerado el ateísmo como gravísimo pecado de soberbia, es decir, como rechazo voluntario en nombre de un yo que quiere sustituirse a Dios, de una fundamental verdad salvífica que todos conocen o pueden fácilmente conocer. Sin embargo, debemos reconocer que en la edad moderna la cuestión de la existencia de Dios se ha vuelto extremadamente complicada por los mil estorbos que charlatanes y filósofos sofistas han querido poner en el camino de la razón hacia Dios y a causa del nacimiento de gnoseologías negadoras de las primeras evidencias de los sentidos y de la razón, evidencias que hacen de base para la demostración de la existencia de Dios.
----------Si no se cree en la verdad, ¿cómo se puede llegar al descubrimiento de la suprema Verdad que es Dios? ¿Qué interés puede tener tal perspectiva? Si no se cree en el poder veritativo de la razón, es lógico que se acabe en el ateísmo, porque es la razón la que conduce a Dios. Y no sirve para nada una "fe" irracional, que pretenda sustituir a la razón, porque la fe presupone la razón, de lo contrario no es fe sino fanatismo y criptoateismo, como lo demuestra el camino que va de Lutero a Hegel y de Hegel va a Marx y de Marx va a Nietzsche.
----------Ha sucedido entonces que los mismos moralistas católicos, ante esta situación que ha provocado el difundirse del ateísmo, de la incredulidad y de la apostasía, han comenzado a retomar el problema del ateísmo por el hecho de que no podía ser creíble que todas estas crecientes masas humanas que se declaraban ateas estuvieran todas compuestas por personas en estado de pecado mortal.
----------Mientras tanto, la Iglesia ha considerado oportuno sacar lo mejor de una mala situación comprendiendo la oportunidad de que en el plano de la convivencia civil no debería hacerse problema para reconocer el estatuto de ciudadanos incluso a los ateos. Y así sucede que en nuestras sociedades modernas nacidas de la Revolución Francesa y de la independencia estadounidense, basadas ya no como las precedentes en la obligación del súbdito de respetar la religión cristiana del soberano (como todavía se convino en el Tratado de Westfalia, distinguiendo catolicismo de protestantismo: cuius regio, eius religio), sino en el común compromiso de los ciudadanos a respetar los derechos universales del hombre, el ateísmo ya no es delito.
----------Hoy, la profesión de ateísmo ya no figura como delito contra el Estado, sino que las Constituciones, con el consentimiento de la Iglesia, conceden iguales derechos a los ciudadanos creyentes y a los ateos en nombre del derecho a la libertad de pensamiento, que no es sólo libertad religiosa, sino libertad de creer o no creer en Dios. El derecho a la libertad religiosa con el conexo derecho al agnosticismo religioso, ha sido sancionado por primera vez en la historia por la Revolución americana con la Declaración de Independencia del 1776. En cambio, es lesivo del derecho de los pueblos el principio del ateísmo de Estado sancionado por la Revolución Rusa del 1917 y reafirmado por la Revolución China del 1950.
----------Así, en la sociedad medieval los ateos eran rarísimos y suscitaban una general repugnancia y horror no tanto entre las autoridades civiles, sino más bien entre la totalidad de la población compuesta exclusivamente por bautizados. En la edad moderna, en cambio, con la afirmación del comunismo ateo, se asiste al surgimiento de Estados ateos, en los que los creyentes apenas son tolerados si no perseguidos, a diferencia de la cristiandad medieval, en la cual eran los ateos quienes eran castigados, o condenados a muerte.
----------Hoy, por el contrario, estamos habituados, creyentes y ateos, a convivir los unos con los otros en la sociedad, como si el ser teísta o ateo fuera una simple opinión y por tanto una legítima elección personal, que no compromete el bien común y la lealtad del ciudadano. En este punto se ha verificado un contraste entre el Estado y la Iglesia, mientras que esta última, todavía con el Concilio Vaticano II (Gaudium et spes, nn.19-21.), condena el ateísmo como irrazonable y contrario al bien de la persona humana y de la sociedad.
----------Hoy parece haber renacido el riesgo de confundir el teísmo con la idolatría, como ha sucedido en el desafortunado episodio del culto a la Pachamama. El problema hoy es que imperan muchos conceptos erróneos o incompletos o contradictorios o insuficientes de Dios, de tipo mahometano, ockhamista, cusano, luterano, fideísta, cartesiano, spinoziano, masónico, iluminista, racionalista, kantiano, fichtiano, hegeliano, schellingiano, pseudomístico, ontologista, panteísta, modernista, heideggeriano y rahneriano de Dios. Y muchos católicos beben estos brebajes envenenados quizás sin darse cuenta.
----------Muchos de estos, que ni siquiera creen en la objetividad y veracidad del concepto, con mayor razón piensan que el concepto o incluso la fórmula dogmática teológica es un concepto relativo y mutable, porque, con el pretexto de que la esencia de Dios es infinita e incomprensible, la consideran ininteligible, no conceptualizable, e indefinible, como Misterio del todo inefable.
----------Hoy está extendida la idea de un Dios falsamente misericordioso, el cual pide que se le crea sin razonar, un Dios que no nos recuerda las consecuencias del pecado original, que no explica el por qué del sufrimiento de los inocentes, que no castiga el pecado, no inculpa a nadie, deja libres e impunes a los malhechores, excusa todos los pecados, no quita el pecado pero no lo mira, perdona sin exigir penitencia, no pide ningún sacrificio expiatorio ni satisfacción reparadora, salva a todos, teístas y ateos, santos y blasfemos, incondicionalmente y sin méritos, justifica todas las religiones, confunde lo natural con lo sobrenatural, al hombre con Dios, pone a Cristo junto a Buda y Mahoma, no libera del sufrimiento, no determina ni la naturaleza humana ni funda la ley moral, es inseparable del mundo y de la materia, promete la felicidad en la tierra. ¡Y lo hermoso es que muchos lo consideran el Dios católico! Ser ateos y maldecir a este "dios" no es ateísmo, sino obra santa y saludable, sagrado deber para merecer el paraíso del cielo en orden a la eterna bienaventuranza.
----------Respecto a este gravísimo problema, el papa san Paulo VI tuvo la idea, inmediatamente después del Concilio Vaticano II, de encomendar a la Compañía de Jesús, en ocasión de la XXXII Congregación de la Compañía en 1974, el arduo mandato de derrotar al ateísmo, siguiendo la estela de las grandes empresas cumplidas por los Jesuitas en los siglos pasados. Salvo que, desgraciadamente, la Compañía ya no era la de aquella época, sino que también ella, como muchas otras fuerzas de la Iglesia, había iniciado una descriteriada renovación sobre la base de una falsa interpretación de la reforma conciliar.
----------En aquella XXXII Congregación, los Jesuitas formularon un razonamiento de este tipo: el ateísmo es provocado por la indignación de los oprimidos hacia los dominadores, que tratan de mantenerlos serenos asegurándoles que soportando su malestar merecerán el cielo como el pobre Lázaro. Pero esto es evidentemente una instrumentalización del Evangelio, por la cual los dominadores se consideran exeptuados de respetar los derechos de los trabajadores. No necesitamos comprometernos en superadas polémicas doctrinales contra el ateísmo, sostuvieron los Jesuitas. Seamos prácticos. Por el contrario, derroquemos del poder a los dominadores, luchemos por la justicia social y el ateísmo perderá su fuerza y desaparecerá.
----------Pero en la actualidad (continuaban argumentando los astutos Jesuitas) ¿cuáles son las fuerzas políticas que luchan eficazmente por la emancipación de los oprimidos? Estas fuerzas son los marxistas. Unámonos, por lo tanto, a ellos y el ateísmo será vencido. Pero el resultado fue que, colaborando con los marxistas, para ser aceptados por ellos en la lucha contra los dominadores, los Jesuitas renunciaron a refutar el ateísmo marxista. Entonces terminaron haciendo lo opuesto de lo que esperaba el papa Paulo VI. Todo esto que acabo de narrar, lo cuenta resumidamente el padre Antonio Caruso, en su libro Tra grandezze e squallori (ediciones Viverein, Monopoli 2008) y también el padre Malachi Brendan Martin, en su libro Los Jesuitas: la Compañía de Jesús y la traición a la Iglesia Católica (editorial Plaza & Janés, Barcelona 1988).
----------Fue así que en América Latina y sobre todo en América Central los Jesuitas en esta falsa lucha por la justicia social no remediaron en absoluto ni el flagelo del ateísmo, ni el de la miseria, sino que favorecieron la propagación del ateísmo y la crueldad de los ricos, hasta que san Juan Pablo II, en la esperanza de poner algún remedio a tanto daño y a tanto escándalo, decidió en 1981 sustituir primero al Prepósito padre Pedro Arrupe [1907-1991], con un Delegado personal en la persona del padre Paolo Dezza [1901-1999] y luego deponerlo, nombrando en 1983 al nuevo Prepósito en la persona del padre Hans Peter Kolvenbach [1928-2016]. El Papa alcanzó a mitigar la insensatez de los Jesuitas, favoreció una auténtica promoción social de las clases pobres, pero no llegó a frenar la nefasta influencia de Karl Rahner [1904-1984] sobre la Compañía (no obstante la publicación de la encíclica Veritatis splendor de 1993, donde se condena la "opción fundamental" rahneriana), tanto que aún hoy con el papa Francisco el problema está lejos de ser resuelto.
----------En virtud de este clima social que estamos viviendo de relativismo e indiferentismo religioso y doctrinal, muchos, incluso entre los católicos, se han hecho la convicción de que el ser o proclamarse ateo no es realmente una gran desgracia o un pecado grave, sino que es una opinión como cualquier otra, que debe ser respetada y a lo sumo tranquilamente tolerada.
----------Esta posición indiferentista recaba ocasión y motivo del hecho de que muchos confunden las relaciones humanas en la vida política con los propios deberes de católicos hacia los no-católicos, por ende comprendidos los ateos y no reflexionan sobre el hecho de que si en política es posible y normal una colaboración entre teístas y ateos en vista de objetivos honestos y limitados sobre la base de los comunes valores reconocidos por la Constitución, su ser católicos los compromete en una obra de evangelización y de humanización de la sociedad, dirigida y finalizada, entre otras cosas, a hacer todo lo posible para conducir a Cristo también a los ateos y por tanto a tomarse en serio su drama para ayudarlos a resolverlo ofreciéndoles la luz de la fe.
----------Sin embargo, existen hoy en día católicos, que creen que no sea el caso de hacerse un drama ni preocuparse por la existencia de los ateos, como lo haríamos por ejemplo por un familiar que padece cáncer. Se dice que los ateos se salvan lo mismo, porque están en buena fe. Según estos católicos, lo importante es amar al prójimo. Amar al prójimo es ya amar a Dios. Existen ateos más generosos, honestos y más sensibles a las necesidades de los pobres que ciertos creyentes. Si la conciencia del ateo le impone ser ateo -nos sugiere Rahner-, dejémoslo en paz en su buena fe. Para Rahner, en efecto, teísmo y ateísmo, en cuanto expresados en conceptos -que son de por sí mutables y relativos- no tiene incidencia a los fines de la salvación, salvación a la cual en cualquier caso todos llegan, como en cambio sí la tiene la opción fundamental atemática preconceptual y trascendental por Dios, común a todo hombre.
----------Rahner, de hecho, habla tranquilamente y repetidamente de "ateo sin culpa". Rahner, de hecho, con una falsa interpretación del pasaje de la constitución Lumen Gentium n.16, donde se habla de la posibilidad de salvación de "aquellos que todavía no han llegado a un conocimiento explícito de Dios", cree que el Concilio Vaticano se refiera en ese pasaje a los ateos. Lo cual es absolutamente falso, porque el conocimiento implícito de Dios no es ateísmo, sino que precisamente es conocimiento, por implícito que sea, de Dios. Así Rahner hace decir a la Iglesia lo que en realidad piensa él, lo que es contrario a la doctrina de la Iglesia. Dice Rahner: "según la doctrina de la Iglesia existe ciertamente un ateo sin culpa, que encuentra la salvación, cuya praxis conforme a la conciencia contradice en última instancia su ateísmo teórico".
----------Rahner recuerda así su tesis de que el teísmo salvífico, común a todos los hombres, ateos o teístas, consiste en una "experiencia original, a priori, preconceptual y atemática de Dios", permaneciendo indiferente a la finalidad de la salvación, la cual está asegurada a todos por la misericordia de Dios, independientemente de cómo tal experiencia sea categorizada, ya sea en el teísmo o en el ateísmo. Por consiguiente, por este motivo, para Rahner, no es absolutamente el caso de persuadir al ateo de que se está equivocando. Después de todo, ¿estás tan seguro de que se equivoca?, añade Hans Küng [1928-2021] como veremos mejor más adelante. De hecho, la elección del ateo, para Küng, es una elección afectiva, que no tiene que ver con la razón, por lo cual como no está motivada racionalmente, así tampoco puede ser refutada racionalmente.
----------Por otra parte, como ha escrito recientemente nuestro conocido Luigino Bruni en el Avvenire de Italia: es posible que exista un "ateísmo honesto". ¿Qué hay de malo en ello? Según Bruni, podemos tener razones válidas para ser ateos, razones a las cuales el creyente no sabría qué responder. Ciertamente Bruni es creyente. Pero ¿con cuánta convicción lo es? Si un musulmán lo obligara a creer en Alá, so pena de cortarle la garganta, ¿sería Luigino capaz de resistir? Se lo deseamos, por supuesto. Sin embargo, estas son las ideas corrientes en la actualidad. El buenismo está actualmente imperante bajo el pretexto habitual de la misericordia y el respeto por el "diferente". ¿Pero cuánto valen tales pretextos?
----------Un problema particular lo plantea el comunismo ateo de origen marxista. El ateo comunista está convencido de que el ateísmo es la condición para poseer el sentido del bien común y de la justicia social, mientras que el teísta sería un egoísta y un explotador del prójimo. Este razonamiento lo transfiere al nivel de los Estados, como para afirmar, por ejemplo, que mientras los Estados Unidos, basados en la libertad religiosa, explotan a los pueblos dondequiera que lleguen, en cambio China, cuya Constitución está fundada en el ateísmo marxista, sería, como ha afirmado recientemente mons. Sánchez Sorondo, alto prelado de la Santa Sede, "el pueblo que mejor que ningún otro realiza la doctrina social de la Iglesia". Puede consultarse sobre esto a Jacques Maritain, en Réfléxions sur l’Amérique (Arthème Fayard, Paris 1958).
----------Ahora bien, juicios como el citado de mons. Marcelo Sánchez Sorondo presuponen el mencionado error gravísimo, que es el engaño que atrae a muchos ingenuos al comunismo. Por lo tanto, es necesario demostrarle al ateo que el verdadero sentido del bien común se funda en la religión y no en el ateísmo, el cual a la inversa, como lo demuestra la historia de los Estados ateos y cuanto hoy sucede realmente en China, crea Estados imperialistas, tiránicos, liberticidas y por ende pueblos hambrientos.
----------Que en cambio, el ateísmo se desposa con el materialismo, esto es verdaderísimo y del todo lógico. Está claro que la supresión en el hombre de su aspiración al bien divino no puede sino degradar la dignidad humana al nivel de las bestias, dejándola ocupada únicamente en la búsqueda del placer material, centrada sólo sobre sí misma y sobre sus propios intereses individuales. Por el contrario, enamorar a los hombres del valor del espíritu, suscitar en ellos el amor por el saber, por la virtud y por la cultura, quiere decir tenerlos alejados del nefasto contagio del ateísmo y de sus desastrosas consecuencias morales y materiales.
----------Por el contrario, por cuanto respecta a la masonería, existen frente a ella polémicas excesivas, que caen con mucha facilidad y simplismo en acusarla de favorecer el ateísmo. A decir verdad, si queremos atenernos a los hechos, en las Constituciones masónicas londinenses de Anderson del 1723, la masonería excluye de sus filas al ateo, definiéndolo incluso como "estúpido", un apelativo de sabor bíblico.
----------Es cierto, sin embargo, que la masonería, admitiendo sólo la religión natural, pero no la religión revelada, concibe un teísmo que, como el de Küng o el de Rahner que veremos más adelante, en el aspecto práctico, carece de la fuerza racional para contrarrestar el ateísmo y cae fácilmente en pactos conciliadores con él, provocando ese agnosticismo o indiferentismo religioso, que permite a la masonería presentarse como sabia organizadora de la convivencia internacional y árbitro imparcial capaz más que la Iglesia católica de garantizar la convivencia pacífica entre los fieles de las diversas religiones, incluidos los mismos ateos.

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