miércoles, 10 de agosto de 2022

El éxito de Lutero y de otros heresiarcas

En el núcleo medular de todo hereje y cismático existe una ilusión: creyendo haber encontrado la verdadera fe, en realidad la pierde en el momento en el cual pierde la fe en la autoridad doctrinal del Papa, con la pretensión de interpretar la Escritura y la Tradición mejor que él. El hereje y cismático cree haber descubierto la verdad, pero en realidad cae en la ilusión; y quien sigue al hereje y cismático es víctima de la misma ilusión. [En la imagen: fragmento de "El Altar de la Reforma", de Lucas Cranach el Joven, obra del siglo XVI, en Wittenberg].

Los tres ámbitos cismáticos hacia los que se orienta el ecumenismo
   
----------El ecumenismo es la particular obra evangelizadora cuya finalidad específica es lograr la unidad de los cristianos. El decreto Unitatis redintegratio del Concilio Vatican II define al ecumenismo de este modo: "Por movimiento ecuménico se entiende el conjunto de actividades y de empresas que, conforme a las distintas necesidades de la Iglesia y a las circunstancias de los tiempos, se suscitan y se ordenan a favorecer la unidad de los cristianos" (n.4). En otros términos, el ecumenismo es la obra apostólica tendiente específicamente a hacer retornar a la unidad eclesial a aquellos que se han separado formal o virtualmente por medio del cisma, el cual es definido por el Código de Derecho Canónico como "el rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice o de la comunión con los miembros de la Iglesia a él sometidos" (canon 751).
----------Debemos distinguir la obra del ecumenismo de la obra del diálogo interreligioso, que es la obra evangelizadora llevada a cabo hacia las religiones no-cristianas, obra también de vital importancia y necesidad en el mundo actual. También el Concilio Vaticano II ha tratado sobre esta obra apostólica dirigida hacia aquellos que ni siquiera creen en Cristo, y lo ha hecho en la declaración Nostra aetate.
----------En el presente artículo me limitaré a tratar solamente del ecumenismo, teniendo bien presente que podemos resumir el movimiento ecuménico como dirigido a tres ámbitos de acción: 1) el cristianismo ortodoxo oriental, 2) el protestantismo extraeclesial y su conexo neo-modernismo intraeclesial, 3) el pasadismo extraeclesial e intraeclesial. Como entenderán los lectores, estoy aquí generalizando a grandes rasgos los tres campos, cuyas características particulares deberían ser más detalladamente explicadas. Aún así entiendo que los mencionados tres ámbitos cristianos no-católicos son suficientemente identificables.
----------Por cuanto respecta a los cristianos de la llamada Ortodoxia oriental, es un ámbito que en nuestro caso, salvo excepciones, nos aparece demasiado alejado de nuestro mundo cotidiano y de nuestra cultura. Salvo por el hecho de que en estos últimos meses, a causa de la dramática guerra que se vive en Ucrania, hemos tenido ocasión de indagar las causas profundamente religiosas del conflicto. El lector habitual visitante de este blog se ha podido informar suficientemente sobre los motivos históricos que en el 1054 dieron vida al cisma ortodoxo, y ha podido reflexionar acerca de la absoluta necesidad y urgencia de la labor ecuménica con nuestros hermanos cristianos ortodoxos orientales, a fin de poner término a la actual guerra.
----------El segundo de los mencionados ámbitos cristianos no-católicos es el del llamado protestantismo actual en sus diversas confesiones, entre las cuales destaca el luteranismo, por su indudable importancia histórica y doctrinal, aunque en su interior existan distintas denominaciones protestantes, en todas las cuales, sin embargo, es visible directa o indirectamente el origen y la influencia del cisma producido por Martín Lutero en el siglo XVI. He incluído también en este segundo ámbito al actual modernismo intraeclesial, cisma virtual y embozado hoy sumamente extendido en la Iglesia, y del cual hemos tratado en numerosos artículos de este blog. De hecho, el modernismo intraeclesial actual puede ser caracterizado como filo-luteranismo.
----------Es precisamente de ese segundo ámbito cristiano no-católico del que aquí trataremos, ámbito que nos es muy cercano, a diferencia del cristianismo ortodoxo oriental, muy alejado de nuestra cultura. Por cuanto respecta al tercero de los ámbitos mencionados, el del pasadismo, tanto extraeclesial como intraeclesial, es de mucha menor importancia por su minoritaria difusión. Se trata de aquellos cristianos apegados de diverso modo a las formas contingentes en que se ha desarrollado la vida de la Iglesia en otros siglos, y que o bien han llevado su posición ideológica hasta una ruptura formal con la Iglesia, como es el caso del cisma lefebvriano en sus distintas internas divisiones, o bien se trata de pasadistas que, a la manera de los mencionados neo-modernistas, fingen una comunión con Roma que en realidad no tienen, y viven en cisma virtual.
----------De modo que en esta nota me referiré tan sólo al protestantismo, y más específicamente al luteranismo y a su remedo intraeclesial, es decir el actual neo-modernismo tan poderoso desde el período postconciliar, y me preguntaré acerca de las razones o motivaciones de su éxito y de su difusión. De tanto en tanto también haré, si resulta oportuno, alguna breve referencia al cisma pasadista cuando se puedan notar características semejantes con el luteranismo (aunque sean más visibles las diferencias).
   
El éxito de Lutero (y, en general, de todos los heresiarcas)
   
----------Pues bien, entrando en tema, hoy más que nunca, en época de ecumenismo, nos preguntamos cuál es el sentido o el significado del luteranismo. Y sobre este punto continúan las discusiones y las interpretaciones contrastantes, no obstante los pasos dados por el ecumenismo. ¿Cuáles son los orígenes y las causas del luteranismo? ¿Cuáles son sus intenciones, sus instancias o demandas, sus temas esenciales? ¿Cuáles son sus resultados? ¿Cómo es posible que a cinco siglos de distancia, desde aquella rebelión de Lutero en el siglo XVI, después de las condenas de la Iglesia, el luteranismo siga todavía vivo, y a tal punto que hoy influye en la teología católica, en el mencionado neo-modernismo, hoy tan difundido? ¿De qué depende el poder de su seducción? ¿Cómo es que también atrae a grandes inteligencias y a hombres valiosos? ¿Y qué se podría hacer para reconducir a los hermanos separados a la comunión con la Iglesia Romana?
----------Una idea equivocada que se ha difundido en el mundo católico por un falso ecumenismo, es que, en definitiva, el luteranismo ha sido una opción o elección como cualquier otra, en lo interno del cristianismo o de la Iglesia, como fueron por ejemplo las familias religiosas fundadas por san Benito de Nursia o san Francisco de Asís o santo Domingo de Guzmán. El luteranismo no sería una falsa interpretación del cristianismo y de la Iglesia, sino simplemente una elección diferente. Para otros, Lutero habría sido un gran reformador de la Iglesia, un gran genio religioso sediento de Cristo y de su justicia, una trompeta profética, un azotador de escándalos, abusos, vicios y herejías, que habría hecho tomar conciencia a la Iglesia y a Roma de sus desviaciones doctrinales y morales medievales y habría conducido con energía e intransigencia al redescubrimiento del verdadero Evangelio y de la verdadera relación salvífica con Cristo, rechazando muchas concepciones y prácticas espurias, puras tradiciones de hombres, que se habían acumulado en el pasado, como escombros que con el tiempo recubren un monumento ocultando su genuina belleza.
----------Los modernos seguidores de Lutero, considerando también el actual clima ecuménico, ya no hacen suya la violencia de los ataques del "Reformador" contra el Papa, o contra la doctrina y la moral católicas, y sin embargo, si bien legitiman la existencia de la Iglesia Romana, la ven con una cierta suficiencia, un cierto tolerante y benévolo compadecimiento, como si Roma fuera un respetable remanente del pasado, por lo cual jamás soñarían con considerarla la guía de la Iglesia, rol, éste, que celosamente se reservan sólo para ellos mismos, que desde hace cincuenta años se les engalana con el título de "progresistas" y son venerados y proclamados como tales. Una arrogancia y violencia similares a las que tuvo originariamente Lutero se advierte hoy en los pasadistas cismáticos extra-eclesiales, quienes si por un lado rechazan en teoría el ecumenismo promovido por el Concilio Vaticano II, en cambio en la práctica suplican un diálogo ecuménico con la -según ellos- "Roma modernista", considerándose ellos los verdaderos apóstoles de la "Roma eterna".
----------Otros, creyendo entonces obrar de tal modo por la unión de los cristianos, se han hecho la idea de que católicos y protestantes representan a la par, en pie de igualdad, aunque de manera diferente y recíprocamente complementaria, dos grandes fragmentos de la Iglesia, divididos en la época de Lutero a causa de errores e incomprenciones recíprocos y por lo tanto debido a culpas en ambos lados. Por lo cual la solución o el remedio de esta escisión, ruptura, fractura o división o como queramos llamarla, no estaría en el hecho, como ordena y espera el documento conciliar sobre el ecumenismo (Unitatis redintegratio, n.3), que los hermanos separados, renunciando a sus errores, sean "plenamente incorporados" a la Iglesia católica, sólo en la cual está la plenitud de la verdad, sino que ellos pueden mantener tranquilamente sus posiciones. Lo importante es que exista el diálogo y la recíproca colaboración. Al mismo tiempo, se continúa "orando por la unidad". Pero me pregunto si en estas condiciones de ánimo y de mentalidad tal oración no se convierte en una hipocresía.
----------Así -siempre según esa falsa idea ecuménica-, para rencontrar la unidad, y reacomodar o recomponer el vaso roto, cada una de las dos partes debería renunciar a aquello que la opone a la otra, como propuso Karl Rahner en su libro La Unión de las Iglesias. Una posibilidad real (editorial Herder, Barcelona 1987). En la práctica, Rahner sugirió que la Iglesia católica debería pedir a todos, católicos y protestantes, la adhesión a aquellos dogmas que ya todos tenemos en común, mientras que debería hacer "facultativos" para todos y sobre todo para los protestantes aquellos dogmas que ellos no aceptan.
   
Una falsa imagen de la Iglesia: el vaso roto
   
----------Es necesario decir con claridad que en realidad es falsa la imagen del "vaso roto". Es erróneo concebir la recuperación de la unidad parangonando la operación con la de un ortopedista que recompone la fractura de un fémur roto. La referencia correcta aquí en cambio la da Cristo mismo: los herejes son sarmientos que se han desprendido o casi desprendido de la vid, que es la Iglesia Romana; por lo cual, mientras la Iglesia como Iglesia (¡no como católicos individuales!) no tiene agravios ni errores que reparar, sino que tiene sólo la totalidad del Evangelio para proclamar a todo el mundo, disipando las tinieblas del error, a la inversa, los hermanos separados se salvan sólo si, corregidos sus errores, alcanzan la plena comunión con Roma, comunión que, por lo demás, como señala el Concilio, no está ahora totalmente ausente, sino que es sólo parcial, imperfecta e incompleta, lo que no excluye la posibilidad del luterano de buena fe de salvarse.
----------La Iglesia en sí misma es esencialmente una e indivisible. Ninguna fuerza disgregadora puede escindir o dividir a la Iglesia, y poner una parte contra la otra desde el interior o desde el exterior. Pueden haber, y de hecho hay, divisiones entre cristianos, pero no en la Iglesia y mucho menos desde o por la Iglesia. Los herejes y los cismáticos no dividen a la Iglesia, sino que se dividen de la Iglesia; no son una parte de la Iglesia, sino que se separan de la Iglesia, la cual permanece esencialmente entera y una.
----------Por consiguiente no se trata de reunir a la Iglesia, sino que se trata de que los herejes y los cismáticos retornen a la Iglesia. Y es imposible que la Iglesia, como ellos quisieran, vaya para su lado, legitimando sus errores. Los verdaderos católicos están, a la inversa, en cuanto católicos, no en cuanto pecadores, todos unidos entre sí en la Iglesia, lo que obviamente no quita que existan conflictos o disensiones entre ellos, los cuales sin embargo no afectan su fundamental comunión en la Iglesia y su pertenencia a la Iglesia.
----------Y compete supremamente al Papa definir, procurar, custodiar, proteger e incrementar la unidad de la Iglesia promoviendo la unión o la reunión de los cristianos, la concordia y la reconciliación entre los partidos adversarios -por ejemplo modernistas y pasadistas- y el reencuentro con las ovejas. Esta misión del Papa no es entendida en absoluto por los cismáticos y los herejes. Ellos creen que el Papa es principio de división porque exige, para ser verdaderos cristianos, condiciones que ellos no quieren admitir. Así entonces hoy también existen tontos que creen que el ecumenismo andaría mejor si no hubiera Papa.
----------A esta búsqueda de los alejados, y, por lo tanto, a esta llamada a la unidad con Roma, que es el "centro" de la unidad, se refiere el papa Francisco cuando habla de la "Iglesia en salida". Cuando él habla de la necesidad de que la Iglesia "salga" y vaya "a las periferias"; no se trata tanto de los barrios marginales, sino ante todo de los áreas humanas más desnutridas desde el punto de vista espiritual. La periferia puede ser también el párroco o el laico catequista que no vive en plena comunión con la Iglesia.
----------Todavía otros, como Hans Küng (en su libro ¿Tiene salvación la Iglesia?, editorial Trotta, Madrid 2013) y Edward Schillebeeckx (en su libro Los hombres, relato de Dios, ediciones Sígueme, Salamanca 1995), ampliando al máximo el sincretismo indiferentista, y malinterpretando la famosa tesis del Concilio, según la cual "la Iglesia de Cristo subsiste [subsistit] en la Iglesia católica" (Lumen Gentium, n.8), llegan a prospectar una "Iglesia de Cristo" o un "cristianismo" que resulte de la síntesis de todas las religiones preocupadas por los derechos humanos, por la justicia y por la paz en la humanidad, donde los dogmas católicos no son negados sino privados de su universalidad y obligatoriedad, son integrados junto con las doctrinas de las otras religiones, lo cual es evidente secularización iluminista del cristianismo que excluye lo sobrenatural, considerado mito, fanatismo y superstición, según el muy conocido módulo de la masonería.
----------Ciertamente una cosa de este tipo no hubiera complacido ni siquiera a Lutero, apegado como él estaba al fin de cuentas, aunque a su modo, al contenido irrenunciable de la fe del Evangelio. Su tremenda obstinación en el permanecer apegado a la herejía era precisamente su convicción de estar en la verdadera fe, mientras que según él era Roma la que había caído en la herejía. Es indudable que en esta ilusoria y arrogante obstinación, los actuales pasadistas se asemejan muchísimo a Lutero.
   
Falsos conceptos de Escritura y Tradición
   
----------Sin embargo, Lutero no se daba cuenta de que una vez abatido el Magisterio de la Iglesia, el puro y simple referirse privado a la Escritura, aún en la convicción de estar iluminado por el Espíritu Santo y admitiendo sin dificultad la claridad de muchos pasajes de la misma Escritura, no es en absoluto suficiente para garantizar con certeza y precisión los contenidos de la fe. Pero sobre todo no corresponde a la voluntad de Cristo expresada en el mismo Evangelio. De modo similar, los actuales pasadistas no se dan cuenta que una vez negado el permanente oficio magisterial de la Iglesia, el puro y simple referirse privado a la Tradición, aún en la convicción de estar iluminados por el Espíritu Santo, no es en absoluto suficiente para garantizar con certeza y precisión los contenidos de la fe. De este modo, mientras el luteranismo se crea para sí mismo un falso concepto de Escritura, el pasadismo se crea actualmente un falso concepto de Tradición.
----------A tal respecto debemos recordar que la Iglesia y la doctrina de la fe son organismos creados y protegidos por la infinita sabiduría divina, por ende de tal modo capaces para poder resistir, bien custodiados, a todo ataque del enemigo, pero al mismo tiempo, en cuanto criaturas, son el resultado de un armonioso conjunto de elementos y factores, "articulaciones y ligamentos" (Col 2,19), donde los eslabones no tienen todos la misma solidez, sino que algunos son menos sólidos que otros, por lo cual pueden ser rotos o divididos más fácilmente por una voluntad maligna. Así, por ejemplo, en el cuerpo humano, que también es una maravillosa obra divina, algunas estructuras son más vulnerables que otras: si uno apoya mal el pie, fácilmente sufre una torcedura; si uno no mantiene limpios sus dientes, fácilmente les salen caries, etc.
----------La Palabra de Dios mantiene efectivamente unidas "las articulaciones y la médula" (Heb 4,12); pero si el alma no se mantiene a salvo de las insidias y de las mentiras del demonio, estos delicados ligámenes corren el riesgo de romperse. Es precisamente cuanto sucede en las herejías. Es cuanto le ha sucedido a Lutero, el cual, si bien tenía por sí mismo una fuerte personalidad capaz de influir sobre los demás, no es que haya inventado de la nada sus herejías, como Júpiter que hace salir a Minerva de su cabeza, armada con todo detalle. Por el contrario, Lutero había comenzado a afectar puntos o junturas o ligámenes frágiles de la estructura eclesial, otras veces puestas en crisis en la historia de la Iglesia, como son por ejemplo las relaciones: Papa-Iglesia o Escritura-Iglesia o gracia-libre albedrío o gracia-pecado o fe-razón o fe-obras.
----------Por otra parte, ya no se puede ve en Lutero sólo la herejía, sino que en cierto sentido es hoy más importante evidenciar sus instancias o demandas positivas de reforma, que han contribuido a su éxito y que, debidamente purificadas e insertas en contexto católico, han encontrado en cierto modo su satisfacción en las doctrinas y en la pastoral del Concilio Vaticano II. El mismo fenómeno del modernismo de la época del papa san Pío X, fue en gran parte un intento fallido de obrar esta recuperación, que en cambio ha sido hecha por el Concilio Vaticano II con toda la autoridad que compete a un Concilio ecuménico.
   
Falsas reformas y verdadera reforma de la Iglesia
   
----------En cuanto a la cuestión de la reforma, debemos decir que la esencia de la Iglesia es inmutable en sí misma, pero esto no quita que ella tenga periódicamente necesidad de reforma: Ecclesia semper reformanda, dice un antiguo adagio. Aquel conocido temor de Romano Amerio de que el Concilio Vaticano II hubiera "cambiado" la esencia de la Iglesia no tiene en absoluto ningún fundamento: Amerio tendía a confundir la verdadera eclesiología del Concilio con las interpretaciones dadas por los modernistas. Es lo que ocurre con los actuales pasadistas lefebvrianos o filo-lefebvrianos, en quienes el ver modernismo en los textos del Concilio Vaticano II ya no es vaga tendencia, como lo era en Amerio, sino ideología definida.
----------Sin embargo, para obrar una verdadera reforma de la Iglesia, una reforma que sea cosa benéfica y conforme a nuestro Señor Jesucristo, su divino Fundador, es necesario saber qué cosa en la Iglesia puede cambiar y qué cosa no puede cambiar sin con ello mismo destruir, mutilar o corromper la esencia de la Iglesia. A decir verdad, la Iglesia es en sí misma indestructible en sí misma (portae inferi non praevalebunt). El problema es que su esencia puede corromperse en la mente de falsos reformadores, los cuales creen reformarla, pero en realidad lo que hacen es construir una falsa iglesia, que es contraria a la voluntad de Cristo. Por tanto, es necesario distinguir reforma de deformación. La reforma periódicamente necesaria y requerida por la misma esencia humana e histórica de la Iglesia, tiene la tarea de rencontrar, mantener y fortalecer la forma ofuscada por adiciones o sustracciones arbitrarias, espurias o puramente humanas.
----------En cambio, una reforma que pretendiera cambiar la esencia de la Iglesia o concibiera esta esencia como naturalmente mutable, según el módulo modernista, en lugar de renovarla, purificarla y mejorarla, la destruiría. En la obra de Lutero existen ambos aspectos, por lo cual es sumamente necesario, bajo la guía del Magisterio de la Iglesia, obrar esta distinción para acoger lo positivo y rechazar lo negativo.
----------El éxito de Lutero es así en gran medida debido al hecho de que él recopiló y desarrolló instancias o demandas heréticas que ya existían en la historia de la Iglesia, como por ejemplo aquellas más inmediatamente precedentes de Hus y Wycliff, así como de los valdenses, de los maniqueos, de los cátaros, de Ockham y del Cusano, si bien es cierto que todo heresiarca da siempre un carácter peculiar a las doctrinas que inventa, y esto evidentemente permite distinguir las herejías de Lutero de aquellas de otros herejes.
----------Por otra parte, como he dicho, es necesario también ver en Lutero huellas de instancias o demandas reformadoras que son de hecho auténticas, instancias y demandas que ya habían caracterizado a los grandes reformadores medioevales como san Bruno, san Pedro Damiano, san Romualdo, san Bernardo, san Juan Gualberto, san Francisco, y santa Catalina de Siena, por nombrar sólo un puñado de ellos.
----------Uno de los motivos por los cuales el luteranismo no logró arraigar en ciertos países de Europa occidental (un ejemplo muy claro es Italia), fue que ya antes de Lutero ciertas Órdenes religiosas, como por ejemplo los Dominicos, habían promovido una reforma contra las sugestiones paganizantes del naciente Humanismo, como fue por ejemplo la obra reformadoras de la escuela cataliniana del beato Raimondo da Capua, o la del beato Giovanni Dominici, o la de san Antonino de Florencia y la de Girolamo Savonarola.
----------La herejía, por su parte (y este es un punto en común entre las herejías modernistas y las pasadistas), ataca siempre algún punto débil, algún pasaje difícil, rompe algún nexo o ligamen frágil, donde muchos pueden caer, y por eso tiene éxito, aun cuando también puedan existir herejías tan absurdas, que siempre encuentran el chitrulo que con entusiasmo las hace suyas, especialmente en nuestros días.
   
El oficio petrino: terreno donde pueden enraizar la herejía y el cisma
   
----------Hay otro terreno donde arraigan la herejía y el cisma. Un punto delicado de la fe católica es el del oficio petrino. Por eso todos los herejes niegan de diversos modos la autoridad del Papa. Y se sabe con cuánta violencia rechazó Lutero el carisma de Pedro. En efecto, acerca de la misión del Papa, en línea de principio existen dos dificultades, donde fácilmente juega el espíritu de la mentira.
----------La primera dificultad es que en el Romano Pontífice es necesario distinguir dos cosas: la infalibilidad de su ministerio como maestro de la fe y la fragilidad de su humanidad en cuanto hijo de Adán, fragilidad por la cual puede cometer también acciones injustas, imprudencias o pecados sobre el plano no solamente personal, sino también en el plano del gobierno o de la pastoral. La táctica usual de los herejes, a la cual ni siquiera Lutero escapa, es la de partir de críticas o reivindicaciones quizás justas acerca de la pastoral o la conducta moral del Papa, para atacarlo como maestro de la fe y guía a la salvación. Táctica usual del hereje es partir de críticas quizás correctas al Papa, como puede ser una imprudente medida de disciplina litúrgica, o una no tan reflexiva y meditada decisión de gobierno, o acaso una imprudente beatificación en un inadecuado contexto espacio-temporal, etc. Partiendo de estas que pueden ser justificables críticas a la pastoral del Papa, el hereje termina por atacar al Papa como maestro de la fe y guía supremo a la salvación.
----------La segunda dificultad radica en el comprender y apreciar el ligamen del Papa con la Iglesia. Que la Iglesia sea guiada por nuestro Señor Jesucristo, lo admiten generalmente los herejes. Aquello que para los herejes es inadmisible es que sea guiada por el Papa en la interpretación de la Sagrada Escritura y de la Sagrada Tradición, en sustancia, de la verdad de fe y de la revelación divina.
----------Según ellos, es suficiente Cristo o la inspiración del Espíritu Santo. Y en línea de principio, esto podría ser cierto. Si Dios hubiera querido, habría podido fundar una comunidad de salvación guiada directamente por Él, sin mediaciones literarias o magisteriales o catequéticas o jerárquicas o litúrgicas o sacramentales o sacerdotales o pontificias. Dios no tiene problema en darse a conocer directamente a cada uno en su propia conciencia, y en mandarle directamente lo que debe hacer y en guiarle con la gracia al paraíso del cielo.
----------Salvo por el hecho de que, sin embargo, el caso es que Dios ha querido regular las cosas de manera diferente. Y tratándose de problemas que sólo Dios puede resolver, como aquellos relativos a la salvación, es lógico que debamos fiarnos de aquello que Él positivamente e históricamente ha querido ("derecho divino") a través de sus apóstoles y sobre todo de Jesucristo. El problema de la herejía no es el de no creer en Cristo; el problema es el de aceptar todo aquello que Cristo ha enseñado y ha querido. El problema del hereje y del cismático, sea éste ortodoxo oriental o protestante o modernista o pasadista o luterano o anglicano o metodista o bautista o lefebvriano o viganiano o minutelliano, o quien sea, no es que no crea en Cristo; el problema es aceptar en su plenitud todo lo que Cristo ha enseñado y ha querido, teniendo en cuenta que quien esclarece y confirma cuál sea esa plenitud de la revelación de Cristo es el Papa.
----------El hereje y cismático puede también hablar de Iglesia, de fe, de caridad, de Escritura, de Tradición, de Revelación, de sacramentos, de Espíritu Santo, de gracia, de virtud, de pecado, de salvación, de mística. Puede hablar de la Santísima Trinidad, de Cristo y de Dios. Pero se trata de ver uno por uno cómo concibe estos valores. No debemos prestar atención a las solas palabras, porque ellas en la herejía son vaciadas de su verdadero significado. Por eso no siempre es fácil desenmascarar las herejías, bien disfrazadas bajo apariencias de piedad, interpretaciones de la Escritura o de la Tradición, proyectos de santidad, proclamas reformadoras, ideas teológicas geniales, profecías apocalípticas, visiones celestiales...
----------En el caso específico de Martín Lutero, la rebelión contra el Romano Pontífice surge del hecho de que Lutero, en sus tendenciosas lecturas de los textos paulinos, estaba convencido de haber encontrado la paz de su alma y esa sustancia del Evangelio que, según él, Roma había perdido. De ahí su repudio a la doctrina del Magisterio de la Iglesia. De ahí entonces la oposición a muchos otros dogmas en cuanto sancionados por esa infalibilidad magisterial pontificia que Lutero ya no quiso reconocer. De manera muy parecida, mutatis mutandis, con sus características particulares, ocurre con todos los herejes y cismáticos.
----------Por otra parte, como enseña san Agustín de Hipona, nosotros llegamos a creer en Cristo creyendo en el testimonio de la Iglesia. Es de la Iglesia y bajo el patrocinio de la Iglesia que nosotros recibimos la Biblia, es decir, la verdad de fe y por lo tanto llegamos a la fe en nuestro Señor Jesucristo.
----------Una fe en Cristo inmediata, a priori, atemática, preconceptual, dada a todos, como la entiende Rahner, sin ninguna pertenencia, ni siquiera invisible o implícita, a la Iglesia, no existe. No es que se deba creer en la infalibilidad de la Iglesia solo porque nos lo diga la Iglesia. Sería un círculo vicioso. En cambio, se llega a creer en la infalibilidad de la Iglesia mediante los signos de credibilidad que la Iglesia ofrece. Pero una vez que llegamos a descubrir a Cristo en la Iglesia, tenemos el deber de creer en la infalibilidad de la Iglesia porque, sabiendo que la Iglesia es infalible, la Iglesia misma enseña ser infalible en nombre de nuestra fe en Cristo.
----------Lutero, como era de suponer, gracias a la formación católica recibida, había llegado a creer en la Iglesia, e incluso llegó a formar parte de una Orden religiosa. Surgen así las preguntas. ¿Por qué entonces Lutero, en un cierto momento, repudió la fe en la Iglesia? ¿Cómo llegó a perder la fe en la autoridad del Papa? ¿Era una verdadera fe? Si era verdadera fe, ¿por qué perderla? ¿En nombre de qué? ¿Bajo qué empuje? ¿Bajo qué sugestión? ¿Estaba verdaderamente preocupado por su propia seguridad o por alguna otra cosa no tan noble? No supo conservar la verdadera fe en Cristo porque perdió la fe en la Iglesia. Son las mismas preguntas (y la misma respuesta) que se aplican a todos los herejes y cismáticos, antiguos y modernos.
----------Creyendo haber encontrado la verdadera fe, en realidad Lutero la perdió en el momento en el cual perdió la fe en la autoridad doctrinal del Papa, con la pretensión de interpretar la Escritura mejor que él. Creía haber descubierto la verdad y cayó en la ilusión; y quien lo sigue es víctima de la misma ilusión. ¿Qué mayor tragedia para un hombre que confundir por fe lo que es ilusión? Es como cambiar a Cristo por Beliar. ¿Y qué mayor daño se puede hacer al prójimo que conducirlo fuera del sendero de la verdad? ¿Qué sentido tiene entonces toda la predicación de Lutero? Son preguntas serias, a las cuales todavía hoy, después de cinco siglos de estudios sobre Lutero, es difícil responder. Una cosa es cierta. Una lección que nos viene de Lutero es esta: tener cuidado de procurarnos una fe sólida y auténtica y custodiarla siempre a costa de la propia vida.

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