jueves, 4 de agosto de 2022

El principio "la realidad es superior a la idea" en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium del papa Francisco (3/4)

En estos últimos tiempos, no han sido en verdad pocos los pensadores que, incluso en ámbito católico, y de hecho presentándose como católicos, se han dejado persuadir por la falsa impresión de que el idealismo sirviera mejor para comprender en la actualidad la esencia profunda del cristianismo. Lo afirmado por el Romano Pontífice en "Evangelii gaudium" es una explícita condena a esa falsa convicción.

Idealismo y cristianismo
   
----------Pese a su intrínseca absurdidad, sin embargo, no han sido pocos los pensadores que en ámbito católico han caído en la persuasión de que el idealismo, por su aparente espiritualidad, sirviera mejor que el realismo escolástico juzgado un objetivismo "superado". De hecho, un burdo slogan que ha recibido mucho crédito recientemente, tanto como para engañar incluso a teólogos y exegetas, es que el realismo escolástico se resentiría del así llamado "dualismo griego", contrario a la mentalidad bíblica, como si el idealismo no albergara en su seno dualismos mucho peores, como el de admitir en Dios la presencia del mal.
----------Fue así que aquella falsa persuasión de que el idealismo sirviera mejor para comprender modernamente la esencia profunda del cristianismo, terminó por afirmarse no sólo en los ambientes protestantes, sino, a partir del modernismo de la época de san Pío X (véase, por ejemplo, Lucien Laberthonnière) se fue gradualmente insinuando, después del intento de Joseph Maréchal (cf. Le point de départ de la métaphysique) de acercar a santo Tomás con Kant, incluso en la teología católica, hasta nuestros días (véase, por ejemplo, Rahner) no obstante los numerosos reclamos en contrario por parte del Magisterio, hasta el propio Concilio Vaticano II, el cual, como es bien sabido, recomienda el pensamiento de santo Tomás.
----------A principios del siglo pasado fueron los mismos idealistas quienes propagandearon esta tesis falsa e insidiosa, pero seductora, según la cual el idealismo alemán, en el fondo, no es más que una interpretación genial y eficaz del cristianismo más conforme a la Escritura y adaptada a la cultura moderna, que no el realismo escolástico de santo Tomás. En el fondo, la vieja tesis protestante anticatólica. Y he ahí a Giovanni Gentile, quien describe, con su lenguaje eficaz, icástico y entusiasta, el idealismo con la pretensión adicional de proponer un idealismo más completo y coherente que el de Hegel.
----------Dice Gentile: "El idealismo que se llamaba a sí mismo absoluto [precisamente el de Hegel], no lo era propiamente tal, porque admitía una idea en sí que no es para sí, y es por tanto idea sin ser espíritu; admitía una idea fuera de sí, alienada de sí, exteriorizada y fijada en su exterioridad, por lo cual también por el espíritu. Era necesario que la idea se manifestara toda espíritu, y esencialmente espíritu. Era necesario que el idealismo trascendental, del cual el absoluto quiere ser la forma más coherente, se hiciera verdaderamente trascendental, concibiendo del yo la actividad a priori como absolutamente trascendental, o sea inmanente a la experiencia, porque creadora de la experiencia. Que ella no puede crear, si no absorbe en sí originariamente esa materia de la misma experiencia, que Kant le contraponía. Esto se propone hacer el idealismo actual, para el cual la idea, como idea, no está adelante del acto espiritual, sino que es este acto. Y este acto puede ser, porque este acto no presupone nada a sí mismo: ni como naturaleza, ni como idea; y por tanto se sustrae a todo preconcepto naturalista según la antigua aspiración cristiana dirigida a la afirmación de la realidad espiritual, como creación de la misma actividad afirmante. El idealismo actual, trayendo en una forma rigurosamente coherente el principio del idealismo trascendental, vuelve a la originaria intuición del cristianismo, que es la levadura de toda la civilización moderna" (véase: Giovanni Gentile, La religione. Il modernismo e i rapporti tra religione e filosofia; Discorsi di religione, Edizioni Sansoni, Firenze 1965, p. 335).
----------No nos dejemos engañar por el uso que Gentile hace aquí del término "creación", que no tiene nada que ver con el dogma cristiano de la creación, que es, como dice santo Tomás de Aquino, "productio totius entis ex nihilo sui et subiecti" por parte de Dios y sólo de Dios. En Gentile, por el contrario, como ocurre por lo demás en todo el idealismo, el "crear" es simplemente producir ideas confundidas con la realidad o la pretensión del hombre de sustituirse a Dios en el crear la realidad mediante las ideas.
----------La concepción gentiliana del cristianismo fue aceptada por Gustavo Bontadini, quien ya en 1929 (véase el ensayo de Bontadini, Valutazione analitica e valutazione dialettica della filosofia moderna, en Studi sull’idealismo, Vita e Pensiero, Milano 1995, 221-237) sostenía la tesis de que el idealismo constituye el "inveramento" o encarnación del realismo, garantizando lo que el realismo no ha alcanzado a lograr: captar la esencia profunda del espíritu. De ahí la consecuencia de que la verdadera interpretación del espiritualismo cristiano será dada no por el realismo, sino por el idealismo. El idealismo, por tanto, sería un remedio para el realismo.
----------Dice Bontadini: "El idealismo supone la experiencia realista, supone los reirerados intentos de arribar a la realidad última de las cosas, y la conciencia de su fracaso y el desconcierto de encontrarse de este lado de la realidad, in umbra mortis; contra tal desconcierto, el idealismo reacciona reconvocando al hombre a la realidad innegable del propio pensamiento [...] Que es pensamiento y por tanto pensamiento de alguna cosa y por tanto certeza, tanto como de sí mismo, de ese algo como objeto de pensamiento. Es en este momento […] cuando surge el concepto de una realidad que es en cuanto es pensada o conocida" (Ibid., 276).
----------Estas palabras de Bontadini muestran que él no ha entendido nada de lo que es el realismo, presentando desproporcionadamente al idealismo como si fuera la luz que emerge de las tinieblas. Es cierto que se dan circunstancias en las cuales la mente debe entregarse a la impenetrabilidad de ciertas realidades o de la naturaleza o de lo divino, pero en otras tenemos el gozo de penetrar en el fondo de lo real, como cuando con Tomás de Aquino descubrimos la analogía del ser o la diferencia entre la esencia y el ser o la inmensidad de la causa primera. Identificar el realismo con la lúgubre y desesperada condición de encontrarse in umbra mortis, es una calumnia gravísima y un malentendido total.
----------"La innegable realidad del propio pensamiento", si queremos usar las mismas palabras de Bontadini, realidad cuyo descubrimiento él atribuye al mérito luminoso del idealismo, era, a decir verdad, ya conocida por el realismo desde hacía varios siglos antes del propio Descartes, con la ulterior conciencia, de elemental buen sentido común, de que la res que es objeto del intelecto es pensada cuando es ya conocida, pero primero antes ella existe en sí, por cuenta propia, antes de ser pensada, de modo que la realidad existe aun cuando no tengamos de ella la idea y, por tanto, el objeto primero del intelecto, principio de la certeza, no es la idea de la realidad sino la realidad en sí misma, conocida por medio de los sentidos y, si tenemos la idea de la realidad y podemos hacerla objeto de conocimiento, es porque en precedencia hemos conocido la realidad. Por consiguiente, el cogito cartesiano presenta de manera distorsionada y falsa lo que desde siempre la sana razón y la buena filosofía conocían perfectamente y con total certeza.
----------Bontadini ha sido discípulo de Gentile, y su pensamiento se resiente del idealismo gentiliano del acto puro, que es puro ser y puro pensamiento creador del ser. Pero para Gentile el ser se identifica hegelianamente con el devenir, mientras que Bontadini redescubre el ser parmenídeo, que está exento del devenir y de la multiplicidad, aunque Parménides aparece como el primero de los idealistas con su identificación del ser con el pensamiento (to autò to noèin kai to èinai).
----------Vale recordar que Bontadini se profesó católico y se esforzó, como hemos visto, por reconciliar el idealismo con el cristianismo, rechazando la inmanencia total del ser en el acto de pensar el pensamiento ("autoconcepto"), propio de la filosofía gentiliana, y por tanto recuperando el pensamiento no como pensamiento de sí mismo, sino como pensamiento del ser, aunque en Bontadini el pensamiento permanece intrascendible y no tiene un ser presupuesto fuera de él. Sin embargo, Bontadini admite a Dios Creador y recupera la doctrina parmenídea del ser, doctrina que puede tener alguna semejanza con la doctrina del ipsum esse de santo Tomás de Aquino. Salvo por el hecho de que, sin embargo, para Tomás el esse no es el ipsum esse, sino que el primero es analógico y abarca tanto a lo creado como al creador, mientras que el segundo es unívoco y se refiere sólo a Dios. Esto permite a Tomás no tener problemas para unir el devenir con el ser, manteniéndolos distintos y admitiendo el devenir en la creatura pero no en el creador.
----------En cambio, para el parmenidismo bontadiniano, el devenir se convierte en un rompecabezas, porque parece contradecir al ser; y de aquí surgirá la metafísica de otro filósofo italiano, Emanuele Severino, quien, en nombre del principio parménideo de no-contradicción, excluye de lo real el devenir juzgado contradictorio. Bontadini no siente la exigencia de negar la realidad del devenir, por tanto del ente sensible, tanto que su prueba de la existencia de Dios se basa precisamente en la necesidad de disolver la aparente contradicción del devenir: si Dios no existiera, triunfaría la existencia absurda de un mundo contradictorio, elevado a la dignidad de absoluto, como en el fondo sucede en Hegel. Si, en cambio, lo absoluto es Dios, ser absoluto e identidad absoluta, es salvado el principio de no-contradicción. Sin embargo, podemos preguntarnos si Bontadini salva la dignidad ontológica del devenir o bien del mundo. Si, a la manera de Parménides, existe sólo el ser necesario, ¿qué pasa entonces con lo contingente? Si el verdadero ser es sólo el uno o, como se expresa Bontadini, es el "entero" (véase la "totalidad" hegeliana), ¿qué pasa entonces con lo múltiple?
----------Demostrar la existencia de Dios basándose únicamente en el principio de no-contradicción no es suficiente. Estamos sólo en el plano de la esencia, pero no alcanzamos la existencia. Estamos sólo en lo interno de la idea, pero no tocamos la realidad. Es necesario también el principio de causalidad eficiente, que se sitúa en el plano de lo real. No basta la univocidad de la esencia, sino que se necesita también la analogía y la participación del ser. En efecto, es sólo gracias a la analogía que se concilia el ser con el devenir y, por tanto, Dios con el mundo. En efecto, dado que Dios es suprema realidad -"omnitudo realitatis", "ens realissimum", como bien dice incluso Kant- no basta, para demostrar su existencia real, quedarse sólo en el plano de las ideas, por sublimes que sean (como señaló Tomás, el famoso "argumento ontológico" de san Anselmo no es ajeno a este defecto y no en balde le agrada a los idealistas, los cuales sin embargo ignoran de él su aspecto realista manipulándolo del todo a su favor), a fin de encontrar una idea absoluta no-contradictoria, a la que llamamos "Dios". Es necesario establecernos en el plano de lo real y partir de él, plano que inicialmente nos es dado por la experiencia de las cosas sensibles externas. Es necesario interrogarse por su causa primera y sólo entonces se llega a conocer con certeza al verdadero Dios, el cual ciertamente es suprema idea -en esto tienen razón los idealistas- pero al mismo tiempo es el ser absoluto, ipsum esse, causa del ser finito.
----------Bontadini quisiera resolver el problema con su gnoseología de la "unidad de la experiencia", experiencia global del ente, a un tiempo sensible e intelectual, por la cual, según la tradición idealista, no se da abstracción de lo inteligible universal desde lo sensible particular, sino que lo abstracto y lo concreto están juntos, el intelecto "experimenta" simultáneamente el ente como sensible e inteligible al mismo tiempo. En tal modo el devenir se convertiría en el mismo aparecer sensible del ser absoluto. Ya no un ser fuera de la conciencia, que luego entra en la conciencia gracias a la experiencia sensible, sino el ser o el "Entero" está desde el inicio en la conciencia y por la conciencia. En el fondo no se trata más que de un desarrollo del cogito cartesiano.
----------Con respecto a la mencionada "unidad de la experiencia", así la define Bontadini: "Es la totalidad de las cosas que son pensadas, en cuanto son pensadas (del pensamiento concreto que resuelve la sensación). Inmanencia es igualdad de lo real y de la unidad de la experiencia. Trascendencia es mayoría de lo real -ya sea poca o mucha- sobre la unidad de la experiencia", Bontadini, Studi sull’idealismo, p.59; cf. también págs. IX, XV, 55, 56, 59, 64, 101, 110, 123, 125, 127, 129, 135-137, 143, 144, 179, 235. Recordemos, sin embargo, que la "trascendencia" bontadiniana no implica un ser fuera del pensamiento (extra animam), sino que el ser está siempre en el pensamiento (in anima). Bontadini ha tratado a fondo su gnoseología en otra de sus obras: Saggio di una metafisica dell’esperienza, 2 vols., Vita e Pensiero, Milano 1995.
----------Ahora bien, con respecto a la "unidad de la experiencia", en cuanto experiencia global del ente, experiencia que es a un tiempo sensible e intelectual, aquí la gnoseología de Bontadini se asemeja más bien a la de Edmund Husserl y a la de Martin Heidegger, las cuales, sin embargo, no tenemos aquí espacio para examinar. Baste simplemente con decir que mientras Husserl prefiere el término "visión" (Anschauung), Heidegger habla de "precomprensión" (Vorverständnis). Téngase en cuenta también la Vorgriff de Rahner.
----------Como en todos los idealistas (algo que también se encuentra en el ontologismo del siglo XIX) también en Bontadini el intelecto no pasa de la potencia al acto, como es normal en todas las creaturas, angélicas y humanas, sino que está en acto desde el principio (res cogitans), según el modelo expresado en el Prólogo del Evangelio según san Juan. Pero hay una diferencia: ¡en san Juan se trata del Verbo divino!
----------Esto, por tanto, implica un germen de panteísmo, ya que este pensamiento en acto por esencia es sólo una prerrogativa del saber divino. Para Bontadini, el ser es, por tanto, objetivo: la conciencia depende del ser; pero también es subjetivo: el ser también depende de la conciencia y no puede estar sin la conciencia. Como si dijera: aquella cosa la pienso porque existe, y está bien; pero existe también porque la pienso. ¿Pero, acaso soy Dios para hacer ser o para crear las cosas? Parecería -si se me permite la expresión popular- que Bontadini quiera salvar cabra y col. Aquí tenemos un confusionario compromiso entre realismo e idealismo, que no encuentra el verdadero punto de convergencia (que, como hemos visto, no es imposible), pero que al fin y al cabo termina por esclavizar absurdamente el realismo al idealismo. El idealismo de Gentile, no obstante el esfuerzo de Bontadini por liberarse de él, ha dejado su huella.

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