jueves, 25 de agosto de 2022

La metafísica evolucionista de Teilhard de Chardin (2/2)

Es necesario hoy una mirada crítica frente a las ideas del padre Teilhard de Chardin, pues más allá de sus méritos como paleoantropólogo (que aquí no discutimos), desde el punto de vista doctrinal lamentablemente ha contribuido a favorecer ese secularismo repetidamente denunciado por los Papas del postconcilio, por lo cual es necesario hoy, a la luz de las actuales enseñanzas de la Iglesia, enderezar este camino en esa dirección correcta, que tal vez Teilhard quería encontrar, pero que no alcanzó a tomar.

La concepción teilhardiana de la causalidad
   
----------Es interesante cómo el padre Pierre Teilhard de Chardin no se plantea nunca el problema de la causa, lo que lo habría puesto en dificultades, sino que sólo se plantea el problema del origen, que le permite confundir el prius temporal con el prius ontológico. Para Teilhard, en efecto, la causa antecede al efecto, pero no justifica el efecto. Se diría, en cambio, que más bien sea lo inverso.
----------Para Teilhard, en efecto, la causa no comunica su ser al efecto, que, de otro modo, estaría privado de él. Sino que para Teilhard el efecto ya tiene lo que contiene la causa y de hecho posee un nivel superior de ser. La materia inorgánica deviene viviente; el simio causa la existencia del hombre, es decir, deviene hombre, se transforma en hombre; la naturaleza se eleva a la gracia; el hombre se transforma en Cristo.
----------Teilhard identifica el causar con el devenir, olvidando que, mientras el devenir pertenece siempre a un mismo sujeto, sujeto que cambia forma y deviene otro distinto de sí, por una causa externa a este hecho del devenir, el evento de la causalidad implica en cambio una distinción real entre la causa y el efecto, el cual efecto es, por definición, inferior a la causa. Por lo tanto, al contrario de lo que entiende Teilhard, hay que decir que el efecto es inferior a la causa. Lo más no viene de lo menos.
----------Esta idea de Teilhard es evidentemente absurda, ya que no tiene sentido pensar que el no-ser produzca el ser o se de a sí mismo el ser de la nada. Dios, en cambio, Ser infinito y omnipotente, que contiene en Sí virtualmente todo el ser posible y real, puede producir  el ente de la nada. Pero la nada por sí misma no produce nada. El ser produce el ser; pero la nada no produce nada.
   
Materia y espíritu
   
----------Teilhard confunde el desarrollo o el crecimiento de los vivientes con una evolución, por la cual lo inferior debería causar lo superior. En realidad, el crecimiento del viviente o la evolución de las especies no sucede porque en el efecto exista más que en la causa, sino porque la energía del agente tiene la capacidad de asumir desde el exterior mediante la alimentación o como individuo o como philum genético, el material que, asimilado por el organismo, conduce a su aumento cuantitativo de tamaño o de especie.
----------Por lo tanto, notamos claramente que falta en Teilhard la distinción entre ser en acto y ser en potencia. La realidad para Teilhard es el mundo material existente por sí mismo ab aeterno, el cual por sí mismo evoluciona hasta llegar a ser Dios. Para Teilhard, Dios es Espíritu, en el vértice de la evolución ascendente; pero entendiendo que en Teilhard es el resultado final futuro (el punto Omega) del evolucionar espontáneo y autocausado ("autoctisi", dice Giovanni Gentile) de la Materia o Mundo en el Espíritu.
----------Dios está al inicio de la Evolución sólo como Energía interna a la Materia, por la cual la Materia deviene, evoluciona y se trasciende. Dios está implícito al inicio y explícito al final. Dios es la fuerza intrínseca de la Materia, por la cual al final y al vértice de la Evolución, la Materia muestra como Espíritu su rostro divino.
----------Podría decirse que para Teilhard hay, entonces, un pasaje de la potencia al acto, pero sólo porque el acto está ya en la potencia, por lo que el pasaje no sucede por obra de un acto externo, sino que es la potencia que, teniendo ya en sí el acto, se eleva a sí misma al acto. A la inversa, en Teilhard, no existe un pasaje o una decadencia del acto a la potencia: como para decir que el mal no existe. El mal, para Teilhard, es solamente la resistencia o la repugnancia de la multiplicidad inicial para elevarse hacia la unidad.
----------Teilhard rechaza explícitamente una idea del ser que no sea el ser en devenir. Todo, para él, deviene, incluso Dios. Se le escapa a Teilhard una tarea esencial de la inteligencia y de la ciencia, incluyendo las ciencias históricas: la búsqueda y la estima por la percepción y la definición cierta, objetiva, precisa, y clara de las esencias de las cosas, de los hechos y de los acontecimientos, esencias propias, nótese bien, incluso de las naturalezas individuales, mutables, generables y corruptibles, superando, en la medida de lo posible, lo opinable, las apariencias, el masomenismo, la ambigüedad y la aproximación.
----------En cambio, debemos decir con franqueza que, para la recta razón, al alcance del hombre común, la percepción o representación conceptual de las esencias, libre de inútiles o dañosas abstracciones, ilumina la mente y le permite tener una visión de lo real, incluso espiritual, en la medida de lo posible, clara, distinta, sistemática, ordenada y armoniosa, fuente de virtud moral, de santidad y de alegría.
----------Obviamente, es siempre necesario ver estas esencias, si fuera el caso, encarnadas en la existencia concreta, es necesario percibir por una parte su surgir o su caducidad o su evolución y, por otra parte, advertir la inmutabilidad de los grandes valores de la moral y del espíritu.
----------Por otra parte, una nueva observación que debemos hacer es que Teilhard no ve la analogía entre la materia y el espíritu; sino que, incapaz de ver la distinción, que él toma por contraposición, Teilhard no encuentra mejor solución, para tener una visión unitaria de la realidad, que confundirlos juntos, con gravísimas consecuencias tanto en el plano de las ciencias como del actuar moral.
----------Teilhard carece de una noción metafísica analógica del ente y de la sustancia, lo que le habría hecho comprender que tanto la materia como el espíritu son creados por Dios de la nada, para ser hermanados, aun en la inmensa diversidad, en el servir al hombre en la búsqueda del bien y en el escapar del mal.
----------Ciertamente, no sirve de nada alabar la ciencia experimental contra los principios de la metafísica, como si se tratara de aprioris impuestos a lo real incluso cuando la realidad los desmiente. Desde la biología, ciertamente, se puede ascender a la teología y a la mística, pero pasando a través de la metafísica y teniendo presente que es imposible abordar la naturaleza de los planos más altos del ser con un método simplemente biológico, de lo contrario uno se queda en el reino de las fábulas y de los cuentos de hadas. En cambio, cada plano de lo real debe ser abordado usando un grado del saber a él proporcionado y adecuado (véase al respecto: Jacques Maritain, Les degrés du Savoir, Desclée de Brouwer, Bruges 1959).
----------De modo similar, una cosa es leer el periódico con un par de gafas, otra cosa distinta es observar el horizonte del mar con unos prismáticos y otra cosa distinta es mirar las estrellas con un telescopio. Teilhard pretende observar los astros equipado con unas simples gafas para miopes.
----------En definitiva, rechazar, como ha querido hacer Teilhard de Chardin, la metafísica de Aristóteles, sobre todo tal como esa metafísica ha sido purificada y mejorada por santo Tomás de Aquino, no puede hacerse sin daños, sobre todo en teología y en la doctrina de la Fe. Teilhard ya ha tenido precursores en Schelling y Hegel, los cuales, a decir verdad, más allá de sus intenciones, no es que hayan dado un particular impulso a la búsqueda de la perfección y de la santidad cristianas.
----------En vano, como han intentado hacer algunos, el pensamiento de Teilhard podría tomarse como ejemplo del progreso teológico promovido por el Concilio Vaticano II. Por el contrario, es un ejemplo del grave desorden introducido después del Concilio por obra de los modernistas, falsos intérpretes del Concilio. Maritain explica muy bien estas cosas en su libro Le Paysan de la Garonne (Bruges 1967).
   
Consecuencias en el plano de la moral
   
----------Mirar el mundo material con serenidad y admiración, es ciertamente deber de todos los hombres y especialmente de los científicos. El mundo en sí está hecho para favorecer el espíritu y no para contrastarlo. Debe llevar a Dios y no para hacer que lo olvidemos. Pero esto no debe ser el pretexto para hacer del mundo un ídolo o un meta suprema, emparejándolo con Dios. Si en efecto el mundo en sí es bueno, sigue siendo siempre lo que es, y después del pecado original, se presenta como peligroso y tentador, por lo cual en cuanto tal, debe ser combatido y tenerlo a distancia.
----------El pecado no es un simple, inevitable accidente de tránsito en el mecanismo de la Evolución, como el producto de descarte en la actividad de una industria, sino que es la pérdida de gracia, y debe ser lavado y reparado con la Sangre de Cristo, y por lo tanto debe ser cancelado por la penitencia y por la renovación de la gracia. Sin embargo, el éxito final no está garantizado, y la perdición eterna es posible.
----------Por otra parte, la visión evolucionista de Teilhard, que conlleva un pasaje necesario de lo menos a lo más y por tanto un proceso de mejoramiento y un constante progreso, según lo cual el pasado es atrasado con respecto al presente, no puede concebir la posibilidad de una perfección originaria del hombre, perfección que, según la divina Revelación es aquella perfección del estado de inocencia edénica, un estado respecto al cual la humanidad actual está por debajo, en cuanto naturaleza caída.
----------En consecuencia, el pecado, tal como es concebido por Teilhard, no llega a ser una carencia de ser, una caída o una disminución voluntaria, una pérdida de la gracia, una muerte espiritual, sino que es interpretado como una resistencia contingente y pasajera, inevitable y normal de la multiplicidad primordial a la unificación cósmica ascendente, una "defaillance" dice el Jesuita francés, una debilidad momentánea, para remediar la cual no se necesita ningún sacrificio expiatorio divino, sino simplemente una reanudación del esfuerzo y de una renovada voluntad de seguir hacia adelante.
----------El pecado, por lo tanto, aparece no como lo enseña el dogma católico y el Catecismo, o sea como oposición voluntaria a la voluntad de Dios y pérdida de la gracia. El pecado no tiene nada de serio o de trágico, sino que aparece simplemente como un incidente, un accidente inevitable y natural y siempre remediable en el proceso de la evolución, un poco como cuando inevitablemente se producen errores al teclear las teclas de mi ordenador, errores inmediatamente corregibles con una mayor atención de mi parte.
----------En consecuencia, Cristo nos salva no devolviéndonos la gracia perdida, porque siempre estamos en gracia, sino sosteniendo nuestro esfuerzo en la lucha de la vida hasta la consecución en Cristo de la resurrección final. El problema del pecado para Teilhard está todo aquí. Por lo tanto, no hay culpa original cometida por Adán y Eva (figuras puramente míticas para Teilhard), culpa que se transmite a la humanidad, sino que todos nacen con una tendencia al mal, que depende del pecado del mundo. El Cristo cósmico remedia el pecado cósmico. Son ciertamente dos cómodas fantasías, pero que lamentablemente seducen a muchos.
----------Nosotros nacemos, sí, pecadores, pero sólo porque el mundo mismo, retenido o contenido por la resistencia de la multiplicidad, es pecador. Así en la liturgia eucarística teilhardiana el Cordero de Dios no quita los "pecados" del mundo, sino el "pecado del mundo".
----------Por otra parte, es necesario notar, en contra de Teilhard, que la regla del actuar humano no radica en la secuencia de pulsiones que surgen desde abajo, sino en la recuperación de una perfección originaria perdida y en la puesta en práctica de una Palabra que viene del cielo.
----------Cristo no es el resultado final de la Evolución, sino que es el Hijo de Dios, nacido ab aeterno, antes de todos los siglos, del Padre, Hijo que ha muerto sobre la tierra por nuestra salvación. "Descendit de caelis". Debemos ciertamente ascender y progresar, pero lo podemos hacer precisamente porque Él desde aquí abajo ha ascendido allí arriba. El cielo no es la plenitud final de la tierra, sino que es la morada celestial donde habita Dios, de donde la tierra ha tenido origen en cuanto creada por Dios.
----------Las consecuencias sobre el plano moral, por lo tanto, del monismo cósmico teilhardiano se hacen sentir con el exagerar la fascinación o encanto del mundo, de modo que se favorece el apego al mundo, nos instalamos en sus comodidades, se entibia el fervor por las cosas celestiales; el sacrificio, el esfuerzo, la renuncia y la ascesis aparecen demasiado pesados, se subestima la gravedad de las culpas, el egoísmo reemplaza al amor, la sensualidad al gusto por las cosas espirituales, el oportunismo sustituye al coraje, la duda a la fe, mientras que la Iglesia es así excesivamente asimilada al mundo, con el riesgo de perder de vista la distinción entre las finalidades mundanas de la sociedad humana y las sobrenaturales de la Iglesia.
----------Se impone hoy la necesidad de una mirada crítica frente a este científico, filósofo, teólogo y místico de la Orden de San Ignacio, que tanto éxito ha tenido, pero que, aparte de sus méritos como paleoantropólogo, que aquí no discutimos, desde el punto de vista doctrinal lamentablemente ha contribuido a favorecer ese secularismo repetidamente denunciado por los Papas de estos últimos sesenta años, por lo cual es necesario hoy, a la luz de las actuales enseñanzas de la Iglesia, enderezar este camino en esa dirección correcta, que tal vez él quería encontrar, pero que no alcanzó a tomar.

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