viernes, 22 de mayo de 2020

La muerte como castigo del pecado en san Pablo

Para adentrarnos en la comprensión del concepto de la muerte en san Pablo, ante todo hay que comprender la idea de la muerte como castigo del pecado.

----------San Pablo retoma la concepción ética veterotestamentaria, que muestra claramente que la ética bíblica es una ética de la vida. Los mandamientos divinos son preceptos, leyes de vida. El Dios bíblico es un Dios viviente, el Dios de la Vida. Es un Dios bueno, que, como tal, ama y quiere el bien, es decir, la vida. Buena es de hecho la vida, mala es la muerte. Y así como el amor tiene por objeto el bien y la vida, así el odio tiene por objeto y propósito la muerte. Por tanto, la voluntad de Dios no es otra que la de que sus criaturas vivan y sean felices.
----------Por eso el libro de la Sabiduría proclama: "Dios no ha creado la muerte y no disfruta de la ruina de los vivientes. De hecho, Él ha creado todo para la existencia; las criaturas del mundo están sanas, en ellas no existe veneno de muerte" (Sab 13,14). Lo bueno es lo existente. El mal es carencia o privación del existir. Dios crea el bien porque es bueno. La muerte es privación de existencia. Dios, por lo tanto, crea la vida, que es bien y existencia, y no la muerte.
----------Pero entonces, ¿de dónde viene la muerte? Responde la Escritura: "La muerte ha entrado en el mundo por la envidia del diablo" (Sab 2,24). El Concilio Lateranense IV explicará que el diablo es una criatura de Dios. El, por lo tanto, ha sido creado bueno, pero por su propia culpa se ha vuelto malvado (cf. Denz. 800).
----------Es el mismo hombre pecador con su pecado quien se procura la muerte, precisamente porque el pecado va contra la vida del mismo pecador, como advierte la Escritura: "No provoquéis la muerte con los errores de vuestra vida" (Sab 1,13). El pecado, todo pecado, para la Escritura, se reduce al suicidio.
----------Por esto, lo que la Biblia llama "castigo divino del pecado" no es la imposición de un castigo convencional desde el exterior, como lo haría un juez terreno, sino una corrupción del mismo pecador, que el pecador se causa a sí mismo con el acto del pecado. Dios, aunque de por sí no quiere la muerte ni el sufrimiento de nadie, quiere indirectamente la justa pena, incluso de la justicia humana, aunque ella fuera la muerte, porque la justicia es un bien. Por eso, el pecador que escapa a la justicia humana, no podrá escapar a la justicia divina.
----------San Pablo está perfectamente al corriente de estas verdades, que aluden al pecado original, instigado por el demonio. Y por ello afirma que "el pecado ha entrado en el mundo y con el pecado la muerte; así también la muerte ha alcanzado a todos los hombres, por cuanto todos han pecado" (Rom 5,12). Pero he aquí la salvación: "Si por la caída de uno solo murieron todos, mucho más la gracia de Dios y el don concedido en gracia de un solo hombre, Jesucristo, han sido derramados en abundancia sobre todos los hombres" (Rom 5,15).
----------Para obtener esta gracia es necesario el bautismo, que para Pablo es un ser "sepultado juntamente con Cristo en la muerte" (Rom 6,4). El morir cristiano, por lo tanto, para Pablo, está vinculado tanto al bautismo como a la muerte de Cristo. En tal modo, la vida cristiana es una larga muerte mística o sacramental, que se inicia con el bautismo y finaliza con la muerte física, vivida en unión con la muerte salvífica de Cristo, eventualmente con la confortación del sacramento de la unción de los enfermos.
----------Otros aspectos del concepto de muerte en San Pablo los consideraremos en próximas notas.

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