sábado, 30 de mayo de 2020

El error de Lutero y los modernistas: sola Scriptura

La presente entrada y las que vendrán en los próximas días, son continuación de la serie desarrollada en días anteriores: Escritura, Tradición, Magisterio (nota 1, nota 2, nota 3, nota 4, e incluyendo las anteriores: Tradición, Tradicionalismo, Tradicionalistas en la Iglesia y Distintos tradicionalismos frente al Concilio Vaticano II) de modo que presupone haberlas leído, o bien presupone que el lector conozca los básicos conceptos del Tratado De Revelatione, que en esas notas se exponen.

----------Si me preguntan cuál es la postura de este blog en relación al tradicionalismo católico, al progresismo católico, o a las distintas formas de modernismo presentes hoy en la Iglesia Católica, podría rápidamente responder: este blog pretende estar alejado de todos los "ismos". No digo que siempre lo logre el que suscribe, pero que lo intenta denlo por cierto. De modo que ni tradicionalismo ni progresismo, ni lefrebvrismo ni modernismo, sino simplemente: un blog de un católico para católicos.
----------Pues bien, para nosotros los católicos, como sabemos y lo he tratado de explicar en las notas anteriores, el contenido de la Revelación se expresa en la Tradición y la Escritura, y lo conocemos a través de la mediación del Magisterio de la Iglesia. De modo que la Revelación, o sea la Palabra de Dios, el mensaje del Evangelio que enseñó en un tiempo oralmente Nuestro Señor Jesucristo y fue entregado a los Apóstoles y sus sucesores para que fuese predicado en todo el mundo, fue puesto por escrito en su conjunto, ya desde los primerísimos tiempos del cristianismo, y he aquí que tenemos los escritos del Nuevo Testamento como cumplimiento del Antiguo, mientras que otras verdades, no sin relación con la Escritura, fueron conservadas mediante la enseñanza oral, y esto constituye la Sagrada Tradición apostólica, llamada más brevemente Tradición, parte de la cual después sucesivamente en el curso de los siglos fue puesta por escrito, sin que por eso fuese confundida con los textos de la Sagrada Escritura.
----------Para nosotros los católicos, el único modo de obtener conocimiento infalible de la Revelación es por medio del Magisterio. En términos similares: para nosotros los católicos, el conocimiento infalible de los datos revelados, mediado por la Escritura y la Tradición, está ulteriormente mediado por el Magisterio de la Iglesia, continuador de la enseñanza de los Apóstoles, bajo la guía del Sucesor de Pedro, el Papa. En otras palabras: la Revelación de Nuestro Señor Jesucristo, que tiene dos fuentes, la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura, sólo puede ser conocida con certeza con la mediación del Magisterio de la Iglesia. Vale decir que el Magisterio viviente y oral de la Iglesia tiene la función, atribuida por Nuestro Señor Jesucristo mismo con la asistencia infalible del Espíritu Santo, de transmitir, conservar, enseñar, interpretar, explicar, aclarar, explicitar y desarrollar los datos de la Tradición y de la Escritura.
 
La Fe y la Teología propiamente católicas, y la bipolar deriva post-Conciliar
 
----------Por supuesto, lo que acabo de decir no significa que el teólogo no pueda ejercer su ciencia (exegética o sistemática) con la independencia que requiere el status científico de la disciplina que desarrolla; pero en cuanto católico, la certeza de sus conclusiones sólo la logra en el respeto a la Sagrada Tradición y a la Sagrada Escritura tal cual son conocidas, transmitidas, enseñadas, interpretadas y aclaradas por el Magisterio de la Iglesia. Y lo mismo ocurre, salvadas las distancias, para el simple creyente fiel en su vida de fe.
----------Lo que acabo de decir en el párrafo anterior se pone muy bien de manifiesto en los manuales de Teología escolástica que siguieron vigentes más o menos hasta mediados del siglo pasado, y en los resúmenes de Doctrina cristiana que se publicaban para instrucción de los fieles. Es el método que se había heredado de los grandes Doctores de la Fe del medioevo, como por ejemplo Santo Tomás de Aquino. En aquellos manuales escolásticos se enuncia la Tesis teológica a estudiar, y de inmediato se da a conocer al lector la llamada Nota o censura teológica, o sea, en sentido estricto, el juicio o el dictamen de orden intelectual que determina el grado de verdad o de falsedad de una proposición o de un texto y, por ende, el grado de certeza de la misma. Se trata de las calificaciones de: de fide divina, de fide divina et catholica, de fide divina et catholica definita, de fide ecclesiastica definita, proxima fidei, theologice certa, etc.
----------Vale decir, es la calificación teológica, que sirve para valorar las proposiciones relativas a la fe cristiana, con la finalidad de precisar su cualidad doctrinal y su grado de certeza, tomando como base su concordancia o su contradicción mayor o menor con la Revelación mediada por la Tradición y la Escritura, cuyo conocimiento es ulteriormente mediado por el Magisterio. Si se toman positivamente, estas calificaciones reciben el nombre de notas teológicas (notae o notationes theologicae), si negativamente, el de censuras (censurae). Obviamente, la finalidad que se persigue con las notas es la defensa de la fe, así como evitar que se confunda la verdadera Revelación divina con las opiniones de los teólogos.
----------En esos manuales escolásticos de teología luego se pasa a examinar los Datos teológicos, las Fuentes teológicas que maneja el teólogo para demostrar la Tesis previamente establecida (habiendo también señalado antes los Adversarios o contradictores de la tesis a demostrar). Así, se examinan los datos de la Biblia, los de los escritos de los Padres de la Iglesia y de los Doctores, pero el dato más incidente es el del Magisterio, a la vez histórico y vivo, que es precisamente la expresión de la Tradición viviente en la Iglesia, asistida por el Espíritu Santo. Lamentablemente, esta sabia y experimentada metodología investigativa, pese a lo mandado por los textos del Concilio Vaticano II, e incluso pese a las prescripciones de Pablo VI y mucho más de Juan Pablo II, fue abandonada durante las revoluciones del período post-Conciliar.
----------Pero hay que saber que la deriva post-Conciliar no tiene una sola dirección, la modernista, como dicen algunos sectores del tradicionalismo, sino dos polos o direcciones: la modernista y la tradicionalista, que son, ambas, dos tendencias erróneas, que pierden de vista, ambas, la correcta postura católica.
----------Las verdades reveladas entregadas por Nuestro Señor Jesucristo de una vez y para siempre a los Apóstoles son en sí mismas inmutables porque son divinas. Por eso dijo Él que: "cielo y tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán" (Mt 24,35). Y por esa misma razón, las verdades reveladas por el Señor deben conservarse intactas durante todos los siglos con absoluta fidelidad, hasta que Él retorne en su Parusía. Pero al mismo tiempo, estas verdades inmutables conforman un patrimonio de infinita sabiduría, el Depósito de la Fe, que es conocido siempre mejor por la Iglesia a lo largo de los siglos hasta el fin del mundo, gracias a la asistencia del Espíritu Santo, el cual "renueva todas las cosas" y por expresa declaración de Cristo, tiene el objetivo de conducir a la Iglesia "a la plenitud de la verdad". Perder de vista esta postura católica es caer en una de las dos erróneas tendencias que caracterizan la bipolar deriva post-Conciliar de estos sesenta años: la tendencia modernista, que repite el sola Scriptura de Martín Lutero, y la tendencia tradicionalista, que cae en el sola Traditio de mons. Marcel Lefebvre.
----------Pero la bipolar deriva de estos sesenta años posteriores al Concilio Vaticano II, no es novedad absoluta, sino que se trata de viejos errores. En efecto, se trata de una tentación que se ha verificado repetidamente en la historia del cristianismo. Esta tentación a la cual desafortunadamente muchos han sucumbido, ha sido la de crearse la convicción gratuita e infundada de que para saber infaliblemente lo que Cristo nos ha enseñado no se tiene necesidad de adherirse a las enseñanzas o a la interpretación del Magisterio viviente y actual (por ejemplo el de un Concilio), sino que es suficiente ponerse en contacto directo y personal con la Escritura o con la Tradición. El primero ha sido el error de Lutero y hoy de los modernistas, sobre todo en el campo exegético; el segundo es el error de los tradicionalistas y lefebvristas.
   
El error de Martín Lutero con respecto a la Tradición
   
----------El error de Martín Lutero [1483-1546] con respecto a la Tradición es que no percibió (o si alguna vez lo percibió, luego lo perdió de vista) el valor divino de la Tradición, considerada no como algo absoluto y fijo en el pasado, sino como presencia, gracias a la asistencia del Espíritu Santo, de la enseñanza oral y de la interpretación de la Escritura por parte de los sucesores de los apóstoles, formando el colegio episcopal, junto con el mismo pueblo de Dios, bajo la guía del Sucesor de Pedro.
----------Lutero se apegó, en cambio, de un modo irrazonable y fetichista al principio de sola Scriptura, vale decir, a la sola Escritura pero entendida solo como el libro material, y entendida como la única fuente de la Revelación, considerando la Tradición no como algo divino, sino meramente como un cúmulo de tradiciones simplemente humanas, caducas, discutibles, cuestionables o pretenciosas, ajenas a la verdadera Revelación, extrañas a la Palabra de Dios contenida en la sola Escritura. Lutero pretendió fundar su fe solo en la Escritura, desconfiando de la voz del Papa y de los sucesores de los apóstoles, los Obispos, cuando es precisamente el Evangelio el que funda la autoridad del Magisterio del Papa y de los Obispos.
----------Para afirmarse en esta postura, Lutero distorsiona el significado de los pasajes evangélicos que tocan el argumento que hemos expuesto, pero en vano, porque de tal modo se opone a la interpretación tradicional de la Iglesia, la cual en esto no puede estar equivocada, ya que es la comunidad de salvación que nos conduce a Cristo, como dijo san Agustín: "Si no hubiera creído en la Iglesia, no habría podido creer en Cristo".
----------Por el contrario, Lutero no percibe esta asistencia permanente del Espíritu Santo, prometido por Cristo, presente a través de los siglos en los Sucesores de los Apóstoles, Papa y Obispos, en el cumplimiento de su oficio docente. Lutero niega esa asistencia, y pretende arrogantemente ser él quien está asistido directamente, soberanamente iluminado por el Espíritu Santo, para así poder tener él, individualmente, la posibilidad y el derecho de acusar a la Iglesia, su Madre, de error o de engaño, precisamente esa Madre que lo había engendrado e iniciado en la fe. Pero el error de Lutero no es sólo de Lutero, y se ha repetido incontables veces en la historia, particularmente en estos últimos sesenta años. Por ejemplo, es el caso de Karl Rahner, quien llegó a acusar a san Agustín de cometer un error al decir "Si no hubiera creído en la Iglesia, no habría podido creer en Cristo", con lo que Rahner muestra haber caído en la misma trampa en la que cayó Lutero.
----------Es curioso comprobar lo paradójico de esta postura de Lutero, quien tanto había llegado a exaltar el "espíritu" contra la "letra". Pero con su actitud estrecha y pedante terminó mostrando una mentalidad burocrática o de notario; vale decir, mostró, tal vez sin darse cuenta, que siendo él tan contrario al legalismo romano de la letra escrita, terminó dejándose atrapar precisamente por una de las expresiones menos felices de la sabiduría romana: "scripta manent, verba volant", ese principio que hizo decir a Poncio Pilato el famoso "quod scripsi, scripsi!" (Jn 19,22). Lutero, sin embargo, terminó convenciéndose a sí mismo de que, al fin de cuentas, no era tanto la letra de la Biblia lo que importaba, sino ante todo era su propia palabra, como intérprete de la Biblia, lo que debía constituir el contenido del anuncio evangélico. Así, expulsada la Tradición de su lugar legítimo (la Iglesia) tuvo casi la pretensión de ponerse en su lugar, decidiendo incluso qué libros dejar y qué libros sacar de la Biblia. Y así nació la tradición protestante. ¿Pero con qué garantías de sobrenaturalidad?
----------Es cierto que lo escrito tiene sus ventajas: no en vano en los mismos tiempos en que vivió Nuestro Señor Jesucristo ya existía la Escritura, los libros del Testamento Judío, que informan en muchos pasajes cómo Dios mismo había ordenado al hagiógrafo, al profeta o al sacerdote escribir o registrar las palabras oídas de Dios o las obras por Él realizadas (cf. por ejemplo Nm 5,23; 17,17; Dt 6,9; 27.3; Tb 12,20). "Moisés escribió todas las palabras del Señor" (Ex 24,4). La referencia a "como está escrito" en la Escritura (Mt 4,4; 11,10; Mc 14,27; Lc 24,46, etc.) es fundamental y resuelve las cuestiones, como resulta de las mismas palabras del Señor en el Evangelio. Pero se requieren referencias claras. De lo contrario, surge el problema de la interpretación. ¿Y quién está autorizado para interpretar? Evidentemente el Autor de lo escrito o quien ha sido encargado por él. He aquí la eventual utilidad de interpelar a Dios mismo o a sus Apóstoles, aunque -y en esto Lutero no se equivocaba- cada cristiano, en cuanto está en posesión del Espíritu Santo, es decir en cuanto posee el sensus fidei católico, está habilitado para interpretar la Escritura.
----------Sin embargo, el error de Lutero fue rechazar a los intérpretes oficiales encargados de ello por el mismo Nuestro Señor Jesucristo, quienes también de hecho fueron primariamente asistidos por el Espíritu Santo. La tesis luterana de que la Escritura en las verdades esenciales es clara y comprensible para todos, no responde a la verdad, como lo demuestra la experiencia, porque de lo contrario Lutero no se habría encargado él mismo de explicarla y no existirían entre sus seguidores tantas interpretaciones contrastantes.
----------Los lectores que me hayan seguido hasta aquí desde las notas anteriores podrán entenderlo fácilmente, ya que hemos explicado que todas las verdades reveladas están en la Tradición, y todas están también en la Escritura, al menos implícitamente. Por consiguiente, la Tradición, mediada por el Magisterio, es una ayuda necesaria al cristiano para interpretar correctamente la Escritura, porque ella contiene lo mismo que ha sido puesto por escrito en la Escritura. Y la Escritura contiene, al menos implícitamente, todo lo que es explícito en la Tradición, como por ejemplo la Inmaculada Concepción de María o su Asunción al cielo.
----------Pero por otra parte, Nuestro Señor Jesucristo, como ya sucediera con otros grandes maestros de la humanidad, como Sócrates o el Buda, no escribió y no dijo a sus apóstoles "escribid", sino "predicad". Jesús nos enseña que, después de todo, y a diferencia de aquella poco feliz regla del pensamiento romano, la palabra oral es más importante que lo escrito, la palabra de viva voz es más significativa y más comunicativa, porque puede acompañarse con el gesto o con la expresión del rostro o con el tono de la voz. Por lo demás, confiar en la palabra oral y viva implica la certeza y la confianza de que el discípulo ha interiorizado el mensaje y no se limita solo a transmitirlo pasivamente o mecánicamente.
----------Claro que, por otro lado, la palabra oral sufre el problema de la memorización o del recuerdo, para solucionar el cual la escritura es útil. Y en este sentido no está equivocada la ya citada advertencia romana de que la palabra puede escapar o ser falsamente interpretada: "verba volant, scripta manent". Pero, aún con ello, incluso lo escrito tiene necesidad de ser interpretado. ¿Y a quién debemos dirigirnos para obtener explicaciones, si no al Autor o al que habla en nombre del Autor?
----------Otro error de Lutero ha sido el de arrancar la Biblia del seno materno de la Iglesia, solo en la cual ella vive y tiene sentido, a la cual ella ante todo pertenece, por la cual ha sido escrita, a la cual por Cristo ha sido confiada, pretendiendo usarla por cuenta suya contra la Iglesia. Operación completamente insensata, pues solo bastaba que Lutero se hubiese preguntado cómo la Biblia había llegado a sus manos, quién se la había dado, quién le había dicho que ese libro material es Palabra de Dios, quién le había instruido en ella desde la infancia hasta que obtuvo su doctorado en Sagrada Escritura, quien le había conferido el mandato de enseñar la Biblia, bajo qué condiciones y con qué propósito.
 
Conclusiones provisorias e introducción a otras cuestiones
   
----------Con lo que hasta aquí llevamos visto creo que los lectores podrán haber comprendido bien lo recalcado al comienzo de esta nota, para nosotros los católicos, el contenido de la Revelación se expresa en la Tradición y la Escritura, y lo conocemos a través de la mediación del Magisterio de la Iglesia. Recortar en alguna medida o, en el peor de los casos, negar la mediación del Magisterio de la Iglesia para conocer la Revelación, pretendiendo acceder directamente a las fuentes de la Revelación sin la mediación del Magisterio, implica el riesgo de caer en cualquiera de las dos tendencia extremas y erróneas: sea el error de Lutero y de los modernistas, el sola Scriptura, sea el error de Lefebvre y de los tradicionalistas, la sola Traditio.
----------Hoy la Iglesia, precisamente, está dividida entre: 1) por un lado, los partidarios de una supuesta Tradición que sirve para rechazar las doctrinas del Concilio Vaticano II, hasta el punto de que algunos llegan a negar la validez del pontificado del papa Francisco; y 2) por otro lado, un evangelismo del "hazlo-tú-mismo", del subjetivismo interpretativo, del "tú puedes", desprovisto de fundamentos racionales y tradicionales, que se enfoca solo en la Escritura y solo en algunos de sus pasajes, a menudo mal interpretados, que sirven para complacer al mundo. Alejadas ambas corrientes del Magisterio, los primeros se inventan una Tradición a su medida, los segundos se inventan una Escritura a su medida.
----------Lo que se necesita es un trabajo de acercamiento entre la sola Scriptura y la sola Traditio en la común escucha de la palabra del Papa (y hablo de la Cátedra de Pedro, no de tal o cual pontífice), quien, asistido por el Espíritu Santo, nos hace llegar a la misma Palabra de Cristo a través de la Escritura y de la Tradición.
----------Así como en esta nota hemos intentado explicar el error de Martín Lutero y de los modernistas: el de la sola Scriptura, mañana, Dios mediante, intentaremos explicar el error de mons. Marcel Lefebvre y de los tradicionalistas: el de la sola Traditio.

5 comentarios:

  1. Disculpe, padre, pero opino que quizás fuera preferble decir error lefebvrista, y no de mons. L.

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  2. Fr Filemón: Le vengo siguiendo desde la primera nota.
    Para mí comprensión del problema ha sido muy importante entender el concepto de TRADICION en su original sentido, como acto y como realidad viviente en el curso de la historia de la Iglesia. La definición que ha dado de Tradición del Cardenal Franzelin en una nota anterior, es muy clarificado al respecto. Es obvio entonces que el TRADICIONALISMO es una deformación de la TRADICION, en el sentido que se la reduce a un contenido fijo, cristalizado.

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  3. Acerca de lo que dijo Herminia: "Para mí comprensión del problema ha sido muy importante entender el concepto de TRADICION en su original sentido, como acto y como realidad viviente en el curso de la historia de la Iglesia".

    Pues, a mí también me sorprendió eso. Es que asisto a un priorato de la frater, y me habían dicho que el concepto de "Tradición viva" era una idea inventada en la iglesia conciliar para justificar todos los errores y abusos posteriores al Vaticano II. Creo que así lo piensan todos los que fuimos a esos cursos.

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  4. Atanasio: Basta para entenderlo con repetir la definición de TRADICION dada por el cardenal Giovanni Battista Franzelin, teólogo del Concilio Vaticano I: "Es la doctrina de la fe en cuanto fue manifestada oralmente por Cristo o por el Espíritu Santo a los Apóstoles, predicada por ellos de viva voz, y que ha sido conservada sin alteración, y transmitida hasta nosotros, por una sucesión ininterrumpida en el curso de los tiempos, bajo la asistencia del Espíritu Santo".

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  5. Estimado padre, me hubiera gustado que se explayara un poco más en la explicación del modernismo, sobre todo el modernismo postconciliar, como expresión del "sola Scriptura", y no tanto sobre Lutero (que es evidente). Pero creo que la idea que Ud. quiere transmitir se entiende.

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