miércoles, 6 de mayo de 2020

¿Qué pensar del Sacerdocio uxorado?


Incluso después de la Exhortación Apostólica postsinodal Querida Amazonia, en la que el papa Francisco no accedió al pedido de las corrientes al parecer mayoritarias de la última asamblea sinodal, ha vuelto a manifestarse, desde diversos ámbitos del seno de la Iglesia, que el sacerdocio uxorado no es una cuestión cerrada, ni siquiera en el actual pontificado.
   
----------¿Cuál es la idea que debe tenerse sobre los sacerdotes casados? Así planteada, tal pregunta es incorrecta. ¿Cuál es la idea que un católico puede tener sobre los sacerdotes casados? De esta segunda manera se hace honor a una cuestión que no es dogmática, sino disciplinaria, aunque de venerable tradición en la historia de la Iglesia. En cuando a mi parecer personal, este podría interesar o no, y de todos modos ya he tratado este tema en otros artículos. De todos modos, hago un breve resumen.
----------1°) Respecto de la cuestión del celibato eclesiástico. Lo primero que hay que decir es que la Iglesia Católica no abandonará jamás una estima preferencial por el sacerdocio celibatario; pero no está excluido que en un futuro, bajo ciertas condiciones y en ciertos lugares, pueda admitir, al lado del sacerdocio celibatario siempre preferido, también un sacerdocio casado o uxorado. Sin embargo, puede dejar libre elección entre uno y otro. En sí mismo también podría existir un Papa casado, como lo ha sido Pedro, el primer Papa, aunque viviendo de modo célibe desde que el Príncipe de los Apóstoles se entregara al llamado evangélico.
----------Pienso que el sacerdocio celibatario es más espiritual que el casado. El celibato favorece la libertad espiritual, un sentido más agudo de lo sagrado, una mayor inteligencia de las cosas celestiales, un mayor discernimiento de los fenómenos espirituales, un más ardiente deseo de Dios, una mayor apertura y disponibilidad hacia el prójimo, una mayor fuerza en las pruebas, una mayor sabiduría en la guía de las almas, una más pura estima por las mujeres. Es cierto que el sacerdote célibe podrá no tener experiencia concreta de los afectos conyugales y de los asuntos familiares; sin embargo, tiene un más alto conocimiento teológico de la noción paulina del matrimonio como misterio de salvación, imagen del matrimonio entre Cristo y la Iglesia ("Gran misterio es éste, pero yo lo aplico a Cristo y a la Iglesia", Ef 5,32).
----------El sacerdote casado, en cambio, será más capaz de una pastoral familiar más concreta, ya que conoce por experiencia lo que es la intimidad entre el esposo y la esposa, lo que implica la educación de los hijos, así como todas las cuestiones relacionadas con la vida familiar, viviéndolas día a día en primera persona.
----------2°) Respecto del sacerdocio celibatario y del sacerdocio casado. Desde un punto de vista dogmático, o sea a nivel de principios, todos sabemos que no hay impedimentos para un sacerdocio casado, ya que el celibato no es de essentia del Sacramento del Orden Sagrado. San Pablo, en la Primera Carta a Timoteo, explicando los deberes del obispo, recomienda que sea "marido de una sola mujer" y "que sepa gobernar bien su propia familia, que tenga los hijos en sujeción con toda honestidad, pues quien no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo va a cuidar de la Iglesia de Dios?" (I Tm 3,2-5).
----------La razón primera y más profunda del celibato es una razón de carácter ascético y espiritual: la necesidad que siente un alma como la del sacerdote, llamada a una más alta espiritualidad y perfección moral, para ser más libre de aquellos impulsos carnales, excesivos y desordenados, que son impulsos al pecado, el cual, como señala san Pedro, en la condición de la presente naturaleza caída, "combaten contra el alma" (1 Pe 2,11) o al menos la engañan, oscurecen la vista, la obstaculizan y la distraen de su impulso hacia Dios, la vuelven egoísta e incapaz de sacrificio y del esfuerzo ascético, la frenan y la restringen en su amor hacia el prójimo, impidiéndole esa entrega total y libre, de la que el alma siente la necesidad y el placer, y la encadenan a las vanidades del mundo de aquí abajo, prohibiéndole los gozos superiores del espíritu.
----------El celibato sacerdotal tiene su fundamento teológico en la virginidad de Nuestro Señor Jesucristo, del cual el sacerdote es ministro ante todo como consagrante de su cuerpo y de su sangre, ya que en el acto de consagrar actúa in persona Christi. Es Cristo quien se sacrifica a Sí mismo en su Sacrificio eterno sirviéndose de las palabras del celebrante, de modo tal que la Santa Misa es la actualización incruenta del sacrificio de la cruz. La Santa Misa, por lo tanto, no es, como creía Lutero, un sacrificio como obra del sacerdote añadido al de Cristo, sino que es el mismo sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo, actualizado en el espacio y en el tiempo, para beneficio de todos los que participan en ella.
----------Por eso, el celibato es ciertamente un signo precioso de la imitación de Nuestro Señor Jesucristo, pero no es ad essentiam. Por consiguiente, si la Iglesia mantiene y mantendrá siempre una especial estima y predilección por el celibato, es su facultad conceder, si lo considera oportuno, y bajo ciertas muy precisas condiciones, también un presbiterado uxorado. Mucho más difícil en cambio parece la concesión de un episcopado uxorado, aunque se haya verificado en la era apostólica. Si un obispo tiene necesidad del matrimonio como remedium concupiscentiae, se debe dudar de la validez de su ordenación episcopal.
----------Para concluir esta pequeña nota, vale indicar que un problema ulterior respecto a la disciplina del sacerdocio celibatario lo constituye el llamado "camino sinodal" que hoy desarrolla la Iglesia en Alemania. Durante el último sínodo en Roma, muchos opinaron que una eventual apertura al sacerdocio uxorado en Amazonía podía causar otras aperturas, como en Alemania. Al respecto, tengo poco para decir, y no sale del ámbito disciplinario. Considero que simplemente hay que decir que la multiplicación de eventuales casos de sacerdotes casados quedará, como corresponde, bajo el control de la Santa Sede.

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