En la nota anterior de esta serie comencé a indagar acerca de las relaciones entre Escritura y Tradición, relaciones delicadas por cierto, sobre todo para el creyente culto que, sin pretender ser un exegeta, en el estudio de la Biblia, ni un teólogo sistemático, en el estudio del dogma y la moral, busca sin embargo progresar en la fe, aspira a lo que suele llamarse una fides quaerens intellectum, una fe en busca de inteligencia.
----------Está claro que el teólogo católico debe manifestar un gran respeto por la Tradición; de hecho, junto con la Escritura y el Magisterio, es una de las fuentes de donde el teólogo saca los datos para su labor investigativa (y esto vale tanto para el teólogo bíblico como para el teólogo sistemático). Particularmente, el respeto a la Tradición le garantiza al teólogo percibir la continuidad de la doctrina surgida de toda la función docente de la Iglesia en el decurso de los siglos. Al mismo tiempo, ese respeto por la Tradición sienta las bases para promover un verdadero progreso dogmático y teológico. Se trata de una ley teológica totalmente cierta: continuidad y progreso hunden sus raíces en la Tradición.
----------Sin embargo, todo esto puede suceder solamente en la misma medida en que el teólogo no transforme la Tradición en un absoluto inmutable en el sentido en que lo es Dios mismo, absoluto e inmutable; y esto aún cuando se trate de la Sagrada Tradición, que es de institución divina, como ya hemos dicho. Por el contrario, el teólogo debe confrontar continuamente los datos actualizados de la Tradición, con lo que surge del progreso de los estudios arqueológicos, exegéticos, y también de la filosofía y de las ciencias humanas, siempre por supuesto en comunión con la Iglesia y su Magisterio, a fin de profundizar y mejorar el conocimiento del dato revelado o Palabra de Dios (escrita y oral). Y no confundamos lo que estamos diciendo: es cierto, la Tradición es inmutable, como hemos dicho, pero no es algo cristalizado, sino que posee continuidad en su comprensión humana, pues debe progresar en su conocimiento, cada vez más profundo.
----------Por lo demás, esta labor de la teología responde a la Voluntad de Cristo y a la Tradición de la Iglesia; pues la teología, al indagar el patrimonio de la Tradición y de la Escritura bajo la guía del Magisterio, descubre cosas siempre nuevas y como el escriba sabio del Evangelio extrae de su tesoro cosas antiguas y cosas nuevas: "¿Habéis entendido todo esto? Dícenle: Sí. Y él añadió: Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo" (Mt 13,51-52). Por tanto: continuidad en la inmutabilidad de la verdad, y progreso en la novedad del conocimiento de la verdad. Cuando Nuestro Señor Jesucristo, antes de abandonar este mundo ascendiendo a los cielos, dice a sus Apóstoles: "Mucho podría deciros aún, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará de lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir" (Jn 16,12-13), no intenta referirse a una adición al depósito de la Revelación, proveniente del Espíritu Santo después de su muerte, sino al hecho de que el Espíritu habría hecho conocer a la Iglesia siempre mejor esas mismas verdades que están contenidas en el depósito revelado.
----------En suma, la Tradición contiene verdades y valores perennes y absolutos e indica una meta final -el Reino de Dios- fija, insuperable, absoluta e inmutable. Sin embargo, ella estimula y exhorta a los fieles y a los mismos pastores, incluido el Papa, siempre a nuevos descubrimientos, en el sentido de un continuo camino de profundización en el conocimiento, cada vez de mayor esclarecimiento, donde uno nunca se debe detener y quedar atrás bajo pretexto de permanecer fiel a lo que no cambia.
Algo más sobre las relaciones entre Escritura y Tradición
----------Acerca de las relaciones mutuas entre Escritura y Tradición, un párrafo del n.9 de la Constitución Dei Verbum del Concilio Vaticano II dice: "La Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura están íntimamente unidas y compenetradas. Porque surgiendo ambas de la misma divina fuente, se funden en cierto modo y tienden a un mismo fin. Ya que la Sagrada Escritura es la Palabra de Dios en cuanto se consigna por escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo, y la Sagrada Tradición transmite íntegramente a los sucesores de los Apóstoles la Palabra de Dios, a ellos confiada por Cristo Señor y por el Espíritu Santo para que, con la luz del Espíritu de la verdad la guarden fielmente, la expongan y la difundan con su predicación; de donde se sigue que la Iglesia no deriva solamente de la Sagrada Escritura su certeza acerca de todas las verdades reveladas".
----------Por la forma en que se expresan los Padres Conciliares en este pasaje, parecen sugerir la idea de que la Tradición tiene un contenido más amplio que la Escritura, es decir, que la Tradición agrega verdades que no están contenidas en la Escritura, como si la Tradición contuviera verdades que no se encuentran en la Escritura. Esta es una cuestión que se discutió en el aula conciliar, y que aún hoy se sigue debatiendo en teología. Pero en realidad, parece suficiente con afirmar que, sea Nuestro Señor Jesucristo de viva voz hasta el día de su Ascensión, sea luego el Espíritu Santo, han llegado a los Apóstoles todas las verdades salvíficas, todo el Depósito de la Fe; por lo cual se puede decir con toda exactitud que la Revelación contiene todas las verdades de fe, algunas de las cuales se encuentran en la Escritura.
----------Parece notarse en el n.9 de la Dei Verbum, la voluntad de los Padres Conciliares de rechazar el principio de la sola Scriptura de Martín Lutero [1483-1546]. Varios intérpretes han afirmado que, si este es el intento del Concilio, como lo parece, este pasaje es un poco impreciso o burdo en relación al asunto. Acerca de este punto, el dominico RP Giovanni Cavalcoli expresa su postura diciendo: "De hecho, creo que se puede decir que la Escritura contiene efectivamente en modo implícito todas las verdades reveladas. De esta manera podemos salir al encuentro del sola Scriptura de Lutero; así como, afirmando que la Tradición contiene de viva voz de Cristo todas las verdades reveladas, podemos ir al encuentro del sola Traditio de mons. Lefebvre. Pero nos separamos tanto de Lutero como de mons. Lefebvre y estamos con el Concilio al afirmar que, en cualquier caso, la interpretación de la Tradición y de la Escritura es competencia del Magisterio de la Iglesia".
----------Por consiguiente, no es exacto afirmar que algunas verdades se encuentran en la Tradición y no en las Escrituras. Lo correcto es decir que todas las verdades reveladas están en la Tradición y todas en la Escritura. ¿En que sentido? Podemos expresarlo de la siguiente manera: Todas las verdades reveladas están en la Tradición por propia definición de la misma Tradición, ya que la Escritura es la puesta por escrito de la Tradición oral. Pero también: todas las verdades reveladas están en la Escritura, porque ella, si no las contiene explícitamente a todas, las contiene a todas implícitamente.
El Magisterio de la Iglesia
----------Hay que aclarar, sin embargo, que existe también una Tradición puesta por escrito, pero que no es la Sagrada Escritura, sino que se manifiesta en los documentos del Magisterio. Esa Tradición escrita, manifestada en el Magisterio, se expresa ante todo en los Concilios y en las enseñanzas de los Papas, que disfrutan del carisma de la infalibilidad. También esa Tradición escrita adquiere formas imperfectas expresándose en las obras de los Santos Padres y de los Santos Doctores. Decimos que es una Tradición escrita en forma imperfecta porque esas obras de los Santos Padres y Doctores pueden contener errores o cosas obsoletas.
----------El Magisterio, con sus enseñanzas sobre Fe y Moral, interpreta infaliblemente la Tradición y la Escritura. Por lo tanto, no es lícito ni posible determinar las verdades de fe por medio del contacto directo ni con la Tradición ni con la Escritura, con la pretensión de prescindir de la mediación del Magisterio. La Escritura y la Tradición están por encima del Magisterio, porque ambas surgen de las Palabras de Nuestro Señor Jesucristo, mientras que el Magisterio es mediación humana de estas palabras, aunque infalible porque es asistido por el Espíritu Santo prometido por el Señor a su Iglesia.
----------En próximas notas profundizaremos con más detalle en la relación entre Tradición, Escritura y Magisterio, aclarando los riesgos a que pueden llevar tanto el error de Martín Lutero, la sola Scriptura, como el de mons. Marcel Lefebvre, la sola Traditio.
----------Está claro que el teólogo católico debe manifestar un gran respeto por la Tradición; de hecho, junto con la Escritura y el Magisterio, es una de las fuentes de donde el teólogo saca los datos para su labor investigativa (y esto vale tanto para el teólogo bíblico como para el teólogo sistemático). Particularmente, el respeto a la Tradición le garantiza al teólogo percibir la continuidad de la doctrina surgida de toda la función docente de la Iglesia en el decurso de los siglos. Al mismo tiempo, ese respeto por la Tradición sienta las bases para promover un verdadero progreso dogmático y teológico. Se trata de una ley teológica totalmente cierta: continuidad y progreso hunden sus raíces en la Tradición.
----------Sin embargo, todo esto puede suceder solamente en la misma medida en que el teólogo no transforme la Tradición en un absoluto inmutable en el sentido en que lo es Dios mismo, absoluto e inmutable; y esto aún cuando se trate de la Sagrada Tradición, que es de institución divina, como ya hemos dicho. Por el contrario, el teólogo debe confrontar continuamente los datos actualizados de la Tradición, con lo que surge del progreso de los estudios arqueológicos, exegéticos, y también de la filosofía y de las ciencias humanas, siempre por supuesto en comunión con la Iglesia y su Magisterio, a fin de profundizar y mejorar el conocimiento del dato revelado o Palabra de Dios (escrita y oral). Y no confundamos lo que estamos diciendo: es cierto, la Tradición es inmutable, como hemos dicho, pero no es algo cristalizado, sino que posee continuidad en su comprensión humana, pues debe progresar en su conocimiento, cada vez más profundo.
----------Por lo demás, esta labor de la teología responde a la Voluntad de Cristo y a la Tradición de la Iglesia; pues la teología, al indagar el patrimonio de la Tradición y de la Escritura bajo la guía del Magisterio, descubre cosas siempre nuevas y como el escriba sabio del Evangelio extrae de su tesoro cosas antiguas y cosas nuevas: "¿Habéis entendido todo esto? Dícenle: Sí. Y él añadió: Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo" (Mt 13,51-52). Por tanto: continuidad en la inmutabilidad de la verdad, y progreso en la novedad del conocimiento de la verdad. Cuando Nuestro Señor Jesucristo, antes de abandonar este mundo ascendiendo a los cielos, dice a sus Apóstoles: "Mucho podría deciros aún, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará de lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir" (Jn 16,12-13), no intenta referirse a una adición al depósito de la Revelación, proveniente del Espíritu Santo después de su muerte, sino al hecho de que el Espíritu habría hecho conocer a la Iglesia siempre mejor esas mismas verdades que están contenidas en el depósito revelado.
----------En suma, la Tradición contiene verdades y valores perennes y absolutos e indica una meta final -el Reino de Dios- fija, insuperable, absoluta e inmutable. Sin embargo, ella estimula y exhorta a los fieles y a los mismos pastores, incluido el Papa, siempre a nuevos descubrimientos, en el sentido de un continuo camino de profundización en el conocimiento, cada vez de mayor esclarecimiento, donde uno nunca se debe detener y quedar atrás bajo pretexto de permanecer fiel a lo que no cambia.
Algo más sobre las relaciones entre Escritura y Tradición
----------Acerca de las relaciones mutuas entre Escritura y Tradición, un párrafo del n.9 de la Constitución Dei Verbum del Concilio Vaticano II dice: "La Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura están íntimamente unidas y compenetradas. Porque surgiendo ambas de la misma divina fuente, se funden en cierto modo y tienden a un mismo fin. Ya que la Sagrada Escritura es la Palabra de Dios en cuanto se consigna por escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo, y la Sagrada Tradición transmite íntegramente a los sucesores de los Apóstoles la Palabra de Dios, a ellos confiada por Cristo Señor y por el Espíritu Santo para que, con la luz del Espíritu de la verdad la guarden fielmente, la expongan y la difundan con su predicación; de donde se sigue que la Iglesia no deriva solamente de la Sagrada Escritura su certeza acerca de todas las verdades reveladas".
----------Por la forma en que se expresan los Padres Conciliares en este pasaje, parecen sugerir la idea de que la Tradición tiene un contenido más amplio que la Escritura, es decir, que la Tradición agrega verdades que no están contenidas en la Escritura, como si la Tradición contuviera verdades que no se encuentran en la Escritura. Esta es una cuestión que se discutió en el aula conciliar, y que aún hoy se sigue debatiendo en teología. Pero en realidad, parece suficiente con afirmar que, sea Nuestro Señor Jesucristo de viva voz hasta el día de su Ascensión, sea luego el Espíritu Santo, han llegado a los Apóstoles todas las verdades salvíficas, todo el Depósito de la Fe; por lo cual se puede decir con toda exactitud que la Revelación contiene todas las verdades de fe, algunas de las cuales se encuentran en la Escritura.
----------Parece notarse en el n.9 de la Dei Verbum, la voluntad de los Padres Conciliares de rechazar el principio de la sola Scriptura de Martín Lutero [1483-1546]. Varios intérpretes han afirmado que, si este es el intento del Concilio, como lo parece, este pasaje es un poco impreciso o burdo en relación al asunto. Acerca de este punto, el dominico RP Giovanni Cavalcoli expresa su postura diciendo: "De hecho, creo que se puede decir que la Escritura contiene efectivamente en modo implícito todas las verdades reveladas. De esta manera podemos salir al encuentro del sola Scriptura de Lutero; así como, afirmando que la Tradición contiene de viva voz de Cristo todas las verdades reveladas, podemos ir al encuentro del sola Traditio de mons. Lefebvre. Pero nos separamos tanto de Lutero como de mons. Lefebvre y estamos con el Concilio al afirmar que, en cualquier caso, la interpretación de la Tradición y de la Escritura es competencia del Magisterio de la Iglesia".
----------Por consiguiente, no es exacto afirmar que algunas verdades se encuentran en la Tradición y no en las Escrituras. Lo correcto es decir que todas las verdades reveladas están en la Tradición y todas en la Escritura. ¿En que sentido? Podemos expresarlo de la siguiente manera: Todas las verdades reveladas están en la Tradición por propia definición de la misma Tradición, ya que la Escritura es la puesta por escrito de la Tradición oral. Pero también: todas las verdades reveladas están en la Escritura, porque ella, si no las contiene explícitamente a todas, las contiene a todas implícitamente.
El Magisterio de la Iglesia
----------Hay que aclarar, sin embargo, que existe también una Tradición puesta por escrito, pero que no es la Sagrada Escritura, sino que se manifiesta en los documentos del Magisterio. Esa Tradición escrita, manifestada en el Magisterio, se expresa ante todo en los Concilios y en las enseñanzas de los Papas, que disfrutan del carisma de la infalibilidad. También esa Tradición escrita adquiere formas imperfectas expresándose en las obras de los Santos Padres y de los Santos Doctores. Decimos que es una Tradición escrita en forma imperfecta porque esas obras de los Santos Padres y Doctores pueden contener errores o cosas obsoletas.
----------El Magisterio, con sus enseñanzas sobre Fe y Moral, interpreta infaliblemente la Tradición y la Escritura. Por lo tanto, no es lícito ni posible determinar las verdades de fe por medio del contacto directo ni con la Tradición ni con la Escritura, con la pretensión de prescindir de la mediación del Magisterio. La Escritura y la Tradición están por encima del Magisterio, porque ambas surgen de las Palabras de Nuestro Señor Jesucristo, mientras que el Magisterio es mediación humana de estas palabras, aunque infalible porque es asistido por el Espíritu Santo prometido por el Señor a su Iglesia.
----------En próximas notas profundizaremos con más detalle en la relación entre Tradición, Escritura y Magisterio, aclarando los riesgos a que pueden llevar tanto el error de Martín Lutero, la sola Scriptura, como el de mons. Marcel Lefebvre, la sola Traditio.
Pero yo he disputado con algunos de la fsspx y le aseguro que ellos también dicen que lo definitorio es el Magisterio... Pero el anterior al concilio vaticano II.
ResponderEliminarAnónimo 00:37:
ResponderEliminarPrecisamente... es lo que se dice en este artículo: ellos manejan el principio de "sola Traditio" al modo como Lutero manejaba el principio de "sola Scriptura" Lutero se "inventó" una Escritura a su gusto, y Lefebvre y sus seguidores más fanáticos se han "inventado" una Tradición a su gusto (y por supuesto, un Magisterio a su gusto).
R.A.
Distingamos las cosas.
ResponderEliminarUna cosa es ir a Misa a la frater, o incluso pertenecer a la frater, como miembro de su comunidad.
Pero otra cosa es ser "lefebvriano" o "lefebvrista": eso ya se sale de lo católico.
Fíjense que a los de la FSSPX no les gusta que los llamen "tradicionalistas". ¡Y tienen razón! Ellos no deben ser considerados tradicionalistas, porque ser tradicionalistas es un error. Es dar a la Tradición una dimensión y un puesto que no le cabe (en desmedro de la Escritura y del Magisterio).
ResponderEliminarEl problema es que, en muchos casos, los de la FSSPX caen en el tradicionalismo. Vale decir, se convierten en tradicionalISTAS.
Es la distancia que media entre ser de la FSSPX, y ser lefebvrISTA.
El Anónimo 00:37 dijo: "Pero yo he disputado con algunos de la fsspx y le aseguro que ellos también dicen que lo definitorio es el Magisterio... Pero el anterior al concilio vaticano II."
ResponderEliminarMi pregunta es: ¿le preguntó Ud. a quienes eso le dijeron, por qué el Magisterio definitorio es el anterior al concilio vaticano II? Y si se lo preguntó: ¿qué explicación le dieron? Cuente, que me interesa.
Le quisiera contar algunas vivencias mías.
ResponderEliminarCuando empezó la destrucción litúrgica en 1969 muchos quisimos mantenernos en la Misa tradicional. La Reforma Litúrgica ya había tenido lugar en los años anteriores inmediatos: uso del idioma vernáculo, separar el altar de la pared y dar vuelta al celebrante "cara al pueblo", suprimir las oraciones iniciales al pie del altar y las lecturas y oraciones del final de la Misa, supresión imágenes y paramentos, etc., todo lo cual comenzó en 1964 de modo muy violento. A los fieles nadie nos preguntó absolutamente nada; y si uno se quejaba, por ejemplo por que los curas estaban vendiendo objetos donados por nuestras familias y lo que hacían lo considerábamos una estafa ¡abur! a salir con viento fresco que aquí mandamo' nosotro'. Es decir, la Iglesia se peronizó tempranamente gracias al Concilio o a lo que fuera, impulsándose aún más el despotismo clerical. En 1970 muchos intentamos mantenernos en la Misa tradicional; nada, el silencio por respuesta y una clandestinidad creciente que fue poco a poco abandonada por cansancio, miedo o agotamiento nervioso. Y de paso, uno veía a los curas bolches salir por todas partes que, de hecho, no hacían más que cachetear a los obispos más o menos decentes y valientes, como el de Rosario, M. Bolatti. Que por supuesto, eran ignorados por Roma y por sus "hermanos". Y un día apareció Lefebvre y hasta vino a Buenos Aires. Un milagro. Vino dos veces: la primera, de la mano de la TFP que, por supuesto, lo arruinó todo y pretendía guardárselo para ellos solos. La segunda, apoyado por el nacionalismo católico y los viejos amigos de la Cursos de Cultura Católica. Ahí le fue bien. Nunca dijo ni oí que dijera eso de "sola Traditio"; para mí que lo inventaron sus enemigos para crear una base dialética con el protestantismo de la cual se presentaban ellos, los modernistas "conciliares", como la síntesis. Leí todo lo que publicó y lo que predicaba. Nunca dijo "sola Traditio". Cuando leí más tarde a Romano Amerio (Iota Unum) y de nuestras vistas al P. Castellani, comprendimos que era una guerra en la cual el enemigo no ahorraba infundios ni difamaciones.
Y aquí estamos: con unos obispos que "te la voglio dire", unos (poquísimos) curas esforzados y apostólicos, Misa y Sacramentos suspendidos sine die en casi todo el mundo católico (la "cuarentena" es obligatoria solamanete en países católicos ¿vió?) y como quién dice, colgados del pincel...
Carlos M. Rivera Vélez
Carlos M. Rivera Vélez dijo:
ResponderEliminar"Le quisiera contar algunas vivencias mías.
Cuando empezó la destrucción litúrgica en 1969 muchos quisimos mantenernos en la Misa tradicional. La Reforma Litúrgica ya había tenido lugar en los años anteriores inmediatos: uso del idioma vernáculo, separar el altar de la pared y dar vuelta al celebrante "cara al pueblo", suprimir las oraciones iniciales al pie del altar y las lecturas y oraciones del final de la Misa, supresión imágenes y paramentos, etc., todo lo cual comenzó en 1964 de modo muy violento. A los fieles nadie nos preguntó absolutamente nada; y si uno se quejaba, por ejemplo por que los curas estaban vendiendo objetos donados por nuestras familias y lo que hacían lo considerábamos una estafa ¡abur! a salir con viento fresco que aquí mandamo' nosotro'. Es decir, la Iglesia se peronizó tempranamente gracias al Concilio o a lo que fuera, impulsándose aún más el despotismo clerical. En 1970 muchos intentamos mantenernos en la Misa tradicional; nada, el silencio por respuesta y una clandestinidad creciente que fue poco a poco abandonada por cansancio, miedo o agotamiento nervioso. Y de paso, uno veía a los curas bolches salir por todas partes que, de hecho, no hacían más que cachetear a los obispos más o menos decentes y valientes, como el de Rosario, M. Bolatti. Que por supuesto, eran ignorados por Roma y por sus "hermanos". Y un día apareció Lefebvre y hasta vino a Buenos Aires. Un milagro. Vino dos veces: la primera, de la mano de la TFP que, por supuesto, lo arruinó todo y pretendía guardárselo para ellos solos. La segunda, apoyado por el nacionalismo católico y los viejos amigos de la Cursos de Cultura Católica. Ahí le fue bien."
100% de acuerdo. En lo general es lo que pinta muy bien en sus tres libros Michael Davies. La prepotencia del clero imponiendo la revolución litúrgica fue un escándalo, y en Argentina se vivió de una dolorosa manera. Ud. lo pinta muy bien. Recuerdo con dolor esos años. Hablaban de diálogo, pero no le preguntaban jamas a los fieles cuando destruyeron retablos, llevaban el sagrario a un rincón escondido, o eliminaban las imágenes de los templos.
Luego dice: "[Lefebvre] Nunca dijo ni oí que dijera eso de "sola Traditio"; para mí que lo inventaron sus enemigos para crear una base dialética con el protestantismo de la cual se presentaban ellos, los modernistas "conciliares", como la síntesis. Leí todo lo que publicó y lo que predicaba. Nunca dijo "sola Traditio".
Acepto su testimonio como verdadero.
Pero Ud. debe aceptar que aunque uno no diga expresamente algo, puede decirlo implícitamente. Y eso es precisamente lo que ha sucedido con Lefebvre y lo que sucede en su obra, la FSSPX. No aceptan la Tradición en el sentido católico del término, o en último caso la aceptan hasta Pio XII. Es decir, se inventan una Tradición. Porque la Tradición, en el sentido católico del término, es la transmisión viviente de la Revelación tal como la enseña el Magisterio viviente de la Iglesia.
Ahora bien: si yo rechazo en bloque el Concilio Vaticano II, que obviamente es Magisterio, entonces estoy rechazando la verdadera Tradición.
Sr Carlos M. Rivera Vélez:
ResponderEliminarComparto su relato de lo sucedido en Argentina. Soy porteño y lo vivi en carne propia. Recuerdos amargos.
Por lo demás, coincido con lo que le dice Vergara: el error nunca se presenta tan completamente como error, sino revestido.
Ud. debe saber muy bien que, por ejemplo, en las condenas de la Iglesia a los herejes, por ejemplo los modernistas, se formulan frases que definen las proposiciones heréticas, pero no siempre puede asegurarse que tal cual, esas mismas frases, hayan sido expresadas por tal o cual hereje. En la condenación de los papas a las sentencias modernistas, quizás no exista ninguna sentencia que haya sido una frase expresamente dicha por A.Loisy, por ejemplo.
En tal sentido, quizás es muy correcto lo que Ud. dice acerca de que mi muy querido mons. Lefebvre nunca dijo defender el "sola Traditio". Pero eso no quiere decir que el sola Traditio no se pudiera inferir lógicamente de su postura ante el Concilio Vaticano II.
Aunque personalmente, a mi me gustaría que el padre Filemón no dijera "el sola Traditio de Lefebvre", sino mejor: "el sola Traditio de los lefebvristas". Creo que esto segundo sería lo correcto. Identificaría mejor a los responsables del error, aunque mons. L. no deja de ser el responsable inicial, por supuesto.
Hugo Alberto dijo:
ResponderEliminarMi pregunta es: ¿le preguntó Ud. a quienes eso le dijeron, por qué el Magisterio definitorio es el anterior al concilio vaticano II? Y si se lo preguntó: ¿qué explicación le dieron? Cuente, que me interesa.......
La verdad no le pregunté nada. 1ro porque discutía con joven de la "aldea", no razonan, repiten. 2do. Rechazan en bloque el concilio II y no hay caso, lo consideran la causa de todo mal.
El abusivo clericalismo vivido en los mismos años del Concilio y, por supuesto, en los posteriores al Concilio, ha sido apabullante, y escandaloso.
ResponderEliminarAnónimo 8:30: Pregúntele si no al propio papa Francisco, que repite la historia que él aprendió muy bien.
ResponderEliminarM.D.
Me pregunto si los que van a comunidades de la fsspx no experimentan el mismo abusador clericalismo, o incluso peor. ¿Alguien me lo puede negar? Al menos es la experiencia que yo vivo. Me callo la boca, porque donde voy es el único lugar donde rezan la misa de siempre.
ResponderEliminarEn la frater: clericalismo puro y duro. Los curas no hay oído ni hablar jamás nada acerca del apostolado de los laicos, nada de nada.
ResponderEliminarDisculpen que me entrometa en el debate sobre el clericalismo. No me parece que marque diferencias entre lo que sucede en los ámbitos de la Iglesia general y los de la fsspx. Hay clericalismo en todos lados, por igual, a veces más o a veces menos, según los lugares, pero hay en todos lados.
ResponderEliminarAunque creo que debería distinguirse un clericalismo "de campanario" o "de sacristía", y que ese es normal, y se nota quizás más en la fsspx porque prácticamente no hacen otra cosa que el Culto y el catecismo de campanario, sin tener mayor actividad ad extra. En tal sentido, no me parece que en la fsspx haya un clericalismo en el que los curas se metan a manipular a los laicos en sus ambientes (pero sí bajo el techo del templo).
Mayor problema creo que es el clericalismo de los laicos...