viernes, 15 de mayo de 2020

La tarea de defender al papa Francisco

La tarea de apoyar el pontificado del Romano Pontífice es deber de todo buen católico. Apoyar al Papa, defendiéndolo de sus enemigos, es una intención en sí misma correcta, debida y necesaria por parte de todo buen católico. Sin embargo, se trata de una empresa no fácil y muy delicada, que presupone por una parte un adecuado conocimiento de cuáles son los deberes y el ámbito de autoridad de un Papa y, por otra parte, una información suficiente acerca de los actos magisteriales y pastorales del Papa en consideración.

----------Por ello, si no nos apoyamos sobre estos criterios y sobre estas premisas, corremos el riesgo de hacer una apología contraproducente ensalzando, del Papa, las decisiones equivocadas y descuidando o malinterpretando los verdaderos valores de su pontificado, con el resultado, por una parte, de crear falsos amigos del Papa, que en realidad falsifican la misión del Papa y la convierten en la apología de los defectos para su propia conveniencia; y por otra parte de hacer aparecer como enemigos a los verdaderos amigos, francos y fieles, que critican al Papa precisamente para hacer mejor al Papa.
----------Esta precisamente es la desventura que le sucede a muchos infelices periodistas apologistas del papa Francisco en no menos infelices artículos que aparecen frecuentemente en los actuales masivos medios de comunicación. De hecho, notamos en esos artículos, con disgusto, pero también con desdén, los repetidos elogios acríticos, incondicionales y aduladores hacia el Papa. Pero existe sólo un inconveniente: que el concepto que estos articulistas tienen del ser Papa no es en absoluto aquel concepto de Papa que es enseñado por la Iglesia Católica, sino que es el concepto de un jefe meramente terreno de una Iglesia meramente terrena, aunque estos falsos apologetas se esfuerzan por presentarlo como concepto evangélico.
----------Parece así evidente, a partir de los juicios que estos pseudo-apologetas dan sobre el papa Francisco, que ellos, para evaluar la obra del Papa, se basan sobre el esquema secularista-político de lo que es cómodo o conveniente, actualmente habitual en los modernistas, concepto que considera al Papa no en su auténtica figura y misión de Vicario de Cristo, en posesión de las "supremas llaves", como dice Dante, quien, a pesar de sus debilidades humanas, guía a la Iglesia, luz de las naciones, sacramento universal de salvación, inicio sobre la tierra del Reino de los Cielos, el Sucesor de Pedro, que exhorta a todo hombre a convertirse a Cristo y a entrar en la Iglesia católica, sino como cabeza política de una Iglesia vista como simple sociedad terrena.
----------En muchos casos se ve ya desde muy lejos que esta clase de aduladores son pobres hombres de izquierda, unos modernistas, que penosamente intentan traer al Papa de su lado, haciéndolo un izquierdista y un modernista como ellos, para tener campo libre y rienda suelta para sus transgresiones bajo fama de católicos ejemplares, avanzados y progresistas.
----------En muchos de estos falsos amigos del Papa se nota clarísimo el eco de quienes en los últimos años han presentado al papa Francisco como el iniciador de un "nuevo paradigma", como el inédito profeta de un "giro epocal", que se concretiza, según el conocido exponente del PD italiano Massimo D'Alema, como "líder de la izquierda internacional", o el "gran operador mundial de la redención de los pueblos", como dijo acerca de Francisco el presidente venezolano Nicolás Maduro, mientras todos conocen el regalo que le dio al Papa el presidente boliviano Evo Morales de un Crucifijo con la hoz y el martillo. Por su parte, el padre Antonio Spadaro SJ ha llegado a un punto tal de locura que exalta al Papa como "transformador del mundo con el método marxista". Otros lo llaman Papa "revolucionario".
----------Sin duda, es una propaganda totalmente contraproducente, ya que no ayuda en absoluto al buen nombre del Papa. No son alabanzas, sino insultos o cuanto menos apelativos que no se dan a un Papa. Pero se intenta escudar al Papa pretendiendo referirse al Evangelio y a la doctrina social de la Iglesia. Quizás ellos piensan que están exaltando al Papa de este modo, mientras que en cambio es precisamente la forma de hacerle daño al malinterpretar el verdadero valor de su pontificado, que no está en el elegir la izquierda contra la derecha, el cambio contra la estabilidad, el progreso contra la conservación, la renovación contra la tradición, el socialismo contra el capitalismo, el modernismo contra el lefebvrismo, porque esto lo haría un hombre de partido, sesgado, sectario, inmerso en las contingencias políticas, y en cambio el Papa debe ser el Papa de todos, super partes, para ser juez imparcial aceptable para ambas partes. Si, en cambio, una parte se da cuenta de que el Papa propende por el partido opuesto, ¿cómo pueden tener confianza en un juez así?
----------La enseñanza del Papa debe emerger sobre los partidos por su universalidad católica, para poder así abarcar por igual a los unos y a los otros. Ciertamente puede descender a lo concreto, pero siempre a la luz de lo universal, de lo católico. Los hombres, aunque hechos para el cielo, siempre tienden a encerrarse en intereses privados, particulares, cambiantes y contingentes, que son los de la política y de la historia. El Papa debe estimular continuamente a los hombres a mirar hacia lo alto, hacia esos bienes comunes, celestiales, futuros, eternos e inmutables, que son de todos y para todos.
----------Por el contrario, los defectos pastorales del papa Francisco convienen a los modernistas, los cuales son de ellos refinados y descarados aduladores. Al hacerle exagerados elogios, exageran sus defectos en su beneficio, se hacen pasar por amigos y devotos del Papa, interpretan su magisterio en un sentido modernista, rahneriano, luterano, masónico y marxista, creen que están llevando al Papa a su lado y están convencidos de poderlo instrumentalizar y manipular para sus propios fines.
----------Tienen un sustancial desprecio por el papa Francisco, considerándolo, como gnósticos presuntuosos que son y hábiles maniobradores políticos, un sujeto mentalmente limitado e improvisado, fácilmente engañable, un carácter influenciable, sensible a la adulación y flexible a las amenazas.
----------Hasta ahora les ha ido bien. Pero Francisco no es tan ingenuo como ellos creen, sabe reconocer las trampas y los engaños del demonio, y da señales petrinas para ellos preocupantes de que el Espíritu Santo lo guía y lo protege. En un momento u otro, como un huracán repentino, podría arruinar sus planes. Después de todo, ¿en qué cosa se basan esos planes sino en mentiras e injusticias? Si de hecho el Espíritu sopla, ¿quién lo puede detener? El "nuevo Pentecostés" profetizado por san Juan XXIII aún no ha llegado.
----------Pero en realidad los modernistas, que son subjetivistas, evolucionistas y relativistas, que ni siquiera creen en la existencia de una verdad objetiva, inviolable e inmutable verdad o, en términos populares, más allá de su falsa fe, "ni siquiera creen en el pan cocido", no tienen obviamente la mínima idea, al contrario, desprecian sustancialmente la verdadera naturaleza, deberes y finalidades del ministerio petrino, tal como es enseñado por el Evangelio y por la Tradición apostólica, y por lo tanto no admiten en absoluto que el Papa pueda o deba enseñar infaliblemente verdades inmutables y eternas.
----------El Papa, a quien ellos admiran y exaltan, no es el verdadero Papa instituido por Cristo, Maestro de la Fe, Sucesor de Pedro y Vicario de Cristo -estos son títulos del pasado- sino que es un formidable y llamativo personaje político, iniciador de un giro epocal, profeta inédito, libertador de los oprimidos y de los pobres, que cambiará la Iglesia desde sus fundamentos, según los deseos de los obispos alemanes, animador de la izquierda internacional y, un comediante demagogo, distribuidor de permisos transgresores, con la excusa de la misericordia y del "discernimiento", un simpático actor de chistes ingeniosos, en suma, un personaje que han construido para su propio uso y consumo para corromper el Evangelio y satisfacer sus deseos mundanos y terrenos.

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