jueves, 28 de mayo de 2020

Escritura, Tradición, Magisterio (3/4)

Como lo dije al principio de esta serie de notas, la palabra Tradición se ha gastado como las monedas con su uso, pero estamos aquí tratando de que, al menos nosotros, al conocer su significado primero y fundamental en la Iglesia, la comencemos a usar como corresponde. Continúo, entonces, con estas cuestiones elementales del Tractatus De Revelatione, que podrán obviar aquellos lectores que ya las conocen.

----------Los cristianos, en el decurso de los siglos, en sus libros, en sus obras de arte, en sus templos, capillas y catedrales, en sus catacumbas o cementerios, en sus oraciones, en sus costumbres, en sus ritos religiosos, en sus festividades, etc., han ido repitiendo y dejando allí estampado lo que los Apóstoles habían enseñado, sea como dicho por Jesucristo mismo a los propios Apóstoles, sea como inspirado a éstos por el Espíritu Santo. Los Obispos, reunidos en Concilio, han enseñado de un modo más solemne algunas de esas verdades; y los Papas también lo han hecho en sus escritos. Pues bien, todo eso constituye la Tradición.
----------Así, por ejemplo, en ningún pasaje de la Escritura se dice que María se conservara Virgen durante toda su vida, y, sin embargo, por la Tradición lo tenemos como verdad de fe, verdad que pudo ser enseñada por san Juan, aun cuando no lo dejara consignado en sus escritos. Otro ejemplo: en ningún pasaje de la Escritura se dice que las mujeres no pueden oír confesiones o consagrar la Eucaristía o administrar la Unción de los Enfermos, y, sin embargo, tenemos esa doctrina como verdad de fe conservada por la Tradición.
----------Los Concilios dan testimonio acerca de la Tradición, y explican su significado y alcance. Así, por ejemplo, el Concilio Vaticano I dice: "La revelación sobrenatural, según la fe universal de la Iglesia, declarada por el santo Concilio de Trento, está contenida en los Libros escritos y en las Tradiciones no escritas, que recibidas por los Apóstoles de boca del mismo Jesucristo, ó enseñadas por los mismos Apóstoles, bajo la inspiración del Espíritu Santo, han llegado como de mano en mano hasta nosotros" (Concilio Vaticano I, ses.3, cap.2, De Revelatione, parag.3, Dz.1787; cf. Concilio de Trento, ses.4, Dz.783).
 
Qué dice el Concilio Vaticano II sobre la Tradición
 
----------El Concilio Vaticano II, en la constitución dogmática Dei Verbum, explica el origen, el contenido, el por qué y el propósito de la Tradición, diciendo: "Dispuso Dios benignamente que todo lo que había revelado para la salvación de los hombres permaneciera íntegro para siempre y se fuera transmitiendo a todas las generaciones. Por ello Cristo Señor, en quien se consuma la revelación total del Dios sumo (cf. II Cor 1,20 y 3,16-4,6), mandó a los Apóstoles que predicaran a todos los hombres el Evangelio, comunicándoles los dones divinos. Este Evangelio, prometido antes por los Profetas, lo completó El y lo promulgó con su propia boca, como fuente de toda la verdad salvadora y de la ordenación de las costumbres. Lo cual fue realizado fielmente, tanto por los Apóstoles, que en la predicación oral comunicaron con ejemplos e instituciones lo que habían recibido por la palabra, por la convivencia y por las obras de Cristo, o habían aprendido por la inspiración del Espíritu Santo, como por aquellos Apóstoles y varones apostólicos que, bajo la inspiración del mismo Espíritu, escribieron el mensaje de la salvación" (n.7).
----------En otro pasaje importante el Concilio Vaticano II subraya el hecho de que: "Esta Tradición, que deriva de los Apóstoles, progresa en la Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo: puesto que va creciendo en la comprensión de las cosas y de las palabras transmitidas, ya por la contemplación y el estudio de los creyentes, que las meditan en su corazón (cf. Lc 2,19 y 51) y, ya por la percepción íntima que experimentan de las cosas espirituales, ya por el anuncio de aquellos que con la sucesión del episcopado recibieron el carisma cierto de la verdad. Es decir, la Iglesia, en el decurso de los siglos, tiende constantemente a la plenitud de la verdad divina, hasta que en ella se cumplan las palabras de Dios" (n.8).
----------Llegados a este punto hay que destacar que el objeto de la Tradición es inmutable -y en esto los sectores tradicionalistas, como la FSSPX, tienen razón- porque es esa Palabra de Cristo que "no pasa" (Mt 24,35). Por esto, es justo y necesario recordar, como lo prescribe la Escritura (II Mac 9,26; Is 46,8; Jn 2,17; II Tm 2,8), los beneficios del Señor y repetir siempre y posiblemente de memoria, como la misma Biblia recomienda (Jt 11,10; Pr 4.21; Lc 2.19), las palabras y las fórmulas de la Tradición, como por ejemplo los Artículos del Credo.
 
La inmutabilidad de la Tradición y la herejía modernista
 
----------Al haber señalado la inmutabilidad de la Tradición, corresponde señalar también que es propio de la herejía modernista el creer que los dogmas cambian o que son relativos a un tiempo dado o a una cultura determinada, o que las fórmulas oficiales de los dogmas se pueden cambiar sin cambiar su significado. En todo caso, la Iglesia va elaborando o desarrollando nuevas fórmulas, pero para explicar, aclarar y precisar mejor el significado del misterio de fe, que sigue siendo siempre el mismo que la fórmula precedente, la cual, por lo tanto, no es sustituida por la nueva, sino que permanece, porque es útil para comprenderla.
----------Así, por ejemplo, la fórmula del dogma cristológico del Concilio de Nicea no ha sido abandonada por el hecho de que el Concilio de Calcedonia explica mejor el misterio de Cristo, sino que permanece para hacernos entenderlo. Así, el Símbolo de los Apóstoles, aunque menos articulado si lo comparamos con el Símbolo Niceno-Constantinopolitano, es útil para hacerlo comprender bien. Así, la adición del Filioque en el siglo XI al Símbolo de la Fe no cambia el sentido del dogma trinitario, sino que lo esclarece.
----------Es cierto que un mismo concepto se puede expresar con un lenguaje diferente o con símbolos diversos; pero en esto siempre debemos tener mucho cuidado y prestar suma atención, porque no debemos confundir el concepto con el lenguaje, ya que en tal caso corremos el riesgo de terminar pensando como pensaba el teólogo holandés Edward Schillebeeckx [1914-2009], que erróneamente afirmaba que era posible expresar un mismo concepto con conceptos diversos.
 
La Tradición, los Concilios, y el Magisterio
 
----------Debe aclararse que los Concilios y sus documentos, no son en realidad monumentos de la Tradición, no son testimonios de la Tradición, sino que, para decirlo con precisión, son documentos del Magisterio; sin embargo, en cuanto Magisterio de la Iglesia, los Concilios interpretan los monumentos de la Tradición, los hacen explícitos, los desarrollan y los explican y los aplican a la situación histórica presente. Por esta razón, para poner un ejemplo de uno de los sectores más importantes del ámbito llamado tradicionalista, mons. Marcel Lefebvre se equivocó al creer que las doctrinas del Concilio Vaticano II se encontraban en contraste con la Tradición. Por el contrario, cada Concilio ecuménico es testimonio infalible de la Tradición.
----------Debemos tener muy en claro que la voz de la Tradición, aunque de un modo limitado pero siempre fiel, porque la Tradición, como Palabra de Dios, está por encima del Magisterio, la escuchamos en el mismo Magisterio viviente y actual de la Iglesia, sobre todo del Papa, en sus palabras y en sus escritos. Me adelanto aquí a los posibles cuestionamientos de los lectores, en referencia a la actual situación de "the temporary suspense of the function of the Ecclesia Docens", como decía el santo cardenal John Henry Newman, suspenso de la Iglesia Docente: estoy afirmando los principios teológicos generales, y hablo de la institución "Papa" de modo general, sin aludir a ningún caso particular.
----------Y como este tema de las relaciones entre Tradición, Concilios y Magisterio nos lleva al punto quizás más controvertible en esta serie de notas, y no me quiero extender ahora más de lo razonable y prudente, dejaré la continuación para mis apuntes de mañana...

12 comentarios:

  1. Estimado Fr Filemón,
    Ud. ha puesto el dedo en la llaga, y justificadamente.
    Está claro que el Magisterio ordinario y universal, incluso (y particularmente) el de los Concilios (y, por supuesto, incluido el Vaticano II) debe ser aceptado por el fiel con fe divina en todo aquello que se refiera a la fe y la moral.
    Y está claro que quien crea advertir algún error en algún Concilio deberá indagar, investigar, para tratar de descubrir la CONTINUIDAD entre la Tradición y el Magisterio expresado en ese Concilio. Porque un Concilio, asistido como está por el Espíritu Santo, no puede ser sino testigo de la Tradición.
    Los lefebvristas, por ejemplo, optan por una de las soluciones más fáciles. Al afirmar que el Concilio Vaticano II es herético (una afirmación que es una simple burrada, si se es católico) lo que hacen es afirmar una herejía: la no asistencia del Espíritu Santo al Concilio, es decir, negar la obediencia de fe que el fiel le debe al Magisterio ordinario y universal sobre fe y moral expresado en un Concilio, al que le es inherente la infalibilidad.
    Por supuesto, los modernistas optan por la otra solución fácil, la de signo opuesto: considerar al C. Vaticano II una ruptura con la tradición.

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  2. Efectivamente, Ernesto, es lo que el papa Benedicto XVI pedía: hermenéutica de la continuidad, para entender el Concilio Vaticano II. De lo contrario: o se cae en la herejía modernista, haciendo del Concilio Vaticano II una revolución, un nuevo comienzo en la Iglesia, en ruptura con toda la Tradición; o se cae en la herejía lefebvriana, que rechaza al Concilio, negando el dogma del Magisterio universal y ordinario de la Iglesia, al que le es inherente la infalibilidad.

    Arturo P.C.

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  3. Estimado Arturo:
    ¿Conoce Ud. lo que dice De Mattei acerca de la "hermenéutica de la continuidad del papa Benedicto?
    Afirma que ha fracasado.

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  4. Pues no. No sé lo que dice De Mattei sobre eso. ¿Cómo que ha fracasado?

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  5. Berengario de Tours29 de mayo de 2020, 10:02

    A ver, aclaremos los tantos.
    Es cierto que el profesor Roberto de Mattei ha afirmado en varias ocasiones que la "hermenéutica de la continuidad", impulsada por el papa Benedicto XVI para leer el Concilio Vaticano II y solucionar los abusos y errores suscitados en el post-concilio, "ha fracasado" dice de Mattei.
    Pero cuidado: lo afirma como historiador. No lo afirma como teólogo.
    En el campo teológico, la hermenéutica de la continuidad, sustentada -como no podía ser de otra manera- por el papa Benedicto, es absolutamente correcta. Porque la hermenéutica de la continuidad es el único principio que respeta tanto la Tradición como el Magisterio ordinario y universal de un Concilio.
    Lo que dice de Mattei es que HISTORIACAMENTE ha fracasado, es decir, que no ha sido suficiente, a nivel práctico, HISTORICO, para eliminar los abusos y errores suscitados en el Post-Concilio.

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  6. ¿Pero cómo justificar los errores del Vaticano II? La Libertad Religiosa, el Ecumenismo, la negación del Reinado Social de Cristo?
    ¿Cómo se puede decir que el Concilio Vaticano II ha respetado la tradición?

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  7. Tiene razón Berengario.
    Benedicto no se equivocó a nivel teológico: la hermenéutica de la continuidad es el único modo de interpretar el Concilio.
    Benedicto no supo gobernar, o no pudo, o careció de fuerzas suficientes. Por eso la hermenéutica de la continuidad, a nivel de labor teológica, resultó insuficiente para detener el modernismo postconciliar.
    Se necesitaban medidas de gobierno, condenas, identificación de errores, exclusión de los modernistas de las cátedras en las universidades católicas, prohibición de sus libros, etc. Medidas de gobierno.

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  8. Exacto: la hermenéutica de la continuidad es el único modo católico de interpretar el Concilio Vaticano II. De lo contrario, se cae en una de las dos herejías de los dos extremos: o modernismo o lefebvrismo.
    Y aclaro que respeto mucho a la FSSPX, pero no al lefebvrismo de algunos de sus clérigos y fieles.

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  9. Cristero:
    Dudo que haya muchos miembros de la FSSPX que admitan esto. Viven casi todos en la herejía lefebvrista (ojo, en el exacto sentido que debe entenderse, cuidado!).

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  10. Yo veo esos errores en la frater, pero qué quieren que les diga, mucho no me importa , sigo yendo a misa ahí porque son los únicos que celebran la misa tridentina. Y en dónde yo vivo, ir a la misa nueva es masoquismo.

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  11. Tero dijo: "Yo veo esos errores en la frater, pero qué quieren que les diga, mucho no me importa , sigo yendo a misa ahí porque son los únicos que celebran la misa tridentina. Y en dónde yo vivo, ir a la misa nueva es masoquismo".

    Le comprendo, y creo que estamos en situación parecida. Yo también asisto a Misa en la FSSPX, pues en el lugar donde vivo sólo esporádicamente hay otra posibilidad de asistir a misa vetus ordo. Y sí, tiene razón, a veces es un sufrimiento asistir a Misa del novus ordo.
    Pero asistir a la Misa en la FSSPX no me exime de preocuparme que no me den gato por liebre, porque si no estamos atento se nos mete la herejía lefebvrista, la de la "sola Tradición", sin Magisterio. Y esa es una forma fácil de sacarse de encima la crisis de la Iglesia actual. Respecto a ella, da la impresión que la Fraternidad a veces vive en una burbuja, como si no formara parte de la Iglesia Católica. Parafraseando a De Mattei, la postura de la FSSPX es un "cripto-cisma".

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  12. Cristero Argentino...100% de acuerdo.

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