viernes, 10 de enero de 2025

La cuestión de las insidias del demonio (2/2)

En la "buena batalla" contra las insidias o trampas o trucos o engaños del demonio, es utilísimo tener en cuenta que las mismas reglas de la lucha contra el demonio se aplican en general en los casos en que está en juego la cuestión de la verdad y para regular nuestra conducta en la conversación con un prójimo tentador, malintencionado, desleal e impostor. Se trata, repito, de las mismas reglas que se aplican para alejar las insidias del demonio. [En la imagen: detalle de: "La araña en el claustro, demonio tentador", óleo sobre lienzo, 1881, obra de Reina Calcedonio, conservado y expuesto en el Museo de Capodimonte, Napoli, Italia].

El demonio es el instigador de los males y desgracias más grandes del hombre
   
----------El demonio inspira el nihilismo, el derrotismo, el pesimismo más trágico y la desesperación: ser y nada son la misma cosa, el ser es el no-ser, el ser viene de la nada y retorna a la nada. Todo termina. Todo es sin propósito. Todo es vanidad. La felicidad es una ilusión. No hay nada que esperar. No hay nada que esté bien, nada que esté en su puesto, nada que vaya bien. Se ve el mal por todas partes. No hay ningún remedio para el mal. La vida no tiene sentido. Nada tiene sentido. El pobre Leopardi quedó atrapado en esta tragedia.
----------Respecto al "todo es vanidad", aclaremos que el libro del Eclesiastés recoge este dicho no para aprobarlo, sino para registrar un estado de ánimo reprensible, que nos puede ocurrir, al cual, sin embargo, el mismo Eclesiastés remedia con la exhortación final a obedecer a Dios y confiarnos en Él.
----------Para Lutero, como sabemos, el pecado es inevitable e incancelable. Siempre y en cualquier caso estamos en culpa. Para Lutero el pecado sólo se puede cubrir o tapar u ocultar, fingir que no existe. Es imposible obedecer los mandamientos divinos. El hombre está totalmente corrompido.
----------Nietzsche ha probado gusto en todo esto. Para él está bien así, y así debe ser. Hegel es sustancialmente un nihilista. Severino ha intentado oponerse, pero su monismo eternalista niega el ser contingente deviniente y temporal. Junto con Parménides, Severino admite un único ser, el absoluto, por lo cual niega lo individual, lo múltiple, lo concreto y lo diferente.
----------El demonio busca sobre todo alejarnos de Dios, ponerlo a Dios bajo una mala luz, trata de hacérnoslo odioso o de persuadirnos que nos odia. Toda la polémica secular contra el Dios de la razón natural de Aristóteles y de santo Tomás, de la teología escolástica, del Magisterio eclesiástico, de los Santos Padres y Doctores y de los Santos, es una polémica que está ciertamente inspirada por el demonio.
----------El demonio suscita los más variados errores contra el verdadero y sano concepto de Dios y contra la noción revelada del Dios trinitario. Al respecto, pensemos por ejemplo, en la idolatría, el ateísmo, el politeísmo, el monismo, el panteísmo, el antropocentrismo, el panenteísmo, el inmanentismo, el ontologismo, el evolucionismo, el historicismo, el fideísmo, el racionalismo.
----------Un atento examen crítico de algunos grandes personajes como Mahoma, Lutero, Descartes, Kant, Fichte, Schelling. Hegel, Marx, Nietzsche, Gentile, Heidegger, Severino, Rahner, etc., pone en luz errores graves, fascinantes y peligrosos, que parecerían estar inspirados por el demonio. Por el contrario, una teología como la aristotélico-tomista, en perfecta consonancia con la Escritura, parece ser la más adecuada para descubrir los engaños del demonio, mientras que con serena objetividad esa teología reconoce gustosamente los lados buenos del pensamiento de esos personajes.
----------Si la ética cristiana es una ética de la humildad, de la mansedumbre, de la honestidad, de la caridad, de la misericordia, de la justicia, del sacrificio, de la renuncia, de la ascética, de la abnegación, del servicio y del culto a Dios, en espera de la felicidad en el paraíso del cielo, la moral que nos propone Satanás es todo lo opuesto: la mentira, la hipocresía, la violencia, la soberbia, la prepotencia, el odio, la impiedad, el egoísmo.
----------Él promete que si seguimos su moral, obtendremos éxito mundano, honores, riquezas, poder y placeres. Efectivamente, aquellos que se someten a él obtienen estos bienes, de modo que con ello Satanás da de algún modo las pruebas de credibilidad de lo que dice y muchos quedan engañados.
   
Cómo reconocer y expulsar al demonio
   
----------La tentación fundamental del demonio es la tentación a la soberbia, como aparece evidente de la narración bíblica del pecado original. El demonio se propone a sí mismo como nuestro verdadero Dios y promotor de nuestra libertad y dignidad. Él quiere convencernos de que adorarlo a él es adorarnos a nosotros mismos, porque nosotros y él somos dos personas divinas, en un solo espíritu, como el Hijo y el Padre celestial son un solo Dios. Pero esta -nos dice Satanás- es solo una figura de la verdad, que radica en la relación del hombre con el demonio (así, para Hegel, la Trinidad cristiana es solo una figura representativa -Vorstellung- de la verdadera Trinidad, que es la triada dialéctica). Nosotros -nos dice Satanás- somos Dios y también él, Satanas, es Dios. Nosotros debemos obedecerle como hijos al padre, porque él -como nos revela Jesús- se comporta como nuestro padre. Por eso el demonio se presenta como el Dios Padre, que nos enseña cómo afirmar nuestra divinidad de ser sus hijos. Y por eso san Juan habla de "hijos del diablo".
----------Por lo tanto, para vencer la soberbia es necesaria la humildad, pero la verdadera, que es obediencia y sumisión a la verdad sobre nosotros mismos, pecadores redimidos, y sobre Dios nuestro Señor y Salvador. Humildad verdadera es ésta y no la enseñada por Lutero y por Kant, de los cuales el primero la entiende como resignación a la invencibilidad de la concupiscencia y el segundo como renuncia de nuestro intelecto a elevarse más allá de los fenómenos al nivel de lo espiritual, aunque Lutero haya admitido que podemos estar en gracia de Dios y Kant haya admitido lo espiritual en el campo del actuar moral.
----------Recordemos que Satanás es una persona, que como tal se comporta con nosotros proponiéndonos iniciativas, proyectos, propósitos, obras, comportamientos, ideas, teorías. Nos interpela, nos hace preguntas, nos exhorta, nos solicita, nos elogia o nos reprende. Como Cristo en las tentaciones del desierto, debemos saber dialogar con él, responder a sus objeciones, refutar sus propuestas.
----------Sabemos bien cómo el demonio es muy capaz de una tal violencia sobre el hombre, como para llegar a tomar posesión y gobernar en el lugar de las fuerzas psíquicas del hombre, impidiéndole al hombre usarlas, tanto que el sujeto ya no es responsable de lo que dice o hace, sino que el responsable es el demonio. Es el caso de la llamada obsesión o posesión diabólica. Si en cambio, el sujeto es solo atormentado físicamente, pero dejado en el libre ejercicio de sus facultades psíquicas, entonces en este caso se tiene la vejación. Para liberar de las obsesiones es necesario en el ministro de Dios una fuerza sobrenatural carismática, radicada en el sacramento del Orden, propia del ministerio del exorcismo.
----------Cuando en cambio se trata solo de la tentación diabólica, cosa a la que todos cotidianamente estamos expuestos, es necesario adoptar un adecuado comportamiento que nos viene enseñado ante todo por el ejemplo de Nuestro Señor en las famosas tentaciones del desierto. De ellas recabamos que si estamos firmemente aferrados a la Palabra de Dios sin permitir que venga adulterada, el demonio nos deja y no insiste.
----------Ahora bien, si llega el momento en que él se deshace de la máscara y se muestra en toda su falsedad, debemos echarlo. De todos modos, las reglas que se aplican en general en la cuestión de la verdad y para regular nuestra conducta en la conversación con un prójimo tentador, malintencionado, desleal e impostor, también se aplican para alejar las insidias del demonio. Vamos a verlo ahora.
----------Las insidias del demonio nos pueden dañar no solo en el intelecto con sugerirnos ideas perversas que tienen la apariencia de la genialidad o de la sabiduría, sino también en la voluntad confiriéndole una fuerza cautivadora y seductora que subyuga la mente y la voluntad del prójimo, hasta extenderse a las multitudes y durar por siglos. No se explicaría de otra manera el fanatismo ciego que toma a las masas subyugadas y como encadenadas por la palabra incandescente y la elocuencia arrolladora y arrastradora de ciertos personajes que quedaron en la historia y que han hecho la historia, como Mahoma, Lutero, Lenin, Mussolini y Hitler. Un poder similar lo adquieren sobre la naturaleza eventualmente mediante la observancia de ciertos ritos transmitidos por tradición. Se trata entonces de las artes mágicas mediante las cuales, al estipular con el demonio un pacto, los magos hacen maleficios (se refiere a ellos el Catecismo de la Iglesia Católica, n.395).
----------El actual Pontífice papa Francisco nos ha ofrecido muchas enseñanzas prácticas sobre cómo debemos defendernos de las tentaciones del demonio, y como ningún otro Papa hasta ahora había hecho nunca: signo de que hoy como nunca el demonio está empleando todas sus fuerzas, como si le quedara, como dice el Apocalipsis, "poco tiempo" (Ap 12,12).
----------Y fuerzas diabólicas parecen actuar como nunca antes hoy en lo interno de una Iglesia que ha logrado alcanzar un diálogo con el mundo, pero que desde el final del Concilio ve el conflicto entre modernistas, falsos amigos del Papa, e indietristas, feroces enemigos del Papa, dos corrientes extremas que casi lo atenazan por los flancos con una morsa, mientras en la escena mundial vemos el conflicto entre Occidente y Oriente en la "martirizada Ucrania", como la llama el Papa, pero también ella no exenta de culpas, "conflicto entre hermanos", como hubo de decir el Papa con mayor claridad al comienzo de la invasión rusa.
----------¿Y qué decir de los horrores en la Tierra Santa? ¿Quién se atreve todavía a llamarla así, que es su verdadero nombre? ¿Dónde estás, Israel? ¿Qué pasa con tu Dios? ¿Y vosotros, seguidores del Profeta? ¿Dónde está la obediencia a Dios? ¿Dónde está el Islam? ¿Y no es también este un conflicto entre hermanos, ambos hijos de Abraham? ¿Para qué ha servido la encíclica del Papa Fratelli tutti? ¿Para qué ha servido el trabajo de sesenta años del ecumenismo y del diálogo interreligioso? Díganme ustedes, lectores, ¿no es el diablo quien actúa "con furor" (Ap 13,6)? Sin embargo, seguimos esperando la venida del Señor.
----------En cuanto al verificarse de supuestas insidias diabólicas en nuestra vida personal y eclesial, es necesario seguir algunas normas. Elenquémoslas sucintamente. Es necesario ante todo vigilancia, cautela en el juicio cuando las cosas no están claras al inicio, es necesario a veces hacer cuidadosos controles, atentas verificaciones, de modo que la intervención sea apropiada al caso. Es necesario eventualmente saber suspender el juicio, si no tenemos elementos suficientes, pero no hacer como Husserl que suspende el juicio acerca de la existencia de la realidad externa, para detenerse solo en el mundo de las ideas.
----------Debemos ser imparciales en los juicios, benévolos pero prudentes, no fáciles para creer pero tampoco desconfiados, no ser precipitados y no dejarnos arrastrar por la pasión, por el miedo o por la simple sospecha. Podemos ser apasionados, pero sin ser pasionales. Es necesario estar lúcidos y dispuestos para reconocer eventualmente habernos equivocado en el diagnóstico y remediarlo.
----------No debemos hacer decir a la realidad lo que queremos nosotros, y no declarar falso lo que no nos complace. Es necesario saber interpretar, saber escuchar a los otros y a nuestra conciencia. Es necesario disponer de sólidos criterios de juicio y usar un sano método de búsqueda y de indagación.
----------Es necesario, en caso de necesidad, saber consultar a los expertos, confiarnos de las autoridades. Un buen confesor puede ser de válida ayuda. Puede ser de ayuda también el consejo de un exorcista. Existen situaciones en las cuales es necesario intervenir de urgencia o cuando nadie nos puede entender, sobre todo si están en juego carismas extraordinarios o nuevas ideas teológicas morales. En tal caso, siempre es útil recurrir al Santísimo en el Tabernáculo o a la Virgen o al Espíritu Santo o al Santo Patrono o al ángel custodio. La plegaria del Rosario es muy iluminadora. De gran ayuda es también una vida austera, sobria y casta.
----------Es necesaria la honestidad intelectual, saber razonar bien, humildad en el adecuar nuestro intelecto a lo real, a las cosas como son, al dato objetivo, sea cuál sea éste. No confundir la cosa en sí con nuestra idea de la cosa, no reducir el ser al ser pensado, no contentarse con las apariencias; no estar apegados a nuestro parecer.
----------Debemos dar nuestro asentimiento a la proposición evidente o demostrada, distinguir la ciencia de la opinión, estar en buena fe si no es posible una más segura constatación o bien adherirnos con firmeza cuando la certeza es absoluta. Es necesario pedir insistentemente a Dios que nos ilumine.
----------Entonces el demonio se mantendrá alejado y no encontrará en nosotros nada a lo cual aferrarse, porque él tiene horror de la humildad, del amor a la verdad, de la honestidad intelectual y de la sabiduría en el juzgar. Podría suceder también que caigamos inadvertidamente o culpablemente en su trampa o insidia o engaño. En ese caso, Dios nos enseñaría la humildad y cómo arrepentirnos de nuestros pecados, que es algo que Él puede querer también en los Santos. Si esto sucede, Dios nos libera a tiempo, para que no corramos el riesgo de encontrarnos con el demonio en el infierno.

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