jueves, 7 de enero de 2021

Verdades y silencios del Papa en su última homilía del 2020

Hubo una expresión curiosa (por decir lo mínimo) en la homilía del papa Francisco (leída por el cardenal Giovanni Battista Re), el día jueves 31 de diciembre de 2020 en la Basílica Vaticana, al celebrar las primeras vísperas de la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios, y Te Deum de Acción de Gracias.

----------En el Te Deum de Acción de Gracias el Papa se pregunta por una situación que a los incrédulos les parecería humanamente paradojal, pues en esa celebración del último día del año 2020, el Obispo de Roma estaba agradeciendo a Dios por el año transcurrido, el año signado por una pandemia que aún no ha concluido sus azotes ni se distingue su horizonte final. Por eso dice el Papa: "Podría parecer forzado dar gracias a Dios al final de un año como este, marcado por la pandemia. Nuestros pensamientos van a las familias que han perdido uno o más miembros; pensamos en los que han caído enfermos, los que han sufrido soledad, los que han perdido su trabajo... A veces alguien pregunta: ¿qué sentido tiene un drama como éste?".
----------Supongo que al escuchar estas palabras, muchos habrán pensado, como yo, que había llegado el momento para que el Santo Padre hablara algo más claro sobre el tema, pero, estas esperanzas no llegaron lejos, pues el Papa continuó: "No debemos tener prisa por responder a este interrogante. Ni siquiera Dios responde a nuestros más angustiosos 'porqués' recurriendo a 'razones superiores'. La respuesta de Dios sigue el camino de la encarnación, como pronto cantará  la antífona del Magníficat: 'Por el gran amor con que nos amó, Dios envió a su Hijo en carne de pecado'..." Y fue aquí donde expresó la frase que hoy nos interesa: "Un Dios que sacrificase a los seres humanos por un gran diseño, aunque fuera el mejor posible, no es ciertamente el Dios que nos reveló Jesucristo". Y completó su idea diciendo: "Dios es Padre, 'Padre eterno', y si su Hijo se hizo hombre, es por la inmensa compasión del corazón del Padre. Dios es Padre y es pastor, y ¿qué pastor daría por perdida una sola oveja, pensando que mientras tanto le quedan muchas? No, este dios cínico y despiadado no existe. Este no es el Dios que 'alabamos' y 'proclamamos Señor'..."
----------De modo que el Papa ha expresado que la idea de un dios que sacrificara personas humanas, aún cuando fuera por el más nobilísimo de los proyectos, no es el Dios cristiano y sería un dios cruel y privado de misericordia: "Un Dio che sacrificasse gli esseri umani per un grande disegno, fosse pure il migliore possibile, non è certo il Dio che ci ha rivelato Gesù Cristo". ¿Qué podemos decir de esto? ¿Qué decir de este nuevo recurso a la misericordia divina? ¿Se rechaza aquí la realidad del sacrificio en la religión cristiana?...
----------Lo primero que debemos decir, sin embargo, es algo que, a primera vista, parece absolutamente contradictorio con aquella frase del Papa: debemos tener presente que la misericordia del Padre ha sido manifestada precisamente en la posibilidad que Él nos da de sacrificarnos uniéndonos en la Santa Misa al sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo por la salvación de nuestros hermanos. ¿Podrá negarse entonces la función del sacrificio, justo y reparador, en la religión cristiana?
----------Sin embargo, el Papa evidentemente ha querido referirse al dios que pide sacrificios humanos, Dios que, como bien sabemos, no es el Dios Padre de Nuestro Señor Jesucristo, sino el dios, digamos, de los Aztecas. O bien ha pensado en ciertos regímenes tiránicos, los cuales basan su poder obligando a una categoría de ciudadanos a sacrificarse por la clase dominante representada, como diría Nietzsche, por la clase de los "Señores". Sacrificar a los débiles por la felicidad de los fuertes es la ética de Nietzsche.
----------No puede ser más que ese el sentido de las palabras del Santo Padre. Sin embargo, debemos prestar atención y tener cuidado de no darnos tanta prisa. La cuestión es extremadamente seria y debe ser examinada con la máxima atención haciendo las debidas distinciones, recordando siempre que el sacrificio cultual es el alma de todas las religiones, incluida también la religión cristiana, la cual plantea hasta tal punto la idea del sacrificio, que es entre todas las religiones la única en la cual el sacrificio no es cumplido solo por un sacerdote humano por su propia iniciativa ofreciendo a Dios una creatura como víctima, sino que todo sucede dentro del horizonte de la divinidad, aunque sea con el concurso del hombre.
----------En efecto, en el culto cristiano es Dios Padre, quien indudablemente toma la iniciativa del sacrificio, sacrificando a su propio Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, a fin de que Él, como Sacerdote, se ofrezca a Sí mismo en sacrificio al Padre como víctima de expiación por nuestros pecados. Por consiguiente, existe un Dios que sacrifica a Dios en modo tal que el oferente, o sea el sacerdote, sigue siendo Dios que ofrece a Dios como víctima a Dios que recibe la ofrenda victimal. Solo un Dios podía idear tal acto de culto, que de hecho no es producto de la mente humana, sino misterio de salvación eterna para gloria nuestra y de la Santísima Trinidad, revelado a nosotros y realizado por Nuestro Señor Jesucristo.
----------Pero las cosas no terminan solo ahí. En la religión cristiana todo el pueblo es sacerdotal, por lo cual, si bien siempre se mantiene la distinción entre sacerdocio ministerial y sacerdocio común de los fieles, en la Santa Misa los fieles están llamados a unirse al Santo Sacrificio celebrado por el sacerdote ministro en la asamblea eucarística, de modo que en la Misa no es sólo Cristo Sacerdote quien se ofrece como Víctima al Padre, sino con Él, en Él y por Él, a través de las manos del Celebrante, también se ofrece y es ofrecido su Cuerpo Místico. De modo que, en definitiva, en el culto cristiano Dios no ofrece a algunos como sacrificio por la salvación de todos como sucede en las religiones paganas, sino que Dios ofrece todo a todos y todos en Cristo se ofrecen a todos. Todos en Cristo son salvadores y todos son salvados.
----------Por lo tanto, debemos decir con absoluta franqueza, esperando con esto no escandalizar a ninguno de mis lectores, que la idea del sacrificio humano no es del todo errónea, por más que hoy pueda causarnos horror, si recordamos cuanto nos enseña la Sagrada Escritura. En efecto, el sacrificio es verdaderamente grato a Dios, cuando le ofrecemos algo sumamente precioso. ¿Y qué más precioso puede ofrecer un padre a Dios si no es su hijo? Sin embargo, es evidente que ningún sacrificio humano que sea solo humano puede salvar a la humanidad. Ningún sacrificio de la religión natural es suficiente para obtenernos la remisión de los pecados. Por eso el patriarca Abraham se había convencido de que Dios le había pedido el sacrificio de su hijo, sólo cuando el ángel le reveló cuál era verdaderamente la voluntad divina.
----------Por lo demás, el culto cristiano no tiene nada que ver con el chivo expiatorio de la Ley Antigua, que era solo un símbolo de la futura Víctima divina, considerando también el hecho de que el macho cabrío pagara por todos es solo un símbolo y una prefiguración de la satisfacción vicaria que Cristo habría dado al Padre, satisfacción eficacísima, porque la sangre de la Víctima, siendo Dios mismo, es de valor infinito.
----------Quisiera agregar, por lo tanto, permaneciendo en el tema del sacrificio, que no es suficiente ver la pandemia solo como ocasión para prodigarse por los que sufren. El texto homilético del papa Francisco continúa diciendo: "Aquí, sí, tal vez podamos encontrar un 'sentido' a este drama que es la pandemia, como a otros flagelos que azotan a la humanidad: el de despertar en nosotros la compasión y suscitar actitudes y gestos de cercanía, de cuidado, de solidaridad, de afecto. Es lo que también, en estos meses ha sucedido y sucede en Roma; y por esto sobre todo, esta tarde, damos gracias a Dios. Damos gracias a Dios por las cosas buenas que han sucedido en nuestra ciudad durante el confinamiento y, en general, durante el período de la pandemia, que desgraciadamente aún no ha terminado. Hay muchas personas que, sin proclamarlo, han tratado de hacer más soportable el peso de la prueba. Con su compromiso diario, animadas por el amor al prójimo".
----------Es verdad lo que dice el papa Francisco, pero, al mismo tiempo, debe decirse que no es suficiente. Repito: no es suficiente ver la pandemia solo como ocasión para prodigarse por los que sufren. Esto lo entiende cualquier persona de buen corazón, también el no cristiano, si precisamente no es un egoísta o un ateo consciente y declarado, en tanto que podría ser un pseudo-ateo, implícitamente creyente, pues es imposible amar al prójimo si no se ama al menos implícitamente a Dios.
----------Creer que un ateo puede amar al prójimo, creer que se puede fundar el amor al prójimo sobre el ateísmo es un simple absurdo. "Pero -se podría objetar- sin embargo hay ateos que se prodigan por el bien de los demás". Sobre eso, es necesario precisar los términos, diciendo que los casos son dos: 1) O el fulano es verdaderamente ateo y entonces en cuanto ateo está impulsado por el odio y no por el amor al prójimo, porque no tiene sentido amar la obra de un autor sin amar al autor que la ha hecho. O bien si odio al autor, ¿cómo puedo amar su obra? Ahora bien, nosotros somos sus criaturas, somos obras de Dios. 2) O bien, el ateo, en el momento en que hace el bien a los demás, deja a un lado su ateísmo y piensa en Dios. En otros casos, el bien hecho por el ateo es solo aparente y sirve solo a sus intereses, por lo cual si el bien que hace va en contra de sus intereses, la experiencia dice que no tardará mucho en convertir el amor en odio.
----------Precisemos algunos términos de esta cuestión: el motivo suficiente para amar al prójimo no puede ser nuestra simple propensión natural a amarlo, ni puede ser la simple amabilidad del prójimo, porque eso no nos parece en absoluto como el sumo bien para amar incondicionalmente y si fuésemos impulsados a hacerlo seríamos hermosos ilusos. Por otra parte, advertimos en nosotros una tendencia contraria hacia el egoísmo y el maltrato al prójimo, tendencia que no siempre es fácil de vencer. Por eso, los que no creen en Dios pueden preguntarse: ¿quién me obliga a hacerlo, quién me obliga a amar a los demás?
----------Por otra parte, si queremos ser sabios y cumplir plenamente la voluntad de Dios, no basta esta actitud horizontalista, sino que es necesario también una actitud vertical, necesitamos alzar la mirada al cielo, hacia Dios. Es necesario ver la pandemia también en referencia a nuestra relación con Dios, hacer propósitos de conversión y pedirle a Él, con confianza y sumisión a su voluntad, perdón y misericordia, siguiendo el ejemplo de los santos de la Escritura y de los santos de todos los tiempos: ¿Por qué, Señor, nos envías esta desgracia y no respondes a nuestras oraciones? ¿Qué quieres enseñarnos, qué quieres decirnos con esta desgracia? Es cierto, hemos pecado contra Ti y con razón nos infliges este castigo para que nos convirtamos.
----------No tengamos la ingenuidad de creer que Dios no está involucrado en esta prueba, bajo pretexto de que es "bueno", como insisten los buenistas, los misericordistas. ¿Acaso hemos olvidado el misterio de la Cruz? Santo Padre, señores Obispos, con todo mi respeto y devoción hacia quienes son los verdaderos Sucesores de los Apóstoles, llamados a predicar a Cristo, pero a Cristo crucificado: ¿acaso hemos olvidado el misterio de la Cruz?... Por supuesto, no se trata de regodearnos en el dolor por el dolor, sino de comprender el misterio del dolor por amor, del dolor que salva. Nuestro Señor Jesucristo Cristo, aceptó el dolor, la pasión, y su muerte sacrificial en la Cruz, aceptando en lugar nuestro el justo castigo por nuestros pecados, habiéndonos dado así la posibilidad y la virtud de poder también nosotros unirnos a Su sacrificio reparador, con nuestro sacrificio, merecida pena por nuestras culpas. ¿Seguiremos callando estas verdades?
----------¡Hemos pecado, oh Señor, hemos pecado! Reconocemos nuestras culpas, que nos oprimen y nos confunden. Tú eres justo, oh Señor. ¿Quién de entre nosotros es tan inocente que pueda decir que en los sufrimientos que implica esta pandemia está siendo castigado injustamente? O si nos sentimos inocentes como Job, ¿quién nos impide unirnos al Sacrificio del Inocente? Sabemos que podemos ser lavados por la sangre de tu Hijo. ¡Sabemos que Él, siendo inocente, ha satisfecho en nuestro lugar, por nosotros pecadores! Sabemos que ahora podemos con su gracia y buenas obras merecer el cielo.
----------Por eso, ten piedad de nosotros, oh Señor!, haz que en esta calamidad podamos pagar dignamente nuestros pecados y danos tu perdón y tu misericordia!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios sin debido respeto hacia la Iglesia y las personas, serán eliminados. Se admiten hasta 200 comentarios por artículo.