miércoles, 13 de enero de 2021

Luces y sombras de Evagrio Pontico: los claroscuros de un malsano concepto rigorista de la castidad, ajeno a la divina Revelación

Tras mi nota publicada ayer, es hoy un buen momento para reunir en una sola entrada varios apuntes de meses atrás acerca de Evagrio Póntico y su particular concepto de la castidad. Monje y asceta, bien puede ser unido en el recuerdo junto a los tres grandes Capadocios, Basilio, Gregorio de Nacianzo y Gregorio de Nisa, aunque respecto a sus doctrinas de moral sexual, el fiel católico debe ponerse a buen resguardo.

----------Evagrio Póntico (Ευάγριος Ποντικός), o Evagrio el Monje, también apodado El solitario [345-399] indudablemente debe ubicarse entre los Padres del Desierto, entre las grandes personalidades del monacato docto del Asia Menor, vale decir, aquellos que realizaron la síntesis con la cultura de la escuela de Alejandría y con Orígenes, y dejaron una vasta producción ascética y teológica. Se trata de los tres grandes Capadocios, que unirán monacato y cultura para siempre: san Basilio Magno [ca.330-379], padre del monaquismo griego, que vivió en la soledad de Iris; su amigo san Gregorio Nacianceno [329-390], y san Gregorio de Nisa [330-394], teólogo y místico. Pero junto a ellos Evagrio Póntico, monje filósofo en el desierto de las Celdas, gran admirador de Orígenes [182-254], y como él condenado en el V Concilio Ecuménico del 553.
----------Evagrio Pontico ha sido un gran maestro de la vida monástica y un fecundo escritor ascético del siglo IV. Ha ejercido un influjo enorme durante muchos siglos y también fue apreciado por santos, como el mencionado san Basilio, por ejemplo. Pero lamentablemente, gran admirador de Platón, si bien supo asumir los aspectos más sublimes de platonismo, se mantuvo engañado por el rigorismo platónico. Esta cuestión tiene muchas ramificaciones, pero nos limitamos aquí a examinar brevemente el tema de la castidad.
----------Lo primero que debe decirse es que Evagrio considera la atracción y el placer sexual como castigo y consecuencia del pecado original. De hecho, él cree con Orígenes en la preexistencia de las almas, y que la misma distinción entre los sexos ha sido querida por Dios con vistas al pecado original.
----------Por consiguiente, Evagrio no evita confundir la simple inclinación sexual con la concupiscencia. Es decir, no distingue lo que ha sido la recíproca atracción edénica ("he aquí finalmente la carne de mi carne") querida y creada por Dios, y por tanto en sí misma buena, con la libido o impulso casi irrefrenable a la inmoderada búsqueda del placer, que es consecuencia del pecado original.
----------Indudable mérito de Evagrio ha sido el de subrayar cómo la bienaventuranza del hombre radica en la visión inmediata en el cielo de la esencia divina, la visión beatífica, por lo cual él es un gran maestro de vida monástica y contemplativa. Sabe bien que el ejercicio ascético, metódico y constante de la abstinencia sexual para apagar el fuego de la concupiscencia, es necesario para volver el alma libre para una más alta intimidad con Dios y para un mejor ejercicio de las buenas obras al servicio del prójimo.
----------Evagrio se halla lejísimo de la vergonzosa entrega de Martín Lutero [1483-1546] a la concupiscencia, que lo ha llevado a condenar el voto de castidad como práctica contra natura, con el pretexto de que Dios ha querido la multiplicación de la especie. Evagrio sabe bien lo dura que es la lucha por la victoria sobre la concupiscencia y por eso en sus escritos ascéticos ofrece una serie de medios y expedientes, entre ellos la lucha contra el demonio, que han formado durante siglos generaciones y generaciones de monjes para el ejercicio de la continencia sexual por el reino de los cielos. Evagrio tiene ante sus ojos la bullente pasión propia de los jóvenes y la sensualidad explosiva característica de la raza meridional. Llega a hablar del deseo sexual como de un vicio bestial, de verdadera y propia locura y tormento continuo, casi una obsesión diabólica.
----------No le son suficientes las palabras para detestar su bajeza, obscenidad, inmundicia y suciedad, aunque se vea luego constreñido a reconocer que la satisfacción del placer sexual es condición para la reproducción de la especie humana. Pero está claro que si este propósito pudiera ser obtenido sin el intermedio del placer sexual, tal como las plantas se reproducen, esto sería para él el ideal de la pureza sexual.
----------Por esto, sin poner en discusión su devoción por la Virgen, su alabanza por su maternidad virginal, por su pureza "inviolada" y por no haber sido "tocada" o haber permanecido "íntegra", tal devoción no suena del todo bien, porque parece suponer que el acto conyugal con relativo placer, en vista de la generación, constituye de algún modo una "violación", que el sentido del tacto sea un mal y que el acto sexual conyugal no sea una perfección, un acto honesto y santo querido por Dios, que actúa una facultad o potencia vital natural, sino por el contrario, que sea un acto que corrompe lo que de otro modo habría permanecido intacto.
----------Se comprende cómo una esposa cristiana, al escuchar estas cosas, puede sentir un fuerte escrúpulo en consentir el deseo y el placer sexual en el acto que la conduce a concebir un hijo, como si el caso de la Virgen no fuera absolutamente único, no para imitarse sino solo para ser admirado. En efecto, el haber concebido virgen no supone de hecho en María la más mínima desestima por el placer del acto conyugal normal y común, santificado por el sacramento del matrimonio.
----------Hay que tener en cuenta, sin embargo, que más en la raíz de esta visión malévola del instinto sexual, está la visión igualmente malévola, de origen estoico, de las pasiones, que dan forma al mismo instinto, consideradas no como movimientos naturales psicológicos, creados buenos por Dios, tal como para fortalecer las virtudes, sino como enfermedades o disturbios emotivos e incitaciones al pecado, para ser removidos, consecuentes al pecado original, que trastornan el alma, le quitan la paz y la refrenan en la ascensión hacia Dios y en el ejercicio de las virtudes.
----------La meta a alcanzar, entonces, según Evagrio, es la de la "impasibilidad" (apàtheia), término bastante infeliz, que no ha hecho fortuna, porque es un término extraño tanto a la sana moral como a la Sagrada Escritura, que no recomienda en absoluto en el hombre, animal racional, por tanto sexuado, la ausencia de las pasiones, cosa por lo demás imposible y contra natura, ya que ellos están ausentes sólo en el puro espíritu, es decir, en Dios y en los ángeles. Por eso, la impasibilidad es un atributo propiamente divino. De ahí el absurdo y la impiedad de creer, como se hace hoy, retomando la antigua herejía de los teopasquitas, que Dios puede sufrir o encolerizarse como lo haría una persona presa de las pasiones.
----------A la inversa, es necesario decir que la persona humana no es un puro espíritu, no está dotada por Dios sólo de intelecto y voluntad, sino también, como los animales, de potencias sensibles aprensivas, afectivas y apetitivas, las cuales mueven el instinto sexual que crea una atracción recíproca entre hombre y mujer. La moderada pasión, enseña santo Tomás de Aquino (Summa Theologiae, I-II, q.24, a.2), suma y no sustrae a la bondad moral del acto, en tal caso la unión sexual de los esposos, aunque no sea generativa.
----------Un acto moral recto pero frío, fruto del puro cálculo, vale menos que un acto moderadamente apasionado. Un amor que sea fruto de una simple decisión de la voluntad, por honesta que sea, vale menos que una moderada pasión amorosa, que tenga por fruto una casta unión sexual.
----------Lo que debe decirse es que se debe combatir el "hombre carnal", pero no la animalidad del hombre. Y el "hombre espiritual", del cual habla san Pablo, no es un espíritu desencarnado y asexuado, sino que es la nueva pareja humana de la resurrección, una verdad que Evagrio jamás llegó a ver. Ciertamente el monje mortifica al hombre viejo absteniéndose del sexo, y aquí Evagrio tiene razón; pero, al mismo tiempo, Evagrio no considera que el hombre nuevo que surge es la nueva pareja de la resurrección.
----------El Concilio Vaticano II inaugura un nuevo concepto de castidad, de orientación escatológica. De hecho, así se expresa con respecto a la excelencia de la vida religiosa: "El estado religioso cumple también mejor, sea la función de manifestar ante todos los fieles que los bienes celestiales se hallan ya presentes en este mundo, sea la de testimoniar la vida nueva y eterna conquistada por la redención de Cristo, sea la de prefigurar la futura resurrección y la gloria del reino celestial" (Constitución Dogmática Lumen Gentium, n.44).
----------Las constituciones de las órdenes e instituciones de religiosos y religiosas han debido hacer constar este nuevo concepto de castidad. Así, por ejemplo, las Constituciones de la Orden Dominicana reconocen este concepto escatológico de castidad con las siguientes palabras: "Casta vita quam fratres profitentur, regni Dei iam nunc praesentis validum servitium et praeclarum testimonium constituit, atque insimul peculiare signum exsistit adventuri regni celesti, in quo Christus gloriosam Ecclesiam sicut sponsam sibi ornatam exhibebit" (n.26, § III). Además, la vida de castidad profesada por los frailes es un servicio valioso, y un testimonio elocuente del reino ya presente de Dios, al mismo tiempo que es un signo especial del reino futuro celestial en el que Cristo presentará a la Iglesia como esposa engalanada para sí.
----------Evagrio concibe la castidad monástica como un problema estrictamente personal de dominio o represión del instinto y de cómo contrarrestar y vencer la concupiscencia y obtener la abstinencia. Él, basándose tanto en su experiencia como en la enseñanza de los maestros, no tiene tanto en mente una relación con una determinada mujer concreta, que puede ser diferente de otra, con cualidades diferentes de las de la otra, como para preguntarse si temer una eventual amistad con ésta y no con aquella, sino que trata de la relación con la mujer en general y como si tal relación debiera resolverse en el problema de la castidad, sin interesarse de sus cualidades intelectuales, culturales, psicológicas o morales, un poco cómo se dan normas para defenderse de los mosquitos, sin prestar atención a la diferencia entre este y aquel mosquito. La excepción a este método es la actitud y comportamiento de Evagrio hacia las vírgenes consagradas, a las cuales ciertamente dio indicaciones morales, espirituales y formativas, pero al fin de cuentas, incluso aquí todo giraba en torno al problema de enseñarles la castidad y de cómo el monje debe proteger su castidad.
----------Falta por completo en Evagrio la percepción del aspecto relacional de la castidad, que emerge de la espiritualidad moderna y está relacionada con la conciencia de la igual dignidad de naturaleza y de persona de la mujer con el hombre, descubierta tardíamente. Este concepto relacional de castidad, basado en la reciprocidad hombre-mujer, se puede recabar, por ejemplo, del Mensaje del Concilio a las Mujeres y, sobre todo, de la enseñanza de los santos papas Pablo VI y Juan Pablo II sobre la reciprocidad hombre-mujer.
----------En la cuestión de la relación del hombre con la mujer, se advierte que Evagrio no se siente a su gusto, no tiene el sentido de la recíproca pertenencia del hombre a la mujer y viceversa. No se deja involucrar en el mundo de la mujer; se mantiene fuera, más bien lejos. Se nota un sutil desprecio. Es el varón autosuficiente, que, preocupado por la propia perfección e impasibilidad, mira con benevolencia, pero desde lo alto y con desconfianza, a aquella mujer que ya no es su compañera, "similar a mí" (Gn 2, 20), "mi carne" (Gn 2,23), sino aquella mujer que me ha hecho caer y de la cual debo alejarme.
----------El Adán del Edén parece absolutamente olvidado en Evagrio, y salta en él al primer plano el Adán posterior a la caída, que ya no está unido a Eva, sino en contraste con ella, en la cual ve un peligro para su castidad. ¿Dónde está, por lo tanto, esa mujer sublime y edénica, incluso mesiánica, que es María? ¿Solo está Eva? No parece que Evagrio vea en María a la mujer, pero paradójicamente sí a la Madre, pero a la Madre que no tiene sexo. La reacción de la mujer hoy es sexo pero no madre.
----------Naturalmente, Evagrio comprende bien que en la práctica del voto de castidad la pasión sexual debe ser extinguida. Sin embargo, él la ve con una mirada tan hostil que, considerando su concepción de la tendencia sexual, no es posible ver cómo él podría entender siquiera mínimamente el valor de la unión sexual entre esposos no generadores, como expresión y acrecentamiento de su amor.
----------Evagrio no se da cuenta de que es Dios mismo, en el plan originario de la creación, y no la consecuencia del pecado, que enciende en el hombre y en la mujer esa pasión amorosa, que los impulsa, con el consentimiento de la voluntad, y no como simples y meros animales, el uno hacia el otro, hasta convertirse en "una sola carne" (Gn 2,24). Por consecuencia, Evagrio pierde de vista el hecho que la unión del hombre con la mujer se funda en su recíproca complementariedad físico-espiritual, es decir, en la diferencia de los sexos, que es la base de las diferencias psicológicas y espirituales entre hombre y mujer.
----------De hecho, podemos decir sin duda alguna que el Concilio Vaticano II, respecto a este tema, se ubica entre Evagrio Pontigo y Sigmund Freud, como he tratado de explicar.
----------Es obvio que hoy, el mensaje ascético de Evagrio Póntico se ve abrumado, se lo ve precipitarse ruinosamente, a causa de un retorno torrencial y triunfal del epicureísmo en disfraz freudiano, que sitúa el placer como principio fundamental de la ética sexual, como declaró un grupo de dominicanos holandeses seguidores de Edward Schillebeeckx [1914-2009] en los años '80. Por otro lado, oponerse a esta ola de barro con la doctrina de Evagrio, aparentemente sublime, aunque ha tenido éxito durante muchos siglos, parece provocar, por reacción, por su unilateralidad dualista y rigorista, el exceso contrario al cual asistimos hoy.
----------La Iglesia se dio cuenta de que la ascética de Evagrio, ciertamente respetable por su fuerte tensión contemplativa, como aquella de su maestro Orígenes, presuponía una concepción de la sexualidad cerrada a la perspectiva de la resurrección, en cuanto infectada por la ascesis platónica del alma, que apunta a liberarse del cuerpo, en lugar de prepararlo para la resurrección. Por esta razón, tanto Orígenes como Evagrio fueron condenados por el Segundo Concilio Constantinopolitano del 553 (véase Denz. 433).
----------El Concilio Vaticano II, fuertemente inspirado por la instancia escatológica, ha iluminado, como hemos visto, esta perspectiva escatológica de la sexualidad humana y el papa san Juan Pablo II ha avanzado aún más en esta obra de clarificación con su "teología del cuerpo".
----------Pero personalmente considero, en mi modesta opinión, que las conclusiones a las que ha llegado el papa san Juan Pablo II pueden y deben ser el punto de partida de nuevas investigaciones e hipótesis, con el fin de reconocer a la sexualidad humana toda su verdadera dignidad y grandeza, y me gustaría decir santidad, según los datos revelados, para contraponer a la actual idolatría del placer sexual, desvinculado de su finalidad natural y escatológica, para ser ordenado a su vez, mediante una oportuna abstinencia ascética, al placer espiritual final, supremo e incomparable de la visión de Dios.

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