sábado, 30 de enero de 2021

María, enemiga de todas las herejías

En agosto de 1984, el cardenal Joseph Ratzinger, por entonces Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, concedió una larga entrevista a Vittorio Messori, que poco después se publicaba en un libro que fue éxito editorial: Informe sobre la Fe. Aquella entrevista sigue siendo actualísima, y uno de sus capítulos más interesantes es el referido a la Santísima Virgen María. Un punto curioso es cuando, precisamente, el cardenal Ratzinger se refiere a ella con la antigua advocación de "enemiga de todas las herejías".

----------Dice Ratzinger: "Si ha sido siempre esencial para el equilibrio de la fe el lugar que ocupa la Señora, hoy es más urgente que en ninguna otra época de la historia de la Iglesia descubrir de nuevo este lugar". Y en tono de íntima confidencia continúa: "Cuando todavía era un joven teólogo, antes de las sesiones del Concilio (y también durante las mismas), como ha sucedido y sucede hoy a muchos, abrigaba algunas reservas sobre ciertas fórmulas antiguas, como por ejemplo aquella famosa de Maria numquam satis, 'de María nunca se dirá bastante'. Me parecía exagerada. También se me hacía difícil comprender el verdadero sentido de otra famosa expresión (repetida en la Iglesia desde los primeros siglos, cuando, después de una disputa memorable, el concilio de Éfeso del 431 había proclamado a María Theotókos, Madre de Dios), es decir, la expresión que presenta a la Virgen como 'enemiga de todas las herejías'. Hoy, en este confuso período en el que todo tipo de desviación herética parece agolparse a las puertas de la auténtica fe católica, comprendo que no se trata de exageraciones de almas devotas, sino de una verdad hoy más en vigor que nunca".
----------Y continuaba: "Sí, es necesario volver a María si queremos volver a aquella 'verdad sobre Jesucristo, verdad sobre la Iglesia y verdad sobre el hombre' que Juan Pablo II proponía a la cristiandad entera cuando, en 1979, presidió en Puebla la Conferencia del Episcopado Latinoamericano. Los obispos respondieron a la invitación del Pontífice proponiendo en el documento final (documento que algunos han leído de manera harto incompleta) la recomendación unánime: 'María debe ser cada vez más la pedagoga del Evangelio para los hombres de hoy'. En aquel continente, allí donde se apaga la tradicional piedad mariana del pueblo, el vacío se llena con ideologías políticas. Es un fenómeno que se reproduce un poco en todas partes, que viene a confirmar la importancia de la piedad mariana que es mucho más que una mera devoción".
----------Efectivamente, la Santísima Virgen María es la Mediadora de todas las gracias. Ella es llamada "omnipotentia supplex", la omnipotencia suplicante. Ella puede obtener todo con su intercesión ante su divino Hijo. Y entre estas gracias que María nos obtiene está aquella gracia de caminar en la verdad, defendidos de las insidias de la herejía, o de ser liberados de la herejía si desgraciadamente hubiéramos caído en ella, o de liberar al hermano que eventualmente haya quedado atrapado en la herejía.
----------Este aspecto batallador y guerrero de la Madre de Dios no siempre ha sido puesto en la debida luz. Pero surge con claridad con sólo reflexionar en la misión de María de ayudarnos en modo decisivo en nuestra lucha contra las potencias satánicas. Una piadosa y bien conocida tradición iconográfica, aunque en verdad sea una interpretación acomodaticia, pero no carente de válida conveniencia, ve, como es bien sabido, en la estirpe de la "Mujer" genesíaca que aplasta la cabeza a la diabólica serpiente, una prefiguración de la misma Madre de esta divina Estirpe, es decir Jesucristo, quien precisamente vence a las potencias del mal.
----------De esta manera nos viene, de manera puramente y simplemente espontánea, aunque también ello sea una interpretación ciertamente acomodaticia, ver en la "Mujer" apocalíptica, que inmediatamente representa a la Iglesia, agredida por el "dragón", símbolo de las potencias demoníacas, una vez más a la Madre de Dios, que da a luz al Hijo destinado a gobernar todas las naciones "con cetro de hierro".
----------María, a quien amamos como Madre de misericordia, es también Madre terrible precisamente contra todas aquellas fuerzas que odian la misericordia, fuerzas demoníacas que no pueden sino fundarse sobre falsificaciones de la verdad y falsificaciones de la Palabra de Dios, y por consiguiente, Nuestra Señora está contra todo eso, en vista precisamente de la salvación de la humanidad.
----------Por esto mismo, en el Tracto de la Misa de Santa María en sábado del Misal tridentino, se dice que Nuestra Señora, ella sola ha vencido todas las herejías. Vale notar el "sola", que significa que Ella ha dado a luz a Aquel que vence todas las fuerzas del error y del mal.
----------Y de modo similar en el Officium parvum Beatae Mariae Virginis de la Orden de los Frailes Predicadores (dominicos), asimismo en la edición de 1962, se saludaba a María con estas palabras: "Gaude, Maria Virgo, quia cunctas haereses sola interemisti in universo mundo".
----------Este singular contenido no ha sido recibido en el nuevo Misal, y así similarmente en la Orden Dominicana, desde hace muchos años ha caído generalmente en desuso el oficio divino que la Orden ha poseído por muchos siglos, porque desde después del Concilio Vaticano II (pero ¡no acusemos de culpa al Concilio!) ha adoptado el Breviario Romano, aunque de por sí aquel antiguo oficio no se haya prohibido en absoluto.
----------Nos podríamos preguntar si la introducción de similares cambios haya de considerarse pastoralmente y litúrgicamente sabia y útil para nuestro tiempo. Nos podríamos preguntar cuáles habrían sido los criterios que han inspirado a quienes han suprimido estas venerables fórmulas litúrgicas.
----------Es cierto que aquí no está en juego materia de fe, y que se trata sólo de cambios disciplinares, litúrgicos, leyes humanas que están siempre en el poder de la Iglesia determinar; pero nos preguntamos, por otra parte: ¿la situación actual de la Iglesia, desde el punto de vista de la fe y de la doctrina, es tan normal y tan serena como para considerar inútil la invocación de María como Defensora contra las herejías, como Enemiga de las herejías, de la mentira, del engaño, de la mistificación y de la falsedad hacia aquello que se refiere a la Palabra de Dios o el Magisterio de la Iglesia o la Escritura o la Tradición? ¿Es tan generalmente aceptada por todos la ortodoxia de la fe? Le dejo al inteligente lector la respuesta a estas preguntas.
----------Nos podemos preguntar entonces, y con muy válidas razones: ¿es acaso inconveniente imaginar a María, Virgen dulcísima y clementísima, como una especie de "ejército formado para la batalla", según una antigua representación de la piedad cristiana? Sin embargo, santa Catalina de Siena decía muy justamente que cuanto más uno ama el bien, tanto más odia el mal que al bien se le opone: odia al mal, ciertamente, no a quien hace el mal; quien hace el mal (el "malato" se dice en italiano, el enfermo por el mal) debe ser compadecido y curado; pero el mal debe ser destruido precisamente por amor del "malato". ¿Y cómo negar que la Iglesia tiene enemigos, aunque ella de por sí no sea enemiga de nadie?
----------¿Cómo podemos negar entonces que, estando especialísimamente en la enseñanza del Apocalipsis, estos enemigos deben ser combatidos y vencidos, pues de lo contrario son ellos los que nos vencerán? ¿Y cómo negar que en esta batalla está en juego la eternidad? ¿Una eternidad que será bien de beatitud o bien de condenación? ¿Y cómo negar que el primer enemigo a combatir, y del cual dependen todos los otros, es lo falso en hecho o dato de fe? Si en efecto, para estar con las palabras de Cristo, si el ojo está enfermo (malato), el ojo es tinieblas, y ¡qué grandes serán las tinieblas que nos afligen si afectan a todo el cuerpo!
----------Pues bien, mi modesta convicción es que hoy más que nunca es necesario volverse hacia María vencedora de las herejías, porque las herejías no faltan hoy en la Iglesia (pensemos en los atrapados por las herejías modernistas, o las herejías lefebvrianas, y tantas más), hoy también las herejías son insidiosas, y son pocos, quizás muy pocos lamentablemente, también entre las autoridades, los que les dan a ellas el peso que se les debería dar. Nos preocupamos justamente por las sofisticaciones alimentarias, nos cuidamos de no ser estafados con nuestras tarjetas de crédito en internet, nos cuidamos de los peligros de la salud física, pero nos cuidamos poco de las enfermedades del espíritu, de la ceguera espiritual, contra la cual Nuestro Señor Jesucristo es tan severo, ya que, como Él observa, quien camina en las tinieblas no sabe adónde va.
----------Nos preocupamos justamente y con toda razón de curar la vista física, pero nos preocupamos poco de la vista del espíritu, que es mucho más importante, por la cual un ciego físicamente puede ser iluminado por Dios mucho más que quien ve una perdiz a doscientos metros de distancia, pero no ve más allá de su propia nariz (para no decir algo peor) en datos de moral o de espiritualidad o de religión.
----------El caso es que si bien, en la actualidad, la liturgia oficial ha abandonado neciamente aquellas fórmulas antes mencionadas, nosotros no tenemos por qué dejarnos engañar en nuestra ingenuidad por liturgistas que carecen de buen sentido común, sino que, conscientes de nuestros intereses espirituales, debemos buscar, siguiendo las huellas de la mejor tradición litúrgica todavía actual, integrar nuestra devoción a María con aquellos saludables aspectos de una piedad mariana verdaderamente e integralmente sana y laudable.

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