sábado, 2 de enero de 2021

La cuestión teológica de la sucesión petrina (2/2)

Para el católico el hecho de la sucesión apostólica petrina y, por tanto, de la legitimidad del Pontífice reinante es objeto de una convicción inquebrantable, porque está conectada con la propia fe católica. Lo hemos reflexionado ayer. Sin embargo, también planteábamos una cuestión que nos pone frente a la cruda realidad humana y visible de la Iglesia fundada por Nuestro Señor Jesucristo, realidad humana y visible también en su más alto vértice, o sea el propio Vicario de Cristo, lo cual plantea una serie de problemas que debemos considerar.

----------Decíamos ayer, que el hecho de que el Espíritu Santo garantice la sucesión petrina y que, por tanto, a la muerte de un Papa, sea siempre elegido como su sucesor un Papa legítimo, no puede y no debe hacernos cerrar los ojos al hecho de que la legitimidad de la elección en muchos casos históricos se ha visto acompañada de manejos, ilegalidades jurídicas, conjuras, pactos nefandos, operaciones deshonestas, nepotismo, simonía, acuerdos ilícitos, injerencia del poder político, concesión a intereses mundanos, voluntad de poder, satisfacción de ambiciones personales, dudosos cálculos económicos, temor a represalias, etc.
   
Lo que puede parecer desagradable al ojo humano puede ser grato a Dios
   
----------Puede ser elegido como Papa un hombre carente de espíritu religioso, teológicamente no preparado, incapaz de resolver los problemas, manipulado por grupos de poder, imprudente, faccioso, temeroso, mundano, divisivo, ambicioso, frívolo, exhibicionista, astuto, hambriento de poder, apegado al dinero y al éxito, amante del lujo o de los placeres, doble al hablar. Y él mismo puede ser imprudente o temerario al aceptar el cargo, confundiendo sus aspiraciones mal disimuladas de gloria y poder con la voz del Espíritu Santo.
----------Y sin embargo, lo que causa estupor es que todo Papa electo, reconocido por la Iglesia como tal, es en todo caso verdadero y legítimo Papa; legítimo, se entiende por supuesto, a los ojos de fe de la Iglesia, y no necesariamente a los ojos de los hombres o del mundo. Aún cuando nunca sea deseable que esto suceda, hay casos en que ocurre, aún cuando en el cónclave no se hayan dado irregularidades procedimentales, o hayan sido observadas punto por punto todas las normas jurídicas para la legitimidad de la elección, o que los electores hayan tenido el ánimo libre de pasiones o intereses particulares, o hayan tenido recta intención, o que en el cónclave no se hayan dado grupos de presión y que los cardenales hayan tenido una mirada suficientemente sobrenatural, preocupados únicamente por el verdadero bien de la Iglesia. ¿Quién podrá jamás saber con certeza estas cosas? ¿Don Minutella o Socci o algún bloguero andaluz o argentino de espíritu calenturiento?
   
El Papa tiene dones peculiares del Espíritu Santo, que ningún otro fiel posee
   
----------Por otra parte, existe algo absolutamente paradójico: es necesario decir que el Papa es el único miembro de la humanidad pecadora que es infalible en la doctrina de la fe y pecable o pecabilísimo en su conducta moral y en el gobierno de la Iglesia. Es, esto, una enorme paradoja, y esta es otra maravilla casi increíble, privilegio único del Sumo Pontífice. En la historia de los Pontífices no hay un solo pecado capital que algún Papa no lo haya cometido. Pecados contra todos los diez divinos Mandamientos. Pecados contra todas las virtudes naturales y sobrenaturales, a excepción de una sola: la fe.
----------En efecto, ningún Papa ha perdido la fe ni ha caído en la herejía. Ningún Papa, en su oficio de maestro de la fe, no sólo ex cathedra, sino también en la enseñanza ordinaria, jamás se ha engañado a sí mismo o ha engañado a otros en la doctrina de la fe. Ningún Papa ha definido como dogma una herejía. Ningún Papa ha cambiado la doctrina dogmática o la doctrina de la tradición. Ningún Papa ha prohibido la difusión del Evangelio. Ningún Papa ha prohibido la condena de la herejía. Ningún Papa ha hecho Santo a un hereje. Este es un dato sorprendente, pero históricamente demostrable. Los poquísimos casos que a veces suelen citar historiadores tendenciosos e ideologizados se pueden resolver con facilidad.
----------Por otra parte, es necesario hacer presente, a fin de aclarar nuestro argumento, que a la muerte de un Papa (o tras su renuncia, permitida hoy por la ley canónica) el Espíritu Santo desciende sobre el cónclave para garantizar la inevitable sucesión. Los hombres podrán estar agitados, tramar, complotar, maquinar, conjurar, intrigar, pero el Papa estará allí, permitido o querido por el Espíritu Santo.
----------Sin embargo, el Espíritu Santo no impide la intromisión de fuerzas extrañas, no garantiza la corrección jurídica, no garantiza la rectitud de las intenciones de los cardenales, no garantiza la serenidad de las votaciones, no impide que algunos cardenales litiguen entre sí, no impide tensiones y malhumores, tentativas de corrupción y presiones indiscretas. No impide que sea elegido un hombre incapaz e inadecuado. Dios escribe derecho sobre líneas torcidas. Ésta es otra maravilla. Si ha hablado la burra de Balaam, también un hombre aparentemente inadecuado para ser Papa puede ser Papa legítimo y debe ser escuchado como maestro de la fe, aunque tal vez no deberá ser imitado en sus costumbres morales o en la pastoral.
----------En estos casos el Espíritu Santo no aprueba la figura y las cualidades morales de ese determinado Papa, sino que simplemente asiste a los cardenales para que la elección pueda ser aprobada por toda la Iglesia. En efecto, el Espíritu Santo confiere al Pueblo de Dios, bajo la guía de los pastores, una especial capacidad de discernimiento, que le permite al Pueblo de Dios reconocer la legitimidad del elegido, constatando que el colegio cardenalicio está unido en torno a él. ¡Por este motivo, el simple hecho de que sea elegido fulano de tal, habemus Papam! Quiere decir que el nuevo Papa es él, el elegido.
----------Por otra parte, preciso que cuando digo que es la Iglesia la que reconoce al nuevo Papa, me refiero a la Iglesia entera, naturalmente bajo la guía de los cardenales. Ha sucedido, en efecto, lamentablemente, en el siglo XIV-XV, que un Papa determinado y algunos de sus sucesores durante años y aún décadas no han sido reconocidos como legítimos por una parte de la Iglesia, la cual por lo tanto había caído en el cisma. La porción cismática de la Iglesia admitía en principio el ministerio petrino, solo que al Papa legítimo contrapuso una serie de antipapas. Fue éste el famoso Cisma de Occidente, desde 1378 a 1417.
   
Quien se separa del Papa no está en plena comunión con Cristo
   
----------Pero hay que considerar que en 1054 había ocurrido un hecho aún más grave: el Patriarca de Constantinopla, arrastrando consigo a las Iglesias orientales, se sustrajo a la obediencia a los Romanos Pontífices, negando desde entonces el primado de gobierno sobre toda la Iglesia. Se trató ciertamente de un cisma, pero si queremos ser exactos, fue también una herejía, porque una cosa es rechazar como válido a un determinado Papa pero seguir creyendo en el papado, como sucedió en el cisma de Occidente; y otra cosa es perder la fe en el mismo Papado como institución divina, como lo hizo Constantinopla.
----------Este fue el cisma de Oriente, todavía en curso, no obstante los importantes pasos dados para la eliminación del cisma en estos últimos cincuenta años. Los Orientales, desde los primeros siglos, siempre se han esforzado, quizás demasiado conscientes de su patrimonio teológico-espiritual, por reconocer que el primado de la Sede Romana era un hecho de fe, independientemente del hecho de que Roma haya sido la sede de los emperadores. Por el contrario, el patriarcado constantinopolitano se centró en el hecho de que Constantinopla era la sede del emperador. Hoy, cuando ya no hay emperador en Estambul, sería el momento para que los hermanos orientales, siguiendo el ejemplo de los Santos Padres orientales, recuperasen, para su beneficio y para la gloria de las Santísima Trinidad, su antigua y gloriosa comunión con la Sede Romana. Deberían finalmente comprender que el Filioque no es una herejía, sino un artículo del Símbolo de la Fe.
----------Resplandecen ciertamente en la Ortodoxia los valores de la liturgia, de los sacramentos, de la santidad, del monaquismo, de la sinodalidad (sobornost) y del arte sacro, en particular la fe en los dogmas de los primeros siete Concilios, pero lamentablemente el cisma ha causado un bloqueo en el progreso dogmático promovido por los Romanos Pontífices posteriores al cisma. Ejemplo desconcertante de ello es el rechazo por parte de los Orientales de los dogmas marianos definidos por los Papas después del cisma, cuando nosotros mismos los Latinos, desde los primeros siglos, hemos aprendido de ellos a honrar a la Theotokos en los espléndidos iconos bizantinos, que aún hoy embellecen todas las iglesias y santuarios católicos.
----------Gravísimo ha sido después el rechazo del primado petrino obrado por Martín Lutero, porque, como es bien sabido, trajo consigo un cierto número de herejías ausentes en las Iglesias ortodoxas. La reforma luterana ha lanzado un movimiento religioso laicista y secularista, el cual, a diferencia del oriental, muy piadoso y atento a la Tradición y a los Santos Padres, ha sido un movimiento fundado sobre un subjetivismo egocéntrico del "Dios-para-mí", Gott mit uns, disolvente, desquiciador, socavador y desacralizador. El secularismo protestante, encontrándose posteriormente con el idealismo cartesiano, ha alcanzado sus extremas consecuencias, produciendo los peores males que han afligido y afligen a la humanidad desde hace dos siglos a esta parte. Sin embargo, por gracia de Dios, la Providencia ha querido que junto a este luteranismo revolucionario se acompañara en el curso de estos siglos un luteranismo fiel a Lutero, cercano al catolicismo, con el cual, gracias a Dios, es posible colaborar e implementar el diálogo ecuménico.
----------Hoy han surgido voces aisladas pero peligrosas, audaces, temerarias o engañosas, falsamente celosas y piadosas, pero sustancialmente subversivas, que quisieran suscitar dudas sobre la legitimidad del pontificado del papa Francisco y contraponerlo eventualmente con el papa Benedicto. Creen que están rindiendo honor a este último considerándolo el verdadero Papa, pero en realidad lo presentan como si fuese un antipapa, algo de lo cual ciertamente Benedicto está horrorizado.
----------Creo que reflexionar sobre estas cosas puede ser útil para resolver las dudas, aclarar las ideas, desmentir a los historiadores equivocados, disipar los errores, ayudar a discernir, fortalecer la fe y encontrar tranquilidad y paz bajo la guía del actual Pontífice elegido por el Señor: el papa Francisco.

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