viernes, 15 de enero de 2021

El desprecio del tradicionalismo "católico" por la Misa actual (1)

El actual distanciamiento social y confinamiento ha tenido una evidente repercusión en la vida de nuestras comunidades eclesiales, parroquias, asociaciones, movimientos y grupos laicales, etc. Especialmente el golpe ha sido y es duro en lo que se refiere a las celebraciones litúrgicas, y ello no puede sino afectar de modo esencial a nuestra vida de cristianos, porque, como dice el Concilio Vaticano II, la Eucaristía es la "fuente y culmen de toda la vida cristiana" (Constitución dogmática Lumen gentium n.11; Catecismo de la Iglesia n.1324). Sin embargo, el confinamiento, es decir, la soledad familiar o individual, puede aprovecharse como buena ocasión para reflexionar precisamente sobre esa "fuente" de nuestro vivir en Cristo. Intentaré en la presente nota ayudar a esa reflexión personal del lector, al menos en uno de sus variados aspectos.

----------En varias ocasiones he explicado a los lectores la tarea que me he propuesto con este modestísimo blog: intento hacer teología eclesial y pastoral en un momento sumamente delicado de la vida de la Iglesia, que ve a muchos de nuestros fieles cada vez más desorientados, y esto en diversos aspectos, como por ejemplo el de las normas morales particulares según las cuales el fiel católico debe vivir la Ley de Cristo en un mundo cada vez más paganizado, alejado del modo de ser cristiano, o el de vivir la obediencia de la fe en devoto respeto a su regla próxima, que es el Magisterio de la Iglesia, lo cual tampoco hoy es fácil.
----------Pero los fieles también están desorientados particularmente en lo que se refiere a su participación en la Santa Misa, que ha cambiado mucho en todos estos meses de pandemia, con las restricciones para asistir a los templos, la obligatoria reducción del número de asistencia los domingos, etc. Sin embargo, la actual situación ha permitido, por contraste, una sana introspección, una oportuna reflexión, y hasta un verdadero examen de conciencia en algunos fieles, acerca de su modo de celebrar y participar en esa "fuente y culmen de toda la vida cristiana" que es la Sagrada Liturgia y, en particular la Santa Misa. De hecho, la necesidad para muchos de mantener sólo un encuentro exclusivamente "virtual" con la Liturgia, a través de las emisiones por Internet, ha profundizado esta situación, porque el devenir solo "espectadores" puede facilitar la reflexión.
----------En tal contexto, no han sido pocos los fieles que han advertido, con contornos y perfiles más claros y delineados, lo que en otras ocasiones quizás no advirtieron de modo tan definido: el hecho de que a veces, y en algunos casos frecuentemente, parece que reina (aunque hoy, y aunque solo por motivos circunstanciales, debemos decir reinaba) el caos litúrgico en nuestras iglesias. Misas dialogadas por el celebrante con los fieles, oraciones "espontáneas" de los fieles, oraciones del misal modificadas al gusto y placer del celebrante, cantos inapropiados, aplausos, y hasta bailes en el mismísimo presbiterio, etc. Todo lo cual, ha hecho que muchos fieles, o al menos los más reflexivos, los más conscientes de su vivir cristiano, a veces hayan prestado oído a la propaganda de sectores del tradicionalismo abusivo, lefebvriano o filolefebvriano, que les han generado dudas y quizás caer en la tentación de preguntarse: ¿es realmente válida la Misa de Pablo VI?...
----------Por supuesto, el buen católico, firme en su Fe y obediente al Magisterio, sabe que debe huir como del demonio de ese género de dudas y preguntas. Sin embargo, aunque los lefebvrianos (en realidad, debería decir mejor "pasadistas" para referirme a toda la galaxia de los que caen en la herejía fijista) son una minoría en el cuerpo eclesial (y algunos de ellos claramente alejados de la Iglesia), algunos líderes de opinión no son una simple "minoría" de "ruidosos descontentos" a los que no debería darse demasiado peso e importancia, no obstante, son sembradores de ocultos errores detrás de la aparentemente tranquilizadora defensa del "depositum fidei", hasta el punto de que sus blogs y páginas webs suelen servir muchas veces de puntos de referencia a muchos desorientados, incapaces de captar en esos malos maestros un claro ejemplo de aquellas dramáticas palabras con las que nos advirtió Nuestro Señor Jesucristo que serían una de las señales del fin de los tiempos: los "falsos profetas", y los "guías ciegos" que "filtran el mosquito y se tragan el camello".
----------Ahora bien, para contrarrestar este tipo de venenosos errores, se impone a nuestra conciencia sacerdotal un deber de equilibrio y de prudencia, que se puede resumir en aquella famosa frase: "No se puede tirar al bebé con el agua del baño", porque incluso en las posiciones equivocadas, o en quienes a veces continúan de buena fe (materialmente) en posiciones heréticas, puede existir sin duda algo bueno. La sabia alegoría del niño y el agua sucia me lleva, sin embargo, a temer el peligro de caer en otro insidioso escollo, en otra trampa: también en Arrio y en Pelagio existía algo bueno. No fueron dos charlatanes ignorantes y mentirosos (cual si se tratara de dos blogueros actuales, madrileños, andaluces, valencianos, estadounidenses o argentinos), a los que no se debía dar mayor importancia. Arrio era un hombre de fe, Pelagio un asceta piadoso, y ambos fueron teólogos a tal punto refinados que san Atanasio decidió tomarse la molestia contra el primero, y contra el segundo lo hizo san Agustín, que nunca habría perdido su precioso tiempo con un pequeño hereje de pueblo. Y en tal sentido, para referirme en comparación ahora a nuestros tiempos: ¿acaso no fue el obispo Marcel Lefebvre, un hombre de profunda piedad, un misionero extraordinario que en Senegal formó buenos sacerdotes dando vida con óptimos resultados a los primeros obispos autóctonos en el África francófona? Ni la apasionada fe, a Arrio, ni el piadoso ascetismo, a Pelagio, ni la generosidad misionera, a Lefebvre, les impidieron caer en la herejía.
----------Por estos motivos, considero que no es fácil, sino más bien bastante delicado buscar el bien en el hereje, en el cismático, en los equivocados (aún en los que permanecen de buena fe equivocados), y que no es nada fácil descubrir los elementos positivos de unión en la heterodoxia, porque si no se actúa con la máxima prudencia en esta tarea, y con el más férreo respeto hacia el depósito de la fe y el Magisterio de la Iglesia, se puede correr el riesgo de llevar las peores herejías a los hogares católicos, detrás de pretextos ecuménicos o de diálogo interreligioso, como lo demuestran desde hace algunas décadas algunas instituciones académicas en las que un gran número de teólogos modernistas han terminado hoy por enseñar doctrinas protestantes. En el extremo opuesto del arco ideológico en la Iglesia: no faltan hoy las webpages y los blogs tradicionalistas que años atrás nacieron con la mejor de las intenciones católicas y los mejores propósitos de luchar por defensa de la fe, y han terminado hoy por servir ingenuamente a la herejía y al cisma. Y todo esto ha sucedido porque muchas veces se ha buscado el bien y los puntos comunes de unión con los equivocados, incluso hasta arrastrar sus graves errores al hogar católico, ya sea errores modernistas o errores lefebvrianos.
----------Como sacerdotes y teólogos estamos llamados a ejercer un sagrado ministerio que conlleva un deber que no podemos eludir, y por imperativo de conciencia: decir a nuestros fieles, cuando sea necesario, lo que está bien y lo que está mal. Por eso, particularmente en estos tiempos de confinamiento social, utilizo la modesta pero preciosa herramienta de este blog con fines puramente pastorales, que por mi parte no pretendo utilizar ni para luchar con "facciones contrarias" ni para controversias estériles con quienes están cerrados a la gracia de la escucha, sino solo para servir, en la verdad y por la verdad, al Pueblo que Dios con el que peregrinamos en esta tierra, salvando a los Christi fideles, si es necesario, de caer en los errores de algunos malos maestros.
----------Respecto a la actual desorientación en el campo litúrgico y, en particular respecto a las dudas de algunos fieles acerca del valor de la reforma litúrgica promovida por el Concilio Vaticano II y llevada a ejecución por el papa san Pablo VI en 1969, hace ya más de cincuenta años, lo primero que hay que decir es que en el campo de la liturgia, el Romano Pontífice ejerce su autoridad como sumo sacerdote y supremo moderador del culto divino. El Papa no es infalible en el regular el ceremonial o en el decidir una reforma litúrgica, cosa que pertenece a su poder pastoral. Lo es, sin embargo, en el interpretar, custodiar y conservar intacta la esencia o sustancia de los Sacramentos, en cuanto dato de fe, porque esto toca la infalibilidad de su magisterio doctrinal.
----------Como sabemos, la esencia inmutable de la Misa es: "Rito cultual de la Nueva Alianza, con el cual y por el cual, en la persona del sacerdote celebrante en comunión con la Iglesia y en el nombre de la Iglesia, Cristo en el Espíritu Santo se ofrece a sí mismo incruentamente en sacrificio al Padre por la salvación del mundo".
----------Una reforma de la Misa podrá ser, por lo tanto, más o menos feliz, podrá necesitar posteriormente otra reforma o la recuperación de cuanto se hubo abandonado, pero no podrá nunca alterar la esencia de la Misa. Suponer que el Papa pudiera haber establecido una Misa herética o modernista o filo-protestante, es a su vez una herejía, no en referencia a su poder pastoral, sino en cuanto Maestro de la fe, dado que la Misa es un Mysterium fidei. En la Misa es necesario, por lo tanto, distinguir el ceremonial del ritual. El primero puede cambiar y es de derecho eclesiástico; el segundo es inmutable y es de derecho divino.
----------Por lo tanto, las normas de la celebración de la Santa Misa (el así llamado ceremonial) pueden cambiar a lo largo de los siglos, como demuestra la misma historia de la liturgia. Pero la esencia de la Misa es inmutable, como también lo demuestra la historia, hasta la Misa del novus ordo, más allá de cambios que a veces parecen profundos, pero que en realidad no afectan la sustancia, como la he definido líneas arriba.
----------El Sumo Pontífice no tiene la facultad de cambiar la sustancia de los Sacramentos y por lo tanto la estructura esencial del rito de la Santa Misa, sustancia o esencia que no es difícil de identificar más allá de las variaciones del ceremonial que se han producido en el curso de la historia.
----------Ahora bien, sin embargo, la Misa novus ordo, ha sido motivada por el Concilio Vaticano II con graves razones que son conocidas por todos (véase la constitución Sacrosanctum Concilium, nn. 47-58). La Misa actual ciertamente tiene un aspecto ecuménico, pero es necedad y estupidez decir que es filo-protestante o que está infectada de modernismo o que ella cambia la Misa tradicional.
----------La Iglesia puede conceder, a quienes lo deseen, el permiso para celebrar sólo en el vetus ordo (como lo hizo por ejemplo con san Pio de Pietrelcina), vetus ordo que obviamente sigue siendo válido; pero con la condición de que no se haga como si la Misa válida fuera solo esa. La Iglesia aconseja y ordena, ordinariamente, el novus ordo, porque pastoralmente se adapta mejor a la situación actual.
----------Punto y aparte, por hoy; pues hasta aquí lo esencial que es mi intención decir en esta primera parte de la reflexión; pero a continuación inferiremos de todo esto algunas consecuencias y trataremos algunas cuestiones de actualidad. Será precisamente el contenido de la segunda parte.

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